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Ascenso al poder
Toyotomi Hideyoshi (1537-98) su nombre original era, Hiyoshimaru era el hijo de un campesino llamado Yaemon que, cuando la ocasión lo requería, servía como soldado ashiragu en el ejército de los Oda. Su padre Yaemon murió en 1543, cuando Hiyoshimaru tenía solo siete años de edad.
Se sabe muy poco de su infancia, a una edad muy temprana viajó por diferentes provincias trabajando al servicio de distintos señores como sirviente o mozo de cuadra. En 1558 regresó a su provincia natal, Owari, para trabajar para los Oda, tal y como había hecho su padre, poniéndose al servicio de Oda Nobunaga. Se sabe que fue portador personal de las sandalias de Nobunaga.
En 1564, consiguió, en buena medida por medio de sobornos, que un grupo de samurái se separaran del clan Saito, de la provincia de Mino; entre esos samuráis se hallaba el gran estratega Takenaka Hanbei. La fácil victoria de Oda Nobunaga sobre los Saito en 1567 se debió en gran parte a sus estratagemas.
En 1570, obtuvo el cargo de comandante de 3.000 soldados del ejército de Nobunaga en una campaña contra el vecino clan Asakura, participando en la batalla de Anegawa.
En 1574, tras la victoria sobre el clan Asai, Hideyoshi fue recompensado por Nobunaga con el territorio de los vencidos, la provincia de Omi, y un estipendio de 180.000 kokus, con lo que pasaba a ser oficialmente un daimio. Fue poco después, en 1577, cuando empieza su biografía oficial, escrita por su secretario.
Durante los años siguientes, además de gobernar en su provincia, Hideyoshi participó en numerosas campañas como uno de los principales generales de Nobunaga como en la batalla de Nagashino.
Hideyoshi fue avanzando hacia el oeste, ganando territorios, por lo que en 1580, Nobunaga volvió a recompensarle, esta vez con dos de las provincias adquiridas en su avance, Tajima y Harima, donde trasladó entonces su base de operaciones, dispuesto a continuar luchando contra los Mori.
Asedio del castillo Takamatsu (1582)
En 1582, le tocó el turno a la provincia de Bitchu, del clan Mori; donde tuvo lugar una de las batallas más famosas de la carrera de Hideyoshi, el asedio al castillo Takamatsu, que se consideraba una fortaleza inexpugnable, defendido por Shimizu Muneharu, un buen guerrero que había rechazado varios intentos de soborno. Aprovechando la orografía, en el que estaba erigido el castillo, y la cercanía del río Ashimori (Ashimorigawa); Hideyoshi mandó construir un largo dique de casi 3 kilómetros de largo, y más de 7 metros de alto, 22 de ancho en la base y 11 en la parte superior, de forma que sus aguas anegaron todo el territorio circundante a la fortaleza. Hideyoshi mandó construir además una serie de torres desde las cuales los arcabuceros podían disparar sin ser obstaculizadas por la inundación causada.
Al aumentar la intensidad de la batalla, la fortaleza recibió los refuerzos tanto del clan Kikkawa como del clan Kobayakawa, por lo que Hideyoshi también solicitó la ayuda de Oda Nobunaga, quién mandó a un ejército dirigido por Akechi Mitsuhide.
Pero Mitsuhide tenía otros planes en mente, y poco después decidió dar media vuelta con sus tropas y dirigirse a Kioto, al templo Honnoji, donde se encontraba entonces hospedado Nobunaga, dispuesto a dar un golpe de Estado atacando a su propio señor; este suceso, conocido como el Incidente de Honnoji, acabó con el suicidio del líder del clan Oda. A continuación atacó otro templo cercano donde se encontraba el hijo y heredero de Nobunaga, quien acabó de la misma forma que su padre.
Tras la muerte de Oda Nobunaga el 20 de junio de 1582 en Incidente de Honnoji, trajo consigo la oportunidad no solo para Mitsuhide, sino también para Hideyoshi y el clan Mori, dependiendo de quién de los dos se enterase de las noticias primero.
A Mitsuhide le convenía que el líder del clan Mori, Terumoto, fuera el primero en enterarse, pues probablemente estaría en condiciones de enfrentar y contener al ejército de Hideyoshi. Sin embargo, el mensajero que Mitsuhide envió con las noticias de la muerte de Nobunaga fue aprehendido en menos de 48 horas y la carta que llevaba consigo fue entregada a Hideyoshi. Este sabía que tenía que aprovechar la oportunidad: de los generales del clan Oda, solo él y Shibata Katsuie, el general en jefe del clan, eran capaces de tomar la iniciativa para vengar a Nobunaga.
En ese momento Katsuie se hallaba en medio de una contienda con el clan Uesugi en la provincia de Etchu, razón por la cual tardaría en enfrentar a Mitsuhide. Por otro lado, aunque Hideyoshi estaba en condiciones de llegar rápidamente a Kioto, tenía antes que enfrentarse al clan Mori, quienes no estaban enterados de la muerte de Oda Nobunaga.
Si quería aprovechar la coyuntura y llegar a Kioto, Hideyoshi debía tomar el castillo lo antes posible, pues solo así el clan Mori estaría dispuesto a negociar. Fue entonces cuando Hideyoshi decidió comunicarse directamente con Shimizu Muneharu y le prometió que no lastimaría ni a su familia ni a sus soldados si se rendía. Muneharu, que conocía las deplorables condiciones en que se encontraban sus soldados por la inundación del castillo, aceptó la propuesta y cometió seppuku. Hideyoshi entonces se apresuró a iniciar negociaciones de paz con los Mori, y Terumoto acordó ceder las provincias ocupadas por el clan Oda: Hoki, Mimasaka y Bitchu.
Batalla de Yamazaki (1582)
Antecedentes
Una vez que el tratado fue pactado, llevó a sus tropas a marchas forzadas hacia la provincia de Settsu promediando entre 30 y 40 kilómetros diarios. Rápidamente, absorbió los restos del ejército Oda y se reunió con Niwa Nagahide y Oda Nobutaka en Sakai, reuniendo unos 35.000 efectivos.
Mitsuhide controlaba ya dos castillos (Shoryuji y Yodo) en la región de Yamazaki desde donde trataba de ganar simpatizantes a su causa, reuniendo unos 16.000 efectivos.
Dos semanas después de la traición, el ejército de Hideyoshi finalmente llegó a Yamazaki. Sabiendo que sus fuerzas eran sumamente inferiores a las de su adversario, Mitsuhide decidió dirigirse al sur y preparar la batalla con todos los soldados que tenía.
Mientras tanto Hideyoshi decidió que el área boscosa de Tennozan justo a las afueras de Yamazaki era un punto clave para controlar el camino a Kioto, por lo que le ordenó que Nakagawa Kiyohide junto con un destacamento aseguraran la zona mientras él dirigía con la mayoría del ejército a Yamazaki.
Mitsuhide formó a su ejército detrás de un pequeño río llamado Enmyoji (Enmyojigawa) que le brindaba una excelente posición defensiva. Esa noche, Mitsuhide envió a un grupo de ninjas al campamento enemigo incendiándolo y causando un gran temor y confusión entre las tropas.
Desarrollo de la batalla
A la mañana siguiente, la batalla comenzó una vez que Hideyoshi alineó sus tropas a lo largo de la orilla opuesta de donde se encontraban las fuerzas de Mitsuhide. Algunos de los hombres de Mitsuhide cruzaron el río buscando llegar a la cima de la colina Tennozan, pero los disparos de los arcabuceros los hicieron retroceder. Hideyoshi confiado en la superioridad numérica de sus fuerzas, ordenó al flanco derecho de su ejército que atravesara el río y se dirigiera hacia líneas frontales de Mitsuhide. Pronto se unió a la batalla el flanco izquierdo con el apoyo del destacamento que se había apostado a lo alto de la colina Tennozan. La mayoría de los hombres de Mitsuhide huyeron con excepción de 200 hombres al mando de Mimaki Kaneaki, los cuales fueron vencidos fácilmente por la amplia superioridad numérica con que gozaba el enemigo.
El ejército de Mitsuhide comenzó la huida de regreso al castillo Shoryuji, pero fueron alcanzados en el camino. Mitsuhide logró huir más lejos, hasta el pueblo de Ogurusu donde fue capturado y muerto.
Secuelas de la batalla
Mientras tanto, Ieyasu que se encontraba en Sakai, huyó por diversas provincias; cruzó las montañas de la provincia de Iga, y finalmente llegó a las costas de la provincia Ise desde las cuales regresó a su dominio en la provincia de Mikawa en barco. Por lo que se demoró demasiado y para este tiempo Hideyoshi ya se había hecho de la mayoría de los dominios que habían estado bajo el control de Nobunaga.
Takigawa Kazumasu tuvo que encarar el repentino ataque del clan Hojo y perdió la mayoría de las tierras que poseía, por lo que perdió el prestigio que había gozado con el clan Oda.
Shibata Katsuie y sus fuerzas fueron emboscados en un contraataque del clan Uesugi en la provincia de Echizen y se vio imposibilitado de actuar por algún tiempo.
