¡Ayúdanos a mejorar el blog!
Si ves alguna palabra mal escrita, o frase que no tenga mucho sentido, es muy fácil hacérnoslo saber. Sólo tienes que seleccionar las palabras que te resulten sospechosas y pulsar las teclas CONTROL y ENTER. Se abrirá un formulario con el texto seleccionado, y con pulsar enviar recibiremos tu notificación.
También puedes abrir el formulario pulsando el siguiente botón
Origen de los germanos
Como se ha descrito en el capítulo domesticación del caballo, en el año 1300 AC, celtas, germanos, itálicos y helenos, pueblos que compartían semejanzas físicas y culturales entre ellos, emigraron hacia el oeste de Europa, pero al mezclarse con los nativos, dieron lugar a diferenciaciones importantes.
Un grupo de estos pueblos, los denominados germanos, se asentaron en el sur de la península Escandinavia, y en la península de Jutlandia, donde se mezclaron con los aborígenes, un pueblo de cazadores primitivo, descendiente de los supervivientes europeos de la última glaciación. El cruce de esta rama es el origen de la mayoría de los gigantescos germanos: de complexión robusta, gran altura y de cabellos rubios. Otro grupo de germanos se asentaron al norte de la actual Alemania, mezclándose con los nativos, dando lugar a una población muy parecida a los celtas (francos, alamanes, etc.), pero con diferencias culturales respecto a estos, por ejemplo, los germanos no tenían druidas. Estos pueblos en el 200 AC empezaron a emigrar hacia el sur en tres direcciones:
- Los pueblos germanos orientales o del este, como los godos o los burgundios, comenzaron a migrar desde Escandinavia hacia la parte oriental de la Europa continental, asentándose en las estepas rusas y el mar Negro.
- Los germanos del centro como los suevos, marcómanos, hermanduros y cuados se dirigieron hacia el sur a la zona de entre el Rin y el Danubio.
- Los germanos occidentales o del oeste migraron hacia el sur, hacia el norte del Rin, desplazando a los celtas y a la influencia que estos ejercían hasta la fecha en la región, entre ellos se encuentran los frisones, queruscos, catos y téncteros.
El avance germánico se produjo a costa de los pueblos celtas, se fueron expandiendo hasta el Rin, que fue cuando Julio César establece contacto con ellos por primera vez, sobre todo con los suevos a los que derrotó.
Los primeros contactos con el Imperio romano comenzaron en el siglo I AC, en las guerras de los cimbrios y teutones, que fueron derrotados por Cayo Mario. Aunque en aquella ocasión fueron vencidos, el flujo de las tribus no cesó en los siglos siguientes. También conocieron así los romanos el modo de lucha germano: miles de guerreros escasamente protegidos con escudos, y armados con lanzas cortas en su mayoría, se lanzaban temerariamente una y otra vez contra el enemigo, hasta que uno de los dos bandos fuera aniquilado. Los romanos llamaron a esto «Furore Teutonicus«.
El siguiente contacto sería Julio César contra los suevos de Ariovisto, a los que derrotó y cruzó el Rin por primera vez. Eran el grupo más numeroso y su asentamiento primitivo se encontraba en la zona del mar Báltico, llamado por los romanos Mare Suebicum.
A partir de la conquista de las Galias comenzó el contacto con las tribus germanas que empezaron a suministrar guerreros a Roma, aunque también otros grupos atacaron las fronteras y a sus aliados.
Costumbres de los germanos
Durante el primer milenio AC, los germanos desarrollaron una estructura tribal que con el tiempo, pasó de depender del ganado a un estado de guerra continua. Un aumento enorme de población desestabilizó los asentamientos de estas tribus, que comenzaron a atacarse unas a otras. Los miembros de las tribus pasaron a ser guerreros en su mayoría, y sus líderes, caudillos elegidos para comandar las incursiones. Cuando un caudillo tenía éxito, conseguía atraer a su bando a otras partidas de guerra, aumentando su poder, y llevando a la creación de grandes tribus, formadas a partir de la absorción de otras menores.
Todos se regían por una monarquía electiva. El rey o jefe de la tribu era elegido por una asamblea de guerreros, que además administraban la justicia, pactaban la paz o declaraban la guerra. No poseían un código legislativo, por lo que se regían por el derecho consuetudinario. La organización en cuanto al poder era bastante simple.
