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Generalidades
Al finalizar el segundo periodo intermedio o de los hicsos comenzó el Imperio Nuevo egipcio (1550-1070 AC), su duración fue de unos 500 años y comprendió las dinastías XVIII, XIX y XX. Transcurre entre el Segundo Periodo Intermedio, y el Tercer Periodo Intermedio de Egipto. Durante este periodo Egipto consiguió su máximo esplendor. Las dos últimas dinastías, XIX y XX, se agrupan bajo el título de Período Ramésida.
Dinastía XVIII (1550-1294 AC)
Amosis I (1550-25 AC)
Expulsó a los hicsos y fue considerado el primer faraón de la dinastía XVIII. Realizó una campaña en siria de la que no hay información. Las campañas de Amosis I en Nubia están mejor documentadas. Poco después de la primera campaña en Nubia se produjo una rebelión de los nativos contra Amosis comandada por un nubio llamado Aata, pero la rebelión fue sofocada. Tras este primer intento, un egipcio contrario a Tebas consiguió agrupar a muchos rebeldes nubios para un nuevo levantamiento, pero también fue derrotado. Amosis restauró el gobierno egipcio sobre Nubia, que se controlaba desde un centro administrativo establecido en la fortaleza de Buhen. Por otro lado, y durante el restablecimiento del control egipcio sobre Nubia, parece que Amosis recompensó a varios príncipes locales que apoyaron su causa y la de sus predecesores dinásticos.
Al morir fue enterrado probablemente en Abidos en una pirámide construida para él, que se derrumbó posteriormente al tener una inclinación de 60 grados, aunque su momia fue encontrada en Deir el-Bahari.
Amenofis I o Amenhotep I (1525-05 AC)
Su nombre significa “Amón está satisfecho”. Sus 21 años de reinado fueron de continuidad respecto a los de su padre.
Emprendió campañas en Nubia el segundo y octavo años de su reinada, alcanzando Tombos, muy al sur de la Segunda Catarata.
Efectuó expediciones contra los libios y contra los asiáticos, llegando incluso al río Éufrates, en donde puso cerco a Karkemish. No fueron expediciones de conquista, sino más bien rápidos ataques centrados en la obtención del botín.
Desarrolló una importante actividad arquitectónica, finalizó las obras iniciadas por su padre en Abidos, levantó el Templo de Amón en Tebas, donde levantó el poblado de constructores de tumbas de Deir el-Medina. Su único hijo murió, por lo que no tuvo descendencia, siendo sucedido por Tutmosis I, posiblemente un militar de alto rango.
Tutmosis I o Thutmose I (1504-1492 AC)
Al no ser hijo del anterior faraón, Tutmosis tuvo que casarse con la princesa Ahmose, posiblemente hija o hermana del difunto Amenofis I, legitimando así su posición. Resultó ser un excelente monarca que llevó a Egipto a unas cotas de poder nunca antes vistas.
Comenzó su reinado con una campaña contra Nubia, alcanzando Tombos, cerca de la Tercera Catarata. Ante una sublevación de Kush, avanzó con sus tropas más allá de la Cuarta Catarata del Nilo, en la Alta Nubia y logró hacer prisionero a su rey, tras lo cual dejó una estela fronteriza en Kurgus. La civilización de Kerma desapareció debido a aquella incursión.
En Asia atacó Retenu (Canaán) y Naharina (el incipiente Imperio de Mitani), erigiendo también a orillas del Éufrates una estela fronteriza; a su vuelta, se dedicó a la caza de elefantes en el país de Niy (desconocido).
También fue un eficaz constructor y gracias a la ayuda de su visir y arquitecto, el eficiente Ineni, fue el fundador de la necrópolis real tebana, el Valle de los Reyes, donde sería enterrado junto a decenas de reyes posteriores. Realizó también numerosas construcciones en Karnak (en donde inició el templo de Amón), en Abidos, Medinet Habu, Gizeh y otros lugares.
Designó heredera a la única hija la princesa Hatshepsut.
Hatshepsut (1490-68 AC)
Su matrimonio con su hermanastro Tutmosis II la convirtió en reina consorte y, tras quedar pronto viuda, asumió la regencia hasta que su hijastro Tutmosis III (hijo de Tutmosis II y de una de sus esposas secundarias) alcanzase la edad necesaria para gobernar.
Hatshepsut realizó al menos seis campañas durante sus 22 años de reinado. Hay que destacar que la mayoría de estas no pasaron de ser meras escaramuzas o actividades disuasorias cuya única finalidad era disuadir a los siempre belicosos pueblos fronterizos.
Era casi costumbre que al morir un faraón, los pueblos nubios atacasen las fronteras meridionales y quemasen algunas de las fortalezas del lugar, a modo de tanteo de cómo reaccionaría el nuevo monarca. Hatshepsut no se dejó avasallar y, pese a que aún era solo reina regente, fue a Nubia y dirigió la primera campaña.
La segunda campaña fue contra tribus de Siria-Palestina, cuyos continuos ataques a los puestos fronterizos hicieron responder a Egipto. Se ignora la fecha exacta de esta acción bélica, aunque es muy posible que acaeciese cuando Hatshepsut ya había sido coronada. Una cosa que parece segura es que la reina no viajó al frente en esta ocasión.
