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Muerte de Julio César 44 AC
César fue nombrado dictador por 10 años y era dueño absoluto de la república romana y del mundo mediterráneo. Como tal, volvió a ejercer su típica clemencia con sus enemigos; no olvidó su política agraria y de asentamiento de colonos; aumentó el número de fiestas populares, aunque cuidándose de no incurrir en gastos ruinosos para el Estado; dispuso normativas económicas y financieras que protegían a los más débiles, trató de frenar el lujo de los poderosos limitando los gastos en banquetes; diseñó profundas transformaciones políticas, dictó leyes que ampliaban la ciudadanía romana a capas más vastas de la población, y comenzó a pensar en un mundo distinto al hasta entonces conocido dentro de los límites de la ciudad romana.
César también estaba convencido de que, para mantener el dominio en Oriente y poder llevar a cabo con éxito la expedición final contra los partos, que eran en esos momentos la única amenaza que quedaba.
Unos 60 miembros de familias importantes, casi todos senadores; se conjuraron para eliminar a César y restaurar la legitimidad y legalidad de la República. Estaban temerosos de que la abrumadora acumulación de cargos y privilegios que recaían en su persona terminase por darle la puntilla a la desvencijada República y César se proclamase a sí mismo rey.
César acudió al Senado el día 15 (los idus) de marzo a la sesión que discutiría la expedición contra los partos. Fue al Senado a pesar de los ruegos de Calpurnia, ya que durante la noche había tenido sueños premonitorios. Marco Antonio los acompañaba, pero alguien lo retuvo en la antesala del Senado. Cuando César se hubo sentado, lo rodearon y lo atacaron con sus puñales y dagas, entre los asesinos se encontraban Casio, Casca y Bruto, su hijo adoptivo. Los asesinos salieron del Senado gritando que habían liberado a Roma de un tirano. Todo el mundo creía que Cicerón pasaría a tomar el mando e instauraría la república de nuevo, pero se quitó de en medio.
Esa misma noche, Marco Antonio se hizo con el testamento de César (se supone que lo robó del templo de Vesta, donde estaban las vírgenes vestales). Lo que vio no le gustó nada. César había nombrado heredero a César Octavio, pero Marco Antonio seguía siendo fiel a César, y no hizo nada, de momento. En las honras fúnebres de César se leyó el testamento, donde donaba una muy generosa cantidad de dinero a la plebe.
Muy pocos conocían a Octavio que sufría de colitis crónica, este cuando llegó a Roma preguntó si habían repartido el dinero donado por César. Marco Antonio respondió que había cosas más importantes que hacer. Pidió dinero prestado a amigos ricos del difunto, y lo repartió, ganándose la amistad de los legionarios.
Marco Antonio intentó hacerse con el poder por la fuerza, para ganarse el favor del ejército, decidió que lo mejor era terminar con los asesinos de César. Consiguió una orden del Senado autorizándolo y se fue en busca del que tenía más cerca, Décimo Bruto, que estaba en la Galia Cisalpina. Aprovechó la ocasión para saquear el tesoro.
Los aristócratas se dieron cuenta de que este quería ser el sustituto de César, se pusieron del lado de Marco Antonio, Cicerón prestó su oratoria y soltó sus famosas Filípicas, dando la vuelta a la tortilla y consiguiendo que Marco Antonio fuera declarado proscrito por el Senado.
Había comenzado la Tercera Guerra Civil. Los dos cónsules de aquel año, Vibio Pansa y Aulo Hirtio, salieron en persecución de Marco Antonio al mando del ejército senatorial, apoyados por el ejército de Octavio, que había sido nombrado propretor por el Senado.
Batalla de Forum Gallorum y de Mutina 43 AC
Marco Antonio y Décimo Bruto estaban situados en los alrededores de Mutina (la actual Módena); al sur del río Padus (Po), próximos a la Vía Emilia, y comenzaron el asedio de la ciudad.
A principios de marzo Hirtio y Octaviano avanzaron sobre Mutina (Módena) apara aliviar el asedio. En ruta, tomaron posesión de Bolonia, que había sido abandonada por su guarnición, y se encaminó con la caballería, dejando Pollentia (Pollenzo) y Regium Lepidi en manos de Antonio. Pero Antonio había aprendido lo suficientemente bajo el mando de César en Alesia sobre cómo llevar a cabo una operación de asedio. Además de la línea interna de circunvalación que rodeaban Mutina, estableció otra de contravalación para bloquear cualquier intento de socorro a la ciudad.
Los líderes senatoriales trataron de hacer señales de su presencia desde los árboles más altos. Décimo que mandaba las fuerzas de la ciudad, respondió de manera similar, estableciendo el enlace con señales.
Con los suministros a punto de agotarse, el hambre empezaba sentirse en la guarnición atrapada en Mutina (Módena), pero Hirtio y Octaviano decidieron esperar la llegada de Pansa con refuerzos antes de enfrentarse a Marco Antonio.
Había frecuentes enfrentamientos de caballería, la caballería de Antonio era más numerosa, pero el terreno pantanoso lo privaba de la oportunidad de sacar el máximo provecho.
El 19 de marzo el cónsul Pansa se dispuso a enlazar con Hirtio y Octaviano, con cuatro legiones de reclutas, habiendo dejado una, la legión Urbana, para defender Roma.
El 14 de abril, Antonio marchó con su cohorte pretoriana, las legiones II y XXXV, unidades ligeras y un considerable cuerpo de caballería para cortar el paso a Pansa antes de que se uniera a los otros ejércitos senatoriales. Antonio dedujo que Pansa contaba solamente con cuatro legiones de jóvenes reclutas, pero la noche anterior Pansa había recibido de Hirtio la legión Martia y una cohorte pretoriana de Octavio para que le ayudasen en la realización de la última etapa de la vía Emilia, ya que pasa a través de un estrecho desfiladero.
Las legiones de Marco Antonio colisionaron con las de Pansa cerca de un pueblo de nombre Forum Gallorum (Castelfranco Emilia), sobre la vía Emilia.
Antonio preparó una trampa a la vanguardia de Pansa mandada por Galba, que se componía de la caballería, tropas ligeras y la legión Marciana y las cohortes pretorianas de Octavio.
