Guerras Napoleónicas Guerra de la Independencia (1811) Primer asedio aliado de Badajoz (marzo-abril de 1811)

Situación de los ejércitos después de la toma francesa de Badajoz

El 11 de marzo, se había entregado la plaza Badajoz al mariscal Soult, a pesar de los mensajes que había recibido de que un cuerpo anglo-portugués estaba en camino para su alivio. El 14 de marzo, Soult consternado por la noticia de la batalla de la Barrosa y la amenaza a Sevilla, marchó de regreso a Andalucía, llevándose consigo una BRD y la mayor parte de la DI de Gazan. Dejó en Extremadura a Mortier con una fuerza de unos 11.000 hombres, compuesta por 15 BIs del CE-V, 5 regimientos de caballería y una gran proporción de artilleros e ingenieros, que eran necesarios para la guarnición de la fortaleza de Badajoz; no menos que para el asedio de las pequeñas plazas de sus inmediaciones, cuya captura había delegado Soult en Mortier en su despedida.

Se trataba de una fuerza pequeña para la ocupación de una extensa provincia, y continuar la ofensiva, atacando Campo Maior y Albuquerque. Difícilmente podía haber esperado asaltar Elvas que era una fortaleza tan grande y, en algunos aspectos, más fuerte que Badajoz, con una guarnición compuesta por tropas regulares portuguesas. Cualquier idea de una invasión del Alentejo era inútil, cuando se sabía que Masséna se había alejado de su antigua posición en el Tajo.

El Emperador había ordenado a Soult que acudiese a ayudar a Masséna, y el ejército de Portugal, que ya no necesitaba esa ayuda. Su deber sería mantener a raya a los aliados hasta que Badajoz estuviera en condiciones de defensa, y la reparación de la fortaleza llevaría algún tiempo, aunque la mayor parte de sus fortificaciones estuvieran intactas, y solo el fuerte de Pardaleras y los bastiones en ruinas detrás de él requerían reconstrucción. Si los aliados avanzaban con gran fuerza sin demora, era posible que Mortier tuviera que hacer explotar Badajoz y retirar su guarnición, pues sería absurdo dejar atrás, en una posición insostenible, un cuerpo de hombres tan numeroso sería necesario para cubrir su extenso recinto.

Wellington había ordenado a Beresford el 8 de marzo, marchar a aliviar a Badajoz con la DI-2 y DI-4 y los portugueses de Hamilton, unos 18.000 hombres. El 9 de marzo esas órdenes habían sido derogadas, por un informe falso de que Masséna se había concentrado y estaba ofreciendo batalla detrás de Tomar. La DI-4 y la BRI de Hoghton de la DI-2 marcharon para unirse al cuerpo principal de Wellington. El resto de la DI-2 y los portugueses de Hamilton se detuvieron, en Abrantes y sus inmediaciones, hasta que se descubrieran las intenciones de los franceses. No fue hasta el 12 de marzo cuando Wellington, tranquilizado por las intenciones de sus adversarios, ordenó a las tropas de Abrantes que se prepararan para marchar hacia el río Guadiana.

Antes de iniciar movimientos, Beresford recibió la noticia el 14 de marzo, de que Badajoz se había rendido el 11 de marzo, cambiando la situación. Ya no existía la necesidad apresurarse, y el avance del ejército anglo-portugués se hizo a un ritmo moderado. Los portugueses de Hamilton estaban en Portalegre el 17 de marzo, la DI-2 llegó el 19 y 20 de marzo. El propio Beresford apareció el último día, después de haber cabalgado desde el vecindario de Coimbra en cuatro días. La DI-4, que había hecho una marcha admirable, de 180 km de camino de montaña en 6 días, llegó el 22 de marzo. Ese día, por tanto, se reunieron los 18.000 hombres de la fuerza expedicionaria en un radio de km 65 de Badajoz, y Beresford tenía que tomar una decisión en cuanto al curso de su campaña.

Las órdenes que le había dado Wellington habían sido concentrarse en Portalegre y atacar a los franceses, que en esos momentos se dirigían a sitiar la pequeña fortaleza portuguesa de Campo Maior, al otro lado de la frontera. La pequeña fuerza española al mando de Castaños en Estremoz, fue convocada para ayudar. Wellington, que no conocía la partida de Soult hacia Sevilla, pensó que no podría reunir suficientes hombres, después de guarnecer Badajoz y Olivenza, para permitirse enfrentarse a Beresford. El ejército aliado debía utilizar la fortaleza portuguesa de Juromenha a orillas del río como base, y construir allí un puente compuesto por 20 pontones españoles, que habían sido retirados de Badajoz antes de que comenzara el asedio. Beresford debía construir una fuerte cabeza de puente en la ribera española para cubrir ese puente, y luego podría seguir adelante e invertir Badajoz si pudiera.

En el momento en que la DI-4 y los dragones de Grey llegaron a Portalegre, Beresford inició su marcha hacia Campo Maior el 22 de marzo, enviando las BRIs de Colborne y Lumley de la DI-2 a Arronches, y la brigada de caballería portuguesa de Otway a Azumar. Esta última unidad había estado vigilando la frontera entre el Tajo y el Guadiana desde la retirada de Masséna de Santarém, y se unió a la DI-2 el 20 de marzo. La DI portuguesa de Hamilton iba a seguir al día siguiente, la DI-4 debía tener dos días de descanso después de su fatigosa marcha desde Ceira, y solo comenzaría la marcha el 24 de marzo. El día 25 todo el ejército debía estar frente al Campo Maior.

Mientras tanto. Entre el 14 de marzo, cuando Soult partió de Sevilla, y el 25, cuando el ejército de Beresford hizo su repentino y bastante inesperado descenso al centro de las fuerzas francesas, solamente transcurrieron 11 días; pero Mortier los había aprovechado y había cumplido con creces todo lo que se esperaba de él. El mismo día que Soult partió hacia Sevilla marchó contra el Campo Maior, con 9 BIs, una brigada de caballería y parte del tren de asedio que acababa de tomar en Badajoz. Otro BI quedó como guarnición en Olivenza, los 6 BIs que quedaban del cuerpo fueron enviados a Badajoz, donde había sido nombrado gobernador el general Phillipon. Con la ayuda de 3 Cías de zapadores ya estaban ocupados en la nivelación de sus propias antiguas obras de asedio, y comenzar las reparaciones del frente maltrecho de las murallas.

Mortier concibió que no podía haber ningún peligro en el cumplimiento de las órdenes que Soult había dejado, ya que no pudo encontrar rastros de ninguna fuerza hostil en su vecindad, salvo la guarnición portuguesa de Elvas y los 4.000 hombres que formaban los restos del desastre del ejército de Mendizábal. Esta desmoralizada fuerza se había concentrado en Campo Maior, pero al recibir la noticia de la caída de Badajoz se retiró apresuradamente a Estremóz, 33 km dentro de la frontera portuguesa. Su presencia allí era un peligro más que una defensa para el Alentejo, pues no solo consumieron algunas reservas reunidas allí por órdenes de Wellington para uso de la fuerza expedicionaria, sino que saquearon imprudentemente los pueblos vecinos. Mortier no tenía nada que temer de esa fuerza.

Asedio de Campo Maior (15-21 de marzo de 1811)

Campo Maior era una fortaleza anticuada, que no había sido remodelada desde la Guerra de Sucesión Española. Su mayor debilidad era que el fuerte periférico de São João, a solamente 200 metros de las murallas en una posición dominante, que había sido desmantelado, pero no había sido volado ni nivelado. Dominaba uno de los baluartes del lugar, y solo había que tomarlo para proporcionar un punto de partida admirable para las operaciones contra el recinto. Últimamente, no se había prestado mucha atención a Campo Maior, el lugar mucho más fuerte de Elvas, a únicamente 27 de distancia, había absorbido toda la atención del gobierno portugués.

Los españoles lo habían estado guarneciendo durante los últimos seis meses, pero cuando partieron apresuradamente el gobernador de Elvas dejó en el medio batallón de la milicia Portalegre (unos 300 hombres) y una compañía de artillería. Este puñado de hombres, ayudados por la Ordenança del lugar, eran las únicas fuerzas que disponía el gobernador, el mayor José Joaquim Talaya, un oficial de ingenieros viejo e ingenioso. Como la población estaba por debajo de las 3.000 habitantes, la fuerza de la Ordenança no podía ascender a más de 300 hombres, y muchos de ellos (como todavía era el caso en la mayor parte de Portugal) no tenían armas de fuego, sino solo picas. Pero el jefe, el magistrado José Carvalho, actuaba al frente de ellos con gran energía, y los ciudadanos tomaron un papel más meritorio que los milicianos en la defensa.

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Asedio de Campo Maior 1811. Plano de la fortaleza.