Había entre los germanos cuatro clases sociales: los nobles, que lo eran de sangre; los hombres libres; los semilibres (laeti), y los siervos, procedentes principalmente de la guerra. La unidad política es la llamada civitas.
Ni en esas ni en otras reside en el rey o en dicho consejo el supremo poder político, que es poseído por la asamblea general de la civitas, integrada por los hombres libres armados y reunida, ya en juntas prefijadas en el plenilunio, ya en otras extraordinarias, convocadas previamente. Los reyes eran elegidos entre los nobles en estas asambleas. En ellas residían los supremos poderes en todos los órdenes: creaban el Derecho, administraban la justicia, decidían la paz y la guerra, etc.
La civitas se dividía en fracciones llamadas centenas; actualmente no suele admitirse por los historiadores la división en pagi o Tausendschaftten (milenas). En cuanto a la naturaleza de la centena, hay profunda controversia, y no parece que tenga una significación numeral; su significación militar es, en cambio, evidente. La centena tiene también su asamblea propia, que es la judicial ordinaria, y un funcionario a su frente.
La clase de los nobles era la que tenía acceso a los puestos de mando (asamblea de guerreros, mandos militares) y de la que podían ser nombrados los reyes de las tribus.
Los hombres libres eran los que formaban parte del ejército, practicaban la caza y otras actividades cotidianas. Los esclavos eran los que debían trabajar las tierras y obedecer a un amo.
Aunque aparentemente compartían una lengua ancestral común, al momento de su avance sobre el interior europeo ya tenían varios dialectos hablados principalmente por: los pueblos nórdicos o escandinavos, los germanos occidentales, los germanos orientales. Su organización social era de tribus independientes, que ocasionalmente se confederaban para la guerra, aunque a menudo también lo hacían entre ellas. Eran pastores y agricultores seminómadas, cuyos asentamientos eran poco duraderos. No tenían alfabeto (el rúnico de los escandinavos se usaba solamente para fines religiosos), por lo que no hay registros escritos de su historia hasta su encuentro con los romanos.
Hacían vasallos semi-libres a los pueblos conquistados. Algunas tribus establecieron relaciones de clientela con los romanos, sirviendo ocasionalmente en sus ejércitos. Estas relaciones sentaron la base del futuro régimen feudal, y los dominios que establecieron fueron el origen de los reinos medievales y los actuales países europeos.
Estos guerreros combatían divididos en grupos familiares con lo que el honor y la defensa de la familia fortalecían su espíritu combativo. Detrás de ellos estaban sus mujeres y niños animándolos en la lucha, a través de gritos ensordecedores. Los heridos retirándose enseñaban las heridas a sus madres y mujeres para que las purificaran chupándolas y así poder volver al combate. En medio de la batalla las mujeres les servían agua y les seguían animando. Si intentaba huir algún guerrero las mujeres salían a su paso y poniéndoles los pechos delante les hacían volver. Los niños un poco más retirados emulaban a sus padres en una batalla infantil.
La Sippe
Los germanos distinguen perfectamente las ideas de propiedad y de munt, o poder del padre sobre los miembros libres de la comunidad doméstica. La familia es totalmente agnaticia (se dice del pariente por consanguinidad respecto de otro, cuando ambos descienden de un tronco común de varón en varón). El conjunto de todos los parientes de una persona se llama Sippe. Se distinguen con nombres peculiares los parientes paternos y, en general, los parientes por línea de varón y de hembra, contándose los grados de parentesco con voces tomadas de los miembros del cuerpo.
A veces se diferenciaban también en una Sippe los parientes procedentes de cada uno de los cuatro abuelos o de los ocho bisabuelos, formándose así los grupos que podemos llamar parentelas. Digamos aquí que la Sippe tiene, además, en Derecho germánico esta acepción: con esa palabra se designa igualmente el lazo de parentesco, el vínculo familiar. En ese sentido, la Sippe adquiere gran valor social y jurídico. Originariamente, la Sippe alcanzó considerable significación militar y agraria, que luego se fue perdiendo.
En el orden penal y procesal conserva largo tiempo su importancia. Todos los individuos de una Sippe quedan obligados a la venganza de la sangre, y tenían derecho a percibir parte de las composiciones pecuniarias, u obligación de pagarla según los delitos fuesen sufridos o cometidos por un miembro de ella. La ayuda procesal de la Sippe a cualquiera de sus miembros es intensa. También es fundamental la tutela general de la Sippe sobre mujeres y menores. Se conoció en Derecho germánico tanto la expulsión como la separación voluntaria de la Sippe.
