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Ataque de Clausel a Valladolid
Clausel se había retirado de Valladolid el 30 de julio, pero no fue perseguido. Estaba preparado para retirarse incluso hasta Burgos, si se le presionaba. Pero nadie lo siguió salvo los lanceros de Julián Sánchez y algunas patrullas de la BRCL de Anson. Por lo que se detuvo su cuerpo principal en la línea del río Arlanza, con 2 DIs en Torquemada y 2 DIs en Lerma; a su izquierda Foy con 2 DIs más, estaba en Aranda de Duero, en el Alto Duero, donde había mantenido su posición de avanzada, porque ni siquiera una patrulla de caballería del lado de los aliados se había adelantado para inquietarlo. Frente al propio Clausel pronto no hubo nada más que una ligera pantalla de caballería, pero cuando Julián Sánchez fue llamado por Wellington a Castilla La Nueva, solo quedaron los guerrilleros de Marquínez en Palencia, y puestos avanzados del RDL-16 en Baltanás. El grueso de la BRDL de Anson estaba en Villavañez, 35 km detrás estaba la DI-1 (3.000) del ejército de Galicia con el general Santocildes, en Valladolid, la única fuerza de infantería que los aliados tenían al norte del Duero. La DI-2 gallega bloqueaba Toro, y la DI-3 asediaba Astorga.
Clausel el 1 de agosto solo contaba 10.000 efectivos, habiendo perdido unos 14.000 hombres en la campaña de Salamanca, pero había recogido 4.000 del depósito de Valladolid, otros de las muchas pequeñas guarniciones que había recogido durante su retirada, y de los soldados encontrados en Burgos. Su pérdida en caballería había sido completamente reparada por la llegada de los 2 RCs de Chauvel del ejército del Norte, y la mayoría de los fugitivos y merodeadores que habían sido desperdigados por el campo después la batalla del 22 de julio, volvieron gradualmente a sus colores.
Del 1 al 15 de agosto, se dedicó a reorganizar su ejército y sobre todo a levantar la moral, e imponer la disciplina. Quiso aprovechar la oportunidad de la ausencia de Wellington a Madrid para marchar hacia el sur y realizar una operación ofensiva para elevar la moral de sus tropas, y de paso rescatar las guarniciones francesas sitiadas en Astorga, Toro y Zamora, que ascendía en total a más de 3.000 hombres. Astorga y Toro estaban asediadas por la DI-2 y DI-3 del ejército de Galicia, mientras que Zamora estaba asediada por la BRI portuguesa de Silveira. Su idea era ir a Valladolid con el cuerpo principal, y expulsar a la fuerza española, mientras que Foy con 8.000 efectivos en una columna volante, recorrería Toro, Astorga y Zamora, retirando las guarniciones. La fuerza total de Foy eran 25.000 efectivos, habiendo dejado los BIs en peores condiciones en Burgos.
El 13 de agosto, una fuerte partida reconocimiento de la caballería francesa cruzó el río Arlanza y expulsó a los guerrilleros de Cevico de la Torre, al día siguiente, la infantería venía por la retaguardia, avanzando en la carretera de Torquemada a Valladolid. Inmediatamente Anson, esa noche, envió partidas de dragones ligeros más allá del Duero, dejando solo 2 EDLs como retaguardia en Villavañez. La división gallega en Valladolid también se retiró por la carretera de Torrelobatón y Castronuevo a Benavente. Clinton volvió a retroceder a Arévalo con la DI-3 (7.000) a la espera de Wellington.
Santocildes abandonó en Valladolid 400 convalecientes franceses en el hospital, y muchos cañones pequeños, que se habían recogido allí durante la retirada de Clausel el mes anterior. Infantería francesa entró en Valladolid los días 14 y 15 de agosto con unos 12.000 efectivos, la caballería de Curto, a un día de marcha por delante, había explorado la línea del Duero de Simancas a Tudela, y patrullas de la BRCL de Anson vigilaban a lo largo de ese frente.
Acción de Benavente (19 de agosto de 1812)
El mismo día que Cousel entraba en Valladolid, Foy con la DI-1 suya y la DI-3 de Taupin (por la muerte de Ferey), con una BRCL de la DCL de Curto, marchaba sobre Toro por la carretera de Torrelobatón. El 17 de agosto, llegó a Toro y se enteró de que los gallegos que bloqueaban ese lugar habían partido el 15 de agosto, y habían tomado el camino de Benavente. Tomó con él la guarnición de Toro (800 efectivos), y se dirigió a Astorga. Sabía que la ciudad estaba en apuros, se dirigió a Benavente a toda velocidad posible.
En la madrugada del 19 de agosto, la infantería española del general Belvedere, tras haber vadeado el río Esla durante la noche, se detuvo algunas horas en Benavente para descansar y acopiar todos los víveres posibles, al ver las patrullas a caballo al otro lado del río; inmediatamente iniciaron la marcha por el camino de Cebrones, para alejarse de Foy.
Belvedere decidió destacar a la BRI-II/1/6, al mando del comandante Moreno, hacia Castrocontrigo, para abastecer de víveres y confundir a Foy al respecto de la ruta de retirada española.
Con el fin de retardar el avance francés, Belvedere reunió a su escasa caballería, ordenando a Joaquín de la Fuente comandante de los húsares y Simón Manso comandante de los cazadores de Galicia que cubriesen la retirada. Ambos eran veteranos de la Guerra de los Pirineos, habían sido miembros de la División del Norte de La Romana y habían participado en la famosa carga del regimiento del Rey en Talavera, tres años antes.
