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Antecedentes
Las invasiones del siglo III, según la tradición, comenzaron con la primera incursión conducida por la confederación germánica de los alamanes en 212, bajo el emperador Caracalla y concluyeron en el 305, en tiempos de la creación, por parte de Diocleciano, de la Tetrarquía.
En el año 238 los godos se establecieron en la Baja Mesia (ver capítulo de los godos), en el 250 estalló la primera guerra Gótica, en la que los romanos fueron derrotados en las batallas de Beroea (250) y de Abritus (251).
Cuando los sasánidas persas atacaron las provincias romanas en Oriente, las tropas del Rin fueron retiradas. La frontera renana no estaba protegida.
Alrededor de 250, las fuentes romanas mencionan correrías de los francos (francii) en Galia. Los francos, «los libres» según ellos, «bárbaros» según los romanos eran una confederación de tribus procedentes germánicas más pequeñas (usípetes, téncteros, sicambrios y brúcteros), que habitaban el valle del Rin y los territorios situados inmediatamente al este. Esta unión podría estar relacionada con el aumento del caos y las insurrecciones acontecidas en la zona como resultado de la guerra entre Roma y los marcomanos, que había comenzado en el año 166.
En un principio, se dividían en dos grupos, cuyos nombres derivarían, de sus asentamientos en torno a dos ríos:
- Los francos salios habitarían, a mediados del siglo III, el valle inferior del río Rin, en los actuales Países Bajos y noroeste de Alemania. Su nombre estaría vinculado con el río Sala (actual Jissel en Holanda). Según otras versiones provendría del vocablo germánico «see» (mar), o también al germánico «sala» (aguas oscuras).
- Los francos riparios habitarían el curso medio del río Rin, y su nombre derivaría del vocablo latino »ripa» (río), en el sentido de la gente del Rin.
Otro grupo eran los alamanes que eran un conjunto de tribus germanas establecidas en el curso superior, medio e inferior del Elba y a lo largo del Meno. Fueron mencionados por primera vez por Dión Casio en el año 213. Su nombre viene de Alle Mannen que significa «todos los hombres», incluían los bucinobantes, cuados, hermunduros, jutungos, lentienses, semnones y teutones.
Una y otra vez, francos y alamanes invadieron la Germanía Superior, saquearon el país y quemaron muchos campamentos militares a lo largo del limes, y muchas veces los legionarios romanos llegaban demasiado tarde, lo que animaba a los germanos. Estas correrías fueron devastadoras para las provincias romano-germánicas del Rin y del río Danubio.
En el año 254, los alamanes atacaron las limes de la Germanía Superior entre los ríos Rin y Danubio, ocupando este territorio.
Cuando los sasánidas persas atacaron las provincias romanas en Oriente, el emperador Galieno (253 – 268) retiró tropas del Rin y Danubio para hacer frente a la nueva amenaza, los bárbaros aprovecharon la oportunidad para atacar al imperio.
Invasión de Hispania 257
En el año 257 el pueblo franco, más concretamente los francos salios junto a los alamanes, penetraron en el Imperio Romano con el ánimo de saquearlo. Entraron en la Galia y en Italia y atravesando los Pirineos por el puerto de le Perthus, y siguieron toda la Vía Hercúlea (Augusta). Fueron paulatinamente saqueando y destruyendo las murallas de todas las ciudades de la Tarraconense, la Cartaginense y de la Bética, generando grandes riquezas para los asaltadores y una necesidad de huir al campo de los nativos. Una parte de estos francos se apoderó de la flota romana y pasaron a África, mientras que otros probablemente siguieron saqueando la Península.
Invasión de Italia 258-271
Los ataques internos fueron los que más debilitaron al Imperio en esta época, en el año 258 a la muerte de Galieno, el Imperio se dividió en tres estados separados que competían entre sí. Las provincias romanas de Galia, Britania e Hispania, por inspiración de sus guarniciones militares, se separaron para formar el efímero Imperio Galo. Póstumo fue proclamado primer emperador del Imperio Galo por sus tropas, conquistó Colonia y la convirtió en capital del nuevo imperio. En conjunto, era un buen tiempo para Galia y Renania, y un nuevo período de prosperidad para Colonia. Pero el emperador Aureliano (270-275) en Roma quería acabar con el Imperio Galo y marchó sobre los Alpes con sus tropas. En el año 274, en Châlons-sur-Marne, Aureliano derrotó al emperador galo Tétrico y restauró la autoridad de Roma. Sin embargo, muchos soldados murieron, y casi no había nadie para defender la frontera del Rin contra los invasores germánicos.
