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Retirada a Vilna
Mientras las batallas del 28 de noviembre estaban en su apogeo, el CE-I de Davout y Eugène se habían desfilado por Zembin. Los efectos de la negligencia de Chaplitz en derribar los largos puentes de madera sobre los pantanos eran evidentes; los pantanos apenas eran lo suficientemente sólidos para soportar vehículos, y si los puentes hubieran sido destruidos, nada podría haber pasado. Antes de que amaneciera el día 29, Napoleón partió con la Guardia, seguido por Víctor y Ney, pero el paso por los puentes largos y angostos era tan lento que a las 22:00 horas Ney solo estaba en Zembin, a 11 o 12 km de Studianka. Con él iban Eblé y el resto de sus pontoneros, y cuando pasaron las últimas tropas dispararon y volaron secciones de los puentes para frenar la persecución de los rusos.
El 26 de noviembre, Kutúzov, que estaba entonces en Staroselie, a unos 20 km al oeste de Kopis, parece haberse dado cuenta de la probabilidad de que Napoleón escapara. De todos modos, de repente actuó con una energía convulsiva, y durante los siguientes 2 días el cuerpo principal ruso marchó unos 60 km. El esfuerzo, por supuesto, lo agotó, y el día 29 de noviembre solamente pudo cubrir 18 km. De todas formas ya era tarde. El propio Napoleón ya estaba a salvo y, aunque solo lo seguía los restos de su otrora poderoso ejército.
Miloradovich llegó a Borisov el 28 de noviembre, demasiado tarde para participar en las batallas. Wittgenstein se vio retrasado por la necesidad de salvar el Berezina en Studianka, para lo cual tuvo que valerse de los pontones de Chichagov desde Borisov. Ordenó a Kutúzov II, que acababa de unirse a él, que persiguiera a Wrede hacia Vilna, y Orlov-Denisov, reforzado por algo de caballería e infantería montada, que siguiera a Napoleón. Chichagov hizo avanzar a Chaplitz y se preparó para seguirlo con el grueso de su ejército.
Para los restos de la Grande Armée no había ahora, como dice De Chambray, ningún recurso sino una huida precipitada. Wrede, después de volver a ocupar Glubokoië, se había movido hacia el sur a Dokchitsi y se le indicó que cubriera el flanco derecho del ejército en retirada; pero su fuerza, al principio de unos 10.000 efectivos, disminuyó rápidamente debido a los estragos del frío y las penurias, y al constante hostigamiento de Kutúzov II. Esperar que pudiera detener a Wittgenstein, quien cruzó el Berezina el 30 de noviembre y comenzó a perseguirlo por caminos más o menos paralelos a la carretera principal, era inútil.
El territorio entre Berezina y Vilna no había sido completamente devastado; los pueblos aún existían; allí había pequeñas guarniciones y polvorines en algunos de ellos. Pero el frío creciente destrozó rápidamente toda apariencia de organización. Rápidamente, se volvió tan temible que toda la energía se absorbió en luchar contra él y esforzarse por preservar la existencia. El número de hombres que realmente llevaban los colores disminuyó rápidamente. El 1 de diciembre Ney envió a las águilas del CE-III con sus guardias y los oficiales del regimiento a refugiarse con el cuartel general y los pocos miles de tropas que aún marchaban con él. ¡Cuando los hubo despedido, solo quedó para escoltarlo una compañía de 100 combatientes. Los otros, bajo el mando del general Ledru, avanzaron obstinadamente durante dos días y tres noches, deteniéndose únicamente para descansar lo necesario, y se unieron al cuartel general en Molodechno.
La huida a Vilna tiene poco de interés militar. Fue una mera derrota en las condiciones más lamentables de defensa, la masa de fugitivos seguía avanzando mecánicamente a lo largo del camino, seguidos, rodeados y masacrados por los cosacos; mientras el ejército de Chichagov y la DI de Yermólov marchaban firmemente en la retaguardia, listos para aplastar cualquier resistencia sólida que se pudiera presentar. Pero, en verdad, poco se podía ofrecer.
Batalla de Pleshchenitsy (29 de noviembre al 1 de diciembre de 1812)
El 29 de noviembre, el destacamento de caballería de Lanskoi se enteró de la estancia del mariscal Oudinot que estaba herido en el pueblo Pleshchenitsy, tenía una pequeña escolta, estaba acompañado por general Legrand, varios generales más, oficiales heridos y fusileros del convoy imperial. Lanscoi decidió atacar el pueblo para capturar a Oudinot. Disponía junto con el cuerpo de Chaplits de 4 RCs regulares, 8 RCs cosacos, y 3 Bías a caballo.
