Guerras Napoleónicas Guerras del Consulado (1800-02) Guerra de las Naranjas (20 de mayo al 9 de junio de 1801)

Antecedentes

En 1800, Portugal, engañado acerca de las noticias de una aparente retirada de las fuerzas francesas en Europa, mandaba desmovilizar parte de su Ejército. Como resultado de esta decisión, Gran Bretaña, que había reforzado sus fuerzas en territorio portugués; concluyó que Portugal no se estaba comprometiendo en la defensa del país y, con la connivencia del jefe del ejército portugués, João Carlos de Bragança Sousa Ligne, segundo duque de Lafões, un venerable anciano de 80 años, los británicos retiraron sus tropas del país en diciembre de 1800. Más tarde se constituirá la llamada DI Inglesa, formada por 3 RIs de realistas franceses, cada uno con 2.400 hombres, y mandada por el general Simon Fraser, pero esa unidad no tendría prácticamente ninguna actuación en la campaña de 1801.

El duque de Lafões, que en enero de 1801 se había convertido en ministro-adjunto de despacho, mayordomo mayor de la Casa Real y secretario de Estado de Guerra; rechazaba también el mando británico de las fuerzas conjuntas, resistiéndose a la movilización y a la necesidad de preparar el ejército para la guerra, no autorizando tampoco que las tropas británicas tuvieran guarniciones en las plazas costeras de Lisboa y del Algarve.

Como consecuencia de un Tercer Tratado de San Ildefonso, Francia y España firmaban un acuerdo bilateral (enero 1801) por el cual presentaron conjuntamente un ultimátum a Portugal (febrero de 1801), que, en caso de ser rechazado, se arriesgaba a ser invadida por España, mientras que Francia pone a su disposición 15.000 efectivos.

En febrero de 1801 se dio la orden de movilizar el ejército portugués para la guerra, el cual, desde la campaña del Rosellón (donde se había utilizado el 25 % de la infantería portuguesa) en apoyo de España, había visto como las principales inversiones habían sido canalizadas hacia la armada. El ejército portugués se componía 24 RIs (sobre el papel con 1.600 efectivos cada uno, pero en la práctica muy pocos superan los 1.000 hombres), 12 regimientos de caballería, 4 regimientos de artillería, una legión de tropas ligeras (un adelanto de los llamados batallones de cazadores que tendrán su reconocimiento durante la llamada Guerra Peninsular), el Real Cuerpo de Ingenieros y una serie de guarniciones para proteger las principales rutas de entrada en Portugal, por mar y por tierra, desde el Algarve hasta el río Miño.

Además del ejército regular estaban los regimientos de las milicias (desde 1797 habían cambiado su nombre de tercio de auxiliares, que habían sido empleados desde la Restauración de 1640) con efectivos de unos 800 hombres por cada uno de los posibles 43 batallones de los distritos; y también las compañías de voluntarios de ordenanzas que se destinaban a ser la primera línea para intentar descubrir rápidamente las intenciones de la fuerza invasora (misiones de cobertura y reconocimiento). Habría que añadir a todo ello el excelente servicio de inteligencia portugués que funcionaba en España. Según Antonio Ventura, Pinto de Sousa organizó una red de informadores en Madrid y en los Reales Sitios, obteniendo así valiosas informaciones sobre la situación política española y francesa.

Pero el general prusiano von Goltz, había llegado en septiembre de 1800 para reorganizar el ejército portugués, no le salían más que 16.000 infantes y 2.000 jinetes, sin contar 30.000 a 38.000 milicianos, reclutados de una población evaluada en 1801 en 2.894.166 habitantes. Von Goltz intentó aplicar algunas reformas, pero tropezó con la tenaz oposición de Lafões y la oficialidad. Los poderes que le habían prometido no llegó a recibirlos, así que no pudo concluir nada. Al estallar la guerra le confiaron un mando secundario, el ejército del Norte con base en Oporto. Poco después sería sustituido por Rozières.

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Guerra de las Naranjas 1801. Ejército portugués: (1) soldado del RI Olivenza (1793-96); (2) oficial del RI 2 de Porto (1793-95); (3) tambor del RI 1 de Porto; (4) oficial del RI de Viana (1800); (5) general (1793-1805); (6) Oficial RI Campo Maior (1801). Autor Bill Younghusband.

Las fuerzas portuguesas (regulares, milicias y ordenanzas) estaban desplegadas:

  • Al norte del Duero, había alrededor de 15.000 efectivos al mando de Rozières. Su objetivo era la defensa del Miño y Tras-os-Montes, así como fundamentalmente, la ciudad de Oporto. Había varias líneas de defensivas apoyadas sobre los ríos y también en las principales avenidas hacia Oporto, como las poblaciones de Chaves y Braga.
  • Al Sur del Duero, se había dispuesto una división para la defensa de Beira (7.000 hombres), una brigada en el Algarve (3.000) y otros 8.000 efectivos en el Alentejo; todo el dispositivo, con un total aproximado de 20.000 hombres, se puso al mando del general Forbes (el comandante de las fuerzas portuguesas en la campaña del Rosellón). La misión principal de estas fuerzas era defender Lisboa, tratando de detener, en un primer momento, la invasión en la misma frontera y, en un segundo lugar, evitando la travesía del Tajo entre Abrantes y Valada. El 23 de abril, el ejército de Alentejo se organizó en tres divisiones y se colocó en las ciudades provinciales, desde Nisa hasta Arronches, con la infantería ocupando la primera línea y la caballería en la retaguardia.
  • Guarniciones de las principales fortalezas: en Elvas, por ejemplo, había 8.000 hombres, y en Almeida 3.000. Las ciudades de Oporto y Lisboa tenían además regimientos de milicias y ordenanzas.

La esperanza portuguesa residía únicamente en un ejército auxiliar inglés que, después de mucho tiempo, Pinto de Sousa por fin se decidió a reclamar. Mientras los portugueses intentaron prolongar las negociaciones para ganar tiempo.

