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Organización de la cruzada
La Cuarta Cruzada (1202-04), fue también conocida como la Cruzada Mercantil o Comercial, por haber sido desviada de su propósito original por el duque de Venecia, Enrico Dandolo; quien llevó a los cristianos a saquear la ciudad de Zara (actual Zadar, Croacia) y luego Constantinopla, donde fundaron el Imperio Latino de Constantinopla. Estos acontecimientos causaron una brecha o distanciamiento definitivo entre la Iglesia Católica romana y la Iglesia Ortodoxa.
En 1198, el nuevo papa Inocencio III comenzó a predicar una nueva cruzada. Su llamamiento, sin embargo, tuvo poco éxito entre los monarcas europeos. Los alemanes estaban enfrentados al poder papal, en tanto que Francia e Inglaterra se encontraban combatiendo la una contra la otra. Sin embargo, gracias a las encendidas prédicas de Fulco de Neuilly, esta convocatoria tuvo mucha receptividad entre la nobleza europea, se organizó finalmente un ejército cruzado en un torneo organizado en Ecry por el conde Teobaldo de Champaña en noviembre de 1199.
Teobaldo fue nombrado jefe de este ejército, del que también formaban parte Balduino VI de Henao, conde de Flandes; y su hermano Enrique; Luis, conde de Blois, Godofredo III de La Perche; Simón IV de Montfort; Enguerrando de Boves; Reinaldo de Dampierre y Godofredo de Villehardouin, entre otros muchos señores del norte de Francia y de los Países Bajos. Más tarde se añadieron a la empresa algunos caballeros alemanes y varios nobles del norte de Italia, como Bonifacio II, marqués de Monferrato.
La expedición se encontró con el problema de transporte, pues carecía de una flota para trasladarse a Oriente, y la ruta terrestre era poco menos que imposible a causa de la decadencia del Imperio bizantino. Se decidió que se haría un desembarco en Egipto, desde donde se avanzaría por tierra hasta Jerusalén. En 1201 murió Teobaldo de Champaña, y los cruzados eligieron como nuevo jefe de la expedición a Bonifacio de Monferrato. Este, firme partidario de los Hohenstaufen, conoció en la corte de Felipe de Suabia a Alejo, hijo del depuesto emperador Isaac II Ángelo, quien deseaba contar con la ayuda de los cruzados para recuperar el trono imperial que le correspondía por herencia.
Entretanto, los cruzados enviaron mensajeros a Venecia, Génova y otras ciudades marítimas para contratar el transporte de la expedición. Finalmente, se llegó a un acuerdo con Venecia en abril de 1201, por el cual la República se encargaba del transporte hasta Egipto de un ejército de 33.500 cruzados (junto con 4.500 caballos), a cambio de 85.000 marcos de plata. Cuando llegó el momento de embarcar, en junio de 1202, los cruzados, cuyo ejército era sensiblemente menos numeroso de lo que habían previsto, no pudieron reunir la cantidad acordada. Venecia se negó a transportar al ejército a menos que se pagase íntegra la cantidad acordada. Los cruzados pasaron el verano acampados en la isla de San Nicolás de Lido, sin poder zarpar, hasta que finalmente Bonifacio de Monferrato pudo llegar a un acuerdo con Venecia.
Conquista de Zara o Zadar (1202)
Las tropas cruzadas acamparon en isla de Lido, en Venecia, en espera de una solución al pago de la travesía. Los cruzados recibieron una propuesta del duque veneciano, Enrico Dandolo; quien les propuso aplazar el pago de su deuda a cambio de que ayudasen a los venecianos a reconquistar la ciudad de Zara (actual Zadar, Croacia) que había sido ocupada por el rey Emerico de Hungría. Por lo tanto, atacar a un reino cruzado en tiempos de cruzada llevaba consigo la excomunión.
A pesar del desagrado del Papa, que desautorizó esta expedición, los venecianos proporcionaron 50 transportes anfibios para tropas, 100 transportes de caballos y 60 barcos de guerra diseñados y construidos para ellos por los venecianos. Sus transportes tenían aproximadamente 30 m de largo, 9 m de ancho y 12 m de alto, con una tripulación de 100 hombres. Cada uno podía transportar hasta 600 infantes. Los transportes de caballos tenían eslingas especialmente diseñadas para llevar la carga de caballos, y contaban con una rampa plegable que se podía abrir para permitir que los jinetes montados pudieran cargar directamente contra la orilla. Los buques de guerra venecianos estaban accionados por 100 remeros cada uno, y tenían un espolón con punta metálica apenas sobre la línea de flotación como su arma principal. También llevaron más de 300 máquinas de asedio.
