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Retirada de Hill de Madrid
El 30 de septiembre, el ejército del Sur de Soult se puso en contacto con las patrullas periféricas de los dragones de Treillard, en Tobarra cerca de Hellin. 4 días después, Soult se reunía con el rey José y los mariscales Jourdan y Suchet que habían salido a recibirlo, en Fuente de la Higuera, unos 80 km más adelante en la carretera de Valencia. En la reunión todos estuvieron de acuerdo en que los aliados debían ser expulsados de la capital lo antes posible.
Soult estaba de mal humor, porque el Rey había obligado a evacuar su preciado virreinato en Andalucía, y José también estaba de mal humor con Soult por su desobediencia en julio y agosto, que había provocado la pérdida innecesaria del Madrid. Soult ya no estaba a 500 km de distancia, y las órdenes dadas por un superior debían ser cumplidas de inmediato, a menos que el mariscal estuviera preparado para ser acusado de insubordinación.
Las disputas surgieron sobre la cantidad de tropas que serían necesarias para la operación. Soult dijo que todo hombre disponible sería requerido, y deseaba marchar con todo el ejército del Sur por San Clemente y Ocaña, mientras sugería que el Rey, con el ejército del Centro y un gran destacamento tomado de Suchet, debía pasar por Requena y Cuenca. Suchet protestó contra ser despojado de cualquiera de sus divisiones, y sostuvo que era necesario ser reforzado con 5.000 hombres de los ejércitos del Centro o del Sur. Finalmente se aprobó doble movimiento sobre Madrid. Pero Soult debía ceder al Rey la DI de Barrois y una BRCL, para reforzarlo.
El mariscal no se atrevió a desobedecer, pero declaró que los consideraba como pertenecientes a su ejército, su fuerza quedó reducida a 30.000 infantes en 5 DIs y 6.000 caballos en 3 DCs, con ingenieros, artillería, y trenes (descontando la DI y la BRCL enviados a José).
El ejército del Centro mostró el 15 de octubre (incluyendo Palombini, la Guardia del Rey y los españoles) unos 15.000 efectivos, a los que hay que sumar la DI de Barrois y la BRCL que sumaban 6.000 efectivos, elevando su fuerza a 21.000. La fuerza total eran unos 60.000 efectivos.
El rey José había propuesto comenzar su marcha sobre Madrid lo antes posible, estableciendo 9 de octubre como fecha de inicio. Soult declaró, que eso era imposible, debido a la necesidad de esperar a los convoyes que le enviaba Suchet, con municiones y suministros. El rey José fijó la fecha del 12 de octubre.
El ejército de Soult estaba en ese momento encuadrado con su ala derecha en Almansa, Yecla y Fuente la Higuera, y su ala izquierda en Albacete. Un destacamento de esta ala había estado durante los últimos diez días atacando el aislado castillo rocoso de Chinchilla, el único baluarte del interior que estaba en manos de los españoles en el reino de Murcia. Era un castillo en una elevación inaccesible, y con una guarnición insignificante, que podría haber resistido definitivamente, de tener un gobernador decidido. El 9 de octubre, en una terrible tormenta, un rayo golpeó el torreón, mató a 15 soldados, hirió a muchos más, puso el lugar en llamas, el gobernador, el coronel Dearra, capituló completamente consternado. La captura del castillo permitió el uso de los franceses de la carretera entre Albacete y Almansa, que ya no estaba dominada por la existencia de esa pequeña fortaleza.
El rey José con el ejército del Centro, salió de Valencia el 17 de octubre, y tenía su cuartel general en Requena en la carretera a Cuenca, donde llegó el 19. Allí se encontraban el destacamento de Drouet, la DI de Barrois y la BRCL de Avy del ejército del Sur, habiendo expulsado a los 3.000 efectivos de Bassecourt de las tropas murcianas. Soult había salido el 15 de octubre de Albacete, y había enviado el destacamento de Drouet de San Clemente a Cuenca, mientras él mismo marchaba por Belmonte sobre Tarancón y Santa Cruz de la Zarza, a la que llegó el 25 de octubre. No había entrado en contacto real con el enemigo hasta que, la caballería a la derecha de su avance entró en contacto con la caballería murciana de Freire frente a Tarancón, y la de su izquierda se toparon con las patrullas de los dragones británicos de Long frente a Ocaña.
Durante el tiempo del avance francés, las tropas de Long se había estado retirando frente a él, de Consuegra, Toboso, Almonacid, Belmonte y otros lugares de La Mancha, donde habían estado proporcionando una cobertura para observar sus movimientos. Se habían retirado, por orden de Hill, del 18 de octubre, ante el avance de la caballería francesa, sin permitir que fueran atrapados. Fue solo inmediatamente delante del Tajo, cuando se produjeron escaramuzas, una frente a Ocaña el 25 de octubre, entre la brigada de Bonnemain y el RDL-9 y RDL-13 y el RC-10 portugués. Los aliados fueron empujados hacia Aranjuez con la pérdida de unos 30 hombres, Erskine, que estaba al mando de la caballería, se negó a emplear sus reservas, ya que las órdenes de Hill eran no comprometerse en una realizar una acción seria. El mismo día que la caballería de Freire fue sacada de Tarancón por los cazadores de Perreymond.
Hill estaba en estrecho contacto con Wellington, el 17 de octubre, informó de que Soult había iniciado el movimiento. El 19 supo que había una columna moviéndose sobre Cuenca, así como una fuerza mayor que avanzaba por San Clemente y Belmonte. Hill recibió la orden de que el ejército de Madrid debía estar listo para iniciar la marcha. Las tropas británicas estaban al norte del Tajo, en el triángulo Madrid-Toledo-Fuentedueña, como también estaban la BRD/P de Urban y la DI española de Carlos de España.
Hill no intentó defender la línea del Tajo, sino la línea que corre de norte a sur, del Henares y el Jarama (el río formado por la unión del Tajuña y el Manzanares), desde Guadalajara hasta el punto cercano al Puente Largo donde el Jarama cae en el Tajo. El 28 de octubre, Skerrett evacuó Aranjuez y todas las demás tropas retrocedieron de manera similar. Esta posición dejó al ejército aliado todavía cubriendo Madrid, y con una retirada segura a los pasos por encima de él, en caso de que las cosas fueran mal.
