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Enfrentamiento de Ney con Masséna
Masséna tenía la intención de virar hacia el sureste, hacia la frontera española y el Tajo central, con el objeto de tomar posición en el territorio Coria-Plasencia, desde donde amenazaría al centro de Portugal en un nuevo frente. Esto requirió una marcha desde Celorico a través de las montañas de Belmonte y Penamacor, y luego a través de la Sierra de Meras, hacia la meseta escasamente poblada del norte de Extremadura.
A finales de marzo solo quedaban 24 cañones con 25 cajones de munición, pero más importante aún era la necesidad de abastecerse de botas y ropa. En muchos regimientos, una tercera parte o una cuarta parte de los hombres no tenían calzado, sino “rivlins” o mocasines hechos cada pocos días con pieles de ganado. Los uniformes estaban hechos harapos; muchos soldados no tenían nada que recordara el atuendo reglamentario sino el capote que cubría todo.
Sin embargo, lo principal de todo era el aspecto moral, se había relajado la disciplina, como es siempre el caso cuando las tropas han estado viviendo del saqueo diario durante seis meses. Y esta misma falta de disciplina era más evidente entre los generales, quienes, ahora que Masséna había fracasado, lo criticaban abiertamente ante su EM, y a menudo descuidaban sus órdenes. Masséna sospechaba que Ney, Junot y Reynier tenían la intención de denunciarlo ante el Emperador. Ney se había ceñido con furia a sus órdenes desde que comenzó la retirada, y les decía a todos los que querían escuchar que un regreso apresurado a España era la única política posible, y que el sueño de resistir en el río Mondego o en el río Alva era absurdo.
Probablemente, no fue por motivos meramente estratégicos, sino porque estaba decidido a imponerse, a demostrar que era dueño de sus propios movimientos y que aún no era un hombre derrotado o un fracasado. Masséna dio órdenes el día 22 de marzo para el CE-II se preparase para moverse hacia el sur, no hacia el norte, desde Guarda, y el CE-VI y el CE-VIII se preparasen para seguir la misma ruta.
Esto provocó una explosión de ira por parte de Ney, quien en el transcurso de 4 horas de la tarde escribió tres cartas sucesivas a su comandante, en términos de creciente irritación. En el primero, que fue enviado antes de recibir las órdenes detalladas para el nuevo movimiento, se limitó a plantear todas las objeciones al mismo y preguntó si Masséna tenía permiso del Emperador para un cambio tan general de planes. En la segunda, después de haber recibido y leído las órdenes, protestó formalmente contra ellos y dijo que, a menos que se hubieran recibido instrucciones positivas de París que autorizaran el nuevo plan, el CE-VI no debía marchar.
Dio muchos argumentos y eran indiscutiblemente ciertos. “El ejército tiene que descansar detrás de los refugios de Almeida y Ciudad Rodrigo, para recibir la ropa y los zapatos que son absolutamente necesarios y que deben ser sacados de los almacenes. Se equivoca Vuestra Excelencia al pensar que en la comarca de Coria y Plasencia se puede conseguir comida en abundancia. He marchado por ese país, y es imposible exagerar su esterilidad o la maldad de sus caminos. Su Excelencia no conseguirá un solo cañón hasta ahora, con los equipos que hemos traído de Portugal. Además, esta maniobra, tan singular en este momento concreto, dejaría al descubierto a Castilla La Vieja y comprometería todas nuestras operaciones en España. Soy plenamente consciente de la responsabilidad que asumo al oponerme formalmente a sus intenciones, pero, aunque estuviera destinado a ser destituido o condenado a muerte, no podría ejecutar la marcha sobre Coria y Plasencia dirigida por Su Alteza, a menos que haya sido ordenado por el Emperador”.
Dos horas después de la segunda carta que Ney envió en la tercera, que no fue una mera protesta, ni siquiera una mera negativa a moverse, sino una declaración abierta de su intención de marchar de regreso a Almeida. “Advierto a Vuestra Excelencia que mañana dejaré mis posiciones de Carapichina y Cortiço, y subiré mis tropas de Celorico a Freixadas, y al día siguiente estarán entre Freixadas y Almeida. Esta disposición se me impone, para evitar que toda la fuerza se disuelva, con el pretexto de buscar el alimento necesario para su subsistencia, porque ahora falta absolutamente el alimento”.
Masséna depuso formalmente a Ney del mando del CE-VI, y le ordenó que partiera para Valladolid sin demora, esperando allí las órdenes del Emperador. A Loison le ordenó que asumiera el mando a la mañana siguiente. Varios de los partidarios de Ney lo instaron a que se negara a obedecer, depusiera a Masséna y se declarara comandante en jefe del ejército de Portugal.
Masséna envió a su ayudante de campo Pelet a París al día siguiente, con órdenes de llegar al Emperador sin demora y explicarle la situación antes de que Ney pudiera contar su historia.
Batalla de Segubal (3 de abril de 1811)
Movimientos previos
Una vez desterrado Ney, Masséna pudo llevar a cabo su descabellado plan de marcha hacia el norte de Extremadura a través de las montañas portuguesas. El 23 de marzo, el CE-VI se dirigió a Celorico, y su artillería avanzó hasta Ratoeiro en la carretera de Guarda. El CE-VIII salió de Celorico y avanzó en la misma dirección, con su caballería en Ponte do Ladrão por delante. Drouet con la DI de Conroux se dirigía hacia Almeida, con los enfermos y heridos de todo el ejército. Se le ordenó tomar posición en Val-de-Mula en el río Turones, entre Almeida y Ciudad Rodrigo. Su otra DI, la de Claparéde, fue enviada desde Guarda para unirse a él el mismo día. Drouet, según algunas versiones, se había retirado por voluntad propia sin esperar las órdenes de Masséna.