Aunque la importancia de esta institución era mucha, no debe pensarse que rompiese la idea política general del estado, ni puede admitirse que el estado germánico fuese un estado de tipo familiar.
No acaba la patria potestad con la dación de las armas; este acto lo que produce es la capacidad política, la conversión en miembro del Estado, políticamente hablando; no la emancipación de la potestad paterna, que solo acaba con la salida del hijo de la casa del padre. Las fórmulas de reconocimiento, dación de las armas, etc., eran simbólicas, como puede decirse de todos los actos del Derecho germánico. Las hijas salían del poder paterno únicamente por el matrimonio.
No era desconocido el matrimonio por rapto; pero la forma matrimonial era la contractual, realizándose el convenio entre el futuro marido y su Sippe y el padre de la prometida y la Sippe propia. Es fundamental la aportación de la dote por el marido, como manifestación del precio de compra de la mujer, pero es erróneo suponer en dicho acto una compra en el sentido material del término jurídico. Junto a la dote estaba, en realidad, la Morgengabe, que también viene a recordar costumbres germánica, no solo del matrimonio, sino del acto de adopción en general.
La capacidad para el matrimonio se adquiría a los veinte años, y entre los impedimentos debe citarse la desigualdad de clases sociales o, mejor dicho, la no libertad. El matrimonio era, en general, monógamo, y estaba mal visto o prohibido el segundo matrimonio de las viudas. Muerto el marido, la viuda e hijos quedan bajo la tutela de la Sippe. En la mujer la tutela no acaba nunca salvo con el matrimonio; en los hombres tenía fin a los doce años en muchos pueblos y, a veces, con la entrega de las armas.
Vida privada
El vestido de los hombres era una capa o abrigo de piel o lana; una guerrera o casaca, con o sin mangas, sobre la ropa interior; llevaban también pantalones, normalmente largos, aunque los de regiones marítimas los preferían cortos y llegaron a extenderlos por otros pueblos, hasta que su uso se hizo general a mediados del siglo V. Un cinturón ceñía los pantalones. Las piernas se cubrían con unas bandas que a veces se unían al calzado. No era constante el empleo de gorra o sombrero para cubrir la cabeza.
La mujer se ponía sobre la ropa interior un vestido con un cinturón, del que pendían bolsillos, un manto para la cabeza y zapatos. Era signo de dolor llevar el pecho descubierto.
El cabello y la barba eran cuidadosamente atendidos entre los germanos, y llevar el cabello cortado era señal de servidumbre. Los príncipes tenían su forma especial de cortárselo. Se tienen noticias de que se usaba cierta clase de jabón para teñir el cabello de un color rojizo, y se sabe también que eran los germanos muy cuidadosos de su aseo corporal, que procuraban con frecuentes baños, fríos o calientes.
La vida sexual se movía dentro de los instintos naturales, sin que conociesen los germanos los placeres antinaturales de los romanos. Tácito insiste en este punto marcadamente. Únicamente la mujer no podía cometer adulterio, pues el hombre era completamente libre a este respecto, aunque solo las personalidades elevadas tenían más de una mujer o concubina.
Los germanos eran buenos bebedores y comían bien; pero es fantástico todo lo que se dice sobre su desmedida gula. La base de su alimentación eran los productos procedentes de la ganadería, y principalmente la carne de cerdo y las aves de corral, como gallinas y gansos. También comían huevos y queso y bebían leche de cabra y vaca.
La manteca como alimento solamente las usaban las clases altas. En las regiones marítimas se aprovechaban los pescados. El jamón y los gansos resultan siempre los manjares preferidos y más frecuentes. Se completaba la alimentación con verduras, harinas y pan de diversas clases, los mejores de centeno, avena y cebada. Las bebidas fundamentales eran el hidromiel y la cerveza.
La religión
Los germanos no tenían ni sacerdotes ni druidas como los celtas. El culto, según su clase, era dirigido por el jefe de la civitas, de la demarcación territorial o de la familia. Esta situación no continuó inalterada en todos los pueblos; en algunos fueron surgiendo sacerdotes. Las ideas religiosas de los germanos radican principalmente en la creencia en el alma y en el culto a las fuerzas de la naturaleza. El alma, al abandonar el cuerpo, vuelve a la naturaleza, animando árboles, montañas, ríos, etc.