Sin soldados regulares salvo la compañía de artillería, y no más de 800 hombres en total para proteger un largo recinto, era de esperar que Talaya no pudiera hacer ninguna defensa; de hecho, podría haber evacuado el lugar sin ninguna culpa. Pero siendo un hombre de excelente resolución, y reconociendo el hecho de que estaba haciendo el mayor servicio posible al detener a 7.000 franceses ante sus murallas, cubriendo así a Elvas y dando tiempo a que llegara Beresford, decidió resistir el mayor tiempo posible. Los franceses tomaron el fuerte São João la noche de su llegada, el 14 de marzo, y abrieron trincheras a cada lado del mismo, asentando al mismo tiempo tres baterías, de las cuales dos estaban resguardadas por las obras desmanteladas. A la mañana siguiente, dos de estas baterías preparadas, pero los cañones pesados tenían que venir de Badajoz. Una vez llegados, abrieron fuego.

A pesar de esto, Talaya resistió 7 días de bombardeos y trincheras abiertas (15 al 21 de marzo). Concentró toda su artillería en los accesos y las baterías de ruptura, y durante algún tiempo se mantuvo firme. El 19 de marzo, se abrió una brecha en el bastión saliente (de Concelho), pero el gobernador rechazó una oferta de rendición y de hecho rechazó un asalto esa noche. Al día siguiente, toda la cara del bastión comenzó a desmoronarse. Como la resistencia adicional era inútil, Talaya aceptó los términos ofrecidos por Mortier, por los cuales la guarnición deponía las armas si no era aliviada en 24 horas; la Milicia y la Ordenança no serían consideradas prisioneros de guerra, sino que se les permita quedarse o retirarse a sus hogares, con la condición de no volver a tomar armas contra los franceses.

Como toda la guarnición, salvo la artillería, eran tropas irregulares, Mortier se hizo cargo de menos de 100 prisioneros. Se capturaron una cincuentena de cañones, muchos de ellos muy antiguos e inútiles, y 10.000 raciones de galletas. La demora de 24 horas en la rendición del pueblo resultó muy desafortunada para Mortier, ya que apenas dio tiempo a que llegaran Beresford y su ejército, solo cuatro días después de la rendición, antes de que el lugar fuera desmantelado o destruido.

Rendición de Albuquerque

La defensa de 8 días del absolutamente insostenible Campo Maior contrasta de la manera más fuerte con la de la vecina fortaleza española de Albuquerque. Este también era un lugar muy descuidado y anticuado, pero poseía una ciudadela en un alto peñasco, que podría haberse mantenido durante algunos días contra cualquier cosa que no fuera artillería pesada, y habría llevado algún tiempo erigir baterías que pudieran alcanzarla con eficacia. Sin embargo, cuando Latour-Maubourg, con 2 RDs, lo convocó, el 15 de marzo, el gobernador inmediatamente comenzó a parlamentar, y cuando se le dijo que la infantería y los cañones se acercaban, abrió sus puertas al día siguiente, antes de que llegaran los 2 BIs y los 2 cañones enviados por Mortier. Este oficial desmoralizado era el general de división José Cagigal, su guarnición estaba formada por 2 BIs del RI Fernando VII, unos 800 hombres, y unos pocos artilleros con 17 cañones de bronce.

Esta fue, en general, la rendición más vergonzosa realizada durante toda la Guerra de la Independencia.

Tras la rendición de Albuquerque, Latour-Maubourg envió un RD a Valencia de Alcántara, el último lugar fortificado en manos españolas entre el Guadiana y el Tajo. La pequeña guarnición evacuó la ciudad, y los dragones, tras volar sus puertas y reventar 7 cañones hallados dentro de sus murallas, regresaron a Badajoz.

Batalla de Campo Maior (25 de marzo de 1811)

La noticia de la pérdida de la única fortaleza portuguesa y las dos fortalezas españolas no detuvo a Beresford ni un momento en su avance, de hecho, estaba ansioso por atacar al enemigo antes de que hubiera reparado y guarnecido, o bien desmantelado y destruido Campo Maior. El 24 de marzo, la DI-4 de Cole, habiendo tenido sus dos días de descanso, marchó de Portalegre a Arronches, donde alcanzó a la caballería y las otras 2 DIs ese mismo día. El ejército de Beresford comprendía la DC del general Long, la DI-2, la DI-4 y una DI portuguesa, unos 20.000 hombres en total. Con el ejército reunido Beresford partió de Arronches, deteniendo unos 9 km al oeste de Campo Maior.

No se había descubierto nada de los franceses, salvo algunas patrullas de húsares a solo 5 km al norte de Campo Maior. Parece que el acercamiento de Beresford fue una completa sorpresa para Mortier, que no había tomado medidas de seguridad. Había retirado la mayor parte de las tropas que habían formado el cuerpo de asedio a Badajoz, y había dejado Latour-Maubourg para desmantelar el lugar, pues había decidido no retenerlo. El general de caballería retuvo el RD-26, el RD-22, el RH-10, el RI-100, media batería de artillería a caballo, con un gran destacamento del tren militar. Tenía cargo no solo de los cañones de asedio utilizados últimamente, sino de las 30 piezas de las murallas del Campo Maior, que se pretendía llevar a Badajoz. El resto de los cañones portugueses iban a ser reventados, por inútiles y anticuados.

Los ingenieros estaban seleccionando secciones del recinto, que ser debían voladas. Toda la fuerza francesa estaba formada por unos 900 de caballería y 1.200 de infantería, más los destacamentos de las armas auxiliares, quizás 2.400 hombres en total. Había muchas posibilidades de capturarlo por completo, debido a la forma descuidada en que Latour-Maubourg había vigilado. Se le había informado de la presencia de grupos de exploración de dragones portugueses. Pero probablemente le dio poca importancia a su presencia en esta dirección. Había caballería de esa nación en la frontera de Extremadura desde enero.

A las 10:30 horas de la lluviosa mañana del 25 de marzo, el ejército de Beresford avanzaba hacia Campo Maior en tres columnas convergentes, la mayor parte era la DI-2 precedida por los dragones de Grey en la carretera principal; la DI portuguesa de Hamilton con el DIL-13 y 2 EDs portugueses por delante su frente, por la izquierda de la carretera; la BRI de Colborne y la caballería portuguesa restante por un camino a la derecha de la calzada. Cole seguía a 1,5 km detrás como reserva.

Los puestos avanzados franceses se encontraron como el día anterior, a solo 5 km de la ciudad. El general Latour-Maubourg los visitó, probablemente como consecuencia tardía de los informes del día anterior. Cuando fueron atacados se retiraron realizando una acción retardadora, para retrasar en la medida de lo posible el avance de los escuadrones de vanguardia de Beresford.

Latour-Maubourg, al ver que los aliados se acercaban en un amplio frente, y con al menos 15.000 hombres, se apresuró a regresar a la ciudad. Ordenó que batieran los tambores y ordenó a la infantería y la caballería que abandonaran su equipaje y formaran sin un momento de retraso en el glacis fuera de la puerta sur para una retirada. Una columna de 16 cañones pesados de las murallas de Campo Maior y el tren de asedio, prácticamente sin escolta, había comenzado la marcha hacía poco tiempo.

La caballería aliada, al llegar a la vista del pueblo desde la loma hacia el norte, descubrió al enemigo que se alejaba: el regimiento de infantería en columna de ruta en el camino, con un RH al frente y otro en la retaguardia, mientras el RD-26, un poco más adelante, evitaba que el resto lo interceptaran en la carretera. Latour-Maubourg había visto que su peligro residía en la probabilidad de que Beresford atacara, con la caballería de su vanguardia entre él y Badajoz, y así obligarlo a desplegar, para rodearlo y capturarlo. De hecho, esta era la intención de Beresford, pero había sido advertido por Wellington de no arriesgar o perder su caballería, enfrentándose con una fuerza superior.

Cuando Latour-Maubourg vio a las divisiones británicas acercarse en la distancia, marchó a toda la velocidad posible, y tuvo tal comienzo que su columna, cuyo paso fue marcado por el paso rápido de la infantería, se había alejado casi 5 km de Campo Maior, antes de que fuera seriamente amenazado. El general Long, por orden de Beresford, había ordenado a sus escuadrones que se desplazaran hacia el este de las murallas de la ciudad, lejos de los disparos, en caso de que hubiera alguna posibilidad de que hubiera quedado una guarnición. La vuelta fue larga, porque se encontró con un barranco que obligó a los regimientos a girar más hacia el este de lo previsto. Subieron en dos destacamentos, uno formado por el RDL-13 y los portugueses de Otway, al este o izquierda, el otro con los dragones de Grey más al oeste o derecha. El primer cuerpo estaba casi a la altura del RD francés que avanzaba por delante de la columna francesa, el otro no estaba tan al frente, a 400 o 500 metros del flanco trasero de los franceses. La infantería y los cañones británicos más cercanos, la BRI de Colborne y la Bía alemana de Cleeves que la acompañaban, estaban fuera de la vista, a 3,5 km a retaguardia, ocultos por las ondulaciones del terreno; también lo estaba Beresford y su personal, que iban delante del cuerpo principal.