Durante los siguientes cinco días continuó la marcha hacia el sur y el este. Después de un descanso de solo dos noches en Guarda, el CE-II avanzó el 24 de marzo por dos malos caminos paralelos a través de las colinas, y acampó con su primera división en Sortelha y la segunda en Aguas Bellas: un destacamento de caballería de flanqueo ocupó Belmonte, más al oeste, para vigilar el valle del Zezere.
El CE-VIII tomó la posición que el CE-II había evacuado en Guarda, perdió muchos de sus ya agotados caballos al subir la empinada subida a esa ciudad; que se encuentra en la misma cima de la sierra de la Estrella, a una altura de más de 900 metros sobre el nivel del mar. Ninguna otra ciudad de Portugal se encuentra tan alta. El CE-VI siguió al CE-VIII, pero se detuvo antes de Guarda, para cubrir el lento avance de su artillería.
El 25 de marzo, la vanguardia del CE-II llegó a Val de Lobos camino a Penamacor, el cuerpo principal avanzaba penosamente detrás. Junot y el CE-VIII abandonaron Guarda, pero no tomaron el camino que había seguido Reynier, sino otro igualmente difícil que conducía a Belmonte. Pero los cañones no pudieron continuar con las DIs. Hubo que dejarlos en Guarda, pues la carretera de Belmonte se resultó absolutamente impracticable para ellos, era un serio contratiempo para Masséna, que había contado con utilizar esa vía para todo el cuerpo. Del CE-VI, la DI-1/VI de Marchand entró en Guarda, la DI-2/VI de Ferey (antigua de Loison) se detuvo en Rapoulla, al pie del gran montaña en la que se encuentra esa ciudad. La DI-3/VI de Mermet había dado un giro, más en la llanura, y estaba en Goveias, a 24 km al noreste de Guarda, con una retaguardia en Freixadas en el camino a Almeida.
El día 26 de marzo, último día en el que se puede decir que todavía se estaba llevando a cabo el loco plan de Masséna para marchar a Extremadura, todo el CE-VI se concentró en Guarda; el CE-VIII en Belmonte envió reconocimientos hacia Covilhão, Manteigas y el Zezere; pero el CE-II, que encabezaba la columna de marcha, quedó completamente atascado en las montañas entre Sortelha y Penamacor. Debe haber parecido un trozo amargo de ironía para Reynier cuando recibió órdenes de “hornear pan y galletas para el ejército”, cuando se encontraba en un país casi totalmente deshabitado, en la divisoria de aguas entre las fuentes de los ríos Coa y Zezere, con la sierra de Meras, la cordillera fronteriza entre España y Portugal, frente a él.
El 27 de marzo, Reynier se vio impulsado por pura necesidad a enviar un despacho argumentativo al comandante en jefe, para que abandonara su gran plan: “no se puede conseguir comida en todo el camino de Guarda a Plasencia; si el cuerpo llegara alguna vez a este último lugar, allí no encontrará recursos, porque el país de Coria-Plasencia no cultiva su propio maíz, sino que se alimenta en tiempos ordinarios del valle del Tiétar y de otras regiones lejanas”. Esto lo sabía Reynier por sus propias experiencias en esa región, cuando había estado vigilando a Hill el verano anterior. También advirtió a Masséna que estaba llevando al ejército a un impasse (callejón sin salida); pues el Tajo es una barrera completa entre el norte y el sur de Extremadura, y no se podía cruzar salvo en el transbordador de Alconetar, donde ya no había barcos, el puente de Alcántara (entonces destruido) y el de Almaráz, donde había solo un puente de pontones.
Al mismo tiempo, Junot escribía desde Belmonte para decirle que no podía ir más lejos; no solo se había visto obligado a dejar todas sus cañones en Guarda, sino que “les troupes meurent de faim, et ne peuvent pas se présenter en ligne” (las tropas mueren de hambre y no pueden formar en línea). Había recorrido el país hasta Covilhão con su caballería, en busca de alimento, con el único resultado de arruinar los pocos caballos que aún estaban en condiciones útiles.
El 28 de marzo, Masséna admitió a regañadientes que una pronta retirada a España era el único camino posible. Pero eligió basar su cambio de planes no en la realidad. Se acababa de recibir un informe de Drouet; ese general, al llegar a las cercanías de Almeida, había comunicado que la fortaleza se encontraba en el mayor peligro, pues contaba con solo 15 días de comida y, si el CE-IX tuviera que retirarse allí, caería de hambre en quince días. El estado de Ciudad Rodrigo era un poco mejor.
El 29 de marzo, Masséna dio las órdenes que marcaron el abandono de su gran plan e inició su retirada hacia Ciudad Rodrigo. Reynier y el CE-II, abandonando los caminos de la montaña, bajaron por un camino lateral hasta Sabugal en el valle superior del río Coa, debían detenerse allí hasta que Junot y el CE-VII, que venían de Belmonte, los hubieran alcanzado y pasado. Mientras tanto, el CE-VI debía detenerse en Guarda hasta que el CE-VIII hubiera cruzado las montañas; pero se le ordenó que enviara una división (la de Ferey) a Adão en la carretera de Sabugal, a 13 km al sureste, como primer escalón de su próximo movimiento de retirada hacia el río Coa. El propio Masséna y el cuartel general del ejército se trasladaron de Guarda la mañana del 29 de marzo a Pega, una aldea algunos km más cerca del río Coa que del Adão.
Aquella mañana el ejército británico, del que Masséna no había sabido prácticamente nada durante los últimos 8 días, hizo su aparición de la manera más contundente, cayendo sobre el enemigo justo cuando se encontraba en medio de un complicado movimiento, con sus 3 CEs separados de unos a otros por distancias de más de 30 km.