La flota veneciana encabezada por el dogo Enrico Dandolo abandonó el puerto el 1 de octubre hacia Istria e impuso la supremacía veneciana sobre Trieste, Muggia y Pula. La mayor parte de las fuerzas cruzadas partieron de Venecia el 8 de octubre. Los dos ejércitos se encontraron cerca de Pula y navegaron juntos hacia Zara (Zadar). El dogo Dandolo no tenía prisa y planeó permanecer en Zara durante el invierno.
Llegaron a Zara el 11 de noviembre. El ataque contra Zara tomó la forma de un desembarco anfibio seguido de un breve asedio. Los defensores habían colocado cadenas y barreras en la boca del puerto para impedir el paso, pero los cruzados irrumpieron a través de ellos en sus barcos venecianos y desembarcaron sus tropas y equipos cerca de la ciudad, donde levantaron un campamento. Los ciudadanos de Zara colgaron estandartes con cruces en las murallas, para recordarles que estaban atacando a cristianos. Algunos de los dirigentes de los cruzados, entre ellos Simón de Montfort, Robert de Boves y Guy de Vaux-de-Cernay, se negaron a participar en el asedio y pidieron que se salvara la ciudad. En nombre del Papa, Guy de Vaux-de-Cernay prohibió la conquista de la ciudad «porque es una ciudad de cristianos, y ustedes son peregrinos«. Sin embargo, la mayoría de los cruzados se alinearon con Enrico Dandolo, mientras que Simón de Montforte y otros cruzados que se negaron a participar en el asedio acamparon más lejos de la ciudad.
El 13 de noviembre se colocaron las maquinas de asedio y se utilizaron para bombardear las murallas de la ciudad.
Zadar cayó el 24 de noviembre de 1202, y el incidente prefiguró el asedio de Constantinopla más tarde en la campaña. La mayor parte de la población de Zara huyó a Nin y Biograd o las islas circundantes.
Los cruzados saquearon la ciudad llevándose todo lo de valor, incluyendo las iglesias y monasterios.
Mientras tanto, la posición de los cruzados no había mejorado mucho. La mitad de botín que habían conseguido con el saqueo de Zara aún no era suficiente para pagar la deuda pendiente de 34.000 marcos a los venecianos. De hecho, la mayor parte del botín se destinó a la compra de alimentos para sí mismos durante su estancia de invierno en la ciudad conquistada.
El Papa optó por excomulgar a todos los expedicionarios, aunque más adelante rectificó y perdonó a los cruzados, manteniendo la excomunión solo para los venecianos.
Primer asedio cruzado de Constantinopla (1203)
Mientras el ejército cruzado estaba invernando en Zara, llegó un mensajero de Felipe de Suabia, casado con Irene Angelina, hija del emperador Isaac II. Portaba una oferta de Alejo IV, pretendiente al trono bizantino y huido a la corte de Suabia, era hijo de Isaac II que había sido destronado por su hermano Alejo III. Si el ejército cruzado se desviaba a Constantinopla, y le ayudaba a reconquistar su trono; Alejo IV no solo estaba dispuesto a garantizar el pago de la deuda que los cruzados habían contraído con Venecia, sino que además se comprometía a aportar a la cruzada un contingente de 10.000 soldados, así como fondos y provisiones para emprender la conquista de Egipto.
Tanto Monferrato como el dogo veneciano Dandolo aceptaron el cambio de planes. Los venecianos habían negociado en la primavera de 1202, a espaldas de los cruzados, un acuerdo comercial con al-Adil, el sultán de Egipto. Por este acuerdo los venecianos obtuvieron enormes privilegios de comercio con los egipcios y con consecuencia acceso a la ruta del mar Rojo a la India.
Algunos cruzados se opusieron, arguyendo que si habían emprendido la cruzada era para luchar contra los musulmanes; abandonaron el ejército y se embarcaron hacia Siria. La mayoría, sin embargo, optó por continuar.
En abril llegó Alejo a Zara y el 4 de mayo 1202 la flota partió de Zara. Fue un viaje con largo con muchas paradas y las distracciones para saquear ciudades o islas en Grecia.