Las negociaciones entre España y Francia tenían un problema, la hija del rey de España, Carlota, estaba casada con el futuro heredero del trono portugués y Carlos IV, su padre, no podía ir en contra de su yerno. Napoleón reaccionó convirtiendo a María Luisa, su otra hija, en reina de Etruria, por lo que ahora era más fácil para España involucrarse, ya que habían firmado el Tratado de Madrid de 1801, que comprometía la actuación española en la guerra con Portugal si el país ibérico continuaba apoyando a Inglaterra.

Luciano Bonaparte, hermano de Napoleón y su embajador en España presionaron a Manuel Godoy, primer ministro español y aliado de Napoleón. Las amenazas de Napoleón eran casi explícitas, si España no cumplía el tratado, entonces la guerra bien podría ser contra España en lugar de contra su vecino. Una guerra española portuguesa era inminente.

Así que Manuel Godoy le dio a Portugal un ultimátum: romper relaciones con Gran Bretaña o enfrentarse a una invasión, pero Portugal se negó a someterse a las demandas de España. Ante la negativa portuguesa, el 27 de febrero España declaró la guerra a Portugal.

El ejército español en 1.801 contaba con unos 34 RIs españoles y 10 RIs extranjeros, cada RI contaba con 3 BIs, 2 activos y de depósito, con 1.903 efectivos en total; cada BI activo tenía 4 Cías de fusileros y 1 Cía de granaderos. En cuanto a la caballería contaba con 14 RCs (cada uno con 3 ECs, 670), 8 RDs (cada uno con 3 EDs, 640), 1 RH Españoles (con 5 EHs, 350) y 1 RC de cazadores (María Luisa), se completaban con los Carabineros Reales y Guardias de Corps. La artillería de campaña consistía en 6 BAs.

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Guerra de las Naranjas 1801 ejército español: (1) fusilero del RI suizo Yann, (2) fusilero del RI Navarra, (3) Guardia de Corps de la compañía Americana. Autor Wayne Reynolds.

Mientras Godoy en su deseo de agradar a Bonaparte, y acuciado como estaba por Luciano Bonaparte, aceleró todo lo posible los preparativos bélicos. Se ordenó concentrar 30 BIs en la frontera portuguesa. En presencia de los reyes y de la muchedumbre Godoy pasó revista a la mitad de los Guardias de Corps, dispuestos a partir también hacia Extremadura.

El ejército francés de Leclerc, que acudió en apoyo de los españoles, estaba compuesto por tropas llegadas de Italia y del Rin. El 10 de abril disponía de 17.796 hombres y 2.841 caballos. La DI-1 de vanguardia, compuesta de 4.000 hombres, fue seguida a 10 días de distancia por la DI-2 de iguales efectivos. La DI-3 partió de Perpignan el 17 de mayo. Se intentó conducirla hacia Burgos por Aragón, pero las primeras tropas fueron recibidas a pedradas por los vecinos y fue necesario pasar el resto por Bayona.

El 20 de mayo la vanguardia se encontraba en Ciudad Rodrigo, donde Saint-Cyr la reagrupó. El día 25 de mayo había 13.000 franceses en España, 7.500 de los cuales estaban en Salamanca. El 2 de junio Leclerc, siempre sin moverse de Bayona, supo que las hostilidades habían comenzado. Cuando apareció por Badajoz, el día 11, ya habían acabado.

Las fuerzas españolas de unos 60.000 hombres, de los cuales 5.500 eran de caballería. Se dividieron en 3 ejércitos de Galicia, Andalucía y Extremadura:

  • Ejército de Galicia mandado por el marqués de San Simón, contaba con 20.000 efectivos, e incorporaba el RC del Príncipe y el RD de Pavía.
  • Ejército de Andalucía mandado por José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui, contaba con 10.000 efectivos, con el RC España y RD del Rey.
  • Ejército de Extremadura con 30.000 efectivos, con los RCs de Farnesio, Alcántara, Borbón, Montesa, Calatrava y Sagunto; los RDs de Reina, Almansa, Villaviciosa y Sagunto; el RH Españoles, y RC carabineros de María Luisa.

Desarrollo de la campaña

El esfuerzo principal lo realizó el ejército de Extremadura, bajo el mando personal de Manuel Godoy, asistido por jefe de EM Tomás de Morla, que iniciaron la invasión de Portugal por el Alentejo el 19 de mayo de 1801, sin esperar al ejército francés.

La fuerza principal del ejército Extremadura avanzó con sus 30.000 efectivos en 5 DIs, delante tenía al duque de Lafões con unos 12.000 efectivos y las guarniciones de las plazas.

La división de vanguardia, mandada por Francisco Solano, marqués de Solana, se había concentrado en Santa Engracia, a orillas del río Gévora (Xévora), tomó posiciones en Elvas, donde se produjeron esporádicos encuentros con tropas portuguesas. Convocó al gobernador de Elvás, Francisco Xavier de Noronha, que se rindiera, pero el portugués rechazó esa demanda, confiando en el poder de sus fortificaciones y los 9.000 efectivos regulares y milicias que los guarnecían la plaza. Cuando llegaron las siguientes divisiones, continuó a Campo Maior y de allí a San Vicente.

La primera división, mandada por Diego Godoy, hermano del Príncipe de Paz, también acampada en Santa Engracia, cruzó la frontera el mismo día, y tomó posiciones junto a Elvas, cortando las conexiones con Campo Maior. Luego se dirigió a San Vicente y Barbacena, apretando más fuerte el cerco a Elvas; un destacamento se dirigió al sur, entrando más tarde en Borba y Vila Viçosa.