Wellington había detenido a la mitad de su ejército en el río Alva el 20 de marzo, por pura falta de provisiones, enviando solo las 2 BRCLs y las D-3, DI-6 y DIL para perseguir a Masséna en la carretera de Celorico. No tenía ninguna duda de que el enemigo estaba a punto de retirarse de Celorico y Guarda hacia la frontera española sin el menor retraso. El 24 de marzo, los dragones de Slade ocuparon Celorico e informaron que el enemigo lo había abandonado el día anterior; se habían dividido en dos columnas: la mayor (CE-VI y CE-VIII) se había dirigido hacia Guarda, la más pequeña (Drouet con la DI-2/IX de Conroux) había tomado la carretera alta hacia Freixadas y Almeida. Aún no había nada que indicara a Wellington que Masséna la intención de avanzar en dirección a Extremadura y al Tajo medio.
El 25 de marzo, el primer convoy de provisiones de la nueva base establecida en Coimbra llegó a los campamentos en el río Alva, y Wellington pudo por fin poner en movimiento la DI-1 y la DI-5 y los portugueses de Ashworth. Avanzaron por la carretera de Celorico y esa noche llegaron a Galliges. Aún no habían llegado noticias del movimiento hacia el sur de los franceses desde Guarda, que había comenzado el día anterior. La vanguardia del ejército se había establecido en Celorico, al que llegaron la DIL y la DI-3 los días 25 y 26, habían subido muy lentamente, angustiados por la comida, y, por tanto, obligados a hacer etapas muy cortas. Solo se había repartido una ración de pan en los últimos 4 días.
El 26 de marzo, la caballería salió de Celorico, la BRCL de Arentschildt (RDL-16 y RH-1 KGL) tomó el camino de Almeida, el coronel Hawker con la BRD (RD-1 y RDL-14), avanzó hacia Guarda. Cada uno barrió las aldeas en los flancos de su ruta. El resultado de la exploración fue mostrar que un cuerpo muy grande del enemigo se había retirado a Guarda y un cuerpo muy pequeño a Almeida.
Una patrulla de los RDL-16 alcanzó la retaguardia de Mermet y se capturó a 1 oficial y 18 de tropa. Los informes del día siguiente fueron más o menos lo mismo: empezó a quedar claro que casi todo el ejército francés debía haber ido a Guarda.
Mientras tanto, Wellington decidió que, dado que el enemigo persistía en quedarse en Guarda, debía sacarlos de esa ciudad. Pero pensaba que 2 o 3 CEs estaban concentrados en su vecindario, y no atacaría hasta que su retaguardia hubiera subido desde el río Alva hasta Celorico. Esto no sucedió hasta el 29 de marzo, cuando la DI-1 llegó al lugar, con la DI-5 muy cerca. Pero el día anterior ya había partido de DI-3 de Picton para cruzar la sierra de la Estrella por la carretera de montaña de Prados;y la DIL con la caballería de Arentschildt había tomado la ruta más larga por la otra orilla del Mondego, que va a Guarda por Baracal, Villa Franca y Rapoulla. Un destacamento de flanqueo, compuesto por un ala del RIL-95 de rifles, se topó con una pequeña retaguardia dejada por Mermet en Freixadas, y los expulsó del pueblo.
El 29 de marzo, la DIL y las dos brigadas de caballería se trasladaron a Guarda desde Rapoulla. Mientras Picton con la DI-3 se acercó desde el oeste, en el lado de las colinas más altas, y el general Alexander Campbell, con la DI-6, avanzó entre las otras dos columnas, por la carretera del lado este del Mondego que pasa por Ramilhosa. Los tres convergieron en las alturas alrededor de Guarda aparecieron columnas británicas con pocas horas de diferencia, siendo Picton el primero en llegar.
Los franceses apenas se percibieron, porque la pantalla de caballería había mantenido a los británicos ocultos hasta el final. Picton encontró las DIs de Mermet y Marchand en la meseta de Guarda, con la de Ferey a sus pies en el lado este, comenzando ya su marcha hacia Adão, que iba a ser el inicio de la retirada general que Masséna contemplaba al día siguiente. Parece claro, a partir de fuentes francesas, que Loison fue completamente sorprendido.
Cuando los británicos se acercaron, Loison se enfureció y, al ver que la DIL amenazaba con presionarlo por la retaguardia, huyó de inmediato sin luchar. Como su CE-VI aún contaba con cerca de 15.000 efectivos y Wellington tenía hasta el momento solo 3 DIs, no era superior en número, frente a la formidable colina de Guarda, parece que la huida del CE-VI desde tal posición fue ignominiosa. Sin duda, Ney habría librado una brillante acción retardadora con su retaguardia.
Loison partió a toda prisa por los dos caminos que tenía delante, ambos conduciendo al sureste hacia el río Coa, uno por Adão y Pega hacia Sabugal, el otro por Villa Mendo y Marmeleiro hacia Rapoulla de Coa. La infantería británica nunca pudo encontrarlo. La caballería presionó su retaguardia e hizo muchos prisioneros, principalmente grupos de forrajeo que habían quedado rezagados para unirse al cuerpo principal. Una patrulla de los RDL-16 capturó a 64 hombres en un grupo y se llevó 150 ovejas y 20 bueyes. El número total de prisioneros era entre 200 y 300.
Pero la retaguardia francesa de 3 BIs se mantenía bien unida, y estaba en demasiado buen estado para ser atacada por escuadrones de caballería sin apoyo. El grueso del CE-VI marchó todo el día hacia los vados del río Coa, pero no había llegado a ese río al anochecer. Una de sus columnas acampó en Pega, la otra en Marmeleiro.
A la mañana siguiente del 30 de marzo, Masséna se encontraba en una situación muy peligrosa: sus tres cuerpos seguían dispersos y Junot se demoraba en Belmonte, de donde se trasladó esa mañana hacia Sabugal. Si Wellington hubiera sabido de la posición aislada del CE-VIII, podría haber cortado su línea de retirada hacia el río Coa, donde el CE-II lo estaba esperando. Junot pudo salir adelante mediante dos duras jornadas de marcha por caminos de montaña, de Belmonte a Urgueira (30 de marzo) y de Urgueira a Sabugal (31 de marzo), gracias a que había dejado toda su artillería detrás en Guarda. Sus cañones habían sido entregados al CE-VI y formaban parte de la columna al mando de Ferey que marchaba por Pega hacia el río Coa.
