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División de los godos
Los godos en este punto se dividieron en tres grupos diferenciados:
- Los greutungos (de las piedras) que se asentaron al este del río Dniéster a partir de entonces se les conocerá con el nombre de ostrogodos, o los godos del este.
- Los tervingios (de los bosques), que se desplazó al oeste del río Dniéster hasta el norte del bajo Danubio (Mesia).
- Los visos (de las praderas), se desplazaron hacia las actuales llanuras de Rumanía y Hungría. Posteriormente, se unieron a los tervingios y se denominaron visigodos.
La llegada de los godos a estas tierras supuso un shock cultural y social. Dacia fue el campo de ensayo. Lograrían asentarse en esas tierras por un periodo aún no establecido exactamente por las fuentes godas. Pasaron a ser una tribu seminómada a asentarse. Del contacto con el Imperio romano se introdujo cierta cultura en las tribus góticas, la escritura y la religión, con más arraigo entre los visigodos que poblaron los bosques más cercanos a las fronteras del Imperio. A medida que los godos fueron asentándose en Dacia explotaron las riquezas minerales que luego exportaron al Imperio romano.
Primeras invasiones godas
La primera invasión de los godos en el Imperio romano ocurrió en el 214, siendo derrotados por fuerzas del emperador Caracala.
La primera invasión goda de cierta importancia tuvo lugar en 238 cuando atacaron la ciudad de Histia (Hungría), que había sido parte del Imperio romano desde el año 30. Lo que llevó a los godos a esta invasión no se entiende completamente, pero lo más probable fue simplemente la debilidad del Imperio en ese momento, que hizo ciudades provinciales como Histia objetivos atractivos para los godos y otras tribus debido a la incapacidad de los romanos para responder militarmente. Hay evidencia de que los godos se habían convertido en aliados de los romanos, que les pagaban una suma anual de dinero para defender la frontera del Imperio contra los bárbaros sármatas que estaban detrás de ellos. Los godos también proporcionaron fuerzas sobre todo jinetes ligeros, en el 244 fuerzas godas participaron en la batalla de Misiche (Mesopotamia) con el ejército romano, siendo derrotados por los sasánidas.
Pero en el reinado del emperador romano Felipe el Árabe (244-249), este pago fue detenido, y el rey Ostrogoda cruzó el Danubio y saqueó las provincias romanas de Mesia y Tracia. El general romano Decio, que después se convertiría en emperador, condujo un ejército contra ellos; pero los godos se retiraron con seguridad a través del Danubio, y se dice que gran número de los soldados romanos abandonaron a los bárbaros, y ofrecieron ayudarlos a hacer otro ataque.
El rey godo regresó reuniendo un ejército de 30.000 hombres, en parte pertenecientes a su propio pueblo y en parte a otras naciones bárbaras. Los envió por el río bajo el mando de dos generales, Argait y Guntarico, que asolaron la provincia de Baja Mesia, y sitiaron su capital, ciudad que el gran emperador Trajano había construido, y que llamó Marcianópolis en honor de su hermana Marcia. Los habitantes negociaron con los godos levantar el sitio a cambio de recibir un pago importante en dinero, después los bárbaros regresaron a su propia tierra.
Después de esto el reino de Ostrogoda fue atacado por los gépidos, que se habían separado de los godos, y bajo su rey, Fastida, habían conquistado a los burgundios, otro pueblo germánico. Exigían que Ostrogoda les diera una parte de su territorio. El rey trató de persuadirlos para no hacer la guerra a sus hermanos. Pero no concedió en lo que requerían, y las dos naciones se encontraron en una batalla cerca de un pueblo llamado Galtis. La lucha fue larga y terrible; pero prevaleció la naturaleza más vigorosa de los godos, y el rey Fastida con sus gépidos tuvo que retirarse a sus propios dominios.
