Edad Antigua El caballo en la Península Ibérica Los celtíberos

Orígenes

Se conocen como celtíberos a una cultura de mestizaje que se dio en la península ibérica entre los celtas del norte y los íberos del levante. La mayor parte de los pueblos que ocupaban el centro de la península justo antes de la conquista romana pertenecían a esta cultura.

Habitaban el sector oriental de la meseta y uno de sus centros básicos era la actual provincia de Soria, pero se extendían mucho más al sur, alcanzando parte de Teruel y casi toda la provincia de Cuenca. Para los romanos esta tierra tenía un clima duro y era económicamente pobre. Vinculados a una economía ganadera, explotaron el hierro del Moncayo y zonas próximas, desarrollando una depurada metalurgia del hierro.

Al principio, los autores clásicos utilizaron este término para referirse a todos los pueblos celtas de Iberia. Más tarde, a medida que la conquista progresaba territorialmente, el término de celtíberos se empleó para agrupar a ciertos pueblos celtas, pero excluyendo a otros, como por ejemplo los berones. Los autores clásicos de esta etapa ceñían el término celtíbero a dos grandes ámbitos principales. El primero, formado por los arévacos, y tal vez los pelendones, controlando la Celtiberia Ulterior (provincia de Soria, la mayor parte de la de Guadalajara, hasta el nacimiento del río Tajo, la mitad oriental de la de Segovia y el sureste de Burgos). Entre sus ciudades destacan Segontia (Sigüenza), Numantia (Numancia), Uxama, Tiermes y Clunia. El segundo ámbito es la tierra de los titos, bellos y lusones o Celtiberia Citerior (pobladores de las tierras en torno a los ríos Jalón, alto Tajuña, Jiloca y Huerva), con ciudades como Segeda, Bílbilis (Calatayud), Tierga, Botorrita o Complega.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/posible-extension-de-la-celtiberia-1024x808.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/posible-extension-de-la-celtiberia-300x237.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/posible-extension-de-la-celtiberia-768x606.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/posible-extension-de-la-celtiberia-1536x1212.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/posible-extension-de-la-celtiberia-100x79.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/posible-extension-de-la-celtiberia.png 2040w
Posible extensión de la Celtiberia

Pueblos celtíberos

La confusión de las fuentes clásicas fue compartida por los investigadores modernos, que han usado el término celtíbero con diferentes significados. En la actualidad son habitualmente considerados celtíberos los arévacos, titos, belos, lusones y pelendones, y más ocasionalmente vacceos, carpetanos, olcades y lobetanos.


Los arévacos

Los primeros datos que de los arévacos se conocen fueron suministrados por el historiador griego Estrabón, ya que en los datos anteriores, transmitidos por Polibio y Livio, simplemente se habla genéricamente de las tribus celtíberas, que adquirieron pronto gran importancia por sus guerras con Roma.

Los arévacos construían sus poblados sobre cerros para organizar una fácil defensa, rodeados de uno, dos y hasta tres recintos amurallados. Se sabe con certeza que habitaron en los lugares de Osma (Uxama Argaela o Argaela, según el autor griego Ptolomeo) y Sepúlveda.

Se dedicaban a la agricultura y pertenecían a la más poderosa de todas las tribus celtíberas, extendiéndose sus poblados por casi toda la franja sur del Duero mesetario. Sus núcleos eran tan independientes entre ellos, cuantas eran las diferentes comarcas en que la misma estructura geográfica les dividía. Eran pueblos todavía groseros y rústicos, regidos por distintos régulos o caudillos, sin unidad entre sí y casi sin comunicaciones.

Cifraban su gloria en perecer en los combates y consideraban como afrentoso morir de enfermedad. Parece ser que este pueblo no enterraba a sus muertos, sino que quemaba los cuerpos, ya que en sus lugares de asentamiento se han encontrado necrópolis de incineración; sin embargo, para los que perecían en combate no consideraban digno el quemar sus restos, los cuales hacían descansar en cuevas, en fosas primero y posteriormente en urnas.

Adoraban al dios Lug, divinidad de origen celta, al cual festejaban en las noches de plenilunio, bailando en familia a las puertas de sus casas. También rendían culto a sus muertos y a un tal «Elman», o «Endovéllico», según atestiguan algunas inscripciones. Tenían por costumbre dejar sus iconos, o imágenes de los dioses, en cuevas situadas en abruptos peñascales, a veces se trataba de las mismas grutas donde descansaban sus antepasados, y solían acudir a ellas en grupo, en días señalados para la ocasión. En estos lugares veneraban a sus divinidades y les solicitaban favores, dejándoles sus exvotos.

Su vestimenta se componía de una ropilla negra u oscura, hecha de lana de sus ganados, a la que estaba unida una capucha o capuchón con la cual se cubrían la cabeza cuando no llevaban el casco que estaba adornado con plumas o garzotas. Al cuello solían rodearse un collar. Una especie de pantalón ajustado completaba su sencillo uniforme.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/arevacos-1024x674.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/arevacos-300x198.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/arevacos-768x506.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/arevacos-100x66.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/arevacos.png 1500w
Arévacos. Eran el mayor pueblo celtíbero a la izquierda un guerrero a la derecha mapa

su habilidad en el arte de forjar las armas. Se presentaban a batalla en campo raso: interpolaban la infantería con la caballería, la cual en los terrenos ásperos y escabrosos echaba pie a tierra y se batía con la misma ventaja que la tropa ligera de infantería. El cuneas (cuña), u orden de batalla triangular de los arévacos, se hizo famoso entre los celtíberos y temible entre los guerreros de la antigüedad.

