Siglo XVIII Guerra de la Cuádruple Alianza (1717-21) Ataque francés a España (1.719-20)

Antecedentes

Los franceses a disgusto tuvieron que entrar en la guerra contra España, haciéndolo en enero de 1719. La situación económica francesa era pésima después del belicoso reinado de Luis XIV y a eso se unía el tener que luchar contra un Borbón y la necesidad de no desgastar en exceso a España; la cual para Francia suponía un casi obligado aliado en sus luchas en Europa como se demostraría poco después en las guerras de Sucesión Polaca y Austriaca.

Francia colaboró con su flota de guerra y con su ejército que atacaría España por Fuenterrabía y por Cataluña.

Ataque francés a Irún

Ante la amenaza de invasión, Felipe V envió al mariscal Blas de Loya a Guipúzcoa, para organizar la defensa. Bajo su supervisión se fortificaron el castillo de Behobia y la ermita de San Marcial, la formación de milicias locales, Irún facilitó un centenar de hombres, y el reconocimiento de los vados del Bidasoa. En esta labor sería ayudado por el irunés Antonio de Larreta, enviado por la diputación.

A la improvisada defensa habrá que sumar los refuerzos que van llegando, como el regimiento de infantería de Zamora, cuyo comandante, el capitán Toribio Matheu, quedará al cargo del castillo de Behobia, o el que llegará el 18 de abril, formado por tres compañías de Tolosa, con 150 milicianos y 6 sargentos. Dada la escasez de fuerzas, las unidades militares y las milicianas serían disueltas, mezcladas y repartidas en las posiciones. Los tolosanos, por ejemplo, se dividieron entre el castillo de Behobia y la ermita de San Marcial, sumándose el resto a los iruneses para la defensa de la plaza.

En esos momentos, el ejército francés al mando del duque de Berwick, ya se encontraba al otro lado del Bidasoa. La invasión era inminente. Tanto es así que el 19 de abril ocurrió una falsa alarma. Se creyó que los franceses habían entrado por el hospital de Irún. Ante la sorpresa, y para evitar quedar acorralados, la heterogénea tropa abandonaron la plaza, subiendo hasta la casa de Juan de Olazaval (ubicada donde hoy se halla el polideportivo Artaleku). Descubierto el error, las tropas retornaron a su posición original.

Al día siguiente, 20 de abril, comenzó la verdadera ofensiva. A las seis y media de la mañana, una columna del ejército francés bajo el mando de marqués de Silli con 20.000 hombres, entró por Navarra y pasó por Endarlaza para tomar el camino real de Irún. Cuatro compañías de milicias guipuzcoanas intentaron ganar el paso de Endarlaza para frenar a los franceses; pero fue en vano. Una densa niebla, con diluvio incluido, impidió encontrar la senda que les hubiera servido para tal misión. Para las ocho de la mañana los franceses habían llegado a Irún por Behobia.

Los franceses destacaron cuatro compañías de granaderos, que subieron junto a la casa de Lascanena y atacaron las improvisadas trincheras de la ermita de San Marcial. Las escasas tropas defensoras, 12 milicianos de Tolosa, más 3 soldados y un sargento del RI de Zamora, no pudieron resistir, siendo desalojados y hechos prisioneros.

Desde Hendaya, varias gabarras cargadas de tropas francesas se dirigieron a Irún. Hacia las diez de la mañana crearon con ellas un puente para cruzar el Bidasoa, sobre la pesquería de la ciudad, junto a la casa de Martinenea, situada en la orilla francesa. Los franceses cruzaron el puente con poco daño, pese a que se les hizo fuego con la artillería de pequeño calibre desde el castillo de Behobia. Alguna barca fue a pique y apenas unos pocos soldados resultaron heridos, entre ellos Busquet, teniente-coronel del RI de Blaisois.

Después los franceses ocuparon el castillo de Behobia, a continuación la ermita de San Marcelo, a Castelfolit, el fuerte de Santa Isabel, y lo que fue más dañino, los Pasajes. Allí tenía un buen arsenal y ricos almacenes de guerra del rey español, muchos cañones y seis buques de guerra que estaban por acabar. Todo fue incendiado por los franceses, aprovechándose muy poco de cuanto habían encontrado, aunque el daño que hicieron pasaba de dos millones.

Tras la toma de Pasajes se dirigieron a Hondarribia, a la que pusieron cerco.

El rey Felipe reaccionó nombrando capitán general del ejército para el socorro de Fuenterrabía, al príncipe Pío, haciéndole pasar de Barcelona. Se habían reunido con dificultad unos 15.000 hombres marchaban a Navarra, pero era ya tarde, porque desde los 27 de mayo tenía Berwick la trinchera abierta contra Fuenterrabía. Habían bajado otras tropas del Rosellón, y llegado al campo el príncipe de Conti para servir con él.