Unos 400 jinetes de la caballería ligera española se situaron en la orilla del río Órbigo dispuestos a hacer frente a unos 2.000 jinetes franceses, ocupando los vados de Castropepe y de Castrogonzalo.
Lo que ocurrió es descrito en el informe redactado por el Estado Mayor del Sexto Ejército días después:
«… a las 9 de la mañana se vieron aproximarse las Columnas seguidamente. Luego que alcanzaron a descubrir nuestra Caballería y puestos avanzados, suspendieron su marcha, haciendo alto sus primeras tropas, para emprender reunidas el paso del Esla, que verificaron después con una celeridad inaudita a las 10 ½ de la mañana. Más en el ínterin nuestra Infantería adelantaba en su marcha, y nos hacía esperar que a poco que se contuviese la Caballería enemiga, lograríamos verla libre de todo riesgo. Nuestra Caballería, con un orden y deseos de distinguirse muy conocidos, emprendió su retirada, pero tan lentamente y conteniendo a las guerrillas numerosas que iban, a cada momento, adelantando los enemigos, con tan feliz éxito que llegamos a esperanzarnos que se concluiría dichosamente y que los enemigos, cansados y fatigados hubieran renunciado a su proyecto de arrollarla. Pero no sucedió así porque estos se obstinaron absolutamente en envolverla, y con su superioridad forzaron a nuestra Caballería al último partido, esto es a evadirse del riesgo a escape; en cuyo momento cargaron las fuerzas enemigas; más a pesar de esto no alcanzaron grandes ventajas, pues en toda la acción no se perdieron más de 25 hombres entre muertos y prisioneros«.
Tras otra marcha forzada, de noche y de día, las dos BRI de Belveder lograban alcanzar la Bañeza al mediodía del 19 de agosto donde se enteraron de la rendición de Astorga, y se unieron a un EC de cazadores de Galicia.
Foy cruzó el río Esla y el 20 de agosto llegó a La Bañeza, a 25 km de Astorga, Allí recibió la noticia de que la guarnición se había rendido 36 horas antes a Castaños.
Rendición de Astorga
El 13 de agosto, Rémond comandante francés de Astorga, recibió la confirmación de los hechos de la batalla de los Arapiles y el día 16 sondeaba las condiciones de la rendición de la plaza, pero la negociación se estancó en lo referente a su salida como prisioneros. Al día siguiente llegó al sitio el general Castaños, que negoció nuevamente las condiciones de capitulación, siendo esta vez aceptada por la guarnición francesa el 18 de agosto. Al día siguiente por la mañana Rémond salió de Astorga, en dirección a Galicia, junto con los 730 soldados que quedaban. El botín capturado a los franceses incluía 17 piezas de artillería y abundante munición, mientras que el coste humano para los sitiadores fue de 72 muertos, 219 heridos y 31 prisioneros, muchos de los cuales eran guerrilleros de la 2ª Legión de Castilla.
La caballería francesa avanzó hacia Astorga el 21 de agosto, y encontró las puertas abiertas y el lugar vacío, salvo 70 enfermos de la última guarnición, que habían sido dejados atrás bajo el cuidado de un cirujano. Era inútil pensar en perseguir a Castaños, que tenía 2 días de ventaja, por lo que Foy volvió su atención a Zamora. Allí Silveira, cuando los franceses llegaron a Toro, se había aferrado hasta el último momento, pensando que estaba a salvo cuando Foy se desvió hacia Astorga.
El 22 de agosto, Silveira se enteró de que Foy marchaba contra él. Se retiró a Carvajales por detrás del río Esla, pero no estaba seguro allí. El general francés, girando hacia el oeste desde Benavente, había realizado una marcha forzada por Tábara (Zamora), y se apresuraba hacia el oeste para cortarle la retirada entre Carvajales de Alba y el camino a Miranda de Douro en la frontera portuguesa. Advertido a tiempo de este movimiento, Silveira se apresuró hacia su propio país, y estaba a 1,5 km de su frontera cuando la avanzada caballería de Foy se acercó a su retaguardia cerca de Constantin, el último pueblo de España. Capturaron su tren de bagajes y algunos rezagados, pero no hizo ningún esfuerzo serio por cargar contra su infantería, que escapó ilesa a Miranda de Douro.
Foy llegó a Zamora el 26 de agosto, allí recogió a la guarnición y destruyó las obras. Su siguiente movimiento debería ser una incursión en Salamanca, donde había muchos almacenes desprotegidos. Pero el día 27 recibió órdenes urgentes de Clausel de volver a Valladolid, ya que Wellington estaba reuniendo en Madrid todo su ejército. En consecuencia, Foy abandonó su plan, y llegó a Tordesillas, con sus tropas el 28 de agosto.
Avance de Wellington a Burgos
Wellington había recibido la noticia del avance de Clausel a Valladolid el 18 de agosto, pero se tomó con calma la preparación de su ejército. Estaba pendiente de la evacuación de Andalucía por Soult.
Wellington partió de Madrid contra el ejército de Clausel el 1 de septiembre, marchó con las DIs 1, 5 y 7; las BRIs portuguesas de Pack y Bradford; la BRD KGL de Bock y BRD de Ponsonby, en total 21.000 efectivos. Llegó a Villacastín en el lado norte del puerto de Guadarrama el 2 de septiembre, y a Arévalo el 3 de septiembre, donde se unió a Clinton y la DI-6, ese mismo día, alcanzando los 28.000 efectivos.