Las mujeres se empleaban también en ejercicios varoniles y ayudaban a los hombres en la guerra. Se veían obligados, para pelear, a dejar guardados sus cereales en silos o graneros subterráneos donde se conservaban bien los granos durante largo tiempo.

Sobre el año 200 AC, el general cartaginés Aníbal quiso mostrarse señor de Hispania antes de medir sus fuerzas con Roma, y a este fin, y para ejercitar sus tropas e imponer obediencia y respeto entre los celtíberos, llevó sus armas al interior de la Península. Así se internó con dos expediciones consecutivas en tierra de los arévacos, talando los campos y rindiendo su capital, Numancia, cuyos habitantes obligó a huir con sus mujeres e hijos a las vecinas sierras, de donde luego les permitió volver bajo palabra de que servirían a los cartagineses con lealtad.

Cuando regresaba de estas expediciones a Cartagena (Cartago Nova) con el botín, los naturales de la meseta reunidos en bastante número se atrevieron a acometerle a las orillas del río Tajo y aún le desordenaron la retaguardia y rescataron gran parte del botín. Triunfo que los antiguos hispanos pagaron caro al siguiente día, en que Aníbal les hizo ver bien a su costa cuán superiores eran las tropas disciplinadas y aguerridas a una multitud falta de organización, por briosa que fuese, que por lo visto lo eran en verdad.

Con la llegada de los romanos, Numancia, una de las ciudades arévacas, protagonizaría una resistencia heroica al invasor. Tras las campañas de Tiberio Graco en el 180 AC y la firma de unos tratados con los pueblos indígenas, entre ellos los arévacos, Hispania conocería un periodo de relativa calma. Pero esta calma no duraría siempre. En el 153 AC, los segedanos debido al incremento de su población, decidieron ampliar las murallas; acto que no sería bien visto por Roma, que rompería los acuerdos, comenzando así las denominadas guerras celtíberas. Los segedanos, que aún no tenían terminadas sus murallas, se refugiaron en Numancia. El cónsul Quinto Fulvio Nobilior fue enviado a Hispania para sofocar la rebelión.

Los pelendones

Los pelendones fueron un pueblo celtibérico que habitaba la región de las fuentes del Duero, es decir, norte de la provincia de Soria, sureste de la de Burgos y quizá el sureste de la de La Rioja. Por el sur limitaban con los arévacos y por el norte con los berones y autrigones. Las fuentes también utilizan el nombre de cerindones para denominarles. Según Apiano estaban emparentados con los arévacos y los numantinos. Los arévacos los empujaron hasta la zona norte de Soria.

Los pelendones, también nombrados como cerindones en algunos textos, llegaron hacia el siglo VIII-VII AC, con el primer gran movimiento celta. Se instalaron en las zonas norteñas del Sistema Ibérico precedidos por los beribraces (o bebriaces en la Galia, quizás emparentados) que lo harían desde el Levante hasta el límite con la Meseta.

Procedían al parecer de la zona belga o Bajo Rin, eran un pueblo eminentemente ganadero, y en menor medida agrícola. Tenían un gran conocimiento sobre la metalurgia, especialmente del bronce, pues la elaboración y el trabajo del hierro era incipiente en esos momentos y se desarrollaría plenamente hacia el siglo IV AC.

Se asentaron especialmente en lugares elevados desde donde dominaban con la vista pastos y valles. Regidos por un consejo de ancianos y una estructura de clanes familiares, estos asentamientos se sitúan a corta distancia entre sí dominando un territorio comunal. Acostumbran al rito de la incineración, depositando las cenizas del difunto en vasijas de arcilla o urnas. Otros de sus ritos son el culto a las «cabezas cortadas» y la exposición de sus guerreros muertos a las aves. Aunque su estructura es patriarcal (consejo de ancianos, jerarquía guerrera), las mujeres desarrollan un papel fundamental, al menos, en igualdad con los hombres: recibían herencias, elegían a sus esposos, eran alfareras, tejedoras, comparten las labores del ganado y, si era preciso, guerrean.

En España se inscriben dentro de la llamada Cultura de los Castros sorianos, lugares parcialmente protegidos a los que se añadían defensas artificiales como murallas, y series de «piedras hincadas» que dificultaban las agresiones desde los accesos más débiles. A este tipo de construcción se la considera característica de este pueblo. Su muralla, que puede alcanzar los cuatro o cinco metros de altura, es única y está construida adaptándose al terreno con una cara interior y otra exterior de piedras más o menos regulares, rellenándose el espacio entre ellas de piedras más pequeñas y de tierra. En algunos casos se rematan con torreones y estructuras de madera.

Dentro de su demarcación, podían coincidir viviendas de tipo circular y rectangular, o casas adosadas a la muralla, o entre sí, formando espacios centrales o plazas. Estaban construidas a partir de un pequeño muro de unos cincuenta centímetros, sin cimentar, sobre el que se edifica una estructura de adobe y madera, para concluir en un tejado vegetal impermeable que filtra el humo de la hoguera. En estas viviendas se distinguen generalmente tres espacios, separados por tabiques de tablas o ramajes. En el centro se sitúa la estancia-cocina-dormitorio, espacio de la vida familiar, alrededor del hogar. Más allá, está la despensa donde se guardan los alimentos en grandes tinajas de barro sobre altillos. El espacio con más luz era la entrada, y en él se realizan las labores diarias, como el tejido en telares verticales o la molienda.