Al ver que se le obligaba a luchar, Latour-Maubourg decidió aceptarlo. Tenía una fuerza de todas las armas y se consideraba lo suficientemente fuerte como para derrotar a la caballería sin el apoyo de infantería o armas, a pesar de que superaban en número a sus propios jinetes en una proporción de cinco a tres. En consecuencia se detuvo y formó su infantería en cuadros de batallón en la carretera principal; los húsares flanqueándolos en orden profundo, mientras que el RD, con su ala derecha echada hacia atrás y su ala izquierda no lejos de los húsares que iban en cabeza, formaba una línea en un ángulo obtuso con el cuerpo principal; listos para lanzar una carga de flanco sobre los británicos y portugueses si atacaban a la infantería.

Long, considerando, que era lo suficientemente fuerte para intentar el golpe del que había hablado Beresford, resolvió primero ahuyentar al RD francés que amenazaba su flanco, y luego caer sobre los húsares y la infantería. Envió órdenes a Gray y a los dragones pesados para que se acercaran a la retaguardia y el flanco izquierdo de los franceses, que estaban separados por una cresta, pero que se mantuvieran a distancia hasta que el resto de las tropas hubieran deshecho la caballería de cobertura. Luego avanzó con los escuadrones ligeros, ingleses y portugueses, para ir más allá de los dragones franceses; su línea se formó con 2 ECs portugueses del RC-7/P en el extremo izquierdo, luego los 2,5 EDLs del RDL-13 británico, y a la derecha los 3 ECs restantes del RC-1/P.

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Batalla de Campo Maior (25 de marzo de 1811). Despliegue de fuerzas. Autor John Fawkes.

Al ver que Long estaba maniobrando para flanquearlo, Latour-Maubourg ordenó al RD-26 cargar antes de que el movimiento estuviera muy avanzado. El RDL-13 británico formó en su frente y comenzó a enfrentarlos; las dos líneas se encontraron con un tremendo choque, ninguna de las cuales cedió, y se mezclaron por unos momentos en una lucha desesperada cuerpo a cuerpo, en el enfrentamiento, el cabo Logan, un gran espadachín, cortó al coronel Chamorin en la cara y le quitó el casco. Logan luego bajó su espada sobre la cabeza de Chamorin, cortándole el cráneo y matándolo. Logan recogió el casco y la espada de Chamorin como trofeos.

Al poco tiempo los franceses se separaron y huyeron en desorden por la carretera de Badajoz y junto a ella. Luego siguió una de esas locas e insensatas persecuciones que siempre provocaban la ira de Wellington. El general Long dice que fue imposible detener o reunir a los dragones ligeros y, por lo tanto, envió tras ellos a los 2 ECs del RC-7/P portugués para que actuaran como apoyo. Pero los portugueses pusieron un gran ritmo para llegar a la altura del RDL-13, se emocionaron al perseguir a grupos perdidos de dragones franceses, rompieron su orden y finalmente se unieron a la persecución precipitada tan imprudentemente como sus compañeros.

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Batalla de Campo Maior (25 de marzo de 1811). El cabo Logan del RDL-13 británico se enfrenta al conde Chamorin jefe del ED-24 francés.

La persecución fue increíblemente larga y desordenada, continuó durante no menos de 11 km; y llegaron al convoy de artillería de 16 cañones pesados que había salido de Campo Maior a primera hora de la mañana, la pequeña escolta se dispersó y los conductores fueron atropellados o expulsados de la carretera. Muchos de los portugueses se detuvieron para hacerse con los caballos, que era el botín más preciado por su escasez y partieron con ellos en pequeños grupos hacia el campamento aliado. Los perseguidores deberían haberse detenido allí. No había ningún objeto en perseguir más a los pocos dragones franceses supervivientes, que estaban dispersos por la zona.

Los cañones, con una larga hilera de cajones y carros, quedaron junto a la carretera, pero se prestó poca atención a esos valiosos trofeos. Uno o dos fueron remontados y dirigidos hacia las líneas británicas por algunos oficiales del RDL-13. El grueso de los perseguidores, sin embargo, no se detuvo con el convoy, pero, aún sabiendo a los franceses derrotados, cabalgó 4 km más, hasta que se precipitaron contra las fortificaciones de cabeza de puente de Badajoz. Solo fueron detenidos al ser bombardeados desde el fuerte San Cristóbal, y disparados por la guarnición de la cabeza de puente. Los dragones que iban en cabeza llegaron realmente a la puerta del camino cubierto y allí fueron disparados. El mariscal Mortier, al enterarse de lo que había sucedido, salió de la fortaleza con un regimiento de caballería y cuatro batallones, capturó un buen número de dragones rezagados, cuyos caballos estaban agotados, y encontró a la mayor parte del convoy de artillería en el camino. Fue fue llevado a Badajoz, salvo un obús y seis cajones, que quedaron atrás y llevados al cuerpo principal de Beresford. Mortier también recogió la columna de Latour-Maubourg.

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Batalla de Campo Maior (25 de marzo de 1811). Los dragones ligeros británicos del RDL-13 cargando los dragones franceses del RD-26, que fueron puestos en fuga.

Cuando el RDL-13 y el RC-7/P portugués salieron en su loca persecución; el general Long se encontró frente a la principal fuerza francesa, con solo los 3 ECs del RC-1/P portugués, que había formado su reserva, y los dragones pesados, distante unos 800 metros y al otro lado de la línea francesa. Aparentemente, su intención era cargar contra el enemigo con esas tropas, un experimento sumamente peligroso, ya que los franceses con un regimiento de 1.200 infantes en cuadro, flanqueados por 4 EHs, eran un asunto peligroso, y al verlo reprimirse, Latour-Maubourg partió una vez más su columna por la carretera principal, la infantería marchando en cuadro, con 2 EHs delante y 2 EHs detrás.

Para evitar que siguiera adelante, Long adelantó a los 3 ECs portugueses para controlar a los húsares. Pero cuando avanzaron hacia ellos, y estaban a punto de entablar combate, el frente del cuadro que marchaba en cabeza, abrió un fuego distante contra su flanco. Sorprendidos por esto, porque no se habían dado cuenta de que estaban dentro del alcance efectivo de la infantería, los 3 ECs portugueses se separaron y se alejaron al galope, perseguidos por los húsares durante un breve trecho.

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Batalla de Campo Maior (25 de marzo de 1811). Dragones ligeros británicos del RDL-13 capturando los cañones franceses.

En ese momento, el mariscal Beresford y su estado mayor entraron en escena, en la cresta cerca de la brigada de Grey, y vieron a los 3 ECs portugueses reunidos a distancia, y aún en desorden, mientras los dragones pesados se preparaban para atacar. Al preguntar qué había sido del RDL-13 y el resto de los portugueses, uno de sus miembros le dijo a Beresford que habían sido aislados y se creía que habían sido capturados. Horrorizado por esta noticia, que le recordó todas las advertencias de Wellington, Beresford prohibió a los dragones pesados cargar y les ordenó que se mantuvieran a distancia hasta que aparecieran la infantería y los cañones. Indudablemente tenía razón al hacerlo, ya que, como demostró toda la experiencia anterior y posterior, era muy poco probable que hubieran roto los cuadros franceses.

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Batalla de Campo Maior (25 de marzo de 1811). Captura de dos oficiales franceses. Autor William Heath.

Envió por la infantería más cercana, que era la BRI de Colborne, y algunos cañones. Mientras tanto, el enemigo siguió avanzando a gran ritmo, seguido a la distancia por los dragones pesados, mientras Long y los 3 ECs portugueses reunidos marchaban paralelos a su flanco. Los dos grupos habían avanzado varios kilómetros por este camino, cuando aparecieron los dragones ligeros del RDL-13, que regresaban de la dirección de Badajoz y sus compañeros portugueses con ellos. Poco después, dos cañones de la batería de Cleeves llegaron, y abrieron fuego a larga distancia contra la retaguardia de los franceses.

Tuvo algún efecto, pero el enemigo mantuvo sus filas y siguió avanzando lo más rápido posible, dejando a sus muertos y heridos en el camino. Los caballos de artillería estaban agotados e incapaces de mantener el ritmo, por lo que Beresford ordenó que se detuviera toda la fuerza, diciendo que sin infantería no se podía hacer nada más. En este momento, la BRI de Colborne no estaba a más de 800 metros de distancia. Pero Mortier con 2.000 infantes y un regimiento de caballería de Badajoz estaba a la vista, esperando a Latour-Maubourg cerca del lugar donde se encontraba el convoy desmantelado. Las dos fuerzas francesas se unieron y se retiraron a la fortaleza con casi todos los cañones recapturados; solo quedaban uno y algunos cajones para ser recogidos por la vanguardia de Beresford.

