Guerras Napoleónicas Guerra de la Independencia (1811) Segundo asedio aliado de Badajoz (mayo-junio de 1811)

Antecedentes

El día en que se libró la batalla de Fuentes de Oñoro, Beresford, con los 20.000 hombres estaba punto de comenzar el asedio de Badajoz. Era seguro que esta empresa llevaría a Soult y su ejército de Andalucía al socorro de la fortaleza. Dejando cerca de 30.000 hombres entre los ríos Dos Casas y la Coa, para proteger la frontera portuguesa y vigilar la reparación de Almeida, Wellington pudo marchar para unirse al ejército de Extremadura con el resto de su ejército. Pensó que podía ir con 2 DIs, y eligió la DI-3 y la DI-7. Si marchaba rápidamente a través del Beira con esta fuerza, podría llegar a tiempo para unirse a Beresford para la batalla contra Soult, que era inevitable. Podría tener lugar al sur del Guadiana, si el mariscal francés hubiera retrasado su avance, o al norte, si hubiera subido con gran fuerza y hubiera obligado a Beresford a retroceder hacia Elvas y abandonar el sitio de Badajoz. Pero en cualquier caso, el ejército de Beresford, reforzado por 10.000 hombres, sería lo suficientemente fuerte para vencer a Soult.

La única contingencia posible a temer era que el duque de Dalmacia abandonara Granada y las Líneas antes que Cádiz, concentrara 50.000 hombres y dejara que Andalucía se defendiera por sí misma mientras él marchaba sobre Badajoz. Wellington juzgó, y con razón, que era muy improbable que hiciera este movimiento desesperado y evacuara las tres cuartas partes de su virreinato, para salvar Badajoz. Beresford tenía 20.000 anglo-portugueses, 10.000 más venían de Beira, y había que tener en cuenta a los españoles de Blake y de Castaños. Soult se enfrentaría a 45.000 hombres y no podría evitar que prosiguiera el asedio de Badajoz. Si se podía tomar el lugar con prontitud, no habría tiempo para que llegaran refuerzos al mariscal del ejército de Portugal o del ejército del Centro, y si finalmente decidía reunir más fuerzas de Andalucía, debía abandonar el reino de Granada o las líneas de Cádiz, o ambas. Obligarlo a renunciar a cualquiera de estos puntos sería un gran fin en sí mismo y una recompensa suficiente para una campaña exitosa.

Por otro lado, una unión entre los ejércitos de Andalucía y Portugal, con la ayuda de Bessières y el ejército del Centro, sin duda podían reunir 80.000 hombres. Por tanto, si se pudiera tomar Badajoz en un mes, se podría lograr un gran éxito. Pero si el asedio se prolongara durante ese tiempo, el enemigo podría concentrar tal fuerza que la empresa podría volverse impracticable.

Llegada de Wellington a Badajoz

La guarnición de Almeida había escapado la noche del 10 al 11 de mayo, el ejército francés se había retirado más allá de Ciudad Rodrigo y se había dispersado en acantonamientos el 12 de mayo. Ya en la mañana del 14 de mayo partió la columna británica con destino a Extremadura. Constaba de la DI-3 y la DI-7 británicas, con la artillería adscrita a ellas. Con el fin de proporcionar caballería para el reconocimiento y la exploración, se adjuntó el RH-2 de la KGL. La ruta pasaba por Castello Branco, el barco-puente de Villa Velha, Niza y Portalegre. Picton llegó a Campo Mayor, en las inmediaciones de Badajoz, el 24 de mayo, tras haber tardado 10 días en atravesar el rincón más accidentado y menos poblado de Portugal. El promedio de marcha había sido de 24 km al día, un ritmo excelente cuando se toma en consideración el carácter de los caminos.

El propio Wellington partió de Villar Formoso dos días después de la salida de las tropas, el 16 de mayo, y cabalgando llegó a Elvas la tarde del 19 de mayo. Antes de abandonar la línea del Águeda, redactó elaboradas instrucciones para Brent Spencer, que quedó, como de costumbre, a cargo del ejército en la frontera norte. La fuerza encomendada a Spencer consistía en las DIs 1, 5, 6 y la DIL, las BRIs portuguesas de Pack y Ashworth, y la caballería de Slade, Arentschildt y Barbaçena, en total unos 26.000 infantes y 1.800 caballos. De momento iba a mantener la línea del Azaba, frente a Ciudad Rodrigo, con sus puestos avanzados. Las divisiones debían acantonarse entre Almeida y Nava de Aver, para que pudieran concentrarse en un solo día. Si el enemigo avanzaba con una fuerza numerosa, como si pretendiera una invasión seria, Almeida debía ser evacuado, ya que sería imposible que las reparaciones de sus murallas en ruinas hacían insostenible el lugar. El ejército debía retroceder, no hacia el oeste, hacia Almeida y Guarda, sino hacia el sur, primero a la posición delante de Alfayates que ya había sido señalizada en abril, luego a una segunda posición en Aldea Velha y Rendo, luego a una tercera más allá de la Coa. En caso de que Marmont avanzara aún más, la línea de retirada sería de Sabugal a Belmonte, y finalmente por la carretera de montaña de la Estrada Nova hacia el Zezere.

Justo antes de emprender su marcha de Villar Formoso a Elvas Wellington recibió los despachos de Beresford del 12 de mayo, en los que le informaban que Soult se encontraba en marcha desde Sevilla para relevar a Badajoz, y que, según las instrucciones que le habían dado. Dado, el ejército aliado de Extremadura pelearía contra él, si no fuera demasiado fuerte para ser entrometido. Fue la noticia de que la batalla era inminente lo que hizo que el comandante en jefe acelerara el paso a 80 km al día, con la esperanza de llegar a tiempo para hacerse cargo de las tropas en persona. Galopó adelante, y en la mañana del 19 escuchó, entre Niza y Elvas, que había habido lugar la batalla de Albuera el 16 de mayo, y que Soult había sido rechazado.

La situación militar que encontró el 19 de mayo, Wellington se declaró satisfecho. La DI portuguesa de Hamilton había reinvertido Badajoz el día anterior. Soult estaba en plena retirada, con la caballería aliada persiguiéndolo. No estaba claro si retrocedería en Sevilla o se detendría en la línea de Sierra Morena; pero de todos modos, no podría dar problemas durante algunas semanas, y solo se volvería peligroso si era reforzado con fuerzas de Sebastiani y Víctor, o si evacuaba las Líneas de Cádiz y Granada. Wellington creyó con razón, que prefería pedir ayuda a sus vecinos, y tardaría mucho tiempo en llegar refuerzos del ejército de Portugal o de Madrid. Estimaba que disponía de un mes.

Lo primero que era necesario era empujar a Soult lo más lejos posible, y del 20 al 26 Beresford se dedicó a perseguirlo. Al principio, solo la caballería estaba disponible para la persecución, la DI portuguesa de Hamilton había sido enviada de regreso a Badajoz; a la DI-2 y a la DI-4 se les permitió cinco días de reposo en el campo de batalla de Albuera. No solo estaban absolutamente agotados, sino que todo el tren de transporte se dedicó a la desgarradora tarea de enviar a Elvas convoy tras convoy de heridos británicos. Los franceses, de los que no se recogió a los últimos hasta tres días después de la batalla, fueron apiñados en un hospital improvisado en la aldea de Albuera, donde sufrieron mucho por falta de cirujanos. Habría sido posible enviar al ejército de Blake para apoyar a la caballería británica si hubiera tenido provisiones, pero informó que sus hombres estaban hambrientos y que debía dispersarlos para conseguir comida; en consecuencia fueron enviados a Almendral, Barcarrota y los pueblos vecinos, para recoger provisiones lo mejor que pudieran.

Mientras tanto, Soult retrocedió lentamente, obstaculizado por sus inmensos convoyes de heridos. El 20 de mayo, se retiró de Solana a Almendralejo y Azeuchal, el 21 a Villafranca y Fuente del Maestre; el 22 de mayo estaba en marcha por Usagre y Llerena, por lo que era evidente que se retiraba a Sierra Morena por la Llerena y no por la carretera del Monesterio. Fue solo en este último día cuando la infantería de Beresford pudo avanzar en apoyo de la avanzada de caballería, que había estado siguiendo con cautela la pista de Soult.

Las divisiones de Albuera eran tristes ruinas de lo que habían sido antes: la DI-2 solo tenía 2.500 efectivos en sus 3 BRIs, la DI-4 unos 2.200 británicos y 2.500 portugueses, la BRI alemana de Alten tenía menos de 1.000 hombres, por lo que el total no superaba los 8.000 hombres. Pero a Blake se le pidió que avanzara sobre Feria y Zafra, paralelamente al avance de la columna británica, y así lo hizo, habiendo recogido provisiones para varios días en sus acantonamientos. Toda la fuerza era suficiente para hacer retroceder a Soult, ya que sus tropas estaban con la moral muy baja, y no ascendían a más de 13.000 a 14.000 hombres; pues se había visto obligado a destacar una BRI al mando de Gazan para escoltar a su inmensa fila de heridos a Sevilla. Pero la infantería aliada nunca encontró a los franceses en retirada; cuando llegó a Villalba y Fuente del Maestre, Soult estaba en Llerena, 50 km más adelante.

Batalla de Usagre (25 de mayo de 1811)

El último día de su retirada estuvo marcado por una vigorosa acción de caballería, la más satisfactoria en su género que había realizado la caballería británica en la Península. Habiendo llegado a Llerena, donde pretendía detenerse si se le permitía, Soult decidió averiguar cuál era la fuerza que lo perseguía, y más especialmente si iba acompañada de infantería. Dio instrucciones a Latour-Maubourg para que retrocediera, atacara a la caballería aliada y lo empujara sobre sus apoyos.