Como portadores de la cultura celta, poseían sus propias deidades a las que adoraban desde lugares naturales destinados para ello, pues no se han registrado templos. Su mitología está inspirada en la naturaleza: el sol, la luna, el agua, árboles y animales. Estrabón nos habla de una «deidad innominada», a la que rinden culto las noches de luna llena, «danzando a las puertas de sus casas». Se identifica con la propia luna. Otras deidades están emparentadas con la cultura gala, o la irlandesa. La deidad Lug (sol, luz) sería la más importante de acuerdo a su concepción religiosa, una especie de Júpiter en los romanos (estos lo asimilaron a Mercurio). Sobre él no faltan referencias etimológicas y toponímicas en el noroeste peninsular, incluidas las ermitas de Santa Lucía.

Son representativos: Cernunnos (bosque, caza, ciervo), Epona (difuntos, caballo), Ayron (profundidades, agua), Las Matres, en número de tres manteniendo la triplicidad céltica (fecundidad, tierra nutricia, agua). Tenían animales de culto como el toro y el caballo; de mal fario como el cuervo; o sagrado como el buitre que subía al cielo el alma de los muertos en combate. Los pelendones se describen como adoradores, en especial, del dios Belenos (Belen de los galos), del que se desprendería su denominación de belendones y posteriormente pelendones.

Sus principales ciudades eran Visontion y Savia. La capital se hallaba en Kontrebia Leukade (Aguilar del Río Alhama, Rioja).

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/pueblos-celtiberos-1024x428.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/pueblos-celtiberos-300x125.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/pueblos-celtiberos-768x321.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/pueblos-celtiberos-1536x642.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/pueblos-celtiberos-2048x856.png 2048w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/pueblos-celtiberos-100x42.png 100w
Pueblos celtiberos. Izquierda dos guerreros celtiberos con el manto a sagum autor Dionisio Álvarez Cueto. Derecha situación de los pueblos celtiberos fuente Celtiberia.net

Los belos


Los belos eran un pueblo que habito la provincia de Soria, antes de la ocupación romana, se extendía por la zona noreste. Se trata de un pueblo celta llegado a la península con las invasiones del siglo VI y establecido en el alto valle del Duero, desde donde ocuparía el valle Alto del río Jalón, por lo tanto, en la actualidad correspondería a las comarcas de Arcos de Jalon, y Medinaceli.

Son mencionados por las fuentes romanas en relación con los arévacos, lusones y titos.

Una ciudad importante es Nertóbriga que emite moneda de bronce en el siglo III AC, en la que aparece un jinete lancero. La más destacada, sin embargo, es Sekaisa (Segeda), que acuña moneda en torno al siglo II AC. En el 154 AC amplió su territorio provocando las Guerras Celtibéricas.

Su capital era Segeda, que comúnmente se sitúa en el yacimiento de Belmonte, próximo a Calatayud, ya que en él se encontraron monedas ibéricas con el rótulo Secaisa. La situación, sin embargo, no está clara, pues parece que Belmonte se halla fuera del territorio belo.

Ocupaban el valle del Jalón, desde la confluencia con el río Piedra; por el sur limitarían con la Sierra Solorio hasta Sierra Ministra, y por el norte, con las de la Mata, Muedo, el extremo sur de la de Miñana y la sierra de Almantes. Estos límites no son del todo seguros, sobre todo los que les separarían de titos y lusones. Pertenecerían a este pueblo las ciudades de Segeda, Attacum, Arcobriga y Ocilis (tal vez Medinaceli).

Por los pactos de hospitalidad, puede que los belos, lusones y algunos más viviesen todos juntos. Así pues se puede entender a los autores clásicos cuando nos hablan de estas tribus en el sentido que cada cual o que cada uno les llama como quiere y las sitúa a todas en un mismo sitio.

Cuando los romanos conquistaron lo que actualmente es la provincia de Teruel se encontraron con dos grupos étnicos diferentes: los íberos y los celtíberos.
Los belos y titos, que habían buscado refugio en los arévacos, infligieron una grave derrota al ejército romano, pero, con los restos del mismo, Nobilior aún estuvo en condiciones de poner cerco a Numantia (Numancia).

El nombre de Belos quizá provenga del latín “ Bellum” que quiere decir “guerra”, es posible que estas gentes, en la mayoría, fuesen todos guerreros.
Otras fuentes nos señalan que están emparentados con los arévacos, lusones y vacceos por el tronco común de los belovacos de la Galia.

Así, el territorio occidental de la actual provincia de Teruel debió estar ocupado por los celtíberos belos, siendo Damaniu, en Hinojosa de Jarque, la ciudad que marcaría el límite con la zona ibérica.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1024x887.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-300x260.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-768x665.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1536x1331.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-100x87.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos.png 1824w
Guerreros celtíberos: izquierda Pablo Outeiral derecha Dionisio Álvarez

Los titos

Los titos fueron un pueblo celtíbero que siempre aparece subordinados a los belos, de los que quizás fuesen clientes. Su localización, muy imprecisa, puede estar en el valle medio del río Jalón, hacia Alhama de Aragón y alcanzando a las parameras de Molina, junto con los belos. Este pueblo que aparece citado en las fuentes clásicas contribuyendo a las guerras de resistencia contra Roma.