Batalla de Mediolanum 259
En el año 259, los alamanes que serían unos 300.000 incluidos los civiles cruzaron los pasos alpinos y atacaron el fértil llanura del río Po. El saqueo de la zona infundió terror en Roma, ya que todavía las ciudades no estaban amuralladas. El Senado de Roma preparó a toda prisa ejército improvisado de plebe para el combate en un intento de proteger a la ciudad. Galieno acababa de derrotar al pretendiente Ingenuo cuando llegó la noticia de la invasión de los alamanes. Él marchó con las legiones I Adiutrix, II Italica y II Parthica para interceptar a los bárbaros en Italia. Para entonces, según el historiador bizantino Juan Zonaras, los alamanes se había retirado ante de la inesperada resistencia de los ciudadanos de Roma y su Senado.
Cuando Galieno llegó al valle del Po con unos 60.000 soldados, se encontró con los alamanes cerca de Mediolanum, la actual Milán. La victoria fue total: según Zonaras 300.000 alamanes murieron aquel día, y el Emperador recibió el título de Germanicus.
En el año 260, las provincias orientales de Siria, Palestina y Egipto se independizaron tomando el nombre de Imperio de Palmira, con respaldo del Imperio sasánida, dejando en el centro al Imperio romano propiamente dicho que estaba ubicado en Italia, los Balcanes, Asia Menor y las provincias leales del norte de África.
Cuando los sasánidas persas atacaron las provincias romanas en Oriente, parte de las tropas de los limes del Rin y Danubio fueron retiradas y trasladadas a esa zona. La frontera renana quedó debilitada.
En el 268, los marcomanos iniciaron la invasión de Italia llegando hasta Rávena donde fueron detenidos. Galieno tuvo que interrumpir de repente la campaña. Su coemperador y padre Valeriano, había sido derrotado y hecho prisionero por los sasánidas. Tan pronto como la noticia llegó a Roma, estalló una guerra civil. Galieno retiró tropas del Rin. Todos los campamentos militares romanos, torres de vigilancia y asentamientos civiles a lo largo del Limes desde el Rin hasta el Danubio fueron destruidas o abandonadas, y las provincias fueron asaltadas peor que nunca.
La población civil de la región, se fue al interior del Imperio romano. Muchas fortalezas a lo largo del Rin fueron destruidos, Colonia y Tréveris fueron conquistadas y saqueadas. También una gran parte de los Países Bajos, Bélgica y Francia fueron devastados, París estalló en llamas. La guarnición de Bonn no fue destruida, pero las aldeas y asentamientos estaban sin protección y la población se refugió en las guarniciones.
Batalla del lago Benaco (Garda) 268
Durante tres años, prevaleció la anarquía. Galieno tuvo que hacer frente en el 267 a la incursión de los godos. En noviembre del 268, los alamanes llegaron hasta el valle del Po, el emperador Claudio II les derrotó en la batalla del lago Benaco (Garda) entre aproximadamente 35.000 soldados romanos y unos 100.000 alamanes. Los detalles de la batalla se desconocen, pero se sabe que Claudio logró una victoria aplastante, matando o capturando a más de la mitad del ejército enemigo, el resto huyendo a través de los Alpes a fuera de los limes.
Batalla de Placentia 271
En el 270, jutungos y marcomanos invadieron Italia aprovechando que el emperador Aureliano estaba en Panonia con un ejército para controlar la retirada de los vándalos. El Emperador al enterarse de la invasión, se trasladó apresuradamente a Italia, pero al acercarse a Milán recibió noticias de que el enemigo ya se estaba moviendo hacia el sureste después de saquear Placentia (actual Piacenza). De acuerdo con Dión Casio, inmediatamente les envió un mensaje exigiendo su rendición, lo que rechazaron diciendo que si quería desafiarlos le mostrarían cómo un pueblo libre podía luchar.
Finalmente, los germanos sorprendieron al ejército romano agotado con una emboscada en un bosque cerca de Plasencia, y el Emperador fue derrotado.
La noticia de esta humillante derrota produjo dos revueltas militares de corta duración. Los jutungos continuaron avanzando por la Vía Emilia hacia Roma. Puesto que no había ninguna fuerza militar notable entre los invasores y la capital, el pánico se desató en la ciudad que había crecido más allá de las viejas murallas. Según Historia Augusta, los Libros Sibilinos fueron consultados, y se realizaron ceremonias religiosas para pedir ayuda de los dioses.
Batalla de Fano 271
Después de la derrota en la batalla de Placentia, el emperador Aureliano se reunió y reagrupó a sus tropas y comenzó en la búsqueda. Los jutungos dirigían hacia Roma. Aureliano reunió todas las fuerzas que pudo y marchó al encuentro de los jutungos, finalmente alcanzó vanguardia de la horda germánica y forzó una batalla cerca de Fano, en las orillas del río Metauro. La vanguardia jutunga había cruzado el río Metauro, y lo estaba cruzando el grueso cuando Aureliano atacó. Atrapados entre el río y el ejército, los germanos no podían maniobrar ni ceder terreno. Cuando la línea principal jutunga se rompió, muchos de los guerreros se ahogaron mientras intentaban retirarse. Los restos del destrozado ejército se retiraron hacia el norte, lejos de Roma, con Aureliano persiguiéndoles.