La tercera y la cuarta campañas fueron en Nubia. Se desconoce por qué los nubios se revolvieron tanto en época de Hatshepsut, pero las tropas egipcias fueron implacables. La tercera campaña fue en el año 12 y la cuarta en el 20 de su reinado, y ambas se solucionaron sin ningún problema. Se cree que en esta última participó Tutmosis III.
La quinta campaña fue contra el país de Mau, al sur de Nubia. Fue inmediatamente después de la cuarta campaña, tal vez debido a una coalición de estos dos pueblos. Existen menciones a una caza de rinocerontes, y también es probable que Tutmosis III estuviese al frente del ejército.
La sexta campaña fue realizada por Tutmosis III, demostrando que sería el futuro rey guerrero. Marchó a Palestina y conquistó la ciudad de Gaza, que se había rebelado recientemente. Las fechas sobre esta campaña datan de finales del reinado de Hatshepsut, quizás inmediatamente antes de morir la reina.
Otro hecho relevante del reinado de Hatshepsut fue la doble misión a Punt (entre el Nilo y el mar Rojo), el país legendario de donde procedían los mejores árboles de incienso y mirra, que probablemente estaba en una región de la actual Somalia, aproximadamente en el año 15 de su reinado. La expedición fue mandada por Nehesi de origen nubio portador del sello real, fue efectuada por 5 barcos con 210 hombres. No solo consiguieron importar la preciosa mirra, sino que trajo extrañas especies animales antes nunca vistas y generosos cargamentos de oro, marfil, ébano y otras maderas preciosas que enriquecieron considerablemente las arcas reales y las de los templos.
El centro de acción principal de la reina fue su ciudad, la pujante Tebas. Se implicó en el recinto de las barcas sagradas de Luxor, edificó la llamada Capilla Roja del enorme templo de Amón en Karnak. De las canteras de Asuán, mandó hacer los obeliscos más grandes que se habían erigido en Egipto hasta entonces, y los llevó a Karnak decorados con electrum, aleación de oro y plata. Se cree que el obelisco inacabado que aún hoy se puede ver en Asuán data del reinado de Hatshepsut, y de haberse acabado habría sido el mayor de toda la historia del país.
En aquella época, los faraones hacían construir, además de su tumba, un templo funerario algo alejado de esta, que sirviera a un mismo tiempo para proteger y recordar al difunto. Hatshepsut escogió el paraje de Deir el-Bahari para edificar su templo de millones de años, y encargó la tarea a su arquitecto favorito, Senenmut.
A su muerte, Tutmosis III el nombre de Hatshepsut y el de su fiel colaborador Senenmut fueron borrados sistemáticamente de los anales y edificios egipcios siendo víctimas de una «damnatio memoriae«.
Tutmosis III o Thutmose III (1749-25 AC)
A los 34 años gobernó completamente al morir Hatsepsut, iniciándose un reinado que iba a poner las bases auténticas del Imperio egipcio. Castigó a todos los hombres de gobierno que habían ayudado al gobierno anterior. Los dominios en Siria se habían perdido durante los reinados anteriores, los príncipes sirios se habían confederado y ya no se pagaban los tributos impuestos por Tutmosis I.
En el primer año de su reinado, Tutmosis III organizó una campaña contra Mitani y una confederación de ciudades estado liderada por el príncipe de Kadesh, una ciudad situada en el río Orontes y los venció en la batalla de Megido. Desde allí Tutmosis III avanzó hacia el Líbano y sometió gran número de ciudades. Nombró como príncipes de las ciudades vencidas a amigos de los egipcios y además tomó como rehenes (garantía) a los hijos de los nuevos gobernadores.
En tres expediciones consecutivas consolidó el poder egipcio en tierras de Siria y Canaán. En la siguiente campaña conquistó Hamah, Homs y Alepo y derrotó a sus enemigos en Karkemish, con lo que llegó al Éufrates.
En la sexta campaña, algunas de las fuerzas egipcias fueron transportadas por barco a la zona costera de Palestina.
En la séptima campaña, Tutmosis III navegó a lo largo de las ciudades costeras, yendo de un puerto a otro; los sometió y los equipó con provisiones que apoyarían las acciones de su ejército en el interior. La inspección y el suministro de los puertos se convirtió en una característica habitual de la guerra egipcia.
En la octava campaña se dirigió contra Mitani, pero tenía que cruzar el río Éufrates. Navegó directamente a Biblos e hizo botes que se llevó consigo por tierra en carros tirados por bueyes en lo que de otra manera parecía ser solo otra campaña por Siria. Continuó hacia el norte a través del territorio perteneciente a las ciudades aún por conquistar de Alepo y Karkemish y rápidamente cruzó el Éufrates en sus barcos. Tomó al rey de Mitani completamente por sorpresa, ya que no esperaba una invasión, por lo que no tenían ningún ejército de ningún tipo listo para defenderse.
Thutmosis III luego fue libremente de ciudad en ciudad y las saqueó mientras los nobles se escondían en cuevas. Durante esta campaña sin oposición, Tutmosis colocó una segunda estela que conmemora su cruce del Éufrates junto a la estela que su abuelo, Tutmosis I, había levantado varias décadas antes. Luego regresó a Siria a través de Niy, donde registra que participó en una caza de elefantes. Cobró tributos de potencias extranjeras y regresó a Egipto victorioso.
La novena campaña a los 34 años, fue solo una incursión en la zona llamada Nukhashshe, una región poblada por personas seminómadas, por lo que el saqueo fue mínimo.