El 24 de junio de 1203, el ejército cruzado llegó a Constantinopla, su flota consistía en 450 buques y otros barcos menores. La flota bizantina, que en el pasado había sido la más poderosa, entonces no podía presentar batalla debido a su pésimo estado. Los cruzados no pudieron entrar en el Cuerno de Oro porque una cadena impedía el paso, así es que desembarcaron en la costa oriental, atacaron y saquearon las ciudades de Calcedonia y Crisópolis, en cuyo puerto se instaló la flota.
Los habitantes de Constantinopla no salían de su asombro, dado que nadie les había declarado la guerra. Decidieron enviar una tropa de 500 jinetes mandados por Stryphnos, para conocer las intenciones de ese ejército, cuando se acercaban una fuerza cruzada de unos 100 jinetes le salieron al paso y les pusieron en fuga. A continuación enviaron a un embajador lombardo llamado Nicolás Roux al campamento cruzado, al que le explicaron que no estaban de paso como en las cruzadas anteriores, sino para restituir a Alejo IV en el trono.
Al día siguiente Alejo IV se presentó ante la ciudad desde un barco, no solo fue atacado por las catapultas de la ciudad, sino también por los ciudadanos que se subieron a las murallas para abuchearle.
El 05 de julio 1203 la flota llevó a los cruzados a través del Bósforo a Gálata, un tramo de tierra situada al norte del Cuerno de Oro. Aquí la costa estaba mucho menos fortificada y allí estaba asentado el barrio judío de la ciudad, su objetivo era tomar la Torre de Gálata, donde estaba uno de los extremos de la cadena que cerraba la entrada del Cuerno de Oro. Rodearon la torre y al día siguiente, 6 de julio, enviaron refuerzos a la torre; pero fueron insuficientes para hacer frente a los 20.000 cruzados. En el combate, no pudieron cerrar las puertas a tiempo y los cruzados se hicieron con la torre, lo que les permitió bajar la cadena y acceder al Cuerno de Oro.
Los cruzados acamparon cerca de las murallas de Constantinopla, asentaron una fila de catapultas en el extremo norte las murallas. Los venecianos construyeron puentes levadizos gigantes, que permitían a los barcos que se acercaban lo suficiente a las murallas dar paso a tres hombres a la vez desde cubierta.
El 17 de julio 1203, el primer asalto de Constantinopla llevó a cabo. La lucha feroz y los venecianos tomaron algunas partes de las murallas pero fueron finalmente expulsados. Mientras tanto, los cruzados recibieron el ataque de la famosa Guardia Varega del emperador cuando intentaban asaltar las murallas, siendo expulsados.
Mientras tanto el emperador Alejo III huyó de Constantinopla en una nave, abandonando su ciudad, sus dominios, sus seguidores, su esposa y sus hijos, llevando consigo sólo su hija favorita Irene, algunos miembros de su corte y 10.000 piezas de oro y joyas de incalculable valor.
Coronación de Alejo IV
Al día siguiente, los bizantinos liberaron a Isaac II de la mazmorra y le restauraron como emperador, cuando los cruzados se enteraron, dedujeron que su pretendiente Alejo IV no estaba todavía en el trono y que después de todos sus esfuerzos, todavía no tenían dinero para pagar a los venecianos. Así que decidieron arrestar a Alejo IV y enviar un grupo para negociar con Isaac II, para exigirle que debía cumplir las promesas hechas por su hijo Alejo. Estas eran 200.000 marcos de plata, un año de provisiones para el ejército, 10.000 tropas y los servicios de la flota bizantina para llevarles a Egipto. El punto más grave era el religioso, que Constantinopla y su Imperio debían someterse al papado.
Aunque solo fuera para salvar a su hijo, Isaac II aceptó las demandas y los negociadores de los cruzados regresaron al campamento. El 19 de julio Alejo con su padre estaban de vuelta en la corte de Constantinopla. Sin embargo, el emperador no podía cumplir las promesas que se había visto obligado a hacer. Alejo III se había llevado el tesoro dejando en bancarrota al estado. Intentó ganar tiempo y como primer paso, se las arregló para convencer a los cruzados y los venecianos de que trasladasen su campamento al otro lado del Cuerno de Oro, con el fin de evitar problemas entre los cruzados y los ciudadanos.
Tras unos días de negociaciones, llegaron a un acuerdo con los cruzados, por el cual Isaac II, que estaba casi ciego, y Alejo IV, serían nombrados coemperadores, siendo coronados el 1 de agosto de 1203 en la iglesia de Santa Sofía.
El joven Alejo empezó a recaudar todos los objetos de valor de las iglesias para poder pagar la deuda, recorrió el Imperio acompañado de cruzados para despojarles de sus tesoros, lo que le hizo impopular.