Firmaron en el 179 AC, los pactos de Graco y entraron en guerra con Roma, junto con los belos y los arévacos, en la segunda guerra celtíbera, que terminaría con la destrucción de Numancia en el 133 AC. A partir de entonces desaparece, como pueblo, de las fuentes.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1-1024x506.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1-300x148.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1-768x379.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1-1536x758.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1-100x49.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-1.png 2015w
Guerreros celtíberos (1). Los de la izquierda con tela acolchada y escudo redondo, a la derecha con casco tipo Monteforino con carrilleras, manto sagum o sago, y cota de malla respectivamente.

Los lusones

Los lusones fueron un pueblo celtíbero, localizado en el alto Tajuña, al noreste de Guadalajara, y según Estrabón en las fuentes del Ebro y el Tajo.
Se cree que la ciudad de Lutia era su capital, siendo sus ciudades más importantes: fueron Bursau (Borja?), Turiasu (Tarazona?) y Carabis.

Al estar asentados en la misma zona que los titos y bellos, su economía posee las mismas características. La base es la agricultura pues están en una tierra muy fértil. Cosechas de cebada, cereales y olivo. En la ganadería se da la cría de cerdos, cabras y ovejas. Como es rica la ganadería se da una industria textil próspera, fabrican el sagum o sayo, utilizado, aparte de como prenda, también como tributo.

Cerámica caracterizada por temas decorativos a bandas con círculos y semicírculos. En metalurgia se sabe de la existencia de oro en el río Jalón y de hierro en el Moncayo. Plinio el Viejo elogia las armas fabricadas aquí. De producción de plata apenas hay noticias.

Construcciones

Construyeron sus poblados y ciudades en puntos elevados de fácil defensa envolviendo el contorno con un único lienzo de muralla adaptado a las irregularidades del terreno. Con el tiempo aparecieron los torreones cuadrados o circulares, con preferencia en las puertas para posteriormente generalizarse en todo el recinto. A veces realizaron fosos delante de la muralla.

Los celtíberos vivían en distintos tipos de asentamientos, que las fuentes antiguas denominan polis o urbes, civitates, vici y castella.

  • Las urbes eran del tipo de la ciudad-estado antigua; con un núcleo urbano más o menos desarrollado y un entorno agrario dependiente de él.
  • Las civitates eran organizaciones políticas indígenas autónomas que podían tener o no una configuración urbana.
  • Los vici y castella eran los asentamientos menores y corresponden a los poblados y castros característicos de estos pueblos que documenta la arqueología.
https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero.png 1847w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-300x107.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-1024x365.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-768x274.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-1536x548.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-100x36.png 100w
Poblado celtíbero, vida en el interior del mismo
https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/urbe-celtibera-1024x494.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/urbe-celtibera-300x145.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/urbe-celtibera-768x371.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/urbe-celtibera-1536x741.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/urbe-celtibera-100x48.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/urbe-celtibera.png 1995w
Urbe celtíbera rodeada de muralla con torreones, a veces tenían foso

Las casas se pegan a la pared interna de la muralla. Los celtíberos se establecieron lugares elevados y visibles, que refuerzan con murallas, torres defensivas y fosos. En el interior, las viviendas se organizan en torno a una calle o espacio central.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-1024x365.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-300x107.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-768x274.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-1536x548.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero-100x36.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/poblado-celtibero.png 1847w
Poblado celtíbero. Se aprecia la actividad diaria

Las casas celtibéricas presentaban una planta rectangular, con una superficie de entre 40 y 50 metros cuadrados. Los muros se asentaban en un zócalo de piedra sobre el que se levantaban muros de adobe o tapial. A continuación se realizaba un entramado de postes a intervalos regulares sobre el que se colocaba una estructura de madera que sostenía la cubierta vegetal, dispuesta a una o dos aguas. El interior de los muros se enlucía con barro y paja y el suelo se pavimentaba con arcilla o tierra apisonada. Las viviendas estaban divididas en 3 estancias (de fuera hacia dentro):

  • La primera, a la que se accedía desde la calle por una pequeña puerta, era la más luminosa y se destinaba a actividades domésticas y artesanales (fabricación de vestidos, molienda, etc.).
  • A continuación, la habitación más grande tenía el hogar en el centro o en un lateral y a su alrededor se disponían bancos corridos para descansar y comer. En las paredes se colocaba la vajilla en estanterías y muebles.
  • La última estancia estaba dedicada a almacenar aperos y ser despensa de alimentos.
https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/casa-celtibera-1.png 1896w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/casa-celtibera-1-300x198.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/casa-celtibera-1-1024x676.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/casa-celtibera-1-768x507.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/casa-celtibera-1-1536x1014.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/casa-celtibera-1-100x66.png 100w
Casa celtíbera, tenía tres estancias la primera para actividades domésticas y artesanales, la segunda para hogar y la tercera como almacén y despensa

Otras viviendas disponían de pequeños corrales adosados a las viviendas o de bodegas-cuevas bajo el suelo de la primera habitación y con el fin de almacenar y conservar alimentos.

