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Llamamiento a la Cruzada
La cruzada fue dirigida por Andrés II, rey de Hungría; Leopoldo VI, duque de Austria; Juan de Brienne rey del reino Jerusalén y Federico II emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El emperador Federico II acordó organizar la expedición.
Juan de Brienne llegó en septiembre de 1210 a Acre e inmediatamente contrajo matrimonio y el 3 de octubre fueron coronados en Tiro. En julio de 1211, aceptó una tregua con al-Adil por un periodo de cinco años, la cual entraba en vigor en julio de 1212 y poco después envió emisarios al Papa para que organizara una cruzada, una vez acabada la tregua de cinco años.
El papa Inocencio III convocó en abril de 1213 un nuevo concilio a celebrar a dos años vista, con los objetivos fijados, mientras publicó tres bulas de para organizar el concilio y la cruzada: Quia Maior, Pium et Sactum y Vineam Domini. Estas fueron seguidas por otra bula, la Ad Liberandam en 1215.
En 1215 el Papa Inocencio III convocó el IV Concilio de Letrán. El 11 de noviembre Inocencio III inauguró el Cuarto Concilio de Letrán, en el que se tomaron, entre otras, las resoluciones siguientes:
- Se condenó nuevamente la doctrina cátara, así como la de un místico italiano llamado Gioacchino da Fiore, que había muerto hacía más de una década, de cuya vida se sabe poco; pero cuya doctrina consistía esencialmente en que el mundo, tras haber estado primero bajo el reinado del Padre y luego del Hijo, estaba entrando en el reinado del Espíritu Santo, en el que los clérigos debían ser sustituidos por los monjes, libres de preocupaciones doctrinales o morales.
- Se confirmó la destitución del conde Raimundo VI de Tolosa y sus territorios le fueron encomendados a Simón de Montfort (como vasallo del rey francés).
- Se ratificó la regla de Francisco de Asís (que fue uno de los participantes en el Concilio).
- Se aprobó la predicación de una Quinta Cruzada, ya que la Cuarta se había desvirtuado y Jerusalén seguía en manos de los turcos.
- Como medio para detectar y combatir la herejía, se decretó que todo católico tenía que comulgar y confesarse al menos una vez al año, a título de Mandamientos de la Iglesia.
- Por último, pero no menos importante, se adoptó la expresión transustanciación para la eucaristía.
Inocencio quería que fuera dirigida por el papado, como había sido la Primera Cruzada, con el fin de evitar los errores de la Cuarta Cruzada, que había sido emprendida por los venecianos.
El Papa Inocencio tenía previsto que los cruzados se reuniesen en Brindisi en 1216, y prohibió el comercio con los musulmanes, para asegurarse de que los cruzados tendrían naves y armas. Cada cruzado recibiría una indulgencia, incluyendo aquellos que simplemente ayudasen a pagar los gastos de un cruzado, aunque ellos mismos no fueran a la cruzada.
Inocencio III murió en Perugia el 16 de julio de 1216, pero su sucesor Honorio III retomó las riendas de la Quinta Cruzada y en la primavera del año siguiente los primeros cruzados ya estaban preparados para la marcha.
Cruzada desde Holanda e Inglaterra
El 29 de mayo de 1217, un contingente de soldados de Frisia, bajo el mando de Guillermo de Holanda, y otro del valle del Rin bajo el mando de Oliver de Colonia; salieron de Vierdingen en los Países Bajos, pasando por Dortmouth en Inglaterra, donde se les unieron los cruzados ingleses. Continuaron por las costas de Francia y la península Ibérica, donde hicieron un alto en Santiago de Compostela, para venerar la tumba del apóstol Santiago el Menor (Matamoros) y ayudaron a los portugueses en la toma de la fortaleza sarracena de al-Qars, (Alcacer) en 1217. Los cruzados pidieron permiso para ayudar a los reyes cristianos a reconquista la península, pero le fue denegado por el Para Inocencioa III, ya que la prioridad era Jerusalén. Continuaron viaje llegando a su destino Acre, en abril/mayo de 1218.