Las fuerzas de Antonio que se componían de las legiones II y XXV, caballería, infantería ligera y su guardia pretoriana consiguen envolver la vanguardia, Pansa acude con las legiones novatas, pero son rechazadas y él mismo fue mortalmente herido y evacuado.
Galba a duras penas rompió el cerco y enlazó con las legiones senatoriales, que se estaban protegiendo el tren de bagajes.
Antonio intentó seguir su éxito táctico asaltando el tren de bagajes, pero esta acción fue un fracaso costoso, siendo forzado a retirarse. Durante su retirada se encontró con las legiones IV y VII bajo el mando de Hirtio, que al enterarse de la emboscada acudió inmediatamente. Las legiones chocaron contra las exhaustas tropas de Antonio y las derrotaron.
En Mutina (Módena), estaba claro que Antonio había perdido la iniciativa, y había pasado de sitiador a ser sitiado. Trató de mantener a raya a los senatoriales que le asediaban, mediante el acoso a diario con su caballería hasta que Décimo finalmente se rindiera por hambre.
Hirtio y Octaviano ofrecieron batalla, el 21 de abril, donde el asedio de Mutina era más estrecho. Ante la sospecha de que se trataba de un farol, Antonio sacó su caballería y dos legiones de su campo, ofreciendo a sus enemigos la batalla que estaban buscando.
Antonio fue derrotado de nuevo, pero Hirtio, al igual que su colega consular Pansa, también fue muerto. La muerte de Hirtio, durante el ataque al campamento de Antonio, dejó al ejército y a la República romana sin líderes. Octavio recuperó su cuerpo y según Suetonio: »En medio de la lucha, cuando el portador del águila de su legión fue profundamente herido, él llevó el águila durante un tiempo.» Debido a la muerte de ambos cónsules, Octavio obtuvo el mando de las legiones del Senado, debido a su rango de propretor.
Ambas partes pasaron la noche con las armas en la mano. En contra del consejo de sus oficiales, quienes le instaban a continuar con el asedio; Antonio al día siguiente decidió retirar a su ejército (la legión V seguía intacta y los restos de II y XXXV, con más de 5.000 de caballería). Para enlazar con Ventidio y sus tres legiones desde el Piceno (VII, VIII y IX), y buscar el apoyo de Lépido y Planco.
Cuando la noticia de la victoria llegó a Roma una multitud de ciudadanos espontáneamente llevaron a Cicerón a través de las calles desde su casa al Senado.
Antonio estaba en el pináculo de su carrera; pero el Senado finalmente lo declarado hostis o un enemigo del estado. Las fuerzas senatoriales parecían triunfante, pero la realidad en el campo era bastante diferente.
Antonio había sido capaz de conseguir una ventaja inicial de dos días sobre la coalición del Senado, pero era la primera vez que ambos cónsules habían muerto en acción desde 208 AC. Décimo instó a Octavio para marchar al sur y cortar Ventidio antes de que pudiera unirse con Antonio. El Senado desairó a Octavio decretando que las legiones los dos cónsules muertos debían ser transferidas a Décimo, también legitimó las adquisiciones de Bruto y Casio en el este y le concedió el mando supremo naval a Sexto Pompeyo, que había avanzado a Massalia (Marsella).
Marco Antonio, por su parte, se dirigió al oeste de Parma (que fue saqueada) y a Plasencia y luego por la vía Milvia a Dertona. Recluto fuerzas de ciudadanos y esclavos a lo largo del camino, antes de girar hacia el sur y cruzar los Alpes de Liguria llegando a Vada Sabatia, 50 kilómetros al sur-oeste de Génova. Allí El 3 de mayo se encontró con Ventidio, que, con las rutas establecidas por el Senado, se había visto obligado a emprender una peligrosa marcha forzada en los Apeninos. Décimo luchaba por mantener el ritmo pero quedó retrasado.
Antonio hizo una finta hacia el norte con su caballería bajo el mando de Trebelio, hacia Pollentia. Décimo cayó en la trampa, y envió de forma inmediata cinco cohortes por delante y él siguió detrás con todo su ejército. Antonio consiguió burlarle y hacerse con las 4 legiones de Décimo, y con el camino abierto a la Galia y a Hispania, tenía a su disposición 20 legiones y unos 10.000 jinetes.
Octavio volvió a Roma, consiguiendo el nombramiento de cónsul, gracias a la influencia de Cicerón, que manejaba los hilos del Senado a su antojo, y que junto con los optimates utilizaban a Octavio, para ayudarles a eliminar a Marco Antonio. Este disponía de 8 legiones y se dirigió a Roma donde se hizo con 3 más (2 de África y una urbana) a las que se unieron 6 más 3 de Panda y 3 de Décimo, en total disponía de 17 legiones. Octavio no buscó el enfrentamiento directo.
Segundo triunvirato
Una vez nombrado cónsul, Octavio consiguió del senado otra orden para capturar a los asesinos de César. Terminó con Décimo Bruto en la Cisalpina fácilmente, mientras Bruto y Casio, los más importantes asesinos de César, se encontraban en Grecia, reuniendo un potente ejército.
Octavio llamó a Marco Emilio Lépido, otro lugarteniente de César, para llevar un mensaje a Marco Antonio, para formar juntos el Segundo Triunvirato. Se reunieron en Bolonia en noviembre del 43 AC, y se repartieron las provincias: Marco Antonio se quedó con la Galia que disponía de 11 legiones, de las cuales 5 eran veteranas, Lépido con Hispania con 7 legiones, 4 de las cuales eran veteranas; y a Octavio le dejaron África, Sicilia, Córcega y Cerdeña, contaba con 17 legiones de las cuales 4 eran veteranas. Dejaron de lado sus diferencias y se comprometieron en el objetivo común de acabar con los asesinos de César.
Lo primero que hicieron los triunviros fue despejar el panorama en Roma. Cada uno de ellos hizo una lista de gente que quería eliminar, y se pusieron a ello con entusiasmo. Se publica una lista de 300 senadores y 2.000 équites condenados a muerte, cortando con ello además, la financiación de los asesinos de César. El primero de la lista negra de Marco Antonio era Cicerón. Se inició una época de terror, los triunviros eliminaron a todos los oponentes que tenían en Roma, y se quedaron con sus bienes, que les hacían falta para sufragar el gasto de la próxima guerra contra Bruto y Casio.