La segunda división, comandada por el Príncipe de Paz, Manuel Godoy, partió el 15 de mayo desde Albuquerque hacia Badajoz, entrando en Portugal y se dirigió a Campo Maior. Los RCs de Borbón, Santiago, Farnesio y Alcántara, y el RD de Almansa se adelantaron a Campo Maior, invirtiendo la ciudad. Al llegar la división frente a la fortaleza, toda la división fue colocada en orden de batalla, con las banderas desplegadas y la música sonando. Godoy envió al duque del Infantado como emisario a la fortaleza, para ofrecer la rendición de la plaza antes de ser sitiada, ofrecimiento que fue rechazado. Sin capacidad para llevar a cabo un asedio, la división regresó a la zona de concentración en Caia, sobre todo porque la artillería portuguesa provocó bajas innecesarias en las fuerzas españolas.

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Guerra de las Naranjas 1801. Manuel Godoy entregando un ramo de naranjas recogidas en Yelves (Elvas) a la reina María Luisa.

La tercera división estacionada en Valverde, bajo el marqués de Castelar, con los RCs de Calatrava y Montesa, y los RDs de Villaviciosa y la Reina, avanzaron a Olivenza y Juromenha. La primera al no estar bien fortificada y estar defendidas por sólo unos pocos cientos de soldados, la mayoría de las milicias de Olivenza, bajo el mando de Julio César Augusto de Chermont, un francés al servicio de Portugal, se rindió sin realizar un solo disparo.

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Rendición de Olivenza (20 de mayo de 1801). Situación de las fuerzas españolas que sitiaban la plaza. Servicio Histórico Militar.

En cuanto a la cercana Juromenha, en la tarde del 20 de mayo, una fuerza de la tercera división de unos 3.000 efectivos, bajo el mando de Juan Carrafa, avanzó hacia esa aldea que estaba mandada por el teniente-coronel de artillería Veríssimo António da Gama Lobo. La plaza estaba guarnecida con una Cía del RI de cazadores Vieira Teles, 1 Cía de RI Castelo de Vide, 5 Cías de la milicia de Crato y un destacamento de artillería. Allí tampoco hubo resistencia. Solamente se realizaron unos pocos disparos de cañón y de rifle cuando los españoles estaban fuera de alcance, y se rindieron rápidamente.

La principal fuerza española, bajo el mando directo de Godoy, trató de asaltar Elvás, pero fue rechazada por la fuerte guarnición portuguesa comandada por el general Francisco de Noronha, que disponía de 10 BIs y 4 Escóns, en total unos 8.000 efectivos. Las tropas españolas se retiraron a una distancia segura de la fortaleza, y Godoy no se atrevería a atacarla nuevamente hasta el final de la guerra.

La campaña no había podido comenzar mejor para los españoles, en tres días 19, 20 y 21 de mayo, se habían rendido Olivenza y Juromenha, mientras que las ciudades de Elvás y Campo Maior estaban cercadas.

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Guerra de las Naranjas 1801. Mapa de la zona de operaciones.

Batalla de Arronches (29 de mayo de 1801)

La división de vanguardia, continuó su avance hacia Arronches el 28 de mayo, con ella marchaban las tropas ligeras que incluían el RH de húsares Españoles y el RC de carabineros de María Luisa. Al día siguiente entraron en contacto con una fuerza portuguesa de 1.200 efectivos, mandados por el coronel José Cárcome Lobo con el RI de Olivenza (2), el RC de Moura (2) y algunas tropas del RC de Évora. Las fuerzas portuguesas tenían orden de observar y evitar cualquier enfrentamiento con el enemigo y, en el caso de ataque español, retirarse hacia Alegrete, donde contaba con el apoyo de 2 BGs. José Cárcome, en lugar de retirarse, presentó batalla en Rossío, fuera de los muros, con la caballería en las alas y la infantería en el centro.

La vanguardia intentó de cruzar el puente de piedra, pero fue impedido por la artillería portuguesa, quedando ambos bandos separados por el arroyo Arronches. Los españoles desplegaron frente a ellos, y el RC de Farnesio se situó a la izquierda de la vanguardia, las tropas se detuvieron y adelantaron algunos cañones que hicieron fuego contra los portugueses, mientras que los RCs de Sagunto, Alcántara y Borbón se prepararon para cargar contra los portugueses.

Los portugueses no aguantaron la carga, que se llevó por delante a 300 de ellos, el resto que abandonaron el campo de batalla dejando tras ellos los cañones y los bagajes, siendo perseguidos por el RC de Farnesio, mientras que 3 EDs del RD Almansa, cortaron la retirada a los portugueses que se rindieron al día siguiente. Algunos portugueses consiguieron llegar a Alegrete, siendo acogidos por los granaderos. Las bajas españolas fueron escasas entre ellas el capitán de carabineros Joaquín Solano murió en la acción.

La noticia de la derrota de Arronches causó un profundo malestar, amplificado por los rumores alarmistas que daban por sentada la llegada de tropas españolas a los alrededores Portalegre, y refuerzos en Valencia de Alcántara, lo que permitiría un nuevo frente de ataque. En Ferreira, frente a Montalvão, también había tropas españolas listas para entrar en Portugal. En un consejo de guerra celebrado la noche del 29 de mayo, el duque de Lafões estudió todas las eventualidades con sus más cercanos allegados, y se decidió retirarse hacia el Tajo. El ejército portugués salió de Portalegre el 30 de mayo hacia Alpalhão. En otro consejo de guerra llevada a cabo en Alpalhão, se decidió que el ejército se concentraría junto a Gavião, abandonando la provincia de Alentejo, el 31 de mayo, las fuerzas portuguesas acamparon en ese pueblo.

En los días siguientes, las unidades de caballería española continuaron la acción, y los RCs de Sagunto y Borbón, junto con los dragones de la Reina, que habían abandonado momentáneamente el asedio de Campo Maior, tomaron Portalegre, cuyas calles estaban sembradas de mochilas y fusiles abandonados por los portugueses en su precipitada huida; cayeron en manos españolas las tiendas del cuartel general y el cofre del ejército portugués.