El 4 de agosto, el ejército británico marchó a Olmedo, el 5 a Valdestillas, el 6 de agosto a Boecillo, desde donde avanzó hasta el río Duero y lo atravesó por varios vados entre Tudela y Puenteduero. Los franceses no intentaron defender la línea del río, pero para sorpresa de Wellington, se encontraban desplegados como para batalla unos km más allá. Su ala derecha apoyada en ciudad de Valladolid, cuyas afueras habían sido puestas en estado de defensa, su izquierda se extiende hasta la aldea de La Cisterniga. No se hizo ningún intento de desalojarlos con las primeras divisiones que llegaron, Wellington prefirió esperar por su artillería y sus reservas, el proceso de paso por los vados era tedioso y los tuvo ocupados toda la tarde.
Clausel solo mostraba un frente para dar tiempo a su tren para que se moviera hacia atrás y su ala derecha de Foy en Simancas y Tordesillas pudieran escapar. Una pronta evacuación de Valladolid lo habría expuesto a ser cortado. A la mañana siguiente, los franceses habían desaparecido de La Cisterniga, pero se descubrió que Valladolid todavía estaba defendido por una retaguardia de infantería. Cuando atacaron, los franceses se retiraron y volaron el puente sobre el Pisuerga en el lado opuesto de la ciudad, antes de que la caballería británica pudiera tomarlo.
Mientras Wellington se detuvo en Valladolid, Clausel había establecido en Dueñas (Palencia), pero se retiró de allí el 10 de agosto, cuando la DI-6 y BRDL de Anson presionaron en sus puestos avanzados, y Wellington estableció su cuartel general estaba en Dueñas (Palencia) al día siguiente.
La persecución de Clausel continuó siendo muy lenta y sin enfrentamientos serios, del 11 al 15 de agosto el ejército hizo un avance de 10 km al día. El 13 la vanguardia británica estaba en Villajera (Burgos), mientras que el grueso francés estaba en Pampliega (Burgos). El 14 la caballería de Anson estaba en Villodrigo (45 km de Burgos), el 6 cerca de Celada del Camino (26 km de Burgos), donde Clausel fue visto en una posición favorable. En ese día llegó el ejército de Galicia con 3 BRIs bajo Cabrera, Losada, y Bárcena, con algo más de 11.000 infantes, pero con solo una Bía y 350 caballos. Los hombres parecían fatigados con mucha marcha y muy harapientos, Wellington esperaba 16.000 hombres, y considerando que la fuerza total del ejército gallego eran 30.000 efectivos en total.
Al día siguiente, Wellington se preparó para envolver su flanco izquierdo con la DI-6 y la BRI portuguesa de Pack, pero al amanecer Foy se marchó apresuradamente, y no se detuvo hasta llegar a Buniel (17 km de Burgos). Allí Wellington intentó envolverlo, pero se retiró a Burgos.
Clausel abandonó Burgos el 18 de agosto, y continuó hacia el norte, dejando una fuerza francesa de 2.000 efectivos del ejército del Norte en el castillo bajo el mando del general Jean-Louis Dubreton. Sus fuerzas eran: RI-34 (2), RI-130 (1), 1,5 Bías del RA-6 a pie con 9×18, 11 cañones de campaña (12 y 8 lbs) y 6 obuses; y 1 Cía de zapadores.
Asedio del castillo de Burgos (19 de septiembre al 20 de octubre de 1812)
Descripción del castillo
El castillo de Burgos se encuentra en una colina aislada que se eleva directamente sobre la esquina noroeste de la ciudad, y los sobrepasa por 200 metros. Reconstruido una docena de veces en la Edad Media, y durante mucho tiempo un palacio favorito de los reyes castellanos, había sido arruinado por un gran incendio en 1736, y desde entonces no había sido reparado. Solo quedaba un esqueleto vacío. El recinto incluía el Donjon o torre del homenaje y la iglesia de Santa María la Blanca.
En 1808 a la llegada de los franceses, el castillo estaba en estado ruinoso, pero su posición era ideal para cubrir los puentes sobre el río Arlanza y los caminos que se cruzan en la ciudad. Por orden expresa de Napoleón, se reforzaron y mejoraron las defensas del castillo, también se proyectó la construcción de nuevas fortificaciones. A 250 metros del castillo, se encuentra en colina de San Miguel que domina el castillo, en ella se inició la construcción de un hornabeque y varios pequeños reductos. En 1812 las defensas se había mejorado, pero el hornabeque de San Miguel no estaba terminado.
Estaba defendido por tres líneas de fortificación: la línea exterior todo alrededor tenía como base los viejos muros del recinto exterior del castillo medieval, modernizado con parapetos a prueba de disparos y empalizadas. La segunda línea estaba formada por trabajos de tierra con en los ángulos para dar fuego de flanco, tenía un foso de 10 metros de ancho y una contraescarpa de mampostería. La línea interior eran solo fuertes movimientos de tierra, con una buena trinchera y empalizadas. El Donjon, que había fortalecido y reconstruido, contenía el polvorín en su piso inferior. En su plataforma, que era la más sólida, estaba estableció una batería para 8 cañones pesados llamada batería de Napoleón, que desde su elevada posición dominaba todo el terreno de los alrededores, incluida la cima del cerro de San Miguel. El almacén de provisiones, que se dotó copiosamente, estaba en la iglesia de Santa María la Blanca. La comida no escasearía, pero el agua era un problema más serio; la guarnición tenía asignada una ración solo para beber desde el comienzo del asedio, ya que no había pozos.
