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Subida al poder de Athelstan el Glorioso (924-939)
Athelstan, que era el hijo mayor del rey Eduardo el Viejo y Edwina y nació en 895 en los últimos años del reinado de su abuelo, el rey Alfredo el Grande. Se sabe muy poco acerca de la madre de Athelstan.
Cuando era niño, Athelstan había sido criado bajo el cuidado de su tía, Ethelfleda, conocida como la Dama de Mercia. Tenía treinta años de edad en el momento de la muerte de su padre. El Viejo fue sucedido por su segundo hijo Elfweard el 17 de julio de 924, mientras que Athelstan heredó el reino de Mercia. Elfweard, que probablemente nunca fue coronado, murió el 02 de agosto de 924 en Oxford, posiblemente bajo las órdenes de Athelstan, quien sucedió en el trono de toda Inglaterra.
Tras suceder a su hermano en el trono en los primeros meses del reinado de Athelstan se formaron varias conspiraciones contra el nuevo rey, dirigidos por un tal Alfredo, que era probablemente un miembro de la Casa Real de Sajonia.
Athelstan, ante las fuertes sospechas de complicidad de su hermano, decidió deshacerse de él. El desafortunado Edwin fue enviado al mar en un barco con fugas de edad, sin vela y sin agua ni víveres. Temiendo la posibilidad de la deriva y morir de hambre, Edwin se lanzó al mar y se ahogó, se dice que Athelstan lo lamentó más tarde, siendo su conducta penante ante esta acción.
El 30 de enero de 926 casó a su hermana Edith con Sihtric, el rey vikingo de Jórvik (York) y de Northumbria. Sin embargo, el rey Sihtric murió al año siguiente (927) y Athelstan aprovechó la oportunidad para anexionarse Northumbria. Athelstan utilizó el título de Basileo como en el imperio Bizantino. Su reino se convirtió en lo que equivale aproximadamente al tamaño de la Inglaterra moderna, pudiendo ser descrito como el primer rey verdadero de toda Inglaterra.
Antecedentes de la batalla
Tras la conquista de Northumbria, el rey de Escocia Constantino II comprendió que Wessex podía ser un formidable enemigo para el reino de Alba (Escocia) por lo que comenzó a forjar alianzas con los reinos vecinos. Así, Constantino casó a su hija con Olaf Guthfrithsson, rey vikingo de Dublín y York, lo que aceleró la alianza con los condes de Northumbria. Por su parte, Owen I de Strath Clyde que estaba emparentado con Constantino y resultó fácil incorporarlo a la campaña contra Athelstan.
Olaf se preparó para recuperar Mercia. Reunió un gran ejército en Irlanda y, desembarcó en el Humber. Constantino con Owen y los condes de Northumbria, marcharon hacia el sur, uniéndose a Olaf.
Cuando llegaron a Mercia se dedicaron al pillaje, los condes de la zona unieron sus huestes y fueron al encuentro de Olaf. Ambas fuerzas se encontraron, hubo una batalla, venciendo el rey Olaf, muriendo el conde Godrek, y el conde Álfgeir huyó con la mayor parte de la hueste, abandonando el campo de batalla.
El rey Olaf se adueñó del norte de Mercia. Álfgeir fue a reunirse al rey Athelstan de Wessex, contándole el desastre. Este hizo llamar a todos sus hombres yreunió sus mesnadas, llamó también a sus condes y otros notables. El rey se puso en camino con las huestes que había conseguido, y fue al encuentro los escoceses. Al rey Olaf, se le unieron algunos notables de la zona, entre ellos los condes Hring y Adils que disponían de hueste propia, con lo que las fuerzas de Olaf aumentaron aún más.
Cuando el rey Athelstan tuvo conocimiento, reunió un consejo de guerra para estudiar las acción es a realizar. Llegaron al acuerdo de que el rey Ethelstan debía de regresar al sur de Inglaterra y reunir todas las tropas posibles e volver de nuevo al norte, y que se tardaría bastante en juntar tanta gente como se necesitaba.
El ejército que se había reunido lo puso el rey bajo las órdenes de los jefes Thórólf y Egil, que habían de mandar las tropas que los vikingos habían puesto a disposición del rey; Álfgeir dirigiría sus propias mesnadas.
Enviaron un mensajero al rey Olaf y comunicándole que el rey Athelstan quería retarle a una batalla campal, y ofrecía como campo de batalla el páramo de Vír (el actual Virral?), junto al Bosque de Vír. Deseaba que no siguiera saqueando sus tierras, reinaría sobre Inglaterra quien triunfara en la batalla, estableciéndose el plazo de una semana para el encuentro.
