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Preparativos
En un principio, la convención de El-Arish fue respetada por las dos partes, siguiendo escrupulosamente el programa. El ejército del visir recuperó Salahieh, Belbeis y las afueras inmediatas de El Cairo. Los franceses desarmaron los fuertes de El Cairo y se prepararon para abandonar la ciudad tan pronto como llegaran las tropas del Alto Egipto. Como se había acordado previamente, un barco partió hacia Francia el 6 de marzo para anunciar el acuerdo alcanzado. Desaix, Davout, Savary y varios otros oficiales superiores irían a bordo.
Pero, el 10 de marzo, la situación cambió radicalmente después de que Kleber recibió la carta de Sidney Smith. Este último, habiendo desempeñado el papel de intermediario en la firma de la convención de El-Arsch, consideró su aplicación como una cuestión de honor personal. Como resultado, advirtió a Kleber que siguiendo las instrucciones del gobierno británico desde noviembre, se negaba a evacuar al ejército francés de regreso y estaba dispuesto a llevar sus fuerzas de Egipto solamente bajo condición de prisioneros de guerra. Adjuntó copia de una carta del almirante a tal efecto.
Tras recibir esta advertencia, Kleber envió sus parlamentarios al Gran Visir con la propuesta de retirar su ejército de El Cairo y suspender la realización de la convención de El-Arish hasta la llegada de la autorización de la libre evacuación por el almirante Keith. El Visir respondió que El Cairo debería ser entregado a los turcos en un plazo máximo de 8 días y que los franceses podrían esperar esta autorización en Giza, en la orilla del Nilo frente a El Cairo. Para Kleber, esta solución era absolutamente inaceptable, porque habría colocado el campamento del ejército francés en un desierto donde el abastecimiento dependería de la buena voluntad del lado turco. Por eso, sin interrumpir las conversaciones y tratando de ganar tiempo, el comandante francés desplegó una actividad febril encaminada a la reanudación de las hostilidades.
La artillería pesada fue retirada del delta del Nilo para rearmar los fuertes de El Cairo. Gracias a conversaciones secretas con Mourad-Bey, se logró su promesa de mantener la neutralidad en la próxima lucha. A cambio, este jefe de los mamelucos podría gobernar el Alto Egipto como vasallo francés.
La llegada de las fuerzas francesas del Alto Egipto permitió a Kléber reunir todas sus tropas. El 18 de marzo, el comandante emitió una orden informando a sus tropas de la carta del almirante Keith, antes de agregar en su nombre: “Soldados, responderemos a tan insolente carta con victorias: prepárense para luchar”. Su llamada literalmente electrizó al ejército. Enfurecidos por la perfidia de los ingleses, que repentinamente les privaba de cualquier esperanza de un regreso rápido, los soldados ardieron de impaciencia mientras esperaban la lucha.
El 19 de marzo, el consejo de guerra del ejército francés adoptó el plan para la ofensiva. El gran visir fue informado por despacho de la reanudación de las hostilidades. En respuesta, llamó a los fieles a la yihad.
Las fuerzas francesas estaban compuestas por las MBRIL-13 (760), MBRI-85 (900), MBRI-9 (900), MBRI-22 ligera (800), MBRI-61 (500), MBRI-75 (700), MBRIL-21 (1.000), MBRI-88 (900) MBRI-25 (900) en total unos 7.360 infantes.
Las fuerzas de caballería eran RC-22 de cazadores (200), RH-5 (200), RD-3 (250), RD-14 (300), regimiento de dromedarios (200) en total 1.150 jinetes.
Además, había batallón de zapadores contaba con 670 hombres, y 5 Cías artillería de artillería a caballo con 240 artilleros y 2 Cías de artillería a pie con 480 artilleros a pie, en total unas 50 piezas.