Economía

La economía celtibérica se basaba en la agricultura, la ganadería, la minería, la metalurgia, la caza, la pesca y la recolección de frutos secos:

Agricultura: la pobreza del suelo, la altura y el duro clima la hacían difícil, reduciéndose al cereal de secano (trigo y cebada) y, en menor medida, las legumbres, los frutales y la vid. Las labores agrícolas se realizaban con arado de reja tirado por yuntas de bueyes, con hoces para la siega y con horcas para la trilla. También se dedicaban a la recogida de frutos secos de los bosques cercanos (nueces y bellotas).

Ganadería: era la que representaba su riqueza. Se centraba en las ovejas y cabras (50 %), destinadas a la obtención de lana y derivados de la leche; vacas (20 %) como fuerza de tracción y para aprovechar su leche, piel, cuero y cuernos; y en menor medida, cerdos (5-10 %). Otros animales empleados por los celtíberos son los destinados al arrastre y al transporte de cargas y personas (bueyes, asnos, mulos y caballos). Finalmente, la caza de ciervos, corzos, jabalíes, liebres, conejos, osos y lobos, complementaba la explotación ganadera.

Minería: en el Sistema Ibérico se explotaron las minas de plata, plomo, cobre y hierro, destinados todos ellos a la fabricación de instrumentos diversos (armas, utensilios agrícolas y artesanales, adornos, monedas, etc.).

La metalurgia: se concentró en el trabajo del hierro, para la fabricación de utensilios cotidianos (tijeras, azadas, hoces, cuchillos, etc.) y armas (espadas, puñales, lanzas y escudos); y del bronce, destinado al adorno (fíbulas o imperdibles, broches de cinturón, pulseras, placas decorativas o pectorales y brazaletes).

Se sabe que los celtíberos eran buenos fabricantes de espadas; armas que causaron el asombro de los romanos por su flexibilidad. A base de golpes en frío y de calor en el centro consiguieron tres cuerpos, dos duros y uno en medio, más blando.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/celtiberos-mirando-un-castro-1024x596.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/celtiberos-mirando-un-castro-300x175.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/celtiberos-mirando-un-castro-768x447.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/celtiberos-mirando-un-castro-1536x894.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/celtiberos-mirando-un-castro-100x58.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/celtiberos-mirando-un-castro.png 1950w
Celtíberos mirando un castro.

Sociedad

La sociedad celtibérica con el paso del tiempo fue adoptando una estructura más jerarquizada. Al principio se agrupaban en tribus y clanes:

  • Los clanes (gentilitates) agrupaban a individuos unidos por lazos de parentesco o de sangre (antepasado común) que compartían un territorio, unos deberes y derechos y unas prácticas religiosas que obligaban a todos.
  • Las tribus (gentes) eran organizaciones superiores.

Los más privilegiados en estos grupos eran los guerreros, quienes ostentaban el poder político y cuya misión era defender a los demás individuos. Además se establecieron relaciones de igualdad entre los individuos, clanes o tribus a través de instituciones como el hospitium entre clanes y la devotio entre individuos.

Con el desarrollo de las ciudades, la sociedad celtibérica evolucionó, y el poder político recayó sobre la asamblea de ancianos (seniores) y la asamblea de los jóvenes (iuniores). Además aparecen las figuras de los legados o heraldos (enviados para negociar la paz), los magistrados, y los líderes o jefes militares (elegidos por la Asamblea para hacer frente a la guerra).

Los íberos eran monógamos, siendo las muchachas las que elegían a su esposo, empezando por los más valientes. El pelo de los celtíberos se llevaba largo, como los celtas, al contrario que los íberos, que solían tenerlo corto. En el calzado los celtíberos adoptaron el uso de la sandalia ibérica.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-832x1024.png 832w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-244x300.png 244w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-768x945.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-1248x1536.png 1248w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-100x123.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero.png 1360w
Ritual celtíbero. Se aprecia un jefe con un báculo y una sacerdotisa. Al fondo un guerrero con una corneta.

Ritos funerarios

Los escritores de la antigüedad han transmitido un doble ritual de enterramiento entre los celtíberos; según Silio Italico
Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo, al devorar el cuerpo yacente el buitre”. Según Eliano refiriéndose a los vacceos “…dan sepultura en el fuego a los que mueren de enfermedad…, mas a los que pierden la vida en la guerra… los arrojan a los buitres, que estiman como animales sagrados«.

El ritual de la exposición de cadáveres. Este segundo ritual, destinado a los que morían en combate, consistía en depositar sus cadáveres en determinados lugares, para que fueran comidos por los buitres, considerados como intermediarios (psicopompos) entre el mundo de los humanos y el de los dioses. Al mismo tiempo que descarnaban su cuerpo transportaban su espíritu directamente a la deidad celeste. Este ritual era considerado más puro que la incineración, ya que evitaba el contacto con la tierra.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-de-la-exposicion-de-cadaveres-987x1024.png 987w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-de-la-exposicion-de-cadaveres-289x300.png 289w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-de-la-exposicion-de-cadaveres-768x797.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-de-la-exposicion-de-cadaveres-1481x1536.png 1481w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-de-la-exposicion-de-cadaveres-100x104.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/ritual-celtibero-de-la-exposicion-de-cadaveres.png 1638w
Ritual celtíbero de la exposición de cadáveres. Los que caían en combate eran dejados en lugares para que fuesen devorados por los buitres. Autora Sandra Delgado

El ritual de la incineración. Era el ritual más usual, consistía en la incineración del cadáver con su ajuar en una pira funeraria o “ustrinum”. Una vez finalizada la cremación, se recogían, previamente seleccionadas, las cenizas y restos óseos del difunto, introduciéndolos en un hoyo o, previamente, en una urna o vasija de cerámica. Junto a esta se depositaba al ajuar u objetos personales del difunto, compuesto de armas, elementos de adorno y utensilios.