Campaña de Bruto y Casio en Asia Menor
Mientras tanto en Siria, Casio que ya tenía relaciones con la administración provincial después de ser uno de los pocos supervivientes de la desastrosa campaña de Craso contra el Imperio Parto; había liberado al ejército de Quinto Cecilio Baso, que se encontraba sitiado desde hacía casi tres años en la ciudad de Apamea.
Su intervención no pudo ser más afortunada; levantó el asedio y reclutó para su bando las dos legiones de Baso, a las seis legiones que lo sitiaban y además consiguió cuatro legiones más en Judea. Estas eran cuatro legiones que el legado Alieno había llevado desde Egipto al cónsul Dolabela (tres de ellas dejadas por Julio César después de su campaña en Egipto), quien las esperaba en Laodicea para que se rindieran y pasaran a su mando. De esta forma Casio, con un impresionante ejército de doce legiones, se dirigió a Loadicea donde se hallaba Dolabela el cual, viendo la situación, acabó suicidándose.
El conflicto internacional, por tanto, también había llegado a Egipto: Casio exigió a Cleopatra hombres y víveres, a lo que ella se negó, bajo la excusa de que la pobreza y las enfermedades asolaban Egipto. A pesar de todo, Cleopatra ya había decidido unirse a los triunviros con su armada, pero un fuerte vendaval la dispersó y tuvo que regresar a Egipto.
Mientras tanto, en Macedonia el propretor Gayo Antonio, quien como legítimo gobernador se enfrentaba a Bruto con dos legiones, tuvo que rendirse ante fuerzas superiores; esto después de que Bruto, tras muchas dificultades, consiguiera la rendición de las guarniciones de Dirraquio y Apolonia de Iliria y obligara a Publio Vatidio a retirarse hacia Iliria. Tras estos acontecimientos, Bruto reclutó a dos legiones más entre los macedonios, y con esto disponía de un respetable ejército formado por 8 legiones.
Bruto pasó a Asia Menor y siguiendo la costa llegó a Licia al suroeste de la actual Turquía, donde exigió hombres y materiales para su causa, el líder popular llamado Naucrates se negó. Bruto obtuvo un éxito inicial cuando envió una partida a caballo, que sorprendió a una fuerza de Licia mientras estaban comiendo, matando a 600 de ellos. A continuación, derrotó al ejército combinado de los licios en una batalla campal y cuando huyeron, saquearon su campamento.
Posteriormente, dejó libres sin rescate a los prisioneros, con la esperanza de ganarse a toda la nación. La mayoría de las ciudades licias se rindieron, pero la ciudad de Janto (Xanthus) continuó el desafío; cuando Bruto había establecido las líneas de asedio algunos de los habitantes trataron escapar buceando por en el río que fluía por la ciudad, pero había colocado redes que tenían campanas en la parte superior para que dieran la alarma cuando alguien estaba atrapado en ellas.
Asedio de Janto (Xanthus)
Bruto tomó personalmente el mando del asedio de Xanthus (Janto), los habitantes destruyeron los suburbios de la ciudad y se retiraron tras las murallas. Bruto dividió su ejército e para hacer rotaciones de día y de noche y realizar un asalto continuo. Desplegaron arietes contra las murallas y lanzando ataques contra las puertas. Los habitantes detectaron un período de calma y decidieron realizar una salida nocturna para caer en una trampa. Los sobrevivientes regresaron de nuevo a la puerta por donde habían salido y la encontraron cerrada, siendo masacrados junto a las murallas.
Una segunda salida por los defensores logró incendiar las máquinas de asedio. Cuando los habitantes se retiraban, unas 2.000 tropas romanas fueron en su persecución, los romanos entraron en la ciudad, pero cuando el rastrillo cayó, los legionarios habían entrado quedaron atrapados, se abrieron camino en el foro y se hicieron fuertes en el templo de Sarpedón. Sus compañeros desde fuera trataron de rescatarlos mediante escaleras improvisadas con troncos de los árboles, con cuerdas unidas a ganchos. Algunos consiguieron escalar la muralla y abrir una pequeña puerta, permitiendo la entrada, al caer la noche, el ejército romano entraba en la ciudad, que los defensores incendiaron antes que rendirse. Solamente 50 hombres salieron con vida.
Tras la conquista de la ciudad, Bruto se hizo con Liria que le ofrecieron dinero y pusieron la flota a su disposición, siendo enviada a Abydos para ayudar a cruzar el Helesponto, Bruto se reunió con Casio en Sardes a mediados de julio del 42 AC.
Sexto Pompeyo en Sicilia
En el 43 AC, cuando Marco Antonio se dirigió a la Galia Cisalpina para oponerse a Décimo Junio Bruto Albino, el Senado romano buscó apoyos contra el futuro triunviro. Apeló a Lépido y a Sexto Pompeyo, que entonces había llegado a Massalia con una flota y un ejército dispuesto a intervenir según más conviniera. El Senado, a propuesta de Cicerón, aprobó un decreto laudatorio en su honor, y le ofreció nominarlo para el puesto que había tenido su padre en el colegio de los augures. También lo nombró para el mando de la flota republicana con el título praefectus classis et orae maritimae; sin embargo, Sexto no realizó ninguna acción para aliviar el asedio de Mutina, permaneciendo inactivo a la expectativa.
El dominio de la flota garantizaba a Sexto cierta seguridad; pero como los gobernadores de Hispania y el de la Galia apoyaron el triunvirato, no disponía de ninguna base en tierra firme. Sexto se limitó a atacar las zonas costeras, y sus fuerzas aumentaron con todos aquellos que los triunviros habían proscrito, y con multitudes de esclavos que acudían a él.
Finalmente, se vio con fuerzas suficientes para desembarcar en Sicilia, donde estableció su cuartel general. Las ciudades de Milas, Tíndaris, Mesina y Siracusa cayeron en su poder, al igual que toda la isla finalmente. El propretor de Sicilia, Aulo Pompeyo Bitínico, le rindió Mesina a condición de repartirse el gobierno de la isla. También recibió el apoyo de Quinto Cornificio, gobernador de la provincia de África. El dominio de estas provincias por los pompeyanos afectó seriamente al suministro de grano de Roma.
En 42 AC Octaviano envió a la isla a su legado Quinto Salvidieno Rufo, que consiguió evitar los ataques de Sexto a las costas italianas, pero fue derrotado en el estrecho de Sicilia, en las cercanías de Escileo, cuando intentaba enfrentarse a la flota pompeyana. Octavio, tras esta batalla, partió inmediatamente después a Grecia, con objeto de ayudar a Marco Antonio en la guerra contra Bruto y Casio.