En Kioto, los generales de Nobunaga se reunieron para elegir un sucesor formal para dirigir el clan. Por un lado, el general en jefe del clan Oda, Shibata Katsuie, apoyó a Oda Nobutaka como posible sucesor de su padre. En cambio, Hideyoshi decidió llevarle la contraria apoyando al hijo menor de Nobunaga, Oda Hidenobu.
El tema de la sucesión fue acaloradamente debatido en las conferencias de Kiyosu, donde el dominio del clan Oda fue dividido entre los más importantes generales; Hideyoshi recibió las provincias de Yamashiro, Tamba y Kwatchi, mientras que Shibata retuvo Echizen y agregó Omi a su feudo. Takigawa Kazumasu, oponente de Hideyoshi en Kiyosu, recibió Ise, la cual fortificó en caso de que ocurriera una guerra. No se llegó a un acuerdo.
Batalla de Shizugatake (1583)
Shibata Katsuie y Hideyoshi Toyotomi fueron aumentando sus diferencias y su hostilidad, a finales de 1582, Shibata y su aliado, Oda Nobutaka, declararon la guerra a Hideyoshi. Aunque Nobutaka fue fácilmente forzado a la sumisión, Shibata envió a Sakuma Morimasa de la provincia de Echizen al norte de Omi para reducir puestos avanzados que Hideyoshi tenía allí y que estaban bajo el mando del general Nakagawa Kiyohide.
Sakuma Morimasa había tomado el castillo Iwasakiyama donde murió Nakagawa y estaba intentando capturar el castillo de Shizugatake, pero las defensas de la fortaleza aguantaron los ataques. Cuando el ejército de Shibata, tuvo noticias de que Hideyoshi iba en camino con refuerzos; ordenó a Sakuma que sus hombres abandonaran el asedio y se preparasen para defenderse, este desatendió la orden y siguió con el asedio, ya que Hideyoshi estaba a cuatro días de marcha, y esperaba tomar el castillo antes de que llegase.
El enfrentamiento tuvo lugar al noroeste del lago Biwa y al sur del lago Yogure. El ejército de Hideyoshi que contaba con unos 25.000 efectivos, había partido de Ogaki a 52 km de distancia, y lo había recorrido en tan solo un día y medio, sorprendiendo a su enemigo. Al enterarse de que estaba tan cerca, decidió apresuradamente prepararse para la defensa, pero Hideyoshi atacó y derrotó a las fuerzas de Sakuma, que contaba con unos 20.000 efectivos, les obligó a retirarse. Los persiguió hasta la fortaleza de Kitanosho en Fukui en la provincia de Echizen, que era el cuartel general de Shibata Katsuie. Las fuerzas de Hideyoshu asediaron el castillo, por lo que el propio Shibata le prendió fuego, mató a su familia y cometió seppuku.
Los siete principales generales de Hideyoshi en la batalla ganaron fama y honor, y llegaron a ser conocido como los Yari Shichi-Hon o «Siete lanzas» de Shizugatake. Estos generales se convertirían en algunos de los vasallos más cercanos de Hideyoshi, como Kato Kiyomasa.
Ese mismo año Hideyoshi empezó la construcción del castillo Osaka. Sin embargo, Hideyoshi aún no se había consolidado en el poder dentro del clan. Otro hijo de Nobunaga, Oda Nobukatsu, aún le era hostil. En la primavera de 1584, Tokugawa Ieyasu y Nobukatsu se aliaron y empezaron a hacer declaraciones difamatorias contra Hideyoshi al mismo tiempo que pedían el apoyo de los otros clanes.
Batalla de Komaki-Nagakute (1584)
Las hostilidades comenzaron el 13 de marzo, cuando uno de los daimios de Hideyoshi, Ikeda Nobuteru, puso sitio a Inuyama en el río Kiso, mientras otro de los daimios, Mori Nagayoshi, avanzaba hacia la base de Ieyasu en Kiyosu. Ante estas circunstancias, Ieyashu decidió enviar 5.000 hombres al mando de Sakai Tadatsugu para enfrentarse al enemigo en Komaki, causando a Mori una pérdida de 300 hombres. Luego, aconsejado por su general Sakibara Yasumama, avanzó hasta Komaki, donde estableció una nueva base en la cima de una colina que dominaba la zona. Allí, Tokugawa se atrincheró y esperó.
Para el 16 de marzo, fuerzas que habían sido llamadas para apoyar el castillo Inuyama llegaron a Haguro. Ieyasu, sin embargo, sabía de antemano estos planes y había enviado a Sakai Tadatsugu y a Sakakibara Yasumasa junto con 5.000 efectivos a Haguro esa misma tarde. A la mañana siguiente, las tropas de Tadatsugu lanzaron un ataque sorpresa contra las tropas de Nagayoshi, cuyas tropas apenas pudieron escapar de la masacre. El día 18 de marzo, Ieyasu tomó el castillo Inuyama y terminó con las defensas que había construido Hideyoshi.
Hideyoshi y sus tropas dejaron el castillo Osaka el 21 de marzo, llegando al castillo Inuyama el día 27 de ese mismo mes y a Gakuden (hoy día Inuyama) el 5 de abril. Ieyasu, antes de entrar en el castillo Komakiyama y de llegar a Gakuden, no había presentado batalla salvo pequeñas escaramuzas en su trayecto.
Hideyoshi tuvo la sensación de seguridad por este hecho junto con Tsuneoki, quien le aseguró “Ieyasu está ahora en el castillo Komakiyama. Está lejos de su base principal en Okazaki y si moviéramos nuestros brazos en su contra, sin duda ganaríamos.”
Hideyoshi decidió tomar Mikawa, con el auxilio de Nagayoshi (que había recuperado su reputación después de la batalla de Haguro), Tsuneoki y el joven Hidetsugu (quien contaba con 17 años en ese momento). Toyotomi Hidetsugu fue capaz de reunir 8.000 hombres auxiliados por los 3.000 hombres de Hori Hidemasa y los 6.000 hombres de Tsuneoki. Al día siguiente partieron hacia Mikawa teniendo un rotundo éxito desmoralizando a las tropas de Tokugawa con la pérdida de su provincia natal.
La batalla del castillo Iwasaki se luchó entre las fuerzas de Niwa Ujishige e Ikeda Tsuneoki. Aunque tan solo fue una parte de la batalla en su conjunto, tuvo una gran importancia en el desarrollo y resultado final.
El 7 de abril, Ieyasu tuvo conocimiento del campamento que se encontraba en Shinogi (hoy día Kasugai) a través de la información proporcionada por los granjeros de la provincia de Iga. Ieyasu entró al castillo Obate y al siguiente día decidió montar un campamento.
A comienzos del mes siguiente envió tropas del clan Niwa y de Sakakibara Yasdumasa para alcanzar a Hidetsugu y pronto hizo lo mismo con su propio ejército. Hidetsugu reanudó la marcha después de enterarse de la entrada de Ieyasu en el castillo Obata, pero la situación cambió rápidamente a la mañana siguiente. Ikeda Tsuneoki lideró el ataque al castillo Iwasaki, pero fue desmontado de su caballo casi inmediatamente. Tsuneoki ordenó un asalto total al castillo y aunque fue defendido ferozmente, el castillo cayó.
Mientras en que Tsuneoki atacaba el castillo Iwasaki, Toyotomi Hidetsugu movía sus tropas a Hakusanmori (hoy día Owariasahi) para descansar, pero fue ahí donde se encontró con las tropas de Ieyasu y Sakakibara Yasumasu. Las fuerzas de Hidetsugu fueron diezmadas por el ataque sorpresa de Ieyasu. Hidetsugu fue desmontado de su caballo, pero pudo encontrar otro y escapar. Fue durante esta batalla en la que muchos miembros del clan Kinoshita (incluyendo a Kinoshita Sukehisa, padre de la esposa de Hideyoshi Nene) murieron.
Después de la batalla de Hakusanmori, Ieyasu fortificó el monte Komaki, creando un punto muerto en la guerra. Ikeda Nobuteru, uno de los principales generales de Hideyoshi Hashiba, decidió comenzar incursiones a través de la vecina provincia de Mikawa con un ejército que superaba los 20.000 efectivos.
El 7 de abril, Hideyoshi organizó su ejército en cuatro unidades, la primera unidad con 6.000 efectivos dirigidos por Tsuneoki y Motosuke Ikeda, la sagunda y la tercera unidad con 3.000 soldados cada una, estaban dirigidos por Nagayoshi Mori y Hidemasa Hori respectivamente, la cuarta unidad con 8.000 hombres estaba dirigida por Hidetsugu Miyoshi; se dirigieron al castillo de Okazaki a través de la zona de Nagakute.
Ieyashu Tokugawa ordenó inmediatamente Ujitsugu Niwa señor del castillo Iwasaki que marchase a sus 4.500 soldados para atacar el castillo de Okazaki. En medio de la noche, el 8 de abril, Ieyasu Tokugawa y su principal fuerza de 9.300 hombres siguieron a un guía a través de la zona de Kachigawa y al otro lado del río Shonai hasta el castillo de Obata.
