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Conquista de Londres (1067)
Tras la victoria en Hastings, Guillermo esperaba recibir la sumisión de los líderes ingleses supervivientes, esperó durante cinco días pero no apareció ninguno. El 21 de octubre, después de haber enterrado a los muertos y dar descanso a sus tropas, reanudó la marcha. Se dirigió a Dover, pero de camino envió un destacamento para castigar la población de Old Romey, cuyos habitantes habían matado a dos tripulaciones de barcos que habían varado en la zona. Dover se sometió y mientras estaban allí los normandos sufrieron un brote de disentería. Dejando a los enfermos atrás, el duque se dirigió a Canterbury, donde los locales fueron a someterse antes de alcanzar la ciudad.
En Londres entró el pánico al enterarse de que los normandos se acercaban, el Witenagemot nombró rey a Edgar Atheling con el apoyo de los condes Edwin y Morcar, Stigand, arzobispo de Canterbury, y Aldredo, arzobispo de York. En vista de esto, Guillermo avanzó hacia Londres bordeando por la costa de Kent y derrotó a una fuerza inglesa que lo atacó en Southwark, pero fue incapaz de tomar al asalto el puente de Londres y tuvo que aproximarse a la capital por una ruta más tortuosa.
A finales de octubre le llegaron refuerzos de Normandía a Postmouth, se unen a una partida de Guillermo en Winchester, que se rinde a finales de octubre, y ambos marchan en columnas paralelas hasta llegar Wallingford, a mediados de noviembre se sometió.
Cruzó el río Támesis en Wallingford, una columna se dirigió al norte a la zona de Bedford y Cambridge y la otra directamente a Luton y de allí Berkshire, lugar en que recibió la sumisión del arzobispo de Stigand. Desde allí envió destacamentos a Ermine y Watling Street para evitar que llegasen refuerzos a Londres. Entonces, Guillermo viajó al noreste a lo largo de las colinas Chiltern antes de dirigirse hacia Londres desde el noroeste y combatir brevemente contra algunas fuerzas defensoras de la ciudad. Incapaces de reunir una fuerza opositora eficaz, los líderes que apoyaban a Edgar perdieron los nervios y se rindieron a Guillermo en Berkhamsted, Hertfordshire. Guillermo fue aclamado rey de Inglaterra y coronado por Aldred el 25 de diciembre de 1066 en la abadía de Westminster. Posteriormente, se dirigió a Barking.
Campañas de pacificación
A pesar de esta sumisión, la resistencia inglesa continuó activa durante varios años. En 1067 Eustaquio II de Bolonia, probablemente descontento con la parte que le había tocado en tierras, se cambió de bando y con ayuda de los habitantes de Kent intentó tomar el castillo de Dover. Sufrió un nuevo revés, y perdió sus feudos en Inglaterra. No obstante, logró reconciliarse con el rey Guillermo, y ya en 1071 estaba de nuevo uniendo fuerzas con los normandos contra Roberto I de Flandes.
Ese mismo año el terrateniente de Shropshire, Edric el Salvaje, que se había negado a someterse y por lo tanto fue atacado por las fuerzas normandas que se encontraban en el castillo de Hereford, consiguió huir. Se dirigió a Gales y se alió con los gobernantes galeses de Gwynedd y Powys, se alzó en rebelión en el oeste de Mercia y combatió contra las fuerzas normandas basadas en Hereford. Atacaron sin éxito el castillo de Hereford, y se retiró a Gales para planificar más incursiones.
En 1068 el rey Guillermo sitió en Exeter a los rebeldes, entre los que se encontraba la madre de Harold, Gytha, y tras sufrir numerosas bajas, el normando tuvo que negociar la rendición de la ciudad, que se sometió tras 18 días de asedio. Más tarde, ese año, Edwin y Morcar se alzaron de nuevo en Mercia con ayuda galesa, mientras que el conde Gospatric lideró una rebelión en Northumbria, zona no ocupada todavía por los normandos. Estos desafíos pronto se extinguían en cuanto Guillermo los enfrentaba, tras lo que construía castillos y establecía guarniciones del mismo modo que ya había hecho en el sur.
Edwin y Morcar se negaron a rendirse, mientras que Gospatric huyó a Escocia, al igual que Edgar Atheling y su familia, que pudieron estar implicados en estas revueltas. Mientras, los hijos de Harold, que se habían refugiado en Irlanda, atacaron Somerset, Devon y Cornualles.