La nueva disposición de fuerzas era la siguiente: Toledo había sido entregada a la partida guerrillera de El Médico, ya que ninguna patrulla francesa de reconocimiento había llegado en esta dirección, y estaba claro que el enemigo no tenía intenciones serias en ese flanco. El ala extrema derecha del ejército estaba formada por la DI-4 de Cole (que ya se había recuperado de la batalla de Salamanca), situada detrás de la zona donde el río Jarama desemboca en el Tajo, con su flanco cubierto por algunos dragones. Al norte se encontraba Skerrett defendiendo el Puente Largo, (paso principal sobre el río Jarama, a 3 km kilómetros al norte de Aranjuez). Más allá estaba la DI-3 y la BRI portuguesa de Hamilton sobre Valdemoro y San Martín de la Vega. Luego estaba la DIL en Alcalá de Henares con la DI española de Carlos de España y Morillo. Los murcianos de Elio se situaron en Guadalajara. Por delante de la línea había partidas de caballería.
El 28 de octubre, la caballería francesa, habiendo detectado la aparición de la infantería de Hill, cruzaron el Tajo tanto en Aranjuez y Fuentidueña del Tajo, ante lo cual la caballería aliada se retiró detrás del río Tajuña y destruyeron todos sus puentes. Soult comenzó a reparar los puentes de Aranjuez, y llevó una DI que avanzó hacia la ciudad el 29 de octubre, pero no hizo ningún intento serio por romper la posición de Hill detrás del Jarama y el Tajuña. Decidió no involucrarse en una lucha hasta que el rey José y la columna de Cuenca llegaran. El jefe del Ejército del Centro, sin embargo, alcanzó Fuentidueña este mismo día, y comenzó a pasar sin oposición. Pero la reconstrucción del puente tomó algún tiempo, y la infantería de Erlon no pasó al otro lado del Tajo en fuerza hasta el día siguiente.
El Rey cabalgó a Ocaña y se reunió con Soult, e hizo arreglos para un avance general el 30 de octubre. En la mañana del 29 de Hill recibió un mensaje de Wellington, fechado en Cabezón de Pisuerga en la noche del 27, que trastornó todos los arreglos realizados hasta el momento. Se proponía mantener la línea del Duero el 29 de octubre, y evitar que los franceses cruzaran en fuerza hasta el 1 de noviembre, en cuyo caso llegaría a Arévalo el 3 de noviembre. Debía llevar con él a Carlos de España, Morillo y Penne Villemur, pero debía ordenar a Freire, Elio y Bassecourt que se unieran a Ballasteros por la ruta de Toledo, mientras que el Empecinado debía ir a su antigua zona en las montañas más allá de Guadalajara.
Combate de Puente Largo (30 de octubre de 1812)
El ejército de Hill se puso en movimiento hacia El Escorial al amanecer del 30 de octubre. Ordenó a Skerrett que defendiera el Puente Largo, y retenerlo a toda costa hasta el resto de la derecha aliada se hubiera retirado (la DIL, DI de España y Morillo) por el lado norte de Madrid sin entrar en la capital, situándose en el Pardo. Las tropas de Valdemoro (DI-3, BRI portuguesa de Hamilton y el grueso de caballería) se retiraría más allá del lado sur de Madrid y alcanzaría Aravaca, donde Hill estableció su cuartel general. La DI-4 de Afiover, que tenía la marcha más larga de todos, había iniciado el movimiento antes que el grueso del ejército, en la noche del 29, no al amanecer del 30 como el resto. Llegaron a Valdemoro antes del amanecer, muy fatigados.
Mientras se detenían para descansar, los hombres descubrieron vino en los sótanos, y por supuesto hubo muchos embriagados. Cuando la DI marchó al mediodía, cientos de hombres, escondidos en casas completamente embriagados e incapaces de moverse incapacidad para moverse, se quedaron atrás. La DI se unió al resto del ala derecha en Aravaca. En la noche del 30, todo el ejército estaba concentrado más allá Madrid, sin enfrentamientos, salvo el destacamento de Skerrett, que estuvo luchando todo el día en el Puente Largo para la protección del resto.
El Puente Largo es un puente muy largo de 16 arcos, porque el Jarama en invierno es un río muy ancho. Skerrett había intentado hacer explotar los arcos centrales del puente, pero aunque dos minas habían sido colocadas, su explosión en la mañana del 30 de octubre no consiguió romperlos. El oficial de ingenieros no había tenido tiempo para hacer otra mina, por lo que situó un parapeto cubierto por un abatis defendido por 2 Cías del RIL-95 y parte del BI-II/47; mientras que detrás estaba el resto del BI-II/47 y el BI-II/87 con 3 cañones portugueses de la Bía de Braun, en el extremo norte de la calzada, la reserva de Skerrett estaba compuesta por el BI-III/1 de guardias, el RI-20/P y 3 cañones de la Bía de Braun. Toda la fuerza de defensa se componía de 5 BIs y 6 cañones, en total unos 4.000 efectivos.
Soult no estaba seguro de si Hill tenía la intención de luchar en la línea del Jarama, o si era una retaguardia. El día estuvo muy brumoso desde el amanecer y a las 9 de la mañana empezó a llover, que continuó hasta la noche. Así, el mariscal no pudo ver la fuerza a la que se enfrentaba, su caballería, explorando arriba y abajo de la orilla del río, no pudieron encontrar ningún vado. Después de algunas horas, Soult envió adelante la DI de Reymond con órdenes de forzar el Puente Largo, que según le habían informado, aún era transitable debido al fallo de las minas. Asentó una Bía en el extremo sur del puente, y bombardeó el parapeto y los cañones portugueses, mientras que las Cías de voltigeurs del RIL-12 desplegaron a lo largo de la orilla del río.
Luego comenzó un largo intercambio de fuego de mosquetería con los hombres de Skerrett a través del agua. El fuego de artillería y de mosquetería se prolongó durante algunas horas, hasta que las 3 piezas de Braun, dejaron de disparar por falta de munición. Aprovechando el momento favorable, Soult envió parte del RIL-12 contra el puente: la cabeza de la columna entró en el estrecho puente y al alcanzar el octavo arco medio roto, sufrieron tal fuego de mosquetería y sufrieron tantas bajas, que cayeron en desorden antes de llegar a la mitad. Otro grupo lo intentó unos minutos más tarde, y fue rechazado de igual modo. Entonces Soult ordenó que cesara el ataque.
Un oficial francés apareció en el puente con una bandera blanca un poco más tarde, y obtuvo permiso para retirar a los muchos heridos que yacían en su extremo sur. Después del anochecer Skerrett se retiró silenciosamente, dejando falsos centinelas en la cabeza del puente y la calzada, que solo eran hombres de paja con abrigos que fueron descubiertos al amanecer de la mañana siguiente. La brigada tuvo una marcha tranquila durante toda la noche, y llegó al Prado, donde se les permitió unas cuantas horas de descanso. Su pérdida había sido de unos 3 oficiales y 60 hombres muertos y heridos, de los cuales 40 eran del BI-II/47 y 11 de las Cías del RIL-95. Los franceses tuvieron 5 oficiales y unos 100 hombres muertos y heridos.