El hornabeque de San Miguel, que cubría la importante meseta del norte, no se había terminado completamente. Era muy grande; su frente estaba compuesto por movimientos de tierras de 8 metros de altura, cubierto por una contraescarpa de 3 metros de profundidad. Los trabajos al frente eran formidables, pero los flancos no eran tan fuertes, y la parte trasera o garganta solo estaba cerrada por una hilera de empalizadas, erigidas en los últimos dos días. Las defensas consistían en dos medios baluartes y un revellín en medio, que dominaban las pendientes más bajas. La artillería en San Miguel consistía en 7 piezas de campaña de 8 y 12 lbs, pero no disponía de cañones pesados.
Los puntos débiles de la fortaleza eran en primer lugar el estado del hornabeque de San Miguel sin terminar, que Dubreton tenía que mantener todo tiempo como pudiera, para que los británicos no pudieran usar la colina en la que se encontraba como terreno ventajoso para golpear al castillo. En segundo lugar, la falta de cobertura dentro de las obras del Donjon y de la iglesia de Santa María no podían albergar a toda la guarnición, el resto tuvo que vivaquear al aire libre, bajo la lluvia, que cayó copiosamente en muchos días del cerco. Si los sitiadores hubieran poseído morteros, para mantener un bombardeo regular del interior del Castillo, no habría sido sostenible por mucho tiempo, debido a las pérdidas que podía haber sido sufrido. En tercer lugar la mala construcción de muchas de las obras, parte de ellas estructuras medievales, originalmente no destinadas a resistir cañones, y apresuradamente adaptadas a las necesidades modernas.
18 de septiembre, llegada de los aliados
Los aliados llegaron a la capital el mismo 18 de septiembre, saqueando y cometiendo desmanes contra la población, cosa que era ya habitual tras conocer las reacciones de estas tropas en anteriores sucesos como la toma de Ciudad Rodrigo y de Badajoz donde actuaron aún de peores maneras. Fue el general Alava, encargado por Wellington, quien entró en la ciudad a restablecer la disciplina de estas tropas británicas, asegurando en la ciudad una guardia constante con tropas españolas.
Restablecido el orden se puso sitio a la plaza del castillo con 2 DIs y 8 piezas de artillería (3×18 cañones y 5×24 obuses), mientras las demás tropas se acantonaban en monasterio de Rodilla.
19 de septiembre, conquista de hornabeque
El 19 septiembre, castillo de Burgos fue rodeado por los británicos, por la DI-5, DI-6 y DI-7 británicas, y 2 BRIs portuguesa de Pack y de Bradford.
La DI-6 ocupó la orilla sur del río Arlanzón, mientras que la DI-1 y la BRI portuguesa de Pack rodearon la ciudad y formaron una línea de inversión sobre el castillo y ocuparon las alturas de San Miguel frente al hornabeque y entraron en los puestos periféricos franceses. El resto del ejército de Wellington tomó posición a 15 km al noreste de Burgos, en el Monasterio de Rodilla en la carretera a Francia.
Wellington, tras consultar a su ingeniero jefe y oficiales de artillería, determinó que su primer movimiento debía ser capturar el hornabeque, con el fin de utilizar su terreno ventajoso para golpear el castillo.
La operación inicial, el asalto del hornabeque en San Miguel, se decidió para esa misma noche del 19 al 20 sin preparación de artillería. El cuerpo principal del asalto estaba formado por la BRI portuguesa de Pack, que eran asistidos por la totalidad de la BI-I/42 higlanders Black Watch y por las compañías de flanco de la BRI de Stirling (BI-I/42, BI-I/ 24, BI-I/79) de la DI-1. El plan era que mientras un fuerte destacamento (300 hombres) del BI-l/42 atacarían el revellín para intentar atraer la atención de la guarnición. Dos columnas cada una compuesta por un RI portugués, pero con grupos de escaleras y una forlorn hope del BI-I/42, deberían atacar los dos semi-bastiones a derecha e izquierda del saliente y escalarlos. Mientras tanto, las 3 Cías de flanco de la BRI de Stirling, realizarían un falso ataque por la retaguardia del hornabeque, que podría convertirse en real si se encuentra débilmente defendido.
La luz de la luna era brillante, y el destacamento del BI-I/42, cuando se acercaba sobre la cresta, fueron inmediatamente detectados por los franceses, que abrieron un fuego muy fuerte sobre ellos. Los highlanders comenzaron a responder mientras estaban a 150 metros de distancia, y luego avanzaron disparando hasta que se acercaron al revellín, donde permanecieron durante un cuarto de hora, completamente expuestos y sufriendo terriblemente. Habiendo perdido la mitad de su número, finalmente se dispersaron, pero no hasta después de que el ataque principal fracasara. En ambos semi-bastiones, las columnas portuguesas asaltantes fueron rechazadas, aunque los forlorn hope colocaron sus escaleras, se encontraron con que eran algo cortas, y después de vacilar durante algunos minutos, los hombres de la BRI de Pack se retiraron, sufriendo fuertemente.
Todo el asunto habría sido un fracaso, pero en la retaguardia, las 3 Cías de flanco (140 hombres) fueron dirigidos por Somers Cocks, anteriormente uno de los oficiales de inteligencia más distinguidos, no realizó un ataque demostrativo, sino un ataque real desde el principio. Corrió cuesta arriba por el cerro de San Miguel, bajo un fuego destructivo del Castillo, que detectó su pequeña columna, y la bombardeó desde retaguardia todo el tiempo. El asalto frontal, sin embargo, fue fascinante, toda la atención de la guarnición del hornabeque estaba centrada en los ataques frontales, y solo habían dejado un débil guardia en la retaguardia.