Las tumbas eran agrupadas en necrópolis o cementerios, podían estar señalizadas al exterior con una piedra o estela o una cubierta tumular.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/entierro-de-un-principe-celtibero-925x1024.png 925w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/entierro-de-un-principe-celtibero-271x300.png 271w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/entierro-de-un-principe-celtibero-768x850.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/entierro-de-un-principe-celtibero-1388x1536.png 1388w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/entierro-de-un-principe-celtibero-100x111.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/entierro-de-un-principe-celtibero.png 1522w
Entierro de un príncipe celtíbero. Autora Sandra Delgado

Característico de las tumbas celtibéricas es la inutilización intencionada de los objetos personales o ajuar del difunto. Las armas, útiles o adornos depositados en las tumbas aparecen doblados e inutilizados intencionadamente; con esta práctica se trataba de evitar la separación del difunto de sus objetos personales, a través de su “muerte ritual”, de esta manera su espíritu acompañaba al difunto al Más Allá, como exponentes de su propia identidad.

La existencia, en algunas tumbas, de restos óseos de animales jóvenes (cordero o potro) ha sido interpretada como la porción de carne del banquete funerario perteneciente al difunto. También, en menor medida, se han encontrado en las necrópolis celtibéricas enterramientos simbólicos o cenotafios, en donde los animales sustituyen al cuerpo del difunto cuando este fuera imposible de recuperar.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/incineracion-de-un-celtibero-1024x563.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/incineracion-de-un-celtibero-300x165.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/incineracion-de-un-celtibero-768x423.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/incineracion-de-un-celtibero-1536x845.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/incineracion-de-un-celtibero-100x55.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2014/03/incineracion-de-un-celtibero.png 1885w
Incineración de un celtíbero

El ejército celtíbero

Los celtíberos estaban organizados para luchar en grupos a pie y a caballo. La caballería estaba entre el 20 y el 25% del total, eran más importantes que otros pueblos, y por supuesto el ejército romano que representaba del 10 al 14%. Los jinetes tenían fama de ser rápidos, hábiles y fuertes como sus caballos. Su equipo era ligero, pequeño escudo circular o caetra; dardos que eran muy buenos a 40 metros de longitud, espada corta y casco. Dice Plutarco, que eran expertos en montañismo, ligero y rápido, hasta el punto que tiene Livio de que «la dureza del lugar hacía innecesario acelerar a los celtíberos, cuya costumbre es atacar en las batallas a pie«.

La caballería y la infantería se mezclaban para la guerra, utilizaban como los íberos la táctica del «concursare» que consistían en fingir una huida y cuando el enemigo se desorganizaba, giraban y los atacaban o bien les conducían a una emboscada. Esto se apartaba del concepto de guerra de cualquier ejército regular y, por tanto, del romano, lo que llevó a los historiadores antiguos a hablar de indisciplina y grupos de bandidos.

Los jinetes cuando era necesario, actuaban como auxiliares de la infantería, desmontaban y actuando como tales, en ocasiones también el jinete iba acompañado de un soldado de infantería. Solo en tiempos difíciles se agruparon en formación de cuña. En 195 AC, cerca de Toledo, «la cuña atacó en mayor número y en filas apretadas, presionando más contra los romanos«. El paso del río se realizó nadando con pieles infladas, que se pusieron la ropa y los escudos estaban encima.

Según Livio, 4.000 infantes y 200 caballos eran una legión completa y el número de legiones que nunca pasaran de 8, es decir, unos 35.000 soldados en la zona en el 181 AC. Desde entonces se produjo un fuerte descenso, no solo debido a la disminución de la población a causa de la guerra, sino también porque cada vez más población fue controlada por los romanos. En el 153 AC, se dice que en Numancia había unos 20.000 infantes y 5.000 jinetes (se refiere a numantinos y segetanos juntos), en el 143 AC, se mencionan 8.000 y, en 137 AC, solo 4.000 (referido a Numancia).

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/ejercito-celtibero-1024x852.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/ejercito-celtibero-300x249.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/ejercito-celtibero-768x639.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/ejercito-celtibero-1536x1277.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/ejercito-celtibero-100x83.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/ejercito-celtibero.png 1965w
Ejército celtíbero en las proximidades de Numancia. Autor Ángel Benito Gastañaga

La caballería no buscaba el choque, se movía rápido, y atacaba lanzando venablos, se retiraba e insistía en el hostigamiento sin empeñarse en acciones en fuerza.

A veces los jinetes celtíberos llevaban un combatiente, que descabalgaba al llegar a la zona de lucha. Otras veces, el jinete descabalgaba y sujetaba las bridas con una clavija y combatía como un infante.