La unidad de Miyoshi que marchaba en retaguardia de las fuerzas de Hashiba, mientras que la unidad de Miyoshi estaba tomando el desayuno en el bosque Hakusan, una unidad de Tokugawa atacó con armas de fuego, y la unidad de Miyoshi que estaba desayunando se derrumbó por completo. El comandante Hidetsugu Miyoshi intentó escapar, pero no tenía caballo. Los hermanos Kinoshita lo miraron, y le dieron sus caballos. Miyoshi entonces pudo escapar, pero los hermanos Kinoshita murieron en la batalla. La tercera unidad, dirigida por Hidemasa Hori llevó de inmediato la noticia de la derrota de Miyoshi. Hidemasa Hori instó Ikeda y Mori a retirarse y reagruparse antes de empezar a luchar de nuevo.
Hori Hidemasa llevó a sus hombres al poblado de Nagakute para establecer su posición, para acoger y reagrupar a las fuerzas que huían. Los hermanos Ikeda se asentaron en la zona Tanojiri con sus 4.000 soldados, Nagayoshi Mori con sus 3.000 en Gifudake.
Tokugawa desplegó su fuerza en vanguardia de Naomasa Ii con sus 3.000 soldados, la principal fuerza de Tokugawa con 3.300 soldados y la reserva de Nobukatsu Oda con sus 3.000 soldados.
La batalla de Nagakute comenzó propiamente cuando los hombres de Ikeda abrieron fuego con sus arcabuceros contra la vanguardia de Ii del ejército de Tokugawa. Mori Nagayoshi, esperó hasta que Ieyasu moviera sus tropas en auxilio del clan Ii para poder flanquearlos; sin embargo, Tokugawa cargó de frente, lo que evitó que pudieran aplicarle esa maniobra.
Al mismo tiempo, Hideyoshi se enfrentaba a Ieyasu cerca de Nagakute, ambos ejércitos habían formado muros de contención cerca del castillo Komaki y ninguno de los dos quería hacer un mal movimiento; pero Hideyoshi logró obtener los servicios del ronin (samurái sin dueño) Sakon Shima. Este dijo que sería una buena idea, tomar los fuertes cercanos al campamento principal de los Tokugawa. Eso haría que Ieyasu dividiera sus tropas, lo que daría la oportunidad perfecta de dividir y conquistar.
Así fue como Ieyasu se dirigió a defender su campamento, dejando a Nobukatsu en el castillo (lo que fue uno de los mayores errores militares de Ieyasu). Al ver la vulnerabilidad de Nobukatsu, Hideyoshi lanzo un gran ataque que terminó con la captura de Nobukatsu y Komaki, al saber estos movimientos; Tokuwaga movió a sus soldados para intentar atacar a Hideyoshi por la retaguardia, pero fueron interceptados por las tropas de Kato Kiyomasa y Fukushima Masanori, lo que fue un golpe fatal para muchos de los soldados de Ieyasu.
Cuando la noticia de la derrota en la batalla de Hakusanmori llegó por la tarde, los 20.000 soldados de Hideyoshi se apresuraron a Ryusen-ji, cerca del lugar de la batalla. Más tarde, esa noche, cuando oyeron que Ieyasu se alojaba en el castillo de Obata, decidieron asaltarlo a la mañana siguiente; sin embargo, durante ese tiempo, Ieyasu había abandonado el castillo de Obata, y se había dirigido a castillo Komakiyama y finalmente regresó al castillo de Kiyosu.
Con montones de muertos y heridos, Ieyasu, no tuvo otra opción que rendirse. Ieyasu esperaba que Hideyoshi lo ejecutase, pero Hideyoshi decidió hacerlo vasallo junto con el resto del clan Tokugawa y sus aliados, desde ese momento Hideyoshi solo tendría dos clanes que podían oponerse, los Hojo en Sagami y los Shimazu en Kyushu.
Una vez terminadas las hostilidades con Tokugawa, Hideyoshi se dispuso a consolidar los dominios del clan Oda. Como territorios personales tomó las provincias centrales y más importantes, mientras que en los restantes territorios designó como gobernadores tanto a los antiguos dependientes del clan como a sus seguidores personales. Existía un método decidido para la mayoría de sus ratificaciones y recompensas, las cuales eran empleadas para mantener intactos sus nuevos dominios.
La eficacia de estas disposiciones queda demostrada por el hecho de que las tierras dentro de las fronteras establecidas en 1584 del dominio de Hideyoshi se mantuvieron virtualmente libres de rebeliones hasta su muerte. Más allá de esta esfera inmediata, las relaciones se fortalecieron con los clanes Mori y Uesugi; ambas familias esencialmente se convirtieron en obedientes vasallos a pesar de que eran tratados como aliados.
Campaña contra los monjes guerreros de Negoroji y Saiga (1585)
En reconocimiento a sus logros, la corte imperial le otorgó el título de naidaijin en abril, el mismo mes en que él atacó a los monjes guerreros de los complejos budistas Negoroji y Saiga de la provincia de Kii. Los monjes de estos complejos habían apoyado a su rival Tokugawa Ieyasu durante la campaña de Komaki.
La vanguardia de Hideyoshi de unos 6.000 efectivos no tuvo ningún problema en aplastar cuatro fortalezas menores en camino a Negoroji, desde dos direcciones separadas, detrás iba el grueso con unos 30.000 efectivos. El complejo de Negoroji fue rodeado, pero muchos de los negoro-gumis o monjes guerreros habían conseguido huir al castillo de Ota antes de completar el asedio.
Se estima que había 6.000 monjes dentro cuando comenzó el asedio, el complejo fue incendiado empezando por la residencia de los monjes, mientras disparaban a los que huían de las llamas. Finalmente, todo el complejo fue arrasado y los monjes muertos.
Mientras asediaban Negoriji, también habían asediado el castillo de Ota, inundándole mediante la construcción de un dique aguas abajo. Pronto quedó completamente aislado, los defensores empezaron a sentir el hambre y 50 monjes guerreros cometieron en seppuku, mientras que el resto se rindió, fueron desarmados y perdonados la vida, excepto los samuráis, que fueron decapitados. El complejo de Saiga se salvó, ya que los monjes no ofrecieron resistencia y se rindieron.
Invasión de Shikoku y Khyusu (1585-87)
Invasión de la isla de Shikoku (1585)
Hideyoshi entonces se dispuso a conquistar Shikoku. Chosokabe Motochika, que entonces era el daimio de la isla, hacía tiempo en teoría que se había opuesto a Hideyoshi, aunque lo único que hizo fue derrotar a Sengoku Hidehisa, un guerrero de Shikoku aliado de Hideyoshi. Este lo tomó como pretexto, y demandó al clan Chosokabe que entregara las provincias de Iyo y Awa. Motochika respondió que solo la provincia de Awa le sería entregada, Hideyoshi no se dio por satisfecho y ordenó la invasión.
Fue la operación más grande efectuada durante el periodo Sengoku, un total de 113.000 efectivos. El ejército de Hideyoshi se dividió en tres fuerzas. La primera, bajo Hashiba Hidenaga y Hashiba Hidetsugu, constaba de 60.000 hombres, y asaltaron las provincias de Awa y Tosa, acercándose Shikoku a través de la isla de Akashi. La segunda fuerza fue dirigida por Ukita Hideie, que mandaba 23.000 hombres, atacaría la provincia de Sanuki. La fuerza de ataque final constaba de 30.000 hombres, y avanzó en la provincia de Iyo, dirigido por Mori Terumoto, Kobayakawa Takakage y Kikkawa Motonaga. Se emplearon 600 barcos grandes y 103 naves más pequeñas para transportar al ejército de Hideyoshi a Shikoku.
A pesar del tamaño abrumador del ejército de Hideyoshi, y de las sugerencias de sus asesores, Chosokabe, cuyo ejército eran soldados a tiempo parcial, tenía pocas posibilidades frente al ejército profesional de Hideyoshi. Las batallas culminaron en el asedio del castillo de Ichinomiya, que duró 26 días. Chosokabe realizó varios intentos para aliviar su castillo del asedio, pero se rindió al final. Hideyoshi mostró al derrotado Chosokabe indulgencia. Motochika fue obligado a entregar Iyo, Awa y Sanuki, perose le permitió conservar Tosa. El grupo de dependientes del clan Chosokabe también fue indultado, y se esperaba que Motochika continuara como cabeza de su clan.
Lo acontecido con los Chosokabe contrastaba con lo que Nobunaga hizo con los clanes Asai, Asakura y, especialmente, Takeda, los cuales fueron erradicados tras ser derrotados. En todo caso, la conquista de Shikoku envió un poderoso mensaje a los demás daimios: cuatro provincias habían sido sometidas en un mes y medio, y los Mori, una de las familias más poderosas del Japón, habían iniciado la invasión bajo las órdenes de Hideyoshi.
Invasión de la isla de Kyushu (1586-87)
La isla de Kyushu había sido casi completamente conquistada por el clan Shimazu, Otomo era uno de los pocos daimios que aún resistía y pidió ayuda al todopoderoso Hideyashu.
En 1586, cuando se enteraron de los planes de Hideyoshi para la invasión, levantaron el asedio del castillo de Tachibana, retiraron una gran parte de sus fuerzas de nuevo a la provincia de Higo, mientras que el resto se quedó en la provincia de Bungo. Allí, se incautaron castillo Funai del clan Otomo y se preparan para rechazar la invasión.