A principios de 1069 el recién instalado conde de Northumbria, Roberto de Comyn, junto con sus 700 hombres le acompañaban, fueron masacrados en Durham, probablemente debido a una negligencia. A esta rebelión se unieron Edgar, Gospatric, Siward Barn y otros rebeldes refugiados en Escocia.
El señor del castillo de York, Roberto Fitz Richard, fue derrotado y asesinado, tras lo que los rebeldes pusieron sitio a su fortaleza normanda que estaba defendida por Guillermo Mallet, sobre el que había recaído el mando. Guillermo se desplazó desde el sur con un ejército, derrotó a los rebeldes a las afueras de York y los persiguió dentro de la ciudad, donde masacró a sus habitantes y puso fin a la rebelión. Ordenó la construcción de un segundo castillo y reforzó las fuerzas normandas en la ciudad antes de regresar el sur. La guarnición de York aplastó más tarde un alzamiento local.
Los hijos de Harold lanzaron una segunda serie de ataques desde Irlanda, pero fueron derrotados en Devon por las fuerzas normandas bajo mando del conde Brian, hijo de Eudes, conde de Penthièvre, y huyeron de nuevo a Irlanda.
Intervención danesa
A finales del verano de 1069 llegó a las costas inglesas una gran flota de unos 300 barcos enviada por Svend II de Dinamarca, lo que desató una nueva oleada de rebeliones por todo el reino. Los daneses intentaron sin mucho éxito atacar en las costas del sur de la isla, tras lo que se unieron a las fuerzas de la rebelión en Northumbria, a las que también se sumaron Edgar, Gospatric y algunos exiliados en Escocia como el conde Waltheof. La combinación de las fuerzas danesas e inglesas atacaron York, Mallet mandó prender fuego a algunas casa y pronto el fuego se extendió por la ciudad. Aprovechando la confusión asaltaron el castillo de York, los 3.000 normandos de York fueron asesinados, con la hazaña del conde Waltheof de matar a cien franceses con su hacha larga mientras trataban de escapar por una puerta. Los rebeldes se hicieron con el control de Northumbria, aunque una incursión de Edgar en Lincolnshire sería después vencida por los normandos desplegados en Lincoln.
Al mismo tiempo volvió a estallar en el oeste de Mercia una rebelión, donde las fuerzas de Edric el Salvaje, junto con apoyo galés y de rebeldes de Cheshire y Shropshire, atacaron el castillo de Shrewsbury. En el suroeste, rebeldes procedentes de Devon y Cornualles se lanzaron contra la guarnición normanda en Exeter, pero fueron rechazados y dispersados por los refuerzos mandados por el conde Brian.
Otros insurrectos de Dorset, Somerset y zonas vecinas pusieron bajo asedio el castillo de Montacute, pero sufrieron una derrota a manos de los refuerzos normandos procedentes de Londres, Winchester y Salisbury bajo mando de Geoffroy de Coutances. Mientras tanto, Guillermo atacaba a los daneses, que habían amarrado para pasar el invierno al sur del estuario del Humber en Lincolnshire, y los expulsó hacia la orilla norte. Tras dejar a Roberto de Mortain al cargo de Lincolnshire, el rey se dirigió al oeste para derrotar a los rebeldes de Mercia la batalla de Stafford en el 1069.
Por su parte, los daneses volvieron a cruzar hacia Lincolnshire, pero sin éxito y fueron expulsados nuevamente al norte. Guillermo avanzó por Northumbria, donde tuvo que enfrentar y someter un intento de bloqueo para cruzar el crecido río Aire en la ciudad de Pontefract. Los daneses tuvieron ante su avance, por lo que Guillermo pudo ocupar York. Sobornó a los daneses a cambio de que abandonaran Inglaterra en la primavera, tras lo cual las fuerzas normandas devastaron sistemáticamente Northumbria durante el invierno de 1069-70 en lo que se ha conocido como la masacre del Norte, acabando así toda resistencia.
En la primavera de 1070, asegurada la sumisión de Waltheof y Gospatric, y habiendo regresado a Escocia, Edgar y sus seguidores; Guillermo retornó a Mercia y se estableció en Chester para aplastar toda resistencia en esa región antes de regresar al sur.