Invasión goda de Tracia (250-253)
Ostrogoda murió alrededor del año 250, y fue sucedido por un rey llamado Cniva. Ese mismo año una confederación de godos (greutungos y tervingios) y sármatas bajo el rey Cniva cruzaron el Danubio por Novae en la actual Bulgaria, tomaron la localidad al asalto y después enviaron partidas por toda la provincia romana de Mesia para saquear la zona. Sus considerables fuerzas exigieron la atención del emperador Decio que había subido al poder el año anterior. El nuevo emperador tuvo que dejar su programa reformista, ponerse al frente de las legiones y marchar hacia el Danubio para atajar el problema godo.
Batalla de Beroe 250
Mientras Cniva estaba sitiando la ciudad de Nicópolis (actual Nikopi) y cuyo nombre significa «Ciudad de la Victoria», en recuerdo de una batalla en la que Trajano había derrotado a los bárbaros; Decio que había sido nombrado emperador el año anterior, llegó con su ejército, y los godos se marcharon a través de las montañas balcánicas rodeando el monte Hemo (Haemus), y se dirigieron hacia Filipópolis (actual Plovdiv). Decio y sus tropas le persiguieron a través del terreno difícil, pero pronto, después de muchas marchas forzadas, Cniva dio la vuelta con sus tropas, y sorprendieron a los romanos que estaban descansando cerca de Beroe (moderna Stara Zagora), saqueando su campamento y dispersando a las tropas romanas. Era la primera vez en que un emperador romano huía a la vista de los bárbaros.
Entonces Cniva sitió Filipópolis, después de una larga resistencia en que los habitantes hicieron una valiente defensa y mataron a varios miles de asaltantes, conquistó la ciudad. Los godos trataron a la ciudad con suma crueldad, miles de ciudadanos fueron violentados, esclavizados o asesinados durante el pillaje.
Entre los prisioneros estaba Prisco, hermano del fallecido emperador Filipo, a quien los godos persuadieron para que se autoproclamase emperador bajo protección goda en oposición a Decio, pero el desafío de Prisco resultó irrelevante al ser asesinado poco tiempo después.
Decio horrorizado y encorajinado por los testimonios de los pocos supervivientes que pudieron escapar del horror; intentó tardar lo menos posible en reorganizar sus tropas, interceptó a varias partidas de carpos y otros grupos germanos que acudían a unirse en busca de botín, y reparó y fortaleció sus fortificaciones a lo largo del Danubio, con la intención de oponerse a las fuerzas de Cniva. Los romanos con el tiempo empezaron a rodear a los godos.
Batalla de Abrito o Forum Terebronii 251
Agotados por el asedio que había consumido tanto humanos como materiales, los godos fueron rodeados en la ciudad de Filópolis en junio del 251. Ofrecieron abandonar la ciudad sin cautivos ni botín a cambio de conseguir una retirada libre, Decio les dejó escapar ofreciendo a los godos la opción de buscar un campo de batalla de la forma que el vencedor se llevara la gloria de la victoria en batalla campal. Los romanos seguían sintiéndose superiores y ninguneaban a estos pueblos, no veían la amenaza real que eran.
Los godos se retiraron seguidos de cerca por el ejército romano. Cniva encontró el terreno ideal para la batalla en un terreno cenagoso en la Ludogorie (región en Bulgaria nororiental que confluye con la meseta de Dobruja y la llanura danubiana al norte) cerca del pequeño asentamiento de Abrito o Forum Terebronii (actual Razgrad). Los godos lucharon con el valor de la desesperación, bajo el mando de Cniva.
Las fuerzas enfrentadas se desconocen, pero se estiman de 30.000 a 40.000 godos y aliados y de 25.000 a 30.000 romanos mandados por Decio que iba acompañado por su hijo Herenio Etrusco, que era su cogobernante. Lo que si se sabe, es que Cniva dividió a los suyos en tres unidades, dos en vanguardia y una de ellas escondidas detrás de una ciénaga. Los romanos desplegaron posiblemente con la infantería en el centro y la caballería en las alas.
Al comienzo de la batalla, posiblemente durante el enfrentamiento entre las infanterías ligeras de ambas fuerzas; Herenio murió al ser alcanzado por una flecha en el cuello, y para levantar el ánimo de sus soldados, su padre Decio exclamó »Que nadie llore, la muerte de un soldado no es una gran pérdida».