Los Otomo estaban apoyados por ejércitos bajo Sengoku Hidehisa y Chosokabe Motochika, un importante señor de Shikoku que había sido derrotado por Hideyoshi el año anterior, y le había rendido vasallaje. Aunque la provincia de Bungo finalmente cayó en manos de Shimazu. Sengoku y Chosokabe le habían retrasado, y debilitaron la preparación para hacer frente a los ejércitos de Hideyoshi y del clan de Mori.
En 1587, Hashiba Hidenaga, medio hermano de Hideyoshi, desembarcó al sur de Bungo, atacando al clan Shimazu en Takajo, en la costa este de Kyushu, mientras tanto, Hideyoshi con el ejército principal, por una ruta más hacia el oeste, atacó el castillo Ganjaku en la provincia Chikuzen, enfrentándose al clan Akizuki.
Batalla de Hetsugigawa o del río Hetsugi (1586)
A finales de 1586, se envió una fuerza de distracción al río Hetsugi (Hetsugigawa) (actual Onogawa), en la provincia de Bungo en la isla de Kyushu. Esta vanguardia, bajo el mando de Chosokabe Motochika y Sengoku Hidehisa con unos 20.000 efectivos, tenían órdenes de situarse en defensiva hasta que las nuevas tropas fueran capaces de unirse a ellos. Pero una vez desembarcados decidieron desobedecer las órdenes de Hideyoshi y acudir en auxilio del castillo de Toshimitsu, un castillo de Otamo que estaba siendo asediado por el general Niiro Tadamoto que contaba con 15.000 efectivos. El ejército sitiador de Shimazu al detectar su avance, y redoblaron sus esfuerzos para tomar Toshimitsu, para cuando los invasores se aproximaran, pudieron ver las banderas del clan Shimazu ondeando en sus torres.
El 20 de enero de 1586, cuando llegaron a cerca del castillo y vieron las banderas, Chosokabe Motochika propuso retirarse, pero sus compañeros insistieron en presentar batalla, desplegando las fuerzas en la orilla del río, por lo que los Shimazu consiguieron fijar su trampa. Una fuerza señuelo liderada por Ijuin Hisanori dirigió un ataque a través del río y después se retiró, lo que convenció al ala izquierda aliada a perseguirles. Estos fueron recibidos por fuego de arcabuz y una lluvia de flechas por una fuerza en posición escondida detrás de una colina y después el cuerpo principal de los Shimazu cayó sobre ellos. Después de una lucha feroz, la fuerza invasora se retiró a través del río, causado la confusión a su propia banda derecha. Chosokabe Motochika se vio obligado a ordenar la retirada, durante la cual fue muerto el hijo y heredero de Nobuchika.
Tani Tadasumi samurai de Motochika, fue enviado al clan Shimazu para recoger el cuerpo de su hijo Chosokabe Nobuchika. El castillo de Funai cayó poco después de que Chosokabe y Sengoku se retirasen de Bungo y, por un momento, Shimazu Yoshihisa fue dueño de toda la isla de Kyushu.
Batalla de Takajo o de Takashiro (1587)
Hashiba Hidenaga llevó 90.000 hombres, desembarcó cerca Taka-jo (castillo de Taka). Las fuerzas de Hidenaga persiguieron a las del clan Shimazu hasta el castillo Takajo, y comenzaron a asediar la fortaleza. Shimazu Iehisa se aproximó con una fuerza de unos 20.000 efectivos, chocando con un destacamento de 15.000 guerreros de Toyotomi. 3.000 guerreros de Shimazu desmantelaron las fortificaciones de los sitiadores, y les distrajeron el tiempo suficiente para llevar a cabo un ataque de caballería. Sin embargo, a continuación, se vieron flanqueados por 1.500 guerreros de Toyotomi, que hicieron todo lo posible para dar la apariencia de una fuerza más grande en la retaguardia de los Shimazu, cortándoles su escape.
Abriéndose camino a través de las fuerzas de Hidenaga, los de Shimazu efectuaron una retirada, dejando el castillo de Takajo y sus alrededores a Hidenaga.
Asedio de los castillos de Ganjaku y de Akizuki (1587)
Toyotomi Hideyoshi desembarcó con 60.000 efectivos en la costa norte de la isla, en la provincia de Chikuzen, y se dirigió hacia el castillo Ganjaku, en poder de un vasallo de Akizuki Tanezane. Su intención era dedicar solo una pequeña parte de su ejército en el asedio del castillo, mientras que el resto continuaría avanzando. Sin embargo, se dice que ninguno de sus generales quiso quedarse atrás a la cabeza de este asedió. Gamo Ujisato terminó mandando el grupo de asedio; se dice que Hideyoshi se sentó y observó desde una colina cercana, cómo se entregaban monedas de oro a los samuráis por cada cabeza de enemigo que entregaban.
Después de tomar el castillo, Hideyoshi dirigió su atención al castillo de Akizuki, sede del clan. Cuando su ejército se acercaba y se preparaban para el asedio, Akizuki Tanezane, jefe del clan Azizuki, escapó y huyó en la noche. Poco después el castillo se rindió.
Batalla del río Sendai o Sendaigawa (1588)
Más tarde, ese mismo año, los dos hermanos reunieron sus fuerzas y se dirigieron juntos al castillo de Kagoshima, la sede de los Shimazu en la provincia de Satsuma, donde se habían retirado. El río Sendai (Sendaigawa) era uno de los últimos obstáculos que Hideyoshi tenía que superar para llegar a Kagoshima. Los 170.000 efectivos se enfrentaron a 5.000 de Niiro Tadamoto, cerca del río. A pesar de ser ampliamente superados en número, Niiro condujo a sus hombres en una carga contra la fuerza Toyotomi, e incluso se enfrentó al famoso guerrero Kato Kiyomasa en un combate personal antes de retirarse al amparo de la noche.
Finalmente, las fuerzas llegaron a Kagoshima y bajo el liderazgo de Hashiba Hidenaga, Fukushima Masanori, Kato Kiyomasa y Kuroda Yoshitaka, que rodearon la ciudad. Las unidades habían atravesado los valles volcánicos que defendían la ciudad con la ayuda de los monjes locales. Al final, sin embargo, se Shimazu rindió sin lucha.
La rendición permitió a Hideyoshi volver su atención hacia el clan Hojo del Kanto, el último del clan importante que podía oponerse a él. Hideyoshi posteriormente haría uso de Kyushu para desde allí realizar la invasión de Corea en 1890.
Asedio de Odawara (1590)
El clan Hojo de Kanto era el único clan importante que podía oponerse a Hideyoshi. Lo más inteligente hubiera sido someterse a Hideyoshi pero los Hojo mantuvieron una actitud desafiante. A partir de 1587 empezaron a preparar sus defensas, reuniendo a sus fuerzas que sumarían al menos 50.000 efectivos. Una cifra en cualquier caso insuficiente si se compara con los 200.000 que Hideyoshi había reunido en su última campaña, pudiendo reunir ahora sin problemas una cifra mayor.
En diciembre de 1589, Hideyoshi se hartó de las maniobras de los Hojo. Ujimasa había prometido acudir a Kioto a rendir vasallaje a Hideyoshi y no había cumplido. No solo eso, sino que los Hojo habían atacado el castillo de Nagurumi (Kozuke) perteneciente al clan Sanada, vasallos desde hacía poco de Hideyoshi.
En abril de 1590 estaban completados los preparativos para invadir las tierras del clan Hojo. Fueron movilizados 200.000 hombres, incluidos cerca de 30.000 que tenía que proveer Tokugawa Ieyasu para demostrar su lealtad a Hideyoshi.
Ujinao propuso no enfrentarse en una batalla campal, si no hacer uso de la red de fortalezas para contener a los atacantes y poder atacar a cuerpos separados. Sin embargo, se impusieron Ujimasa y otros consejeros: los Hojo llevaron la mayoría de sus fuerzas a la fortaleza de Odawara, a costa de desguarnecer la mayoría de los castillos. Confiaban en que el gran tamaño del ejército desplegado por Hideyoshi le provocaría problemas, pues requeriría de un gran esfuerzo logístico que fácilmente podría fracasar.
En mayo de 1590, Hideyoshi finalmente decidió someter al clan Hojo, atacándolo por tres frentes: las fuerzas Tokugawa Ieyasu marcharían por la costa de Tokaido, los generales Sanada y Uesugi avanzarían hacia la provincia de Kozuke y el general Chosokabe, entre otros, desembarcarían en Izu.
Consciente de los problemas logísticos, Hideyoshi lo delegó a expertos, ordenó almacenar 200.000 kokus de arroz para sus hombres (un koku de arroz era teóricamente lo que consumía un hombre durante un año), así como grandes cantidades de forraje. Además de crear una red de almacenes, se reunió una flota de cargueros que debía acompañar al ejército.
El sitio de Odawara empezó en mayo, tras haber despejado la ruta del Tokaido. A las fuerzas terrestres se unieron fuerzas navales para cerrar el bloqueo por todos lados. Hideyoshi no tenía intención de desperdiciar guerreros en sangrientos asaltos, y se preparó para un largo asedio. Confiaba en que se resolvería para finales de año, pero si se prolongaba estaba tan bien preparado para ello.