En las sepulturas colocaban los germanos objetos diversos de uso personal. Los dioses y demonios son personificación de las fuerzas naturales. Sus dioses eran varios, y no todos los pueblos germánicos les adoran con la misma jerarquía. En general el más antiguo de los dioses es Ziu, el Marte latino, antiguo dios del cielo y luego de la guerra. Wodan, el Mercurio latino, es originariamente dios del viento y de los muertos, y luego de la guerra y de la victoria. Donar, el Hércules, y luego también el Júpiter clásico, es el dios de las tormentas y de la fecundidad.
Freia era, finalmente, la diosa del matrimonio. Algunos pueblos tenían cultos especiales, como el de los hermanos Alkis, entre los vándalos; el de la diosa comparada por Tácito a Isis, entre los suevos, etc. César nos da noticia de una religión puramente naturalista, como adoración del Sol, la Luna, la Tierra, etc. Los germanos no tienen templos, es decir, edificios destinados especialmente al culto.
Dioses inferiores son los demonios; los gigantes, personificación del viento, de las estaciones y del hielo, etc.; los dragones, sílfides, enanos, espíritus de los campos y de la casa, walkyrias, etc. Se practican auspicios de diversas clases para conocer la voluntad de los dioses. Digamos, finalmente, que a veces, con motivos de culto, se realizaban verdaderas uniones de civitates diversas. Se sabe, por ejemplo, que el pueblo de los marsios (sugambrios) era el centro de una amplia agrupación cultural en honor a la diosa Tafana.
En íntima relación con la religión y el culto estaba la vida literaria, siendo la poesía esencialmente mitológica y religiosa. La forma poética estaba dominada por alteraciones fonéticas. La escritura llamada runas no es primitiva, y hay quien busca su origen en una manera especial de auspicios, consistente en arrojar sobre un lienzo blanco pequeñas ramas con fruto cortadas de un árbol, generalmente de una haya, diseñándolas luego de formas diversas.
Los germanos según Tácito
«Todos los asuntos públicos y privados los tratan armados (nihil autem publicae neque privatae rei nisi armati agunt). Pero nadie usa las armas antes de que el pueblo lo juzgue apto. En la misma asamblea hacen entrega al joven del escudo y la frámea, bien alguno de los jefes (principum), bien su padre o un pariente. Esto es para ellos la toga (haec apud illos toga); este, el primer honor de la juventud; antes formaban parte de una familia; después ya son de la república. Una ilustre cuna o los esclarecidos méritos de los antepasados dan la dignidad de caudillo (principis) aun a los adolescentes; los demás se alistan con los fuertes veteranos, y no se avergüenzan de ser vistos entre los compañeros (comites). Esta comitiva (comitatus) tiene también grados, que establece aquel a quien acompañan; y hay una gran emulación entre los de la comitiva por alcanzar el primer lugar junto a su jefe, y entre estos, por tener mayor número de seguidores y los más valientes. Esta es su dignidad y su fuerza; el estar rodeados siempre de una muchedumbre de jóvenes escogidos que son un honor en la paz y una salvaguarda en la guerra. Y el nombre y la gloria de quienes tienen una comitiva distinguida por su valor y muchedumbre, no se reduce a su nación, sino que llega a las vecinas; les envían embajadas y presentes y muchas veces deciden la guerra con su sola fama.
Cuando la lucha se ha establecido, es deshonra para el jefe (princeps) ser sobrepasado en valor por sus seguidores, y para estos, no igualar en valor a aquel. Es infamia y baldón para toda la vida el retirarse a salvo de un combate en que ha muerto el jefe. El defenderlo y guardarlo, y unir cada cual sus propias hazañas a la gloria de aquel, es para ellos el principal juramento (sacramentum). Los príncipes luchan por la victoria; sus compañeros (comites) por el príncipe. Si la ciudad donde han nacido se enerva con una temporada de larga paz y calma, la mayor parte de los jóvenes nobles se dirigen a las naciones que entonces están en guerra, pues a esta raza es ingrato el reposo, y entre las vicisitudes de la guerra encuentran campo para esclarecerse. Además, solo así, con la bélica violencia, pueden mantener una gran comitiva, pues de la liberalidad de su caudillo uno saca el caballo más belicoso, otro la frámea hecha ilustre por la sangre y la victoria. En lugar de estipendio tienen unos banquetes grandes y abundantes, aunque desaliñados; ostentación que proviene de sus combates y rapiñas. Y no se deciden tan fácilmente a arar la tierra esperando la cosecha, como a hostilizar al enemigo y a exponerse a las heridas; además, les parece holgazanería y flojedad adquirir con sudor lo que se puede lograr a costa de sangre«.