Las Cías ligeras pasaron a través de las empalizadas una parte usando palanquetas y hachas, otra parte por escalada. Somers Cocks luego dividió a sus hombres en dos partes, dejando que la más pequeña para bloquear la retaguardia en el barranco, mientras que con el más grande se subió al parapeto y avanzó disparando hacia el semi-bastión derecho. Repentinamente atacados por la retaguardia, justo cuando se encontraron victoriosos al frente, la guarnición francesa, el BI-II/34 (500 hombres), no hizo ningún intento de expulsar a las Cías ligeras, sino que corrió a retaguardia, arrastrando a la guardia que queda allí, y escapó al Castillo a través del barranco intermedio.
Los franceses perdieron 198 hombres, incluidos 60 prisioneros, y dejaron atrás sus 7 piezas de campaña. Los asaltantes sufrieron mucho más: habían tenido 421 muertos y heridos, de los cuales no menos de 204 eran del BI-I/42 había sufrido terriblemente en el asalto principal. Los portugueses perdieron solo 113. Este fue la primera lucha seria en el que la Black Watch (Guardia Negra) estuvo involucrada desde su regreso a España en abril de 1812. En Salamanca habían estado poco comprometidos, y era el BI británico más fuerte con más de 1.000 efectivos. Wellington atribuyó sus numerosas bajas a su inexperiencia, se expusieron demasiado. Si hubiera empleado fuerzas veteranas (DI-3 o la DIL) no habrían tenido tantas bajas.
20 de septiembre, instalación de la primera batería
En el momento en que el hornabeque cayó en poder de los británicos, los cañones pesados de la batería de Napoleón abrieron un fuego tan espantoso sobre él, que las tropas tuvieron que ser retiradas, salvo 300 hombres, que con mucha dificultad formaron un alojamiento en su interior. Se excavó una trinchera de aproximación en su frente izquierdo al terreno muerto en el lado noroeste de la colina, por donde podían llegar a cubierto.
Wellington recibió la noticia de que un refuerzo de 7.000 hombres había llegado al ejército francés de Portugal, y se esperaban más refuerzos. Era necesario seguir adelante con el ataque al castillo de Burgos sin demora.
En la noche del 20 al 21 septiembre, los británicos construyeron el asentamiento de su primera batería, al oeste del hornabeque.
22 de septiembre, primer asalto al castillo
Los británicos transportaron 2×18 cañones y 3 obuses de campaña y se asentaron en la primera batería, pero no se utilizaron.
Wellington, animado por su éxito en San Miguel, había decidido intentar como movimiento preliminar una segunda escalada, sin ayuda de artillería, en el recinto exterior del castillo. El punto de ataque seleccionado estaba en el lado noroeste del muro inferior, en un lugar donde tenía unos 7,5 metros de altura. La elección estaba determinada por la existencia de un camino cubierto, que saliendo del arrabal de San Pedro, desde donde se accede en terreno perfectamente muerto, no batido por ninguno de los cañones franceses, podría conseguirse llegar a un punto a 60 metros del foso.
El asalto iba a ser realizado por 400 voluntarios de las tres BRIs de la DI-1, que debía ser apoyada y flanqueada por un ataque de distracción en otro punto en el lado sur del recinto exterior, que fue encargado a un destacamento de 150 efectivos del BIL-IX/P de cazadores portugueses de la DI-6. La fuerza utilizada era ciertamente demasiado pequeño para el propósito requerido, y tenía muy pocas posibilidades de éxito.
Los portugueses, al salir de casas en ruinas de la ciudad, fueron detectados de inmediato, y siendo fuertemente disparados, y se retiraron sin siquiera acercarse a su objetivo.
En el ataque principal, la forlorn hope salió de la zona cubierta con 5 escaleras llegaron al foso en su primera carrera, saltaron y pusieron 4 escaleras contra la pared. Los franceses habían sido tomados algo por sorpresa, pero se recuperaron antes de que los apoyos llegaran al frente, los que llegaron, lo hicieron de forma desordenada. Un fuego de mosquetería se abrió contra los hombres en el foso, y se lanzaron granadas de mano y rocas contra ellos.
Se hicieron varios intentos para subir por las escaleras, pero todos los que llegaban a los peldaños superiores eran o disparados o cargados con bayonetas. Después de que el oficial a cargo del asalto, el mayor Laurie del BI-I/79, fuera muerto, los asaltantes vacilaron y finalmente volvieron corriendo a su refugio en el camino cubierto. Habían perdido 158 efectivos en total, los portugueses tuvieron 29 bajas. Los franceses tuvieron 9 muertos y 13 heridos.
30 de septiembre, explosión de la primera mina
Tras el fracaso, Wellington creyó conveniente encauzar su estrategia a la manera tradicional, es decir, batiendo los muros con la artillería y excavando minas. El 23 de septiembre, se inició una zapa desde el suburbio de San Pedro hacia el primer muro del castillo, protegidos por tiradores expertos ingleses. Dubreton previó el resultado de esta mina ofensiva y desplazó las piezas de artillería amenazadas a zona protegida tras el segundo muro. Además, situó granadas sobre el muro para ser arrojadas sobre el foso y obstaculizar el paso a la segunda defensa con empalizadas, barriles y cajas llenas de arena.