Los otomanos disponían de unos 40.000 efectivos, aunque algunas fuentes lo elevan a 60.000. La vanguardia otomana de Nassif-Pachá ocupó el pueblo de El-Matarieh, mientras que el Gran Visir se situó entre Abou-Zaabel y El-Kanqah. Nassif-Pachá tenía de 5.000 a 6.000 jenízaros y varios miles de caballería y fortificó su posición con 16 piezas de artillería.
Asalto al pueblo de El-Matarieh
En la noche del 20 de marzo, Kleber salió de El Cairo con su personal y, bajo el convoy de guías a caballo y a pie, llegó a la llanura de Qubbeh que se extendía al norte de la ciudad. Parte de su ejército ya estaba preparado para ello. El resto de las tropas lo siguió, tomando posiciones en orden de batalla. El tiempo, como siempre en esta temporada, estaba despejado y la luz de la luna era suficiente para moverse sin encender fuego. Al mismo tiempo, la noche no fue lo suficientemente clara para que el adversario se percatara de estas maniobras.
Según el testimonio del capitán François, “cada suboficial y soldado tenía 60 cartuchos y estaba ansioso por quemarlos. Todos los movimientos se realizaron en el mayor silencio. Cada soldado tenía su bayoneta unida al casquillo con una correa, y la caballería y los dromedarios tenían sus sables enhebrados. Todos estábamos listos para usarlo bien”.
El flanco izquierdo del ejército francés estaba formado por la DI-1 bajo el mando del general Jean-Louis-Ébénézer Reynier. Cada una de sus dos BRIs formó en cuadro. La BRI-I/1 ubicada más cerca del centro y estaba mandado por el general Joseph-Antoine Robin, estaba compuesta por la MBRIL-22 y la MBRI-9. La BRI-II/1 más a la izquierda estaba mandada por el general Joseph Lagrange, estaba compuesta por la MBRI-13 y la MBRI-85. La profundidad de cada lado de los cuadros era de tres hombres. Dentro de la plaza estaban los dromedarios cargados de municiones.
Detrás del flanco izquierdo, en la segunda línea, había otro pequeño cuadro que desempeñaba el papel de reserva. Estaba compuesto por 2 BIs de la MBRI-25. En el mismo lugar se colocó la artillería de la reserva al amparo de unas compañías de granaderos y zapadores, armados con rifles.
El flanco derecho del ejército de Kleber estaba formada por la DI-2 del general Louis Friant. Sus dos BRIs también estaban formadas en cuadro. La BRI-I/2, bajo el mando del general Augustin Daniel Belliard, estaba compuesta por la MBRIL-21 y la MBRI-88 y ocupaba el lado derecho al borde del desierto. La BRI-II/2 bajo el general François-Xavier Donzelot, compuesta por la MBRI-61 y la MBRI-75 estaba más cerca del centro.
Desde el interior, los ángulos de todas los cuadros fueron reforzados por las compañías de granaderos y carabineros que en caso de necesidad podían abandonar la plaza, formando columnas de asalto. Algunas compañías de exploradores se desplegaron frente a los cuadros.
Richardot describe la disposición de los cañones de artillería del ejército francés en orden de batalla de la siguiente manera: “En primera línea 12 bocas de fuego, 8 cañones de 8 y 4 obuses servidos por 2 Cías de artillería a caballo adjuntas, una en la división derecha, la otra en la división izquierda, se colocaron, a saber: dos en el flanco derecho del primer cuadro de cada división, dos en el flanco izquierdo del segundo cuadro también de cada división y dos entre los dos cuadros de cada división: así, entre las dos divisiones había 4. En la segunda línea: 6 cañones servidos por una Cía de artillería a caballo adscrito al cuerpo de caballería. Otros 6 cañones servidos por una compañía de artillería a pie flanqueaban el cuadro de reserva”. La artillería estaba comandada por el general Nicolas Marie Songis, y los zapadores por el general Nicolas-Antoine Sanson.
El centro estaba ocupado por la caballería bajo el mando del general Pierre-Jean-Baptiste Leclerc Ostein: En primera línea, estaba el RC-22 de cazadores y el RH-7; en segunda línea el RD-3 y el RD-14. En los flancos de la caballería se situó la artillería montada al amparo de dos divisiones del regimiento de dromedarios.