Los ejércitos germánicos
Armamento
El armamento de los guerreros germánicos, su espina dorsal estaba constituida por la lanza, cada hombre libre germano llevaba al menos una lanza, en combinación con un escudo, la lanza podría usarse de forma ofensiva o defensiva.
La lanza típica era la framea consistente en un largo asta con una punta de hierro estrecha y corta, pero muy afilada.
También usaba armas arrojadizas o jabalinas, también con la punta corta y afilada, posteriormente copiaron el pilum romano y fabricaron los angones, posiblemente viendo la efectividad del arma romana, la adoptaran. Su vida operativa fue bastante larga, ya que siguió en uso en el siglo XV. Mantenía una longitud similar (el pilum tenía alrededor de los 2 metros), la del angón oscilaba entre los 160 y los 270 cm.
El escudo era similar al céltico, en un principio era ovalado u exagonal alargado, pero posteriormente adoptó el escudo circular, coexistiendo ambos en el siglo II, a partir del III solo se empleó el redondo.
Para la lucha cuerpo a cuerpo utilizaron la espada larga tipo Tène II, pero también emplearon las gladius romanas capturadas. También emplearon el sax o cuchillo que tenía distintas dimensiones y que se empleaba en el cuerpo a cuerpo.
En cuanto a la protección, solo los jefes llevaban coraza y yelmo, los demás no llevaban, eran guerreros a tiempo parcial y una vez finalizada la campaña regresaban a sus hogares, pero a partir de los comitatus los soldados se hicieron profesionales y llevaban protección completa.
Dependiendo de su tribu el armamento del guerrero germánico podría variar bastante, por ejemplo los alamanes llevaban un hacha junto con su lanza y espada, los arcos largos de madera fueron utilizados por alamanes y visigodos sobre todo los guerreros más pobres.
Tácticas guerreras
Los germanos emplearon numerosas tácticas contra los romanos. Las más conocidas fueron:
Partida de guerra (warband)
Simplemente formaban un gran ejército de guerreros y atacaban al enemigo, confiando en la superioridad individual de sus guerreros.
Esta táctica fue utilizada por muchos pueblos antiguos como los celtas y los dacios, la única diferencia era que los germanos utilizaron una formación mucho más densa que era más difícil de romper. Otra diferencia es que los germanos improvisaban y se adaptaban mejor a la situación, mientras los celtas a menudo huían en pánico cuando se rompían sus líneas o cuando su plan no cumplía con éxito la fase inicial.
La táctica partida de guerra fue muy popular no solo debido a la ventaja individual que los guerreros germánicos tenían sobre la mayoría de los pueblos, sino que también trataron de potenciar aún más esta característica mediante gritos, insultos, y demostraciones. Esto asustaba a la mayoría de los enemigos que no estaban acostumbrados a este tipo de intimidación.
Táctica de sigilo (stealth)
Los ejércitos germanos solamente trataron de participar en batallas que podían ganar, los que no podían ganar tenían que ser evitadas, o luchadas de otra manera.
Los germanos eran conocidos por sus estratagemas y trucos. Emplearon una táctica que ahora se llamaría «guerra de guerrillas«, que utiliza la velocidad de sus guerreros con armas ligeras para envolver al enemigo y atacar por la retaguardia. También eran conocidos por sus eficaces emboscadas y trucos sucios. A menudo prometían lealtad a los romanos y cuando Estos les habían dado la espalda organizaban un levantamiento y reconquistaban sus tierras.
Otro truco era luchar en un terreno difícil. La Germanía estaba cubierta de pantanos y bosques oscuros en los que solamente los germanos conocían los caminos, las legiones romanas invasoras se perdían irremediablemente en esta «selva», por lo que trataban desesperadamente de mantenerse fuera de los bosques y otros lugares donde los guerreros germánicos podría tenderles una emboscada. Los germanos podían fácilmente maniobrar en los bosques debido a que sus equipos eran más ligeros. Sus mayores victorias sobre los romanos se ganaron en bosques, como el de Teutoburgo.