En consecuencia, el general de caballería francés tomó las 4 brigadas: BRD de Bron (RD-4, RD-20 y RD-26), BRD de Bouvier (RD-14, RD-17 y RD-27), BRCL de Vinot (RH-2 y RC-27 de cazadores), y BRCL de Briche (RH-10 y RC-21 de cazadores), y una Bía a caballo, unos 3.000 efectivos en total, y comenzó a avanzar por la carretera. Encontró en el pueblo de Villagarcía de la Torre (Badajoz) las patrullas avanzadas aliadas, compuestas por españoles de Penne Villemur, las expulsó y las persiguió durante 8 km, hasta llegar al pueblo de Usagre, donde vislumbró apoyos en posición. Había llegado contra el cuerpo principal de la caballería aliada, aunque no podía distinguir ni sus efectivos ni sus intenciones.

El general Lumley que mandaba la caballería aliada, se había puesto a la defensiva. Tenía consigo su BRD británica con 980 efectivos (RD-3 de Guardias, el RD-4 y el RDL-13), la BRC portuguesa de Otway con unos 1.000 efectivos (RC-1, RC-7,1 EC/5 y 1 EC/8), y un destacamento español de Penne-Villemur de unos 300, unos 2.200 efectivos en total; por lo que su posición era peligrosa. Pero el campo de batalla era propicio.

El pueblo de Usagre se encuentra aproximadamente a 95 km al sudeste de Badajoz, a 75 km de La Albuera y a 20 km de Llerena. El terreno tiene un desnivel bastante suave, comprendido entre 390 y 620 metros de altitud, y está atravesado por un arroyo que discurre por un profundo barranco. Usagre se encuentra en la margen sur del arroyo, que desemboca en un barranco bien marcado; en la orilla norte hay dos alturas onduladas a unos cientos de metros del arroyo, con una clara línea del horizonte. Las tropas colocadas detrás de las alturas no eran visibles para un enemigo que se dirigiera a la ciudad, y los franceses, si deseaban atacar, tendrían que pasar en un frente estrecho, primero a través de la calle principal de Usagre y luego a través del puente.

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Batalla de Usagre (25 de mayo de 1811). Zona de Usegre y Badajoz. Autor Manuel FVG Mourão.

Al enterarse de la aproximación de Latour-Maubourg, Lumley envió al RDL-13 para cruzar el vado aguas arriba de Usagre y la BRC portuguesa de Otway aguas abajo a través del barranco a la izquierda de la ciudad, los españoles de Penne Villemur delante del pueblo. Los dragones pesados permanecieron frente al pueblo, detrás de la línea del horizonte, con la batería de Lefebure, custodiando la carretera. Ambas fuerzas de flanqueo informaron que el enemigo venía por el camino con gran fuerza; a Lumley le dijeron que se habían contado 13 regimientos, aunque en realidad solo había 10. Por lo tanto, ordenó a Otway que volvieran a cruzar el arroyo por sus vados, lo que hicieron sin pérdidas, y que vigilaran estos pasos, mientras se mantenían bien cubiertos detrás de la línea del horizonte.

Latour-Maubourg llegó a Usagre y expulsó a los españoles, que cruzaron el puente. No podía distinguir la entidad e intenciones de los aliados del otro lado de la ría; solo había visto claramente a las patrullas españolas que había expulsado de Usagre; pero los escuadrones del RDL-13 y los portugueses de Otway no habían pasado desapercibidos del todo, aunque se retiraron pronto, por lo que se dio cuenta de que una fuerza hostil de cierta fuerza se encontraba detrás de las alturas. Por lo tanto, resolvió no avanzar a Usagre a lo largo de la carretera principal a través del puente; mandó asentar la batería y hacer fuego contra las fuerzas al otro lado del puente, que fue contestado por la Bía a caballo de Lefebure, que se mantuvo firme, a pesar de tener menos cañones y más pequeños.

Mientras envió la BRCL de Briche con órdenes de ir a la derecha, corriente abajo, y pasar el río por el vado que los portugueses de Otway habían sido vistos usando en su retirada. Los cazadores deberían tener tiempo para situarse en el flanco de Lumley. Briche recorrió 1,5 km a lo largo del río y encontró el vado; pero Otway lo estaba custodiando, y no quiso intentar el paso frente a un enemigo en posición. Por lo que se alejó un poco más, buscando un paso practicable y sin vigilancia; pero las orillas se volvían cada vez más empinadas a medida que cabalgaba hacia el norte, y descubrió que estaba perdiendo tiempo. Estuvo mucho tiempo ausente y, al parecer, cometió la inexcusable falta de no enviar ningún informe que explicara su prolongada demora.

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Batalla de Usagre (25 de mayo de 1811). Despliegue de fuerzas. Autor John Fawkes.

Después de esperar más de una hora, Latour-Maubourg se impacientó y cayó en un error militar igualmente grave. Dando por sentado que los cazadores debían haber ocupado las posiciones designadas, ordenó a su DD que salieran de la ciudad y cruzaran el arroyo por el puente. La BRD de Bron lideró el ataque; el RD-4 y el RD-20, trotaron sobre el puente y desplegaron al otro lado, delante tenían una pendiente ascendente, para cubrir el paso del resto de la división. El RD-26, estaba cruzando el puente, cuando de repente toda la línea al frente se cubrió con una larga fila de jinetes que cargaban hacia abajo. Lumley había esperado hasta el momento propicio y había atrapado a su enemigo en una trampa, con un tercio de su fuerza a través del agua y el resto atascado en el puente y la calle.

El RD-4 británico cargó de frente Bron, mientras que el RD-3 de Guardias cargaba por el flanco derecho, mientras que los portugueses de Madden y los españoles de Penne Villemur cargaron por el flanco izquierdo. Los RD-4 y RD-20 franceses desplegados fueron empujados hacia atrás contra el RD-26 que salía del puente, y los tres RDs cayeron en la más lamentable confusión. Los aliados penetraron en la masa y la rompieron en pedazos, con una gran matanza. Los supervivientes, incapaces de pasar por el puente obstruido, se dispersaron a derecha e izquierda, a lo largo de las orillas del arroyo, donde fueron perseguidos. Latour-Maubourg no pudo hacer más que desmontar el RD principal de su segunda brigada y hacerlos disparar desde las casas a lo largo de la orilla del agua, mientras 4 cañones de artillería a caballo abrían fuego sobre los aliados.

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Batalla de Usagre (25 de mayo de 1811). Dragones franceses desmontados. Autor Edouard Detaille.

Los cañones fueron silenciados rápidamente por la batería de Lefebure, que Lumley había puesto en acción en la pendiente de arriba, y Latour-Maubourg tuvo que presenciar la destrucción de la brigada de Bron sin poder brindar una ayuda efectiva. Los supervivientes de la BRD de Bron finalmente regresaron a través del río, poniendo fin a la batalla. Más de 250 dragones murieron o resultaron heridos, y 6 oficiales, incluido el coronel del RD-4, con 72 hombres fueron hechos prisioneros a lo largo de las orillas del arroyo, donde fueron perseguidos. Las pérdidas británicas fueron insignificantes, no más de 20 soldados. Lumley no hizo ningún intento de atacar la ciudad de Usagre, que de hecho habría sido una locura, y se alejó tranquilamente con sus prisioneros. Latour-Maubourg envió a llamar a Briche y permaneció detenido en su lado del arroyo hasta la noche.

En Usagre, los dos ejércitos trazaron su línea de demarcación durante casi un mes. Soult se detuvo en Llerena, ya que descubrió que no había que presionarlo; su avanzada caballería continuó sosteniendo Usagre y Monesterio, en los dos caminos de Badajoz y Sevilla. Beresford, por orden de Wellington, no avanzó más, no se pretendía invadir Andalucía o arriesgar una segunda batalla con Soult. La caballería formaba una línea desde Hinojosa a Fuente Cantos, de cara a los franceses, los anglo-portugueses formando la izquierda, los españoles a la derecha de la pantalla. Parte de la infantería de Blake subió a Zafra en apoyo, pero el cuerpo principal permaneció más atrás, cerca de Santa Marta y Barcarrota.

La DI-2 y DI-4 británicas se situaron más atrás, en Almendralejo y los pueblos vecinos, con el grueso de la caballería de Lumley frente a ellos en Ribera, en apoyo de la mitad izquierda de la cobertura, que sus escuadrones avanzados guarnecían. El 27 de mayo Beresford cedió el mando del ejército separado de Extremadura, que se había fusionado en una unidad más grande cuando la DI-3 y la DI-7 británicas llegaron a Campo Mayor. Wellington había anunciado su intención de asumir el cargo permanente de la fuerza en el sur, que en adelante se consideraría como el ejército principal y la sede del cuartel general, mientras que las 4 DIs de Spencer en la frontera de León serían consideradas como la fuerza subsidiaria.

Inicio del asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio)

Rowland Hill había desembarcado en Lisboa el 24 de mayo y se dirigía al frente para reanudar el mando de la DI-2. No solo se hizo cargo de su propia división, sino de todo el ala del ejército que estaba destacada al sur. La fuerza puesta a su disposición para observar a Soult y cubrir la el asedio de Badajoz, tenía a su cargo la DI-2 y DI-4 británicas, la BRI alemana de Alten y la caballería de Grey y Madden, en total unos 10.000 hombres. Llegó a Elvas el 31 de mayo, y después se dirigió para establecerse en Almendralejo. Wellington sintió un grado de seguridad que no había conocido durante meses, estaba seguro de que no se arriesgaría nada, que no habría retrasos ni errores, mientras ese viejo general, alegre y decidido, ídolo de sus tropas, que lo llamaba con cariño “Daddy Hill”, estuviera a cargo del cuerpo de cobertura.

Mientras tanto, el propio Wellington se encargó de las operaciones de asedio y empleó en ellas a las tropas que había llevado de Beira, la DI-3 y la DI-7, junto con la DI portuguesas de Hamilton y Collins. El total, incluidos unos 700 artilleros británicos y portugueses, principalmente las mismas compañías que habían servido en el asedio de Beresford, estaba formado por unos 14.000 hombres, una fuerza incluso menor que la con la que Soult había atacado Badajoz en enero. Pero el mariscal francés había tenido que lidiar con una guarnición de 9.000 hombres, mientras que el general Phillipon, el ingenioso gobernador estaba a cargo de la plaza, tenía poco más de 3.000, una diferencia que hacía que la posición de Wellington fuera mucho más ventajosa que la de Soult.