Decio encorajinado por la muerte de su hijo, mando avanzar a las legiones. Los godos retrocedieron y los atrajeron hacia ciénagas, en donde las pesadas armaduras romanas jugaban en su contra, cuando estaban empantanados en la lucha, la unidad goda que estaba oculta a la vista de los romanos salió y atacó por la retaguardia. Indefensos e inmóviles dentro del pantano el resto se convirtió en un auténtico baño de sangre. El mismo Emperador fue muerto en el campo de batalla, sin que su cuerpo fuera encontrado.
Roto y desorganizado, el ejército romano no ofreció más resistencia a los godos, que llevaron devastación sobre las provincias de Mesia, Tracia e Iliria, matando a más de 100.000 personas.
Treboniano Galo fue proclamado emperador por las legiones tras las noticias de la derrota, a pesar de existir con vida otros hijos del emperador Decio. El nuevo emperador dejó salir a Cniva con su botín. Incluso prometió pagar un tributo anual a Cniva para evitar que invadiera el Imperio nuevamente.
Hubo un terrible clamor entre los romanos cuando se supo que el emperador Galo había accedido a sobornar a los godos para mantener la paz. Todo el mundo dijo que era un traidor. Para empeorar las cosas, una gran una epidemia se extendió por todo el imperio, causada, según los romanos, por la ira de los dioses ante la traición de su emperador. El colmo fue que una parte de los godos, infieles a sus compromisos, continuaron asolando las provincias de Iliria, siendo derrotados por un general llamado Emiliano, que asumió el título de Emperador. Galo fue asesinado por sus propios soldados en agosto de 253, que se unieron al ejército del usurpador.
Los godos se convirtieron en los más temibles enemigos de Roma en esos tiempos, ya que habían adquirido la mala costumbre de recibir un tributo anual al emperador. Cuando este se retrasaba, cruzaban el Danubio e incendiaban y saqueaban todo a su paso.
A la muerte de Cniva en 258, siete años después de la batalla de Abrito, las luchas de los clanes acentuó la división de los grandes grupos: ostrogodos y visigodos.
Invasión de Grecia 254?
Esta vez el peligro venía de una columna militar goda que avanzaba con la intención de caer primero sobre la ciudad de Tesalónica. Al parecer, los defensores consiguieron repeler al enemigo desde sus murallas, por lo que decidió cambiar de dirección hacia Atenas atraído por el potencial botín de sus santuarios y de la región en general. El desfiladero de las Termópilas volvió a ser el lugar elegido por los griegos para resistir, según el autor de la narración, un cronista ateniense llamado Dexipo.
Dexipo dice que cada uno se armó como pudo rápidamente y se puso a las órdenes del estratego Mariano, quien les arengó recordando las gestas de sus antepasados y clamando por mantener su libertad. Al parecer consiguieron detenerlos, tampoco se conoce la fecha exacta, que se calcula entre los años 250 y 260.
Invasiones marítimas godas
Primer ataque marítimo, Pitiunte 255?
La primera incursión naval de los boranos fue facilitada por los habitantes del reino del Bósforo. Estos, evidentemente, no podían hacer frente al poder de sus vecinos, así que no tuvieron más remedio que ceder a sus pretensiones. Fueron los boranos que estaban en las costas del mar de Azov, los primeros que quisieron que los barcos bosforianos condujesen a sus huestes hasta el otro lado del Ponto.
Los bajeles empleados para navegar por el Euxino tenían una construcción extraña pues eran chatos, fabricados únicamente con madera sin clavazón de hierro, y que cuando había una tempestad se cubrían con una especie de techo inclinado.
Los godos se lanzaron a un mar desconocido, bajo el albedrío de navegantes obligados a su servicio, con una lealtad más que dudosa. Costeando la línea marítima del Ponto Euxino (mar Negro) en su vertiente oriental, fueron devastando todo lo que encontraban a su paso mientras los desdichados habitantes de aquellas tierras huyeron a las montañas.