El 5 de junio ya se batía en la brecha, los españoles hicieron una defensa regular; mientras el Rey se iba acercando a la plaza. Pero cuando ya no estaba más que a unos 5 km, tuvo noticia que se había rendido a 18 de junio, habiendo hecho la petición el comandante don José Emparan, después de que el gobernador titular fuese muerto por una bomba.

Ataque francés a San Sebastian (1719)

El duque de Berwick, después de tomar Hondarribia, puso sitio a la plaza de San Sebastián. La ciudad se encontraba en aquel momento desguarnecida, y durante los meses precedentes, ante la inminencia del ataque, había pedido ayuda de al gobierno, sin obtener satisfacción. La provincia, conocedora de la situación, introdujo en la plaza compañías forales de Azpeitia, Azkoitia, Zestoa, Lazkano, Legazpia y Urretxu, que quedaron al mando del sargento mayor Francisco Ignacio de Alcibar-Jauregui. Paralelamente, las autoridades municipales dividieron a su gente en doce compañías, compuestas cada una por cien hombres. Ocho de estas compañías estaban formadas por vecinos intramuros y las cuatro restantes por vecinos de los barrios extra-muros.

Los franceses fueron avistaron el 24 de junio, y para el día 3 del mes siguiente ya habían bloqueado totalmente la ciudad. El duque de Berwick estableció su cuartel general en Aiete y desde allí dirigió las operaciones del asedio. El gobernador militar de San Sebastián, brigadier Alejandro de la Mota, sospechando que la isla de Santa Clara podría ser atacada, envió a Alcibar-Jauregui con las tres compañías de Azpeitia para guarnecerla.

Después de un primer ataque de la artillería dispuesta en las naves de la flota anglo-francesa, compuesta por unos efectivos de más de 150 cañones, y del intento de asalto de 11 embarcaciones enemigas, que fueron rechazadas por los azpeitiarras; el gobernador de la plaza, ante la inferioridad de los defensores, ordenó desalojar Santa Clara.

El 23 de junio Berwick estaba sitiando las murallas con sus 16.000 hombres y Felipe V, en Lesaka, con sus 15.000. Se instaló el duque en el alto de Ayete para dominar la situación, mientras los donostiarras cortaban el puente de Santa Catalina y destruían el barrio para evitar que sirviera a los sitiadores, y ordenaban abandonar la ciudad a mujeres y niños. Felipe V, a quien los donostiarras encontraron en Santesteban en lugar de acudir en apoyo de la ciudad, regresó a Pamplona.

El 25 de julio se lanzó un ataque masivo sobre San Sebastián. La artillería enemiga empezó a batir con especial insistencia el lienzo más débil de la muralla, situado al lado del puente de Santa Catalina. Tres días después se abrió una brecha en las fortificaciones del sector oriental y el comandante de la plaza ordenó que los efectivos militares se replegasen sobre el castillo.

Debido a la gran cantidad de muertos y heridos, el día 29 de julio, mientras la muralla se desmoronaba, se pidió media hora de tregua para retirar los cuerpos.

La disparidad de las fuerzas hacía inviable cualquier intento de seguir defendiendo la ciudad, y reconocida la importancia de las dos brechas abiertas en las murallas, se enarboló bandera blanca y San Sebastián pidió la capitulación. Una comisión, compuesta por el alcalde, Amite Sarobe y los vecinos Pablo Joaquín de Aguirre y Martín Olozaga, se presentó en el cuartel general del duque de Berwick para proponer los diferentes capítulos de la rendición.

Sin embargo, los tercios guipuzcoanos y los restantes efectivos militares que se habían replegado sobre las fortificaciones de la Mota, no se rindieron hasta el día 27 de agosto. Durante el asedio San Sebastián sufrió una gran destrucción, evaluada en más de tres millones de reales de plata. También fueron muy numerosas las pérdidas humanas.

A finales de agosto las tropas francesas habían tomado las tres provincias vascongadas. Los vascos aceptaron formalmente la ocupación y afirmaron que aceptarían el gobierno francés si se les respetaban sus fueros.

Guipúzcoa reconoció el gobierno francés el 5 de agosto, y Álava hizo lo propio el 29 de agosto.

Asedio de Rosas (enero de 1720)

En enero de 1719 se incrementaron los controles fronterizos para evitar que se infiltraran agitadores austracistas y espías franceses, o pasaran catalanes a Francia a informar de la situación del Principado. En enero de 1719 se incrementaron los controles fronterizos para evitar que se infiltraran agitadores austracistas y espías franceses, o pasaran catalanes a Francia a informar de la situación del Principado.