Los jinetes, al igual que los infantes, vestían habitualmente túnica corta, escudo colgado en el lado derecho del pecho del caballo, tahalí para la espada, una o dos lanzas y a veces casco. Según Estrabón: “cría toda la Iberia cabras y caballos monteses en abundancia…”, “los de Celtiberia son moteados o pintados de varios colores, y si los trasladan a la Hispania Ulterior mudan de color…”, “en agilidad y destreza para las carreras aventajan a los demás pueblos”. Silio Itálico se refiere a los caballos que cría Uxama: “…son fuertes para la guerra, en la que resisten largos años, y con su bravura apenas sufren el freno u obedecen a la voluntad del jinete”. Estos aprovechaban las inmejorables características de los caballos celtibéricos, adiestrándoles a subir por fuertes pendientes y a hincarse o detenerse de inmediato cuando convenía.

El perfeccionamiento en el adiestramiento de los caballos queda bien reflejado en las necrópolis celtibéricas, donde son frecuentes los duros y fuertes bocados de doma, de largas camas rectas, frenos partidos, con rienda y falsa rienda, serretas, serretones y filetes partidos.

Las evidencias arqueológicas muestran que los primeros ejemplares de herradura aparecen en túmulos funerarios del centro peninsular, lo que podría indicar que los celtíberos fueron sus inventores.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/caballeria-celtibera-siglo-ii-ac-988x1024.png 988w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/caballeria-celtibera-siglo-ii-ac-290x300.png 290w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/caballeria-celtibera-siglo-ii-ac-768x796.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/caballeria-celtibera-siglo-ii-ac-1482x1536.png 1482w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/caballeria-celtibera-siglo-ii-ac-100x104.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/caballeria-celtibera-siglo-ii-ac.png 1578w
Caballería celtíbera siglo II AC. Autor Ángel Benito Gastañaga

Armamento

Polibio dice: «Casi todos los celtíberos, por así decir, combaten como peltastas, armados a la ligera por su bandolerismo, los lusitanos, usan jabalina, honda y puñal. Con los infantes está mezclada también la caballería, siendo los caballos adiestrados en subir sierras y arrodillarse con facilidad, cuando esto hace falta y se les manda».

Las armas ofensivas cambiaron con el tiempo. En el periodo temprano hasta el 500 AC, emplearon solo lanzas y jabalinas. Hasta el 350 AC, llevaban las espadas rectas de antenas y puñales, utilizaban el soliferrum junto con las lanzas y jabalinas. A partir del 350 AC ya no vuelven a utilizar el soliferrum, siendo sustituido por la falarica más parecida a las pilum romana, y empiezan a verse las falcatas, ambos de influencia íbera, también se emplea la gladius y la espada larga tipo Tène.

A partir del 200 AC, solo se utiliza la espada larga tipo Tène y puñales, junto con la falarica y las lanzas.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-en-el-134-ac-1-1024x679.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-en-el-134-ac-1-300x199.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-en-el-134-ac-1-768x509.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-en-el-134-ac-1-1536x1019.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-en-el-134-ac-1-2048x1359.png 2048w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-en-el-134-ac-1-100x66.png 100w
Guerreros celtíberos en el 134 AC, cerca de Numancia. Se aprecia las diferencias unos llevan discos pectorales, otro cota de malla y otros dos con cota de escamas, y uno sin protección. Autor Ángel García Pinto

Livio, con motivo de la narración del sitio de Sagunto describe la falarica «..usaban los saguntinos un arma arrojadiza llamada falarica, cuya asta era de abeto y redonda en toda su extensión, excepto en el extremo, donde se colocaba el hierro: éste, cuadrado, como en el pilum, estaba rodeado de una estopa empapada en pez. El hierro era largo, de tres pies, para poder traspasar la armadura y el cuerpo. Pero aún en el caso de quedar clavado en el escudo y no penetrar en el cuerpo, llenaba de terror, pues como se lanzaba encendida la estopa y su carrera avivaba su llama, obligaba al soldado a despojarse de sus armas y exponerse indefenso a los golpes siguientes….«

Philón describe asimismo la forja de las armas celtibéricas: «..para probarlas, agarraban con la derecha la empuñadura y con la otra mano la punta, colocaban luego la hoja transversal sobre la cabeza, tiraban luego para abajo de ambas extremidades hasta que se tocaban con los hombros y luego las soltaban. La hoja permanecía recta, aunque esta prueba se repitiera varias veces. Esta flexibilidad se debía a que el hierro era muy puro y estaba bien trabajado al fuego. Se forjaba en frío y no a martillazos, combinando la acción del fuego y del frío»

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-2-1024x667.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-2-300x195.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-2-768x500.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-2-1536x1001.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-2-100x65.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-2.png 1962w
Guerreros celtíberos (2) luchando con romanos. Autor Pablo Outeiral

Marcial alaba las armas celtíberas »…por la buena calidad de su hierro, que venía del Moncayo, muchas de las cuales se forjaron en Bílbilis, ya que el agua fría del Salo (Jalón) era a propósito para su temple». En otro párrafo se ocupa del puñal ibérico, forjado en Bílbilis con el hierro del Moncayo y el agua fría del Salo (Jalón)».