Se detuvieron entonces ante la ciudad fortificada Pitiunte, que consideraron podrían conquistar y saquear, y allí se despidieron los navíos bosforianos (que regresaron a sus ciudades), mientras los bárbaros boranos se volcaron en la tarea de expugnar las murallas de la ciudad. Sucesiano, comandante de la plaza, hizo frente con éxito a los asaltos de los invasores hasta que estos, por un lado, perdida la esperanza de terminar con buen éxito la empresa y, por otro, temerosos de que los romanos hiciesen llegar algún ejército de socorro, optaron por una retirada que; al parecer, se tornó pronto en huida. Haciéndose entonces con todo barco que encontraron en las costas vecinas se embarcaron rumbo a sus tierras no sin dejar atrás gran número de bajas.
Sucesiano fue nombrado, por el emperador Valeriano, prefecto de la región. La vida de Sucesiano acabaría años después frente a los sasánidas durante el devastador ataque de Sapor I.
Segundo ataque marítimo, la Cólquida 256
No se desanimaron entonces los boranos, entonces aliados de los godos (residentes principalmente en las ciudades de Panticapea y Fanagoria) y los ostrogodos que habitaban aquella región. Esta vez cambiaron de estrategia, no permitieron que los bosforianos regresasen con las naves, así es que retuvieron los barcos con ellos hasta el fin de la expedición. Sin duda, fue la falta de barcos, en su retirada de Pitiunte fue lo que les llevo a sufrir la mayor parte de las perdidas humanas en la retirada, esta vez, no sucedería lo mismo.
A primeros del 256, se dirigieron de nuevo por la misma ruta empleada en la anterior incursión, costeando el Ponto Euxino por su margen oriental hacia el país de la Cólquida, región de los abasgos.
Desembarcaron de nuevo Pitiunte, ciudad que esta vez si la tomaron y devastaron.
Animados con este buen resultado resolvieron avanzar sobre la populosa Trapezus (actual Trabzon) que distaba unos 425 km, hicieron escala en Phasis, en donde no consiguieron los objetivos propuestos de asaltar la ciudad, e incluso remontar el río. Continuaron pues su ruta a la gran y poderosa ciudad Trapezus que, a causa de esta incursión, se hallaba repleta de refugiados que buscaban el cobijo de sus murallas.
La guarnición romana era fuerte, ya que había sido reforzada con 10.000 efectivos y la ciudad disponía de una muralla doble. Los bárbaros, en principio, no tenían ninguna posibilidad de victoria a no ser, como ocurrió, que los romanos se dejasen llevar, confiados, a la desidia.
Los boranos advirtieron el poco empeño que ponían los soldados en la vigilancia de las murallas, ya que confiaban en la fortaleza de las mismas. Los bárbaros consiguieron escalarlas sigilosamente, en pequeños grupos, durante una noche. Cuando se descubrió que los bárbaros habían irrumpido en el interior de la población, el pánico se apoderó de la guarnición romana. La mayor parte pudo huir por una de las puertas más alejadas del perímetro amurallado; los demás fueron muertos durante el despiadado saqueo a que fue sometida la metrópoli, ciudad que sufrió, además, la destrucción de templos y demás edificios principales, que ardieron por obra de los asaltantes.
Enriquecidos así hasta la saciedad por el botín, lo cargaron en la escuadra que capturaron en el puerto y regresaron por fin a sus tierras.
La incursión sobre Trapezus no habría tenido mayores repercusiones si no fuera porque al llegar los boranos y los ostrogodos a sus tierras, el éxito de la incursión (el botín parece que fue inmenso), suscito entre todos los pueblos vecinos la envidia y el deseo de emulación.
A pesar de que los boranos y ostrogodos formaban parte de la federación goda, los clanes no se repartían ni tenían acceso a las riquezas obtenidas, así pues otras tribus de la confederación como los visigodos y hérulos, emprenderían sus propios saqueos dando origen al denominado tercer ataque del Bósforo.