Cruzada desde Francia
El mensaje de la cruzada fue predicado en Francia por el cardenal Robert de Courçon, aunque, sin embargo, a diferencia de otras cruzadas, no se unieron muchos caballeros franceses, ya que estaban luchando en la Cruzada Albigense contra la herejía cátara en el sur de Francia. Al parecer los franceses embarcaron en Brindisi junto con contingentes italianos, partiendo por mar.
Cruzada desde Alemania y Hungría
El papa Honorio III había prohibido a Federico II participar en la cruzada, pero que encomendó la organización de los ejércitos cruzados al rey Andrés II de Hungría y al duque Leopoldo VI de Austria.
El rey Andrés II escogió la ruta por mar para acceder a la Tierra Santa. La movilización comenzó en la ciudad de Székesfehérvár, desde donde avanzó con sus fuerzas hasta Zagreb, terminando en el puerto veneciano de Spalato (Split), donde se unieron a Leopoldo VI. La cantidad de soldados que lograron reunir los húngaros es aún un tema debatido, pero se estima que rondaba los 32.000 hombres (20.000 caballeros y 12.000 soldados), lo que superaría todas las fuerzas cristianas cruzadas enviadas anteriormente a Tierra Santa.
Andrés II había pedido créditos a grandes casas comerciales de Italia para financiar su empresa cruzada, e igualmente también sacrificó la propia ciudad de Zara, localizada en la actual Croacia, que había sido ocupada por los ejércitos venecianos de la Cuarta Cruzada; cediéndola a los italianos a cambio de que transportasen a sus soldados en sus barcos.
Los primeros en partir fueron los germanos y, tras 16 días de viaje, arribaron a la ciudad de Acre en septiembre, ciudad costera a orillas del Mediterráneo. Los húngaros partieron después y arribaron cerca de octubre, en el camino se les unieron las fuerzas del rey Hugo I de Chipre.
Operaciones en Palestina (1217-18)
Una vez reunidas todas las fuerzas en Acre, se celebró el primer consejo de guerra en el que tomaron parte Leopoldo VI, Hugo I de Chipre, el príncipe Bohemundo IV de Antioquía, los tres maestres de la Orden Teutónica y Juan de Brienne rey de Jerusalén y Andrés II. El objetivo era, como el de las anteriores cruzadas, el rescatar las tierras de manos de los musulmanes, en esta oportunidad combatiendo a los ayyubíes en Siria.
Los ejércitos cruzados se dirigieron al sur hacia la cadena montañosa junto a Acre y fijaron un campamento en las afueras de Riccardana, pues las primeras expediciones partieron en busca de provisiones para mantener el enorme ejército.
Al-Muazzam, hijo del sultán de Egipto al-Ádil vigilaba a los cruzados de cerca, sin embargo, su padre no le permitió atacarlos, quizás porque sobreestimaba las fuerzas cristianas. El 4 de noviembre las fuerzas cristianas avanzaron para explorar las cercanías del castillo sobre el monte Tabor y el 10 de noviembre ya habían cruzado el mar de Galilea cubriendo la orilla norte del río Jordán en varias direcciones. Posteriormente, cruzaron por el vado de Jacob, comenzando su trayecto de regreso hacia Acre. Mientras avanzaban, las crónicas registraron la toma de varios asentamientos y el apropiamiento de enormes botines, conjugado con la visita de lugares santos como Cafarnaúm y un baño en el Jordán, cumpliendo así los líderes sus promesas cruzadas.
Por razones desconocidas levantaron el sitio al Tabor. En enero de 1218, tras varias escaramuzas con los musulmanes; Andrés II retornó a su país, llevándose la cabeza de San Esteban, patrón de Hungría, más un surtido variado de reliquias, hasta la jarra con la que Cristo convirtió el agua en vino en las bodas de Caná. Declaró que había cumplido su voto de cruzado y regresó a su reino. Mientras, el resto de los cruzados reconstruyeron el Chastel Pelerin y Cesarea.
En mayo de 1218 llegaron los cruzados ingleses y frisones bajo el mando de Oliver de Colonia, celebraron un consejo de guerra en el que participaron Leopoldo VI y Juan de Brienne; decidiendo atacar finalmente el puerto egipcio de Damieta (Dumyat), una ciudad que servía de acceso a El Cairo, la capital.