Sexto estaba en la cumbre de su poder y se hizo llamar «hijo de Neptuno«; entonces hizo matar al co-gobernador Aulo Pompeyo Bitínico, acusado de una supuesta conspiración, quedando así como único gobernador de la isla. Mientras Octavio luchaba en Grecia contra los republicanos, Pompeyo se mantuvo inactivo, y esto sería su error fatal.
Batalla de Filipos (42 AC)
Movimientos previos
Los triunviros decidieron dejar a Lépido en Roma mientras Octavio y Marco Antonio partieron hacia el este a enfrentarse a las fuerzas de Bruto y Casio. Octavio y Antonio llegaron al norte de Grecia con hasta 28 legiones. Enviaron 8 legiones al mando de Cayo Norbano Flaco y Decidio Saxa hacia Macedonia como avanzadilla, estas ocuparon las cercanías de Filipos donde se hicieron fuertes. Debido a una ofensiva de Bruto y Casio, se tuvieron que retirar hacia Anfípolis hasta que llegaron las tropas triunviras dirigidas por Marco Antonio (Octavio se tuvo que quedar en Dirraquio debido a su mala salud y ser transportado en litera).
Los republicanos no querían involucrarse en una batalla decisiva, sino más bien lograr una buena posición defensiva y utilizar su superioridad naval para bloquear las comunicaciones de los triunviros con su centro de abastecimiento en Italia. Bruto habían dedicado los meses anteriores a saquear las ciudades griegas para llenar sus reservas y se había reunido en Tracia con las legiones romanas de las provincias orientales que habían cruzado el Helesponto.
Con unas fuerzas superiores consiguieron flanquear a Norbano y Saxa, que tuvieron que abandonar sus posiciones defensivas y retirarse al oeste. De este modo, Bruto y Casio podían hacerse fuertes en una posición defensiva privilegiada a ambos lados de la vía Egnatia, alrededor de 3,5 km al oeste de la ciudad de Filipos. Al sur su posición estaba protegida por unas marismas supuestamente infranqueables, y en el norte por unas colinas impenetrables.
Tuvieron tiempo suficiente para fortificar su posición con una muralla y un foso.Bruto situó su campamento en el norte, mientras Casio lo hacía al sur de la vía Egnatia. Marco Antonio llegó en poco tiempo y posicionó su ejército al sur de la vía Egnatia frente a Casio, mientras Octavio situaba sus legiones al norte de la vía frente a Bruto.
Los triunviros llevaron 19 legiones completas hasta el campo de batalla, que incluían las legiones veteranas VI, VII, VIII, X y XII; otras nuevas como la III, XXVI, XXVIII, XXIX, y XXX. Octavio aportó 13.000 jinetes y Antonio 20.000 eran hispanos, galos y germanos, en total tenían unos 100.000 hombres.
Los republicanos tenían bajo su mando 17 legiones (8 bajo el mando de Bruto, 9 bajo el mando de Casio), las mejores procedían de César como la XXVII, XXXVI, XXXVII, XXXI y XXXIII; estaban reforzadas con tropas de sus aliados locales, y unos 20.000 (4.000 galos, 2.000 tracios, ilirios y tesalianos, 2.000 hispanos, 5.000 gálatas, 4.000 árabes y 5.000 arqueros montados), en total unos 90.000 hombres.
Cuando ambas fuerzas llegaron a Filipos, colocaron los campamentos de Marco Antonio enfrente de Casio y el de Octavio enfrente de Bruto.
Casio se colocó a la izquierda, protegiendo su flanco izquierdo con la zona pantanosa, el flanco derecho de Bruto estaba protegido por terreno montañoso. Rodearon sus campamentos con foso, muro y empalizadas, prolongándolos hasta los obstáculos.
Marco Antonio atacó en varias ocasiones, pero los republicanos no cayeron en la trampa y siguieron a la defensiva. Decidió hacer un camino por las marismas, lo construyó en secreto, ocultado por los juncos. Este trabajo le llevó 10 días.
Primera batalla día 3 de octubre
Marco Antonio intentó un ataque por sorpresa a través de las marismas, pero sufrió un contraataque por parte de Casio. Al ver esto, los soldados de Bruto no hicieron caso a las órdenes y se lanzaron en tromba contra los soldados de Octavio, que huyeron abandonando su campamento, las tropas de Bruto se dedicaron a saquearlo, en vez de perseguir a las tropas de Marco Antonio.
A Marco Antonio le fue un poco mejor, pues estaba asaltando las fortificaciones de Casio desde el sur y luego de resistir el ataque de este último, logra capturar su campamento y puso en retirada a los republicanos. En ese momento, la situación estaba en tablas. Pero el polvo provocado por la batalla impedía la visibilidad. Casio subió a una colina y pensó que estaba sufriendo una derrota aplastante, y se suicidó. Bruto lloro sobre el cuerpo de Casio, llamándole “el último de los romanos”.
Las pérdidas fueron de 9.000 soldados para Casio y 18.000 para Octavio respectivamente. Se puede decir que acabó en tablas dado que Casio era mejor general que Bruto.
Segunda batalla día 16 de noviembre
Los dos bandos pasaron las siguientes tres semanas tratando de curar a sus heridos y reagruparse. El ejército triunviro no recibió ningún refuerzo, y apenas pudo recibir suministros, mientras el ejército republicano no tenía ningún problema de abastecimiento, dado que Bruto los recibía por mar.
Marco Antonio y Octavio tuvieron la precaución de prometer grandes sumas de dinero a sus soldados, con lo que se aseguraron su lealtad. Mucho más dinero del que Bruto prometió a sus hombres. Así que, pronto, los mercenarios y los aliados orientales de Bruto comenzaron a desertar, pasándose al otro bando.
Antes de quedarse sin un solo soldado, Bruto se vio obligado a abandonar su sólida posición defensiva y pasar al ataque.
El 23 de octubre, los triunviros ocuparon durante la noche una colina cercana al sur del campamento de Casio, destacando 4 legiones, a la mañana siguiente establecieron 16 legiones, dejando 4 legiones y la caballería para guarnecer los campamentos.