El primero que llegase esperaría una semana. Por entonces era costumbre que cuando un rey era retado a batalla campal no saquearía hasta que hubiese concluido la lucha. El rey Olaf detuvo su ejército, dejaron de saquear, y llevó su ejército al páramo de Vír. Al norte del páramo había un burgo, donde el rey Olaf se instaló con la mayor parte de sus huestes, pues la comarca era rica y pensó que allí sería más fácil obtener las provisiones que su ejército precisaba. Envió parte de sus hombres al páramo en que se había acordado celebrar la batalla, donde debían instalar el campamento y prepararlo antes de que llegara enemigo. El campo de batalla era un páramo llano, y a un lado había un río y al otro lado un gran bosque.
Los hombres de Athelstan llegaron y acamparon en frente, mientras el rey se alojaba con el resto de las fuerzas en un burgo (Brunanburh?) que había al sur del páramo, al que llegaban tropas nuevas de día y noche.
Cuando llegó el día que se había acordado, los hombres de Ethelstan mandaron mensajeros a Olaf, para decirle que el rey Ethelstan estaba listo para la batalla y que tenía un enorme ejército. Pero no quería que hubiese tanta pérdida de vidas humanas, le pedía que regresara a Escocia, y que le daría, como muestra de amistad, un chelín de plata por cada arado que hubiera en todo su reino, y que quería sellar así su amistad. Pidieron tres días de tregua: uno para volver, otro para deliberar y un tercero para regresar.
Regresaron los mensajeros diciendo que la propuesta no era suficiente para Olaf. Mandaron otros diciendo que Ethelstan daría todo lo ofrecido, y que además daría al ejército del rey Olaf, para que lo repartieran; un chelín por cada hombre libre, y un marco a cada uno de los jefes que mandaran doce hombres o más, un marco de oro a cada comandante y cinco marcos de oro a cada uno de los condes. Los enviados pidieron otro plazo de tres días.
Cuando regresaron los mensajeros diciendo que aceptaban, Ethelstan dijo a los enviados: «Decidle de mi parte al rey Olaf que le permitiré regresar a Escocia con su ejército, pero que habrá de devolver todas las riquezas que ha obtenido saqueando estas tierras; haremos entonces la paz entre nuestros países, y ninguno atacará al otro. Además, el rey Olaf se convertirá en vasallo mío y gobernará Escocía en mi nombre, como virrey mío. Id ahora y contádselo así».
Los enviados regresan a medianoche ante el rey Olaf, quien mandó llamar a sus condes y a los demás jefes e hizo un consejo de guerra, se dieron cuenta de que habían sido engañados y decidieron atacar al amanecer.
Primer día de la batalla
El conde Hring y su hermano Adils prepararon su ejército, y aún de noche se dirigieron hacia el sur del páramo para realizar un ataque sorpresa contra las fuerzas que estaban en el páramo. Cuando clareó, los centinelas de Thórólf vieron al ejército en marcha, hicieron sonar las trompas de combate y los hombres se armaron, y formaron en orden de batalla en dos grupos. El conde Alfgeir mandaba el grupo de la izquierda junto al río, con las huestes que le habían seguido hasta allí, y también las huestes que se habían reunido en la comarca. Thórólf mandaba el otro grupo compuesto por vikingos y se situaron cerca del bosque.
El conde Adils y su hermano, al ser descubiertos, formaron también en dos grupos. Adils formó frente al conde Álfgeir, y Hringfrente frente a los vikingos de Thórólf.
Entonces empezó el combate, avanzaron los dos grupos. El conde Adils atacó e hizo que Álfgeir retrocediera; los hombres de Adils redoblaron esfuerzos y no pasó mucho tiempo antes de que Álfgeir se retirara del campo de batalla; cabalgó hacia el sur, siguió hasta que llegó a Jarlsness, en el oeste, y desde allí, cruzó el mar llegando a Francia, donde vivían la mitad de sus parientes, y no volvió nunca a Inglaterra.
Adils persiguió primero a los que huían, pero regresó donde estaba la batalla, para combatir. Cuando Thórólf lo vio, se volvió contra el conde y ordenó a sus hombres que se mantuvieran muy juntos, y se pegaran al bosque para proteger sus espaldas. Hubo feroz batalla, produciéndose muchas bajas. Al anochecer, Thórólf y Egil regresaron a su campamento, y enseguida llegó el rey Ethelstan con todo su ejército, y plantaron sus tiendas. Los escoceses hicieron lo mismo, poco después llegó el rey Olaf con su ejército y le comunicaron que sus dos condes Hring y Adils habían muerto, así como gran número de sus hombres.
Segundo día de batalla
A la mañana siguiente, el rey Ethelstan puso en pie a su ejército temprano, formó en primer lugar a su propia división junto al río, y colocó en vanguardia a las compañías más avezadas bajo el mando de Egil. La otra división al mando de Thórólf junto al bosque. Detrás situó una reserva de caballería.