Ataque a Egipto
Conquista de Damieta (1218-19)
Damieta o Damietta (Dumyat) estaba bien protegida, por un lado, el río Nilo, y por el resto tres recintos amurallados con sus torres defensivas. Por mar había una cadena enorme que unía la ciudad con una torre, situada en una isla cercana, además de un puente de barcos. Había un espacio, poco protegido entre la orilla y la torre, pero las aguas eran demasiado profundas para un ataque terrestre y poco profundas para un ataque marítimo.
El 27 de mayo de 1218, desembarcaron cerca de la ciudad, eligiendo como comandante en jefe a Juan de Brienne, el rey de Jerusalén. El 29 de mayo los cruzados establecieron un campamento en un triángulo de tierra conocida como al-Jiza en la orilla oeste del Nilo. La torre de la cadena en el río y Damieta están en la orilla oriental del río.
El 26 de junio, por orden de su padre al-Adil, su hijo al-Kamil acampó en al-Adiliyah, lo que le permite apoyar a Damietta y haciendo que un cruce en fuerza del Nilo situaría en una proposición peligrosa a los cruzados.
El 24 de junio se realizaron los primeros asaltos a la torre de la cadena, pero fueron rechazados, los cruzados consiguieron llegar arriba de la torre, el portaestandarte del duque de Austria cayó de la escalera, y los sarracenos capturaron la bandera del duque, los defensores se mofaron del asalto. Un ataque más concertado se realizó el 24-25. Los atacantes construyeron máquinas de asedio; Oliver von Paderborn demostró ser algo innovador y cronista, inventando una torre de asedio apoyada en dos de naves unidas, que permitiría atacar con más éxito desde el río. El 24 de agosto, este nuevo ataque fue llevado con vigor, permitiendo a los cruzados alcanzar el nivel superior de la torre, que los defensores rápidamente incendiaron para forzar a sus atacantes.
A pesar de su terca resistencia, después de un día y noche de lucha constante que vio la guarnición reducida a solo 100 hombres que se refugiaron detrás de puertas; la torre no podía ser sostenida, por lo que aquellos que no pudieron escapar nadando se rindieron al duque de Austria el 25 de agosto. Los egipcios rápidamente hundieron varios de sus buques en la garganta del río, asegurando que aún sería intransitable para la flota cruzada. Los cruzados se dieron cuenta de que no disponían de recursos suficientes para poder tomar la ciudad.
El desaliento prendió pronto en los cruzados y muchos de ellos, frisios y alemanes, se preparaban para regresar a su patria; cuando en junio llegaron importantes contingentes de tropas de refuerzo, formadas por franceses, ingleses e italianos, conducidos por el legado papal, el cardenal Pelayo de Albano, cardenal de Portugal, nacido en España. Pelayo era un hombre autoritario y no quiso someterse a las órdenes de Juan Brienne y también interfirió constantemente en los asuntos militares.
El sultán de Egipto, al-Adil, falleció y su hijo, al-Kamil, que acudió a El Cairo para enterrar a su padre y sucederle, regresando una vez realizado las ceremonias.
En el verano de 1219, se llegó a un punto muerto que parecía eternizar la contienda, los cruzados esperaban los refuerzos de Federico II y estaban a la defensiva y al-Kamil, que contaba con fuerzas superiores a los cruzados, estaba igualmente estancado en su campamento de Fariskur. El 29 de agosto los cruzados marchan a Fariskur para forzar una batalla con al-Kamil, fueron rechazados, y los templarios proporcionan una retaguardia crucial para ayudar a mantener el ejército intacto.
Tratando de tratar de expulsar a los cruzados de sus tierras o, al menos, interrumpir cualquier intento de su parte de cruzar a la orilla oriental del Nilo y sitiar a Damieta, Al-Kamil lanzó una serie de incursiones contra el campamento cruzado. Un fuerte ataque sorpresa con 3.000 infantes fue realizado el 9 de octubre, pero fue rechazado con fuertes bajas. Otro asalto fue lanzado el 26 de octubre, específicamente contra el campamento templario, pero este también fue derrotado en breve orden por la caballería cruzada.