Salida del ejército aliado de Madrid
Soult había deducido, por la obstinada defensa de Puente Largo, que Hill trataba de defenderse detrás de la línea del Jarama. Hizo durante la noche preparativos para llevar mucha artillería y construir puentes, pero descubrió al amanecer que sus esfuerzos habían sido innecesario. La caballería al mando de Pierre Soult avanzó hasta Valdemoro, y allí capturaron a unos 300 borrachos rezagados pertenecientes a la DI-4, que no habían seguido a Skerrett cuando pasó.
Había una densa niebla, y Soult nunca entró en contacto con la retaguardia de Hill, pero se enteró del rumor de que Wellington estaba en Madrid, con 2 DIs de Burgos, y que todo el ejército aliado estaba preparado para librar batalla fuera de la capital. Por lo que se decidió esperar la llegada de todo el ejército antes de continuar el avance.
Esto fue un regalo del cielo para Hill, ya que el 31 de octubre, los franceses no realizaron ninguna acción. La caballería avanzada francesa entró en Madrid el 1 de noviembre y el 2 llegaba la infantería a la capital. En esos momentos, el ejército aliado de Hill estaba sobre el Guadarrama, y bien encaminado a Villacastín y Arévalo.
La evacuación de Madrid fue acompañada de muchos patriotas desesperados, que huyeron con todos sus enseres. Se dio orden de quemar las considerables reservas de provisiones que no pudieron ser llevadas. Pero el pueblo de Madrid, al borde de la inanición, y ante la visión de la destrucción de la comida, atacaron a los comisarios y saquearon los almacenes, llevándose la harina y carne salada que estaba siendo destruida. Probablemente, hubiera sido prudente permitirles hacerlo sin dificultades, ya que los almacenes, una vez dispersados, difícilmente podrían haber sido reunidos de nuevo por los franceses.
Antes de retirarse, procedieron a la destrucción del fuerte del Retiro, el gran edificio de La China, de manufactura de porcelana, fue volado junto con los movimientos de tierras. Las minas fueron colocadas tan descuidadamente que 2 oficiales de la comisaría murieron al explosionar las minas.
La retaguardia del ejército británico abandonó la ciudad al mediodía del 31 de octubre, y se dirigieron a El Escorial. El 1 de noviembre, se inició el paso de Guadarrama, y el 3 de noviembre, inició el movimiento la brigada de caballería que estaba en la retaguardia. Salió de las montañas sin haber visto ninguna señal de los franceses, cuyas patrullas de caballería ligera solo llegaron a Galapagar, a 8 km al sur de El Escorial, capturando a algunos rezagados.
El 4 de noviembre, todo el ejército de Hill se concentró en Villacastín, cerca de la posición de Wellington detrás del río Duero en Rueda, con lo que podían intercambiar mensajes en menos de 12 horas. Hill, por lo tanto, otorgó a sus tropas un merecido descanso a sus tropas de 12 horas en Villacastín. Un despacho de Rueda informó a Hill que su jefe había decidido retirarse de la línea del Duero, y que la posición en la que pretendía luchar era frente a Salamanca, donde se había enfrentado y venció a Marmont en julio. Por lo tanto, no era necesario llegar a Arévalo, sino que seguiría por Belayos, Villanueva de Gómez y Peñaranda. Esa ruta le llevaría a Alba de Tormes, donde se entrarían en contacto con las propias tropas de Wellington, que se moverían, por La Nava y Cantalpino, al puesto de San Cristóbal en las afueras de Salamanca.
José Bonaparte regresa a Madrid (2 de noviembre de 1812)
Tras la salida de los ingleses el 31 de octubre hacia Alba de Tormes, el gobernador de Madrid, Carlos de España, se quedaba sin tropas suficientes para defender la capital.
El 2 de noviembre, el rey José Bonaparte entró de nuevo en Madrid, sin hallar ninguna oposición. Soult continuó la persecución, tenían en mente para cruzar las montañas el 3 de noviembre, y solo caballería ligera de su hermano estaba cerca de la retaguardia de Hill. Los días 4, 5 y 6 de noviembre su cuerpo principal fue llegando, y estaba casi al completo en Arévalo en el último día. Solo la caballería de su hermano había seguido a Hill en la carretera Peñaranda. El objeto de dirigirse a Arévalo, era reunirse con el ejército de Portugal, del que no tenía noticias seguras.
El mismo Rey con sus guardias siguieron a Soult después de una breve estancia en Madrid el 7 de noviembre, pero las 3 DIs (Barrois, Palombini, Darmagnac) que formaban la columna que marchaba desde Cuenca, quedaban muy atrás. La DI de Palombini, a la que se le había pedido que actuara como retaguardia, estaba observando la acumulación de tropas españolas cerca de Guadalajara; donde Elio y Freire se habían unido a El Empecinado, que venía de la dirección de Aragón, alcanzando una fuerza de 8.000 a 9.000 efectivos, bastante cerca de Madrid.
Si se dejaba una guarnición muy fuerte, el ejército Centro estaría muy debilitado. Después de algunas vacilaciones, el Rey decidió acudir con todos los hombres disponibles para aplastar a Wellington. Los 20.000 hombres de la columna de Cuenca debían adelantarse a toda costa para asegurar la superioridad numérica. Madrid, por tanto, debía ser abandonado, y la infantería del ejército del Rey salió de allí entre el 6 y el 8 de noviembre, con Palombini en retaguardia.
El 8 de noviembre, la DI de vanguardia del ejército del Centro llegó a Villacastín a marchas forzadas, la retaguardia no llegó hasta el 10 de noviembre.
Unos días después de que los franceses abandonaran Madrid, el Empecinado bajó a la capital y la ocupó. Elio se puso en comunicación con el ejército de Andalucía (que ya no estaba bajo Ballasteros) y tomó La Mancha. Bassecourt volvió a ocupar Cuenca. No había quedado un soldado francés en Castilla La Nueva, y todas las comunicaciones entre Soult y el rey José, por un lado, y Suchet en Valencia, por el otro, estaban completamente cortadas.
Operaciones alrededor de Salamanca
El 6 de noviembre, la columna de Hill marchó de Fontíveros a Peñaranda, la DIL y Morillo formaban la retaguardia de infantería, cubierta a distancia por los escuadrones de Long y Víctor Alten. El 7 de noviembre, la etapa recorrida fue de Peñaranda a Coca (no lejos de García Hernández) con fácil acceso al río Tormes, cuyo paso era evidente se haría sin ninguna interferencia del enemigo. El 8 noviembre, día en que Wellington llegó a su posición de San Cristóbal; Hill cruzó el Tormes en Alba, dejando a la BRI de Howard y la BRI portuguesa de Hamilton para mantener esa ciudad, que se encuentra en la orilla oriental del río, manteniendo una cabeza de puente cubrir el puente. La brigada de caballería de Slade permaneció como cobertura frente a Alba, para vigilar la aproximación del enemigo.