Aunque el rey danés Svend II había prometido marcharse de Inglaterra, regresó en la primavera de 1070 y atacó en la región del río Humber y Anglia Oriental hacia la isla de Ely, donde se unió a Hereward el Proscrito, un noble sajón. Las fuerzas de Hereward atacaron la abadía de Peterborough y la saquearon. Sin embargo, Svend II enseguida aceptó de Guillermo el pago de un danegeld y regresó a casa.
Tras la partida de los daneses, los insurrectos de los Fens todavía resistieron allí durante un tiempo, protegidos por los pantanos circundantes, y en 1071 llevaron a cabo un último alzamiento contra el dominio normando. Edwin y Morcar volvieron a atacar a Guillermo, pero Edwin fue pronto traicionado y asesinado, mientras que Morcar pudo huir a Ely, donde rebeldes exiliados se unieron a él y a Hereward desde Escocia. Sin embargo, el rey normando estaba dispuesto a acabar con el último foco de resistencia y acudió allí con un ejército. Tras algunos fracasos costosos, los normandos consiguieron construir un camino de 3 km a través del cual cruzaron las zonas pantanosas hasta la isla de Ely, donde derrotaron a los rebeldes en la cabeza de puente y tomaron por asalto la isla, poniendo fin a las insurrecciones inglesas.
Problemas en Francia
Guillermo tuvo regresar al continente para hacer frente a los problemas en Maine, donde la ciudad de Le Mans se había rebelado el año anterior. Otro problema fue la muerte del conde Balduino VI de Flandes en julio de 1070, lo que provocó una crisis por la sucesión entre su viuda y Roberto, hermano del conde fallecido. La viuda le propuso matrimonio a Guillermo Fitz Osbern y este aceptó, pero murió en febrero de 1071 en la batalla de Cassel y Roberto se convirtió en conde. El nuevo gobernante de Flandes se oponía al incremento de poder de Guillermo en el continente, por lo que la batalla de Cassel no solo privó al rey de Inglaterra de uno de sus más importantes apoyos, sino que también alteró el equilibrio de poder en el norte de Francia.
En 1075, aprovechando la ausencia del rey, Ralph de Gael, conde de Norfolk, y Roger de Breteuil, conde de Hereford, conspiraron para derrocar a Guillermo en la que se conoció como la “Rebelión de los condes”. Ralph tenía antepasados bretones y había estado toda su vida anterior a 1066 en Bretaña, donde poseía tierras. Roger era normando, hijo de Guillermo FitzOsbern, pero había heredado mucho menos poder que el que tuvo su padre. Al parecer la autoridad de Ralph era mucho menor que la que habían gozado sus predecesores en el condado y ello fue probablemente la causa de la revuelta.
El conde Ralph se aseguró el control del castillo de Dol y en septiembre de 1076 Guillermo avanzó por Bretaña y puso sitio a la fortaleza. Sin embargo, el rey Felipe I de Francia acudió en auxilio de Ralph y consiguió derrotar a Guillermo y obligarlo a replegarse a Normandía. Aunque esta fue la primera derrota en batalla del rey Guillermo, no tuvo graves consecuencias. Los angevinos atacaron en Maine a fines de 1076 y acabaron derrotados en una acción en la que el propio Fulco IV resultó herido. Más grave para los intereses normandos fue la retirada a un monasterio de Simon de Crépy, conde de Amiens, pues antes de convertirse en monje había entregado su condado de Vexin al rey de Francia. Vexin había sido una región fronteriza y neutral entre Normandía y el reino de Francia y Simon de Crépy, aliado de Guillermo. En 1077 el rey de Inglaterra firmó la paz con Felipe I y consiguió una tregua con el conde Fulco de Anjou.