Las pérdidas del RDL-13 británico fueron de 10 muertos, 3 oficiales y 24 hombres heridos y 22 prisioneros. Las pérdidas de los portugueses fueron 1 oficial y 13 hombres muertos, 40 heridos y 55 prisioneros, un total de más de 150. Los franceses sufrieron más bajas: solo el RD-26 tuvo 8 oficiales y más de 100 hombres muertos, heridos, y tomados, el tren y la artillería habían sido terriblemente cortados en la captura del convoy, y la infantería había perdido 3 oficiales y muchos hombres por el fuego de los cañones de Cleeves. El total de víctimas fue de más de 200. Pero el efecto moral de un combate no se juzga por una mera comparación de pérdidas, y los oficiales británicos quedaron muy decepcionados. Beresford y sus amigos sostenían que Long había desperdiciado por mala gestión 150 valiosos soldados de caballería. Long declaró que si Beresford no hubiera tenido el mando de sus manos, habría capturado toda la columna francesa. Esta última afirmación era absolutamente irrazonable.

El único resultado realmente satisfactorio del combate de Campo Maior fue que Beresford recuperó intacta la villa, con algunos cañones que aún no habían sido enviados a Badajoz, y una cantidad considerable de provisiones, incluidas 8.000 raciones de galleta. El lugar fue inmediatamente guarnecido con el RI de milicias de Faro de Elvas, que rápidamente reparon la brecha. Fue sostenible de nuevo en unos pocos días.

Después de la batalla Logan vendió el casco al pagador del RDL-13 y presentó la espada al coronel jefe, su oficial al mando. El general francés Latour-Maubourg envió una bandera de tregua a Beresford después de la batalla, para investigar el destino del conde Chamorin.

Los infortunios de Beresford

El 26 de marzo, Beresford descubrió que los franceses se habían retirado por completo más allá del río Guadiana, sin quedarse con nada al norte salvo la cabecera del puente y el fuerte San Cristóbal en Badajoz. Todas las fuentes coincidían en que tras descontar la guarnición de Badajoz, Mortier no podía tener más de 8.000, o como máximo 10.000 efectivos disponibles, por lo que no había razón para que Wellington ordenara echarlo de Extremadura, y sitiar Badajoz no debía realizarse.

En esas órdenes se ordenó particularmente que la fuerza expedicionaria cruzara el río Guadiana en Juromenha y construyera un puente en ese lugar, a solo unos km de la fuerte fortaleza de Elvas, base de su línea de comunicaciones. En consecuencia, la DI-2 y los portugueses de Hamilton marcharon hacia Elvas el día 26, dejando a Cole y la DI-4, todavía muy fatigados por su larga marcha, descansaron un día en el Campo Maior. No cabe duda de que si Beresford hubiera podido cruzar en Juromenha el 27 o 28 de marzo, habría obligado a los franceses a retirarse hacia el sur de inmediato, y podría haber invertido Badajoz, que todavía no estaba completamente reparado.

Pero empezaron a surgir una serie de obstáculos de lo más tediosos, de los que parece injusto culpar al comandante anglo-portugués. La primera y más fatal fue que la reserva de pontones españoles que, como le había dicho Wellington, se encontrarían en Elvas o Juromenha, no llegó. Solo se descubrieron 5 pontones que Imaz había guardado dos carruajes en Badajoz, y entonces estaban en manos de los franceses. Pero los 20 grandes pontones, como declararon los ingenieros, era el menor número que se necesitaba para cruzar el Guadiana. Se intentó buscar embarcaciones fluviales para superar los pontones. Pero por orden de Wellington, todos los barcos del río en muchos km habían sido destruidos cuando Soult entró en Extremadura en enero.

Se encargaron algunos pontones portugueses desde Lisboa, pero pasaría una semana más o menos antes de que pudieran ser transportados a través del Alentejo. Mientras tanto, el capitán Squire, el ingeniero encargado de la construcción del puente, se ofreció a colocar caballetes en la parte menos profunda del cauce del Guadiana en cualquiera de las orillas y amarrar los cinco pontones en el canal profundo en el medio para unirse a ellos. A esto Beresford asintió, y el 30 de marzo se eligió el lugar del puente, Squire prometió que todo se terminaría el 3 de abril, no podía terminarlo antes.

Sin embargo, la demora de una semana causada fue de menor importancia debido a otros contratiempos. No había provisiones preparadas para alimentar al ejército que debía cruzar el Guadiana. Las 200.000 raciones en Estremóz que Wellington le había prometido a Beresford, fueron consumidas por completo por los restos del ejército de Mendizábal, que había estado allí estacionado durante las últimas tres semanas. No había nada que cargar sobre las mulas y los carros de la fuerza expedicionaria; las tropas pasaban día tras día grandes dificultades, comieron las 8.000 raciones en Campo Maior y finalmente se vieron obligadas a consumir las provisiones de la guarnición de Elvas, que debían estar dedicadas a la defensa del pueblo.

Por último, y este fue quizás el más importante de todos, los zapatos de la DI-4, que había marchado ininterrumpidamente del 6 al 22 de marzo, primero a las líneas a Espinhal, y luego de Espinhal a Portalegre, estaban completamente gastados. Cole se negó a mover su división hasta que no se entregasen zapatos. No se pudo encontrar calzado en Elvas, y aunque se envió una requisa inmediata a Lisboa, el convoy que traía los zapatos obviamente tardaría una semana más o menos en llegar. Desde el 26 de marzo hasta el 3 de abril, Beresford se vio forzado a no moverse. Esta pérdida de 8 días fue aparentemente la razón por la que Badajoz no cayó en sus manos, pues las fortificaciones, que aún se encontraban en un peligroso estado de deterioro el 25 de marzo, eran prácticamente defendibles la segunda semana de abril. Las provisiones de la fortaleza eran más que suficientes, y la pequeña fuerza móvil de 8.000 hombres que estaba disponible para observar Beresford, vivía completamente en el campo.

La demora de Beresford en cruzar el Guadiana, por lo tanto, fue lamentable, pero aparentemente inevitable, y no parece haber razón para culparlo por ello. El 3 de abril, los ingenieros informaron que el puente de Juromenha estaría listo esa noche, y las 3 DIs se concentraban en la margen izquierda, el agua estaba baja y se había encontrado un vado difícil para la caballería sobre el puente, por el que pasó un escuadrón de dragones, y establecía una cadena de piquetes en el lado español. No se vieron franceses, aunque se descubrió que todavía tenían una guarnición en Olivenza, a solo 10 km de distancia.

Es difícil entender por qué no se intentó obstruir la construcción del puente de Beresford, los franceses tenían 5 regimientos de caballería en Extremadura y 6.000 infantes de la DI de Girard estaban disponibles para el servicio de campaña. Incluso un pequeño destacamento con algunos cañones habría hecho imposible que los ingenieros británicos completaran su trabajo. Mortier acababa de recibir órdenes de regresar a París, y el 26 de marzo había entregado el mando de todas las tropas del Guadiana a Latour-Maubourg, que era un buen general de división en el campo de batalla, pero no un buen estratega.

Según todos los informes, los jinetes que deberían haber estado al frente de Olivenza se dedicaban en este momento principalmente a rastrear los pueblos de Extremadura Central en busca de ganado y maíz, y escoltar lo que pudieran apoderarse de Badajoz y el campamento de la DI de Girard.

Todas sus maniobras durante el mes siguiente fueron débiles y confusas. Es imposible imaginar cómo sucedió que desde el 30 de marzo hasta el 7 de abril no se vio caballería francesa frente a Juromenha, y mucho menos fuerzas serias enviadas para perturbar la construcción del puente.

La mañana del 4 de marzo, cuando las tropas aliadas deberían haber cruzado el Guadiana, Beresford recibió la desagradable noticia de que el río había crecido un metro durante la noche, había barrido los caballetes y obligado a los ingenieros a retirar los cinco pontones. El escuadrón más allá del río quedó aislado del ejército y la comunicación con él solo se restableció durante el día, mediante la instalación de un puente volante compuesto por una balsa y una cuerda. El vado de caballería era, por supuesto, intransitable. A lo largo del 4 y el 5 de abril, el agua siguió subiendo, aparentemente por tormentas río arriba, porque no llovió en Juromenha.

La situación era exasperante en grado sumo. Los ingenieros, con todo su temple, finalmente convirtieron los 5 pontones españoles en dos puentes volantes unidos con cuerdas. En estos, un batallón de infantería pasó a través del río y se asentó en el otro lado. Más tarde ese mismo día, 5 de abril, llegaron desde Lisboa unos pequeños pontones de hojalata, y de ellos, ayudados por todos los toneles de vino de los pueblos vecinos, reunidos a toda prisa, se construyó un puente flotante capaz de permitir el paso de infantería. No estuvo listo hasta el mediodía del 6 de abril, pero por los dos puentes volantes pasaron toda la DI-2 y 3 Escons en la noche del 5 al 6 de abril.