Combate de Flor da Rosa (4 de junio de 1801)

El 3 de junio se decidió enviar una fuerza a Gáfete, Tolosa, Flor da Rosa y Crato con el objetivo de recolectar los suministros allí existentes, cuyo mando fue confiado al brigadier Bernardim Freire de Andrade, un prestigioso oficial, pero su estado de salud no le permitía asumir el mando; siendo finalmente reemplazado por el coronel José Carcome Lobo, el comandante de las tropas portuguesas en el combate Arronches, cuya actuación había sido tan controvertida. Sus fuerzas consistían en 600 soldados de infantería y 70 soldados de caballería, de los cuales 30 dragones ingleses, y 4 cañones.

Este destacamento debía escoltar a 60 carros solicitados en la región, algunos tirados por mulas y otrospor bueyes, destinados al transporte de alimentos y equipamiento en los almacenes.

Después de llegar a Flor da Rosa, las tropas descansaron armas en mano, mientras se cargaban los carros. De repente sonó la alarma a las dos de la tarde: los españoles avanzaban rápidamente por el camino de Portalegre, se trataba de una fuerza bajo el brigadier Antonio Samper, con varios EDs del RD Almansa, 4 cañones y 2.000 infantes.

La artillería portuguesa abrió fuego contra los españoles, mientras los infantes portugueses se dirigieron a defender los carros. Los dragones de Almansa cargaron, mientras que la infantería ligera española tomaba los cañones portugueses. La caballería portuguesa huyó apresuradamente, atropellando a la infantería, incluido el propio coronel Carcome Lobo, los dragones británicos también huyeron. Dada la fuerza del ataque español, los portugueses se retiraron hacia Aldeia da Mata, donde atrincheraron detrás de los muros de piedra y en un pequeño bosque, continuando disparando durante dos horas, hasta que se les agotaron las municiones. Terminaron entregándose la gran mayoría, incluido el propio coronel. Los españoles tomaron más de 300 prisioneros, que fueron llevados a Badajoz y liberados tras dar su palabra de honor de no volver a tomar las armas durante la campaña.

Estigmatizado por esta nueva debacle, el ejército portugués cruzó el Tajo por un puente de pontones, una operación que duró dos días. El 9 de junio llegó al EM portugués la triste noticia de la rendición de Campo Maior, donde se había producido un asedio que fue la mayor operación militar de la guerra.

Asedio de Campo Maior (20 de mayo al 7 de junio)

La cuarta división, comandada por el teniente-general Francisco Javier Negrete, se concentró en Badajoz, se dedicaba exclusivamente al asedio de Campo Maior, que formaba parte de los objetivos iniciales de las fuerzas españolas, el 20 de mayo. La guarnición portuguesa de Campo Maior, bajo el mando del teniente-coronel Dias Azevedo, se negó a rendirse, y fue sitiada por la cuarta división.
La primera batería se asentó el día 22 de mayo por la noche, al día siguiente, a las 9 de la mañana, comenzó el bombardeo de la plaza, con 4 piezas y un mortero.

El 24 de mayo, llegaron fuerzas de la tercera división española que habían participado en la toma de Olivenza y Juromenha. Esta división colaboró en el asedio hasta el día 27 de mayo, cuando viendo que el final del asedio no parecía cercano, fue enviada a Santa Eulalia para reforzar la línea de bloqueo de Elvas.
El 26 de mayo, los españoles asentaron una nueva batería de 4×24 que fue asentada en Carrascal. El día 27 entró en acción una nueva batería de dos morteros. A pesar de que los españoles carecían de artillería pesada, el asedio continuó sin cambios sensibles, pero con el debilitamiento natural de las defensas portuguesas.

En los días siguientes, los españoles intentaron construir una cuarta batería, en la que pensaban colocar 10×24 piezas, pero fracasaron. El 1 de junio, las tropas portuguesas lanzaron una incursión para interrumpir la construcción de baterías españolas. El ataque no tuvo el efecto deseado, pero demostró que las fuerzas portuguesas sitiadas eran perfectamente capaces de operar ofensivamente.

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Fortaleza de Campo Maior. Plano de 1797.

El 2 de junio, la nueva batería de 4 piezas abrió fuego en la plaza que comenzaba a ser fuertemente atacada, los españoles realizaron 732 disparos ese día. La artillería de los defensores empezaba a escasear, principalmente por la falta de reparación de las piezas, que al ser destruidas, raras veces podían recuperarse o sustituirse. El 5 de junio, solo había 8 piezas capaces de disparar. Dándose cuenta de que estaba muy cerca del desenlace, Francisco Javier Negrete decidió intensificar el bombardeo al día siguiente, con las piezas sitiadoras disparando un total de 1.600 disparos. En la noche de ese día la artillería de Campo Maior no realizó un solo disparo, y al amanecer empezó a disparar, pero con muy poca actividad.

En la mañana del 6 de junio, continuó el terrible bombardeo. Tras un intenso bombardeo, el general Negrete envió a Campo Maior a su asistente, el general, Francisco Mariano, para negociar la rendición. Se convocó un consejo de guerra al que asistió el juez de Fora da Vila, y se decidió aceptar una rendición negociada honorable. El 7 de junio, se firmó formalmente la capitulación, y los defensores se marcharon con todos honores militares.

El daño causado por los bombardeos durante el asedio fue grave. La artillería española disparó contra la ciudad 182 bombas de 9 pulgadas, 75 de 12, 1.207 granadas y 8.342 bolas de artillería pesada.
La Campo Maior había conseguido resistir 17 días y tener dos divisiones ocupadas. Dias Azedo fue ascendido de inmediato a coronel, y al final de la guerra sería ascendido a brigadier.

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Guerra de las Naranjas 1801. Manuel Godoy generalísimo de los ejércitos españoles frente a una bandera lusa capturada. Autor Francisco de Goya.