Batalla de Pavía o de Ticino 271
Aureliano persiguió a los jutungos, cerró los pasos en las montañas y los rodeó cerca de Pavía en las orillas del río Ticino. Aquí su ejército atacó a los invasores y fue capaz de destruir todo el ejército salvo una columna que consiguió escapar por los Alpes, pero fueron alcanzados y destruidos en Retia. Por esta victoria Aureliano recibió el título de honor «Germanicus Maximus».
La victoria de Aureliano terminó con la invasión de los germanos, pero los romanos estaban muy conmocionados por la gran amenaza que la capital del imperio había enfrentado después de la derrota de Plasencia. Por lo tanto, Aureliano decidió construir una nueva muralla con nuevas fortificaciones alrededor de Roma. Pronto los romanos comenzaron a construir muros y fortificaciones alrededor de cada ciudad en el imperio romano por temor a más invasiones desde el norte.
Invasión de Hispania 270
En el 270, se produjo una segunda oleada francos y alamanes pero no repitieron la misma ruta. Penetraron en el Imperio por la Galia del Norte, pasan por la Aquitania, entran en la península Ibérica por Roncesvalles, siguieron la calzada romana de Burdeos a Astorga y continuaron por la ruta de la Plata saqueando todas las ciudades que encuentran a su paso: Pamplona, Astorga, Mérida y Lisboa. No solamente saquearon las ciudades sino que también las villas romanas que encontraron a su paso.
Campañas de Probo (277-279)
La situación prevaleció hasta que el emperador Probo (276-282), que en el 277, encabezó una campaña contra los lugios y los alamanes, 60 poblaciones fueron liberadas de la opresión bárbara, nueve reyes bárbaros pidieron la paz y 16.000 bárbaros se enrolaron en el ejército romano como soldados.
En el 278, Probo inició una campaña contra los francos, fue dirigida por sus generales. La campaña fue un éxito, los prisioneros de la campaña pasaron a servir al ejército romano como auxiliares. Varias tribus de otras regiones aprovecharon la lucha de Probo en la Galia para saquear otras provincias, como los sármatas en Panonia, los godos y bastarnos en Tracia y los burgundios con los vándalos en Retia. Estos últimos fueron vencidos por Probo en Retia junto al río Libus (actual Lech), que capturó a su rey Igilo, enviando a los vencidos a Britania como tropas auxiliares. Probo recibió el título de «Germanicus».
Posteriormente, luchó contra los sármatas en Panonia, donde trasladó la base de Serina a Siscia, por restablecer la paz en la zona Probo recibió el título de «Restitutor Illyrici». Ya con los godos y bastarnos en Tracia, el Emperador llegó a un tratado de amistad. Después de poner orden en las fronteras Renana y Danubiana, Probo se dirigió al Asia Menor para emprender campaña contra una tribu montañesa que desde tiempos de Galieno se había proclamado independiente. Esta tribu, los isaurios vivían en las montañas, en zonas casi inaccesibles para el ejército romano. Probo logró internarse en su región y destruyó todas sus defensas, incluida la ciudad de Cremna que fue tomada tras un largo asedio en el año 279.
Permitió a los francos y alamanes establecerse como aliados romanos (foederati) en territorio romano, a su vez esos tenían que ser leales al Imperio y defender la frontera si era necesario. Los francos se establecieron en las zonas abandonadas en la orilla izquierda del Rin, y los alamanes lo hicieron en la zona de Austria, Suiza y Alsacia.
Hasta la mitad del siglo IV hubo paz en la frontera, salvo en el 298 en que un grupo de alamanes trataron de entrar y fueron derrotados por Constatino Cloro en la región de la Galia en la batalla de Lingones (actual Langres, Francia) y de nuevo en la batalla Vindonissa (actual Windisch, Suiza), fortaleciendo las defensas de la frontera del Rin.
En el año 300 luchó contra los francos en la frontera del Rin, y como parte de su estrategia para apuntalar las defensas Constancio asentó a los francos derrotados en aquellas partes de la Galia que se habían visto devastadas como forma de repoblar esas zonas del Imperio. En cualquier caso, durante los siguientes tres años Constancio siguió centrado en la defensa de la frontera del Rin.
Invasión de los sármatas (285-289)
Durante el otoño de 285, el emperador Diocleciano en los Balcanes, se encontró con una tribu de sármatas, que solicitó asistencia del Emperador. En particular, los sármatas solicitaron al Emperador ayuda para recuperar sus tierras o bien, en su defecto, derechos sobre los pastos en territorio del Imperio, pero Diocleciano contestó negativamente a ambas peticiones y se enfrentó militarmente a ellos, aunque no fue capaz de obtener una victoria definitiva. Las presiones nómadas sobre la gran llanura europea se mantuvieron, y más tarde el imperio tendría que volver a enfrentarse a los sármatas. En el 289 se enfrentó de nuevo con los sármatas. No han llegado detalles sobre esos hechos, si bien las inscripciones existentes indican que Diocleciano adoptó el título Sarmaticus Maximus.