La caballería que había bajado de Beira junto con Picton, el RH-2 KGL, fue enviado a unirse al resto de la caballería, y pasó a formar una nueva brigada, siendo unido al RDL-13 que hasta entonces era independiente. Para el 1 de junio llegó el RDL-11, que también fue a unirse a Lumley, de modo que la caballería británica en Extremadura pasó de 3 a 6 regimientos durante el verano en 2 brigadas.

Sin embargo, había dos deficiencias que hicieron que la tarea de Wellington de sitiar Badajoz fuera difícil, su material de artillería, aunque no tan ridículamente inadecuado como el de Beresford durante el primer asedio, era todavía absolutamente insuficiente. Y a esto hay que añadir que sus oficiales ingenieros eran todavía pocos y poco expertos en su arte. Repitieron los mismos errores que se habían visto en los primeros días de mayo.

Fueron los errores de cálculo de los ingenieros (presumiblemente el coronel Fletcher era la persona responsable, como principal asesor técnico de Wellington), más que la deplorable debilidad de los recursos de artillería, lo que hizo que el segundo asedio británico de Badajoz fuera tan desastroso como el primero. Despreciados por las vivencias de la primera semana de mayo, los ingenieros aconsejaron a Wellington que dirigiera sus esfuerzos contra los dos puntos más fuertes de las defensas: el cerro rocoso coronado por el fuerte de San Cristóbal en una orilla del Guadiana, y el Castillo en su empinada pendiente sobre la otra.

Los argumentos utilizados parecen haber sido los mismos que anteriormente, dado que el tiempo era limitado, era necesario atacar en los puntos más decisivos. Si San Cristóbal o el Castillo pudieran ser asaltados y tomados, el resto de la fortaleza sería dominada y se volvería insostenible. Tanto el Castillo como San Cristóbal, formaban defensas independientes, que podrían resistir mucho después de que el recinto hubiera tomado. Además, se insistió, San Cristóbal era un fuerte aislado, que no podía recibir ayuda de los fuegos de flanco de otras obras, salvo algunos cañones en el Castillo; su otro vecino, el fuerte en la cabecera del puente, era demasiado bajo para ser de ayuda.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Llegada de los aliados. Basado en el dibujo del capitán Elliot.

Prácticamente la única diferencia entre los planes de los ingenieros para el primer y el segundo asedio de Badajoz era que en el segundo se prestaría más atención al ataque en el lado sur. Toda la fuerza de los sitiadores no se concentraría en San Cristóbal, como había sido a principios de mayo. Se hizo un intento serio de romper el Castillo, no una mera demostración o un falso ataque. Sin embargo, como resultaron las cosas, todo el estrés del trabajo recayó una vez más sobre el frente de San Cristóbal, donde se realizaron y repelieron dos salidas desesperadas, mientras que en el frente del Castillo las cosas nunca llegaron al punto de un intento de asalto.

Dos peculiaridades geológicas del terreno fueron fatales para el éxito: la primera fue que en San Cristóbal tierra es tan poco profunda, que era imposible cavar trincheras adecuadas. La segunda es que el cerro del Castillo está compuesto por una piedra arcillosa que no se desmorona, por muy golpeada que sea, y que la muralla allí era simplemente un frente del terreno. Sus piedras podían estar derribadas, pero la ladera permanecía firme cuando las piedras habían caído y permanecería inaccesible.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Llegada de los aliados (A). Basado en el dibujo del capitán Elliot.

Aunque el bloqueo se había reanudado el 18 de mayo, el propio asedio no se reanudó hasta algunos días después, ya que las tropas de Beira que lo iban a realizar no se levantaron hasta pasada una semana. El 25 de mayo llegó la DI de Houston procedente de Campo Maior y tomó posición en las alturas más allá de San Cristóbal; allí se les unió el RI-27 portugués de la guarnición de Elvas, y se asignaron dos RIs de la milicia del Algarve (Tavira y Lagos) para el transporte y el servicio de convoyes entre las trincheras y Elvas. Picton y la DI-3 llegaron dos días después el 27 de mayo, cruzaron el Guadiana por el vado sobre la ciudad y se unieron a los portugueses de Hamilton en la orilla sur. Una llegada anterior de las DIs de Beira no habría sido de gran utilidad, ya que solo el día 29 el coronel Alexander Dickson, a quien una vez más se le había confiado los trabajos de artillería, había enviado su gran convoy de cañones desde Elvas.

Esta vez, el infatigable oficial había reunido un tren de asedio dos veces más grande que el que había preparado para Beresford cuatro semanas antes; había 46 cañones en total en vez de 23 como en el anterior asedio. Pero, lamentablemente, las piezas eran las mismas que las utilizadas en el primer asedio, o sus iguales en antigüedad y defectos. La gran mayoría eran los viejos cañones de latón de 24 lbs del siglo XVII que ya habían causado tantos problemas por su irregularidad de calibre, su tendencia a inclinarse cuando se usaban mucho. Los 6 cañones de hierro, ordenados desde Lisboa, solo llegaron cuando el asedio estaba muy avanzado, y fueron las únicas armas de eficacia real con las que se proporcionó a Dickson.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Artillería británica. Autor Brian Delf.

Para ayudar a los 21 ingenieros en el lugar, 11 oficiales de los BIs fueron habilitados como ingenieros auxiliares, mientras que los 25 ingenieros militares debían entrenar a 250 soldados seleccionados de las DI-3 y DI-7, para actuar como carpinteros, mineros y zapadores. El trabajo de estos aficionados, como era de esperar, no fue muy satisfactorio, y la fabricación de sus gaviones y fascines dejaba mucho que desear.

El 29 de mayo, se iniciaron los trabajos de asedio con la apertura de las viejas trincheras frente al fuerte de Pardaleras, que los franceses habían llenado durante la batalla de Albuera. Esto se hizo simplemente para desviar la atención de la guarnición de los puntos reales de ataque, ya que no había intención de acercarse al lugar desde el sur.

En la noche del 30 de mayo, comenzó el trabajo serio. En el lado del Castillo, 1.600 hombres de la DI-3 iniciaron al anochecer una larga trinchera, en el mismo terreno que había sido excavado durante el primer asedio, y tres aproximaciones en zigzag desde la retaguardia. Esta trinchera, la primera paralela, estaba a no menos de 800 metros del Castillo. La atención del enemigo se centró tanto en otros puntos, y el suelo era tan blando, que al amanecer se había formado una trinchera de 1.000 metros de largo, con un parapeto de un metro de alto y una profundidad de un metro, las trincheras de aproximación estaban muy avanzadas.

En San Cristóbal, en el otro ataque, todo era muy diferente. El terreno elegido para la primera paralela fue, debido a las exigencias del contorno del cerro, a solo 400 metros del fuerte. Los grupos de trabajo fueron descubiertos de inmediato, y un fuerte fuego fue dirigido contra ellos, no solo desde San Cristóbal, sino desde el Castillo, al otro lado del río. Se descubrió que no había suelo para excavar; lo poco que existía se había utilizado para construir las viejas trincheras del primer asedio, y el gobernador francés, durante sus días de respiro, del 15 al 18 de mayo, había ordenado ingeniosamente que toda esa tierra fuera llevada y arrojada por el empinado hacia el río. Todo lo que se podía hacer era colocar una hilera de gaviones a lo largo de la línea prevista de trinchera y comenzar a sacar tierra desde abajo para rellenarlos. A la luz del día no se levantaron más de 0,7 metros de tierra a lo largo de los puntos más importantes de la paralela, donde se pretendía colocar 3 Bías. El fuego enemigo pronto derribó los gaviones y los grupos de trabajo tuvieron que retirarse de gran parte del frente. Prácticamente no se ha logrado nada y había tenido muchas bajas.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Vista de los trabajos de asedio. Autor Thomas Staunton Saint-Clair según un grabado de Charles Turner.

Las cosas siguieron sucediendo de la misma manera durante los días siguientes. La paralela opuesta al Castillo se completó fácilmente con pocas pérdidas; una gran batería para 20 piezas (16×24 de latón y 4 obuses) fue preparada en medio de la paralela, y recibió sus piezas, la noche del 2 al 3 de junio. No se hizo ningún intento de iniciar una segunda paralela más cerca del Castillo, desde el cual podría ser golpeado a corta distancia. Por otro lado, el ataque de San Cristóbal enfrentó desgarradoras dificultades por la falta de suelo; la pantalla de gaviones fue derribada, las dos baterías frente al fuerte avanzaron poco, y lo único que se completó fue una tercera batería, en el borde extremo de la colina, que estaba lo suficientemente lejos para escapar de la destrucción, pero también demasiado lejos (1.200 metros) para hacer mucho daño.

Parecía tan desesperado trabajar en la roca desnuda que Wellington ordenó que se compraran sacos de lana por valor de 400 libras esterlinas en Elvas, y cuando estos fueron colocados, resultaron eficaces contra los disparos, y se pudo hacer un buen comienzo en el parapeto. Pero los franceses siguieron lanzando proyectiles, de morteros desde el Castillo contra los grupos de trabajo, con gran precisión, y las bajas fueron muchas. El 2 de junio se habían levantado por fin dos baterías pequeñas, para 5 y 8 piezas respectivamente, a unos 450 metros del fuerte, y una tercera detrás de ellas, en apoyo, para 4 cañones más, que iban a disparar por encima de la paralela.