Durante ese tiempo, los cruzados, dándose cuenta de que no había manera fácil de cruzar el Nilo; ensancharon el canal al-Azraq que estaba al sur y al oeste de su campamento, y crear una vía navegable para que sus buques se trasladaran desde el mar al Nilo, por debajo del bloqueo de al-Kamil, pero una tormenta dio al traste con sus esfuerzos.
En enero de 1219, al-Kamil se enteró de que había una trama interna para derrocarle, y decidió abandonar su campamento en al-Adiliya. Los cruzados aprovecharon para cruzar el Nilo para apoderarse del campamento, repelieron el ataque de los refuerzos de al-Muazzam, rey de Siria y Palestina, que iban en socorro de Damieta, y los cruzados consiguieron rodear la ciudad.
El mal tiempo y un brote de pestilencia mantenían a los francos acurrucados en su campamento durante el invierno hasta el 2 de febrero 1219, que hicieron un ataque directo a la propia ciudad de Damieta. El asalto inicial por el duque de Austria tuvo algún éxito, pero el mal tiempo nuevamente intervinieron, obligando a los francos a regresar a su campamento donde se refugiaron esperando que pasase el mal tiempo.
Jean de Brienne y otros dirigentes se pusieron a conectar los campamentos a cada lado del río con un puente y hacer el campo de asedio de Damieta seguro frente a un ataque.
El ejército de al-Muazzam, rey de Siria y Palestina, estabilizó en el poder a al-Kamil, y se establecieron en Farkisur, desde donde pronto empezaron a realizar ataques a las posiciones cruzadas. El mayor asalto fue el 31 de marzo, en el que un innumerable ejército de jinetes y soldados de infantería, se precipitó contra los cruzados, invadiendo las defensas por todos lados; especialmente el puente de los templarios, el ataque fue derrotado, pero se efectuaron nuevos ataques, grandes y pequeños, en los meses siguientes. Uno de esos ataques el 31 de julio estuvo cerca del éxito; los egipcios consiguieron penetrar en las defensas, pero fueron derrotados nuevamente por una carga de los templarios.
Mientras las semanas pasaban, los cruzados se impacientaban, y el 29 de agosto hicieron un intento de eliminar finalmente la amenaza de al-Kamil marchando con el ejército, apoyado por una flota de barcos en el Nilo, hasta Fariskur para forzar una batalla. El ejército egipcio fingió una retirada, alejando a los cruzados y llevándoles a tierras peligrosamente inhóspitas donde su cohesión comenzó a fallar. Los caballeros de Chipre, que estaban en el flanco derecho, huyeron ante un ataque lateral. Los infantes italianos huyeron primero, después de ellos caballeros de varias naciones, y ciertos Hospitalarios de San Juan. Las cosas pasaron de mal a peor cuando secciones del ejército desaparecieron, unos sucumbieron, otros murieron por el calor, agotamiento y sed, y otros fueron capturados o muertos. Los templarios, junto con la mayoría de los grandes hombres del ejército, mantuvieron su cohesión y proporcionaron la cobertura para la retirada. Los templarios tuvieron 33 bajas entre muertos y capturados. 500 cabezas de cruzados fueron presentadas al sultán para la celebración de la victoria egipcia.
Al-Kamir pidió una tregua y comenzó las negociaciones, ofreció canjear Damieta por Jerusalén, así como la devolución de la Vera Cruz, en poder de los musulmanes desde Hattin. Tanto el rey Juan como sus barones, igual que los caballeros ingleses, franceses y alemanes, estaban dispuestos a aceptar el acuerdo, pero Pelayo rechazó el pacto, ya que según él, la Ciudad Santa no podía ser moneda de cambio, contando con el apoyo de las órdenes militares y los italianos. Además, seguían esperando los refuerzos de Federico II.