Tercer ataque marítimo, Nicomedia 256
Se dispuso entonces una gran expedición, de la que formaban parte, principalmente, los godos. Reunieron todos los barcos que pudieron (muchos fueron construidos para la ocasión, pero probablemente los más alquilados a socios comerciales o ciudades griegas del litoral). Costearon el Ponto hacia su vertiente occidental, pues la oriental, pensaban, había sido ya devastada por sus vecinos los boranos. Seguía a la flota bárbara, en la medida de sus posibilidades, un poderoso contingente de fuerzas terrestres.
Era el invierno del año 256, estación que habían esperado los invasores para, probablemente, sorprender todavía más, si cabe, a las defensas romanas. El objetivo de la incursión era atacar y saquear las ciudades del Ponto, en las que, por referencias directas, pensaban encontrar mayor botín que en ningún otro lado. Al parecer partieron con 500 barcos, dado que cada embarcación podía transportar de 25 a 30 personas, la fuerza estaría compuesta de 12.000 a 15.000 efectivos.
Llegaron sin problemas hasta el área de la misma Bizancio, y atravesando el Bósforo desembocaron en el territorio de Calcedonia (Bitinia). La guarnición estaba acampada junto al templo de Júpiter, sobre una colina que dominaba la entrada a la ciudad. Sus efectivos debían ser similares a los godos, entonces abandonaron su ventajosa posición y se dieron a la fuga, dejando la ciudad a su suerte. Calcedonia fue saqueada y destruida, los bárbaros encontraron en ella gran cantidad de riquezas y armas de las que se apropiaron.
Los bárbaros estaban en la disyuntiva de saquear Asia o Europa, un fugitivo les indicó que Nicomedia (capital de Bitinia) era muy rica y de fácil conquista. Les sirvió de guía los 100 km que les separaba. La ciudad de Nicomedia, abandonada por sus habitantes, cayó sin oponer resistencia. Las ciudades de los alrededores como Niza, Prusa, Apamea y Cio, que competían en riqueza con Nicomedia también fueron saqueadas. En el camino de vuelta se dirigieron a Cízico (actual Kapadaggi), pero cuando se encontraban a unos 30 km, la estación lluviosa hizo que el lago de Apolonia se desbordara, y el arroyo Rindaco se convirtió en un caudaloso río que les impedía el paso.
Regresaron a la ciudad de Heraclea donde tenían fondeada la flota, iban acompañados de una extensa columna de carruajes cargados con el botín. Una vez embarcados, los bárbaros pusieron fin a la incursión y regresaron a sus hogares por el mismo camino por el que habían venido y justo a tiempo, pues el emperador Valeriano se encontraba ya marchando con sus ejércitos a través de Capadocia para darles caza.
Invasión de Asia Menor 262
En el 262 según Jordanes «Respa, Veduc y Thuruar, líderes de los godos, embarcaron y navegaron a través del Helesponto hacia Asia. Allí arrasaron varias populosas ciudades y prendieron fuego al renovado templo de Diana en Éfeso«.
Los godos, esta vez cruzaron el Helesponto y pasaron al mar Egeo asaltando las islas y arrasando a su paso las ciudades de Troya, y Éfeso donde también destruyeron la biblioteca Celso que disponía de 13.000 volúmenes.
Gran Invasión 267
La repetida serie de éxitos que los bárbaros habían obtenido saqueando a discreción una cierta extensión de territorio romano, y aprovechando que Galieno fue asesinado en Milán y sucedido Claudio II, impulsaron a un gran número de tribus de a aliarse para la consecución de una gigantesca expedición de invasión.
Esta vez se atacaría en masa por tierra (carpos, godos, gépidos, y dacios libres) que atacaría Dacia y Mesia; Los hérulos, godos y peuquinos lo harían por mar. A tal efecto, se reunieron en la desembocadura del Dniéster (Tyras) una gran cantidad de navíos que cada cual había construido según sus posibilidades. La cifra es discutida, desde los 6.000 navíos que da Zosimo a los 2.000 de Amiano Marcelino. En cuanto a las tripulaciones, o la gente transportada en ellos, parece que se llega a aceptar la cifra de 300.000. Lo que lleva también a la conclusión de que este número no englobaría solo a guerreros, sino a la totalidad de una serie de pueblos decididos, no ya a realizar una simple razia, sino a emprender una marcha en busca de otras tierras en las que asentarse.