Cerca de las 03:00 horas, por orden de Kléber, el ejército francés comenzó a avanzar hacia las posiciones enemigas.
Las principales fuerzas del Gran Visir habían instalado su campamento en la aldea de El-Khanka, a 4 horas a pie de El Cairo (4 leguas).
Según el diario del capitán François, la vanguardia avanzada bajo el mando de Nassouf-Pachá, compuesta por 5.000-6.000 jenízaros seleccionados, 16 cañones y un gran destacamento de caballería, fue fortificada en el pueblo de El-Matarieh, a dos horas a pie de la ciudad (2 leguas). Al otro lado de El-Matarieh, una cadena de puestos avanzados turcos se extendía desde la orilla del Nilo hasta la mezquita Sibillet Allem.
Hacia el amanecer, el ala derecha del ejército francés se acercó a la mezquita Sibillet Allem donde se encontraba la vanguardia enemiga, 500-600 caballería, y la obligó a retirarse por el fuego de artillería. Los proyectiles cayeron en medio de esos escuadrones que inmediatamente se dispersaron.
La DI-1 de Reynier se acercó a la aldea de El-Matarieh y se detuvo frente a ella, fuera del alcance de la artillería turca. La DI-2 de Friant siguió avanzando, dejando El-Matarieh 500 brazas (2 km) a la izquierda, para tomar posición entre las ruinas de Heliópolis, ubicadas detrás de El-Matarieh, y El-Marg; donde podría tomar el control de fuego de las vías de retirada de la vanguardia turca o las vías de refuerzo de la misma.
Es posible que cuando la DI-1 de Reynier se detuvo frente a la aldea de El-Matarieh, tuvo lugar el primer intento de entablar negociaciones.
Mientras negociaban, se produjo el avance de parte de las fuerzas turcas hasta El Cairo. El hecho de que no se pudiera evitar puso al ejército francés al borde del desastre. Con la aparición de soldados mamelucos y turcos en la capital egipcia, la ciudad de medio millón de habitantes se movilizó de inmediato contra los infieles. El puñado de soldados franceses que permanecieron en El Cairo, que eran menos de 2.000, mantuvieron algunos puntos clave a costa de un esfuerzo inmenso; pero por supuesto, ya no pudieron controlar toda la ciudad. En realidad, el ejército de Oriente había perdido la retaguardia, encontrándose rodeado por un adversario operativo: en caso de un resultado desfavorable, ya no había retirada posible.
Kléber realizó la maniobra envolvente en el flanco derecho. Si la DI-1 de Friant lograba llegar a la retaguardia de la vanguardia turca estacionada en el pueblo de El-Matarieh y cortaba el camino de regreso al adversario, los turcos a su vez serían rodeados, obligados a rendirse o ser aniquilado.
Mientras el movimiento de la DI-2 de Friant se estaba llevando a cabo, distinguió un cuerpo de caballería e infantería turcas, unidos con una fuerte tropa de mamelucos, rumbo a El Cairo. Envió al RC-22 de cazadores y el RD-14 que cargaron contra ellos, después de una lucha larga y obstinada, los turcos huyeron, el RH-7 que había acudido en su ayuda, persiguió a los fugitivos. Los otomanos dejaron un centenar de muertos en el campo de batalla y unos 940 prisioneros, incluidos 500 heridos de gravedad. En este enfrentamiento, el RH-7 perdió 4 oficiales y 26 de tropa.
Los franceses se dirigieron a El-Matarieh y comenzaron el asalto. La DI-1 de Reynier comenzó el ataque a la aldea. Los otomanos realizaron disparos de cañón contra los cuadros que no fueron alcanzados, luego cargaron contra los cuadros para luchar cuerpo a cuerpo, siendo rechazados.