Mientras tanto, el CE-VI tuvo que completar su retirada a la línea del río Coa. Llegó a ella por la tarde hostigado, pero no gravemente dañado por las dos BRCs británicas, de las cuales Hawker siguió a la columna en el norte y Arentschildt en el sur, de las dos carreteras paralelas por las que Loison se movía. Todos los relatos coinciden en que el general Slade, que dirigía ambas brigadas, mostró demasiada cautela y perdió varias ocasiones para atacar la retaguardia del enemigo, en terreno abierto muy favorable a las tácticas de caballería y artillería a caballo. Solo recogieron a unos pocos rezagados, y el enemigo estaba a salvo a través del río Coa al anochecer: la DI-de Marchand en Ponte Sequeiro, la de DI de Ferey y la DI de Mermet en Bismula, 11 km más al sur, desde donde estaban a solo 13 km del ala derecha de Reynier en Sabugal. Los británicos aún no habían detectado la marcha de flanco de Junot, que cada hora lo acercaba a un lugar seguro.
El 31 de marzo, el CE-VIII escapó de sus peligros, llegó a Sabugal y, pasando detrás de Reynier, avanzó 17 km más hasta Alfayates, donde se detuvo para un descanso muy necesario. Las tropas quedaron reducidas al último extremo por el cansancio y el hambre. En Alfayates, a menos de 5 km de la frontera española y solo a dos jornadas de marcha de Ciudad Rodrigo, por fin comenzaron a recibir provisiones regulares y casi habían salido de las montañas hacia las onduladas tierras altas del sur de León.
Masséna, en el momento en que supo que Junot estaba a salvo, no continuó retirándose; sino que permaneció dos días más detrás del río Coa superior, y, por lo tanto, se expuso a un peligro, dado que su ejército estaba alineado en una línea demasiado delgada, vigilando 33 km detrás del río. Al no ver a la infantería británica los días 30 y 31 de marzo, pensó que Wellington se había detenido en Guarda y no tenía la intención de continuar la persecución en Sabugal.
Sus fuerzas continuaron en sus posiciones durante el 1 y 2 de abril, salvo que toda la caballería de reserva de Montbrun fue enviada a la retaguardia, a los valles del Águeda y del Azaba, para descansar y recuperarse, tanto los hombres como los caballos están bastante agotados. Las BRCLs de Reynier, Junot y Loison también enviaron de regreso a muchos hombres desmontados, y cientos más cuyas monturas eran incapaces de usarse por el momento; de modo que las BRCLs adjuntas a cada uno de los CEs, disponían solo de unos pocos cientos de efectivos, a muchos de los regimientos solo les queda un escuadrón efectivo, y otros no más de dos. La retirada de Santarém prácticamente había incapacitado a la caballería francesa.
Despliegues de fuerzas
Wellington, mientras tanto, habiendo descubierto por las exploraciones de su caballería, que el enemigo se mantenía firme en el río Coa, resolvió desalojarlos de su último dominio en Portugal. Para ello requirió de toda su fuerza, y las DI-1 y DI-5 avanzaron desde Celorico a Freixadas el día 31 de marzo, para alinearse con las DI-3, DI-6 y DIL. Con ellos estaba presente la tan esperada DI-7, que llegó al frente a finales de mes, aunque incompleta. Porque la BRIL de la KGL había llegado a Lisboa con más de 15 días de retraso, y solo 4 BIs presentes, junto con 5 BIs portugueses que le habían sido asignados.
Pero además varios BIs recién desembarcados se unieron a las antiguas DIs para compensar pérdidas, de modo que casi 6.000 infantes en total se agregaron al ejército. Después de deducir muchos hombres que quedaron atrás por enfermedad o agotamiento, durante su avance sobre las regiones devastadas de Beira, Wellington disponía de unos 38.000 efectivos, una fuerza numéricamente similar a la del enemigo, que el 1 de abril se había reducido a 39.905 efectivos, sin contar al CE-IV que se encontraba en las cercanías de Almeida.
El plan que desarrolló Wellington para el desalojo final de los franceses de Portugal fue envolver su ala izquierda en el lado de Sabugal, mientras que contenía su ala derecha del CE-VI en el río Coa central. Al mismo tiempo, se encontró una distracción para el CE-IX, ya que las BRIs de la milicia de Wilson y Trant fueron ordenadas cruzar el río Coa cerca de su confluencia con el Duero, y amenazar a Almeida desde el lado norte; un movimiento que no pudo dejar de tener el efecto de mantener a Drouet inmovilizándolo en la posición que ocupaba.
Es un poco difícil entender por qué Wellington eligió irrumpir por la izquierda francesa en lugar de la derecha. Desde el punto de vista estratégico hubiera sido preferible cruzar la Coa al norte del flanco del CE-VI Cuerpo, y lanzar todo el peso del ejército británico para empujar a los franceses hacia el sur, hacia Sabugal y Alfayates. Porque así serían separados del CE-IX Cuerpo, empujados a la comarca montañosa árida y casi sin caminos de la sierra de Gata y la sierra de Meras, y separados de Almeida e incluso de Ciudad Rodrigo, que estaban deseosos de cubrir. Mientras que envolver su ala izquierda solo tendría el efecto de empujarlos hacia atrás en su línea natural de retirada hacia Rodrigo, y los presionaría hacia el CE-IX en lugar de alejarse. Sin embargo, la decisión del general británico parece haber estado guiada por consideraciones tácticas más que estratégicas. Pensó que tenía una buena oportunidad de atrapar al CE-II en Sabugal en una posición aislada y aplastarlo, antes de que el CE-VI o el CE-VIII pudieran acudir en su ayuda.