Durante el 6 de abril, los portugueses de Hamilton pasaron con infinita lentitud por los puentes volantes; y cuando por fin se terminaron el puente de barricas y pontones, la DI-4 de Cole y la caballería de Long comenzaron a desfilar sobre él al anochecer, una operación tan tediosa que los últimos no cruzaron hasta el amanecer siguiente. Antes de que cruzaran todos, ocurrió un incidente lamentable; las patrullas avanzadas de caballería fueron formadas en la noche del 6 al 7 de abril por el EDL del mayor Morris del RDL-13. Debido al mal trabajo del estado-mayor en la colocación de las mismas, la guardia principal de este escuadrón fue sorprendida por la caballería francesa en el crepúsculo de la mañana, y fue capturada casi entera, 2 oficiales y 50 dragones fueron tomados. Los asaltantes descubrieron que habían entrado en el campamento de todo un ejército y se retiraron rápidamente antes de que pudieran ser alcanzados.

Por fin Latour-Maubourg había dado señales de vida; este reconocimiento había sido realizado por una columna volante de 3 regimientos de caballería y 4 BIs, al mando del general Veilland, enviados a Olivenza desde el campamento de la DI de Girard, con el tardío propósito de obstaculizar el paso de Beresford. Veilland informó a su jefe que el enemigo estaba al otro lado con tanta fuerza que no podía hacer nada.

La aparición de 20.000 hombres en la ribera española del Guadiana, tan al sur de Badajoz, colocó a Latour-Maubourg en una situación muy delicada, si permanecía 24 horas más en su campamento cercano a Badajoz, perdería sus comunicaciones con Andalucía; y podría ser empujado hacia el este por el Guadiana, fuera de contacto con Soult, y sin ninguna posibilidad de retirada salvo hacia el distante ejército del Centro. Incluso era posible que un rápido avance de los aliados lo condujera a Badajoz, lo último que deseaba. En consecuencia, se concentró en Albuera, 20 km al sur de esa fortaleza, como un movimiento preliminar, y se preparó para retroceder desde allí por la carretera hacia Llerena y Sierra Morena, donde preservaría y acortaría su línea de comunicación con Soult.

Asedio y toma de Olivenza (9 al 15 de abril de 1811)

Phillipon se quedó con 3.000 hombres en Badajoz, que estaba en condiciones de defensa y abastecido, y capaz de aguantar durante algunas semanas, hasta que llegaran refuerzos de Andalucía para su alivio. Con gran imprudencia, Latour-Maubourg dejó Olivenza guarnecida también; como se había demostrado en enero, era despreciable como fortaleza, incluso cuando estaba en manos de una gran fuerza, y el general francés colocó en ella solo un débil BI de menos de 400 hombres. Todavía estaban en las murallas los pocos cañones que se habían quitado a los españoles, no más de 15 estaban montados, y varias de ellas solo en carruajes improvisados.

Es difícil comprender por qué Latour-Maubourg eligió sacrificar un BI. En el mejor de los casos, Olivenza estando tan débilmente defendida, no podía resistir más de unos pocos días. Si Beresford hubiera intentado asaltarlo por escalada, cuando llegó por primera vez ante sus muros, sin duda lo habría logrado, ya que 400 hombres no podían defender los 5 km de perímetro del recinto contra un asalto en fuerza. Había algunos almacenes en el lugar, y un pequeño hospital de enfermos, que no se habían podido llevar. Pero posiblemente Latour-Maubourg simplemente quisiera ganar tiempo, pero el tiempo ganado era insignificante, Olivenza solo aguantó cinco días y podría haber caído mucho antes.

El tren y los cañones de Beresford se unieron a él más allá del río el 8 de marzo, y se trasladó a Olivenza el 9 de abril, en un orden de marcha listo para desplegarse en orden de batalla en caso de que Latour-Maubourg apareciera con su pequeña fuerza de campaña. La ciudad fue convocada a rendirse esa misma tarde, y cuando el gobernador se negó; la DI-4, todavía casi incapaz de moverse por falta de los zapatos que se esperaban diariamente de Lisboa; se vio obligada a sitiarla, con la ayuda de cañones pesados que debían ser llevados de Elvas, a solo 25 km de distancia.

Se desconocía la extrema debilidad de la guarnición, o el mariscal no habría perdido el tiempo ordenando que se hiciera un asedio regular. El resto del ejército vivaqueó en la carretera de Badajoz a pocos kilómetros más allá de Olivenza, y al día siguiente ocupó Valverde, y empujó su caballería hasta Albuera, cortando la carretera entre Badajoz y Sevilla. No se pudo encontrar ningún enemigo y se comprobó que la retaguardia de Latour-Maubourg estaba en Santa Marta, 16 km al sur, y el resto de sus tropas mucho más allá. Toda la infantería, menos la DI-4 estaba en Albuera, mientras que el grueso de la caballería marchaba para averiguar qué lejos hacia Latour estaba dispuesto a retirarse.

Toda la Extremadura Central, en todo caso, estaba entonces en manos de Beresford, y estaba en condiciones de cumplir las órdenes de Wellington de empujar al CE-V a Sierra Morena e investir Badajoz. De acuerdo con sus instrucciones, había visto a Castaños el 30 de marzo y acordó con él que los restos del antiguo ejército de Extremadura, entonces 1.000 caballos y 3.000 infantes, se unirían a la campaña. Castaños, que se mostró ansioso y servicial; prometió que su infantería tomaría el puente de Mérida y que, cuando estuviera ocupado; su caballería al mando de Penne Villemur, se uniría al movimiento para empujar a Latour-Maubourg a las montañas, operando en la carretera oriental (Mérida-Ribera-Usagre-Llerena); mientras que la caballería aliada tomaba la occidental (Albuera-Los Santos-Fuente Cantos-Monesterio). Estas promesas se cumplieron.

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Asedio y toma de Olivenza (9 al 15 de abril de 1811). Plano del asedio.

El asedio de Olivenza dio pocos problemas. La única dificultad fue la improvisación de un tren de asedio, incluso en la escala muy modesta requerida para lidiar con un lugar tan débil. Se invirtió el 9 de abril. El 10 de abril, el comandante Alexander Dickson de la artillería portuguesa y el capitán Squire de los ingenieros reconocieron el lugar y determinaron que el punto de partida adecuado para el ataque era una luneta en ruinas, fuera de las murallas. Era la misma que los franceses habían elegido como su primera base en enero. En la noche del 11 de abril, ese punto estuvo ocupado con la pérdida de un solo hombre, muerto por el fuego del enemigo.

Se construyó una batería para 6 cañones en el revellín en ruinas, pero las piezas, no llegaron hasta el 14 de abril. El puente de toneles en Juromenha era demasiado débil para soportarlos, y a sus municiones tuvieron que ser transportados en los puentes voladores. Los 6×24 cañones se colocaron en posición esa misma noche. Al amanecer abrieron y cuando habían disparado 70 rondas cada uno, mucho antes del mediodía, se abrió una brecha practicable en el bastión más cercano. Entonces el gobernador, viendo que soportar un asalto con su puñado de hombres era una locura, se rindió a discreción. Salió de la plaza con solo 9 oficiales y 357 soldados, entregando también 96 enfermos, y algunos comisarios y oficiales médicos. Se tomaron 15 cañones que resultaron prácticamente inútiles salvo para hacer ruido, porque no estaban fijadas en carruajes adecuados, sino en vigas y ruedas de carretas de bueyes. El gobernador merece algo de crédito por haber resistido 5 días; si los aliados hubieran sido conscientes de la debilidad de la guarnición, la habrían asaltado de inmediato por escalada.

Primer asedio aliado de Badajoz (16 de abril al 12 de mayo de 1811)

Llegada del ejército aliado

En la mañana del 16 de abril, Cole y la DI-4, que por fin habían recibido el tan necesario suministro de calzado, marcharon para unirse al resto del ejército. Se dejó una guarnición portuguesa en Olivenza, pero no había intención de retenerla si el enemigo volvía a aparecer. Era solo una trampa para hombres. Beresford podría haber invertido Badajoz, si hubiera querido hacerlo. Pero pensó que era mejor primero expulsar por completo a Latour-Maubourg de Extremadura y obligarle a cruzar Sierra Morena antes de iniciar el asedio.

La principal razón de su determinación era que estaba claro que se necesitarían una semana o diez días al menos para organizar un tren de asedio en Elvas, para el bombardeo y la ruptura de la fortaleza. Pensó que era más rentable usar ese intervalo, en empujar a los franceses lo más lejos posible de Badajoz, en lugar de sentarse ante la ciudad sin ningún propósito, y esperar la aparición del tren de asedio. Al parecer, fue una omisión por parte de Wellington no haber ordenado al general Leite, el gobernador de Elvas; que comenzara a hacer los preparativos para la reunión de un parque y la runión de un gran cuerpo de artilleros, el mismo día en que finalmente envió a Beresford a Extremadura el 16 de marzo. Pero esto no se había hecho, y no fue hasta el 18 de abril cuando el comandante Alexander Dickson, que ya había sabido lo que estaba disponible en Elvas mientras organizaba el pequeño tren necesario para la captura de Olivenza, recibió instrucciones de organizar uno mucho más grande para Badajoz.