Cuando el resto de las tropas habían cruzado el Tormes, Wellington ordenó a Hill que le enviara la DI-3, la DI-4 y la DIL británicas; la DI de España; y la caballería de Víctor Alten y de Urban; que se trasladaron Calvarrasa de Arriba, Machacón y otros pueblos en el ángulo del Tormes frente a Huerta, desde donde podían ser enviados a la posición de San Cristóbal, por los vados de Aldea Lengua y Santa Marta, si fuera necesario.
Hill se quedó como al principio del verano: con la DI-2, la BRI portuguesa de Hamilton, las BRDs de Slade y Long, la BRC portuguesa de Campbell y la BRC española de Penne Villemur, unos 20.000 efectivos de tres naciones, que se quedaron detrás de Alba, en los bosques sobre el río Tormes.
Todo el ejército aliado tenía unos 70.000 efectivos, (52.000 británicos y portugueses y 12.000 españoles), de los cuales 3.500 eran de caballería con 108 cañones, que desplegó en línea en San Cristóbal a Alba, esperando ver si el avance francés sería por el este o el norte.
Los franceses tardaron en hacer su aparición, el motivo era que Soult quería unirse con el ejército de Portugal antes de intentar presionar a los aliados. Soult, Souham y el Rey acordaron que su mejor opción era reunir los tres ejércitos, y obligar a Wellington a luchar. La fuerza combinada era de unos 90.000 hombres, incluidos 11.000 de caballería y unos 200 cañones.
Batalla de Alba de Tormes (10 y 11 de noviembre de 1812)
El 10 de noviembre, Soult resolvió ver si Wellington estaba dispuesto a detenerse en Alba de Tormes, o si el destacamento volaría el puente y se retiraría cuando lo atacaran.
Las operaciones comenzaron con el enfrentamiento entre piquetes de Long, que trataron de mantenerse lo más adelante posible hasta el último momento, y las patrullas de reconocimiento francesas. Perdieron algunos hombres al replegarse. Soult luego colocó 3 Bías en la colina al este de la ciudad, y comenzó a desplegar sobre las 14:00 horas; poco después 12 Cías voltigeurs de la DI-5 desplegaron en guerrilla en largas líneas y comenzaron a presionar hacia delante, seguidas por los RIs que pertenecían en columnas, y seguidas por la DI de Daricau en apoyo, era visible en la retaguardia.
Alba estaba defendida por la BRI de Howard de la DI-2 (BI-I/50, BI-I/71, y BI-I/92); al otro lado del río como reserva estaba la BRI portuguesa de Hamilton (RI-4 y RI-10), y las Bías de Arriaga y Braun, colocadas en una posición desde la que podrían flanquear cualquier ataque al puente. La ciudad estaba preparada para la defensa, se abrieron las brechas en los muros, se cerraron las calles con barricadas. Cada uno de los BIs británicos tenía un tercio del perímetro del muro, con la mitad de sus Cías en línea de fuego y los demás en reserva al abrigo.
Tres veces durante la tarde las líneas de voltigeurs, que se habían refugiado en los barrancos y acequias alrededor de los muros, recibieron órdenes de cargar; pero en cada ocasión fueron recibidos por un fuego nutrido de los defensores, y sus pérdidas fueron tan grandes que tuvieron que correr de nuevo para ponerse a cubierto. Hamilton reforzó la guarnición al anochecer con 2 RIs portugueses de Da Costa (RI-2 y RI-14). Al caer la noche, los franceses no habían logrado absolutamente nada.
A la mañana siguiente al amanecer, sobre las 06:00 horas, se inició el cañoneo, y los escaramuzadores franceses empujaron una vez más hacia los muros. Se utilizaron las Cías ligeras de Da Costa contra ellos, así como los de los 3 BIs británicos. Pero el ataque no fue presionado, y después de unas horas Soult desistió, se retiraron los cañones, después se retiró la infantería.
Del 11 al 14 de noviembre, las BRIs de Howard y da Costa mantuvieron el lugar sin ser molestados más. Su modesta lista de bajas, en la tarde del 10 de noviembre y en las horas de la mañana del 11, habían sido 21 hombres muertos y 3 oficiales y 89 hombres heridos, de los cuales 8 muertos y 36 heridos eran portugueses. Las pérdidas francesas habían sido un poco mayor, aparentemente 2 oficiales muertos y 6 heridos, con unas 150 bajas de tropa.
Considerando la inmensa superioridad de los franceses en caballería, era concebible que pudieran atacar a muchos vados a la vez, y empujar la pantalla de caballería aliada, y luego lanzar puentes y atacar el centro británico. En ese caso, el ejército aliado tendría que luchar, no detrás de la orilla del río, sino frente a la posición de los Arapiles.
Eso hacía necesario cerrar en los flancos para una batalla. Toda o la mayoría de las tropas en la posición de San Cristóbal cruzarían Tormes, tal como lo habían hecho en julio. Al mismo tiempo que Hill abandonaría Alba, formaría el ala sur de la línea, en el bosque que había protegido a los infantes de Marmont en la victoria de Salamanca.
Pero Alba no iba a ser abandonado, su castillo era susceptible de una larga defensa, y bloqueaba eficazmente el mejor paso del Tormes. Wellington seleccionó un BI gallego (del RI Monterrey, bajo comandante José Miranda) que iba a defender el castillo, y sostenerlo el mayor tiempo posible, incluso cuando quedara aislado del ejército aliado por el avance de los franceses.
El puesto le fue explicado al comandante español, que se comportó admirablemente, bloqueó la comunicación de Alba durante muchos días, y finalmente escapó por una salida repentina de lo que parecía una rendición inevitable el 24 de noviembre.
Operaciones en torno a Salamanca
Los dos planes que se presentaron al rey José en la noche del 11 de noviembre, presuponían la viabilidad de los vados del río Tormes. El río había bajado el caudal considerablemente desde que Wellington lo inspeccionó el 9 de noviembre, y que sacó la conclusión de que era una barrera impracticable para cualquier cuerpo de tropas, siendo transitable a lo sumo para jinetes aislados.
La inmensa llanura de la orilla opuesta permitiría a la caballería francesa cruzar y formar al frente, para proteger el paso de la infantería. Después de eso, el ejército francés marcharía en masa contra el centro inglés, que suponía entre Calvarrasa de Abajo y Calvarrasa de Arriba), y se rompería a través de la línea del enemigo. Este era el plan que Soult presentó al Rey.