Las tropas tde Hideyshi y aliadas cavaron un doble foso para cercar a Odawara, una vez completado, las tropas tenían poco que hacer, solo esperar.
A Hideyoshi le preocupaba que una prolongada inactividad llevara a su heterogéneo ejército a crear problemas. Para mantener la moral en alto, llevó al campo de batalla actores, permitió que se establecieran mercados para abastecer a sus soldados, e incluso permitió a sus generales que mandaran a traer a sus esposas.
Odawara aguantó hasta comienzos de agosto. No es que se hubieran agotado los abundantes suministros, sino que las noticias eran desalentadoras. Los castillos del clan Hojo habían ido cayendo uno tras otro, y los sitiadores vivían bien sin mostrar signos de que fueran a pasar penurias en un futuro. El 4 de agosto, los Hojo comunicaron a Hideyoshi su rendición incondicional.
La victoria de Hideyoshi durante el asedio de Odawara contra el clan Hojo en la región de Kanto terminó con el último rastro de resistencia contra su autoridad, y significó el fin del periodo Sengoku. Poco tiempo después, el daimio Date Masamune se presentó ante él para mostrar sumisión, y tras una breve campaña sometió el norte del país.
En enero de 1591 todo el Japón había sido unificado. En septiembre de 1591, Hideyoshi vivió un momento de incertidumbre tras la muerte de su hijo único, y único heredero, Tsurumatsu. Cuando su medio hermano Hidenaga murió poco tiempo después, Hideyoshi nombró a su sobrino Hidetsugu como su nuevo heredero, adoptándolo en enero de 1592.
El 11 de febrero Hideyoshi renunció como kanpaku para adoptar el título por el cual sería más conocido: taiko (regente retirado); su sucesor como kanpaku fue Hidetsugu. Durante este período Japón logró un importante desarrollo en el comercio con el extranjero, pues Hideyoshi intentó abrir nuevas rutas comerciales a través del Este y el Sudeste asiático. Inclusive se formaron pequeños barrios nipones en Manila. En 1592 Hideyoshi se atrevió a enviar una carta al gobernador general de las Filipinas Españolas en Manila exigiéndole tributo y sumisión.
Invasión de Corea
A pesar de que su salud se deterioraba, Hideyoshi en verdad deseaba lograr alguna hazaña para engrandecer su legado, y en consecuencia adoptó el sueño de Oda Nobunaga de la conquista japonesa de China, llevando a cabo dos desafortunadas invasiones a Corea. Hideyoshi pretendía que Corea le rindiese vasallaje y colaborase en el ataque a China. Así se lo comunicó al gobierno coreano mediante una embajada, aunque los emisarios, que conocían la relación entre Corea y China mejor que Hideyoshi, suavizaron el mensaje antes de entregarlo, resultando en solo una petición de paso a través de la península coreana.
Pero Corea, país históricamente vasallo y protegido de sus vecinos chinos, no accedió a las peticiones del líder japonés, por lo que tras varias embajadas poco exitosas, Hideyoshi tomó la decisión de invadir primero Corea y después China. La invasión japonesa de Corea es conocida también como la invasión de Hideyoshi a Corea, la guerra de los Siete Años, o la guerra Imjin.
Primera invasión de Corea (1592-94)
Movilizó un ejército de cerca de 160.000 hombres dividido en nueve divisiones y se puso en marcha, desembarcando en la costa sur coreana. Los daimios de Kyushu fueron los que más tropas aportaron a la campaña coreana, y muy especialmente los daimios cristianos. El ejército coreano no estaba preparado para combatir con los experimentados soldados japoneses, salvo en la guerra del mar.
El 23 de mayo de 1592, 7.000 soldados samuráis de la primera división al mando del daimio Konishi Yukinaga, que era cristiano y su emblema era una cruz; desembarcaron en la bahía de Busán, al sur de Corea, siendo los primeros japoneses de los 158.800 de los que constaba la expedición de Hideyoshi, que pisaban Corea. La poderosa flota coreana, al mando del cobarde almirante Won Kyun decidió no hacer nada para evitar el desembarco japonés y huyó sin combatir. Por tanto, los ejércitos samuráis pudieron atacar fácilmente la ciudad de Pusán o Busán. El eficaz fuego de los arcabuces japoneses, solo podía ser contrarrestado con andanadas de flechas, con lo que la ciudad y los fuertes cercanos fueron fácilmente conquistados.
La caída de Pusán o Busán y sus fuertes permitió que los refuerzos y suministros japoneses puedan desembarcar en Corea sin problemas. Por otro lado, estas dos batallas costaron a los coreanos casi 9.000 muertos, por tan solo unos cientos que sufrieron los japoneses.
Konishi Yukinaga inició una “guerra relámpago” y partió a toda velocidad hacia la conquista de Seúl, la capital de Corea. En su camino hacía Seúl solo estaba la fortaleza de Tongnae, ubicada en una montaña y defendida por el coreano Song Sanghyeon. Yukinaga intentó obtener un acuerdo mediante el cual, se le garantizara el paso libre hasta China, pero los coreanos se negaron rotundamente. Así pues, al amanecer del 25 de mayo, la primera división inició el ataque sobre Tongnae, la cual, tras 12 horas de feroz batalla, cayó ante los japoneses, iniciando una masacre aún peor que la de Busán, asesinando a todo ser vivo.
Tras conquistar Tongnae, Yukinaga envió a Yoshitoshi y un grupo de exploradores, a reconocer el castillo de Yangsan, que protegía el acceso al río Nakdong y la costa este. Con tan solo una andanada de arcabuces de los exploradores, el castillo se rindió, permitiendo así obtener a los japoneses el acceso al importante río Nakdong.
Mientras Yukinaga avanzaba hacia Seúl, la segunda división japonesa, al mando de Kato Kiyomasa desembarcó en Busán el 27 de mayo. Un día después, el 28, desembarcó Pusán, la tercera división, comandada por Kuroda Nagamasa.
La segunda división de Kiyomasa avanzó rápidamente por la costa este, cubriendo el flanco derecho de Yukinaga y conquistando la importante ciudad de Kyongju el día 30, tan solo tres días después de haber desembarcado en Corea.
La tercera división avanzó por el flanco izquierdo, tomando el castillo de Kimhae y avanzando a toda velocidad conquistando en pocos días las ciudades de Unsan, Changnyong y Songju.
Con los flancos asegurados, Yukinaga pudo avanzar tranquilamente por el centro, conquistando el castillo de Miryang y arrasando cruelmente la ciudad de Taegu. El 3 de junio se detuvo para aprovisionarse en la ciudad de Sonsan.
Después de recibir la noticia de los ataques japoneses, el rey Seonjo de la dinastía Joseon, que era un estado vasallo de China, nombró al general Yi Il como comandante en jefe de las fuerzas. Este último se dirigió hacia Myongyong, situado estratégicamente en el paso de Choryong con una fuerza de unos 1.000 efectivos, siendo fácilmente derrotados por los arcabuceros japoneses, y obligados a retirarse.
Ante la gravedad de la situación, Yi Il se atrincheró en la fortaleza de Chungju, para defender el paso de Choryong, el único obstáculo a Seúl. Sin embargo, el gobierno coreano había perdido la confianza en Yi y envió a la zona al nuevo comandante, el general Shin Rip que traía consigo una división de caballería de 8.000 soldados.
Shin pensaba que su superioridad en caballería le permitiría acabar con los japoneses en campo abierto y decidió enfrentarse a ellos en una llanura de arrozales. En la conocida como batalla de Chungju, los coreanos lanzaron carga tras carga de caballería sobre el barrizal de los arrozales contra los arcabuceros atrincherados de Yukinaga. Una verdadera locura que terminó con la derrota total de los coreanos, más de 3.000 muertos entre las tropas y el suicidio de Shin Rip. La fortaleza de Chungju cayó casi inmediatamente después, abriendo el camino hacia Seúl.
En Chungju se reunieron las tres divisiones japonesas, pero los celos de Kato Kiyomasa por los enormes éxitos de Yukinaga, impidieron que entraran juntas en la capital. El arrogante Kiyomasa intentó entrar antes que Yukinaga en la capital, pero eligió mal el camino y humillado tuvo que dar la vuelta, llegando a Seúl un día después de que Konishi Yukinaga hubiera tomado Seúl.
La corte coreana había abandonado Seúl antes de la llegada de los japoneses para establecerse en Pyongyang, su situación era desesperada y solo la ayuda china podría salvar lo que quedaba de su devastado país.
Pero los chinos estaban más preocupados de acabar de suprimir sus rebeliones internas, que de ayudar a Corea; no sabían que el peligro japonés para China era mayor de lo esperado. Para entonces ya había ocho divisiones japonesas sobre Corea, más una novena en reserva, lo cual sumaba un ejército de más de 150.000 efectivos bien adiestrados y equipados.
El nuevo comandante en jefe coreano, el general Kim Myong-Won decidió utilizar la barrera natural que formaba el río Imjin para detener a los japoneses, desplegando en su orilla a 12.000 soldados con la misión de impedir que los japoneses cruzaran el río.