Elvas, como resultaron las cosas, sí suministró los medios, pero los recursos de transporte que se encontraban allí eran muy limitados. La principal dificultad surgió del hecho de que su gobierno nunca había proporcionado a Wellington un tren de asedio. Al considerar la guerra en Portugal como esencialmente de carácter defensivo, las autoridades habían olvidado que podría haber episodios ofensivos, y que un gran tren de asedio podría ser necesario. El ejército británico en Portugal no poseía nada en el camino de la artillería, salvo las baterías ordinarias a caballos y de campaña, con sus cañones de 3, 6 y 9 libras. Cientos de hombres repartidos en las líneas de Lisboa durante el otoño anterior, no es que estuvieran destinados a tal servicio, eran partes de baterías incompletas o sin caballos, que no habían salido al campo cuando comenzó la campaña de 1810, y estaban esperando completar su equipo. El ejército británico en Portugal estaba absolutamente desprovisto de artillería de asedio. Las únicas piezas británicas de gran calibre utilizadas en la primavera de 1811 eran los cañones de los barcos prestados por el comandante del escuadrón en el Tajo.

Por lo tanto, para el trabajo que tenían ante ellos, los aliados tenían que depender por completo de lo que pudieran suministrar los arsenales portugueses. Pero todo lo que se podía encontrar en ellos estaba montado en los reductos de las líneas de Lisboa, salvo los enviados para fortalecer a Elvas, Abrantes y Peniche. Prácticamente todos los cañones de Portugal habían sido requisados hasta las piezas más antiguas e imperfectas. Los muros de Elvas eran un perfecto museo de artillería antigua: entre las piezas más pesadas, cuidadosamente ordenadas por su calibre y elegidas para el tren de asedio que iba a batir Badajoz, se veían no solo muchos cañones de 24 libras con 200 años. Aquellos que no eran tan antiguos eran principalmente piezas de principios del siglo XVIII, sin las mejoras posteriores inventadas por los artilleros científicos franceses de los días de Luis XV y Luis XVI: porque el arsenal de Lisboa había persistido en utilizar modelos antiguos mucho después de que se había eliminado en los países más grandes de Europa.

Los artilleros del asedio eran, por supuesto, principalmente portugueses, aunque algunos fueron seleccionados posteriormente de las compañías británicas de Lisboa. Los primeros empleados fueron tomados prestados de la guarnición de Elvas; comprendían un gran número de reclutas solo parcialmente entrenados, pero hicieron todo lo posible. Fueron los cañones, no los hombres, las que tuvieron la culpa, junto con la munición, para las balas de cañón portuguesas almacenadas, que databan de muy antiguo, y variaban mucho en tamaño. Dickson tuvo que clasificar cada convoy de en balas de 24 libras o 12 libras, algunos de los cuales eran bastante pequeños y otros bastante grandes, y distribuirlos en piezas particulares. Los viejos cañones de bronce del siglo XVII, que generalmente estaban desgastados por un uso prolongado, necesitaban una bala más grande, e incluso estos eran tan grandes en el orificio que las bolas encajaban flojamente. El impacto de tal disparo no era ni la mitad de lo que debería haber sido.

No es de extrañar que la artillería anglo-portuguesa diera un mal espectáculo en el primer asedio de Badajoz. Pero lo peor de todo fue el hecho de que el número de piezas era al principio demasiado pequeño, Elvas solo podía ahorrar una parte del armamento de sus muros, y no fue hasta que pasaron algunas semanas cuando los cañones, británicos y portugueses, pudieron llegar de Lisboa, y con ellos artilleros de ambas naciones. Pero 23 cañones y 400 artilleros fue todo lo que Dickson pudo reunir para el primer asedio, y no estuvieron listos hasta que terminó abril; de hecho, no fue un logro menor organizar un tren de asedio de cualquier tipo entre el 18 de abril y el 6 de mayo, con los recursos exclusivos de la fortaleza de Elvas.

Beresford empleó el espacio de tiempo antes de que el tren de asedio en Badajoz estuviera listo para despejar el sur de Extremadura del enemigo. Tras dejar una BRI de la DI-2 en Talavera Real, un BI de la Legión Lusitana (de la DI-4 de Cole) en Olivenza, y algunos escuadrones de caballería portuguesa alrededor del frente sur de Badajoz para vigilar la guarnición; el ejército aliado marchó hacia Santa Marta y Zafra, en la carretera de Sevilla. Avanzó con su propia caballería al frente, y los escuadrones españoles de Penne Villemur a la izquierda del 16 al 18 de abril. La mayor parte de la infantería no avanzó más, porque Latour-Maubourg se retiró a Sierra Morena ante el rumor de su aproximación. La caballería continuó la persecución, en Los Santos el 16 de abril, su unidad de vanguardia, el RDL-13, tuvo un enfrentamiento con la retaguardia francesa, el RH-2, y le derrotó con la pérdida de 3 oficiales y muchos hombres.

Después de esto Latour-Maubourg no se detuvo hasta que llegó a Guadalcanal, en el límite de Andalucía, evacuando Llerena y las demás localidades de la vertiente extremeña de las montañas el 19 de abril. Beresford dejó entonces su caballería británica en Zafra, y Penne Villemur en Llerena, para vigilar los pasos; mientras que retiraba sus DIs para hacerse cargo del sitio de Badajoz el 20 de abril, con la excepción de la brigada de Colborne, que fue enviado con algo caballería española para manifestarse contra Latour-Maubourg, y conducirlo aún más hacia el sur si mostraba signos de indecisión.

Mientras se llevaban a cabo estas operaciones, se produjo un breve e inesperado desvío en el extremo suroeste de Extremadura, fue provocado por la aparición de una columna francesa periférica en esa zona, que no tenía conexión con Latour-Maubourg. Cuando Soult regresó a Andalucía a mediados de marzo, su primer cuidado fue ahuyentar a Ballasteros y los demás destacamentos que habían estado amenazando a Sevilla en su ausencia. Regresaron al Condado de Niebla. Pero a finales de mes la situación se complicó con la noticia de que una expedición gaditana, la DI de Zayas, había desembarcado en Moguer, en la ría del río Tinto, y parecía a punto de unirse a Ballasteros. Si se hubiera realizado esa unión, la fuerza acumulada en el oeste habría sido demasiado grande para ser desatendida con seguridad. Por tanto, Soult envió al general Maransin y al príncipe de Aremberg, el primero con 7 BIs de la DI de Gazan y el segundo con 2 regimientos de caballería, para atacar a los españoles. Al acercarse esta columna de 4.500 hombres, Zayas volvió a embarcar, perdiendo 300 hombres de su retaguardia al hacerlo el 1 de abril.

Devolviendo su caballería y cañones, se lanzó a las colinas con su infantería y durante 12 días persiguió a Ballasteros arriba y abajo de los escarpados valles superiores del Odiel y el Río Tinto. El 12 de abril Ballasteros, empujado gradualmente hacia el norte, bajó a Fregenal, en la frontera de Extremadura, donde ofreció batalla, pero fue vencido y huyó a Jerez de los Caballeros. Maransin lo persiguió y llegó a ese lugar el 11 de abril, mientras Ballasteros se retiraba a Salvatierra de los Barros, no lejos de Santa Marta, y cerca del flanco del ejército de Beresford. Maransin, que durante mucho tiempo había estado aislado del contacto con otros destacamentos franceses, ignoraba por completo que se había topado con la vecindad de una fuerza británica y habría sido capturado o derrotado si se hubiera quedado un día más en Jerez.

Las cartas de Latour-Maubourg a Maransin, para advertirle de su peligro, fueron interceptadas por los guerrilleros y enviadas al campo británico. Pero un afrancesado, uno de los principales habitantes de Jerez, advirtió al general francés poco antes de que fuera demasiado tarde: y, abandonando apresuradamente su posición por la noche, Maransin se retiró a Andalucía vía Fregenal y Aracena, y finalmente se unió a Latour-Maubourg mediante un rodeo.

Ballasteros se quedó en Extremadura, y la fuerza aliada en esa provincia fue reforzada por sus 3.500 hombres. Pero esto no fue todo: la Regencia de Cádiz resolvió colocar un ejército considerable en esa dirección, su propia ciudad estaba más que ampliamente guarnecida y las expediciones al sur eran impopulares desde el fiasco que siguió a Barrosa. El 25 de abril el general Blake tomó las DIs de Zayas y Lardizábal que habían combatido en Barrosa, y desembarcó con ellas en Ayamonte, puerto en la desembocadura del Guadiana. Desde allí se trasladó a lo largo de la frontera portuguesa y se unió a Ballasteros cerca de Jeréz de los Caballeros aproximadamente 15 días después. Entre los 2 tenían más de 10.000 de infantería y alrededor de 800 de caballería, pero pocos cañones, porque Blake tenía dificultades para montar las baterías que había llevado con él, y dejó todas, excepto 6 piezas, en Ayamonte, para seguir cuando pudieran conseguir equipos.