Mientras estaba fuera, unos cruzados borrachos empezaron a atacar una mezquita sarracena. Muchos ciudadanos bizantinos acudieron en ayuda de los sarracenos asediados. Mientras tanto, muchos de los residentes de los barrios comerciantes italianos se apresuraron en ayuda de los cruzados, haciendo que la violencia girase fuera de control.
En medio del caos se inició el fuego que se extendió muy pronto y de forma rápida, alcanzando grandes extensiones de la ciudad. Duró ocho días, matando a cientos y destruyendo una franja de 5 km de ancho en la ciudad antigua. Unos 15.000 venecianos, pisanos, francos y genoveses huyeron a través del Cuerno de Oro, tratando de escapar de la ira de los bizantinos enfurecidos.
Enfurecidos los cruzados, comenzaron el saqueo del campo alrededor, estallando la guerra abierta entre ambos.
En la noche del 1 de enero 1204, los bizantinos iniciaron el primer ataque, fueron 17 barcos llenos de productos inflamables, que fueron dirigidos contra la flota veneciana anclada en el Cuerno de Oro; pero los venecianos actuaron rápidamente y con decisión para evitar los barcos incendiados alcanzasen su flota, perdiendo solo un buque mercante.
El fracaso del intento de destruir la flota veneciana, aumentó más el resentimiento hacia Alejo IV, en una reunión en la iglesia de Santa Sofía se eligió como emperador a un noble llamado Nicolás Canobo.
Alejo IV desesperado, envió un correo a Bonifacio jefe de los cruzados implorando su ayuda.
Este fue el momento en que Alejo V Ducas (apodado Murzuflo o Cejijunto), hijo del anterior emperador Alejo III, había estado esperando. Al frente de la Guardia Varega, arrestó a Isaac II y se autonombró emperador.
Segundo asedio cruzado de Constantinopla (1204)
Primer asalto cruzado de Constantinopla (enero de 1204)
Isaac II murió al poco tiempo en la prisión y Alejo IV murió estrangulado, posiblemente por orden del nuevo emperador, que estaba apoyado por la Guardia Varega y la gente común, pero no por la nobleza.
Alejo V Ducas era un hombre de acción e inmediatamente creó grupos de trabajo para fortalecer e incrementar la altura de los muros y torres que daban al Cuerno de Oro. También tendió emboscadas contra la caballería cruzada que se alejaba demasiado de su campamento en busca de comida o de madera.
A principios de primavera llegaron noticias de Siria, los cruzados que se habían dirigido allí o habían muerto en el camino o habían sido matados por los sarracenos. El dirigirse a Egipto cada vez gustaba menos, y todavía los cruzados debían dinero a los venecianos.
Bajo el liderazgo del dogo veneciano Dandolo, se decidió que el próximo asalto a la ciudad debería realizarse en su totalidad desde el mar. El primer ataque había mostrado que las defensas eran vulnerables por mar, mientras que el ataque desde tierra había sido un fracaso.
Para aumentar las posibilidades de que los ataques contra las murallas defensivas, los venecianos amarraron sus buques en parejas, creando una única plataforma, con dos puentes levadizos que accedían simultáneamente a la muralla.
Sin embargo, el reciente trabajo de los bizantinos habían aumentado las alturas de las murallas, y los puentes levadizos casi no llegaban a la parte superior. No podía haber vuelta atrás para los invasores, sus suministros de alimentos no iba a durar para siempre.
El asalto por tierra y mar se programó para la segunda semana de abril. Los peones francos atacaría con escalas y arietes el palacio de Blanquerna, mientras los venecianos trataban de ocupar las torres de la muralla marítima desde sus navíos fondeados en el Cuerno de Oro.
El 9 de abril 1204, los venecianos y los cruzados pasaron a través del Cuerno de Oro hacia las murallas de la ciudad. A medida que la flota cruzada llegaba, comenzaron a arrastrar sus máquinas de asedio contra las murallas.
Los barcos de poco calado vararon en la playa mientras los hombres tenían que vadear cargados con escalas y demás equipo. También se envió los mercantes con puentes colgantes contra cada torre, pero la ausencia de viento hizo que solo cinco mercantes llegaran a las torres y ninguno pudo fijar su puente levadizo. Las catapultas bizantinas los hicieron pedazos y tuvieron que retirarse.
El asalto terrestre no fue mejor y los bizantinos lograron repeler el asalto con lluvias de piedras y aceite hirviendo, lo que desmoralizó a los occidentales, además de causarles muchas bajas.