Mientras Yukinaga descansaba en Seúl, su rival, Kiyomasa decidió emprender el ataque al norte de Corea por su cuenta, pero al llegar al río Imjin se percató de que no tenía botes para cruzarlo. Tras dos semanas buscando infructuosamente botes o madera con que construirlos, Kiyomasa tuvo que dar marcha atrás.
Kim Myong-Won interpretó la retirada como una derrota, y decidió cruzar el río para atacar a los japoneses. Pero, tras derrotar a la retaguardia japonesa, acudió el cuerpo de tropas principal de Kiyomasa y aplastó a los coreanos, causándoles muchas bajas y lo más importante, capturando los botes en que los coreanos habían cruzado el río.
El general Kim Myong-won se replegó hasta la fortaleza de Kaesong, pero la pérdida del río había sellado su destino y la fortaleza cayó enseguida. A los japoneses solo les restaba ocupar la ciudad de Pyongyang para consumar su conquista de Corea.
Hideyoshi envió un grupo de militares y funcionarios, liderados por Ukita Hideie, uno de sus mejores generales, para hacerse cargo de la administración del país. Entre este grupo destacaba la presencia del posteriormente famoso Ishida Mitsunari como funcionario civil. Hideie puso orden entre los generales samuráis, y elaboró un plan simple para continuar la campaña.
Las divisiones de Yukinaga y Nagamasa tomarían Pyongyang, y después avanzarían hacia el norte; la segunda división de Kiyomasa avanzaría hacia el noreste, asegurando el control de la costa hasta el territorio chino; y el resto de divisiones se encargaría de pacificar el país, asegurando las provincias del este y del oeste y acabando con las bandas de guerrilleros coreanos que atacaban los suministros japoneses.
Siguiendo el plan, Nagamasa se unió a Yukinaga y los 30.000 hombres de ambos generales pusieron cerco a la ciudad de Pyongyang, la capital norteña que estaba defendida por unos 10.000 coreanos. El rey Seonjo huyó de nuevo y se dirigió a la frontera con el río Yalu, por si tenía que escapar a China. El 24 de julio de 1592, tras dos días de lucha, la ciudad de Pyongyang cayó en manos japonesas.
Por su parte, Kato Kiyomasa, culminó la ocupación de Corea con una épica campaña a través del noreste de Corea que lo llevará hasta la ciudad de Kyongsong y la cercana frontera con China.
El almirante coreano Yi Sun-Sin fue el hombre destinado a cambiar la historia, reunió todos los barcos que pudo encontrar, formando una flota de 90 navíos, de los cuales solo 24 eran barcos de guerra, siendo el resto barcos pesqueros y botes grandes. El 13 de junio de 1592, esta flota consiguió sorprender en el puerto de Okpo a una flota de 50 barcos japoneses. En el combate subsiguiente, los coreanos aprovecharon la superioridad de sus barcos de guerra, armados con poderosos cañones para hundir toda la flota japonesa sin perder un solo barco.
El mayor logro de Yi Sun-sin sería la creación de los famosos barcos tortuga. Eran barcos impulsados por remos, que alcanzaban grandes velocidades, estaban armados con 30 cañones, contaba con un gran mascarón de proa en forma de dragón, con cuatro cañones en su interior y un techo blindado, que protegía a la tripulación de los disparos de flechas enemigas.
Este barco acorazado, fue clave para que Yi Sun-sin, consiguiera derrotar a los japoneses en numerosas batallas navales, que culminaron en la batalla de Hansando o batalla de la isla Hansan, acontecida el 14 de agosto de 1592. En la cual, 3 barcos tortuga y 54 buques de guerra coreanos aniquilaron una flota japonesa de 73 buques, destruyendo 60 y obligando al resto a escapar gravemente averiados. Tras esta derrota, Hideyoshi Toyotomi ordenó a sus hombres no librar más batallas navales.
La intervención del almirante Yi Sun-sin, cambió el curso de los acontecimientos, ya que impidió a las tropas japonesas seguir avanzando al no poder contar con suministros por vía marítima.
Los japoneses, incapaces de invadir China, se tuvieron que contentar con ocupar Corea, pero habían perdido la iniciativa, y tenían que hacer frente a los constantes ataques de grupos guerrilleros coreanos y monjes budistas les tenían en vilo, y por si fuera poco, China enviaba fuerzas para liberar Corea.
Inicialmente, el emperador chino Wanli envió a Corea una fuerza de 3.000 soldados chinos al mando del comandante Zu Chengxun. Pese a contar con tan exigua fuerza, el 23 de agosto de 1592, Zu Chengxun consiguió atacar por sorpresa Pyongyang, tomando a los japoneses completamente desprevenidos. Sin embargo, la pequeña fuerza china no pudo aprovechar su éxito inicial y finalmente fue derrotada por un furioso contraataque japonés.
Tras esta primera toma de contacto, el emperador chino decidió actuar con mayor contundencia y a principios de 1593 envió a Corea un poderoso ejército de 100.000 hombres, en el que había cerca de 3.000 arcabuceros y un gran número de cañones, bajo el mando del experimentado general Li Rusong. El rey Seonjo puso todos sus soldados coreanos, las milicias y los monjes guerrilleros, en total unos 15.000 hombres, bajo el mando del general chino.
Li Rusong usó a sus aliados coreanos como exploradores y guías para sus ejércitos, lo cual le permitió avanzar rápida y seguramente hacía Pyongyang, que puso bajo asedio el 6 de febrero. Pyongyang estaba fuertemente amurallada, pero Li Rusong decidió someter la ciudad a un incesante cañoneo para ablandar las defensas. Días después, el general chino encabezó un feroz asalto que le permitió tomar las defensas exteriores. Poco después, los japoneses de Konishi Yukinaga, abrumados por la gran superioridad numérica china, decidieron abandonar la defensa de la ciudad y replegarse hacía Seúl.
Esta gran victoria china generó un exceso de confianza en Li Rusong, el cual fue emboscado por 40.000 japoneses y estuvo a punto de morir en la batalla de Pyeokje el 23 de febrero de 1593. Una batalla en la que los japoneses causaron 6.000 bajas a los chinos sin sufrir pérdidas de consideración.
Tras la victoria, los japoneses decidieron contraatacar lanzando una ofensiva contra el castillo Haengju. Pero en esta ocasión, el mando lo ejercía Ukita Hideie, que pensaba que podría tomar la fortaleza tan solo con la superioridad numérica, un error que le provocó ser derrotado tras sufrir sus fuerzas más de 10.000 bajas en los suicidas asaltos frontales que ordenó sin ningún fundamento.
La estupidez de Hideie decidió la campaña, Li Rusong recuperó la confianza perdida en la batalla de Pyeokje y reanudó la ofensiva contra los japoneses, que decidieron concentrar sus tropas en Seúl para hacer frente de forma conjunta al enemigo.
En Seúl, los generales japoneses celebraron un consejo de guerra para decidir cómo afrontar la ofensiva China. La situación era desesperada, pues solo les quedaban 53.000 soldados en disposición de combatir, la escasez de suministros y comida había generado una gran hambruna, acompañada de epidemias que había diezmado a los japoneses. La derrota en el mar impedía recibir aprovisionamientos y refuerzos y se podía afirmar que la guerra estaba perdida para los japoneses. Finalmente los generales japoneses decidieron replegarse, tras incendiar Seúl, se dirigieron a las fortalezas de la provincia de Gyeongsang para defender el puerto de Pusán y poder evacuar el país si la situación empeoraba.
El 19 de mayo de 1593, las tropas chinas entraron en las ruinas de Seúl y se prepararon para expulsar a los japoneses del resto de Corea. Mientras, Ukita Hideie decidió resarcirse de su gran fracaso con la toma del castillo Haengju. Hideie reunió a todas las fuerzas consiguiendo un ejército de 90.000 efectivos con el que asaltar el castillo antes de que los chinos pudieran enviar refuerzos. El castillo estaba defendido por 60.000 coreanos al mando del general Kim Cheon-il, fue tomado finalmente el 27 de julio tras un feroz asalto de la división de Kato Kiyomasa, después y se lanzó al asalto del castillo Chinju, una fortaleza que había resistido. Esta última victoria japonesa se convirtió en un terrible baño de sangre en el que murieron todos los coreanos que se encontraban en la zona. Esto permitió que japoneses pudieran mantener sus fortificaciones costeras y la ocupación del sur de la península coreana.
A partir de entonces la guerra entró en una especie de calma, sin que ningún bando realizara operaciones de envergadura. Mientras, los diplomáticos de ambos bandos hicieron cuantiosas gestiones para intentar encontrar una salida al conflicto. Entre 1594 y 1596, Hideyoshi y la dinastía Ming negociaron llegar un acuerdo mediante el cual se repartirían Corea. Pero cuando las negociaciones estaban a punto de concretarse, China dio marcha atrás, confiada en que con la superioridad de la flota coreana en el mar y la de sus ejércitos en tierra conseguirían la victoria. Hideyoshi estalló de rabia ante el doble juego chino y ordenó lanzar una nueva ofensiva contra China y Corea.