Tratado de Badajoz (8 de junio de 1801)

Desde el comienzo de la guerra, se han realizado contactos para las negociaciones de paz. Luís Pinto de Sousa fue nombrado plenipotenciario, y era el responsable de dirigir las conversaciones con Manuel Godoy y Luciano Bonaparte para la celebración de dos tratados separados, el que se inició el 28 de mayo de 1801, en Badajoz, y finalizó el 8 de junio, con su firma. En la noche del día 6 llegó la noticia de la rendición de Campo Maior, desapareciendo así el único foco de resistencia portuguesa. Los españoles habían ocupado, casi sin resistencia, las plazas de Olivenza, Juromenha, Arronches, Portalegre, Castelo de Vide, Barbacena, Ouguela y Campo Maior, tan solo resistía la plaza fuerte de Elvás.

Se dijo decía que las tropas francesas de Ciudad Rodrigo se preparaban para invadir Portugal. Estas noticias llevó a Luís Pinto a solicitar la reapertura de negociaciones. Sin instrucciones sobre cómo tratar cuestión de Olivenza, aceptó condicionalmente su concesión para evitar la ruptura negociaciones que se traducirían en la continuación de la guerra.

Los dos tratados, con España y Francia, se ajustaron la tarde del día 7 de junio y se firmaron el 8, pero llevarían la fecha del 6 de junio. Entre las partes se acordó lo siguiente:

  • Portugal debería cerrar todos sus puertos a los buques del Reino Unido y franquearlos a los franceses.
  • Debería pagar una indemnización de guerra: 15 millones de libras tornesas.
  • Restitución mutua de los prisioneros tomados durante la guerra.
  • Renovación de los tratados de alianza defensiva que existían entre ambos países con anterioridad a la guerra.
  • A cambio le serían restituidas todas las plazas alentejanas conquistadas por España en el transcurso de la guerra de las Naranjas (Arronches, Castelo de Vide, Barbacena, Campo Maior, Juromenha, Portalegre y Ouguela), junto con las armas y municiones incautadas en ellas. La excepción a este punto sería el territorio de Olivenza, que quedaría para España.
  • España garantizaba a Portugal la conservación de todos sus territorios.

El Tratado también estipulaba que la violación de cualquiera de sus artículos conduciría a su anulación.
Se espera la ratificación de los gobiernos involucrados, pero al menos han cesado las hostilidades.

Aunque las operaciones militares más importantes se llevaron a cabo en el Alentejo, se llevaron a cabo acciones de menores dimensiones en otros teatros de operaciones, más precisamente en el Norte, en la frontera entre Trás-os-Montes y Galicia, y en el Algarve. Curiosamente, todos tuvieron lugar después la firma del Tratado de Badajoz y el entonces alto el fuego declarado. Las dificultades las comunicaciones prolongaron la guerra en esos lugares.

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Guerra de las Naranjas 1801. Alegoría de Godoy presentando la paz con una rama de olivo a Carlos IV. Autor José Aparicio, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Operaciones en el Algarve

En el Algarve se tomaron algunas precauciones, posicionando las tropas portuguesas en la orilla del río Guadiana. En São Bartolomeu se estableció un destacamento junto al desembocadura de ese río, formado por un BI del RI Tavira, otro BI del RI Lagos, algo de artillería y un EC del RC de Olivenza. En Monte Gordo instaló una batería de Artillería. En Vila Real de Santo Antonio un BI de milicias y un destacamento de artillería, reforzado con 200 hombres y 4 piezas de campaña. En la Roca da Azambujeira, se instaló una fuerza de 200 soldados de infantería, 3 Cías de la milicia y 2 piezas de campaña, y en Moinho da Junqueira algunas milicias y ordenanzas. En la finca Monte do Corte, también se instalaron algunas ordenanzas, milicias, 100 infantes y dos piezas de artillería.

El ejército de Andalucía de unos 10.000 efectivos desplegó en Bajo Guadiana, con el RD del Rey en Ayamonte y el RC España más al norte.

Desde Ayamonte, las fuerzas españolas dispararon fusiles esporádicamente y en ocasiones artillería. Pero la única actividad militar registrada ocurrió el 8 de junio, cuando se sospechaba que un intento de ataque español comenzaría a las 05:00 horas con el apoyo de ocho cañoneras, comandados por el capitán de navío Pascual Ruiz Huidobro, algunas fuerzas intentaron cruzar el río, respondiendo a las tropas portuguesas. El intercambio de disparos se prolongó durante 4 horas, lo que resultó en algunas cañoneras dañadas por el fuego de las baterías portuguesas, 2 marineros españoles resultaron heridos.

Tras la llegada de la firma del Tratado, parte del ejército de Andalucía se dirigió al Campo de Gibraltar.

Operaciones en Tras os Montes y Galicia

En el norte las fuerzas, las fuerzas eran más parejas, los españoles bajo el mando del marqués de San Simón, un francés al servicio de España, disponían de 20.000 efectivos, e incorporaba el RC del Príncipe acantonado en Verín y el RD de Pavía acantonado en Santiago.

Los portugueses bajo el mando del marqués de La Rozière contaba con un ejército de unos 28.000 efectivos de los cuales las fuerzas regulares eran 5 RIs (Viana, Valença, Porto, Gragança, y Chaves; 10 BIs, 4.000), 3 RIs de emigrados franceses (Loyal Emigrants, Castries, Mortemart en total 3 BIs, 2.400); 3 RCs (Braganza, Chaves y Miranda; en total 12 ECs, 1.500); 1.500 artilleros (1.200 portugueses y 300 ingleses). El resto eran milicias.

La única una operación de importancia fue denominada la acción de Monterrey, el marqués de la Rozière ordenó al mariscal de campo Gomes Freire de Andrade, llevar a cabo una acción ofensiva al otro lado de la frontera.