Bruto tuvo una excelente oportunidad de fijar estas legiones y atacar los campamentos, pero en vez de ello se mantuvo a la defensiva, fortificando su posición.
El 16 de noviembre, bruto presentó batalla, formó sus hombres fuera de las fortificaciones y esperó a los triunviros.
A la hora nona (3 de la tarde) se inició la batalla fue tremenda, un choque entre legionarios de ambos bandos, nada de flechas o jabalinas, sino espadas y escudos. Bruto empezó a retroceder poco a poco y al final se desintegró la formación. Los hombres de Marco Antonio habían tomado las puertas, y tuvieron que huir al mar o a las montañas. Octavio asaltó el campamento de Bruto, lo tomó y con su caballería persiguió a los enemigos. Bruto se refugió en las montañas con 4 legiones, pero fue rodeado por la caballería. Se dio cuenta de que su captura era inminente, y se suicidó.
Según Apiano las bajas entre las dos batallas fueron similares en cada bando, unos 20.000 muertos, siendo una de las más sangrientas.
Los restos del ejército de los republicanos fueron reunidos y casi 14.000 hombres fueron enrolados en el ejército de los triunviros. Algunos soldados veteranos permanecieron en la ciudad de Filipos, que se convirtió en una colonia romana. A su vez, otros veteranos fueron recompensados tras la batalla de Filipos con tierras en Italia, que fueron expropiadas al efecto.
En Filipos no solo murieron Bruto, Casio y muchos de sus seguidores, sino que cayeron con ellos los viejos ideales republicanos. Muchos prisioneros fueron ajusticiados sin piedad. Cuenta Suetonio que Octavio no ahorró ultrajes con los prisioneros de la nobilitas. De esta derrota solamente unos pocos pudieron escapar para unirse a las tropas de Sexto Pompeyo, el hijo menor de Pompeyo el Grande, que había iniciado el reclutamiento de un ejército y comenzaba a adueñarse de parte de las provincias occidentales. Los partidos senatorial y republicano fueron aniquilados: nadie más debía desafiar el poder del Triunvirato.
Batalla naval del Adriático 3 octubre del 42 AC
En el mismo día que la Primera batalla de Filipos, otra gran calamidad se llevó a cabo en el Adriático. En un intento de reforzar las fuerzas de los triunviros, Domicio Calvino había embarcado desde Brindisi con dos legiones (incluyendo la Marciana), una cohorte pretoriana de unos 2.000 hombres, 4 escuadrones a caballo, y un considerable cuerpo de tropas auxiliares. Intento romper el bloqueo republicano impuesto por Marco Ahenobarbo que disponía de 130 buques de guerra.
Durante el trayecto de Brindisi a Dirraquio, los principales transportes del convoy que iban propulsados a vela, se encontraron con la desagradable sorpresa de que el viento repentinamente se paró, quedando atrapados en una calma chicha. Los buques de guerra republicanos se precipitaron contra los transportes. En su desesperación, los capitanes de los transportes unieron sus barcos con cuerdas y les reforzada con los mástiles para impedir que el enemigo rompiese a través de su línea.
En respuesta Murco los sometió a una andanada de proyectiles incendiarios. Cuando los transportes se separaron con el fin de evitar la propagación de las llamas, algunos de los legionarios condenados al fuego, especialmente los marcianos, se quitaron la vida para evitar morir abrasados; otros saltaron a bordo de las galeras republicanas, para vender caro sus vidas. Fue un duro revés para los triunviros.
Guerra de Perusia 41/40 AC
Con el panorama militar y político aclarado, los triunviros dividieron el mundo romano entre ellos. Lépido tomó el control de las provincias occidentales, mientras Octaviano permaneció en Italia con la responsabilidad de asentar a los veteranos de guerra y proporcionarles tierras, una tarea fundamental, ya que la lealtad de las legiones pasaba por cumplir este compromiso. Marco Antonio se dirigió a las provincias orientales, para pacificar otra revuelta acaecida en Judea, y con la idea de atacar al Imperio parto, un plan ideado previamente por César. Durante su viaje a Oriente, se encontró con la reina Cleopatra VII de Egipto en Tarso en el 41 AC, tras lo cual ambos se convirtieron en amantes. Antonio pasó el invierno de ese año en su compañía, en Alejandría.
Mientras tanto, en Italia la situación no estaba resuelta del todo. La administración de Octavio no era satisfactoria, con el riesgo que existía de producirse una revuelta. Por otro lado, Octavio se divorció de Clodia, la hijastra de Marco Antonio, dándole la curiosa excusa de que le resultaba molesta. La líder de la revuelta en ciernes fue Fulvia, la esposa de Marco Antonio, una mujer de armas tomar. Temiendo por la posición política de su marido y disgustada por el tratamiento recibido por su hija, fue ayudada por su cuñado Lucio Antonio para reclutar 8 legiones con su propio patrimonio. Su ejército invadió Roma, llegando a ser un verdadero problema para Octavio, el ejército se estableció en Roma durante un breve tiempo, aunque luego tuvo que replegarse a la ciudad de Perusia. Sin embargo, en el invierno de 41-40 AC, Fulvia fue sitiada en Perusia, siendo obligada a rendirse por hambre. Fue entonces exiliada a Sición, en Grecia, donde enfermó y murió aguardando la vuelta de Antonio en año 40 AC.
La muerte de Fulvia fue providencial, ya que la nueva reconciliación entre los triunviros fue en gran parte cimentada en el matrimonio de Antonio con Octavia, la hermana de Octavio, en octubre de 40 AC. Octavia era una hermosa e inteligente mujer que había enviudado recientemente y tenía tres niños de su primera unión. El mundo romano fue nuevamente dividido, asignando esta vez África a Lépido, las provincias occidentales a Octaviano, y el Oriente a Antonio. Este pacto, conocido como el Tratado de Brundisium (Brindisi), reforzó el triunvirato, y permitió a Antonio empezar a preparar su tan ansiada campaña contra los partos.
- Lépido mantuvo África, pero siguió estando en segundo plano (finalmente Octavio le arrebató la provincia de África, aunque Lépido mantuvo su título de pontifex maximus).
- Antonio recibió las provincias orientales y perdió el control de la Galia.
- Octavio obtuvo las provincias occidentales, Italia e Iliria.