A las 09:30 horas del 3 de junio las baterías de ambos abrieron fuego contra los objetivos elegidos. El fuego fue al principio fue poco eficaz, debido al comportamiento excéntrico de los viejos cañones de bronce, que cada uno tenía sus propias deficiencias. A medida que los artilleros empezaron a aprender los defectos y aplicar correcciones, se empezó a producir algún efecto, especialmente en el Castillo. Allí empezaron a caer grandes copos de mampostería al anochecer, pero se advirtió que detrás del paramento de piedra había un núcleo de pizarra arcillosa, el suelo natural de la colina del Castillo, que permanecía perpendicular cuando se desmoronaba la mampostería.

En San Cristóbal, el frente sureste del fuerte, el lugar seleccionado para abrir una brecha, resultó algo dañado y los cañones casi se silenciaron al anochecer. Pero la artillería de los sitiadores ya había empezado a disminuir, los franceses inutilizaron una pieza, pero otras 4 habían quedado fuera de combate debido a sus propios defectos. Se construyó una nueva batería en el extremo derecho de la paralela cerca del río, en un punto algo más cercano al Castillo que la batería original; con la esperanza de que el fuego desde una distancia menor de 100 metros pudiera tener un mejor efecto, y 5 cañones se movieron allí al amparo de la noche.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Plano del asedio.

Primer asalto fallido al fuerte San Cristóbal (6 de junio de 1811)

En San Cristóbal, el fuego del segundo día fue un poco mejor en resultados, el punto del fuerte seleccionado para la apertura de brecha, su parapeto derribado y muchos escombros cayeron en el foso. Pero desconocido para los sitiadores, cuya vista no llegaba al fondo de la zanja; los franceses retiraron la mayor parte de las piedras y escombros durante la noche, de modo que la acumulación en el fondo, de la que dependía la viabilidad de la futura brecha, era mucho menor de lo que suponían los ingenieros británicos. Dos cañones y dos obuses quedaron fuera de servicio durante la noche, todo debido a sus propios defectos, no al fuego del fuerte. Las baterías estaban muy incómodas por un fuego de enfilada al otro lado del río desde el castillo, donde se habían colocado algunos cañones en lo alto de un caballero (plataforma elevada en un bastión).

Durante todo el 6 de junio, el bombardeo del Castillo con 14 cañones de los 20 originales, los resultados fueron algo más satisfactorios que los de los tres primeros días, la brecha de la muralla del castillo se hizo mucho más ancha y la acumulación en su pie empezó a parecer apreciable. Los observadores en las trincheras sostuvieron que un hombre, podría trepar sin obstáculos y llegar a la cima, pero por supuesto, había una gran diferencia entre una pequeña apertura y una brecha practicable. En cualquier caso, todavía no se podía hacer un asalto.

El bombardeo de San Cristóbal con 17 cañones de 23 originales, había abierto una brecha que se consideraba apta para un asalto, aunque no se conocía con precisión el estado de su parte inferior del foso. En el momento en que cayó la noche, 60 hombres bajaron a la zanja y comenzaron a limpiar los escombros con tal energía, que habían dejado una gran caída de dos metros una vez más, entre el fondo del foso y el borde de la brecha abierta encima. La guarnición también llenó la brecha con caballos de frisa y carros volcados; mientras los zapadores del fuerte preparaban una gran cantidad de granadas, para lanzarlas al foso cuando se realizase el asalto. Es probable que el retraso de más de cuatro horas entre el anochecer y la medianoche, cuando se inició el asalto, fue suficiente para dar tiempo a los defensores para prepararse, el capitán Chauvin del RI-88, merece todo el crédito por su admirable actividad y recursos.

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Fuerte de San Cristóbal en Badajoz en la actualidad. Vista aérea.

La preparación del asalto recayó en el general Houston, cuya división debía realizarlo. Los regimientos de los que se eligieron voluntarios fueron los portugueses, y los BI-I/51, BII-/85 y RI-17 británicos. La punta de vanguardia conocida como forlorn hope de 25 hombres fue conducida por el ingeniero, el teniente Forster, que había explorado la zanja la noche anterior, y dirigida por el teniente Dyas del BI-I/51. El cuerpo principal de la columna asaltante estaba compuesto por 155 granaderos, encabezados por el mayor Mackintosh del BI-II/85; se dividieron en 2 Cías, la de vanguardia llevaba 10 escaleras, para usarlas en caso de que se descubriera que el foso estaba despejado y el ascenso a la brecha era muy empinado. Los destacamentos de guardias de las trincheras debían retirarse y cortar la comunicación entre San Cristóbal y las obras cercanas a la cabecera del puente, de donde podrían llegar refuerzos.

A la medianoche, los asaltantes salieron de las trincheras y corrieron lo más rápido posible en la oscuridad, a través de los 400 metros de ladera desnuda que los separaba del fuerte. No sufrieron una gran pérdida en los primeros momentos de su carrera, porque aunque la guarnición los detectó de inmediato y los disparó con munición canister y mosquetería, la oscuridad era una buena protección. La forlorn hope cruzó la contraescarpa sin dificultad (solo tenía 1,20 metros de profundidad frente a la brecha) y saltó al foso. Allí se detuvieron de inmediato porque había 7 metros de ascenso escarpado, desde el foso en el que se encontraban hasta el punto más bajo del borde de la brecha. También vieron que la brecha en sí había sido taponada con los carros, caballos de frisa y otros obstáculos.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). La forlorn hopre británica asaltando la brecha de la muralla.

Los oficiales suspendieron la operación, y se estaban retirando con pocas pérdidas, cuando el grueso del grupo asaltante bajó de un salto al foso. Al enterarse de que la brecha no era practicable, los oficiales al mando de las dos Cías de granaderos hicieron una serie de intentos valientes, pero con poco juicio para escalar las partes no abiertas de la escarpa con las diez escaleras que llevaban sus hombres. El ascenso tenía 6 metros de altura por todas partes y las escaleras solo 5 metros de largo, el ataque estaba destinado a fracasar. Pero negándose a desistir a primer fallo, los asaltantes llevaron las escaleras a otros puntos de la zanja, buscando en vano un lugar donde las paredes pudieran resultar más bajas.

La guarnición francesa los acosaba incesantemente con fusileros y no dejaba de lanzarles granadas que habían preparado para la ocasión. Por fin, las pérdidas habían aumentado tanto, que los cansados asaltantes, después de pasar casi una hora en el foso, tuvieron que retirarse. De los 180 hombres empleados, hubo no menos de 12 muertos y alrededor de 80 heridos, testimonio de la obstinación del asalto. Los franceses tuvieron solo un muerto y 5 heridos. Todo parecía haber sido mal calculado en ese fracasado asalto, especialmente el número de asaltantes, 180 hombres eran totalmente insuficientes para el asalto.

Segundo asalto fallido al fuerte San Cristóbal (9 de junio)

El fracaso contra San Cristóbal convenció a los ingenieros de Wellington de que era inútil intentarlo en fuerza hasta que las brechas fueran ampliadas y se realizaron tres días más de fuego de artillería, antes de intentar un segundo asalto. Los viejos cañones de Elvas continuaron inutilizándose, y el 9 de junio, solo 13 estaban operativos en el ataque de Cristóbal. Las cosas habrían ido peor frente al Castillo, si el 7 de junio no hubieran llegado 6 buenos cañones de hierro desde Lisboa. Estos se pusieron en una nueva batería en el extremo derecho y funcionaron muy bien. Pero en total solo había 20 piezas bombardeando la brecha del Castillo los días 8 y 9 de junio. De las 46 piezas originales, solamente habían sobrevivido 27.

El resultado neto de los últimos tres días de bombardeo en el lado del Castillo era todavía insatisfactorio. Los cañones habían derribado por fin una gran cantidad de tierra y escombros, que yacían amontonados al pie de la maltrecha muralla. Pero en la mañana de los días 8 y 9 se descubrió que los franceses, durante la noche habían retirado los escombros, a pesar de que las baterías británicas habían estado disparando con munición canister al pie de la brecha durante toda la noche y algunos hombres fueron heridos.

El 9 de junio los ingenieros británicos llegaron a la conclusión de que no se atrevían a aconsejar un asalto por ese lado, dado la enorme distancia (600 metros hasta el muro) que tendrían recorrer las columnas de ataque; incluso si desembocaban en el parte de la paralela más cercana al Castillo. También debían atravesar el arroyo de Rivillas, y los cañones operativos de aquella parte del Castillo, y de San Cristóbal, cogían a los asaltantes con fuego de enfilada. Los ingenieros concluyeron a regañadientes; que no se podía hacer nada contra el Castillo, hasta que San Cristóbal hubiera caído; o hasta que se hubiera abierto una segunda paralela mucho más cerca.

Por tanto, todo dependía del resultado de un segundo intento de asaltar San Cristóbal. Allí había dos brechas, una grande y otra pequeña; los parapetos estaban completamente destrozados y el fuerte parecía un mero montón de ruinas; su fuego había sido casi silenciado, tanto que no se produjo una sola baja en la trinchera que tenía enfrente durante las últimas 12 horas de bombardeo. Sin embargo, las brechas no eran muy factibles, porque tanto allí como en el Castillo, la guarnición con un arduo trabajo durante las noches, habían retirado gran parte de los escombros debajo de la brecha; no se les podía impedir que lo hicieran, porque las baterías de los sitiadores estaban tan lejos que no pudieron dominar el terreno en el fondo del foso.

Cada mañana se descubría que el parapeto destruido había sido reemplazado por sacos de arena y paquetes de lana y caballos de frisa. El general Phillipon había duplicado la guarnición del fuerte, entonces constaba de 2 Cías en lugar una que lo había mantenido el 6 de junio. Los defensores habían sido provistos de tres mosquetes por cada defensor, y se había enviado una gran cantidad de granadas, bolas de fuego y otros artefactos, preparados para lanzados a mano.