Formación en cuña
Los germanos creían que fue inventado por el dios Wodan que se lo enseñó a un héroe humano. La cuña, también conocida como cuneus o «cabeza de puerco«, era una táctica en la que los guerreros formaron un triángulo. Los guerreros más fuertes se colocaron en la punta, mientras que el resto se coloca en los flancos; cuando la cuña avanzaba podía romper la línea enemiga y permitir al resto del ejército penetrar a través de ella, no se consideraba cobardía si la cuña cedía terreno, ya que podía recuperarse más tarde en la batalla.
Formación «muro de escudos»
Era una táctica que fue similar a la falange griega. Los guerreros formaban en una apretada formación con sus escudos al frente para bloquear el asalto enemigo, mientras que las lanzas sobresalían delante para empalar a soldados o jinetes que se aproximasen. Los escudos redondos se solapaban entre sí dando una mayor fortaleza al muro, los atacantes tenían que empujar contra de la fuerza de 3 hombres en lugar de 1.
El muro de escudos también fue una táctica relativamente fácil de usar debido a que el equipo básico de un guerrero germánico consistía principalmente en un escudo y una lanza. Era imperativo que todos los guerreros cooperaron para mantener intacta la línea, porque si una persona rompía la formación, no solo exponía a sus camaradas de su lado izquierdo y derecho de los ataques enemigos; sino que también ponía en peligro el resto del ejército porque un hueco en la línea era suficiente para permitir al enemigo abrirse paso y derrotar a todo el ejército.
En su libro sobre la campaña de las Galias, Julio César habla de una batalla en la que el ejército del rey germano Ariovisto, cargó inmediatamente hacia los romanos al principio de la batalla, para evitar que lanzasen sus pila contra ellos. Por lo que los romanos sacaron sus espadas para el combate cercano y hombres Ariovisto respondieron formando un muro de escudos en formación cerrada.
Ataque por ambos flancos
Otra táctica que utilizaron fue partir el ejército en dos y atacar al enemigo por ambos flancos. Esta táctica fue llamada «cuerno de vaca» por los zulúes que la emplearon para derrotar al Inglés en Isandlwana.
Ocultación de fuerzas
Otro truco sucio era presentar un tercio del ejército en el campo de batalla y mantener los otros dos tercios «escondidos» detrás de una colina o en un bosque o algo así. El enemigo atacaba con menos tropas de lo que debería y en el último momento los soldados ocultos entraron y masacraron a un enemigo sorprendido.
Táctica de la retirada fingida
Fue una de las tácticas más usadas y muchos enemigos cayeron en ella. Durante una batalla los guerreros de repente rompían filas y simulaban huir en pánico. Muchos enemigos creían que habían ganado la batalla y perseguían a los guerreros que huían para acabar con ellos. Pero después de una larga persecución, los germanos se paraban de repente, daban la vuelta, y reformaban sus filas, en este momento la formación del enemigo estaba rota y dispersa en el campo de batalla, alegres y contentos por su victoria. Los germanos cargaban de nuevo y remataban el enemigo sorprendido.
Los guerreros germánicos utilizan esta táctica en toda su historia y en la alta Edad Media los vikingos todavía la seguían utilizando con mucho éxito.
Golpear y huir (hit and run)
Esta táctica puede ser comparada con la táctica de sigilo, un ejército atacaba rápidamente a un objetivo y desaparecía antes de que se pudieran tomar contramedidas, esta táctica era muy útil contra oponentes fuertes.
Una variación de esta táctica fue utilizada por los vikingos; usaban naves para atacar y saquear un pueblo o monasterio y se iban antes de que llegasen los refuerzos, en tiempos anteriores a los germanos occidentales utilizaron esta táctica muy eficazmente contra los romanos, que eran impotentes contra este tipo de ataques.
Durante las grandes migraciones, la tribu de los vándalos cargaba los caballos en sus buques que les permitía penetrar profundamente en el territorio enemigo después del desembarco y también es una manera rápida de replegarse cuando el enemigo llegaba.
Tácticas de caballería
Los germanos no solían utilizar la caballería y sus guerreros luchaban principalmente a pie, sin embargo, algunas tribus eran conocidas por su uso de la caballería y muchos pueblos elogiaron la calidad de la caballería germánica, sobre todo la de los godos.
Los caballos que fueron utilizados no eran de una calidad excepcional, eran pequeños, fuertes y robustos, posiblemente de origen tarpán.
En la mayoría de los casos los caballos no estaban capacitados para participar en diferentes formaciones, a pesar de esto, los jinetes germanos podían maniobrar muy bien y funcionar como una unidad y no como una banda organizada.