La décima campaña indican muchos más combates. El rey de Mitani había reunido un gran ejército y se enfrentó a los egipcios en los alrededores de Alepo, lo que contrasta con el escaso batín conseguido y solo 10 prisioneros.
En las últimas campañas sometió Chipre y la costa de Cilicia. Los obeliscos de Karnak recuerdan estos hechos.
En los últimos años del reinado, procuró organizar el poder egipcio en Nubia y llegó hasta más allá de la Tercera Catarata del Nilo. Gran parte de la tierra se convirtió en propiedad de instituciones en Egipto, mientras que los rasgos culturales locales desaparecen del registro arqueológico. Los hijos de los jefes fueron educados en la corte egipcia; algunos regresaron a Nubia para servir como administradores, y algunos fueron enterrados allí al estilo egipcio.
Las fortalezas nubias perdieron su valor estratégico y se convirtieron en centros administrativos. A su alrededor se desarrollaron ciudades abiertas y, en varios templos fuera de sus murallas, se estableció el culto al rey divino. La Baja Nubia suministró oro del desierto y piedras duras y semipreciosas. Más al sur llegaron las maderas tropicales africanas, los perfumes, el aceite, el marfil, las pieles de animales y las plumas de avestruz. Apenas hay rastro de población local del posterior Imperio Nuevo, cuando se construyeron muchos más templos en Nubia.
En cuanto a las construcciones se dedicó a ampliar al complejo de Amón en Karnak, donde erigió 7 obeliscos que posteriormente fueron trasladados a las ciudades de Roma, Estambul, Londres y Nueva York.
Murió en 1450 AC. y su recuerdo no se borró nunca, pues había logrado reunir un Imperio que se extendía desde Napata, en Nubia, hasta el Éufrates.
Amenofis III o Amenhotep III (1391-53 AC)
Reinó durante 36 años, período durante el cual Egipto alcanzó su punto más álgido en poder y riqueza, pues el tesoro público estaba lleno con los tributos de los reinos vasallos. Disfrutó de un reinado tan tranquilo y próspero. Se apoyó en dos consejeros: el visir del Alto Egipto, Ramose y el arquitecto Amenhotep.
Formalizó un pacto de hermandad con el rey mitanio Aratama III, para hacer frente común con el Imperio hitita, el pacto se selló con Amenofis casándose con la hija del rey mitanio, Taduhepa, que competiría con la reina Tiy.
Realizó numerosas construcciones en el templo de Amón en Karnak y el templo de Luxor. Empezó un gigantesco palacio en el lugar conocido hoy en día como Malkata, en la ribera occidental, como regalo a su esposa Tiy. Su templo mortuorio, situado en la orilla occidental del río Nilo, fue en su tiempo el mayor complejo religioso de Tebas, los colosos de Menóm de 18 metros son los únicos restos que perduran.
Amenofis IV o Akenaton (1352-35 AC)
Es reconocido como el faraón herético. Accedió al trono a los 18 años. En el quinto año de su reinado decidió romper con el orden establecido, imponiendo la nueva religión y cambiando su nombre por el de Akenatón (el que es grato a Atón). La capital fue trasladada a una ciudad nueva, Aketatón (Tell-el-Amarna), situada a medio camino entre las dos capitales tradicionales del Imperio, Tebas (en el Alto Egipto) y Menfis (en el Bajo Egipto).
La religión que trató de establecer se basaba en la superioridad de Atón sobre los demás dioses del panteón egipcio, lo que implicaba una tendencia monoteísta, incluso si el propio faraón seguía siendo adorado como un dios, intermediario privilegiado hacia el supremo Atón. Los templos de los demás dioses fueron cerrados, sus propiedades confiscadas y sus símbolos destruidos (especialmente los dedicados a Amón-Ra, cuyos sacerdotes habían acumulado poder y riquezas).
La reforma provocó una honda crisis económica, al desorganizar las actividades que giraban en torno a los templos locales y absorber grandes recursos para la construcción de la nueva capital y los templos de Atón. La centralización económica consiguiente a la expropiación de los templos se vio acompañada de corrupción y caos en la gestión.
Por lo que se refiere a la política exterior, Akenatón fue capaz de mantener el statu quo en los territorios conquistados de Canaán y Libia. Instauró un sistema de alianzas con los estados de Babilonia, Mitani, Asiria, Hati y Egipto. Absorbido por las dificultades internas, Akenatón descuidó la acción exterior, permitiendo que creciera en Oriente Medio la influencia de los hititas en detrimento de la de Egipto.
El rey de Kadesh, obrando por cuenta propia y sin consultar a Amarna, había obstruido el paso a las tropas hititas por el valle del Orontes, obligando al rey hitita Suppiluliuma a atacarlo y capturar su ciudad. El rey y su hijo Aitakama fueron llevados como prisioneros a la capital hitita de Hattusa, pero Suppiluliuma, hábilmente, pronto los devolvió sanos y salvos para no dar una excusa que hiciese a Akenatón poner en marcha su potente ejército.