Carpos, godos, gépidos y dacios libres atacaron Dacia y entraron en Mesia, saqueando y luchando contra fuerzas romanas. Llegaron ante Tomeo, fortaleza que no pudieron tomar, continuaron hasta Marcianópolis, la ciudad pudo contenerlos y rechazarlos por lo que todos se subieron a los barcos dirigiéndose al sur y tras duros combates cruzaron por el Helesponto, Bósforo, saqueando las ciudades costeras.
El emperador Galieno se preparó, mandó a los bizantinos Ateneo y Cleodamo a defender los pasos por tierra y a Veneriano a defender los estrechos por mar. Al llegar a los estrechos su inexperiencia en las lides marítimas le jugo una mala pasada. Pues en el lugar en donde el Ponto choca con las aguas que vienen del Mediterráneo se forman unas terribles corrientes que, si no se está advertido o habituado, pueden ser algo peligrosas, sobre todo en un caso como el que nos ocupa.
Veneriano los esperó detrás, las naves bárbaras, zarandeadas, y al ser tan grande su número y navegar unas junto a otras si orden ni concierto; hubo numerosas colisiones y naufragios, siendo las perdidas en hombres y embarcaciones muy altas, pero finalmente la flota bárbara destruyó a la romana y entró en Helesponto, saquearon Cízico y entraron en el mar Egeo, donde se separaron en tres grupos:
- Un grupo se dirigió a saquear las islas del mar Egeo, después se dirigieron a Creta y Rodas, quizás también hasta Chipre, en donde epidemia hizo presa en ellos. La epidemia fue general y tanto romanos como bárbaros sufrieron sus severas consecuencias (el propio emperador Claudio murió a consecuencia de ella en el 270). El prefecto egipcio Tenagino Probo, los venció en Creta, Rodas y Chipre los pocos supervivientes se dirigieron a Grecia.
- Otro grupo desembarcó en el Pireo, a 8 km de Atenas. Cleomato uno de los ingenieros empleados para reforzar las defensas, dirigió la defensa, pero la ciudad fue asaltada y al menos no quemaron la ciudad, dejaron muchos edificios nobles y obras de arte para que fuesen destruidos mucho después por los turcos. Sobre sus actos hay una anécdota. Se dice que los godos habían reunido en un gran montón a todas las bibliotecas atenienses, e iban a prender fuego a la pira, un anciano jefe, famoso por su sabiduría, que los persuadió de cambiar su propósito. «Que los griegos tengan sus libros«, dijo, «mientras pasen sus días con estos juguetes ociosos no debemos temer que nos causen problemas en la guerra«. El escritor Dexipo con una partida de soldados y paisanos consiguió atacar a la flota fondeada en el Pireo con éxito, quemando muchos barcos de los bárbaros. Después los godos se dirigieron a Corinto, Argos y Esparta saqueando todo a su paso.
- Un tercer grupo bordeó la Calcidia y desembarcó en Tesalónica, asediaron la ciudad pero no pudieron tomarla.
Batalla de Nessus o Nestos 267
Dexipo al frente de la milicia ateniense que cada vez era más fuerte, empujó a los invasores hacia el norte. Estos sin barcos trataron de regresar al Danubio por tierra, fueron interceptados por el ejército romano bajo el mando de Galieno cerca del río Nessus (Nestos), en la frontera entre Macedonia y Tracia, con la ayuda de la caballería dálmata.
En la batalla los bárbaros fueron derrotados y sus bajas fueron 3.000 hombres. Posteriormente, el líder hérulo Naulobatus llegó a un acuerdo con los romanos, alistándose a su servicio y fue investido con la dignidad consular.
Después de su victoria, Galieno dejó a Marciano en su lugar y rápidamente marchó a Italia, para suprimir la rebelión de su oficial de caballería Aureolo.