A finales de 1077 o principios de 1078 comenzaron los problemas entre Guillermo y su hijo mayor, Roberto. El cronista Orderico Vital afirma que los problemas se iniciaron por una pelea entre Roberto y sus dos hermanos menores, Guillermo y Enrique, en la que estos dos arrojaron agua a su hermano mayor. Orderico relata que Roberto había exigido infructuosamente gobernar Maine y Normandía, por lo que abandonó el ducado en compañía de un puñado de jóvenes seguidores, muchos de ellos también hijos de los hombres de confianza de Guillermo. Entre estos seguidores de Roberto estaban Roberto de Bellême, Guillermo de Breteuil y Roger, hijo de Ricardo Fitz Gilbert. El grupo de jóvenes se dirigió al castillo de Rémalard y lo atacaron junto con algunos enemigos de Guillermo. La respuesta del rey fue inmediata y los expulsó de Rémalard, pero el rey Felipe I de Francia les ofreció ocupar la fortaleza de Gerberoy en enero de 1079, donde Roberto recibió más refuerzos. Guillermo asedió Gerberoy, pero los sitiados consiguieron burlar el cerco de las fuerzas del rey de Inglaterra y entablaron la batalla de Gerberoy en el que Guillermo resultó desmontado del caballo por su propio hijo Roberto y fue salvado por la intervención de un soldado inglés llamado Toky. Las fuerzas de Guillermo tuvieron que levantar el asedio y el rey regresó a Ruan. El 12 de abril de 1080, padre e hijo llegaron a un acuerdo por el que Roberto recibiría el ducado de Normandía a la muerte de su progenitor.
La noticia de la derrota del rey Guillermo espoleó a sus enemigos en el norte de Inglaterra. En agosto y septiembre de 1079, el rey escocés Malcolm III atacó al sur del río Tweed y durante un mes devastó la zona. La falta de respuesta por parte de los normandos hizo crecer la inquietud entre los habitantes de Northumbria y por ello en la primavera de 1080 se rebelaron contra Walcher, obispo de Durham y conde de Northumbria. El obispo fue asesinado el 14 de mayo de 1080 y Guillermo hubo de enviar a su medio hermano Odón a ocuparse del asunto. El rey partió de Normandía en julio de 1080 y en otoño encargó a su hijo Roberto que emprendiera una campaña contra los escoceses. El primogénito atacó en Lothian, forzó a Malcolm III a aceptar sus condiciones y ordenó que se irguiese un castillo en Newcastle upon Tyne mientras regresaba a Inglaterra.
En 1083 surgieron nuevos problemas cuando el hijo del rey, Roberto de Flandes, se rebeló una vez más con el apoyo del rey de Francia, Felipe I.
Los problemas en Maine se perpetuaron con la rebelión de Huberto de Beaumont, probablemente en 1.084. Huberto fue sitiado en su castillo de Sainte-Suzanne durante al menos dos años, pero finalmente firmó la paz con el rey y volvió a gozar de su favor.
Guillermo partió de Inglaterra a finales de 1086. Nada más regresar al continente, casó a su hija Constanza con Alano IV, conde de Bretaña, siguiendo su política de buscar aliados contra la monarquía francesa. Su hijo Roberto, aliado del rey francés, seguía creando problemas hasta el punto de que su padre lideró una expedición contra la región francesa del Vexin en julio de 1087. Mientras asediaba Mantes, Guillermo su caballo se encabritó y cayó, hiriéndose con su silla de montar, por lo que fue trasladado al priorato de San Gervasio de Ruan, donde falleció el 9 de septiembre de 1087.
La muerte de Guillermo el Conquistador provocó algunos disturbios, por lo que todos los que lo acompañaron en su lecho de muerte dejaron su cuerpo en Ruan y corrieron a defender sus intereses. Finalmente, el clero de Ruan se las arregló para trasladar el cuerpo a Caen, pues el monarca dejó dicho que quería ser enterrado en la abadía de los Hombres que él mismo había fundado. El funeral, al que asistieron los obispos y abades de Normandía y su hijo Enrique, resultó enturbiado por las palabras de un ciudadano de Caen que dijo que su familia había sido despojada ilegalmente de las tierras sobre las que se levantaba la iglesia. Después de unas comprobaciones apresuradas, se demostró que el hombre tenía razón y fue compensado. Sucedió otro incidente cuando el cuerpo era introducido en la tumba, pues el hueco era demasiado pequeño y cuando se forzó el cadáver para que cupiera, este se abrió y esparció un olor desagradable por todo el templo.
Al morir su hijo Roberto heredó Normandía y su hijo Guillermo Inglaterra.