A la muerte de su padre y una vez coronado rey, el joven Aitakama comenzó a comportarse como si en realidad fuese un agente hitita. Akenatón se comunicó con Aziru, rey de Amurru, y le ordenó proteger los intereses egipcios en la región, y que hiciera frente a Aitakama. Aziru aceptó el oro y los suministros del faraón, pero en lugar de usarlos según le había sido mandado, los invirtió en comenzar su propio proceso expansionista a expensas de sus vecinos. Con Kadesh en el bando hitita y Amurru negociando con el enemigo estratégico de Egipto, era el momento de adoptar una solución militar. Se cree que el faraón envió un ejército que fue derrotado, perdiéndose la región hasta la llegada de Ramses II.
Se casó con Nefertiti, una princesa de Mitani con la que tuvo seis hijas, pero ningún varón.
Durante su reinado la región padeció una gran pandemia. Se inició en Egipto y se propagó por todo Oriente Medio, matando al rey hitita Suppiluliuma I. Fueron víctimas de esta pandemia la reina madre Tiy, Nefertiti y las princesas Meketaton, Meritatón, Setepenra y Neferura, en un intervalo de tiempo que va desde el año 12 al 17 de su reinado.
Fue enterrado en su tumba en Aketatón (Tell el-Amarna).
Tutankamón o Tutankatón (1342-25 AC)
Comenzó el reinado con el nombre de Tutankatón, pero en el segundo año de su reinado regresó al viejo orden egipcio, renovando el culto a Amón y cambiando su nombre. Trasladó los restos de su padre al Valle de los Reyes y movió la capital desde Aketatón (Tell el-Amarna) a Tebas. Sufría una discapacidad física por una deformidad en su pie izquierdo junto a una osteonecrosis que le obligaron a apoyarse en bastones, varios de los cuales fueron hallados en su tumba junto a bumeranes y arcos, en cuyo uso debía estar instruido. Estaba aquejado de otros problemas de salud como una leve escoliosis y había contraído malaria, patologías que pudieron causar su prematuro fallecimiento a los 18 o 19 años y obligar a la inhumación de su cuerpo en un modesto hipogeo destinado a otra dignidad. Es famoso por haberse encontrado su tumba intacta en el Valle de los Reyes.
Horemheb (1323-1295 AC)
Comenzó su carrera como militar, alcanzando el grado de general bajo Akenatón en justo premio a sus brillantes campañas de Palestina, que le granjearon gran fama. Inició su carrera política bajo Tutankamón y progresivamente fue adquiriendo cargos y honores hasta alcanzar el trono egipcio (con ayuda del clero de Amón) a la muerte de Ay, un personaje casado con la viuda de Tutankamón. Su legitimidad al trono le vino dada por la princesa Ankesenamón, cuñada de Akenatón, a la que tomó por esposa.
Reestructuró el poder religioso y volvió a la más escrupulosa ortodoxia del culto a Amón y controlando la economía de los templos. Desmanteló buena parte de las construcciones de Akenatón, reemplazó el nombre de Tutankhamón en las estatuas y monumentos de este faraón por el suyo propio y se esforzó en borrar el recuerdo tanto del joven faraón.
Gobernó con mano de hierro y cierta dureza, pero que logró recuperar casi completamente la situación del país, muy abandonada desde tiempos de Akenatón. Reformó el ejército al que concedió gran importancia, los militares participaron en los tribunales de justicia, fue regulada y dividida en dos grandes zonas coincidentes con el Alto y el Bajo Egipto.
Durante su reinado llevó a cabo algunas campañas bélicas en Nubia y contra los hititas de Mursili II, destinadas a recuperar los territorios perdidos.
Horemheb realizó notables construcciones, destacando entre ellas el templo de Amón de Karnak, donde construyó el último pilono, amplió la ciudad de obreros de Deir el Medina. Construyó un templo excavado en la roca (speos), en Dyebel Silsila en Nubia. Construyó su tumba en el Valle de los Reyes.
No tuvo hijos, y solucionó el problema dinástico, nombrando heredero a un alto cargo militar llamado Paramesu, que le sucedió en el trono con el nombre de Ramsés I y que sería el fundador de la dinastía XIX.
Dinastía XIX
Ramsés I (1295-94 AC)
Antes de morir, Horemheb vinculó a su chaty Paramesu al trono, quien si bien era ya un hombre de edad, contaba con la ventaja de poseer descendencia masculina. Ramsés I asoció inmediatamente a su hijo, Seti I, al trono como coregente. Su reinado solo duró un año y 4 meses. Emprendió varias operaciones militares para recuperar las posesiones perdidas de Egipto en Siria.
Seti I (1294-79 AC)
En su primer año de gobierno en solitario, se lanzó a la temeraria conquista de Palestina, Siria y Fenicia, que habían logrado su independencia durante el reinado de Akenatón o habían sido conquistadas por el Impero hitita, tradicional enemigo de Egipto. Las campañas de Seti por el sur de estos territorios fueron un rotundo éxito, logró recapturar Kadesh, pero Amurru se mantuvo del lado hitita. Firmó un tratado de paz con el rey hitita Muwatalli II, tras el cual la ciudad de Kadesh pudo pasar a manos hititas.
Otra de sus conquistas fue dominar a los poderosos sacerdotes de Amón, que tras el fin de la revolución de Akenatón habían vuelto a ser demasiado poderosos.
Explotó a gran escala las minas de oro de Nubia con el objetivo de fortalecer su tesoro y hacer viables sus proyectos de grandes construcciones. En principio fracasó al no encontrar agua en los nuevos pozos que mandó abrir en torno a la mina de Wadi el-Alaki, en la Baja Nubia.