El 8 de junio, a las 20:00 horas, un destacamento bajo su mando abandonó el acantonamiento en Veiga de Chaves, estaba formado por el RI de Chaves y el RC de Bragança, Cías de cazadores y granaderos de las milicias de Vila Real y Chaves, 2 Cías de voluntarios y 2×3 piezas de artillería. En total, la fuerza ascendía a 1.787 hombres y su objetivo era la localidad de Monterrey, que estaba defendida por 4000 efectivos.

A las 04:00 horas del 9 de junio, las tropas portuguesas llegaron a Vilarelho, en medio de una gran confusión generada por los voluntarios. Formaron luego dos columnas. Una dirigida por Gomes Freire con 180 hombres de RC Bragança, 50 cazadores y 6 Cías del RI de Chaves, una pieza de artillería y 40 jinetes que cubrían la retaguardia. La segunda columna constaba de 50 cazadores, 20 jinetes del RC de Bragança, una Cía de granaderos de Bragança, cazadores y milicias de Chaves, 2 Cías libres y una pieza de artillería, mandados por el coronel Manuel Inácio Pamplona Corte Real.

A las 06:00 horas, las dos columnas salieron de Vilarelho y entraron en territorio español, la primera columna para Verim, y la segunda para Monterrey. Los 40 jinetes se dirigieron a Verim para llamar la atención de los españoles. A 08:00 horas, las dos columnas estaban a la vista de los españoles que ocupaban Monterrey, Verim y las elevaciones. Gomes Freire había ocupado las elevaciones de la Sierra Negra y observaba las posiciones españolas, cuando la segunda columna, que había entrado por Portela da Oura, encontró a los Voluntarios Aragoneses que abrieron fuego, obligando a los portugueses para retirarse.

Las milicias y las compañías francas también se retiraron, después de un breve intercambio de disparos, y no fue posible reunirlos, a pesar de los esfuerzos del Coronel Pamplona, que intentó en vano atacar posiciones enemigas. Antes de eso, Gomes Freire destacó una fuerza de 100 fusileros de su columna, para enviarlas en refuerzo de la otra, pero los soldados se negaron a marchar, por lo que el oficial tuvo que llegar al extremo de amenazarlos con su pistola para que obedecieran las órdenes dadas. Finalmente, lograron desalojar a los aragoneses que amenazaban a la columna de Pamplona.

Cuando los españoles vieron que los portugueses habían ocupado esas posiciones, se retiraron. Los portugueses se reagruparon y pudieron ver las defensas de Monterrey, con 4.000 españoles y 9 piezas de artillería. Viendo la fortaleza de la ciudad, ordenó la retirada, dejando la caballería para cubrir la misma.

A las 18:00 horas las tropas llegaron a Virarelho, en gran desorden. Y decidieron pasar la noche en esa localidad, ocupando posiciones por si se producía un ataque español. A las 23:00 horas se oyeron disparos, produciéndose gran agitación y confusión, con tropas corriendo para tomar las armas, y disparando sin criterio. Los caballos se sobresaltaron por los disparos, algunos se liberaron y huyeron, y todo el mundo pensó que era un ataque español.

Finalmente, se restauró un mínimo de orden, pero el daño ya estaba hecho. Algunos habían huido yendo a Chaves, donde difundieron la noticia de que estaba en marcha un gran ataque español, que el general y el coronel del regimiento de Bragança estaban muertos, que la mayoría de los soldados habían sido capturados y que el enemigo entraría a Chaves por la mañana. Se produjo el pánico en la localidad. El general Manuel José Lobo creyó la noticia difundida, y que parecía confirmarse con la llegada de unos caballos sin jinete. Ordenó a los vecinos que abandonaran la plaza y las milicias y tropas que aún estaban allí hicieron lo mismo.

Gomes Freira se enteró de lo sucedido en Chaves, escribió al general Manuel José Lobo, que aún no había llegado a Vila Pouca, informándole que no existía peligro inmediato, se volvió y entró en Chaves el 10 de junio.

Gomes Freire decidió mantenerse Virarelho, al anochecer, un grupo de españoles, de las guarniciones de Mondim y de Feces reforzados con paisanos armados, avanzaron y dispararon contra posiciones portuguesas sin causar bajas.

El día 11 de junio no hubo enfrentamientos, retirándose Gomes Freire a Outeiro Seco, dejando en Vilarinho, 60 milicianos y 6 jinetes.

Días más tarde llegó la noticia del Tratado.

Operaciones en el continente americano

Cuatro fueron los escenarios de la Guerra de las Naranjas en su proyección americana que recibió el nombre de Guerra de las Misiones. En el Norte, los españoles llevaron la iniciativa intentando reconquistar Nova Coimbra, un fortín establecido en la orilla derecha del Paraguay contra lo estipulado en San Ildefonso. En el Sur, el fuerte de Cerro Largo fue conquistado por los portugueses al mando del coronel marqués de Sousa, arrasado y, finalmente, reconquistado por el entonces subinspector general de tropas, marqués de Sobremonte. En lo que podríamos llamar zona central, los escenarios bélicos fueron dos: las Misiones Orientales y el fuerte de Santa Tecla-Batoví.

Mientras que de las operaciones militares del Norte y Sur no se derivaron alteraciones significativas de las fronteras establecidas en San Ildefonso, las anexiones portuguesas en la zona central fueron inmensas. La caída de Santa Tecla, que protegía a Batoví, supuso perder el control de un amplio sector de la banda oriental. Batoví fue el último proyecto colonizador de España en América. Tuvo su protagonista principal en Félix de Azara, comandante de la tercera partida de límites para las demarcaciones de San Ildefonso, comisionado en la América meridional desde 1781.

Félix de Azara se embarcó para España justo en la primavera de 1801. A su ayudante y amigo, el por entonces desconocido oficial de caballería José Gervasio Artigas, ordenó que no se abandonara la población recién fundada. Pero la traición del comandante Félix Gómez les ahorró todo trabajo. La pérdida de Santa Tecla y la destrucción de las más de 300 estancias que protegía causó en el joven Artigas una impresión indeleble.