Gobierno normando de Britania
Una vez conquistada Inglaterra, los normandos hubieron de afrontar numerosos desafíos para mantener el control. Eran pocos en número comparados con los nativos, unos 8.000 según los historiadores, y eso, sumando oriundos de otras partes de Francia. Una consecuencia de la invasión fue que los seguidores de Guillermo esperaban ser recompensados con tierras por su servicio durante la invasión. Sin embargo, el rey reclamó toda la posesión de las tierras inglesas sobre las que sus ejércitos le habían dado el control de facto, y afirmó el derecho a disponer de ella a su antojo. Las tierras se distribuyeron de manera poco sistemática, sin división regular, ni terrenos agrupados o contiguos. Un señor normando típico poseía tierras dispersas por Normandia e Inglaterra, en lugar de un único bloque geográfico.
Para conseguir tierras con que recompensar a los suyos, Guillermo confiscó inicialmente las propiedades de los señores que lucharon y murieron junto a Harold y las redistribuyó en parte. Estas confiscaciones provocaron revueltas que resultaron en más confiscaciones, un círculo que no se rompió en los cinco años siguientes a la batalla de Hastings. Para sofocar y evitar nuevas rebeliones, los normandos construyeron castillos y fortificaciones en un número sin precedentes. Guillermo y sus barones también ejercieron un control más estricto sobre las herencias propiedad de viudas e hijas, en muchas ocasiones forzando matrimonios con normandos.
Una muestra del éxito de Guillermo en tomar el control fue que, desde 1072 hasta la conquista de Normandía por los Capetos en 1204, Guillermo y sus sucesores fueron gobernantes frecuentemente ausentes de la isla. Como ejemplo, después de 1072 Guillermo pasó más del 75 % de su tiempo en Francia, pues mientras que necesitaba estar presente en Normandía para defender sus dominios de la invasión foránea y sofocar revueltas internas, en Inglaterra fue capaz de crear unas estructuras administrativas reales que le permitieron gobernarla desde la distancia.
Inglaterra, especialmente en el norte y centro, fue devastada durante los nueve años siguientes por las guerras entre los normandos de Guillermo y los anglosajones, apoyados otra vez por los daneses. Finalmente, el rey Guillermo I el Conquistador se hizo con el control absoluto del reino e introdujo numerosas reformas en Inglaterra, a imagen y semejanza de las que imperaban entonces en Francia y países limítrofes.
La élite de los husecarles emigró a Noruega, Rusia y muchos llegaron a luchar en la Guardia Varenga bizantina. Incluso fundaron un reino en el mar Negro, llamado Nova-Anglia, de corta existencia. La marcha de la élite anglosajona fue seguida por un reparto feudal de las tierras entre los nobles normandos que habían ayudado a Guillermo. Los anglosajones pronto vieron como sus tierras eran repartidas y asignadas a unos conquistadores, que, además, tenían un carácter fuertemente absentista, y que cuando visitaban sus tierras, lo hacían como amos y señores feudales. Guillermo fue lo bastante astuto como para otorgar tierras en diferentes ubicaciones a los nobles. Así, si se rebelaban, solamente podrían defender una porción pequeña de sus posesiones.
Los nobles normandos, autorizados por Guillermo, fueron construyendo fortalezas desde la que dominaban el territorio. Así estructuraron el reino en “shires”, o comarcas, organizando las divisiones territoriales que se conocen actualmente en Inglaterra.
Los nativos fueron retirados también de los altos cargos gubernamentales y eclesiásticos. Después de 1075 todos los condados estaban en manos de normandos, mientras que los ingleses solo eran nombrados puntualmente para los puestos de sheriff. Asimismo, en la Iglesia todos los cargos fueron expulsados o remplazados tras su muerte por normandos. En 1096 ningún inglés ostentaba el cargo de obispo y en los cargos de abades había muy pocos, especialmente en los grandes monasterios.
El ejército se reformó a imagen y semejanza del normando y el cristianismo fue elevado a religión oficial del reino de Inglaterra.
Durante 200 años, el francés fue el idioma hablado por la clase gobernante. Al principio, aquellos que hablaban francés eran de origen normando; pero pronto las conexiones comerciales y las relaciones sociales de la nobleza en general hicieron que toda la nobleza, franceses e ingleses, usasen el francés como medio de comunicación entre ellos. Mientras que el pueblo hablaba inglés, aunque muchos comerciantes y mercaderes aprendieron a hablar francés por motivos laborales. La diferencia se convirtió en una cuestión de índole social.