El asedio de Damieta acabó de manera inesperada. Los defensores musulmanes, aislados y sin alimentos, fueron muriendo de hambre y de enfermedades, de una población de 60.000 solo sobrevivieron 10.000. Los cruzados también sufrieron bajas por enfermedad, víctima de la fiebre falleció el maestre Guillermo de Chartres el 26 de agosto de 1.219. Cuando los cruzados se dieron cuenta de lo que estaba pasando, se acercaron con cautela a la ciudad, el 5 de noviembre soldados italianos se dieron cuuenta que una de las torres de la ciudad estaba sin vigilancia treparon las paredes y la tomaron sin apenas lucha. El 8 de noviembre de 1.219 Damieta, hambrienta y rota, como consecuencia de la caida de la torre sin vigilancia en sus murallas abrió sus puertas y se rindió.
Batalla de Mansura o al-Mansurah (1220)
El sultán de Egipto renovó la oferta: entregarles toda Palestina a excepción de algunas plazas, a cambio de la paz y de la devolución de Damieta, además de reintegrarles la Vera Cruz. Volvieron a rechazarla. Al-Kamil se retiró a la ciudad de Sharamshah para cerrar el paso a los cruzados a El Cairo.
Al-Kamil posteriormente se retiró río arriba hasta una posición más defendible en Mansura (al-Mansurah.
El duque Luis de Baviera, llegó con un refuerzo de 500 caballeros. El duque tenía órdenes de Federico de esperar a que llegara con su ejército, pero Pelayo le convenció de que tenían que partir de inmediato, para evitar la temporada de inundaciones del Nilo; al regreso del rey Juan, todos juntos formaron un ejército formidable, compuesto de 630 barcos de varios tamaños, 5.000 caballeros, 4.000 arqueros y 40.000 infantes.
Tras dejar una fuerza de retén en Damieta, los cruzados se pusieron en marcha por tierra y mar. El 18 de julio de 1221, llegaron a Mansura (al-Mansurah), donde fueron atacados por los arqueros turcos a caballo, por lo que Juan aconsejó permanecer allí, ya que las crecidas del río eran inminentes y se acercaba el ejército sirio, a lo que Pelayo se negó en redondo. Los cruzados acamparon en la orilla norte del canal navegable de Ashmun Tannah, en la unión con el Nilo, y allí les estaban esperando los egipcios al acecho.
El 26 de agosto, al aumentar el caudal del Nilo, los barcos egipcios lograron entrar a este por el canal y cortar el paso a las naves cristianas, quedándoles sin suministros y con los hermanos de al-Kamil al-Ashraf y al-Muazzam moviéndose para cortar su línea de retirada. Los musulmanes aprovecharon la inundación del Nilo, abrieron los canales e inundan la zona, impidiéndoles avanzar y retroceder a los cruzados, quedaron atrapados en una trampa, rodeados y sin comida.
Pelayo fue convencido por los bávaros de la gravedad de la situación y ordenó la retirada, el agua inundaba todos lados, por donde los cristianos debían pasar, mientras la caballería turca y por los infantes nubios les acosaban sin descanso.
El rey Juan consiguió frenar a los turcos y los caballeros a los nubios, pero perdiendo miles de infantes; lo que llevó a Pelayo a negociar, en su poder tenía Damieta, recién fortificada y que contaba con una potente escuadra, al mando de Enrique, conde de Malta, pero el grueso de su ejército estaba a merced de al-Kamil.
Este se mostró generoso y Pelayo se vio obligado a aceptar, entregando Damieta y firmando una tregua de ocho años que debía ser confirmada por el Emperador y a cambio al-Kamil devolvería la Vera Cruz.
Final de la Cruzada
El 8 de septiembre de 1221, el sultán al-Kamil entró en Damieta y la Quinta Cruzada hubo de retornar a sus países de origen. Otra vez las envidias y personalismos lastraron esta cruzada, faltos de un líder potente como hubiera sido Federico II, al cual un motín en Sicilia le impidió ponerse al frente de los cruzados. Pelayo no disponía de los conocimientos militares de Ademar en la Primera Cruzada y el rey Juan era valeroso, pero no era el líder que necesitaba el contingente internacional.
No se alcanzaron todos sus objetivos, ya que los refuerzos prometidos por Federico II no llegaron, razón por la cual fue excomulgado por el Papa Gregorio IX. Esta fue la última cruzada donde el papado aportaría sus propias tropas.