Los suevos adiestraban sus caballos para quedarse quietos cuando el jinete los dejaba, esto permitía al guerrero saltar de su caballo para luchar a pie con el enemigo y luego subirse rápidamente de nuevo sin tener que perseguir a su caballo para recuperarlo.
Al igual que los caballeros medievales posteriores, la caballería germánica estaba constituida principalmente por nobles, que estaban armados principalmente con un escudo y una lanza, y estaban apoyados por infantería ligera. Esta caballería ligera combinada con la infantería ligera permitió algunas tácticas rápidas: la caballería podía romper a través de las líneas enemigas, mientras que la infantería pudiera seguir con rapidez para acabar con los soldados enemigos restantes, una táctica que hoy en día podemos definirla como»guerra relámpago«.
La caballería germánica era superior a la celta, hecho probado durante la invasión de la Galia, Julio César se quedó tan impresionado con ellos, que incluso utilizó la caballería germánica en su ejército romano. Sin embargo, la fuerza de un ejército germano residía en su mayoría en la infantería y la caballería se empleó principalmente en un papel de apoyo o de romper las líneas enemigas.
Tácito menciona que para este fin los mejores guerreros eran elegidos entre el grueso del ejército y se colocaban entre la caballería como una especie de soldados de asalto. Estos guerreros de élite fueron llamados «los Cien«, porque los mejores cien hombres fueron escogidos entre los guerreros de todos los distritos (gau) para esta unidad.
Tan pronto como la caballería cargaba los Cien corrían tras ellos para apoyarlos en la lucha, este era un trabajo bastante peligroso por lo que solo los mejores guerreros erann escogidos para esto.
Julio César menciona una táctica similar en su obra «Commentarii Bellum Gallicum«; después de que los jinetes de ambos ejércitos habían realizado unas cuantas escaramuzas los germanos empleaban una fuerza especial de 12.000 hombres, 6.000 jinetes y 6.000 infantes, cada jinete elegía un lacayo como su guardaespaldas y esta persona corría junto con él cuando cargaba y lo protegía cuando era herido.
Contacto con Roma
La estructura social germana se modificó en el siglo I con la llegada de los romanos al Rin, y con la ocupación temporal de la Germanía hasta el Elba. El comercio a través de la frontera, sobre todo los artículos de lujo, produjo rápidamente una creciente estratificación interna en las tribus germánicas: para comprar los artículos romanos, los jefes guerreros de las tribus vendían ganado o asaltaban a otras tribus para capturar esclavos con objeto de exportarlos a los mercados romanos.
En tiempos de Tácito (55 – 120), historiador romano cuya tercera de sus obras cortas es Germania (escrita hacia el 98), que es una monografía sobre la etnografía de Germania), la tierra ya había dejado de ser asignada a los clanes y era distribuida directamente a las personas concretas. El cultivo era muy cambiante, por la existencia de terrenos forestales desérticos, y las tribus carecían, por tanto, de una gran fijeza territorial. Este sistema agrario favorecía la guerra estacional y permitía frecuentes y masivos movimientos migratorios.
Se producía enfrentamientos para usurpar el poder, entre la aristocracia hereditaria con su «séquito de guerreros» y los guerreros comunes que eran cada vez más numerosos. La diplomacia romana atizaba activamente estas disputas internas, por medio de subvenciones y alianzas, con el objeto de neutralizar la presión de los bárbaros sobre su frontera y de que cristalizara un estrato de dirigentes aristocráticos deseosos de colaborar con Roma.
La presión romana aceleró la diferenciación social y la desintegración de los modos de vida comunales en los bosques germánicos. Los pueblos que tenían más contacto con Roma mostraban un modo de vida más alejado de la vida tradicional de las tribus.
Los alamanes en la Selva Negra y los marcomanos y cuados en Bohemia tenían villas de estilo romano, con fincas cultivadas por esclavos capturados en las guerras.
La asamblea general de los guerreros había desaparecido. Un consejo confederado de optimates ejercía entonces la autoridad política central sobre unas aldeas sometidas. Los optimates formaban una clase poseedora de fincas, séquitos y esclavos, claramente diferenciada del resto del pueblo, el influjo romano arrastraba a las tribus situadas en la frontera hacia una mayor diferenciación política y militar.
Estos pueblos más civilizados, a veces eran atacados por otros alejados de las limes para enriquecerse, variando constantemente.