Para cortar la retirada del enemigo, cada MBRI de la DI-1 de Reynier proporcionó 2 Cías de granaderos, y 2 Cías de fusileros de la MBRIL-22. Las Cías de las MBRI-13 y MBRIL-85, formaban columna de asalto a la izquierda bajo el mando de Tarayre. La columna de la derecha, compuesta por las Cías de la MBRIL-22 y la MBRI-9 estaba mandada por el capitán Real.
La DI-1 de Reynier tomó el pueblo y capturó 16 cañones y el campamento de la vanguardia.
Batalla contra el grueso turco
Después de haber dispersado la vanguardia enemiga, el ejército francés reformó sus cuadros y marchó sobre Seriaqous y El-Merg. El ejército turco tomó posición en la altura de suave pendiente entre las aldeas Siriacus y El-Marg, adelantando la artillería.
Las piezas de artillería colocadas en el frente del ejército turco dispararon contra los cuadros franceses durante algún tiempo, pero sin éxito, pasando todas sus balas de cañón por encima de las cabezas. Los cañones franceses respondieron con fuego sostenido que pronto acabó con el fuego enemigo.
La caballería otomana atacó a la DI-2 Friant en el bosque El-Merg. Los cuadros franceses fueron rodeados por la caballería turca, pero sus cargas fueron rápidamente dislocadas por el fuego de la infantería y de la artillería francesa con munición canister.
Se repitieron los ataques y las cargas durante todo el día, siendo rechazadas. Sobre las 15:00 horas, los otomanos comenzaron a retirarse. Todo el ejército francés continuó su avance lento pero seguro tras los pasos del enemigo en retirada. Cuando el Gran Visir estuvo a una distancia segura del enemigo, la caballería turca aceleró su retirada y los franceses pronto los perdieron de vista.
Antes de la puesta del sol, las tropas francesas se acercaron al principal campamento turco cerca de El-Khanka y lo tomaron sin batalla estableciendo su campamento allí. Los soldados necesitaban un descanso urgente, habiendo estado de pie durante casi 24 horas.
En cuanto al ejército del Visir, huyó a Belbeis, abandonando la mayor parte de sus reservas de agua y alimentos. La batalla de Heliópolis había terminado.
Secuelas de la batalla
Al día siguiente, 21 de marzo, los franceses seguían persiguiendo al enemigo en retirada y lucharon en Belbeis contra su retaguardia. Después de una larga batalla, los turcos se rindieron el 22 de marzo y el ejército francés continuó su ofensiva tras sus pasos. El 23 de marzo, las tropas turcas libraron otra batalla de retaguardia cerca de la aldea de Koraim y nuevamente fueron completamente derrotadas. Después de cada éxito, Kleber envió parte de su ejército a El Cairo para apoyar a los franceses que defendían la ciudad que se había alzado contra ellos.
El 24 de marzo, el ejército francés descubrió un campamento turco cerca de Salahieh, que estaba vacío. El Gran Visir huyó a Siria por el desierto, dejando los restos de sus tropas condenadas a quedarse allí para siempre sin agua ni suministros. El hambre, la sed y los beduinos vencieron a los que pudieron evitar las bayonetas francesas.
Por lo tanto, la completa liquidación del ejército turco de al menos 40.000 hombres fue una consecuencia directa de la victoria de Kleber bajo Heliópolis. Las pérdidas francesas fueron escasas durante la batalla de Heliópolis. A lo largo de la campaña de primavera de 1800, marcada por las tres batallas contra las tropas del Gran Visir, a saber las de Heliópolis, Belbeis y Koraim; así como por el asedio de El Cairo que duró un mes, el ejército de Oriente perdió solamente 39 oficiales y 642 soldados y suboficiales muertos o heridos, es decir 681 hombres en total.
Los turcos sufrieron unas 9.000 bajas entre muertos heridos y prisioneros.