La DI-7 británica lanzó su segundo asalto la noche del 9 de junio, tres horas antes que la vez anterior, y solo 90 minutos después de que oscureciera. Ese momento había sido elegido para que los franceses tuvieran menos tiempo para hacer reparaciones. Pero a las 9 de la noche todavía era una hora demasiado tarde; los preparativos para recibir a los asaltantes ya se habían hecho cuando llegaron. Los relatos franceses afirman que un asalto a la luz del día al final de la tarde habría tenido muchas más probabilidades de éxito. Pero esa idea, aunque había sido discutida en el campo inglés, fue rechazada debido a la gran distancia que la columna de ataque tendría que recorrer, completamente visible al aire libre, bajo fuego y cuesta arriba. Una vez más, el hecho de que la paralela estuviera demasiado lejos del fuerte se había convertido en un obstáculo importante.

El general Houston ordenó el asalto a una fuerza mayor que la que enviada el día 6 de junio, 400 hombres en lugar de 180, y se seleccionaron 100 tiradores para alinearse en el borde exterior del foso y mantener fuego contra el enemigo que bordeaba la brecha. La columna de asalto era encabezada por el teniente Hunt, y mandada por el mayor McGeechy del RI-17 portugués. Los voluntarios que lo formaban fueron tomados de todos los RIs de la BRI de Sontag (RI-51 RI-85 británicos, jägers de Brunswick Oels, y RI-27 portugués). Habiendo dos brechas, la columna debía dividirse en dos partes, una para la del ángulo saliente y la otra para la cortina. El primero llevaba 6 escaleras, el segundo 10.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Unidad de asalto con escaleras.

Los hombres avanzaron por el barranco detrás de la paralela, y salieron a descubierto a las 9 de la noche. Fueron vistos de inmediato y sometidos a un rápido fuego de fusilería mientras cruzaban la pendiente. El ingeniero guía, Hunt, y el comandante de la columna, McGeechy, murieron antes de llegar al foso, junto con muchos otros. Pero la forlorn hope salió y se dirigió hacia las brechas, seguida un momento después por los apoyos. Parece que, al igual que el 6 de junio, se encontraron un espacio entre la parte superior de los escombros en el foso y la entrada en ambas brechas, de unos 3 metros de altura. Por tanto, se adelantaron las escaleras y subieron por ellas; pero el fuego de fusilería abatió a casi todos los hombres que intentaron subir. Los pocos que lograron poner un pie en la brecha fueron recibidos y acuchillados por las bayonetas de la guarnición, que mostró un gran valor al igual que los hombres que luchaban desde las escaleras.

Mientras tanto, la masa en el foso, que no podía avanzar hacia el pie de la brecha, fue bombardeada con piedras, granadas de mano, bolsas de pólvora y bolas de fuego. Finalmente, después de casi una hora de esfuerzos infructuosos, todas las escalas se rompieron o fueron derribadas, los asaltantes perdieron 5 oficiales y 49 hombres muertos, 8 oficiales y 77 hombres heridos, y la columna retrocedió hacia las trincheras. Las brechas y el glacis estaban tan llenos de heridos, que la artillería no se atrevió a disparar para cubrir la retirada. Los franceses, descendiendo a la zanja, se llevaron al fuerte a dos oficiales heridos como prisioneros, quitaron las escalas y arrojaron a un lado gran parte de los escombros, de modo que el pie de brecha quedó completamente despejado. Las bajas fueron de un tercio.

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Segundo asedio aliado de Badajoz (18 de mayo al 16 de junio). Asalto nocturno del fuerte San Cristóbal. Acuarela de Thomas Shuderland.

Levantamiento del asedio

En la mañana del 10 de junio, se continuó con vigor el fuego contra el Castillo; pero en San Cristóbal hubo una tregua de 6 horas, la cual fue solicitada y concedida, para que se recogieran los numerosos heridos esparcidos por la ladera debajo del fuerte, y los franceses aprovecharon para reparar las brechas.

Todo parecía entonces depender del ataque contra el Castillo, ya que el del otro lado del río había llegado a tan desastrosa conclusión. El fuego de los cañones de hierro de los barcos recién llegados seguía siendo muy eficaz y la brecha parecía más grande y menos empinada. De hecho, los relatos franceses afirman que, por primera vez, era completamente practicable, pero estaba a 800 metros de la paralela británica, y la artillería en los bastiones vecinos e incluso en el propio Castillo todavía estaba intacta.

Phillipon no tenía ninguna preocupación por el exitoso rechazo de los dos intentos de asaltar San Cristóbal. Acababa de tener que reducir sus tropas a medias raciones, e incluso en esta escala solo había diez días más de comida en la plaza, no se habían recibido provisiones desde que comenzó el primer asedio de Beresford en abril. La guarnición aunque sus pérdidas en muertos y heridos no habían sido grandes, había muchos enfermos, y comenzaba a sentirse la tensión de estar constantemente en armas esperando un asalto. No había noticias del exterior, salvo la traída por dos o tres desertores del cuerpo extranjero de la DI-7 británica; quienes informaron que Soult aún se encontraba en Sierra Morena, y que no habían sabido nada de la aproximación de un ejército de alivio, aunque corría el rumor de que Víctor iba a levantar el sitio de Cádiz para unirse a su jefe.

Phillipon se vio obligado a contemplar la doble posibilidad de que sus provisiones se agotaran y de un exitoso asalto al frente del castillo. Por tanto, resolvió que debían hacerse preparativos para sacar a la guarnición mediante una salida, si lo peor llegaba. Si no llegaba el alivio, o si las murallas eran forzadas; todo el cuerpo disponible de sus hombres debía cruzar el río hacia el lado de Cristóbal al amparo de la noche, y lanzarse contra las líneas de los sitiadores, para abrirse paso por el camino a Montijo y Mérida. Pero esto no debía intentarse antes de que llegara el día de la absoluta necesidad: el consejo de guerra convocado por el gobernador decidió que no era necesario abordar el tema de la evasión durante cinco días. Antes de que expiraran esos cinco días, estaban fuera de peligro y seguros de ser aliviados.

Fue al mediodía del 10 de junio, cuando Wellington decidió que debía abandonarse el asedio. Convocó a los comandantes de división y a los jefes de artillería e ingenieros. Se había demostrado, dijo, que era imposible asaltar San Cristóbal sin llegar a la cresta del glacis, tarea prácticamente imposible en la roca desnuda. Había una brecha en el Castillo, pero estaba demasiado alejada de la paralela, y el camino hacia él estaba dominado tanto por los cañones de San Cristóbal como por los del revellín de San Roque y otras partes del recinto sur.

Se sabía que la brecha había sido reforzada por detrás con zanjas y empalizadas. Pero estos no eran los únicos ni los principales motivos para detener el asedio. Tenía noticias de que Marmont y el CE-IX se unirían a Soult en unos pocos días, y el ejército aliado no debía quedar atrapado en las trincheras y obligado a luchar contra un número superior en una posición desfavorable. Había decidido ordenar que todo el tren de asedio se retirase a Elvas de una vez, mientras el ejército mantenía el bloqueo de Badajoz hasta que el enemigo se acercara y luego se retiraría más allá del Guadiana y ocuparía una posición en la frontera portuguesa que ya había elegido. Tan pronto como oscureció, los cañones fueron retirados de las baterías y comenzó el envío de provisiones, herramientas, etc., de regreso a Elvas.

Wellington, que estaba en contacto permanente con Spencer, había estado muy atento a la concentración de los ejércitos franceses, y había estudiado muy atentamente todos sus informes. También le habían ayudado varios despachos interceptados en el camino entre los ejércitos de Portugal y Andalucía, y los informes de los jefes guerrilleros de Castilla y sus propios corresponsales secretos en Salamanca. Marmont había sido mucho más rápido en sus movimientos y se había mostrado más dispuesto a ayudar a un colega en apuros de lo que era habitual entre los comandantes franceses en España.

Marmont había conducido al ejército de Portugal de regreso a Salamanca el 15 de mayo, y había dedicado la siguiente quincena a organizar el antiguo cuerpo y no tenía más de 33.000 hombres de todas las armas en condiciones de marchar.

Mucho antes de que llegara a mano el despacho de Llerena de Soult, Marmont ya había comenzado a mover algunas de sus divisiones hacia el río Tajo, como medida de precaución, en caso de que se aceptase su oferta. Pero al parecer fue la noticia de Albuera lo que le hizo decidirse a ir a Extremadura con todos los hombres disponibles. El grueso de sus tropas debería dejarse en o cerca de Salamanca, para observar la fuerza británica frente a Ciudad Rodrigo. El ejército del Norte no podía prescindir de un hombre para relevar a las tropas de Marmont en el Duero y el Tormes, si se marchaba.

De conformidad con las instrucciones generales de su jefe de que, si el ejército francés de Portugal se volvió hacia el sur, él mismo debía hacer el movimiento correspondiente, Spencer trasladó a la DI-1 y la DIL de sus acantonamientos hacia Sabugal, por un rumor (que resultó prematuro) de que Marmont ya había comenzado el movimiento el 26 de mayo. Al enterarse de que había sido mal informado, los llevó de nuevo a sus antiguos acantonamientos entre el Azaba y el río Coa el 27 de mayo.

Al día siguiente llegaron noticias detalladas y seguras de corresponsales secretos en Salamanca, en el sentido de que Marmont estaba concentrando sus tropas en dos cuerpos, uno, bajo su propio mando, en la propia Salamanca, el otro sobre Alba de Tormes y Tamames. La deducción natural de esta información era que una columna marcharía por el puerto de Baños sobre las montañas hasta el Tajo, y la otra por Ciudad Rodrigo y el puerto de Perales. Wellington, al recibir las notas en español enviadas por Spencer, se alegró al comprobar que su pronóstico era casi seguro el correcto.