Para levantar la moral, los clérigos católicos tildaban a los cristianos ortodoxos de herejes y prometían grandes recompensas espirituales a quienes combatieran con ardor.
Los venecianos pasaron los dos siguientes días reparando los dañados de sus naves y preparándose para el siguiente asalto.
Asalto final (12 abril de 1204)
El 12 de abril 1204, la flota salió de la costa norte del Cuerno de Oro de nuevo hacia las murallas. Los venecianos habían alargado sus puentes levadizos y pudieron desplegarles contra las murallas.
La lucha empezó igualada hasta mediodía en que una fuerte ráfaga de viento empujo contra la muralla a las naves de los obispos de Soissons y Troyes. Los dos hombres murieron al intentar cruzar el puente, pero el tercero logró alcanzar la torre y ocuparla. Tras él pasaron otros con lo que la posición se afianzó. En la zona de Blanquerna, un clérigo francés, hermano del cronista Roberto de Clari, entró en la ciudad por una brecha del muro seguido por un destacamento. Su acción sembró el pánico entre los bizantinos.
Los cruzados consiguieron hacerse con una pequeña puerta en las murallas y se abrieron paso a través de la misma. El Emperador cometió el error fatal de no enviar a sus varegos para expulsar a los intrusos que eran unos 60. En su lugar, les llamó para que protegieran su persona.
Este error dió a los intrusos tiempo suficiente para hacerse con una puerta más grande a través de la cual entraron caballeros montados.
Con los caballeros montados cargando hacia su campamento en una colina que domina el escenario, Alejo V se vio obligado a retirarse hacia su palacio imperial de Bouceleon junto con su infantería y su Guardia Varega.
Al anochecer, una parte importante de la ciudad estaba en manos cruzadas. Al darse cuenta de que no había ninguna esperanza de la izquierda, Alejo V dejó el palacio y huyó de la ciudad en un barco de pesca. Otro noble, Teodoro Láscaris, hizo un intento desesperado para motivar a las tropas y al pueblo, pero fue en vano, él también huyó de la ciudad esa misma noche en a Nicea, donde finalmente sería coronado emperador en el exilio.
Esa misma noche, las razones son desconocidas, otro gran incendio se desató, destruyendo completamente otras zonas de la antigua Constantinopla.
Saqueo cruzado de Constantinopla (1204)
Los cruzados se despertaron al día siguiente, 13 de abril, esperando continuar la lucha, solamente para descubrir que tenían el control de la ciudad. No hubo oposición. La ciudad se rindió.
Así comenzó el saqueo de Constantinopla, la ciudad más rica de toda Europa. Nadie controla las tropas. Miles de indefensos civiles fueron asesinados. Las mujeres, incluso monjas, fueron violadas por el ejército cruzado y las iglesias, monasterios y conventos fueron saqueados. Incluso la magnífica Santa Sofía fue saqueada por los cruzados. Obras de tremendo valor fueron destruidas solo por su valor material. Una de ellas fue la famosa estatua de bronce de Hércules, creada por el famoso Lisipo, escultor de la corte de Alejandro Magno. La estatua fue fundida para obtener bronce. La pérdida de los tesoros artísticos sufridos durante el saqueo de Constantinopla fue inconmensurable.
El dogo Dandolo que todavía parecía tener control sobre sus hombres. En lugar de destruir arbitrariamente, los venecianos robaron reliquias religiosas y obras de arte que fueron llevadas más tarde a Venecia para adornar sus propias iglesias.
Tras tres días de masacres y saqueos en la ciudad de Constantinopla, finalmente, se restableció el orden y se procedió a un reparto ordenado del botín según lo que se había pactado previamente: tres octavas partes para los cruzados, otras tres octavas para los venecianos y un cuarto para el futuro emperador.
Se decidió crear un estado llamado Imperio Latino de Constantinopla, quien sería sucesor del destruido Imperio bizantino y heredero de él, su primer monarca sería Balduino IX de Flandes.
Venecia pasó a ser la única potencia naval del Mediterráneo, haciéndose de paso con el mercado egipcio.
Aunque debilitado, no desapareció el Imperio bizantino, recupero su fuerza en el año 1261, cuándo Miguel VIII Paleólogo emperador de Nicea, tomó el poder e hizo renacer al Imperio de Bizancio. Sin embargo, los cruzados habían establecido una serie de principados latinos en Grecia, como el ducado de Atenas.