Segunda invasión de Corea (1597-98)
A comienzos de 1597 las hostilidades entre ambos bandos se reanudaron, dos ejércitos japoneses, al mando de Kobayakawa Hideaki reforzaron a las guarniciones japonesas en el sur de Corea, sumando una fuerza conjunta de casi 140.000 hombres. Pero esta vez los japoneses encontrarían un ejército coreano que había aprendido de sus derrotas y se había convertido en un gran rival, al que reforzaba un numeroso contingente chino. Había aprovechado la tregua para realizar una compleja reorganización militar, modernizando sus ejércitos y reformando sus castillos y fortalezas para mejorar sus defensas frente a las armas de fuego, al mismo tiempo habían adoptado estas en su ejército.
La ofensiva japonesa comenzó con el asalto y conquista del castillo de Namwon y de la fortaleza de Hwangseoksan, pero en poco tiempo los japoneses se vieron obligados a detenerse ante la resistencia enemiga y la escasez de suministros ocasionada por el dominio marítimo enemigo. Poco después, el ejército chino emprendió la ofensiva con el objeto de tomar las fortalezas costeras japonesas. Los japoneses consiguieron defenderse con éxito, pero sabían que la victoria era casi imposible y decidieron prepararse para una retirada a Japón cuando si fuese necesario.
En mayo de 1598, 70.000 soldados regresaron a Japón, mientras que otros 60.000 continuaron defendiendo épicamente sus fortalezas frente a los continuos asaltos chinos y coreanos.
El 18 de septiembre de 1598, Hideyoshi, en su lecho de muerte, ordenó la retirada de todas las tropas japonesas en Corea. Con la muerte de Hideyoshi también moría el sueño de grandeza japonés, y Corea se vio libre de la amenaza japonesa.
Secuelas de la invasión
El daño sufrido por Corea en esta contienda fue enorme, sus pérdidas humanas se calculan casi en un millón de personas, y a estas se suma la destrucción de su economía y de sus principales ciudades. Se estima que entre 50.000 y 60.000 ciudadanos coreanos fueron llevados a Japón durante la guerra, y tan solamente alrededor de 7.500 regresaron a su país a través de las negociaciones diplomáticas, la mayoría de los prisioneros fueron vendidos a comerciantes europeos, principalmente portugueses, quienes los revendieron en el sur de Asia.
Por otro lado, la gran carga económica que supuso la guerra para China afectó severamente su capacidad militar, lo que contribuyó a la caída de la dinastía Ming y el ascenso de la dinastía Qing.
Relación con portugueses y españoles
Un navío portugués que iba hacia China y que estaba a cargo del comerciante Méndez Pinto había sufrido una tempestad y encalló en la isla de Tanegashima. Los japoneses apodaron a los europeos como nanbans (bárbaros del sur), porque suponían que habían venido del sur y que eran poco cuidadosos con su apariencia, comparado con los japoneses. Un día, el comerciante portugués Méndez Pinto se llevó a Totitaka, daimio de Tanegashima a pasear; donde Pinto logró cazar un pato con su arcabuz. Totitaka quedó sorprendido por el arma de fuego, que era desconocida por los japoneses en ese momento, y decidió hacer gestiones con Pinto para comprar dichas armas y aprender a usarlas. Los arcabuces fueron bautizados en Japón como tanegashimas, como el nombre de la isla, y rápidamente se expandieron por Japón, teniendo mayor demanda de parte de los daimios.
En 1549, el jesuita Francisco Javier llegó a la isla de Tenegashima, próxima a la isla de Kyushu, donde empezó su labor evangelizadora, al principio se encontró con muchas dificultades, pero consiguió propagarse en la isla de Kyushu bajo la protección de algunos daimios. Nobunaga estaba fascinado con el cristianismo, por lo que le dio la bienvenida a los misioneros jesuitas, a quienes les permitió predicar en sus dominios, aunque él mismo nunca se convirtió. Nobunaga mostró también interés por la tecnología extranjera, sobre todo por los arcabuces portugueses que habían llegado hasta Japón años atrás. Desde 1549 comenzó a adquirir estas armas, y en ese año compró 500, con las que equipó a sus tropas. Los portugueses a través de los jesuitas le siguieron suministrando armas. Los jesuitas se establecieron principalmente en la isla de Kyushu y en la capital Kioto. Los japoneses llamaban a los cristianos kirishitans, y a los sacerdotes baterens o paterens.
Batalla de Cagayán
En 1571 comerciantes japoneses comenzaron a intercambiar plata por oro filipino en la isla de Luzón, en las Filipinas, que eran españolas desde que Miguel López de Legazpi en 1565 anexionara estos territorios al Imperio español.
En 1580 fueron los wakos o piratas japoneses, liderados por el temido Tay Fusa, quienes llevaron a cabo un intenso saqueo y sembraron el terror en la isla filipina de Luzón, sobre todo en la provincia de Cagayán. Para poner fin a este ataque, Juan Pablo Carrión emprendió la búsqueda de Tay Fusa al mando una flotilla de siete barcos, compuesta por la galera la Capitana, el navío ligero San Yusepe y cinco bajeles pequeños de apoyo. Sin embargo, el capitán español no imaginaba que el destino le llevaría a vivir, a sus casi 70 años de edad, una cruenta batalla que enfrentaría a 40 soldados españoles contra 1.000 ronins (samuráis sin señor) y ashigarus (infantería ligera japonesa algunos armados con mosquetes).
Al llegar al cabo Bojador, los hombres de Carrión divisaron uno de los juncos japoneses que había estado saqueando la costa de Buzón. Aunque el buque nipón era mucho mayor que los españoles y superaban en número, la Capitana logró acortar distancias hasta interceptarlo. Prepararon los cañones de la crujía y los falconetes y los tercios se armaron para el abordaje, provistos por espadas, picas, arcabuces y hachas.
Las ráfagas de artillería de la galera alcanzaron el casco del junco y los soldados de Carrión saltaron a la cubierta enemiga, pero los guerreros japoneses, bien armados y entrenados en el arte de la guerra, les obligaron a replegarse. Los japoneses no solo superaban a los tercios en número, sino que también contaban con arcabuces portugueses. Ante este contraataque pirata, los soldados españoles retrocedieron hacia la popa de la galera y formaron en una barrera con los piqueros delante y arcabuceros y mosqueteros detrás.
Para defender a sus hombres, Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor y este cayó atravesado sobre la cubierta creando una trinchera y permitiendo a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los japoneses, lo que provocó numerosas bajas enemigas. En ese momento, el San Yusepe disparó sus cañones contra el junco y los japoneses, batidos en retirada, saltaron al agua con la intención de llegar a nado a la costa, aunque muchos se ahogaron debido al peso de las armaduras.
Tras esta victoria, la flotilla española avanzó por el río Tajo o río Grande de Cagayán, donde se encontró con 18 champanes japoneses. Este enfrentamiento también culminó con la victoria de los soldados españoles, quienes lograron desembarcar a los hombres y cañones de la galera en un recodo del río y se atrincheraron próximos a las posiciones del grueso de las fuerzas enemigas en tierra.
Ante el ataque español, los piratas japoneses decidieron negociar una rendición, pero exigieron una indemnización en oro como compensación por abandonar el archipiélago. Carrión se negó tajantemente y Tay Fusa ordenó atacar por tierra con más de 600 piratas.
Los españoles que lideraron la defensa aguantaron dos asaltos seguidos y, para que a los japoneses les resbalen los dedos al intentar arrebatarles las picas durante la lucha, Carrión ordenó untar los mástiles de estas con sebo. El tercer ataque se desarrolló con los españoles casi desprovistos de pólvora, pero lograron resistir con coraje y derrotar a los guerreros nipones.
Los españoles entonces se hicieron con las armas japonesas que habían quedado sobre el campo de batalla como trofeo, lo que incluía katanas y hermosas armaduras. La esgrima europea había demostrado ser mejor que las artes marciales japonesas y las espadas de acero toledano mucho más resistentes y útiles que las katanas. Las armaduras japonesas fueron perfeccionadas con estilo europeo, añadiéndoles petos metálicos.
El cristianismo en Japón
Su sucesor, Toyotomi Hideyoshi, continuó en un principio con la misma política de tolerancia hacia los misioneros cristianos que había mantenido Nobunaga. Se puede decir que su amistad le podía beneficiar en cuanto al comercio y las armas de fuego, no planteaban de momento una preocupación y estaba demasiado ocupado intentando unificar el país. Recibió en numerosas ocasiones a los jesuitas, incluyendo varias visitas del portugués Gaspar Coelho, a quién concedió un permiso oficial para que los sacerdotes residiesen en el país e incluso los eximió del pago de impuestos, favor del que ni siquiera gozaban los bonzos budistas. En 1583 había más de 200 iglesias y cerca de 200.000 conversos.