El ejército del Sur tuvo que ser movido a su izquierda de todos sus acantonamientos frente a Alba, mientras que los ejércitos del Centro y Portugal tuvieron que esperar a que terminara esa marcha de flanco, para asumir las posiciones anteriores de las DIs de Soult. Cuando el ejército del Sur comenzase a cruzar el Tormes, el ejército de Portugal debía estar en apoyo directo, y no debía hacer ningún ataque por separado. Todo el 12 y 13 de noviembre se emplearon en hacer este desplazamiento de tropas hacia el sur. Soult trasladó a su ejército río arriba y colocó su cuartel general en Anaya, 10 km al sur de Alba, sobre los vados de Galisancho, donde iba a tener lugar el cruce. El Rey se trasladó a Valdecarros, un poco a la derecha de Soult, con el ejército del Centro. El ejército de Portugal, dejando su caballería y 2 DIs como retaguardia de Huerta, movió a las otras 6 DIs a las alturas sobre Alba, donde se esperaba que pudiera cruzar, cuando la maniobra de Soult hubiera obligado a Hill a abandonar ese lugar y retroceder.
El Rey tomó dos medidas inesperadas antes de cruzar el Tormes. El primero fue reemplazar a Souham como comandante del ejército de Portugal, la verdadera causa era haber mostrado tardanza y exceso de precaución en sus maniobras desde el 30 de octubre. Drouet tomó el mando del ejército del Centro, y dio el cargo del ejército del Centro a Soult.
Wellington evidentemente estaba algo desconcertado por la postura de los franceses los días 12 y 13 de noviembre. No podía hacer deducciones de las intenciones francesas. Recibió cada día informes de reconocimientos de caballería francesa por encima de Alba, que se enfrentaban a los piquetes periféricos de los portugueses de Hamilton, que estaban vigilando el curso superior del Tormes. Pero no se envió ninguna fuerza sólida para apoyar esos puestos periféricos: Wellington consideró inseguro extender su frente ya largo.
La disposición de las tropas en su ala derecha seguía siendo que Hill estaba en el bosque detrás de Alba, la DI-3 y la DI-4 estaban en Calvarrasa de Abajo como reserva, mientras que la caballería de Long y de Urban vigilaban el curso del río desde Alba hasta Huerta. En el norte de los portugueses de Pack y Bradford estaban en la ribera del Tormes en Aldea Lengua y Cabrerizos, vigilando las 2 DIs francesas en Huerta. Las DIs británicas 1, 5, 6, y 7; y el ejército de Galicia estaban en la posición de San Cristóbal, con la caballería de Anson, Victor Alten y Ponsonby en su frente.
En la mañana del 12 de noviembre, Macune realizó un reconocimiento en fuerza contra los portugueses de Pack, en Aldealengua: desplegó 3 brigadas, comprometidas en un enfrentamiento, y solo se retiró cuando comenzaron a llegar los refuerzos británicos. Al día siguiente, Wellington, deseando ver si Maucune estaba en movimiento, efectuó fuertes reconocimientos de caballería, y encontró que todavía estaba en posición.
En la madrugada del 14 de noviembre, la división de caballería de Pierre Soult cruzó el Tormes con fuerza en tres vados entre Galisancho y Lucinos, que eran perfectamente transitables, el agua solo llega hasta los vientres de los caballos. Los piquetes portugueses más allá del río dieron la alarma, pero tuvieron que retirarse de inmediato; algunos fueron cortados por los cazadores.
La DD de Vinot y la DCL de Avy, le siguieron y cuando hubieron recorrido la orilla del Tormes hacia arriba y hacia abajo y no encontraron ningún enemigo; la infantería empezó a pasar, no solo por los vados sino por varios puentes de caballetes que se habían construido a toda prisa. Tan pronto como hubo un par de DIs al otro lado del río, avanzaron a una línea de alturas unos km más adelante, donde había una posición defensiva sobre el pueblo de Martín Amor. Por la tarde, todo el ejército del Sur estaba al otro lado del río, y había tomado una línea más avanzada hacia Mozarbes, mientras que el ejército del Centro comenzaba a seguirlo.
Se esperaba que el ejército de Portugal pudiera cruzar en Alba o cerca de ella, porque Soult supuso que era probable que Hill evacuara esa ciudad, cuando viera 40.000 hombres dispuestos detrás su flanco izquierdo. Pero aunque Hill retiró las BRIs de Howard y Da Costa por la tarde, dejó al español de Miranda con un BI en el castillo, y voló el puente. Como el castillo dominaba el puente destruido y el vado que estaba cerca, dispararon furiosamente a ambos, no había posibilidad de pasar o de reparar el arco en ruinas. Drouet descubrió que tenía que marchar río arriba, y cruzó en Torrejón, 6,5 km al sur de Alba y cerca de los vados que Soult había empleado.
Tenía el grueso de su ejército sobre el río por la tarde, y sus 2 DIs de retaguardia al mando de Maucune, que habían llegado tarde después de una marcha forzada desde Huerta, cruzaron al anochecer. Todo el ejército francés con unos 90.000 efectivos estaban sobre el río Tormes esa noche, vivaqueando en las alturas de Torradillos a Valdenuerque, frente a Martín Amor. La operación se había llevado a cabo con éxito.
Wellington al tener noticias del cruce, cabalgó a toda prisa, para tomar el mando en persona en el frente, después de haber dado órdenes de que el conjunto de las tropas en la posición de San Cristóbal debería seguirlo. Se encontró con Hill en el bosque al sur de Arapiles, y le dijo que vigilara los caminos de Alba con la DI-4 y la BRI portuguesa de Hamilton. Tomando la DI-2 (8.000) y todas las BRCs (Slade, Long, Urban y de Penne Villemur) avanzó para contener y atacar a Soult. Pero al llegar frente a Mozarbes un poco antes del mediodía, vio que los franceses ya tenían 3 o 4 DIs y 4.000 caballos en línea para cubrir el paso del Tormes para el resto de su ejército.
Había llegado demasiado tarde, si mandaba a por Hill y las otras tropas que estaban en su retaguardia, incluso cuando llegaran, solo tendría 25.000 hombres disponibles para atacar a un enemigo que ya tenía una gran fuerza en línea, y que estaba recibiendo tropas frescas cada momento desde los vados.
Al anochecer, Wellington ordenó a Hill que retrocediera con su infantería desde el bosque frente a Alba hasta la antigua posición del Arapiles, pero mantuvo su caballería al frente, para cubrir su propia línea de batalla el mayor tiempo posible. Su pantalla de patrullas se colocó en la línea de bosques de Miranda de Azan a Utrera, al sur de las alturas en las que el ejército de Marmont había tomado su posición el 22 de julio. Hasta que esa caballería fuera empujada, los franceses, en el terreno elevado sobre Mozarbes, no podía distinguir la posición británica.