En el cerro de San Miguel se creó la batería Nº 2 para 6×18 y se excavaron trincheras para fusilería, trabajos que costaron bastantes vidas. La batería Nº 2 no disparó ni un solo tiro. Por contra, la batería Nº 1 abrió fuego con 5 obuses, los cañones de 18 lbs habían sido retirados durante los días 25 al 29, pero sus disparos fueron imprecisos y apenas hicieron mella malgastando mucha munición, después de disparar 141 rondas, se suspendió el fuego. Los obuses en la batería Nº 1 guardaron silencio durante los siguientes cinco días, mientras que la batería Nº 2, donde se habían asentado los cañones de 18 libras, no realizó un solo disparo. La escasa reserva de munición británica se había agotado, lo que obligó a Wellington a enviar a buscar pólvora en el escuadrón de la Royal Navy de Home Popham en Santander.
Wellington estaba apostando su suerte en la excavación de una mina. Ese trabajo, teniendo que cavarse muy profundo, tenía que ser realizada por debajo del foso, y no contaba con mineros especializados, sino que tenía que ser realizado por voluntarios de infantería, que no disponían de herramientas adecuadas. El terreno era de naturaleza arcillosa, por lo que se necesitaba ser reforzado con puntales y vigas para evitar derrumbamientos. La mina se inició el 23 de septiembre, y avanzó muy lentamente, y a mediodía del 29 de septiembre alcanzó los cimientos, se colocaron 12 barriles de pólvora de 90 lbs cada uno, se aprisionaron y se prepararon para ser explosionados por la noche.
Dubreton previendo el resultado de la mina ofensiva, había desplazado las piezas de artillería amenazadas a una zona protegida tras la segunda línea. Además, situó granadas sobre el muro para ser arrojadas sobre el foso y obstaculizó el paso con empalizadas, barriles y cajas llenas de arena.
A la 01:30 de la madrugada del 30 de septiembre, se explotó la mina, destruyendo parte del muro, pero no el talud que lo reforzaba por su lado posterior. Aprovechando el humo y polvo de la explosión, una columna de asalto de 300 voluntarios que habían estado esperando, iniciaron el asalto al amparo de un fuerte fuego de mosquetería. Un sargento y 4 soldados hombres se dirigieron directamente a la brecha por uno de los puntos accesibles, siendo 3 de ellos heridos. Pero la forlorn hope y su oficial avanzaron un poco más a lo largo del muro, llegaron a una sección que era totalmente impracticable para escalar, y corrieron de regreso a las trincheras para informar que las defensas estaban intactas.
Los apoyos siguieron su ejemplo. Las pérdidas fueron pequeñas, solo 29 muertos y heridos, pero el efecto moral del rechazo fue muy malo. Los hombres en su mayor parte, pensaron que habían sido enviados a una tarea desesperada e imposible por los errores de planeamiento. Los ingenieros declararon que los asaltantes no habían hecho todo lo posible para escalar el muro.
5 de octubre, explosión de la segunda mina
Wellington había decidido repetir esta forma de ataque, ayudándolo esta vez por el fuego de su escaso tren de asedio. Ya había comenzado una segunda mina contra un punto del recinto exterior algo al sur de la primera. A su vez se inició la construcción de la batería Nº 3 armada con 3×18 cañones a menos de 60 metros de la muralla. La guarnición no sospechaba nada, y al amanecer del 1 de octubre se completó el movimiento de tierras, y los carpinteros comenzaban a colocar las plataformas de madera sobre donde los cañones iban a ser asentados.
Con la llegada de la luz del día, los franceses descubrieron la obra nueva y comenzaron a hacer fuego contra ella con los cañones que podían alcanzarla. Sin embargo, las plataformas se completaron, y a las 09:00 horas de la mañana, la batería abrió los tres cañones pesados, los franceses redoblaron la actividad, dispararon fuego de artillería y mosquetería contra la batería desde muchos lugares, su parapeto comenzó a desmoronarse, y la pérdida entre los artilleros fue grande. Antes de que se hubieran abierto troneras o se realizase un solo disparo, el fuego francés se había vuelto tan rápido y preciso que la obra estaba arruinada y era insostenible. Dos cañones habían sido destruidos, uno tenía un muñón roto, y el otro estaba partido en la boca. Solo uno permanecía en funcionamiento.
Esa misma noche se empezó la construcción de la batería Nº 4 por detrás de la anterior y en una posición casi desenfilada de la artillería francesa, donde se situaron los dos cañones desmantelados procedentes de la batería Nº 3. Al amanecer se repitió la certera puntería francesa y la batería tuvo que ser abandonada por los artilleros británicos. Lo que quedó de ambas baterías maltrechas fue llevado a la Nº 1 el 4 de octubre, momento en que se terminó la mina.
Al amanecer de 5 de octubre, la batería N° 1 se abrió contra el muro dañado por la primera, se utilizó 2×18 cañones y 3 obuses. El efecto fue mucho mejor de lo que podría haberse esperado, las bolas de 18 lbs, de las que se emplearon unas 350, tenían un buen poder de penetración, y el muro ya sacudido se derrumbó rápidamente, de modo que sobre las 16:00 horas había una brecha practicable de 20 metros.
Wellington dispuso de inmediato un tercer asalto al exterior del recinto, el BI-II/24 con apoyos de Cías ligeras. A las 17:00 horas se explotó la mina, con excelente efecto, derribando casi 30 metros de la muralla y matando muchos de los franceses. Antes de que el polvo se despejara, los hombres del BI-II/24 corrieron hacia ambas brechas, con gran energía, y empujaron a los defensores con facilidad, y sin excesivas pérdidas, solo 68 muertos y heridos en la fuerza de asalto, y las fuerzas totales fueron 224; el resto eran de los apoyos, trabajos y baterías. Las bajas de la guarnición a 27 muertos y 42 heridos, y se replegaron a la segunda línea.