En la zona de las Misiones Orientales del Uruguay el descalabro no fue menor. Con inspiración de instancias superiores, la ocupación fue planificada por el teniente-coronel Corrêa da Câmara y ejecutada, finalmente, por partidas irregulares de civiles. Fueron los cabecillas de aquella aventura el estanciero miliciano Manuel dos Santos Pedroso y un soldado desertor con amplios contactos entre los indios (José Borges do Canto) aliado al furriel Gabriel Ribeiro de Almeida.

La noticia de la ruptura entre Portugal y España llegó a las costas de Brasil en un tiempo récord para la época: el 15 de junio. A mediados del mes siguiente, Corrêa da Câmara dio patente de corso a do Canto y Pedroso para que con sus respectivas cuadrillas, de 20 hombres cada una, atacaron las diseminadas guardias españolas, saquearon las antiguas reducciones y arrasaron con el ganado que campaba en sus vastas estancias. Pedroso y sus hombres se dirigieron en primer lugar a la Guarda de San Martín. A la vista de fuerzas superiores, la pequeña guarnición española abandonó el puesto, cumpliendo las órdenes que tenían. Cuando Borges do Canto llegó a San Martín y la encontró guarnecida por los suyos, siguió adelante. Por un indio, viejo conocido suyo, se enteró de que 30 españoles dirigían una tropa de 300 guaraníes para construir un fortín en Chuniveri.

Al amanecer de un día de agosto, en pleno invierno austral, los 20 portugueses se interpusieron por sorpresa entre indios y españoles. Los 300 indios no solo no movieron un dedo en defensa de los españoles, sino que pasaron a reforzar la tropilla de Borges do Canto. Tras el audaz golpe de mano en Chuniveri, siempre al amparo de la lluvia y la oscuridad de la noche, la hueste se dirigió a San Miguel, capital del departamento de los Siete Pueblos. Allí les esperaba el comandante Francisco Rodrigo con una buena pieza de artillería, municiones, pertrechos y 200 hombres bien armados y equipados, a las órdenes de oficiales competentes. Utilizando una vez más la maña antes que la fuerza, Borges do Canto rodeó al pueblo por completo, sirviéndose de los guaraníes como escudos humanos.

Acto seguido, do Canto instó a la rendición, amenazando bravuconamente con una degollina y saqueo general. Francisco Rodrigo, que esperaba refuerzos del gobernador de Misiones, pidió tres días para pensárselo. Pero la crecida del río Pirajú retrasaba la llegada de los refuerzos. Temiendo que una bajada de las aguas debilitase su posición sitiadora, do Canto decidió dar un ultimátum. Los españoles capitularon sin llegar siquiera a medir fuerzas. Con la entrega de San Miguel, el punto donde los españoles habían concentrado todas sus defensas, el efecto dominó se apoderó del resto de la tropa diseminada por las demás misiones. Una detrás de otra, San Borja la última, cayeron sin oponer casi resistencia. Las aguas crecidas del río Uruguay fueron el obstáculo que logró poner a resguardo las Misiones Occidentales y detener la gloriosa incursión de Borges do Canto, “ a conquista mais venturosa de quantas a história apresenta nos seus anais”.

Los españoles no decidieron pasar al contraataque hasta primeros de noviembre. Para entonces, los portugueses habían consolidado ya sus defensas en Río Grande y tomado importantes posiciones en la frontera meridional, sabedores de que la paz se había firmado en Badajoz. Pero a pesar de ello, las expectativas de extender aún más las conquistas, por un lado, y las esperanzas de recuperar lo perdido, por otro, prolongaron la guerra. A finales de ese mismo mes de noviembre se alcanzó un equilibrio de fuerzas sobre el terreno que impedía el avance de cualquiera de los contendientes. El marqués de Sobremonte, accedió al alto el fuego solicitado por el comandante portugués. En enero de 1802 llegaba de Buenos Aires la orden de poner fin a las hostilidades.

Fue así como un puñado de milicianos, guiados por un desertor, incorporó a la Corona portuguesa una extensión equivalente a las actuales provincias españolas de Huelva, Badajoz, Cáceres y Salamanca, unos 90.000 km², la zona de las misiones de Paraguay, que tantos problemas habían suscitado entre Portugal y España (ganada por Portugal en 1750 y perdida en 1777); compensando en cierta medida la pérdida de Olivenza.

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Guerra de las Naranjas 1801 en América. Anexiones portuguesas.

El Tratado de Badajoz, junto con los Tratados de Lunéville, Florencia y París firmados ese mismo año, por los que Francia acordaba las paces con el Sacro Imperio Romano Germánico, Nápoles y Rusia respectivamente, deshicieron la Segunda Coalición, dejando solo al Reino Unido enfrentado a Francia. Al año siguiente estos dos países firmarían la Paz de Amiens, terminando provisionalmente la guerra en Europa.

Reformas del ejército español

Manuel Godoy ya había empezado las reformas del ejército antes de la campaña, por el Real Decreto de Quintas, de 27 de octubre de 1800; por el que se consolidó el reclutamiento obligatorio como contribución a la que quedaba sometida la población y estableció la hegemonía del soldado de quintas como base del reemplazo del ejército español. Se prohibía expresamente el nombramiento de un sustituto.

Reforma de la Artillería

Las Ordenanzas de Artillería, de 22 de julio de 1802, por la que reordenaba el Real Cuerpo de Artillería en 5 regimientos de artillería a pie, 3 compañías fijas, 5 compañías de obreros y 4 compañías de inválidos, con unos efectivos totales de 7.522 hombres. Anteriormente, disponía de 6 batallones de artillería, cada uno con 7 compañías de 70 plazas.

Reforma de la Infantería

El Reglamento Orgánico General de Infantería, de 26 de agosto de 1802, por el que reorganizaba el arma de Infantería en 33 RIs de línea españoles y 12 BILs, con unos efectivos totales de 100.166 hombres.