Batalla de Naissus o de Naisso 268
Los bárbaros que sitiaba Tesalónica, al norte de Grecia; no pudieron tomarla. Cuando llegaron las fuerzas del emperador Claudio II y su jefe de caballería el futuro emperador Aureliano, dejaron el asedio y se replegaron inmediatamente. Lo que hicieron con dificultad, pues se encontraban atenazados por el hambre y perseguidos por las vanguardias romanas, trataban de llegar al Danubio para regresar, o al menos, alejarse, de sus perseguidores.
Decidieron presentar batalla en Naisso o Naissus en 268 (algunos autores lo sitúan en el 269). Cuando los bárbaros desplegaron y atacaron, posiblemente sus fuerzas eran superiores en número, pero fueron engañados los romanos simularon retirarse, los bárbaros les persiguieron, tras dar un largo rodeo la caballería romana les atacaron de flanco, matando de 30.000 a 50.000 bárbaros. Algunos huyeron al campamento rodeado de carros (laager) donde se atrincheraron y otros huyeron a hacia la costa dejando el botín.
Los bárbaros que se salvaron, huyeron en varios grupos hacia el norte siendo atacados y al final alcanzados por la caballería. Se desviaron y se refugiaron en los montes Hemo, donde fueron rodeados por las fuerzas romanas, allí les afecto una epidemia. Los rodearon, pero lograron escapar por la mala coordinación entre los romanos. Las bajas romanas se calculan en 2.000 muertos.
Un gran número de godos lograron escapar hacia Macedonia, defendiéndose inicialmente detrás de su laager. Pronto, muchos de ellos y sus animales de carga, angustiados como estaban por el acoso de la caballería romana y la falta de provisiones, murieron de hambre. El ejército romano persiguió y rodeó metódicamente a los sobrevivientes en el Monte Hemo, donde una epidemia afectó a los godos atrapados, que ya de por sí padecían hambre. Después de una batalla sangrienta pero no concluyente, escaparon de nuevo.
Los romanos dieron por concluida la campaña. Como último hecho relevante de la guerra, un grupo de soldados romanos, por su propia iniciativa, se lanzó sobre la columna enemiga en retirada; los bárbaros se revolvieron y causando a estas fuerzas un serio descalabro en el que se contaron hasta 2.000 bajas y del que solo pudieron salir gracias de nuevo a la intervención de la caballería romana.
La mayoría se retiraron al otro lado del Danubio, pero muchos todavía tuvieron arrestos para atacar de camino algunas poblaciones. Anquialus y Nicópolis fueron objetivo de estos últimos estertores de la guerra, en ambos lugares los bárbaros fueron rechazados y en la propia Nicópolis, según parece, aplastados por la guarnición y la población armada.
Los bárbaros sufrieron, en general, un gran descalabro, pero eran muchos los pueblos implicados e imposible de combatir entretenidos los romanos, como estaban, en otros frentes igual de amenazados. Las provincias danubianas se llenaron de prisioneros germanos, y prácticamente toda su impedimenta cayó en manos romanas, eso incluía decenas de miles de animales de tiro, caballos y rebaños de ganado de todo tipo, animales de los que estos pueblos en movimiento se nutrían.
En el año 270 DC, el nuevo emperador romano Aureliano volvió a derrotar a los godos dirigidos por un tal Cannabaudes, la batalla fue indecisa, y las pérdidas romanas fueron elevadas. Aureliano había recibido noticias de una invasión germana en Italia, les ofreció la paz en términos favorables. Se acordó la retirada de Dacia, pensando que el río serviría de frontera natural e impenetrable para los pueblos bárbaros con lo que ahorrarían efectivos militares para vigilar las fronteras.
Dacia fue ocupada los visigodos, que se establecieron como federados (foederati) del imperio. Este pacto o foedum entre el Imperio y los visigodos, a cambio de las tierras deben defender la frontera frente ataques exteriores, y suministrar un contingente de 2.000 jinetes al ejército romano.
Los godos ocuparon las tierras al norte del Danubio, desde Panonia al mar Negro, regiones fuera del Imperio. Todos los colonos romanos fueron trasladados y asentados al sur del Danubio, con lo que la provincia fue definitivamente abandonada por Roma, en el 271.