El mariscal había concentrado la DI de Foy y toda su caballería en Salamanca el 1 de junio, mientras que Reynier con DIs, siguió a un día de distancia por tres más, se trasladó desde Tamames por el paso oriental, el puerto de Baños. El 3 de junio, el mariscal y la columna menor partieron de Salamanca por la carretera de Rodrigo con el propósito de hacer una demostración contra Almeida. Tenía como objetivo mantener a Spencer en su posición, mientras que Reynier y el cuerpo principal lo envolverían. Marmont llegó a Ciudad Rodrigo el 5 de junio y salió de allí, con la caballería al frente, a la mañana siguiente. Se estaba exponiendo a algún peligro, ya que Spencer tenía 4 DIs, aunque su caballería era débil (solo 2 RDs británicos y 2 RCs portugueses). Pero, inseguro de la fuerza de su enemigo, Spencer decidió retirarse, la DIL y caballería de Slade se retiraron de la línea del Azaba, mientras que las otras 3 DIs marcharon hacia Sabugal bajo la cobertura.

Habiendo quedado así desguarnecido el camino a Almeida, Pack, que permanecía allí con su BRI portuguesa, hizo estallar la parte del recinto que había quedado intacto después de la explosión de Brennier y se retiró hacia el oeste. Wellington culpó a Spencer y a él por esto, quien dijo que deberían haber esperado hasta que los franceses realmente hicieran un movimiento hacia Almeida antes de destruirlo. Su subsiguiente reparación se hizo mucho más difícil por el daño llevado a cabo innecesariamente.

La fuerza de Marmont, de 5.000 infantes y 2.500 de caballería, avanzó en persecución de Spencer por las carreteras Gallegos y Carpio. Sin embargo, solo en este último se produjo una escaramuza seria. Los escuadrones de Montbrun en números abrumadores presionaron con fuerza sobre la pantalla de la caballería británica, compuesta en este frente del RD-1 y un EDL del RDL-14, bajo Slade. Fue flanqueado mientras ejecutaba una serie de ataques demostrativos para cubrir la retaguardia de la infantería, y solo se despegó sin pérdidas graves gracias a la valentía de un escuadrón de los Reales, que cargó de flanco en el momento oportuno; ganado tiempo para que el resto del regimiento se retirara con alguna dificultad al otro lado del pantano de Nava de Aver. Un movimiento peligroso se realizó con la pérdida de solo 4 muertos y 9 heridos.

Toda la fuerza de Spencer había llegado a Alfayates la noche 6 de junio, retirándose ante una columna francesa que no tenía ni un tercio de su propia fuerza. Al día siguiente recibió del coronel Waters, uno de los grandes oficiales de inteligencia de Wellington, noticias que le aclararon la situación. Waters, que venía de un recorrido por la Sierra de Gata, informó que una inmensa columna francesa ya pasaba por el puerto de Baños, 50 km al este, y que la fuerza frente a los británicos aparentemente no superaba una DI y las 4 brigadas de caballería que ya se habían visto y señalado. Por tanto, no había necesidad de retirarse hacia el Zezere y el Estrada Nova, porque Marmont no estaba haciendo una incursión seria en Portugal, sino que solo cubría la marcha de su cuerpo principal.

Spencer pudo marchar sus 4 DIs completas hacia Badajoz y el ejército principal, con la certeza de que avanzaba en paralelo a la ruta de Marmont, y que podría unirse a su jefe muchos días antes que los franceses pudieran unirse con Soult. El puente de Villa Velha tenía una primordial importancia. Proporcionaba un buen paso sobre el Tajo, que conducía directamente a Extremadura por una línea corta; mientras que los franceses, al no tener un puente más abajo del río que Almaráz, se verían obligados a hacer un desvío mucho más largo y a emplear varios días más que los británicos en trasladarse.

El jefe de la columna de marcha de Spencer formada por la caballería ligera de Anson, seguida por las DIs, mientras que Slade se quedó para cubrir la retaguardia, y solo siguió adelante cuando el cuerpo principal ya había cruzado el Tajo. La ruta transcurría desde Alfayates por Penamacor, São Miguel d’Arche, Castello Branco, Villa Velha, Niza y Portalegre. Anson cruzó el Tajo en el puente de Villa Velha el 11 de junio, la DIL el 12 de junio, la DI-1 los días 14 y 15 de junio, los portugueses del Pack y la DI-6 el 15 y 16 de junio. La caballería de Slade, que había esperado detrás cerca de Castello Branco hasta estar seguro de que no aparecían franceses en esta dirección, cruzó el río el 19 de junio.

El 13 de junio, el jefe de la columna de infantería estaba en Niza, solo a 33 km de Portalegre y 50 de Badajoz, mientras que su retaguardia había pasado por Castello Branco y se acercaba al Tajo. Wellington, por tanto, pudo contemplar la situación con serenidad. Toda la fuerza de Spencer podría unirse a él mucho antes de que Marmont pudiera unirse con Soult. Ordenó que cada una de las DIs, al llegar a Portalegre, descansaran varios días antes de pasar a Campo Maior y Elvas.

Mientras tanto, el ejército francés había soportado una marcha mucho más larga y fatigosa. La cabeza de la columna de Reynier, avanzando por Fuente Roble, Baños y Béjar por la cadena de la sierra de Gata, llegó a Plasencia el 9 de junio, y a Almaráz el 11. Marmont y la columna más pequeña que se había manifestado contra Spencer cayeron en la retaguardia del cuerpo principal en Malpartida, cerca de Plasencia, el 14 de junio.

El paso del Tajo por Almaráz tardó más de lo esperado, porque los pontones que se habían ordenado bajar desde Madrid no habían aparecido y todo el ejército tuvo que por el único puente de barcas. Los escuadrones avanzados caballería ligera llegaron a Trujillo el 14 de junio y a Mérida el día 17. El jefe de la columna de infantería estaba a un día de marcha atrás y llegó a Mérida el 18 de junio. La vanguardia de Soult ya estaba en posesión de la ciudad y el puente de Mérida, y la unión de los ejércitos de Andalucía y Portugal estaba asegurada.

Pero mientras tanto Wellington se había retirado de su zona. En la tarde del 10 de junio se había dado la orden de retirar todos los cañones de las baterías de asedio antes de Badajoz, y a la mañana siguiente muchos de ellos ya estaban en camino hacia Elvas. Durante los días 11 y 12 de junio, un convoy de municiones, plataformas, fascinas, paquetes de lana, etc., fue enviado a retaguardia, y en la noche del 12 de junio no quedaba nada en las trincheras ni en los campamentos salvo un pequeño almacén diario para las tropas, que se mantenían para bloquear la fortaleza mientras fuera prudente. Se trataba que la guarnición estuviese encerrada y obligada a consumir la mayor cantidad posible de sus provisiones. Wellington sabía que solo tenían raciones hasta el día 20 de junio, y que existía una mínima posibilidad de que Soult o Marmont se retrasasen por algún percance imprevisto.

Sin embargo, nada de eso sucedió y el 13 de junio Soult comenzó a moverse. Aquella mañana se le había unido el tan esperado cuerpo de Drouet; había realizado una marcha más tortuosa desde Valladolid, por Madrid, Toledo, el paso de Despeñaperros y Córdoba, en la que había tardado más de un mes (de 11 de mayo al 13 de junio). Todo el cuerpo de Drouet estaba compuesto por 4 BIs y la BRC provisional. La llegada de Drouet le dio a Soult una fuerza total de unos 28.000 hombres, lo que le hacía todavía incapaz de enfrentarse a Wellington con sus propias fuerzas sin ayuda. Pero sabía que podía contar con la aproximación de Marmont con 30.000 más en una semana.

Si se acercaba a Badajoz antes de que se produjera la reunión, se arriesgaría al peligro muy real de que Wellington marchara contra él con todos los hombres disponibles y lo obligara a presentar batalla. Por tanto, primero envió caballería por los caminos hacia Villafranca y Los Santos, y solo cuando informaron que no había infantería británica frente a ellos, trasladó su cuerpo principal a Villafranca y Almendralejo el 16 de junio. Los reconocimientos fueron empujados hacia los puentes de Mérida y Medellín, donde se esperaba al ejército de Portugal. Como se mantuvo muy lejos del frente de Wellington, la marcha de Soult no fue molestada; el general británico había concentrado la DI-4 y DI-2 y los portugueses de Hamilton en la antigua posición de Albuera el 14 de junio, y podría llevar a la DI-3 y DI-7 y los portugueses de Ashworth a unirse a ellos en unas pocas horas. Pero no iba a emprender acciones ofensivas, y como Soult se mantenía bien alejado de él, esperó hasta tener noticias de que los dos ejércitos franceses se pondrían en contacto en Mérida el 17 de junio.

Llegada de la fuerza de alivio

En la mañana del 17 de junio, las 5 DIs del ejército anglo-portugués que hasta ese momento habían permanecido en la margen sur del Guadiana cruzaron ese río y se retiraron a las posiciones a lo largo de la línea Elvas, Campo Maior, Ouguella, que Wellington ya había seleccionado. El agua estaba baja y el grueso de las tropas utilizaron los vados entre Juromenha y Badajoz, que son practicables durante los meses de verano, excepto después de días de lluvia excepcional. El cuartel general se trasladó a la casa de campo conocida como Quinta de São João, cerca de São Vicente, un lugar equidistante de Elvas y Campo Maior. La DI-7, desde el lado norte de Badajoz, hizo un movimiento correspondiente y volvió a caer en la misma línea general. La columna de Spencer de la Beira atravesaba ahora el Tajo, salvo la caballería de Slade y la DI-5, y su cabeza descansaba en Portalegre, adonde se acercaba rápidamente la retaguardia. Como solo había dos jornadas de marcha entre Portalegre y Elvas, estaba claro que las dos secciones del ejército aliado estaban seguras de su reunión. Porque el 18 de junio, la cabeza de columna de Marmont solo había llegado a Mérida, y la de Soult estaba en Almendralejo, los dos ejércitos franceses tardarían algunos días en reunirse y concertar nuevas operaciones en el lado norte de Badajoz.