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-ofensivas-celtiberas.png 1269w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-ofensivas-celtiberas-230x300.png 230w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-ofensivas-celtiberas-784x1024.png 784w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-ofensivas-celtiberas-768x1003.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-ofensivas-celtiberas-1176x1536.png 1176w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-ofensivas-celtiberas-100x131.png 100w
Evolución de las armas ofensivas celtíberas: espadas, puñales, lanzas y jabalinas

Las armas defensivas eran el escudo redondo o caetra, de 50 cm de diámetro hecho de cuero o madera, propio de la infantería ligera de ascendencia celta y el largo ovalado de procedencia íbera empleado por la infantería pesada o escutari; la mayoría de los cascos eran de cuero salvo los de los jefes que estaban realizados en bronce y adornados; las corazas debieron ser de lino y, en ocasiones muy raras, de cota malla o bien de escamas, la protección más empleada eran los pectorales de discos de bronce.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-defensivas.png 1240w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-defensivas-221x300.png 221w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-defensivas-753x1024.png 753w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-defensivas-768x1045.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-defensivas-1129x1536.png 1129w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/evolucion-de-las-armas-defensivas-100x136.png 100w

Evolución de las armas defensivas celtíberas: cascos, escudos y pectorales.

Los celtíberos se organizaban para pelear en grupos de a pie y a caballo (entre el 20 y el 25 % del total). La infantería llevaba pertrechos ligeros: caetra, dardo, honda, espada corta y casco. Eran expertos en escalar montañas, ligeros y rápidos. Los caballos celtibéricos eran fuertes y resistentes y estaban adiestrados para hincarse de inmediato.

Diodoro describe a los celtíberos así:
«los celtíberos son crueles en sus costumbres hacia los malhechores y enemigos, pero honorables y humanos con los extranjeros. A aquellos que llegan ante ellos los invitan a detenerse en sus casas y disputan entre sí por la hospitalidad, y aprueban a todo aquel que atiende a los extranjeros, considerándolo amado por los dioses»….»Llevan sayos negros y ásperos, de una lana parecida al pelo de las cabras salvajes. Algunos celtíberos se arman con escudos galos; otros, en cambio, llevan cyrtias redondas, llevan también en las piernas arrolladas grebas de pelo y en la cabeza, cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan espadas de dos filos fabricadas en hierro excelente y puñales de un palmo de longitud de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. Tienen un modo peculiar de preparar las armas que utilizan para su defensa. Entierran láminas de hierro y las dejan hasta que, con el tiempo, la parte débil del hierro, consumida por la herrumbre, se separa de la parte más dura, de ésta hacen espadas excelentes y los demás objetos concernientes a la guerra. Las armas así fabricadas cortan todo lo que se les pone: ni escudo, ni casco, ni hueso resisten a su golpe, por la extraordinaria dureza de su hierro.«

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-133-ac-1024x754.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-133-ac-300x221.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-133-ac-768x566.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-133-ac-1536x1131.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-133-ac-100x74.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/guerreros-celtiberos-133-ac.png 2048w
Guerreros celtíberos 133 AC, están atacando las fortificaciones de asedio de Numancia, el infante está lanzando una falarica. Autor Angus McBride

» los celtíberos suministraban para la lucha no sólo excelentes jinetes, sino también infantes que destacaban por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras, cuya lana recuerda el fieltro. En cuanto a las armas, algunos de ellos llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas, y otros grandes escudos redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras. Llevan también espadas de doble filo, forjadas con excelente acero, y puñales de una cuarta de largo para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar en la fabricación de sus armas; entierran piezas de hierro y las dejan oxidar durante algún tiempo, aprovechando solo el núcleo, de forma que obtienen, mediante nueva forja, espadas magníficas y otras armas. Un arma así fabricada corta cualquier cosa que se encuentre en su camino, por lo que no hay escudo, casco o cuerpo que se resiste a sus golpes, por la excepcional calidad del hierro. Son muy hábiles en luchar de dos modos diferentes: primero atacan a caballo y, en caso de ser rechazados, desmontan y atacan de nuevo como soldados de infantería. Según sus normas habituales son extremadamente crueles con los criminales y enemigos, aunque con los forasteros son compasivos y honrados; los extranjeros que vinieron a vivir entre ellos, todos los invitaron a parar en sus casas, rivalizando entre ellos para prodigarles hospitalidad, y los extranjeros que fueron atendidos por éstos, los elogiaban y los consideraban amigos de los dioses…..«

«En cuanto a su alimentación, se sirven de toda clase de carnes, que abundan entre ellos, y como bebida poseen una combinación de vino y miel…«

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/jinetes-hispanos-luchando-con-un-jinete-romano-839x1024.png 839w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/jinetes-hispanos-luchando-con-un-jinete-romano-246x300.png 246w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/jinetes-hispanos-luchando-con-un-jinete-romano-768x937.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/jinetes-hispanos-luchando-con-un-jinete-romano-1259x1536.png 1259w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/jinetes-hispanos-luchando-con-un-jinete-romano-100x122.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2021/12/jinetes-hispanos-luchando-con-un-jinete-romano.png 1380w
Jinetes celtiberos luchando con un jinete romano: el de la izquierda es un jefe con casco de bronce, caetra y falcata, el de la derecha es un guerrero con lanza casco de cuero. Autor Angus McBride para Osprey
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2014-03-24. Última modificacion 2022-05-30.
Valora esta entrada
[Reduce texto]
[Aumenta texto]
[Ir arriba]
[Modo dia]
[Modo noche]

Comentarios:

  1. Mario Blanco dijo el 2020/10/10 a las 3:58 pm

    Gracias me a hayudado muicho ha acer mi tarea

  2. José Rodríguez dijo el 2020/11/06 a las 8:13 pm

    Me ha gustado este articulo,pues he aumentado mis conocimientos sobre los celtíberos y sus costumbres

Deja tu comentario

Tu comentario será visible en cuanto sea aprobado.

Tu email no se hará público.