En el ataque a la aldea, a pesar del escaso número de defensores liderados por el general Pino, los atacantes fueron rechazados, Oudinot estuvo a punto de ser, pero su personal de EM defendió heroicamente la casa en la que se encontraba, sin embargo, el general Kamensky fue capturado. El pueblo fue cercado.
El 30 de noviembre entró en el pueblo un destacamento de caballería del general Junot, el cerco fue roto y consiguieron entrar en el pueblo. Chaplits capturó a unos 400 franceses en una breve escaramuza con la retaguardia.
El 1 de diciembre, las tropas francesas ubicadas en Pleschenitsy fueron atacadas por los cosacos de Platov, pero el ataque fue rechazado por los cuerpos de Ney y Maison, apoyados por un destacamento polaco y los restos del CE-IX Víctor. Las batallas defensivas continuaron durante todo el día. Al mismo tiempo, a lo largo de toda la columna de tropas en retirada, las tropas de Chaplits llevaron a cabo ataques. Chaplitz cruzó los pantanos de Zembin reforzando el hielo con tablones y maleza, siguió a la retaguardia francesa y capturó 7 cañones y cientos de rezagados.
En los siguientes cuatro días hubo más acciones de retaguardia, todos muy parecidos y todos resultaron en la pérdida de cañones y prisioneros. El estado desesperado de las cosas puede medirse por el hecho de que el 2 de diciembre apenas quedaban 13.000 hombres bajo los colores. En el cuartel general todavía había de 6.000 o 7.000; Ney tenía unos 2.500; Víctor tal vez otros tantos; mientras que el CE-I, CE-IV y CE-VIII con la caballería no pudieron reunir 1.000 hombres en condiciones de combate. Todavía había un número considerable de oficiales armados, pero se enfermaban o decaían a diario. La desorganización era total.
Los hombres disueltos que hasta entonces habían conservado sus armas empezaron a arrojarlas para andar más deprisa. Se podía conseguir forraje; y no faltaba alimento en cantidad suficiente para sostener la vida. Pero el descanso era más necesario incluso que la comida, y era imposible obtenerlo. El grueso de los hombres estaba ya quebrantado por el agotamiento, y se veían obligados a proseguir su fatigosa marcha en medio de un frío cada vez más severo.
Batalla de Molodechno (4 y 5 de diciembre de 1812)
El 3 de diciembre, el frío se hizo intenso. Ese mismo día, Víctor, muy en contra de su voluntad, relevó a Ney del servicio de retaguardia. Estaba cansado de la guerra y deseaba principalmente salvar los restos de su cuerpo. El resultado fue un enfrentamiento entre los dos mariscales.
Al día siguiente, la retaguardia de Víctor fue alcanzada en Usha y rechazada con grandes pérdidas (500 prisioneros, 8 cañones) por las vanguardias rusas en las afueras de Molodechno. Habiendo cruzado el río Usha, Víctor voló los puentes y tomó posiciones defensivas con la esperanza de crear la oportunidad de separar las principales fuerzas francesas de las tropas rusas.
En la noche del 4/5 de diciembre, la vanguardia de Chaplits cruzó el río Usha, con un ataque repentino al flanco de la posición francesa, aisló parte de la retaguardia francesa de Molodechno y ocupó la ciudad. Al amanecer, el Tercer Ejército Occidental y la columna del general Ermolov cruzaron el Usha y reanudaron la persecución. Los franceses huyeron casi sin resistencia. Se capturaron 2.500 personas y se incautaron 24 cañones.
El día 5 de diciembre el termómetro descendió a 20 grados bajo cero, el 6 al 24°; el 7 al 26°; y se dice que cayó aún bajo más posteriormente.
En Vilna, Napoleón podría esperar su último refuerzo poderoso: la DI/XI de Loison, que llegó a la capital lituana en la última semana de noviembre con dos regimientos de caballería de la RI-33/XI napolitana de Estrée en Danzig. Había además en Vilna 6.000 o 7.000 tropas de todo tipo: regimientos regulares y levas polacas y lituanas. Maret, con las mejores intenciones aunque con resultados desastrosos, ordenó a la DI-31 de Loison avanzar hacia Ochmiana para tomar posiciones y cubrir la retirada de los restos del ejército hacia Vilna. Estaba compuesto por jóvenes reclutas franceses y alemanes, y tres o cuatro días de mal tiempo estuvieron a punto de destruirlo. No se puede determinar cuántos hombres murieron realmente y cuántos se disolvieron; ¡lo único cierto es que el 7 de diciembre quedaban en las filas menos de 3.000 hombres!