Guerra contra Sexto Pompeyo
Sexto Pompeyo había ocupado Sicilia en el 43 AC, enarbolando la bandera de las libertades republicanas pisoteadas por los triunviros. No solo proporcionó refugio a los que se opusieron a la dictadura del Triunvirato y fueron muchos, sobre todo senadores y équites, cuyos nombres estaban en la lista de vetados, para llegar a Sicilia y luchar junto a los pompeyanos. Numerosos fueron los esclavos que se refugiaron en Sicilia de todo el centro y sur de Italia para engrosar las filas del ejército naval y terrestre pompeyano. En el cuartel general de Mesina, Sexto dedicaba sus días a estudiar las estrategias más eficaces para eliminar, no solamente políticamente sino también físicamente, a Octavio.
En la parte nororiental, entre Mesina, Tindari y Taormina, creó un territorio poderosamente fortificado, sentando las bases para la mayor parte de sus fuerzas terrestres y navales.
Contra Mesina, Octaviano lanzó un plan de invasión masiva apuntando directamente a Mesina. Pero la flota dirigida por el legado, Quinto Salvidieno Rufo, fue destruida en la entrada del Estrecho, cerca del promontorio de Scilla en una operación conjunta entre el mar embravecido y las naves de Pompeyo. Y allí, Sexto puso fondo a su vena de astuto estratega al explotar uno de los mayores instrumentos de propaganda política de la antigüedad: el dinero, acuñando una moneda de plata con su victoria.
Octavio pensó que lo más prudente era ceder, y en consecuencia, se estableció una paz negociada entre los triunviros y Sexto Pompeyo. A través de la mediación de Lucio Escribonio Libón, el suegro de Sexto, se llegó a firmar las paces entre ambos mediante el denominado pacto de Miseno de 39 AC; por el cual se entregaba a Sexto el control de Sicilia, Córcega, Cerdeña y Acaya, con el compromiso de poner fin a sus prácticas piráticas y abastecer de grano a Roma.
Además, Octavio le prometió un consulado para el año 38 AC, el augurado y una indemnización de 17,5 millones de monedas de plata de su fortuna privada. Pompeyo, por su parte, prometió retirarse de la costa de Italia, proteger el comercio en el Mediterráneo y casar a su hija con Marco Marcelo, el hijo de Octavia, la hermana del triunviro. La causa de este tratado de paz fue el interés de Marco Antonio, el virtual líder de los triunviros, por iniciar una invasión del Imperio parto, para lo cual necesitaba disponer de las legiones que la resistencia de Sexto tenía ocupadas en Sicilia.
La paz no duró mucho tiempo, ya que las frecuentes disensiones entre Octavio y Marco Antonio motivaron el uso político de la guerra contra Sexto, para así poder atribuirse el éxito de conjurar la amenaza que suponía para el triunvirato. De esta forma, Antonio se negó a renunciar a los tributos adeudados por Acaya, y Pompeyo, por lo tanto, reanudó sus incursiones de piratería.
La situación por entonces de Sexto Pompeyo era bastante favorable para él desde hacía tiempo. Dueño de Sicilia y Cerdeña, había formado un original estado en el que algunos nobles romanos, junto con esclavos fugitivos y piratas, conseguían traer en jaque a toda Italia. A todo ello, se le sumó Murco con 2 legiones, 80 naves, 500 arqueros y una cantidad ingente de dinero. Si Sexto en ese momento hubiera atacado Italia, quizás se hubiera apoderado de ella, ya que estaba exhausta por el hambre y las guerras civiles, pero no lo hizo ya fuera por temor o por inexperiencia.
Derrotas de Octavio 38 AC
En 38 AC, Pompeyo sufrió una severa pérdida con la deserción de uno de sus legados principales, Menas o Menodoro, que se pasó a Octavio, entregando Cerdeña y Córcega, junto con una gran fuerza naval y militar. Gracias a esta afortunada situación, Octavio decidió iniciar la guerra de inmediato, nombrando a Cayo Calvisio Sabino como almirante de su flota, con Menas como su legado. No obstante, la campaña resultó desfavorable a Octavio: su flota fue derrotada dos veces por los almirantes de Pompeyo:
- La primera después de que la flota de Calvisio pasara la noche en la bahía de Cumas y a la mañana siguiente fueran sorprendidos por Menécrates, que partió desde Enaria a su encuentro. La batalla, se decidiría a favor de éste último al acorralar los barcos de Calvisio frente a las rocas. El mismo Menécrates murió en la batalla. No obstante, esta victoria fue considerada pírrica para los intereses de Sexto, ya que Calvisio pudo escapar a pesar de perder sus mejores barcos.
- La segunda batalla ocurrió en Mesina, donde la flota de Octavio, que había ido en ayuda de Calvisio, casi fue destruida precisamente por esperarlo en un momento en que pudo haber atacado a Sexto, cuando éste solo disponía de 40 naves. En cambio, dio tiempo a Sexto para que llegara la flota ahora dirigida por Demócares y Apolófanes y entre las tormentas y sus embestidas, derrotaron a Octavio, pese al valor que demostró Quinto Cornificio en el bando de Octavio. Pompeyo, sin embargo, no aprovechó este éxito, sino que se mantuvo inactivo, y perdió de nuevo el momento favorable para la acción.
Ofensiva de Octavio 36 AC
Apoyado en el tratado de Tarento del año 38 AC, por el cual los triunviros debían apoyarse en caso de necesidad, Octaviano logró contar con el apoyo de la flota 300 barcos de Oriente enviada por Marco Antonio para tratar de invadir Sicilia, a cambio de 20.000 soldados para la invasión de Partia. Octavio pasó todo el año siguiente (37 AC) equipando una nueva flota y dando el mando supremo de ella a Marco Vipsanio Agripa.
En el verano de 36 AC todo estaba a punto para el enfrentamiento. Octavio tenía tres grandes flotas a su disposición: una propia, estacionada en el puerto de Portus Iulius (Puerto Julio, puerto que se realizó uniendo el lago Lucrino con el mar), que había construido cerca de Bayas; la de Antonio, bajo el mando de Estatilio Tauro, en el puerto de Tarento; y la de Lépido, frente a la costa de África. Su plan era que las tres flotas partieran el mismo día, e hicieran un desembarco en tres partes diferentes de Sicilia.