6 de octubre, contraataque francés
En la noche posterior al asalto, los británicos, después de atrincherar las dos brechas, comenzaron a hacer preparativos para asaltar la segunda línea, que al no tener foso y obras de mampostería, era menos formidable que la primera, aunque estaba protegido por una hilera sólida de empalizadas.
Mientras tanto, los oficiales de artillería propusieron que la batería Nº 2 en San Miguel debía volverse contra un nuevo objetivo, el punto de unión de los muros de la primera y de la segunda líneas. Se comenzaron trabajos de trincheras de aproximación hacia esos objetivos, bajo un molesto fuego francés que causó cuantiosas bajas.
A las 17:00 horas, Dubreton ordenó la salida de la Cía de voltigeurs del RI-34, otra del RI-130 y un destacamento de zapadores, sumando un total de 200 hombres. Se lanzaron violentamente contra los desprevenidos ocupantes de las brechas, cargando a la bayoneta calada, siendo expulsados de las brechas y apoderándose de la mayoría de sus herramientas (200 picos y palas que no pudieron sustituirse fácilmente). Los británicos sufrieron 142 muertos frente a los 17 franceses. Los franceses rellenaron las trincheras iniciadas por los sitiadores retirándose finalmente a su posición original tras la segunda línea.
8 de octubre, segundo contraataque francés
El 6 y el 7 de octubre, los sitiadores comenzaron a cavar trincheras de aproximación hacia la segunda línea, con el objeto de establecer una segunda paralela en su glacis, pero sin gran éxito. Allí hubo poco efecto de las baterías en San Miguel en reprimir la artillería de los sitiados, y el trabajo en la cabecera de la trinchera era tan letal, que los ingenieros apenas podían esperar los hombres hicieran mucho. Sin embargo, la trinchera avanzó hasta 30 metros de las empalizadas. Tan inútiles fueron los obuses en la batería Nº 2, que dos de ellos fueron removidos y reemplazados por 2 piezas de campaña francesas capturadas, que a pesar de su pequeño calibre, trabajaron decididamente mejor.
El 8 de octubre, Dubreton, una vez más ansioso por la vista del avance de las trincheras de aproximación hacia la segunda línea, ordenó otra salida, que fue ejecutada por 400 hombres a las 03:00 horas de la mañana. El grupo de trabajo estaba formada por la BRI portuguesa de Pack y el grupo de cobertura de la BRI-II/1 KGL, que fueron tomados por sorpresa y expulsados de la avanzada de trabajo con pérdidas muy fuertes. La trinchera fue completamente rellenada, y muchas herramientas fueron capturadas. La reserva británica formada por el RI-I/79 bajo Somers Cocks que había asaltado el hornabeque, llegó y expulsó a los franceses a sus empalizadas. El mismo Cocks fue muerto. Los sitiadores perdieron 184 hombres en este infeliz enfrentamiento, de los cuales 133 pertenecían a la KGL, 18 fueron hechos prisioneros llevados al castillo. Los franceses tuvieron 11 muertos y 22 heridos.
Las reservas de munición de artillería y mosquete de Wellington eran entonces tan escasas, que la continuación activa del asedio tuvo que reducirse a intentar prender fuego al polvorín del castillo. Para ello se emplearon balas al rojo vivo (se calentaban las balas hasta que estuvieran al rojo y después se disparaban, produciendo incendios). Este intento se mantuvo durante 3 días (9, 10 y 11 de octubre) se dispararon tiros al rojo vivo también contra la iglesia de Santa María la Blanca, donde se suponía estaban los almacenes, el plan no tuvo éxito. El edificio resultó ser muy incombustible, y uno o dos pequeños incendios que se iniciaron, fueron fácilmente apagados por los franceses. Los cañones británicos en el cerro se quedaron tan cortos de munición que se reutilizaron bolas de cañón francesas.
17 de octubre, tercer asalto aliado
El 15 de octubre, los cañones británicos que comprendían un obús y 2×18 dañados, abrieron fuego desde la segunda batería contra la batería de Napoleón. Estos cañones fueron rápidamente silenciados por el mayor peso de la artillería en las defensas francesas.
El fuego británico se dirigió a la brecha original en la segunda línea. La brecha se amplió rápidamente y estaba casi en un estado en el que se podía realizar un asalto, cuando comenzaron a agotarse las municiones.
Llegaron más municiones de Ciudad Rodrigo, pero durante la noche, las fuertes lluvias arrasaron las paredes de las baterías y no se pudo reanudar el bombardeo hasta que fueron reconstruidas.
Con el fuego aliado se reanudó en el 17 de octubre, los pocos cañones británicos lograron barrer los obstáculos construidos por los franceses detrás de la brecha y se hicieron los preparativos para un asalto final.
El ataque se dividiría en tres partes. Una mina debajo de la iglesia de San Román sería explosionada y un grupo de tropas españolas y portuguesas al mando del coronel Brown se apresuraría a tomar la posición. Simultáneamente, 300 guardias a pie atacarían la brecha oriental en la primera línea y luego escalarían la segunda pared, mientras que 300 hombres de la KGL al mando del mayor Wurmb atacarían la brecha occidental en la segunda línea. Cada columna iría precedida por una forlorn hope con un oficial y 20 hombres, los apoyos o fuerza principal asaltante, eran grupos de 40 a 50 hombres cada uno, los cuales debía presentarse únicamente cuando los asaltantes hubieran llegado a su posición de partida. Había una fuerza de reserva de unos 200 que iban a cargar fuera de la zanja solo cuando los apoyos estuvieras bien establecido en la muralla.