Los regimientos de línea (RIs) eran: Rey, Príncipe, Reina, Saboya, Corona, África, Zamora, Soria, Córdoba, Guadalajara, Sevilla, Granada, Valencia, Zaragoza, España, Toledo, Mallorca, Burgos, León, Cantabria, Asturias, Navarra, Aragón, América, Extremadura, Málaga Canarias, Jaén, Órdenes Militares, Voluntarios de Castilla, Granaderos Voluntarios, Cazadores voluntarios, y Borbón).

Los 12 batallones ligeros (BILs) eran: 1º Voluntarios de Aragón, 1º de Cataluña, 2º de Cataluña, Voluntarios de Gerona, Voluntarios de Barcelona, Cazadores de Montaña de Barbastro, 2º Voluntarios de Aragón, Voluntarios de Valencia, Voluntarios de Campo Mayor, y Voluntarios de Navarra.

Se mantenían los 10 RIs extranjeros: 3 irlandeses (Irlanda, Hibernia y Ultonia), 1 RI italiano (Nápoles) y 6 RIs suizos ( Schwaller, Rutiman, Reding, Betschart, Yann, y Courten).
Aparte se mantenían 43 RIs provinciales, y se crearon 4 divisiones provinciales (Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Andalucía y Galicia), cada una formada por 2 BGs.

Reforma de la Caballería

El Reglamento de Caballería, de 30 de enero de 1803 en el que se establecía 12 ECs de línea, 6 RHss y 6 RCs de cazadores, con unos efectivos totales de 16.200 hombres y 13.000 caballos. Desaparecían los regimientos de dragones que se convierten en cazadores o húsares.

Godoy había nombrado inspector general de Caballería a su hermano Diego, que había desempeñado el cargo de inspector general de dragones.

Los 12 RCs de línea eran: Rey, Reina, Príncipe, Infante, Borbón, Farnesio, Alcántara, España, Algarve, Calatrava, Santiago y Montesa, con 8.088 plazas y 6.528 caballos.

La caballería ligera también eran 12 RCLs: 6 RCs de cazadores y 6 RHs:

  • Los 6 RCs de cazadores eran: Rey, Reina, Almansa, Pavía, Villaviciosa y Sagunto, con 4.038 plazas y 3.258 caballos.
  • Los 6 RHs eran: Voluntarios Españoles, Españoles, Lusitania, Olivenza, Numancia y María Luisa, con 4.038 plazas y 3.258 caballos.

Los RCs de línea estaban compuestos por 5 ECs, que a su vez se componían de 2 Cías, cada una compuesta de 1 capitán, 1 teniente, 1 alférez, 1 sargento primero, 2 sargentos segundos, 1 trompeta, 4 cabos primeros, 4 cabos segundos, 4 carabineros (jinetes de élite), 38 soldados, 13 desmontados y 1 herrador; en total cada EC tenía 142 efectivos con 108 caballos. El RC de línea tenía 540 caballos y 710 hombres. Los RCLs tenían 673 hombres y 543 caballos.

Organización de Ingenieros

La Ordenanza de Ingenieros de 11 de julio de 1803, por la que reorganiza el Real Cuerpo de Ingenieros con una plantilla de 196 oficiales; creaba el Regimiento Real de Zapadores Minadores con una plantilla de 1.275 hombres; y se creaba la Academia de Ingenieros en Alcalá de Henares.

La guardia Real, compuesta por la Compañía de Alabarderos, el RI de Guardias Españolas, el RI de Guardias Valonas, y las BRCs de Carabineros Reales y los Reales Guardias de Corps no sufrieron modificación.

Paz de Amiens (25 de marzo de 1802)

Delegados de los gobiernos de Inglaterra y Francia firman en la ciudad francesa de Amiens un tratado que complementa la tregua suscrita en octubre de pasado año, zanjando las disputas territoriales surgidas tras la última Guerra Anglo-española, la Campaña de Oriente y parte de la Segunda Guerra de Coalición.

El Reino Unido se comprometió a devolver El Cabo y las Indias Orientales Holandesas a la República de Batavia, Menorca a España, Egipto al Imperio otomano y Malta a los Caballeros Hospitalarios. A cambio, España le cedería la estratégica isla de Trinidad y Francia la de Ceilán, además de evacuar Nápoles, los Estados Pontificios y la República Helvética de tropas francesas.

Por último, el tratado también contempla un intercambio de prisioneros de guerra.

Francia rompería la tregua el siguiente año al declarar la guerra a Inglaterra, involucrando a España al obligarla a ratificar su alianza poco después, aunque oficialmente declarase ser neutral. Pero los agentes británicos descubrirían el tratado, siendo atacada por Inglaterra al año siguiente.

Napoleón Cónsul Vitalicio de Francia (8 de agosto de 1802)

Tras la exitosa cadena de triunfos alcanzados dentro y fuera de la nación, culminados en la Paz de Amiens, Napoleón Bonaparte, Primer Cónsul de la República, era para los franceses un hombre providencial, el auténtico salvador de la Patria, siendo muy admirado y respetado.

En gratitud, el Senado de la República de Francia le nombró Cónsul Vitalicio, aumentado aún más sus atribuciones y prerrogativas, concentrándose desde entonces en su persona la totalidad del poder político francés. Sería él quien designase a los altos funcionarios del estado: consejeros, senadores, tribunados y legisladores.

Pero con esta decisión la República emprendió el camino de una dictadura, pues el sufragio universal se sustituiría por el voto censitario, y únicamente al Cónsul se le permitirá legislar; sus decisiones no serían vetadas por ninguna institución, como el Senado, el Tribunado o el Cuerpo Legislativo; los fines de la Revolución Francesa se pervirtieron.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-05-27. Última modificacion 2023-05-27.
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Comentarios:

  1. NORA dijo el 2024/04/11 a las 7:57 am

    MUCHO TEXTO POCA INFORMACIÓN RELEVANTE

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