El rey Olaf empezó a desplegar su ejército cuando vio que el de Ethelstan estaba ya formado. Formó también en dos divisiones, una bajo su mando, frente al rey Ethelstan; la segunda junto al bosque, frente a las huestes que Thórólf mandada por condes escoceses. Los efectivos eran más o menos los mismos de unos 15.000 hombres por cada bando.
Los nórdicos y los escoceses se habían hecho fuertes al estilo de los nórdicos, con una robusta empalizada de troncos dentro de una profunda zanja, y cuando fueron atacados por los sajones empezó una lucha desesperada. La zanja fue pasada, el «muro de tablas» abatido. Comenzó una terrible lucha, Thórólf avanzó tanto que casi quedó aislado (los escoceses combatían muy desperdigados, retrocediendo y volviendo a juntarse cuando les convenía, es posible que le tendieran una trampa), Adils le atacó, y hubo allí feroz lucha, muriendo Thorólf. Egil se dio cuenta de la situación y avanzó para proteger a Thórólf, hasta que se topó con el conde Adils al que mató, la hueste que seguía Adils huyó, Egil y su hueste les persiguieron y mataron a todos los que pudieron. Los otros condes escoceses no quisieron permanecer allí cuando vieron huir a sus compañeros, y escaparon a toda prisa.
Egil y los suyos se dirigieron a donde estaba la división del rey, y la atacaron por el flanco izquierdo, rompiendo la formación. Muchos de los hombres de Olaf huyeron. El rey Ethelstan vio que la división del rey Olaf empezaba a ceder, atacaron fieramente, y las huestes de Olaf retrocedieron y hubo enorme mortandad, el propio rey Olaf murió y la mayoría se dieron a la fuga, pero fueron perseguidos por el destacamento de caballería.
Secuelas
Cinco reyes y siete jarl vikingos cayeron en la sangrienta batalla. Alfric y Athelwin, dos primos de Ethelstan, y un destacado obispo sajón resultaron también muertos.
Algunas fuentes afirman que los sajones lanzaron una carga de caballería, contradiciendo la creencia popular de que los antiguos ingleses luchaban únicamente con ejércitos de infantería. La caballería era relativamente insignificante dentro de las fuerzas sajonas y posiblemente eran mercenarios procedentes de otros reinos. No obstante, la crónica anglosajona no los menciona, aunque el uso de caballos en las guerras anglosajonas está bien atestiguado. Una referencia anterior de la vida de San Wilfrido, escrita hacia 720, menciona al ejército montado (equitatus excercitus) de Egfrido de Northumbria.
Esta batalla es una de las más importantes en la historia británica, ya que la victoria de Ethelstan sobre la coalición entre nórdicos y celtas confirmó la unidad de Inglaterra como reino anglosajón. Sin embargo, Wessex quedó debilitado militarmente, lo que permitió a todos los reinos de las islas consolidarse en los territorios que tenían.
Desintegración del Imperio
Athelstan fue sucedido por su hermano Edmundo el Viejo, que entonces tenía 18 años. El Imperio de Athelstan, aparentemente asegurado por la victoria en la batalla de Brunanburh, se derrumbó en poco más de un año de su muerte. Olaf Guthfrithsson, también conocido como Amlaíb mac Gofraid, rey de Hibernia (Irlanda) en 939, invadió York y las tierras medias, forzando a Edmundo I de Inglaterra a aceptar la paz, cediendo el reino de Northumbria. Cuando Olaf murió en 941, Edmundo pudo reconquistar las Tierras Medias en el 944.
En 945 Edmundo I conquistó el reino de Strathclyde, pero le concedió sus derechos sobre el territorio a Malcolm I de Escocia. A cambio, firmaron un tratado de ayuda mutua, estableciéndose así una política de fronteras seguras y de relaciones pacíficas con Escocia. Fue asesinado en la localidad de Pucklechurch, Dorset, el 26 de mayo de 946.
Fue seguido por Edred el Bello (946-955), que combatió con éxito a los vikingos y fue un ferviente católico. Murió a consecuencia de una enfermedad digestiva. Un cronista refiere que apenas podía ingerir alimentos.
Edwy (Eduino) (955-959) se enfrentó a su hermano Edgar en batalla en Gloucester, pero para evitar una guerra civil, decide pactar con él, debiéndose el reino, conservando Edwy los reinos de Wessex y Kent, en el sur, mientras que Edgar seguiría rigiendo los reinos de Mercia y Northumbria, en el norte. Murió cuatro años después y su hermano Edgar el Pacífico (959-975) se hizo cargo del trono, consiguiendo unificar el reino de nuevo.