La explosión de la mina de San Román, se realizó puntualmente a las 04:30 horas, era la señal del ataque, y las tres columnas de asalto se dirigieron a sus objetivos. La forlorn hope de la KGL subió la pendiente abrupta a toda velocidad, y alcanzó la cima, e inmediatamente se les unió el apoyo, dirigidos con valentía por el mayor Wurmb del RI-5 KGL. El primer apoyo despejó una parte considerable de la muralla de sus defensores, hasta que se encontró con una empalizada, parte de las obras que los franceses habían construido para cortar la brecha del cuerpo principal. La mitad del grupo KGL de Wurmb, habiendo irrumpido en la segunda línea, en lugar de girar y atacar una empalizada en su flanco, se unió a los Guardias en su ataque a las murallas. La otra mitad del grupo de Wurmb no apareció, dejando una fuerza inadecuada para continuar el asalto.
Los guardias en su ataque, 100 metros a la derecha de la brecha, tenía una tarea aún más difícil que los alemanes, porque su asalto era una mera escalada. Fue ejecutado con gran decisión: saliendo de la trinchera de aproximación corrieron hasta la línea de empalizadas, atravesaron huecos en ella y aplicaron sus escaleras al frente de la muralla de la segunda línea. Muchos de los que lograron subir, y se establecieron con éxito en el parapeto, y se apoderaron de un tramo largo, por lo que algunos de sus hombres de la izquierda se pusieron en contacto con los alemanes que habían entrado por la brecha. Pero no pudieron despejar al enemigo de la tierra de la segunda línea, donde un cuerpo sólido de los franceses mantenía un fuego nutrido sobre ellos, mientras que la guarnición de la línea superior mantenía un fuego aún más feroz desde su posición elevada. Los guardias estuvieron durante unos diez minutos dentro de la muralla e hicieron varios intentos de seguir adelante sin éxito. Al final una reserva francesa avanzó desde su izquierda, y cargando en el flanco la masa desordenada dentro del recinto les expulsó de nuevo.
Los guardias se retiraron lo mejor que pudieron a las trincheras avanzadas. Los guardias de Coldstream sufrieron pérdidas de 60 muertos y heridos, incluidos 4 oficiales, mientras que los RI-3 de guardias perdieron a 25 hombres, incluidos 2 oficiales. El KGL perdió 75 hombres, incluidos 7 oficiales. El mayor Wurmb fue muerto.
La tercera sección de asalto contra la iglesia de San Romn, tuvo en cierta medida de éxito. La mina, aunque no destruyó todo el edificio, como se esperaba, voló la terraza de en frente, y parte de su extremo oeste. Entonces los franceses evacuaron la iglesia después de explotar una mina propia que derribó campanario y mucho más, y aplastó algunos de los portugueses y españoles avanzaban por delante de sus compañeros. Las pérdidas fueron de 8 muertos, 44 heridos, y 2 desaparecidos.
Los sitiadores pudieron alojarse en las ruinas, pero no pudieron intentar acercarse a los muros del segundo recinto. Así que la DI-6 se quedó atrás, dentro de las calles de Burgos, y nunca se adelantaron ni se mostraron.
Retirada aliada
El 19 de octubre, la BRI de Guardias y la BRI KGL de la DI-1, marcharon para unirse a la DI-5 y a la DI-7 en el frente, dejando solo la BRI de Stirling para sostener las trincheras en los lados norte y oeste del castillo. Dos tercios de la DI-6 ya se habían marchado en la misma dirección antes del asalto, entonces siguió el resto, antes de partir entregaron la ciudad de Burgos ciudad y la cadena de piquetes en el lado este del Castillo a BRI portuguesa de Pack.
El 20 de octubre, las noticias eran serias en el frente, Souham, mostraba signos de tener la intención de atacar con fuerza, y sostuvo que había sido reforzado por gran parte del ejército del Norte, bajo Caffarelli en persona. Wellington dio órdenes de retirar los cañones de las baterías, dejando solo dos de las piezas francesas capturadas para realizar disparos ocasionales. Se ordenó que todas las provisiones y municiones transportables fueran cargadas. Hubo algunas disputas en la iglesia de San Román ese día, pero por la noche los portugueses volvieron a estar en posesión de la iglesia destruida.
El 21 de octubre, llegaron las últimas órdenes de retirada. La artillería se encargó de quemar todo lo que no pudiera ser llevado: plataformas, fascines, etc. Volaron las obras de San Miguel, y se retiraron por la carretera de Valladolid. Los 3×18 cañones fueron llevados durante unos pocos km. Las carreteras estaban en mal estado por las fuertes lluvias, y los bueyes estaban débiles, se sostuvo que no era provechoso arrastrar los 2 cañones que habían perdido muñones y eran prácticamente inútiles. Se clavaron y se abandonaron. La reserva de artillería quedó reducida a las 5×24 obuses, y continuó su retirada.
En la noche del 21 al 22 de octubre, la BRI de Pack y las tropas dejadas para mantener las obras retiradas, formaban el cuerpo de cobertura y realizaron la retirada por varios caminos.
Al despuntar el 22 de octubre, una patrulla de reconocimiento de Dubretón cercioró el abandono de las posiciones enemigas. Ese mismo día entraron en Burgos las tropas primeras del ejército francés de Portugal, liberando a la guarnición del castillo.
Las bajas aliadas totales en el asedio del castillo de Burgos fueron de 45 oficiales y 485 de tropa muertos, 68 oficiales y 1.445 de tropa heridos, 42 de tropa desaparecidos, en total 2.054 efectivos.