Retraso de la partida
Mientras, en El Cairo, creyendo en la victoria otomana, se rebeló. Miles de otomanos, mamelucos y magrebíes pidieron la Jihâd. Se levantaron barricadas, se atacó a los cristianos. El 27 de marzo, Kléber comenzó a rodear los barrios insurgentes. El 15 de abril, bombardeó y luego irrumpió en el distrito de Boulaq, calle por calle, casa por casa. Los turcos se rindieron el 21 de abril. Kléber proclamó una amnistía general el 3 de mayo y exigió el pago de 18 millones de francos en concepto de daños, 10 millones solo para la ciudad de El Cairo. El ejército tomó posición en el delta. Kléber obtuvo la concentración de uno de los dos líderes mamelucos, Mourad-Bey, que se autoproclamó “sultán francés”. La autoridad francesa se restableció en gran parte de Egipto. La evacuación se canceló sine die.
En un cambio espectacular, Kleber estaba decidido a mantener Egipto, no porque creyera que era posible formar una colonia allí, sino porque quiere «aferrarse al terreno egipcio hasta lo que llegase la paz general y se decidiera el destino del ejército expedicionario”. El 23 de mayo reprendió al general Menou, que era un defensor de la colonización dijo: “usted, general, tiene la cara vuelta hacia el Este, yo hacia el Oeste; nunca nos llevaremos bien”.
Después de su dolorosa derrota, los turcos deseaban volver a negociar. Kléber aceptó, pero con la condición de que los británicos fueran excluidos de las negociaciones. Lord Elgin, a través de su secretario Morier, informó a Kléber que el gobierno británico no se oponía a la aplicación de la Convención de Al-Arish y al libre paso por mar concedido a los franceses. Pero Kléber sospechaba. La correspondencia de Morier, incautada durante la derrota de los turcos en Heliópolis, menciona un «ardid de guerra«, imaginado por el embajador para destruir el ejército de Oriente en mar abierto, lo que desacredita las garantías inglesas. Mientras tanto, la flota otomana mandada por Qabtâ-Pachá Husayn-Bey se acercó a Alejandría, animada por intenciones pacíficas.
Asesinato de Kléber
Las negociaciones estaban en marcha, cuando Kléber fue apuñalado el 14 de junio de 1800 por un estudiante sirio llamado Suleiman al-Halab, que le dio una puñalada en el corazón. Paradójicamente, Kleber murió por haber querido defender la epopeya egipcia que siempre había criticado. Los franceses le ofrecieron un funeral grandioso y organizaron un juicio adecuado.
Resultó que Suleiman actuó solo, pero que había comunicado su proyecto a tres jeques de Al-Azhar que fueron decapitados. Estaba condenado a sufrir una tortura local particularmente atroz: muñeca derecha quemada, empalamiento y exposición del amigo hasta que el cadáver fuera devorado por los carroñeros. Pequeño y sórdido detalle bien en sintonía con los tiempos, el cráneo del torturado fue recuperado por el cirujano Larrey y mostrado durante años a estudiantes de médicos parisinos.
Napoleón era muy ambivalente con respecto a Kleber y le rindió homenaje afirmando que si no hubiera sido asesinado “Francia habría retenido Egipto”, y que su muerte había sido “una pérdida irreparable para Francia y para mí. Era un hombre de los más brillantes talentos y de la mayor valentía”.
El cuerpo del general alsaciano fue devuelto y depositado en la capilla del castillo de If, donde permaneció prácticamente en secreto hasta 1818. Transportado a la catedral de Estrasburgo y guardado en una bóveda, no sería enterrado hasta 1840 bajo un monumento de bronce, en medio de una plaza del mismo nombre. ¡Cuarenta años después de su muerte! En 1840 bajo un monumento de bronce, en medio de una plaza del mismo nombre.
Los 294 días del Egipto de Kleber estuvieron marcados por muchos giros y vueltas. Con la ayuda de la torpeza de los ingleses y la incompetencia de los turcos, Kléber ganó, contra su voluntad, la apuesta dejada por Bonaparte. Devolvió la situación estratégica de manera magistral sin la ayuda que Bonaparte no pudo enviarle por la pusilanimidad de la armada.