Sabugal era un pequeño lugar amurallado con un castillo árabe en ruinas, se encuentra en un recodo o gancho saliente de la Coa, que gira justo encima de la ciudad en ángulo recto con su curso original, que va directamente de este a oeste. El río no está lejos de su nacimiento y, aunque sus orillas son empinadas, sus aguas son estrechas y hay muchos vados tanto por encima como por debajo del pueblo. Si una fuerte columna envolvente, ocultándose en los cerros, pasaba por la margen sur del Coa, y cruzaba el río algunos km por encima del pueblo, podía arrojarse a la retaguardia del CE-II y cortarle su retirada sobre Alfayates.
Mientras tanto, un ataque general del cuerpo principal de Wellington lo fijaría en su posición de frente, mientras la columna le envolvía, y habría muchas posibilidades de infligir una derrota aplastante al CE-II, tal vez de capturar la mayoría. Si el ataque era lanzado por sorpresa al amanecer, todo el asunto debería completarse antes de que el CE-VI o el CE-VIII pudieran llegar a tiempo en apoyo de Reynier. Cuando por fin aparecieran, el CE-II ya estaría destruido y Wellington estaría preparado para arriesgar una batalla general.
Los días 1 y 2 de abril. Las DIs 1, 5 y 7 fueron llevadas desde Celorico a Guarda, y desde allí para unirse a las DIL, DI-3 y DI-6 que ya se encontraban a lo largo del Coa frente a las líneas francesas.
La DI-6 quedó en Rapoulla de Coa, frente al centro de Loison, y un solo BI de la DI-7 observaba el puente de Sequeiro frente a su flanco norte. Estas tropas se mostraban visibles y mantenían a Loison nervioso, porque nada parecía más probable que el ataque general dirigido contra él. Mientras tanto, todo el resto del ejército, 5 DIs y 2 brigadas de caballería, más de 30.000 hombres, se lanzaría contra Reynier. La columna envolvente estaría formada por la DIL y las dos brigadas de caballería, que debían vadear el Coa en dos puntos separados 3 a 5 km respectivamente por encima de Sabugal. Si Erskine, quien iba a comandarlo, así lo decidiera, la columna podría cruzar aún más arriba. Se pretendía que apareciera mucho más allá del ala izquierda de Reynier y golpeara las colinas de Quadraseis hasta el pueblo de Torre en la carretera de Alfayates, donde se colocaría a través de su línea de retirada. El terreno en esa dirección estaba abierto y era propicio para la caballería.
Los franceses no tenían ninguna posibilidad de caer sobre este destacamento, ya que iba a ser atacado en el frente con fuerzas aliadas muy superiores.
Las fuerzas aliadas consistían
- DI-6 de Campbell quedó en Rapoulla de Coa, frente al centro de Loison no entró en combate.
- DI-5 de Dunlop debía atacar el puente de la ciudad, atravesaría la ciudad y atacaría el centro de Reynier.
- DI-3 de Picton (7 BIs británicos y 5 BIs portugueses) debían cruzar un vado fácil a 1,5 km por al sur de Sabugal y atacaría el flanco izquierdo de Reynier.
- DI-7 de Sontag estaba unos km atrás, lista para apoyar ala DI-5 o a la DI-3 en el ataque frontal, no entró en combate.
- DIL de Erskine con la BRIL-I de Beckwith (BIL-I/95, BIL-I/43 y BIL-III/P de cazadores y la BRIL-II de Drummond (BIL-II/95, BIL-I/52, BIL-II/52 y BIL-I/P de cazadores).
- BRCL de Erskine con RH KGL (2) de Hawker, y la RDL-16 de Slader (2) realizarían el envolvimiento.
El CE-II de Raynier desplegó:
- DI-1/II de Merle con 12 Bóns (RIL-2, RIL-4, y RI-36).
- DI-2/II de Heudelet con 15 Bóns (RIL-17, RI-70, RIL-31 y RI-47).
- BRC de Pierre Soult 2 ECs (RH-1, RD-8, RD-25, RC-22 de cazadores)
- Artillería: 2 obuses.
William Erskine, quien había tomado el mando temporal de la DIL luego de las vacaciones de Robert Craufurd. La descripción de Harry Smith del hombre está lejos de ser elogiosa, cuando lo llamó «un viejo asno miope».
Desarrollo de la batalla
Lamentablemente, la mañana del 3 de abril había una densa niebla, buena para ocultar la marcha de las tropas, pero mala porque impidió que las tropas descubrieran su objetivo. Tanto Picton con la DI-3 como Dunlop con la DI-5 (por ausencia de Leith durante su permiso) resolvieron no moverse y enviaron aviso a Wellington, que estaba cerca, para recibir órdenes. No así el temerario y presuntuoso William Erskine (jefe interino de la DIL), que envió un ayudante de campo a la DIL, para que bajara al río y cruzara por el vado que le había sido asignado en el esquema general. También se ordenó a la caballería que avanzara y tomara el otro vado, más a la derecha, por el que debían envolver la retaguardia enemiga.
La BRIL-I de Beckwith, (BI-I/43, 4 Cías del BIL-I/95 de rifles, BIL-III de cazadores portugueses). Estaba esperando en columna, en la carretera sobre el río, cuando llegó el ayudante de campo de Erskine y preguntó al general de brigada en tono perentorio “por qué no había cruzado”. Beckwith partió de inmediato en la dirección en la que suponía que estaba el vado, pero se perdió en la niebla; no avanzó lo suficiente hacia la derecha y llegó al río Coa no por el vado asignado, sino por un peligroso paso casi a 5 km más cerca de Sabugal, donde el agua llegaba hasta las axilas de los hombres. La BRIL-II de Drummond (BI-I/52, 4 Cías del BIL-I/95 de rifles, BIL-I de cazadores portugueses) siguió a cierta distancia y siguió el mismo camino equivocado. La caballería con William Erskine, siguió el rumbo desde la DIL, y bajó al río no muy lejos a su derecha, en un punto unos 3,3 km más al oeste de lo previsto. Perdieron mucho tiempo buscando un vado; en el momento en que encontraron uno, la DIL ya estaba muy comprometida, y finalmente vieron que el paso estaba tan cerca de esa fuerza que los dragones se acercaron casi por detrás de la BRIL-II de Drummond, en lugar de muy lejos a su flanco.