Construyó el templo de Abidos y su tumba en el Valle de los Reyes, es una de las más grandes y bellas.
Ramsés II (1279-13 AC)
Acompañó a su padre en campañas militares para sofocar rebeliones en Canaán. También lo secundó en sus campañas en Siria. Como coregente llevó a cabo una campaña contra Kush (Nubia), se encontraba allí cuando Seti murió. Volvió a Egipto donde, junto con su madre Tuya, llevó a cabo las ceremonias fúnebres de su padre.
En el año 1277 AC, Ramsés II derrotó de manera decisiva a los piratas marítimos shardana o sherden que estaban causando estragos en la costa mediterránea de Egipto al atacar buques cargados de carga que viajaban por las rutas marítimas. Los sherden probablemente procedían de la costa de Jonia o posiblemente del suroeste de Anatolia. Ramsés colocó tropas y barcos en puntos estratégicos a lo largo de la costa y permitió pacientemente que los piratas atacaran a sus presas antes de atraparlos hábilmente por sorpresa en una batalla naval y capturarlos a todos en una sola acción. La batalla naval tuvo lugar algún lugar en el delta del Nilo, Ramsés los venció y los reclutó a los prisioneros como soldados para su ejército, participando en la batalla de Kadesh.
En el año 1275 AC, realizo su primera campaña en Retenu (Canaán) como paso previo a la conquista de Siria. Está relatada en dos estelas, una en Eleuteros y otra en Biblos. Cuentan que se vio obligado a luchar contra un príncipe cananeo que fue herido de muerte por un arquero egipcio, y cuyo ejército fue posteriormente derrotado. Ramsés se llevó a los príncipes de Canaán como prisioneros vivos a Egipto. Luego, Ramsés saqueó a los jefes de los asiáticos en sus propias tierras, regresando todos los años a su cuartel general en Riblah para exigir tributo. Capturó el estado vasallo hitita de Amurru durante esta campaña, provocando al rey hitita Muwatalli II, que se exponía a perder todo el centro y norte de Siria, incluyendo puntos neurálgicos de su estrategia como Alepo y Karkemish.
En el año 1274 AC, Ramsés realizó su segunda campaña Siria y se dirigió contra a tomar la ciudad de Kadesh, el rey hitita libre de la amenaza en el oeste, reunió un poderoso ejército. Ambos contendientes se enfrentaron en la batalla de Kadesh, en la que ambos contendientes reclamaron victoria, por lo que quedaron en tablas.
En el año 1272 AC, los príncipes cananeos, aparentemente influenciados por la incapacidad egipcia de imponer su voluntad, e incitados por los hititas, iniciaron revueltas contra Egipto. Ramsés II regresó a Siria una vez más.
Durante esta campaña dividió su ejército en dos fuerzas. Una fue dirigido por su hijo, Amun-her-khepeshe, y persiguió a los guerreros de las tribus shasu a través del Negev hasta el mar Muerto, y capturó Edom-Seir. Luego marchó para capturar Moab. La otra fuerza, dirigida por el propio Ramsés, atacó Jerusalén y Jericó. Él también entró entonces en Moab, donde se reunió con su hijo. El ejército reunido luego marchó sobre Hesbón, Damasco, hasta Kumidi, y finalmente recapturó Upi, restableciendo la antigua esfera de influencia de Egipto.
En el año 1271 AC, cruzó el río Dog (Nahr el-Kelb) y avanzó hacia el norte hacia Amurru. Sus ejércitos lograron marchar tan al norte como Dapur, donde erigió una estatua de sí mismo. El faraón egipcio se encontró así en el norte de Amurru, mucho más allá de Kadesh, en Tunip, los egipcios no habían estado desde la época de Tutmosis III, casi 120 años antes. Puso sitio a la ciudad antes de capturarla. Su victoria resultó efímera.
En el año 1270 AC, Ramsés erigió una estela en Beth Shean. Después de haber reafirmado su poder sobre Canaán, Ramsés condujo a su ejército al norte.
En el año 1269 AC, lanzó otra campaña en el territorio palestino-sirio; el cual todavía estaba bajo el dominio de los hititas. Ramsés II conquistó varias ciudades importantes como Gaza, Jaffa, Tiro, Sidón y Beirut. El nuevo gran rey hitita, Mursili III, no intervino durante la campaña de Ramsés II, ya que estaba en guerra civil. El faraón evitó otro ataque contra Kadesch, y marchó hacia la ciudad hitita de Dapur, la cual estaba situada a unos 100 km al norte de Kadesh. En el asedio se emplearon escaleras y participaron 6 hijos de Ramsés. Tomó ciudades en Retenu, y Tunip en Naharin, más tarde registrado en las paredes del Ramesseum.
El rey hitita Mursili III fue depuesto por Hattusili III, huyó a Egipto, la tierra del enemigo de su país, tras el fracaso de sus planes para expulsar a su tío del trono. Hattusili III respondió exigiendo que Ramsés II extraditara a su sobrino a Hatti.