La noche del 25 al 26 de mayo, fue sitiado por los franceses el castillo de Castelleó, y a fines de ese mismo mes estaban ya en su poder las entradas al Valle de Arán; aunque solo operaban 5.000 infantes y 1.000 caballos al no haber llegado la artillería por el mal estado de los caminos.

A mediados de septiembre, el duque de Berwick se encontraba en Montlluís. Las tropas francesas ya ocupaban todos los pasos de los Pirineos desde la frontera de Aragón hasta Olot, habiendo situado 500 fusileros y 50 caballos en la Cuenca de Tremp; tomado Ripoll, Camprodón, Puigcerdá y La Seo de Urgel con 6.000 hombres, y se tenían noticias de preparativos en Colliure para asediar Rosas o Barcelona. Las comunicaciones eran difíciles por el gran número de partidas guerrilleras que actuaban por doquier “de modo que sin gruesas escoltas no se puede ir a ninguna parte”.

Las acciones de los guerrilleros se hicieron más frecuentes y arriesgadas desde mediados de julio. Habían realizado incursiones en Camprodón, Ripoll, Olot, San Feliu de Pallareis y Amer, y en la comarca de Osona se movían con libertad porque la guarnición de Vich solo contaba a finales de julio con 90 hombres, de los que 40 eran de caballería.

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Guerrilla catalana atacando a fuerzas españolas durante la invasión francesa en 1719-20. Se trata de austracistas apoyados por Francia atacando a soldados españoles y las Escuadras de Cataluña (origen de los Mossos d’Esquadra). Autor Ramón Acedo

El 1 de enero de 1720 el ejército del marqués de Castel-Rodrigo se presentó frente a la Seo de Urgel, ocupado por los franceses. Próspero de Verboom estaba al frente de los ingenieros. El 22 de abril se abrió la trinchera contra la Torre Blanca, que se rindió dos días después. Las operaciones contra el castillo siguieron, de forma que este capituló el 29 de abril. En el sitio murió el ingeniero extraordinario Pedro Bonifay, y fue herido el ingeniero en segundo Alejandro Sort. Tras la toma de la plaza, Verboom proyectó y comenzó la construcción de la Ciudadela y la Torre de Solsona, quedando durante algún tiempo como gobernador de la plaza.

El duque de Berwick evitó un enfrentamiento directo con el ejército del marqués de Castel-Rodrigo, dirigiendo un ataque en el mes de septiembre a Cataluña desde los Pirineos.

La prioridad de las fuerzas de Cataluña era proteger preferentemente Barcelona, y en segundo lugar Gerona y Rosas en tercer lugar. Desde Urroz, en Navarra, Castelrodrigo ordenó a Antonio del Valle que incrementara la guarnición de Rosas con el segundo regimiento de Lisboa, que se encontraba en Gerona, y que a la capital de Ampurdán se dirigiera alguno de los regimientos de guarnición en Barcelona.

Castelrodrigo se dirigió a Gerona para desde allí dirigir las operaciones de ayuda a Rosas, que se esperaba quedara sitiada de inmediato por el ejército de Berwick, pues si caía Rosas, con Camprodón en manos francesas, el norte de Cataluña estaría irremisiblemente perdido.

A finales de octubre, se inició la ofensiva de Berwick por el Ampurdán con 40 BIs, un RH, 45 ECs y 18 piezas de artillería, llegando a Rosas y poniéndola bajo asedio.

A primeros de noviembre el temido ataque a Rosas no se había producido al no haber llegado por mar la artillería y municiones que Berwick esperaba, transportada por casi medio centenar de tartanas escoltadas por 2 navíos de guerra franceses y 4 ingleses. El mal tiempo, con fuertes lluvias y gran temporal en el mar vino a aliviar la situación de Rosas. El 5 de noviembre los franceses iniciaron el desembarco de la artillería, pero el mar estaba tan agitado que las chalupas no consiguieron maniobrar y hubo que suspender la operación.

Al día siguiente, el viento arreció y se produjo el desastre: 28 tartanas encallaron y se hundieron con todo su material a bordo, como informaba con satisfacción Castelrodrigo el 7 de noviembre: “el agua continua cae acompañada de un grande temporal de truenos y de vientos muy recios, de modo que así por lo presente como para más de ocho días después de cesado este tiempo, que aquí suele durar muchos días, considero al Mariscal de Berwick en grande confusión y embarazo, como a D. Antonio Marín y Gurrea, gobernador de Rosas, en mucha complacencia y descanso”. La tempestad de levante fue providencial para que Rosas se salvara y cambiara el curso de la guerra.