El 5 de diciembre, Víctor informó que estaba completamente agotado y no podía soportar el ataque más ligero. Se apresuró a Smorgoni con los pocos cientos de hombres ateridos de frío que le quedaban.
Napoleón abandona La Grande Armée
El 29 de noviembre, Napoleón había ordenado al ministro que desalojara todo el cuerpo diplomático de Vilna, para que no fueran testigos del pésimo estado del ejército, atacando furiosamente a los polacos por no apoyarlo, y a sus propios agentes por no haberlos instado a hacerlo.
En Molodechno el 3 de diciembre, justo cuando el frío se estaba volviendo letal, Napoleón, que ya contemplaba dejar el ejército, dio prácticamente sus últimas órdenes directas. Los restos de las divisiones polacas fueron enviados al suroeste hacia Varsovia, donde finalmente llegaron a salvo con los cañones que habían conservado. Allí Napoleón recibió los primeros correos que le habían llegado en varios días, los demás presumiblemente habían sido interceptados por los cosacos. También redactó y envió el boletín número 29.
El mismo Napoleón llegó a Smorgoni a las 08:00 horas del 5 de noviembre. Allí llamó a su presencia a Murat, Eugenio, Berthier, Davout, Ney, Lefébvre, Mortier y Bessières, y les anunció su intención de dirigirse inmediatamente a París. Su presencia en la capital era imperiosamente necesaria para dirigir nuevas levas y mantener el espíritu público. El ejército prácticamente ya no existía, y no podía ganar nada permaneciendo con él; finalmente, cualquier retraso más prolongado podría hacer que le resultara imposible llegar a su propia frontera al otro lado de Alemania.
Murat, en virtud de su rango, sucedió en un mando que era meramente nominal. Sin duda, era prudente dejar a todos los comandantes de cuerpo con el ejército, ya que las circunstancias podrían imponerse a los rusos; pero por lo demás era una medida de dudosa utilidad. Ney, el luchador más duro de todos, y aparentemente el único que se mantuvo firme en su deber de manera persistente, estaba en malos términos con Davout y Victor, y Davout y Murat se peleaban cada vez que se encontraban. Tal como estaban las cosas, casi no había nada que mandar, sus disputas contaban menos de lo que podrían haber hecho de otro modo.
Napoleón partió en su carruaje a las 19:00 horas, acompañado por Caulaincourt. Duroc y Lobau lo siguieron en un trineo; y en el palco del carruaje iban el mameluco Rustan y el capitán Wasowicz de los ulanos polacos de la Guardia, que hacía de intérprete. Creyendo que el camino estaba despejado, fue escoltado solo por un pequeño destacamento de caballería napolitana, y así el poderoso conquistador se alejó del escenario de su ruina, dejando a los sobrevivientes de su gigantesca hueste al clima y las armas de Rusia.
De hecho, escapó por muy poco de la captura, ya que Seslavin ese día se lanzó hacia Ochmiana. Sin embargo, la división de Loison, o lo que quedaba de ella, había llegado a la ciudad poco antes; Seslavin fue expulsado, y vivaquearon para pasar la noche un poco hacia el sur, de modo que el Emperador llegó a salvo. En Medniki, la siguiente etapa, se encontró con Maret, que había salido a su encuentro. El ministro le informó de los enormes almacenes que se habían acumulado gradualmente en Vilna.
Presumiblemente, como sugiere Chambray, las declaraciones de Maret bajo este título no habían llegado al Emperador, quien expresó su gran alivio y ordenó a Maret que le dijera a Murat que se detuviera durante ocho días en la ciudad, para restaurar el estado físico y la moral del ejército. Llegó a Vilna el día 6, partiendo de nuevo, tras una breve parada, hacia Varsovia. Allí, el 10 de diciembre tuvo la entrevista con Pradt que este último ha descrito tan gráficamente. Partió de nuevo en unas pocas horas vía Dresde hacia París, a donde llegó el 18 de diciembre.