Los piquetes de Reynier estaban cerca de la orilla del agua y abrieron un fuego disperso en la cabeza de la columna de Beckwith cuando cruzaba el río. Pero fueron fácilmente expulsados, y la BRIL-I formó en el otro lado, con una pantalla de escaramuzas muy fuerte, compuesta por las 4 Cías del RIL-95 y 3 Cías de cazadores portugueses. El BI-I/43 y el otro medio BIL-I de cazadores portugueses formaron en línea, unos cientos de metros detrás de los fusileros.
Todavía estaban envueltos por la niebla, y no pudieron descubrir nada más que estaban persiguiendo a los piquetes franceses por una suave pendiente, en su mayor parte un terreno baldío pero cortado por unos pocos campos con muros de piedra bajos. Avanzando rápidamente, se encontraron con un RI francés, que ya estaba desplegado, y preparándose para hacerlos frente.
Lo que había sucedido en la niebla era que la DIL, en lugar de envolver el flanco de la posición de Reynier, había chocado directamente contra ella. El CE-II se había establecido en la larga colina detrás de Sabugal y sobre el río Coa, listo para resistir un ataque frontal, con la DI-1/II de Merle a la izquierda y la DI-2/II de Heudelet a la derecha, sobre la ciudad. Beckwith había atacado al RIL-4 que estaba a la izquierda del CE-II.
Merle, advertido por el fuego de los piquetes, estaba redesplegando en un nuevo frente. Formó los 4 BILs del RIL-4 en 4 columnas, y los condujo contra la pantalla de tropas ligeras que cubría la línea de Beckwith, y las hizo retroceder con una pérdida considerable para él y poco para sus oponentes, ya que solo tenía escaramuzadores a los que disparar, mientras que sus propias columnas de batallón eran muy vulnerables. Las tropas ligeras retrocedieron a cada flanco de la línea presentada por el BI-I/43 y las Cías de cazadores portugueses, y luego se detuvieron y se volvieron contra los franceses.
El balance de números estaba a favor de la BRIL-I de Beckwith, porque aunque tenía solo dos batallones y medio y el enemigo cuatro, las unidades francesas eran muy débiles, el RIL-4 tenía solo 1.100 efectivos, mientras que el BI-I/43 tenía 750 y sus tropas ligeras auxiliares eran al menos 600 más. Por lo tanto, no fue sorprendente que el RIL-4 francés pronto se fuera a la retaguardia, gravemente golpeado, después de un breve intercambio de descargas. Beckwith lo siguió, empujando al enemigo a través de un pequeño bosque de castaños, hasta que llegó a la cima sur de la cordillera en la que se había trazado la línea francesa.
En ese momento cayó una fuerte lluvia que disminuyó mucho la eficacia del fuego británico. Atacada por el doble de tropas frescas, la BRIL-I de Beckwith fue rechazada a cierta distancia. Pero se reagruparon detrás de unos muros de piedra de los recintos, justo cuando cesó el aguacero, y tras una contienda obstinada de mosquetería, detuvieron a los RIs franceses, que, sumidos en el desorden, se retiraron cuesta arriba para reformarse. Aunque consciente de que estaba comprometido contra todo pronóstico, y aunque no podía ver nada de la BRIL-II de Drummond ni de la caballería británica, que en ese momento deberían haber acudido en su apoyo; Beckwith subió la colina por segunda vez en persecución.
Cuando llegó a la cima, se encontró con la batería divisional de Merle (2 obuses), la ahuyentó y capturó un obús. Inmediatamente después, fue flanqueado a su izquierda por la infantería, al parecer el RIL-4 que se había reagrupado, mientras que a la derecha fue cargado por 2 escuadrones (dragones, cazadores y húsares), todo lo que la mermada brigada de caballería de Pierre Soult. El BI-I/43 y sus compañeros apenas se vieron presionados y tuvieron que ceder terreno, pero refugiándose una vez más entre los recintos de piedra, se negaron a ceder su posición en la ladera. El obús capturado yacía en su frente, en un espacio abierto barrido por la mosquetería de ambas partes.
Grupos de cada lado hicieron intentos desesperados de salir corriendo y llevárselo, pero sin efecto, ya que el fuego cruzado era demasiado fuerte. La BRIL-I de Beckwith estaba en una posición sumamente peligrosa, solo preservada de la aniquilación por el hecho de que la niebla y la lluvia impidieron al enemigo reconocer la pequeñez de la fuerza que se le oponía: dos batallones y medio con unos 1.300 efectivos contra 3.500.
En ese momento llegó por fin la ayuda: la BRIL-II de Drummond apareció en escena con unos 2.000 efectivos. Habiendo perdido el contacto con la BRIL-I en el vado, había tomado una ruta mucho más parecida a la que originalmente pretendía Wellington para ser empleada, y había subido la ladera trasera de las alturas, muy a la derecha de Beckwith, sin encontrar ningún enemigo. El ruido del combate llevó a Drummond a su izquierda; cambió de dirección y se acercaba por la ladera y se acercaba a Beckwith cuando recibió una orden muy desacertada de Erskine, que estaba con la caballería un poco a su retaguardia derecha, indicándole que no avanzara ni se enfrentara. Pero haberse reprimido habría significado permitir la destrucción de la BRI-I. Haciendo caso omiso de la orden, Drummond desplegó el BI-I/52, el BIL-I/P de cazadores portugueses y 4 Cías del RIL-95 a la derecha de los recintos donde luchaba Beckwith, con el BI-II/52 en reserva.