En la mañana del 15 de noviembre, Wellington tenía todas sus tropas a mano, aunque las últimas DIs de San Cristóbal no llegaron hasta algunas horas después del amanecer. Había comenzado su retirada a Ciudad Rodrigo en el momento que vio a los tres ejércitos franceses reunidos en su frente, y antes de que pudieran comenzar a atacar su posición en las alturas de Mozarbes. Wellington estaba dispuesto a correr el riesgo de una batalla, incluso contra los números superiores.
Resolvió ocupar la excelente posición a lo largo de las alturas de Arapiles, donde había luchado el 22 de julio, y rechazar cualquier asalto frontal, aprovechando la ventaja del terreno, con sus pendientes pronunciadas, buena cobertura de reservas y emplazamientos favorables de artillería. A medida que avanzaba la mañana, había formado su ejército desde Calvarrasa de Arriba hasta un punto no lejos de Miranda de Azán. La línea era más larga que en la batalla del 22 de julio, porque las tropas eran mucho más numerosas.
El extremo del ala estaba formada por la DI-4 apoyada en las alturas y el pueblo de Calvarrasa de Arriba (que había estado en manos de Foy el 22 de julio). La DI-2 y la BRI/P de Hamilton retenían tanto a los dos Arapiles, hacia el oeste de las tropas de Hill estaban la DI-3 y los españoles de Morillo. La segunda línea estaba formada por las tropas que habían bajado de San Cristóbal, la DIL, las BRIs portuguesas de Pack y Bradford, y los gallegos. En el flanco las DIs 5, 6 y 7. El grueso de la caballería aliada también se colocó en el ala derecha, para cubrir el extremo de la línea de infantería. Solo la caballería portuguesa de Urban y de Campbell, y españoles de Penne Villemur, y la brigada de Long estaba a la izquierda más allá de Calvarrasa de Arriba.
Las 5 BRDs británicas, dispuestas en dirección a Miranda de Azan y frente a Aldea Tejada. La BRD KGL de Bock en la extrema derecha, detrás las BRDs de Ponsonby, Víctor Alten, Anson y Slade, formando una formidable masa, pero mucho menos que los 7.000 jinetes franceses frente a ellos.
El movimiento que los franceses realizaron a continuación, no encajaba con los planes de Wellington. El 15 de noviembre, Wellington ordenó reconocimientos de caballería para obtener cualquier información clara de las intenciones francesas. Pero pronto empezaron a llegar los informes, de que los franceses estaban construyendo trincheras y abatís en las alturas de Mozarbes, y que había enviado una inmensa fuerza de caballería a su ala izquierda, al amparo del cual las DIs estaban trabajando. El ejército de Portugal estaba en línea a su derecha, y su caballería avanzaba a hacia el flanco de Hill. La infantería francesa se mantenía firme en su posición, mientras la caballería de Soult, ejecutaba una marcha de flanco.
Wellington no vio más alternativa que una retirada a Ciudad Rodrigo. Por tanto, se ordenó a todas las DIs que enviaran a sus bagajes a media marcha hacia el oeste, y se hicieron los preparativos destruir los almacenes de Salamanca que no se pudieran llevar.
El convoy siguió la carretera de Salamanca-Rollan-San Felices (al norte de la actual A-62), que era la más segura, y la más alejada de cualquier probable línea de avance que los franceses pudieran tomar. Pero tenía el inconveniente de estar lejos de las otras carreteras por las que el ejército aliado podría tener que moverse. El desafortunado resultado fue que los días 16, 17 y 18 de noviembre, la comida avanzaba por la carretera del norte, y las tropas, por otras tres carreteras paralelas a ella a una distancia de 30 km al sur.
Sobre las 14:00 horas del 15 de noviembre, Wellington decidió que no debía demorar más tiempo, y ordenó a su ejército que marchara hacia su derecha, en las dos líneas en las que ya había dispuesto. La masa de caballería frente a Aldea Tejada permaneció inmóvil, para cubrir el movimiento de la infantería detrás de su retaguardia. El cuerpo más pequeño de caballería de la izquierda se mantuvo firme en torno a los Arapiles, hasta que todas las DIs hubieran pasado, y luego las seguirían como retaguardia.
Todo el ejército marchaba en orden de combate, si era atacado en cualquier momento solo tenía que girar hacia su flanco izquierdo, y estaría en orden de batalla. El movimiento tenía que ser lento los primeros km, ya que ni la columna delantera ni la trasera estaban en un buen camino hasta que llegar al arroyo Zurguén, y de allí partían las tres carreteras paralelas que parten de Salamanca a Ciudad Rodrigo. Además, la lluvia, que había sido una mera llovizna en la mañana, se convirtió en un aguacero torrencial fuerte justo cuando comenzaba el movimiento del ejército. Los caminos se convirtieron atolladeros en unos minutos; y cuando el arroyo Zurguén apareció a la vista, que normalmente apenas tiene agua, apareció como un río rugiente, que solo podía ser vadeado con cuidado.
La marcha fue extremadamente penosa, y las tropas, que esperaban y deseaban una acción general. No fueron molestados por los franceses, y las columnas, habiendo cruzado el arroyo Zurguén, siguieron por tres caminos paralelos: el del sur por Matilla, el central Maza de San Pedro y San Muñoz, el del norte (actual N-620) por Aldehuela de la Bóveda. La distancia entre las dos carreteras secundarias y la central rara vez era más de 8 km y, a menudo, no más de 5. El ejército aliado después de seguir por los caminos designados, siguió de marcha hasta después del anochecer y vivaqueado en la orilla del río Valmuza, a unos 10 kilómetros de Salamanca. No se distribuyó alimentos, y aunque la madera era abundante, era difícil encender fuego, debido a la lluvia incesante.
Mientras tanto en el ejército francés, a las 9 de la mañana se informó que hasta donde la lluvia permitía cierta observación, que Wellington estaba en línea de batalla en la posición de Arapiles. Soult continuó moviendo su caballería hacia delante con precaución, y extendiendo su ala izquierda hacia Azán. Poco antes del mediodía José y Jourdan se unieron a Soult en las alturas sobre Mozarbes, estando todavía estacionario.