Esta actitud tolerante e incluso favorable hacia el Cristianismo empezó a cambiar a partir de 1587, cuando Hideyoshi conquistó la isla de Kyushu y se dio cuenta del gran poder que tenían allí los jesuitas. Lo más preocupante era que allí varios daimios se habían convertido ya a la nueva religión, como Omura Sumitada o Bartolomé tras su bautismo, Otomo Sorin o Francisco, y Arima Harunobu o Protasio. Además, en 1580 Omura había cedido a perpetuidad la pequeña villa de Nagasaki a los jesuitas, quienes la habían convertido en un importante puerto y una ciudad en rápido crecimiento gracias al comercio portugués, que desde ese momento no necesitó ir buscando puertos en los que recalar. Este mismo daimio, una vez bautizado, había mandado tirar abajo e incluso incendiar gran cantidad de templos budistas y santuarios sintoístas de sus dominios y obligado a convertirse a más de 70.00 de sus súbditos, prácticas que posteriormente habían copiado otros señores cristianos. Hideyoshi comprobó también que los jesuitas solían entrometerse en asuntos de política, habiendo mediado el portugués Coelho a favor de sus intereses en los conflictos entre diferentes daimios de la zona.
El 23 de julio de 1587, con la isla de Kyushu ya bajo su control, Hideyoshi convocó a Coelho a una reunión en Hakozaki, (la actual Fukuoka). El jesuita llegó a bordo de una flamante fusta, una embarcación ligera, armada con una potente artillería, construida hacía poco en Nagasaki por un armador portugués y muy superior a cualquier nave japonesa. La fusta causó sensación en el puerto a su llegada unos días antes, llegando a oídos del propio Hideyoshi, quien pidió poder visitarla, comprobando con asombro el armamento y las posibilidades de la embarcación. Tras la entrevista, de carácter cordial y amistoso, algunos daimios cristianos se apresuraron a sugerir a Coelho que regalase la fusta al taiko cuanto antes, el jesuita accedió, aunque quizá demasiado tarde.
Esa misma noche Hideyoshi envió un mensajero a uno de los principales daimios cristianos, Takayama Ukon o Justo, con una orden muy concreta: que renunciase a su fe o afrontase la inmediata confiscación de todas sus tierras y el exilio. El daimio respondió que nunca podría renunciar a su fe, por lo que aceptaría el castigo con gran alegría.
Nagasaki y el resto de propiedades de los jesuitas les fueron confiscadas y la ciudad portuaria pasó a depender directamente de Hideyoshi. Los sacerdotes se mostraron lógicamente muy sorprendidos por este cambio repentino y Coelho llegó a pedir ayuda militar a Manila y Macao. Finalmente, los jesuitas ganaron algo de tiempo argumentando que no podían marcharse de Japón hasta seis meses más tarde, puesto que no había ningún galeón a Macao hasta esa fecha, a lo que Hideyoshi accedió.
Llegado el día, los jesuitas decidieron desobedecer el edicto, simulando una partida en la que únicamente salieron de Japón algunos sacerdotes que tenían que ir a China por otros asuntos, continuaron desarrollando su actividad misionera, aunque de forma muy discreta y casi clandestina. Hideyoshi era obviamente conocedor de ello, pero optó por no hacer nada al respecto, únicamente se destruyeron algunas iglesias y se obligó a algunos daimios a renunciar a su fe.
Hideyoshi sabía que si expulsaba completamente a los sacerdotes, Felipe II no permitiría el comercio portugués en Japón, por lo que, de momento, esperaba que los jesuitas hubiesen captado el mensaje, evitasen inmiscuirse en asuntos políticos y procurasen desarrollar su misión sin hacer demasiado ruido.
Conflicto con España
Hideyoshi buscaría abrir una posible vía de comercio que no pasase necesariamente por los portugueses y, puesto que el trato con los chinos seguía cerrado, las Filipinas, controladas por los castellanos, eran una de las pocas alternativas disponibles, así, a partir de 1591 se autorizó el comercio con Manila. De todas formas, se trató de un flujo muy fluctuante y bastante pobre, con la llegada de menos de una veintena de navíos japoneses registrados en la capital filipina.
En cuanto a las mercancías intercambiadas, se sabe por los documentos españoles que el principal negocio era el de la plata japonesa. Japón producía en ese momento nada menos que un tercio de la plata mundial, a cambio de la seda china; con lo que realmente se trataba básicamente de hacer de intermediarios en el interrumpido comercio entre Japón y China.
Fue dentro de este interés de Hideyoshi por el comercio con Filipinas, donde nacieron las relaciones oficiales entre ambos países. Se limitaron básicamente al intercambio de varias embajadas diplomáticas, y el envío de algunas cartas entre el taiko y el gobernador de Manila, permitiéndose el parián o barrio japonés en Manila, donde había 1500 en su momento más álgido, dedicados principalmente al comercio.
La situación cambió considerablemente a partir de 1590, cuando Toyotomi Hideyoshi conquistó Odawara a los Hojo, el último clan poderoso que se le oponía, quedando solamente por conquistar la zona norte del país, que sucumbiría fácilmente solo un año después. A partir de ese momento y durante décadas, en Filipinas existió un miedo constante a un intento de conquista de las islas por parte de Japón, tal y como aparece en infinidad de documentos de la época; a veces solamente como un temor, y en otras como rumores más o menos fundados, e incluso testimonios rotundos.
Las autoridades de Manila dieron credibilidad a estas informaciones, o por lo menos prefirieron ser precavidos, y el gobernador Gómez Pérez Dasmariñas decretó el estado de guerra y, entre otras medidas, mejoró las defensas de la ciudad y pidió refuerzos a Nueva España. Dasmariñas creía que Hideyoshi, una vez pacificado Japón, había dispuesto un gran ejército y estaba simulando estarse preparando para atacar Corea cuando en realidad su objetivo era invadir las Filipinas.
El 29 de mayo de 1592, llegó a Manila una embajada japonesa con una carta de Hideyoshi para el gobernador de Filipinas. En la que no quedaba muy claro si se ofrecía una relación de amistad, o se exigía una relación de vasallaje, aunque sí se anunciaba un ataque militar en caso de denegar la petición de Japón. Los castellanos eran completamente contrarios a ofrecer cualquier muestra de sumisión a Hideyoshi; pero tampoco querían ofenderle porque sabían que no estaban en absoluto preparados para combatir a sus ejércitos, por lo que optaron por ganar tiempo, no haciendo ni una cosa ni la otra por el momento, mientras esperaban más recursos enviados desde Nueva España. Así, durante los siguientes cuatro años se sucedieron una serie de embajadas, tanto desde Manila a Japón como en el sentido contrario, que no sirvieron para hacer avanzar la relación entre ambos archipiélagos hacia ningún sitio.
Quienes sí consiguieron avanzar fueron los franciscanos, que desde su llegada a Filipinas en 1575 habían insistido de forma infatigable en pedir permiso para llevar su misión hasta Japón. Territorio adjudicado a Portugal y, por ello, competencia de los jesuitas. En 1593 el sacerdote franciscano Pedro Bautista era enviado como embajador junto con tres padres más de su misma orden y tras entregar las cartas y presentes que llevaban pidieron permiso para quedarse en el país como señal de buena voluntad, algo que fue aceptado por Hideyoshi.
Aunque estaban en Japón en calidad de embajadores y no de misioneros, una vez establecidos allí, empezaron con su misión evangelizadora en la capital, sin esconderlo demasiado ni intentar adaptarse a la sociedad japonesa, tal y como habían hecho los jesuitas décadas antes. Obviamente, Hideyoshi era conocedor de todo ello, pero de momento creyó que se trataba de un mal menor, necesario para mejorar la relación y el comercio con Castilla, y lo dejó pasar. La permanencia en Japón de los franciscanos era además muy útil para Filipinas, puesto que los sacerdotes enviaban informes a Manila acerca de todo lo que sucedía en el país, como la muerte del sobrino de Hideyoshi o lo que se sabía de la guerra en Corea; alguno de estos franciscanos llegaron a recomendar una invasión de Japón por parte de Castilla, y creía que los daimios cristianos colaborarían sin duda.
La situación cambiaría en 1597, el galeón español San Felipe, fue arrastrado a una playa japonesa, y su capitán advirtió que los españoles iban a conquistar el Japón a través de sus misioneros. Este hecho provocó la ejecución de los 26 religiosos, que fueron crucificados, siendo conocidos desde entonces como los mártires de Nagasaki. Estos hechos se entendieron desde Manila como el final de la relación de relativa amistad que tenían con Hideyoshi, aunque para el taiko se trató solamente de una especie de llamada de atención, algo así como un aviso.
Los españoles volvieron a temer una invasión japonesa de las Filipinas, como se había temido antes de los primeros contactos. Por ello, se continuó trabajando en las defensas de Manila y toda su isla y, en un movimiento similar a otros que se habían efectuado en el pasado. Se decidió enviar una embajada a Japón para, nuevamente, ganar tiempo y tratar de recuperar tanto la carga confiscada del San Felipe, sumamente importante para la economía de las Filipinas, como los restos de los mártires de Nagasaki.
El siguiente giro completo en el escenario de las relaciones entre Japón y España se produciría a mediados de septiembre de 1598 cuando, con solamente cinco días de diferencia, murieron primero Felipe II y después Hideyoshi. Al primero lo sucedería inmediatamente su hijo Felipe III, pero con Hideyoshi la sucesión no fue tan sencilla y todo quedaba interrumpido, incluyendo tanto la guerra de Corea como las relaciones con Manila. Pese a la muerte del taiko, en las Filipinas se siguió temiendo una invasión japonesa, basando esta vez el temor en el final de la guerra en Corea y el consiguiente retorno de un gran número de soldados a Japón.