Este ataque de una fuerza nueva fue demasiado para los franceses del RIL-2 y RI-36, que habían sufrido severamente en los combates anteriores. Cedieron, y Drummond, con Beckwith siguiendo en escalón a su izquierda, recuperó la cresta de las alturas y recapturó el obús francés. Las dos BRILs aún estaban enfrascadas en una feroz lucha con la DI de Merle cuando Reynier subió con 7 Bóns del RIL-17 y el RI-70 de la DI de Heudelet, que habían formado el centro de su línea de batalla original. Estas tropas atacaron el flanco izquierdo de la DIL, los hombres de Beckwith, y los puso en grave peligro, pues BI-I/43 y el BIL-III/P de cazadores estaban en gran desorden. Al mismo tiempo, los 2 Escons franceses cargaron de nuevo sobre el flanco del RI-52. Afortunadamente, un escuadrón perdido de los RDL-16 se acercó y ayudó a rechazarlos. Esta fue la única ayuda brindada por la caballería ese día. Erskine se las arregló para mantenerlos inútiles, contramarchando en la niebla, lejos del frente de batalla.
En ese momento, la niebla se disipó de repente y tanto Wellington como Reynier pudieron distinguir el rostro de la batalla. La vista no fue del todo reconfortante para ninguno de los dos: Wellington pudo ver la DIL en la cresta, opuesta por un enemigo muy superior (la proporción era de 5 a 3 en ese momento) y con su flanco izquierdo girado por la columna que había solo sube. Reynier, por otro lado, vio que las masas de las DIs de Picton y Dunlop se detuvieron cerca de los vados, en Sabugal y debajo de ellos, y se preparaban para cruzar. Había despojado tanto su centro y su derecha, mientras llevaba tropas para aplastar a la DIL, dejando 8 Bóns débiles (RIL-31 y RI-47), unos 3.300 efectivos, para ocupar un frente de 3 km a cada lado del pueblo de Sabugal.
Reynier vio que sus fuerzas estaban dispersas, y 10.000 hombres se apresuraban hacia los vados, por lo que dio órdenes instantáneas para una retirada general. La brigada intacta debía abandonar Sabugal y las alturas, concentrarse y partir para tomar posición a un km a la retaguardia, en el camino de Alfayates. Las tropas destrozadas de Merle en la cresta, frente a la DIL, recibieron instrucciones de huir en el orden que pudieran, llevándose la artillería con ellos y buscar refugio detrás de esa posición de apoyo. Para evitar que Beckwith y Drummond los persiguieran, se ordenó al RIL-17 y al RI-70 de Heudelet, que mantuvieran una lucha defensiva en las alturas donde acababan de entrar en acción.
El RIL-17 y RI-70 quedaron así expuestos a un grave peligro, ya que mientras hacían todo lo posible para contener a la DIL, Picton con la DI-3 había cruzado el río y avanzaba hacia las alturas con el BI-II/5 desplegado en su frente, se precipitaba sobre su flanco y empujaron a los BIs franceses uno sobre otro. Ambos RIs fueron abrumados y expulsados de la colina con una pérdida de 400 hombres, de los cuales 120 eran prisioneros ilesos. Sus restos se refugiaron con los demás RIs, que se retiraron lo más rápido que pudieron por la carretera de Alfayates, con el RIL-31y el RI- 47, que estaban intactos, cubriendo la huida del resto.
La DI-5 británica había cruzado en Sabugal sin encontrar oposición ni perder un solo hombre, pero estaba demasiado a la izquierda para ser de utilidad para impulsar la persecución. Ese deber recayó en Picton, que estaba presionando a la retaguardia francesa cuando la lluvia, que había estado cayendo durante casi toda la mañana, se volvió absolutamente torrencial y ocultó la cara del campo tan completamente que Wellington ordenó a todo el ejército que se detuviera. Erskine y la caballería nunca se acercaron a la fuerza en retirada, salvo un EH KGL, que se topó con la columna de transporte francesa y capturó el equipaje privado del propio Reynier y del general Pierre Soult.
Secuelas de la batalla
La pérdida total de los franceses fue de 61 oficiales y 689 hombres; esta espantosa proporción de bajas en las filas comisionadas se debió al valor con que desperdiciaron sus vidas al traer al frente a los soldados agotados y desmoralizados, que no pudieron enfrentarse a la mosquetería inglesa. Se tomaron un obús y 186 prisioneros ilesos. La pérdida británica fue de solo 169; la de sus compañeros portugueses no más de 10. Del total de 179, no menos de 143 fueron de la DIL (80 del BI-I/43). Las tropas de Picton, comprometidas solo durante unos minutos al final del combate, tuvieron 25 bajas. La artillería a caballo perdió a uno, los húsares KGL 2 heridos.
La tarde siguiente al combate de Sabugal, Masséna abandonó la línea de la Coa, retirando al CE-VI para unirse a los otros dos en Alfayates. A la mañana siguiente (4 de abril), al amanecer, todo el ejército hizo una marcha forzada hacia la retaguardia, porque parecía que había muchas probabilidades de que apareciera Wellington para forzar una batalla general, durante el transcurso del día. Era necesario evitar la posibilidad de ser empujado contra la sierra de Gata y aislado de Ciudad Rodrigo. En consecuencia, el CE-II recorrió más 33 km y no se detuvo hasta llegar a Fuentes de Oñoro. El CE-VI, marchando un poco menos, se detuvo en Fuenteguinaldo en el camino directo a Ciudad Rodrigo. El CE-VIII, en un camino entre los otros dos, se detuvo en Campillo; la caballería de reserva de Montbrun, que se encontraba en tan mal estado que tuvo que ser cubierta por la infantería, en lugar de actuar como su pantalla, retrocedió hacia El Bodón y otras aldeas en las inmediaciones de Ciudad Rodrigo.