Jourdan sugirió que el ejército de Portugal debía avanzar por la derecha y atacar ese flanco enemigo que descansaba en los Arapiles. El ataque dio lugar a pequeños enfrentamientos entre los cazadores portugueses de la DI-2 con la caballería ligera avanzada y voltigeurs de la derecha francesa, en los bosques al sur del Arapil Grande. El ejército de Portugal no hizo ningún intento real por atacar. Soult continuó su movimiento de flanqueo cauteloso hacia el oeste, y no tenía orden de expulsar la caballería británica frente a Wellington. Luego llegó la lluvia torrencial que cayó sobre las 14:00 horas, justo cuando Wellington había ordenado a su ejército que se alejara, conservando su orden de batalla, hacia el arroyo Zurguén. Su salida fue solo parcialmente visible, y no se hizo ningún intento para molestarlo.
Al descubrir que Wellington había partido sin ser molestado, y que Soult no había hecho ningún intento de atacar a la caballería que estaba cubriendo su retirada. El rey José, por consejo de Jourdan, dio órdenes de marchar sobre la ciudad desierta de Salamanca, mientras que solo a Soult se le permitió perseguir al enemigo en retirada.
Después del anochecer, la caballería ligera del ejército de Portugal y la DI de Foy marcharon sobre Salamanca esa noche, después caminar por caminos inundados. El puente de Salamanca se descubrió que estaba intacto, y encontraron almacenes medio vacíos con harina y ron. Una partida del RH-2 KGL evacuó el lugar a la llegada de los franceses.
Foy los persiguió durante 48 horas después, se trasladó a Ledesma, y luego a Zamora, donde entró en acantonamientos. La caballería del ejército de Portugal, persiguió a la retaguardia de Wellington en la carretera hacia Aldehuela de la Boveda, dejando la persecución de las otras dos rutas a Soult. El resto del Ejército permaneció acantonado en Salamanca, que había sido bien saqueado por la primera división que llegó.
La DIL formaba la retaguardia de la columna central, que fue la única que fue presionada de cerca por Soult. Al principio, las únicas tropas francesas eran la caballería, el general adjunto, Edward Paget, fue sorprendido sin escolta por dragones franceses y hecho prisionero. Wellington y su ejército sintieron profundamente la pérdida de Paget.
A última hora de la tarde del 17 de noviembre, la columna llegó al río Huebra en San Muñoz. La columna comenzó a cruzar el río, lista para acampar en la orilla opuesta. Por una vez, los franceses tenían algo de infantería cerca, y justo antes de que la DIL comenzara a cruzar, la DI de Daricau apareció en escena. La DIL tuvo que cruzar el río mientras era atacada por la retaguardia. Tres Cías del RI-43 y una del RIL-95 formaron una retaguardia y mantuvieron a raya a los hostigadores de Daricau mientras el cuerpo principal de la DIL cruzaba el río. Luego lograron escapar a través del río mientras eran perseguidos de cerca por los franceses.
Soult luego hizo una pausa para traer su artillería y pronto abrió fuego contra la DIL y la DI-7, pero el suelo blando redujeron el impacto de sus proyectiles. Este bombardeo solo causó 30 bajas en la DI-7, y al final del día Soult abandonó cualquier plan de ataque al otro lado del río.
La DI de Daricau perdió 226 hombres durante los combates en San Muñoz. Los británicos perdieron 365 hombres, pero solo 187 de ellos fueron bajas en combate; el resto fueron prisioneros tomados durante la retirada.
A la mañana siguiente, los británicos esperaban que los franceses atacaran, pero Soult no tenía intención de atacar Wellington en una posición fuerte después de cruzar un río. En cambio, esperó a que los británicos reanudaran la retirada y luego envió una pequeña fuerza de caballería para vigilar la retirada. El 19 de noviembre, Soult ordenó a sus hombres que se retiraran hacia el este, poniendo fin a la campaña.
Wellington estaba de regreso donde había comenzado la campaña de 1812, no se consideró que fuera derrotado de ninguna manera. Había avanzado una distancia considerable, venció al ejército francés de Portugal y lo condujo al norte. Había obligado a José a escapar de su ciudad capital en una carrera ignominiosa y había obligado a Soult a abandonar su feudo en el sur de España.
Uno de los principales objetivos de Wellington era hacer que los franceses concentraran sus ejércitos contra él, dando la oportunidad a las bandas guerrilleras de toda España de operar contra los intereses franceses sin interrupción.
Consecuencias de la retirada
Las bajas aliadas durante la retirada fueron 2.368 británicos y 2.374 portugueses, en total 4.752.
Una vez que las tropas de Wellington se establecieron en Ciudad Rodrigo y en los distintos acantonamientos detrás de la ciudad en España y Portugal, Wellington comenzó la tarea de reconstruir su ejército. Se recibieron refuerzos sustanciales de Gran Bretaña durante el invierno de 1812-13.
Wellington, a su llegada a Ciudad Rodrigo, entregó un documento a sus comandantes de división y brigada expresando su extrema insatisfacción por la ruptura de la disciplina durante la retirada de Burgos. El contenido de este documento se dio a conocer en todo el ejército y causó una gran indignación.
La retirada se llevó a cabo en circunstancias exigentes y con un colapso cercano al sistema de suministro. Las tropas y los oficiales subalternos consideraron que se habían comportado de manera no digna de crédito, especialmente en vista de la larga duración de la temporada de campaña en 1812, unos diez meses, y las considerables distancias que se les había exigido recorrer; para algunos regimientos de más de 800 km durante el año. Habían llevado a cabo tres asaltos a ciudades y una batalla importante, además de escaramuzas menores.
Dispersión de los ejércitos a los cuarteles de invierno
El ejército del Sur se distribuyó: DI-1 de Leval en Toledo; la DI-3 de Villatte en Talavera, la DI-4 de Conroux en Madridejos; la DI-5 de Pecheuxen en Daimiel en la Mancha; la DI-6 Daricau en San Clemente (Cuenca), la caballería ligera de Pierre Soult y los dragones de Digeon en posiciones avanzadas en la Mancha, los dragones de Tilly de reserva en Toledo. Las fuerzas totales de Soult eran 36.000 efectivos, sin contar los hospitalizados y destacados.
El ejército del Centro se distribuyó: la DI de Darmagnac y la Guardia Real en Madrid, la DI de Cassagne en Arganda, la DI franco-española de Casapalacios en Segovia, la caballería dispersa en varios puntos en los alrededores de Madrid; había perdido la DI italiana de Palombini, que estaba de camino a Burgos para unirse al ejército del Norte. El ejército del Centro tenía en total 12.000 franceses más los Guardias y españoles que sumaban otros 5.000.