Pero había una sección de las fuerzas aliadas que Wellington no deseaba retirar a través del Guadiana, sino enviar en otra búsqueda, y todos sus movimientos futuros dependían de la marcha de este cuerpo. En el momento en que Soult empezó a avanzar desde Llerena el 14 de junio, y a bordear en dirección a Mérida y Marmont, había dejado al descubierto las carreteras occidentales de Andalucía. Excepto un destacamento insignificante en Guadalcanal, no había ninguna fuerza que protegiera a Sevilla de ese lado. Desde el día en que recibió la noticia de la marcha hacia el norte del mariscal, Wellington empezó a presionar al general Blake para que volviera de inmediato al condado de Niebla, rodeando la retaguardia izquierda del enemigo y comenzando a amenazar Sevilla. No había nada para evitar hacerlo, y es que la capital andaluza había quedado con una guarnición escasa, compuesto en gran parte de convalecientes y de juramentados de poca confianza.

Mientras Soult permaneciera en Llerena, fácilmente podría lanzar una columna para socorrer a Sevilla; pero cuando se marchó, esto ya no era posible. Ya el 10 de junio, Wellington había escrito a Castaños que Soult finalmente se trasladaría a Mérida, y que Blake entonces podría colarse en Andalucía por la ruta de Jerez de los Caballeros y Fregenal, o si prefería una carretera más segura, pero más larga, por la frontera portuguesa; tras lo cual emergería a España por Mértola. No se le podía detener en ninguno de los dos caminos, y su presencia ante Sevilla haría que Soult volviera a toda prisa desde Badajoz, y evitaría cualquier deseo de cruzar el Guadiana o de asediar a Elvas.

El 12 de junio, Wellington ordenó a sus comisarios que prepararan raciones en Mértola para los españoles, que probablemente estarían en su habitual estado de semi-hambruna, y escribió a Blake para instarle a marchar de inmediato. El capitán-general consintió en moverse, pero pidió más comida. En respuesta, se le dijo que debía ser alimentado desde Juromenha hasta Mértola mientras estuviera en suelo portugués, pero que debía confiar en sus propios medios mientras estuviera en España.

En la mañana del 17 de junio, Blake cruzó el Guadiana en Juromenha con los 1.000 caballos de Loy, los 10.000 de infantería de Zayas y Ballasteros y dos baterías, y comenzó a marchar río abajo hacia su destino. Estaba bastante fuera de contacto con enemigo, y tan bien protegido por el Guadiana y las montañas que era seguro que su movimiento pasaría desapercibido. Marchando rápido, llegó a Mértola el 22 de junio, y a Castillejos, cruzando la frontera andaluza, el 24 de junio.

Del 22 al 29 de junio Wellington podría haberse visto envuelto en una acción general en cualquier día de la semana. Soult y Marmont se habían reunido en Mérida el 18 de junio, el día después de que el ejército de Wellington cruzara el Guadiana. El Soult había abrumado al joven mariscal con cumplidos; era la primera vez, dijo, que el ejército de Portugal había hecho algo por el ejército del Sur; con un colega desinteresado y emprendedor, se sintió capaz de emprender cualquier tarea. Se acordó que los ejércitos combinados marcharían contra las posiciones de Albuera a la mañana siguiente, en tres columnas. Marmont y sus 6 DIs se desplazarían por la ribera del Guadiana por la carretera que atraviesa Lobón y Talavera Real; el grueso de las fuerzas andaluzas tomaría la ruta Almendralejo-Solana-Albuera. Una DI destacada por Soult (10 BIs de Conroux) iba a envolver la línea británica mediante un movimiento de flanqueo a través de Almendral hacia Valverde.

Así, solo se pusieron en movimiento 60.000 hombres, Marmont había traído alrededor de 32.000, mientras que Soult, incluido Drouet, tenía alrededor de 28.000. Esperando una acción, pues se sabía que Wellington había estado en Albuera el 16 de junio, y su partida fue insospechada, las tres columnas avanzaron con cautela y listas para desplegar. Pero no se encontró ningún enemigo, y por la tarde del 19 de junio, se supo que todos los anglo-portugueses estaban detrás del Guadiana. Al anochecer, el jefe de la caballería ligera de Marmont se puso en contacto con la guarnición de Badajoz, y supo que el último de los aliados había desaparecido frente a sus murallas el 16 de junio. Phillipon dijo que el día antes de que se le acabaran las medias raciones, y en el momento en que pensaba seriamente en hacer estallar sus obras y hacer una carrera para escapar, los esperados socorros habían aparecido.

El 20 de junio, Marmont entró triunfante en Badajoz, entre el estruendo de la música militar, y pocas horas después llegó Soult e intercambió felicitaciones con él y con el fiel gobernador. Las dos columnas principales de cada uno de sus ejércitos convergieron en la fortaleza, pero la caballería ligera de Briche y las divisiones de Conroux y Godinot fueron a Olivenza, para ver si por casualidad los aliados estaban controlando esa desafortunada y mal protegida ciudad. La encontraron vacía el 21 de junio, la pequeña guarnición portuguesa se había retirado a Elvas el 17 de junio.

El 22 de junio, los franceses llevaron a cabo un reconocimiento general en la otra orilla del Guadiana. A la izquierda, la DI de Godinot avanzó desde Olivenza hasta un punto enfrente de Juromenha, donde, siendo muy visible desde la otra orilla, fue cañoneada ineficazmente por la guarnición portuguesa. 2 RDs al mando del general Bron vadearon el río, pero no encontraron tropas aliadas en esta dirección. A la derecha, Montbrun, con dos brigadas de caballería del ejército de Portugal, pasó el puente de Badajoz y marchó hacia el Campo Maior. Después de empujar una pantalla de caballería perteneciente a Grey y Madden, se encontró sintiendo el frente de una línea defensiva, que calculó en 2 DIs de infantería y 1.400 caballos, y no pudo avanzar más. Regresó para informar que Wellington estaba mostrando pelea.

En el centro, donde Latour-Maubourg en persona, con 14 Escons de dragones y lanceros polacos, vadeó el Guadiana casi por delante de Elvas, hubo una dura lucha que terminó en un pequeño desastre para los puestos avanzados aliados. Allí, la pantalla de caballería estaba formada a la derecha por el RH-2 KGL, a la izquierda por el RDL-11. La columna francesa empujó los piquetes de los húsares, que resistieron con gran obstinación, 2 EHs cargaron contra el principal regimiento francés, que rompieron. Pero al ser flanqueados por las reservas enemigas, fueron rodeados por tres lados y tuvieron que abrirse paso con una pérdida de 3 oficiales heridos, 2 muertos y 20 prisioneros. El resto de los húsares se reunieron detrás de la Quinta de Gremezia, donde se les unió el RDL-11.

Los franceses no empujaron más, pero al girar a la derecha recorrió la línea del puesto de avanzada de Wellington en dirección a Badajoz. Al hacerlo, se encontraron en la retaguardia de una patrulla del RDL-11, formado por la tropa del capitán Lutyens. Esta pequeña fuerza, por desgracia, estaba a punto de retirarse, cuando vieron un cuerpo de caballería, no en su flanco sino directamente en su retaguardia, separándolo de Elvas. Pensando que una carrera audaz era su única oportunidad, reunió a sus hombres y cargó contra el escuadrón francés delantero, que rompió. Pero una segunda línea estaba detrás, cargaron y les derrotaron, 64 fueron derribados y capturados. Solo el teniente Binney herido, se abrió paso y llevó la noticia del percance.

En la noche del 22 de junio, los dos mariscales franceses, como resultado de sus reconocimientos en general, eran plenamente conscientes de que Wellington estaba en defensiva desde Campo Maior hasta Elvas, y no tenían intención de retirarse. Pero no habían podido distinguir los detalles de su posición, que se extendía a lo largo de un país ondulado y boscoso en muchas partes, y no podía ser abarcado en una sola vista desde ningún lugar dominante. De hecho, su adversario ya había reunido todas sus tropas; la última división de la Beira entró en contacto con el cuerpo principal en la mañana del 23 de junio.

Su frente se extendía desde Ouguella cerca del río Gébora casi hasta Elvas, una distancia de 20 km. Ouguella era una pequeña ciudad con fortificaciones medievales, susceptible de defensa durante algunas horas. Estaba guarnecida por 2 Cías de portugueses de Elvas. Más allá se eleva la montaña de las Dos Hermanas, y no hay ruta practicable para envolverlo, salvo por un inmenso desvío en dirección a Albuquerque, de modo que el flanco era muy seguro. Entre Ouguella y Campo Maior se encontraban la DI-3 y la DI-7 bajo Picton.

Campo Maior había sido reparado desde su reconquista y había recibido una guarnición portuguesa; tenía algunos cañones pesados (de 24 lbs) que barrerían el terreno llano frente a él. Al oeste de esta fortaleza se encontraba el centro aliado bajo Hill, compuesto por la DI-2 y la DI-4 y los portugueses de Hamilton, extendiéndose desde el Campo Maior hasta la Caya. Más allá de ese río en dirección a Elvas, estaba la DI-1 de Spencer, formando el ala derecha, y descansando sobre la gran fortaleza como flanco. La DIL estaba en el Monte Reguingo frente a Arronches, lista para apoyar a Picton, y la D-5 y la DI-6, que estaban en la carretera de Portalegre, para reforzar el centro y la derecha.

La caballería estaba al frente, los portugueses de Madden a la izquierda, la brigada de Long a la derecha, con los regimientos de De Grey, Slade y Anson listos en reserva para trasladarse a donde deberían ser buscados. La fuerza total disponible era de unos 46.000 infantes, de los cuales 29.000 eran británicos, 5.000 de caballería, de los cuales 1.400 pertenecían a las débiles brigadas portuguesas de Madden, Otway y Barbaçena, y 14 baterías con 80 piezas y 2.800 artilleros. El total era de 54.000, sin incluir la guarnición de Elvas. Así, el ejército aliado, aunque todavía considerablemente inferior en número al enemigo, más especialmente en caballería, era lo suficientemente fuerte para defenderse en una buena posición. Cada unidad regular disponible en Portugal se había reunido el 23 de junio, incluso las pequeñas brigadas portuguesas de Pack y Barbaçena, que habían permanecido hasta el último momento posible en la Beira.