Octavio continuó concentrando equipos y materiales de construcción en los puertos de Brindisi y Puteoli (Pozzuoli), y había ordenado a su infantería para marchar a Regio (Reggio), donde se encontraría con la flota para preparar el paso a Sicilia.
La flota de Octavio partió de Bivo y fue sorprendida por una tormenta que destruyó su flota cerca del promontorio de Palinuro, concretamente en Elea o Velia, lo que le obligó a volver y recomponer de nuevo su maltrecha flota.
La flota de Estatilio Tauro, que estaba en Tarento, también fue sorprendida por una tormenta y tuvo que regresar con 102 naves, el resto se perdieron.
Tan sólo la flota de Lépido pudo llegar a Sicilia y desembarcar en Lilibeo. Desde Trepano, Sexto envió refuerzos. Lépido esperaba 4 legiones más desde África, pero sólo llegaron 2 que fueron ya que Papias, un capitán de Sexto, salió al encuentro de la flota y acabó con dos, mientras que las otras dos a duras penas consiguieron llegar a reunirse con Lépido.
Este hecho fue un respiro para Sexto Pompeyo, que ofreció sacrificios a Neptuno. Envió a Menodoro a una incursión con las siete naves que trajo consigo para reconocer las bases de Octavio y ver de cuantas fuerzas disponía., pero este volvió a traicionar a Sexto y se pasó al campo de Octavio.
Mientras tanto, Octavio, salió desde Hiponio hasta la isla de Estróngila, la actual Estrómboli, la más septentrional de las islas Lipari. Exploró sus costas y vio una gran cantidad de fuerzas asentadas allí, y mandó a Agripa que la ocupase, cosa que hizo, ocupando posteriormente la isla de Hiera.
Batalla de Milae o Milas
Agripa después se dirigió a Mylae o Milas, para atacar a Demócares, lugarteniente de Sexto que poseía 40 barcos, que resultaban insuficientes para detenerlo. Por ello, Sexto le envió otros 45 barcos al mando del liberto Apolófanes más otros 70 barcos capitaneados por él mismo. La batalla de Mylae o Milas, el choque de fuerzas fue equilibrado, a pesar de que las embarcaciones de Sexto tenían una pequeña ventaja por ser más cortas y ligeras. Sin embargo, las tripulaciones de Agripa eran más experimentadas.
El resultado de la batalla favoreció a Agripa, sobre todo por la mayor fuerza de sus barcos en los choques frontales, donde el espolón perforaba más fácilmente los cascos de los navíos enemigos; y por un mayor aprovechamiento del corvus o pasarela que permitía enganchar a los buques enemigos y poder abordarlos. No obstante, la victoria no fue total, ya que Sexto, observando que perdía barcos y hombres, ordenó la retirada. Agripa quiso perseguir a los barcos y acorralarlos en aguas poco profundas y al final desistió, mientras que la versión de Dión Casio afirma que desistió para no despertar la envidia a Octavio con un triunfo demasiado aplastante. Sexto perdió 30 naves
Batalla de Tauromenio 36 AC
Octavio partió rumbo a Mesina, dejando una parte de su flota para hacer creer a Sexto que aun seguía ahí. Agripa por su parte navegó a Tíndaris, con la esperanza de que se adhiriese a su causa, pero fue rechazado, aunque otras ciudades sí se unieron.
Octavio, tras saber la victoria de Agripa, creyó que todo estaba ganado, viajó desde Escilacio hasta Leucopetra, promontorio en el extremo suroccidental de Italia con muchas de sus tropas, dejando a Mesala al mando del resto hasta que las naves volvieran a por él, y de allí a Tauromenio. Cuando llegó, mandó emisarios exigiendo la rendición, pero la guarnición de Tauromenio no les permitió atracar, con lo que siguieron el viaje rumbo al río Onobalas y estableciendo su campamento cerca del templo de Arquegeta, que contenía una estatua de Apolo. No había terminado de acampar cuando, por sorpresa, apareció la flota de Sexto que pilló por sorpresa a Octavio, quién acorralado, no podía solicitar refuerzos a Mesala.
El ataque de Sexto, se componía de su misma flota y de la caballería e infantería que transportaba. No obstante, a pesar del efecto sorpresa, no supo sacarle el rendimiento adecuado, ya fuera por inexperiencia o descoordinación, y sólo atacó con la caballería y después a la caída de la noche y en vez de acampar cerca del enemigo, lo hicieron a cierta distancia. Si el ataque sorpresa se hubiera producido con las naves, tropas de infantería y la caballería a la vez, puede que Octavio no hubiera sobrevivido.
En cambio, las tropas de Octavio pudieron levantar el campamento, pero acabaron exhaustos. Al amanecer, puso a la infantería a las órdenes de Quinto Cornificio mientras él se hacía a la mar al encuentro de Sexto. El encuentro resultó desfavorable para Octavio, que vio como sus barcos eran capturados o quemados, mientras otros huían hacia Italia. Las bajas fueron numerosas, y muchos que intentaron alcanzar la orilla a nado o fueron apresados por la caballería de Sexto o fueron muertos, mientras que otros pocos tuvieron la fortuna de llegar al campamento de Cornificio. Octavio, que no sabía si ir en busca de Mesala o volver al campamento, tuvo la suerte de poder atracar en el puerto de Abala y posteriormente viajó al encuentro de Mesala.
Enseguida partió para Estilis acompañado de Mesala en busca de Gayo Carrinas, quien tenía tres legiones dispuestas a luchar. Mandó un mensaje a Agripa instando a que enviara a Quinto Laronio a socorrer a Cornificio, que a duras penas podía soportar el asedio de Sexto, que esperaba que el campamento se rindiera por hambre. Cornificio pudo escapar pese a estar expuesto a los ataques de la caballería de Sexto. El problema de la huida, que duró varios días, cuando estaban extenuados y a punto de morir, llegó la ayuda de Quinto Laronio.
Batalla de Nauloco 3 de septiembre
El 3 de septiembre del año 36 AC, se produjo el deseado desenlace. 300 naves convenientemente equipadas con todo tipo de proyectiles, arsenales y máquinas compusieron cada uno de los bandos y Agripa ideó una brillante idea que a la postre sería decisiva. Apiano lo llamó “arpón”, pero en realidad se llamaría harpax o harpago. Se componía de un gancho de hierro de varios brazos, que se lanzaba con una balista lo que permitía ser lanzado más distancia, atado a una cuerda cuyo otro extremo estaba unido a un cabestrante, lo que permitía atrapar a un barco enemigo a más distancia para iniciar el abordaje. Otra innovación consistía en que el gancho estaba unido a un eje de hierro para que no pudiese ser cortado y ser lanzado mejor por la balista, ya que la longitud del eje impedía alcanzar las cuerdas.