Esta demanda precipitó una crisis en las relaciones entre Egipto y Hatti cuando Ramsés negó tener conocimiento del paradero de Mursili en su país, y los dos Imperios estuvieron peligrosamente cerca de la guerra. Finalmente, en el año 1258 AC, Ramsés decidió concluir un acuerdo con el nuevo rey hitita en Kadesh. Hattusili III estaba amenazado por el Imperio asirio, y quería evitar una guerra de dos frentes. El documento resultante es el tratado de paz escrito conocido más antiguo en la historia mundial, se conservan las dos versiones una en jeroglíficos egipcios y la otra en escritura cuneiforme acadio; ambas versiones sobreviven.
Ramsés II también hizo campaña al sur de la primera catarata en Nubia. Cuando Ramsés tenía unos 22 años, dos de sus propios hijos, lo acompañaron en al menos una de esas campañas. En la época de Ramsés II, Nubia había sido una colonia durante 200 años, pero su conquista se recuerda en la decoración de los templos que Ramsés II construyó en Beit el-Wali. En la pared sur del templo, se representa a Ramsés II cargando a la batalla contra los nubios en un carro de guerra, mientras que sus dos hijos pequeños, Amun-her-khepsef y Khaemwaset, están presentes detrás de él, también en carros de guerra. En una de las paredes de los templos de Ramsés dice que en una de las batallas con los nubios tuvo que pelear toda la batalla solo sin la ayuda de sus soldados.
Al parecer realizó campañas en Libia, donde estableció varias colonias y construyó diversas fortalezas para vigilarlas, formando una línea defensiva desde Racotis (actual Alejandría) hasta El Alamein.
Ramsés II aprovechó el mal resultado de la batalla de Kadesh para cambiar a los militares de alto rango, colocando a sus hijos al frente de los distintos cuerpos. Su primogénito Amenhirjopshef fue general en jefe del ejército y supervisor de todas las tierras del norte; Ramsés era «primer general de Su Majestad»; Paraheruenemef y Mentuherhepeshef tenían el rango de general de carros y el título honorífico de primer conductor de Su Majestad. A partir de entonces, nadie ajeno a la familia real tuvo mando.
También creó cuerpos de élite con extranjeros, guerreros nubios, libios, asiáticos y shardanas, cuerpos que eran leales a la persona del faraón. Estos mercenarios extranjeros formaron el ejército egipcio hasta el Tercer Periodo Intermedio.
Trasladó la capital de Tebas a una ciudad nueva llamada Pi-Ramses en el Delta.
Ramsés construyó extensamente en todo Egipto y Nubia, sus monumentos más conocidos son Abu Simbel en Nubia, el templo mortuorio Ramesseum en Tebas, así como ampliación de los templos de Karnak, Abidos, Menfis y Hermópolis. Construyó una tumba para su esposa Nefertari en el Valle de las Reinas y otra para él en el Valle de los Reyes.
Murió a los 91 años tras 66 años de reinado, siendo el faraón más longevo de Egipto. Tuvo decenas de esposas y centenares de hijos, muchos de ellos murieron antes que él. Fue sucedido por su hijo n. º 13 Merenptah.
Merenptah (1213-03 AC)
Accedió al trono ya anciano, pues rondaba los 70 años. Trasladó la capital de Pi-Ramsés, la capital de su padre, a Menfis, donde construyó un palacio real cerca del templo de Ptah.
Su gobierno fue inestable y lleno de problemas. Los problemas internos comenzaban a acumularse, tuvo que enfrentarse a la ambiciosa nobleza y, sobre todo, a los sumos sacerdotes de Amón, que rivalizaban en poder con el mismo faraón.
Tuvo que sofocar una revuelta en Siria. Pero su hecho más glorioso fue derrotar el 1208 AC a una invasión de libios y de los Pueblos del Mar (luka, akiwasha, tursha, sahrden, shekelesh), dirigidos por el rey Meryey, que comenzaron a amenazar Egipto desde el oeste. Cerca de la ciudad de Pi-ire (Pi-yer), probablemente situada en el margen occidental del Delta. En la batalla que duró seis horas, el faraón derrotó a todos los invasores, matando a 6.000 soldados enemigos y tomando a 9.000 prisioneros, según relata en la Estela de Merenptah.
Al año siguiente, tuvo que sofocar una revuelta en Canaán, cuya campaña está descrita en la famosa Estela de Israel (de granito y de 3,18 m de altura) que se encuentra en el Museo de El Cairo. También realizo campañas en Nubia contra los medjay.
Mantuvo buenas relaciones con el rey Arnuwandas III del Imperio hitita, al que envió víveres y cereales para paliar los destrozos causados por los Pueblos del Mar en las cosechas o para hacer frente a alguna carestía.
Es considerado por algunos egiptólogos como el faraón del Éxodo de los hebreos.
A su muerte hubo un enfrentamiento por su sucesión entre Amenmeses y Seti II.
Amemnmeses (1203-00 AC)
No era el heredero verdadero al trono, pero al morir Merenptath se acantonó en Tebas apoyado por los sacerdotes de Amón, más poderosos que nunca. Por su parte, Sethy II y el resto de la familia se recluyeron en el delta, en su palacio de Pi-Ramsés. La tumba de Amenmesses fue empezada a construir en el Valle de los Reyes, pero quedó interrumpida con el advenimiento del rey legítimo, que posiblemente derrotó al usurpador.
Seti II (1200-1194 AC)
Asumió el poder absoluto sobre todo el país y se dedicó a borrar la memoria del usurpador. Fue un rey débil, y las escasas construcciones presuponen que Egipto sufría una carestía. El faraón no supo, o no pudo, enfrentarse a los sacerdotes de Amón, y se recluyó en Pi-Ramsés. En sus tiempos el Imperio hitita comenzó a desmoronarse también, pero no hizo nada por su aliado.