El terreno era formidable para la defensa, estaba cubierto por tres fortalezas. Tenía en su frente una llanura abierta que, aunque intercalada con arboledas ocasionales, estaba lo suficientemente dominada por las alturas de los flancos británicos como para hacer imposible que un gran cuerpo de tropas moverse a través de él en cualquier dirección sin ser detectado. Wellington había colocado grupos de observación en las numerosas atalayas (antiguas torres de vigilancia moriscas), que bordean la frontera portuguesa, y había dispuesto un sistema de señalización de banderas para transmitir noticias de un flanco a otro. También había señales por los disparos de cañones, a partir de piezas situadas en Ouguella y Campo Maior.

Como las encrucijadas a lo largo de la parte trasera de la posición eran buenas y el río Caya se podía vadear en muchos lugares, Wellington pensó que estaba seguro de poder transferir tropas con rapidez y seguridad a cualquier parte de la línea que pudiera verse amenazada. La única forma en que el enemigo podría acercarse a él sin ser visto sería moviéndose de noche, y aun así habría una amplia advertencia, ya que las patrullas de caballería estaban muy por delante de la línea y darían aviso a tiempo. Además, una marcha nocturna de unos 15 km desde Badajoz por terreno desconocido, hacia una posición desconocida, hacía posible tender una trampa en la oscuridad.

Pero ni Soult ni Marmont avanzarían. La causa de su renuencia a comprometerse era sin duda moral. El ejército de Marmont era consciente de sus recientes derrotas en Bussaco, Sabugal, Fuentes de Oñoro. La espantosa derrota en la batalla de La Albuera estaba fresca. Los generales eran reacios a atacar a Wellington en una posición que había asumido deliberadamente y donde se mostraba serenamente expectante por su ataque.

Mientras tanto, los aliados no sabían cuáles podrían ser las intenciones del enemigo. Viendo la enorme ventaja que supondría una victoria para los franceses y recordando la forma en que habían despojado a toda España de tropas para formar el ejército que se encontraba frente a él, Wellington pensó que iba a ser atacado, y continuó durante algún tiempo perfeccionando sus preparativos de defensa. El período de espera fue del 23 al 28 de junio, durante el cual no se pudo saber nada sobre el objetivo principal de los franceses. Se observaron pequeños reconocimientos de caballería en dirección a las carreteras de Albuquerque y Montijo, mucho movimiento de pequeñas columnas entre Olivenza y Badajoz, pero no pudieron extraerse ciertas deducciones de ellos.

Cuando Wellington tuvo noticias del campesinado de la marcha hacia el sur de Godinot el 29 de junio, pudo ver que la suerte estaba echada y que no habría un ataque contra sus líneas. Poco después se le informó que 2 DIs se habían ido hacia el sur, no una; pero durante algún tiempo no pudo tener certeza de la partida de la segunda división, se trataba de los 10 BIs de Conroux del antiguo cuerpo de Drouet, que había partido casi inmediatamente después de Godinot.

Lo que había sucedido era que el 24 de junio, cuarto día después de la entrada de los dos mariscales en Badajoz, Soult había informado a Marmont de que tenía tan malas noticias de Andalucía que debía regresar de inmediato a Sevilla con alguna de sus tropas. No era tanto la fuerza de Blake en el condado de Niebla, sino las noticias de la propagación de la insurrección en las montañas de Ronda, y de movimientos amenazadores del ejército de Murcia de Freire contra el CE-IV.

La fuerza en Andalucía Oriental había prestado tanto al ejército de campaña de Soult, y mucho más para guarnecer la provincia de Córdoba, que solo quedaban 9.000 hombres, o menos, en el reino de Granada, y el ejército murciano tenía 14.000 hombres. Marmont se negó a tomarse en serio los temores de Soult, convencido en ese momento su colega quería dejar toda la responsabilidad de mantener a salvo Badajoz y contener a Wellington en el ejército de Portugal. Respondió que, a menos que Soult prometiera dejarle todo el CE-V y toda la caballería de Latour-Maubourg, se iría.

Soult se vio obligado a aceptar esa demanda y se llevó solo las divisiones provisionales de Godinot y Conroux, y tres regimientos de caballería. El CE-V bajo Drouet, y los RDs, se quedaron atrás en el Guadiana, para permitir a Marmont mantener una defensa segura contra Wellington. Formaban unos 15.000 hombres, que, con los 32.000 del ejército de Portugal, proporcionaban una fuerza bastante insuficiente para atacar a los aliados, pero lo suficientemente grande como para evitar el asedio de Badajoz.

Mientras tanto, durante quince días después de que Soult partiera de Badajoz hacia Sevilla el 28 de junio, Marmont y Drouet a un lado del Guadiana, y Wellington al otro, permanecieron observándose mutuamente y esperando que el adversario realizase algún movimiento. El general británico sabía que los franceses en su frente ya no eran lo suficientemente fuertes como para atacarlo en sus posiciones alrededor del río Caya. Pero debía mantener concentrado a su ejército, ya que, si enviaba destacamentos en cualquier dirección, Marmont aún podía lanzarse contra Elvas; y ese lugar, aunque se había mejorado mucho últimamente, durante las semanas en que parecía probable un ataque, aún no estaba en condiciones de defensa, especialmente en la calidad de los cañones de sus murallas. Mientras Marmont y Drouet permanecieran concentrados cerca de Badajoz, el ejército aliado no podría dispersarse.

Por otro lado, los generales franceses se vieron obligados a permanecer juntos durante un tiempo, para supervisar el avituallamiento de Badajoz, cuyos almacenes estaban absolutamente vacíos en el momento de su alivio. Si hubieran retrocedido a los acantonamientos y dispersado a sus hombres, Wellington podría haber lanzado un cuerpo ligero y caballería a través del Guadiana y haber establecido una vez más un bloqueo de la fortaleza. Así, desde el 28 de junio al 15 de julio el ejército de Portugal y el CE-V permanecieron concentrados en el cuadrilátero Badajoz-Mérida-Almendralejo-Almendral, barriendo el campo en busca de provisiones. Se ordenó a cada regimiento que se depositara en los almacenes de Badajoz un número prescrito de fanegas de trigo o maíz, haciendo las raciones de seis meses para una guarnición de 4.000 hombres.

Al norte del Guadiana, la caballería francesa se extendió por la región alrededor de Montijo y Torre del Fresno, donde estaban en contacto constante con los escuadrones de exploración de Wellington enviados desde Campo Maior y Ouguella, pero no se produjeron enfrentamientos graves. Por fin, el 15 de julio se informó que Badajoz estaba completamente abastecido, y Marmont informó a Drouet que estaba a punto de dispersar su ejército en acantonamientos llegando hasta el Tajo, ya que el norte de Extremadura estaba totalmente agotado. Mantendría una DI en Trujillo, a medio camino entre Mérida y el Tajo, y el resto de su ejército podría regresar en el menor tiempo posible, si los anglo-portugueses hicieran un movimiento hacia delante.

Drouet, después de reforzar la guarnición de Badajoz con nuevos BIs de los mismos regimientos que habían soportado los dos asedios de mayo y junio, y confiando una vez más su cargo al competente Armand Phlippon; retiró el CE-V a Zafra, Los Santos y Mérida, dejando caballería ligera de Briche en Santa Marta para mantener abierta la comunicación con Badajoz. El mariscal y el general calcularon que si Wellington volvía a presentarse, podrían unirse nuevamente en Mérida en seis o siete días para contenerlo.

Pero Wellington, por el momento, no tenía más planes contra la fortaleza que le había costado tanto trabajo inútil. En el momento en que se le anunció la partida de Marmont, él también dispersó su ejército en acantonamientos. Las riberas de los ríos Caya y Guadiana eran famosas por su fiebre, y las tropas ya empezaban a padecerla. El 18 de julio se ordenó a la DI-3 y la DI-6 marchar a Castello Branco, la DI-7 a Niza, la DI-1 y la DI-5 a Portalegre, la DI-4 a Estremóz y luego a Pedrogão, la DIL de Castello de Vide y Montalvão. Solo la DI-2 y los portugueses de Hamilton permanecieron en la zona de Elvas, la primera en Villa Viçosa, los segundos en Fronteira y Souzel, un poco más al noroeste. Hill retuvo el cargo de estas 2 DIs, que formaron el ejército anglo-portugués del Sur durante los siguientes meses. Su asignación de caballería consistía en las brigadas portuguesas de Barbaçena y Otway, y las brigadas británicas de Long y De Grey, que en el futuro se denominarán la DC-2 del ejército aliado. Su mando no fue dado a Lumley, por estar de baja por enfermedad, sino a William Erskine.

Se llevó a cabo más reorganización en el ejército aliado durante los meses de junio, julio y agosto de 1811 que en cualquier otro período del mando de Wellington. Debido a la llegada de más regimientos de caballería, el 1 de septiembre, había 6 brigadas de caballería en existencia en lugar de 3 y tenían 13 regimientos en lugar de los 7 originales.

Estaba claro, entonces, que en el futuro, Marmont no podría emprender la ofensiva contra Wellington con sus propias fuerzas, y tendría que depender de la ayuda del ejército del Norte si las cosas entraban en crisis. Tendría suerte si pudiera contener a los anglo-portugueses, y ciertamente no podría pensar en hacer más, a menos que pudiera conseguir refuerzos rápidos de Bessières o, después de la partida de Marshal, de su sucesor, Dorsenne. El resultado neto de las campañas de primavera y verano de 1811 fue dejar a los franceses decididamente a la defensiva a lo largo de la frontera portuguesa y trasladar a Wellington la oportunidad de intentar la ofensiva. Sin embargo, pasarían cinco meses antes de que lograra asumirlo; sus operaciones de otoño de 1811 eran provisionales y no produjeron resultados definitivos. De julio a diciembre hubo muchas maniobras, pero se produjeron pocos cambios.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-08-16. Última modificacion 2023-08-16.
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