Con este movimiento Masséna recuperó su comunicación con el CE-IX, que aún se encontraba en el río Turones, cerca de Almeida. El CE-II estaba a 24 km del cuartel general de Drouet en Val de Mula, mientras que el CE-VI y el CE-VIII cubrían los caminos a Ciudad Rodrigo. Al día siguiente 5 de abril, estos últimos se retiraron a Carpio, Marialva y otros lugares a unos pocos km de esa fortaleza; pero el CE-II permaneció en Fuentes de Oñoro, con el fin de mantener el contacto con el CE-IX hasta que este último debería haber evacuado de una posición que se había vuelto peligrosa y demasiado avanzada. Porque si Masséna volvía al Águeda, Drouet no podía quedarse cerca de Almeida, no fuera a ser aislado del ejército principal.
Mientras tanto, Wellington había ocupado el antiguo cuartel general de Masséna en Alfayates y envió su caballería a Albergaria, Alamedilla y otras aldeas, donde entraron en contacto con los puestos avanzados del CE-II y CE-VIII. La DIL buscó cualquier rastro de los franceses en Val de Espinha y Quadraseis, y al no encontrar ninguno se dirigió a Alfayates. La DI-1 y DI-3 llegaron a ese lugar también al día siguiente. La noche del 5 de abril, era seguro que Masséna retrocedía hacia Ciudad Rodrigo, quizás aún más atrás.
El estado de su ejército, del cual Wellington tenía amplia evidencia por la captura de más enfermos, rezagados y equipaje durante los últimos días, hacía muy probable que los franceses no pudieran detenerse hasta que llegaran a sus almacenes en Salamanca. El general británico no tenía intención de seguir al enemigo hasta el interior de España. Se había vuelto a adelantar a sus provisiones, porque la nueva base de Coimbra que acababa de establecerse, los convoyes llegaban lentamente y con grandes retrasos, ya que debían ser llevados sobre una región devastada y despoblada que los franceses acababan de evacuar. Hasta que tuvo algunos almacenes acumulados cerca de la frontera, no podía soñar con un movimiento ofensivo serio en León. El ejército aliado no podía soñar con entrar en España con la intención de vivir de saqueos y requisas, como habían hecho los franceses.
La ambición de Wellington por el momento no iba más allá de recuperar Almeida, que concibió condenada a la caída, y posiblemente también Ciudad Rodrigo, si el enemigo se viera obligado a replegarse hacia Salamanca.
Pero Almeida, al menos, estaba decidido a hacer lo suyo, y la primera necesidad era desalojar al CE-IX de la zona. Estaba convencido de que Drouet se retiraría cuando se enterase de que Masséna se había retirado al Águeda, y pensó que podría hacer un ataque demostrativo podría acelerar sus movimientos. La DI-6 y los portugueses de Pack estaban destinados al bloqueo de Almeida, pero tardarían unos días en llegar; mientras tanto, la milicia de Trant, que ya estaba en la parte baja del Coa, recibió instrucciones de empujar valientemente el lugar y prometió el apoyo de la BRD de Slade el 7 de abril al otro lado de Almeida, y allí se encontró con la DI-1/IX de Claparéde en su camino hacia el Águeda; la DI-2/IX de Conroux ya se había marchado.
La milicia entabló una lucha irregular con los franceses, que se volvieron rápidamente hacia ellos y parecía probable que los causaran estragos cerca de la aldea de Aldea del Obispo. Pero justo cuando el ataque crecía amenazador, los dragones de Slade aparecieron desde el sur, con la batería de artillería a caballo de Bull, y se detuvieron en el flanco de las tropas enemigas. La artillería ya empezaba a enfilarlos, cuando Claparéde, formando su división en cuadros de batallón, se retiró apresuradamente hacia el río Águeda, y pasó por el puente de la Barba del Puerco. Erskine, que estaba al mando de la expedición, no lo presionó mucho, y los franceses, según su propio relato, solo perdieron 7 muertos y 4 oficiales y 24 hombres heridos. Slade capturó, sin embargo, algo de equipaje y un buen número de rezagados, merodeadores y guardias de pequeños convoyes, que fueron sorprendidos en el campo abierto antes de que pudieran cruzar el Águeda.
Wellington entonces podía rodear y bloquear a Almeida; había estado alimentando algunas esperanzas de que los franceses pudieran evacuarlo, cuando Drouet partió de la zona, porque sabía que sus provisiones se habían agotado. Pero cuando se hizo evidente que el lugar no iba a ser abandonado, se dio cuenta de que se necesitarían algunas semanas para reducirlo, pues no tenía tren de asedio, de hecho no había cañones pesados más cerca que Oporto y Abrantes. No sería hasta el otoño siguiente que se organizó un tren de asedio adecuado para el ejército anglo-portugués.
El 8 de abril, como Wellington había esperado, el ejército de Portugal reanudase su marcha hacia el interior del reino de León, los 3 CEs franceses cruzaron el Águeda y se retiraron, Reynier a San Felices el Grande, Junot a Santi Espiritus, Loison a Alba de Yeltes. A Junot, al pasar, se le había ordenado enviar a Ciudad Rodrigo un refuerzo para la guarnición; 1 BI del RI-25 y otro de la Legión Irlandesa, lo que elevó la tropa en el lugar a 3.000 hombres.
Del 8 al 11 de abril, continuó la retirada, hasta que por fin el CE-VI entró en acantonamientos en Salamanca, Alba de Tormes y otros lugares vecinos, el CE-II en Ledesma y sus alrededores, y el CE-VIII en Toro, detrás de los demás. Drouet y sus 2 DIs mantuvieron la línea de observación contra los anglo-portugueses, con cuartel general en San Muñoz. Así terminó la campaña.
El ejército de Masséna tenía el 15 de abril 39.546 efectivos, de los 65.050 que habían partido. Wellington tenía unos 8.000 prisioneros, incluidos los 4.000 capturados en el hospital de Coimbra el 7 de octubre de 1810, unos 2.000 en muertos en acción, y otros 2.000 por hambre. Habían perdido 5.872 caballos de los 14.000 que había llevado a Portugal, y prácticamente todos sus vehículos de ruedas, solo quedaban precisamente 36 vagones con el ejército.