Berwick se vio obligado a levantar el sitio dado lo adelantada de la estación, la dificultad de abastecer de víveres a la tropa y la posibilidad de ser atacados por el ejército de Castelrodrigo desde Gerona.

Las tropas francesas quedaron acuarteladas con aparente intención de pasar el invierno en Olot, Camprodón, Ripoll, Bagá, Puigcerdá, La Seo de Urgel y Conca de Tremp; Castelrodrigo por su parte se dedicó en diciembre a visitar Vic, Berga, Cardona y Solsona, y preparar la recuperación de Castellciutat y el Segre.

A finales de año el capitán general había logrado concentrar en aquella zona 20 BIs y 18 escuadrones, aprovechando que todavía no había nevado con intensidad, mientras que para el sitio de Castellciutat, defendida por 300 hombres, destinó 21 BIs, contando con la probabilidad, que creía muy lejana, de que los sitiados recibieran ayuda desde Francia, en cuyo caso podía interceptarlos.

Paz de Cambrai (1720-24)

El cariz adverso de la guerra hizo caer al ministro Alberoni y el rey Felipe V se vio obligado a entrar en la Cuádruple Alianza y a entablar conversaciones de paz con los aliados sacrificando sus propios intereses en beneficio de la paz en Europa. Finalizadas por fin las hostilidades, las tropas españolas de Cerdaña y Sicilia fueron repatriadas a España en buques británicos en el verano de 1720.

El 27 de marzo de 1721, se firmó en Madrid un primer tratado ajustado por el secretario de estado de España José de Grimaldo, en nombre de Felipe V, y el francés Jean-Baptiste Louis Andrault, embajador de Luis XV de Francia, según el cual Francia y España acordaban una alianza defensiva mutua. El acuerdo incluía varios artículos en los que Francia se comprometía a restituir las plazas de Fuenterrabía, San Sebastián y Pensacola, tomadas en el transcurso de la última guerra, y a intermediar ante Gran Bretaña para la restitución de Gibraltar a España; esta, por su parte, devolvería a Francia las plazas tomadas en la Cerdaña.

Las conferencias comenzaron de manera informal en Cambrai en 1722, y no finalizarían de forma oficial hasta 1.724. España accedió a las condiciones de paz que le impusieron en Madrid los representantes diplomáticos de la Cuádruple Alianza en 1720 y acabó firmando tratados con cada una de las potencias enemigas:

  • Inglaterra obtuvo ventajas económicas en Ultramar. A cambio de la paz, el conde de Stanhope propuso a su gobierno en julio de 1720 la devolución de Gibraltar. La propuesta estaba respaldada por el duque de Newcastle, ministro británico, y el propio rey Jorge I, que había escrito a Felipe V el 12 de junio una carta prometiendo conseguir la devolución. No obstante, la propuesta fue rechazada en el Parlamento británico.
  • Francia obtuvo ventajas económicas en ultramar; a cambio devolvió Pensacola (Florida) y las tres provincias vascongadas (San Sebastián y Fuenterrabía fueron devueltas oficialmente en agosto de 1722).
  • Víctor Manuel de Saboya recuperó Sicilia, pero a continuación la canjeó por Cerdeña.
  • Carlos VI, emperador austriaco, reconoció a Felipe V como rey de España y dejó de usar este título que usaba desde su coronación en 1704. Además, reconoció a España los derechos de la reina consorte, Isabel de Farnesio, sobre los ducados de Parma y Toscana, que se fijaron en la persona de su hijo, el infante Carlos, de dos años de edad.

España otorgaría a la Compañía de Ostende ventajas comerciales en América equiparables a las que ostentaban los ingleses. El resultado alarmó a Londres, que veía peligrar la paz en el continente y amenazadas sus posesiones en suelo español y sus concesiones en las colonias americanas. Su primer movimiento fue presionar directamente sobre Felipe V a través del embajador, pero el resultado fue negativo, recordando las promesas reales incumplidas por Jorge I y exigiendo la pronta restitución de Gibraltar.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2020-02-21. Última modificacion 2022-08-30.
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Comentarios:

  1. Poncio dijo el 2020/08/14 a las 6:29 pm

    Esta guerra no se terminó en la Paz de Cambrai sino en el Tratado de la Haya rubricado el 17 de febrero de 1720. Cierto es que este tratado convocó el congreso de Cambrai.
    Uno de los puntos esenciales de este congreso fue tratar de la promesa hecha en el Tratado de La Haya a Felipe V de que su hijo con su segunda esposa Isabel de Farnesio, el príncipe Carlos, recibiera el ducado de Parma, el Ducado de Piacenza y el Ducado de Toscana. Los preliminares comenzaron en 1721 y el Congreso se clausuró en 1724.
    Las condiciones de paz aquí apuntadas corresponden al Tratado de la Haya

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