La presencia de Blake no fue del todo un beneficio, ya que era independiente de Castaños, que comandaba el Quinto ejército o la antigua fuerza de Extremadura, y los dos generales eran antiguos rivales y no parecía probable que cooperaran con cordialidad. Pero si Soult iba a hacer su aparición para el alivio de Badajoz, era mejor que los aliados fueran lo más fuertes posible en el frente por el que debía atacar.

Sin embargo, antes de que Blake llegara a Extremadura, había comenzado la inversión de Badajoz. Lo dirigió el propio Wellington, que cayó repentinamente en medio de la campaña el día 20, cuando llegó a Elvas. Habiendo visto a Masséna retirarse a Salamanca y dividir su ejército en acantonamientos, consideró ahora que era seguro para él hacer la visita al sur que siempre había proyectado. Dejando Sabugal el 16 de abril, cruzó el país por Castello Branco y Niza y llegó a Elvas en la quinta noche. Al día siguiente, realizó un reconocimiento de Badajoz, escoltado por una brigada recién desembarcada en Lisboa, a la que había ordenado que se uniera a Beresford, los 2 BILs de Alten de la KGL.

El examen de las defensas de la fortaleza se realizó con algunas dificultades, porque en el momento en que Wellington rodeaba las murallas, un gran grupo de trabajadores de la guarnición, que había sido enviado a cortar madera en los bosques del sur, regresaba al lugar. Phillipon, el gobernador, pensando que la escolta de Wellington era un destacamento enviado para aislar a sus trabajadores, salió apresuradamente de la fortaleza con 3 BIs y barrió de la carretera a las 2 Cías de los alemanes que acompañaban al personal del cuartel general, con la pérdida de 50 a 60 hombres. El grupo de la salida se apresuró en regresar y entraron por la puerta antes de que pudiera llegar el cuerpo principal de la BRI de Alten.

Terminada esta interrupción, Wellington completó su recorrido por todo el circuito de Badajoz, al día siguiente, 23 de abril, emitió elaboradas órdenes a Beresford, relativas a la política que se observaría en Extremadura durante el asedio. Nunca había tenido la intención de quedarse más de unos días en el sur, para supervisar los asuntos, y el 25 de abril, un despacho recibido de Brent Spencer, el oficial superior que se fue con el ejército principal en el norte; informó de tal actividad de los franceses en esa dirección que cabalgó con fuerza hacia las fronteras de León, donde llegó el 29 de abril.

Las órdenes de Wellington

Las órdenes dictadas a Beresford rigieron todo el curso de la campaña en Extremadura durante el mes siguiente, y fueron de suma importancia. Wellington ordenó que el asedio de Badajoz se iniciara en el momento en que los cañones y el material estuvieran listos, pero advirtió a su colega que su inicio llevaría infaliblemente a Soult a aliviar la plaza, con todos los hombres disponibles que pudiera reunir en Andalucía. Era imposible calcular cuál sería la fuerza de su ejército si levantaba el sitio de Cádiz o evacuaba Granada, para poder llevar una fuerza muy grande con él. En el caso de que llegase, Beresford debía retirarse detrás del Guadiana y asumir una posición defensiva sobre el río Caya frente a Elvas. Si se le obliga a salir de allí, debe retirarse hasta Portalegre si es necesario.

Pero si Soult, como era más probable, se presentaba con una fuerza que no fuera absolutamente abrumadora en número; el mariscal Beresford consideraría y decidiría de acuerdo con la información del número de afectivos enemigos, y haciendo una suposición razonable del número de tropas españolas que podían cooperar con él. Si creía que sus fuerzas eran suficientes para librar una acción general para salvar el sitio de Badajoz, reunirá todas sus tropas para combatirlo. Le dijo que el lugar más céntrico y ventajoso para reunir las tropas sería Albuera. William Beresford, por lo tanto, fue autorizado a luchar o retirarse.


La cooperación de los españoles era el punto crucial. A menos que estuviera asegurado, Wellington consideró que Beresford debía asumir la actitud más cautelosa y defensiva. Si estuviera seguro, se podría seguir la política más audaz. Las líneas de acción de Wellington eran:

  1. (Castaños debía comprometerse a mantener la caballería de Villemur en Sierra Morena, observando de cerca a Latour-Maubourg, pero prohibiéndole entablar combate. Debía retirarse si lo presionan; la infantería del 5º ejército español debía permanecer en Mérida, donde estaba, pero debía estar preparada para unirse a Beresford si Soult invadió Extremadura.
  2. Ballasteros tomaría una posición similar en el otro flanco, con su cuartel general en Burguillos (cerca de Zafra) y sus puestos avanzados en Fregenal y Monesterio; si Soult avanzaba, se uniría a Beresford sin intentar luchar.
  3. Cuando el ejército de Blake hubiera desembarcado, debía pasar por el río Guadiana y tomar posición en Jerez de los Caballeros; ante cualquier alarma de Soult, iría como las otras tropas españolas, para unirse a Beresford de inmediato. Si estos arreglos funcionaban, al menos 15.000 españoles estarían en Albuera, la posición elegida, para ayudar a contener a Soult, el esquema funcionaría exactamente como lo había diseñado Wellington, y se reunió toda la fuerza.
  4. Por último, y esto era de suma importancia, cuando las fuerzas aliadas estuvieran concentradas, debían estar bajo un solo comandante y no trabajar con autoridad dividida y responsabilidad dividida, como había sido el caso de la campaña de Talavera de 1809. Respecto a Blake no podía haber dificultad, pues era de menor rango que Castaños, y este último había consentido en ponerse a disposición de Beresford cuando se encontraron en Juromenha el 30 de marzo.

Wellington, por lo tanto, como está claro, previó todo el curso de las operaciones posteriores, e incluso fijó el lugar exacto de batalla en el que se decidiría el destino del intento de Soult de relevar a Badajoz. El único punto que quedaba a la decisión de Beresford era si la fuerza del ejército francés era tal entidad que hiciera posible una resistencia exitosa.

En cuanto a los detalles del proyectado asedio de Badajoz, Wellington estableció una política igualmente clara. Todos los cañones y el material debían ser reunidos en Elvas, Campo Maior y Olivenza, y no moverse hasta que todo estuviera listo. Las principales comunicaciones del ejército iban a ser a través de un puente flotante que se construiría en la unión del Caya con el Guadiana, a 8 km por debajo de Badajoz y a 6 km de Elvas.

El puente permanente de Mérida y los puentes temporales de Juromenha serían recursos subsidiarios. Por último, y aquí estaba el punto más importante, el plan general a seguir era que los sitiadores redujeran primero las defensas periféricas de Badajoz, el fuerte San Cristóbal en la margen norte del Guadiana, el fuerte de las Pardaleras y el fuerte de Picurina en la margen sur. Solo cuando se hubiera tomado todos esos puntos, se iniciarían las operaciones contra la ciudad misma. Para citar el párrafo final del memorando de Wellington: “Cuando el ejército británico estuviera en posesión de San Cristóbal, Picurina y Pardaleras, el mariscal Beresford determinará el punto y el cuerpo que atacará”.

Inicio del asedio

No cabe duda de que todos los percances de los dos primeros asedios británicos de Badajoz tuvieron su origen en estas órdenes originales de Wellington, que fueron redactadas por consejo de su ingeniero jefe, el coronel Fletcher. El gran error fue elegir el fuerte casi inexpugnable de San Cristóbal como uno de los tres primeros puntos de ataque, y hacer depender todas las operaciones posteriores en su captura. Sin duda la posesión de esa fuerte e imponente obra haría segura la caída de Badajoz, ya que dominaba el castillo y todo el extremo norte de la ciudad. Pero era la parte más fuerte de todas las defensas, y cuando se toma en consideración el mal estado del anticuado tren de artillería a disposición de Beresford; y se recuerda que el asedio debía llevarse a cabo contrarreloj, es decir, con la esperanza de que pudiera concluirse antes de que Soult pudiera reunir una fuerza de alivio, estaba claro que San Cristóbal debería haber sido descartado.

Los demás puntos designados por Wellington, las Pardaleras y Picurina eran mucho más accesibles, y la captura de uno u otro habría acercado a los sitiadores a las murallas, aunque ninguno de ellos dominaba toda la ciudad de la misma manera que San Cristóbal. Los ingenieros ingleses, en lugar de concentrar sus esfuerzos en un solo punto, desperdiciaron su trabajo en tres puntos separados, lo que era tanto más imperdonable porque sabían que los recursos que sus compañeros de artillería tenían a su disposición eran de lo más inadecuados para un gran asedio.