Siptah (1194-1188 AC)
Se desconoce su filiación. Quizás fuese hijo de Amenmeses, pero se sabe que no fue un usurpador. Fue otro rey-niño, y como Tutankhamón cien años antes, también fue manejado por alguien más poderoso que él que acabaría sucediéndole. Al parecer, sufría de una grave cojera en la pierna, lo que sin duda le incapacitó para ejercer eventuales acciones militares. Murió a causa de una enfermedad tras unos seis años de reinado.
Tausert (1188-86 AC)
Al morir Sptah sin heredero el gobierno pasó a manos de Tausert, reina que se dio a sí misma los títulos de «Rey del Alto y del Bajo Egipto», «Señor de las Dos Tierras» e incluso el de «Hijo de Re». Su poderío se extendió por todo el país. Se estima que reinó en torno a ocho años.
El principal adversario de la reina-faraón era Sethnajt, un señor ramesida de la casta militar, que creía que solo una mano más fuerte y mejor emparentada con Ramsés II el Grande, podría frenar el caos que habían provocado los anteriores reyes y que se había acrecentado con Tausert. El conflicto entre Sethnajt y Tausert duraría los dos años de gobierno, y finalmente la reina acabaría por ser derrocada, si no es que murió antes por causas desconocidas. Ordenó destruir las referencias a Siptah y sustituyó en todos los textos su nombre por el de Seti II, su difunto marido. En su época llegó la anarquía y se llega a hablar de un fantasmal faraón de presunto origen sirio.
Sethnajt sería el fundador la dinastía XX. Sería la última y más débil de las casas reales del Imperio Nuevo, que veía acelerar su caída.
Dinastía XX 1186-1070 AC)
Sethnajt (1186-83 AC)
Durante su reinado, de tan solo dos años, su visir fue Hori, y su sumo sacerdote de Amón, el influyente Bakenkhonsu II. Es posible que incluso Sethnajt se autoproclamase faraón antes de morir la reina Tausert, ya que los pocos datos que nos han llegado de esta reina-faraón parecen dar a entender que su zona de influencia no sobrepasó los límites del Alto Egipto.
Tausert pronto desapareció de escena y Sethnajt se convirtió en el indiscutible jefe del estado egipcio. Tanto él como su hijo Ramsés III persiguieron la memoria de Siptah, Bay y Tausert, culpándoles de la dramática situación que vivía el país, y se dedicaron a reparar en gran parte los daños causados al declinante imperio. Pero aparte de la reconstrucción y la vuelta a la normalidad, poco se sabe de las líneas políticas del breve reinado de Sethnajt. Huellas de su actividad constructora nos han llegado del Sinaí, Elefantina, Pi-Ramsés, Tebas y Pi-Atum (la bíblica Pithom), donde construyó un templo al dios Atum, protector de la ciudad.
Dado que su tumba en el Valle de los Reyes había quedado inconclusa, fue enterrado en la tumba de Tausert; más tarde la momia del rey pasó a la tumba de Amenofis II, la cual sirvió de escondite para otras momias.
Ramsés III (1186-55 AC)
Durante su largo mandato en medio del caos político circundante del colapso del final de la Edad del Bronce, Egipto fue acosado por invasores llamados Pueblos del Mar y experimentó el comienzo de crecientes dificultades económicas y luchas internas que eventualmente conducirá al colapso de la dinastía XX.
Pueblos del mar
Los Pueblos del Mar trataron de invadir Egipto por tierra y mar.
En el quinto año de su reinado (1182 AC), hizo frente a un intento de invasión de los libios reforzados por Pueblos del Mar, a los que consiguió rechazar.
En el octavo año (1179 AC), los Pueblos del Mar intentaron invadir Egipto por mar, siendo derrotados en la batalla naval del delta Nilo o batalla naval.
En el año once (1176 AC) tuvo que hacer frente a una nueva invasión de libios y pueblos del mar, deseosos de asentarse en el fértil territorio egipcio, avanzaron hacia Menfis; se produjo la batalla de Djahy, obteniendo el faraón la victoria. Los prisioneros fueron numerosos, y se entregaron como esclavos a los templos.
La retirada de los pueblos del mar animó a Ramsés a retomar la colonización asiática emprendida por sus antecesores: Siria es recuperada en parte, tomando cuatro ciudades fortificadas, llegando incluso hasta las regiones del Éufrates. Pero la alegría duró poco, ya que algunos años después las tierras de Canaán se perdieron definitivamente cuando fueron tomadas por los asirios.
Primeras huelgas
El alto costo de estas batallas agotó lentamente el tesoro de Egipto y contribuyó al declive gradual del Imperio egipcio en Asia. La gravedad de estas dificultades se enfatiza por el hecho de que se produjo la primera huelga laboral registrada en la historia. Ocurrió durante el año 29 del reinado de Ramsés III, cuando las raciones de alimentos para los constructores de tumbas reales favorecidos y de élite y los artesanos en el pueblo de Deir el-Medina, no se pudo aprovisionar.