El ejército de Portugal estaba mucho más disperso. La DI-1 de Foy estaba en Ávila, la DI-2 de Barbot en Valladolid, la DI-3 de Sarrut en León, la DI-4 de Fririon en Saldaña (Palencia), la DI-5 de Maucune y la DI-8 de Chauvel en Salamanca, con destacamentos en Ledesma y Zamora. La DI-6 y la DI-7, ambas débiles, estaban en proceso de ser disueltas para reforzar a las demás. La DD de Boyer tenía el cuartel general en Mayorga (Valladolid), y la DCL de Curto con cuartel general en Medina de Rioseco (Valladolid), mantenían una línea de dirección puestos avanzados en el Esla, para vigilar el ejército español de Galicia. La fuerza efectiva total, omitiendo los enfermos, era de 42.000 hombres.
Los tres ejércitos tenían así unos 95.000 efectivos para cubrir el enorme bloque de territorio que ocupaban. La distancia de Salamanca a San Clemente es de 400 km, la de León a Daimiel es de 450 km. Está claro que una concentración en Madrid o Valladolid sería comparativamente fácil.
Con respecto a las fuerzas aliadas, había en ese momento una amplia tierra de nadie, los puestos avanzados estaban separados por muchos km de terreno desocupado, en el que ninguno de los dos mantenía puestos permanentes. Entre los puestos avanzados de los gallegos era entre Astorga y la línea del río Esla; entre Salamanca y Ciudad Rodrigo; entre Ávila y Bejar, entre Talavera y Coria, entre Daimiel y San Clemente, esa amplia zona no estaba ocupada por ejércitos regulares, sino por bandas guerrilleras, bajo una veintena de líderes pequeños y grandes.
En el ejército aliado la DI-1 se distribuyó en el alto Mondego alrededor de Guarda y Viseu, la DI-3 estaba más al norte, sobre Moimenta da Beira; la DI-4 en Sao Joao de Pesqueira, con acantonamientos ocupados a lo largo del Duero; la DI-5 estaba un poco más abajo en el mismo río en Lamego y los pueblos vecinos. La DI-6 estaba algo más atrás, en la vertiente norte de la sierra de la Estrella, por la carretera alta paralela al Mondego Medio, con cuartel general en Cea; la DI-7 en Moimenta da Serra y Santa Marinha, también bajo la sierra de Estrella; las BRIs de Pack y Bradford fueron al norte del Duero, a Penafiel y Vila Real respectivamente, la DIL estaba en la frontera, ocupando alojamientos familiares en Fuentes de Oñoro, Alameda, Gallegos y otros pueblos entre la Coa y la Agueda. La caballería fue enviada de vuelta a la retaguardia, incluso hasta la llanura costera en la desembocadura del Vouga y del Mondego; salvo la brigada de V. Alten que permaneció en el Águeda en compañía de la DIL, y la brigada portuguesa de Urban, que fue a Braganza, en el extremo noreste de Tras-os-Montes, en la frontera española.
Hill tomó el antiguo ejército de Extremadura con la DI-2 británica, la DI portuguesa de Hamilton, y la DC-2 de Erskine, y regresó al sur, pero solo hasta el Tajo y el Alagón, no hasta el Guadiana. Fijó su cuartel general en Coria y distribuyó las brigadas de la DI-2 en los pueblos de las montañas de arriba, cubriendo los grandes desfiladeros de la sierra de Francia y la sierra de Gata, el puerto de Baños y el puerto de Perales. La DI portuguesa de Hamilton estaba dentro de su propio país, en Moraleja, Idanha a Nova y Penamacor. El cuartel general de la caballería estaba en Brozas en el valle del Tajo, cerca de Alcántara y su puente romano. Allí Erskine, el general de la división de caballería, se suicidó saltando por una ventana alta en un estado de frenesí. Wellington hacía mucho tiempo que quería deshacerse de él, aunque no de esa manera. Muerto Erskine, el comandante en jefe disolvió inmediatamente la DC-2, y sus 2 brigadas británicas (Long y Fane) volvieron a ser independientes.
Sin embargo, Napoleón, su hermano José y sus generales están en desacuerdo sobre la ocupación de España: el primero quiere anexionar a Francia el territorio al norte del Ebro, emulando la Marca Hispánica de Carlomagno, el segundo pretendía reinar en todo el país, pero sus generales no respetaban su autoridad, tendiendo cada cual a explotar y defender la región que ocupaba, mostrándose reacios a colaborar con los demás.
Debido a esta falta de coordinación, los franceses no reunieron sus tropas y no realizaron una ofensiva contra los aliados, a pesar de superarles en número. Wellington conocía esas desavenencias y se aprovecharía de ellas en el futuro. Además, los franceses debían reservar unos 50.000 soldados repartidos por la Península, para hacer frente a las partidas guerrilleras, con al menos otros 30.000 hombres y dejar 20.000 en guarniciones.
Reestructuración del ejército español (4 de diciembre de 1812)
Por un decreto del Consejo de Regencia de Cádiz, el ejército español es divido en 5 ejércitos:
- El Primero, al mando de Copons, constituye la capitanía General de Cataluña y la parte de Aragón al norte del Ebro, contaba con 16.000 efectivos.
- El Segundo, mandado por Elio, comprende las capitanías generales de Valencia, Murcia, Castilla la Nueva y la parte de Aragón al sur del Ebro, contaba con 20.000 efectivos.
- El Tercero, al mando del duque del Parque, comprende las capitanías generales de Granada y Jaén, contaba con 12.000 soldados.
- El Cuarto, con Castaños, corresponde a las capitanías generales de Extremadura, Castilla la Vieja, León, Asturias y toda la cornisa cantábrica. El general Castaños unificó en Castilla a las partidas guerrilleras de Porlier, Jáurigui, Bárcenas y Mendizábal.
- El Quinto, con O’Donell corresponde a las capitanías de Cádiz, Sevilla y Córdoba, tenía una reserva en Cádiz con 12.000 efectivos.
La asignación de territorio a cada ejército era importante, porque los intendentes civiles de esas demarcaciones, por orden de 15 de febrero, deberían entregar los 9/10 de todos sus ingresos a los intendentes militares de su correspondiente ejército.
Wellington fue nombrado generalísimo de todos los ejércitos españoles, en contra de los deseos de los generales españoles. Este discutiría con Castaños sobre la reorganización de las tropas españolas, sobre si sus regimientos deben tener 8 compañías de 150 soldados cada una, o 12 Cías con 100 hombres cada una.
También se ordenó la recluta de 14.000 hombres, hasta entonces no se habían cubierto los cupos. En segundo lugar, se adoptó la medida de reducir el número de unidades del ejército, fusionando los dos batallones de cada regimiento en uno solo. Durante la guerra se habían formado 296 nuevos batallones, que sumados a los 142 existentes en 1808, nos darían 438. Muchas de esas unidades desaparecieron, y en 1814 el ejército español solo contaba con 144 BIs.