El día de la partida de Wellington de Elvas cayó una fuerte lluvia y el Guadiana se elevó alto, no solo arrasando el puente de barricas en Juromenha, sino haciendo imposible el funcionamiento de los puentes volantes. Este era un asunto serio; no solo detuvo temporalmente las comunicaciones entre Elvas y el ejército, sino que planteó la cuestión de qué podría suceder si ocurriera una desgracia similar cuando Soult invadiera Extremadura. Porque si los puentes de Juromenha se rompían cuando los aliados se concentraran en Albuera, no tendrían línea de retirada solo un río intransitable detrás. Beresford, con esta posibilidad en sus ojos, ordenó que se estableciera una línea de comunicación alternativa vía Mérida, y envió allí una BRI de la DI-2 para reforzar a los españoles de Morillo, y un día después a toda la DI-4. El puente había sido construido en el punto seleccionado por Wellington, el lugar donde el Caya se une al Guadiana. Para entonces, los puentes de Juromenha estaban de nuevo en funcionamiento, pero estaba claro que sería un error confiarles toda la seguridad del ejército.

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Vista de Badajoz en 1811 desde el alto de San Cristobal. Autor Eugene Buttura.

El 5 de mayo, el coronel Fletcher y el comandante Alexander Dickson informaron a Beresford de que estaban preparados para el asedio de Badajoz: el primero tenía preparado su stock de plataformas, fascines y gaviones, y el segundo había organizado el primer convoy de artillería y municiones desde Elvas. El 6 de mayo, por tanto, la inversión de Badajoz en el lado sur del Guadiana fue completada por las BRIs británicas de Lumley y Alten y la BRI portuguesa de Fonseca; mientras que al día siguiente la BRI de Kemmis y el RI-17/P portugués (parte de la guarnición de Elvas) apareció frente al fuerte de San Cristóbal, y cerró en el lugar en la margen norte del río. El resto de la infantería acamparon como apoyo de la fuerza sitiadora en los bosques entre Badajoz y Albuera; pero la caballería aún permanecía en el sur de Extremadura; y la BRI de Colborne llevaba varios días (30 de abril al 11 de mayo) ejecutando un ataque demostrativo en Sierra Morena, con el objeto de mantener a Latour-Maubourg ocupado.

Esta última operación, debido al hábil manejo de Colborne de su columna de 2.000 infantes y 2 Escons uno español y otro portugués, había tenido mucho éxito. Al enterarse de la presencia de infantería británica en su frente, el general francés evacuó sus puestos en las alturas de las montañas de Guadalcanal, Fuente Ovejuna, Azuaga y Monesterio; y retrocedió hacia el sureste hacia Constantina por la carretera de Córdoba, abandonando la línea directa de retirada a Sevilla, que hasta entonces había cubierto. Colborne, después de limpiar todos estos lugares, extendió su marcha hacia el este en una zona inexplorada, y convocó al aislado castillo de Benalcázar, la única guarnición francesa que quedaba al norte de Sierra Morena. Cuando se negó a escuchar una citación, tuvo que abandonarlo, sin cañones de asedio ni tiempo que perder. De allí regresó por un recorrido por Campanario hasta Almendralejo, donde volvió a entrar en contacto con el ejército británico el 11 de mayo.

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Asedio aliado de Badajoz 1811. Plano del primer y segundo asedio. Autor Charles Oman.

Los primeros episodios del asedio de Badajoz no fueron muy alentadores para los sitiadores. El día 8 de abril, se abrieron trincheras frente a los tres puntos de ataque designados por Wellington, los fuertes Picurina y Pardaleras en el lado sur y San Cristóbal en el norte. En cada caso, la primera paralela se inició a unos 400 metros de las murallas. Dickson había reunido 14×24 cañones y 2×8 obuses para el trabajo en la margen izquierda; 5×24 cañones y 2 obuses para el ataque a San Cristóbal. Pero los resultados fueron decepcionantes: en las laderas pedregosas de San Cristóbal había poca tierra para excavar, y se encontraron con la roca a 7 centímetros de la superficie.

Al final de la excavación de la primera noche, la zanja no era más que una zanja poco profunda, y solo había una sección en la que unos 10 hombres podían trabajar a cubierto. El resto tenía que ser abandonado durante el día, porque el enemigo mantenía un fuego intenso, no solo desde el fuerte, sino desde la ciudadela al otro lado del río, cuya batería de flanco enfilaba la trinchera proyectada. 3 de los 9 oficiales de ingenieros presentes en ese frente murieron o resultaron heridos en las primeras 24 horas, y muchos de los trabajadores de la BRI de Kemmis y del RI-17/P portugués. Pronto se hizo evidente que las trincheras tendrían que construirse con tierra llevada a distancia y gaviones, en lugar de excavarse. Sin embargo, se esbozó una batería para los 5×24 cañones de Dickson y comenzó a ser visible para el enemigo.

En la noche del 10 de mayo, Phillipon envió un BI de reserva a San Cristóbal y realizó una salida contra las obras británicas. Penetró en las trincheras, pero fue expulsado después de una fuerte lucha por parte del grupo de cobertura. Pero, persiguiendo demasiado, los británicos cayeron bajo el fuego de los cañones de San Cristóbal y tuvieron que retirarse a sus trincheras con pérdidas lamentablemente elevadas. Al día siguiente se completó la batería, a pesar de un fuego mortal tanto del fuerte como del castillo, y se abrió fuego.

Pero estaba completamente dominada y antes de la noche 4 de sus 5 cañoneshabían sido dañados o desmontados. Tres oficiales ingenieros más resultaron heridos, dejando solo 3 sobrevivientes de los 9 originales. Se dice que la batería se abrió fuego antes de lo previsto, una falta de exceso de celo por parte del mayor portugués al mando. El propósito de Beresford había sido esperar a que estuvieran listos los otros ataques, contra la Picurina y las Pardaleras, antes de comenzar a bombardear a San Cristóbal. Estos ataques habían tenido menos dificultad, el terreno era más fácil de cavar, y en la tarde del 11 de mayo, las trincheras frente al fuerte Picurina estaban bien avanzadas, y la batería de 10 cañones se abrió sobre el fuerte con algunos, pero no grandes efectos.

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Primer asedio aliado de Badajoz (abril-mayo de 1811. Batería portuguesa que disponía de cañones muy anticuados. Autor Patrice Courcelle.

Levantamiento del asedio

Al ver tan mal el ataque de San Cristóbal, los ingenieros se dieron permiso para levantar una segunda batería en ese lado, más abajo del cerro, que estaba destinada a controlar el fuego de enfilada del otro lado del Guadiana. Se llevaron más cañones a la batería original, para reemplazar a las que habían sido dañadas. Pero ambas baterías fueron dominadas y maltratadas en la mañana del 12 de junio. Unas horas más tarde llegaron noticias del sur, enviadas por Ballasteros, de que los franceses estaban en movimiento desde Sevilla con un gran ejército de alivio y marchaban con fuerza a través de Sierra Morena, tal como esperaba Wellington; habían llegado a Santa Olalla el día de 11 de mayo y ya estaban en contacto con Latour-Maubourg.

Dado que su fuerza se estimaba en solo 23.000 hombres, no muy lejos de la cifra real, Beresford resolvió luchar, y envió solicitudes a Castaños, Ballasteros y Blake para que se concentraran en Albuera, el campo de batalla elegido por Wellington. Era una suerte que Blake estuviera en contacto cercano y disponible, había llegado a Fregenal el 9 de mayo y Barcarrota el 12, por lo que su llegada era segura, a menos que ocurriera algún incidente imprevisto. Sin su ayuda, habría sido una política dudosa esperar a Soult y arriesgarse a una acción general, pero con sus 10.000 hombres en línea, los aliados tendrían cerca de 35.000 hombres disponibles, si todas las unidades llegaban completas al campo.

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Primer asedio aliado de Badajoz (abril-mayo de 1811). Vista de asedio. Biblioteca Nacional de Portugal.

Mientras tanto, a la espera de la confirmación de la noticia del avance francés, los ingenieros de Beresford pidieron permiso para abrir otra paralela, y 1.400 hombres fueron asignados para iniciarla, cuando los detalles completos sobre el progreso de Soult estuvieron a mano. Había sido tan rápido que el Mariscal ordenó de inmediato que se suspendieran todas las operaciones de asedio, aunque los ingenieros intentaron persuadirlo de que arriesgara dos días más de trabajo, con la vana promesa de que se comprometerían a producir 2 brechas practicables en ese espacio de tiempo. Beresford se negó sabiamente a escucharlos y ordenó que todos los cañones y municiones fueran devueltas de inmediato a Elvas, junto con las provisiones de asedio que pudieran trasladarse fácilmente. Pero hubo que quemar la masa de gaviones y fascines, ya que serían beneficiosos para la guarnición y, sin duda, serían llevados a la ciudad si se dejaban intactos.

Las bajas totales de Beresford en ese tiempo mal gestionado del asedio, del 6 de mayo al 12 de mayo, habían sido 533 británicos y 200 portugueses, o 733 en total por la artillería o por las salidas. Casi todas las pérdidas británicas, salvo 7, se produjeron en la brigada de Kemmis de la DI-4, que estaba del lado de Cristóbal, y sufrió tanto en la construcción de trincheras como en la salida. Las bajas portuguesas fueron en parte en el RI-17/P, que actuó con Kemmis, en parte entre la artillería.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-08-13. Última modificacion 2023-08-13.
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