Las dos flotas se encontraron entre el promontorio de Milazzo y la ciudad de Nauloco donde estaba anclado el ejército de Pompeyo. Ambas flotas constaban de 300 barcos.
Los preliminares de la batalla consistieron en el lanzamiento de todo tipo de proyectiles por parte de ambas escuadras. Luego iniciar las hostilidades propiamente dichas consistentes en el encontronazo de las naves, fuera por la proa, de costado o incluso en las rostras o espolones, lugar especialmente delicado porque podría dejar al navío inservible.
Poco a poco, los harpax hacían su efecto, y empezaba a ocasionar estragos en las naves de Sexto, que no podían, deshacerse de él. Los abordajes se sucedían, y en ocasiones era complicado discernir quién era amigo o enemigo, ya que todos hablaban la misma lengua, usaban las mismas armas o vestían de manera parecida. Provocó lo que se llama actualmente bajas por fuego amigo.
Poco a poco, a pesar de la confusión reinante, la táctica de Agripa dio los resultados esperados. Observó que habían sido destruidos gran parte de los barcos de Sexto, con lo que viendo que la victoria estaba cerca, realizó un último ataque consiguiendo interceptar varias naves que se disponían a huir mientras que otras viendo que su derrota era segura, dejaron de luchar.
Agripa perdió 3 barcos, mientras que 28 fueron los barcos hundidos de Sesto, 17 lograron escapar, los demás fueron quemados o capturados.
Final de Sexto Pompeyo
Sexto huyo a Mesina con tan solo 17 naves que se pudieron salvar. La infantería de Sexto al ver huir a su comandante en jefe, se rindió. También se rindió la caballería.
Sexto Pompeyo hizo llamar a Lucio Plinio desde Lilibeo con las 8 legiones que tenía, pero antes de que llegase, Sexto se embarcó junto con su hija hacia Oriente, llevándose sus 17 barcos, y pudo llegar con seguridad a Mitilene.
Plinio llegó a Mesina y la ocupó, mientras que Agripa, en compañía de Lépido, puso cerco a la ciudad. Tras su toma, Agripa era partidario de esperar a que llegara Octavio para empezar a tratar las condiciones de paz, pero Lépido se apresuró a empezarlas con Plinio y permitir que ambos ejércitos saqueasen la ciudad. Esto propició que las tropas de Plinio más las de Lépido, formaran un solo conjunto bajo mando de este último que disponía entonces de 20 legiones y quiso afianzar su poder en Sicilia.
Mientras, Octavio se enfrentaba a Lépido, que había ocupado Sicilia, y no pudo perseguir al fugitivo. Sexto comenzó a idear la forma de arrebatar las provincias orientales a Marco Antonio, quien acababa de regresar de su desastrosa campaña contra los partos, y de la cual apenas si había podido escapar con vida. Para ello, entró en conversaciones con los príncipes de Tracia y de la costa noreste del mar Negro, e incluso entró en contacto con los partos, pensando que podían suministrarle tropas como lo habían hecho con Quinto Labieno unos años antes.
En 35 AC, Sexto cruzó de Lesbos a Asia Menor y se apoderó de Lámpsaco. Cayo Furnio, legado de Marco Antonio, le hizo frente; además, Antonio envió a Marco Titio con una flota de 120 barcos. Sexto, que con sus pocos barcos nada podía hacer frente a esta enorme flota, quemó sus naves mientras sus tripulaciones pasaron a formar parte de su ejército; sus amigos le recomendaron pactar con Antonio, pero Sexto no los escuchó y muchos lo abandonaron, entre ellos su suegro Escribonio Libón.
Sexto intentó huir hacia Armenia, pero fue abandonado por sus soldados y capturado por las fuerzas de Antonio. Llevado como prisionero a Mileto, poco después fue ejecutado sin juicio por orden de Titio, un acto ilegal, puesto que Sexto era ciudadano romano.
Su violenta muerte sería una de las armas propagandísticas usadas por Octaviano contra Marco Antonio algunos años más tarde, cuando la situación entre ambos se hizo insostenible.
Final del Triunvirato
Octavio que disponía de 45 legiones y la mayoría de la flota, también reclamó Sicilia, la guerra parecía inevitable, pero los soldados no confiaban en Lépido y Octavio no tardó en convencer a una parte de sus legiones de pasarse a su bando. Un día se presentó en el campamento de Lépido e instó a las tropas a salvar a su país de una guerra civil. Este intento audaz fracasó, y Octavio se vio obligado a retirarse con una herida en el pecho, sin embargo, tuvo finalmente el efecto deseado.
En los días siguientes los destacamentos de Lépido fueron desertando hasta que el mismo Lépido se tuvo que rendir. Octavio procedió a acusarlo de traición y quitarle el título de triunviro. Abandonado por todos, Lépido cedió Sicilia y África a Octavio, y este le perdonó la vida. Octavio le ordenó vivir en Circeii bajo estricta vigilancia; su fortuna privada no fue tocada y conservó la dignidad de Pontífice Máximo.
En lugar de dejarlos en libertad, los hombres que habían servido a las órdenes de Sexto y Lépido fueron heredados por Octavio, que entonces tenía a su disposición una enorme fuerza de 45 legiones y, hasta el momento, no tenía ningún enemigo contra el que dirigirlas. Afortunadamente, los 25.000 jinetes y los 40.000 auxiliares bajo su mando no eran ciudadanos y podían ser despedidos sumariamente, pero solo exigiendo 1.200 talentos punitivos de las comunidades sicilianas que había «liberado» Octavio pudo dar de baja a 20.000 legionarios veteranos del servicio. También devolvió 30.000 esclavos a sus amos y crucificó a 6.000 cuyos amos no pudieron ser encontrados.
Octavio celebró una ovatio a su regreso a Roma el 13 de noviembre. Dando crédito donde era debido, le regaló a Agripa un estandarte personal de color verde mar y, en un tributo único, una corona naval (corona navalis), labrada en oro con las proas de los barcos talladas en el diseño.