La erupción del volcán Hekla arrojó cenizas al aire, impidiendo la llegada de luz solar al suelo. Resintiendo la producción ganadera y agrícola, en consecuencia, se produjo un aumento sustancial de los precios de los cereales. Los trabajadores llevaban más de 20 días sin recibir el sustento porque el gobernador de Tebas oriental y sus seguidores habían interceptado el envío.
Cuatro meses después, el conflicto se reavivó. La entrega de alimentos se había demorado de nuevo, esta vez 18 días, y los obreros se vieron obligados a reclamar lo que era suyo, pero recibieron partidas insuficientes. Por esta razón interrumpieron el trabajo y se dirigieron al templo de Ramses III en Medinet Habu, donde presentaron sus quejas, exigiendo que el propio rey fuera informado. Los sacerdotes tuvieron que soportar duras negociaciones y huelgas intermitentes, y aunque no se conoce con seguridad cuál fue el desenlace de la situación sí se sabe que a partir de ese momento los robos en las necrópolis se incrementaron.
Conspiraciones
La tranquilidad se vio frustrada por las conspiraciones que se vivieron en el periodo final de la vida del faraón. Su visir Atribis intentó acabar con su vida, consiguiendo Ramsés escapar sano y salvo.
La segunda esposa real, Tiyi, lo intentará de nuevo al ver como su hijo, Pentawere, era apartado de la línea sucesoria. A pesar de contar con el apoyo de altos funcionarios reales, el complot parece que fracasó, ya que fue descubierto en el último momento, deteniendo a los conspiradores y llevándolos ante la justicia. Tiyi y su hijo con el faraón fueron condenados junto a otros. En cuanto a Pentawere hay dos hipótesis: fue condenado a la horca o se ahorcó después de ser condenado al suicidio, ya que las personas de la realeza eran intocables.
La momia que grita, fue una gran revelación, ya que se descubrió que era su hijo, lo momificaron con sal y pieles de cabra considerándolo indigno y no escribieron su nombre en la tumba. Poco tiempo después falleció Ramsés III, dejando el trono de Egipto en situación de gran debilidad. Se especula que su muerte fue causada por los conspiradores, pues según recientes investigaciones, su momia muestra evidencias de violencia: su garganta fue cortada.
Monumentos
A pesar de las difíciles circunstancias, construyó importantes adiciones a los templos de Luxor y Karnak, y su templo funerario y complejo administrativo en Medinet-Habu se encuentra entre los más grandes y mejor conservados de Egipto. Dados los continuos saqueos de monumentos, se construyeron fortificaciones masivas para protegerlos. Ningún templo en el corazón de Egipto antes del reinado de Ramsés había necesitado ser protegido de esa manera.
Sucesores de Ramsés III
Los sucesores fueron faraones que se llamaron también Ramsés del IV al XI, que en general sus reinados fueron muy cortos. Esta dinastía transcurrió bajo los efectos de las disputas entre herederos, a quienes Diodoro Sículo describió como “haraganes refinados solo fieles a la complacencia y el lujo… sin hechos dignos de importancia histórica”. Sin embargo, en esta época Egipto estaba también cada vez más acosado por una serie de sequías, inundaciones con niveles del Nilo por debajo de lo normal, hambre, trastornos civiles y corrupción oficial, lo cual limitaría la habilidad de cualquier rey.
El poder real ya no estaba garantizando y propició la subida del poderoso clero de Tebas que extendió entonces su influencia sobre todo el Alto Egipto: los sumos sacerdotes de Amón, no dudan en hacerse representar sobre los muros del templo con igual rango que el faraón, o a inscribir su nombre en un cartucho como el faraón titular.
Se caracteriza por los saqueos de la necrópolis del Valle de los Reyes, frente a Tebas, bajo Ramsés IX y luego bajo Ramsés XI. Seguramente el alejamiento de la corte real, que se había trasladado al Bajo Egipto, contribuyó a la inseguridad creciente de la región de Tebas cada vez más amenazada por incursiones de los nómadas libios. Muchos documentos de este período son registros de investigaciones y castigos para estos crímenes, especialmente en los reinados de Ramsés IX y Ramsés XI.
El poder del último rey, Ramsés XI (1099-1069 AC), fue tan débil que en el Sur los sumos sacerdotes de Amón en Tebas llegaron a ser los auténticos gobernantes de Alto Egipto. Entretanto Esmendes I, que también procedía del clero de Amón, fue el fundador la dinastía XXI, desde Tanis controlaba el Bajo Egipto, aún antes de la muerte de Ramsés XI.
Cuando murió Ramsés XI, la aldea de Deir el-Medina fue abandonada porque la necrópolis real había cambiado de lugar, situándose en el Delta, en Tanis a 25 km de Pi-Ramsés. No había ya necesidad de los servicios de sus artesanos en la región de Tebas.
Pi-Ramsés fue completamente desmantelada para construir la nueva capital con sus materiales. Es probable que tan repentino traslado se debiera a un cambio en la hidrografía del Delta: la rama del Nilo que abastecía de agua Pi Ramsés y era su vía de transporte varió su curso y se alejó de la urbe. En todo caso, la nueva ubicación debió de decidirse teniendo en cuenta el importante puerto que se abría en el brazo del Nilo donde se levantó Tanis.
Así terminó el Imperio Nuevo y comenzó el Tercer Período Intermedio: con el país del Nilo dividido entre un Bajo Egipto regido por los faraones de Tanis y un Alto Egipto gobernado desde Tebas por los sumos sacerdotes de Amón.