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Situación en Hispania antes de la llegada de los bárbaros
En Britania, el usurpador Constantino III se declaró emperador del Imperio romano de Occidente en el 407, y se presentó a sí mismo como el salvador de los romanos abandonados por Honorio. El hecho de tener un nombre muy conocido le ayudó, porque la gente recordaba aún al emperador Constantino el Grande.
Constantino III se trasladó a la Galia para hacerse con el control de Arlés, la capital de la prefectura de las Galias, y Estilicón envió a uno de sus hombres, el godo Saro, para suprimir la rebelión de Constantino, aunque sin éxito. Alarico estaba interesado en formar una alianza con Estilicón y ganar un asentamiento estable con todos sus beneficios, pero debido a la invasión de la coalición del Rin y a la revuelta de Constantino III las arcas públicas estaban vacías. Para poner más presión, Alarico movió sus tropas al norte de Italia, y por eso Estilicón consiguió el dinero de los romanos de Italia.
La muerte del emperador oriental hizo que incluso en esta situación tan dramática Estilicón pensara más en política que en otra cosa y se dedicó a presionar a Honorio para que se hiciera tutor del nuevo emperador. La posición de Estilicón se tambaleaba y cada vez tenía más enemigos, hasta que finalmente parte del ejército se amotinó y Estilicón fue capturado y ejecutado.
La ejecución de Estilicón fue seguida por la masacre generalizada de las esposas e hijos de los bárbaros de Italia que servían al ejército romano, al igual que había pasado unos años antes en Constantinopla. Por eso muchos de los germanos bajo servicio romano desertaron y se unieron a los godos de Alarico.
El Senado pidió a Honorio que nombrara a Alarico generalísimo y que les diera a sus seguidores una tierra donde asentarse. Pero a pesar de la pérdida de casi todo Occidente por Constantino III y de que los bárbaros campaban a sus anchas, Honorio se negó. Alarico asedió Roma y la saqueó.
La presión del ejército del usurpador Constantino III y de los francos obligó a buena parte de los vándalos, suevos y alanos a trasladarse al sur de Francia. No ocuparon la parte suroeste de la Galia, y Constantino III usó esa ruta para invadir Hispania.
El ejército de Constantino dirigido por un hijo suyo y un general llamado Geroncio avanzó en el 408 sin encontrar ninguna resistencia notable según el cronista Orosio. Además, en el siglo V no había una legión profesional en toda Hispania, así que era imposible defender la diócesis ni de un usurpador con recursos ni de los bárbaros que llegarían poco después.
Los ejércitos de Constantino y la Casa de Teodosio se reunieron en el norte peninsular y dos de los cuatro primos de Honorio fueron capturados. El resultado no es muy sorprendente, porque los ejércitos de los teodosianos eran milicias privadas compuestas por campesinos y esclavos armados, mientras que los de Constantino III eran principalmente militares profesionales de origen bárbaro.
El hijo de Constantino permitió a sus soldados saquear la Meseta norte. Dejó al general Geroncio al cargo de Hispania en su ausencia para ir a visitar a su padre, y dejó a los bárbaros a cargo de controlar los pasos de los Pirineos, una tarea que llevaba décadas recayendo sobre la población local hispana. La derrota de sus primos y la amenaza de los visigodos en Italia obligó a Honorio a declarar Constantino III coemperador en el año 409, porque Honorio sabía que necesitaba unidad para combatir los múltiples y graves problemas a los que se enfrentaba el Imperio.
Constantino quiso aprovechar la situación para derrocar a Honorio y hacerse con el control de todo el Occidente romano. Para su desgracia, tuvo que abortar el plan porque Honorio anticipó su traición, y su general Geroncio se aprovechó de la debilidad de Constantino para rebelarse también en ese momento de tanta fragilidad para el Imperio.
En Zaragoza, Geroncio declaró emperador a un hombre llamado Máximo, que se ha especulado que podría ser un hijo suyo o alguien con una buena red clientelar en Hispania. Los bárbaros leales a Geroncio permitieron a los bárbaros del otro lado de los Pirineos cruzarlo en el otoño del 409, porque Geroncio sabía que necesitaba más efectivos para hacer frente a Honorio y Constantino III, y de paso para convertir a posibles enemigos en aliados.
Llegada de los suevos a Hispania
En el año 409, los vándalos, alanos y suevos no entraron en la península Ibérica como invasores, sino como grupos de familias y mercenarios al servicio de dos representantes ilegítimos de Roma, Geroncio y Máximo. Los suevos penetraron en Hispania, atravesando el Pirineo Occidental, serían unos 30.000 en total, de los cuales 8.000 serían guerreros.
El influjo masivo de una población inmigrante no fue muy ordenada y por supuesto hubo disturbios, saqueos y episodios violentos entre los bárbaros y los hispanorromanos. Estos conflictos ocurrieron por falta de organización logística por parte de las autoridades hispanorromanas lideradas por Máximo, pero era bastante previsible teniendo en cuenta que los guerreros bárbaros necesitaban un modo de alimentar a su familia y a ellos mismos.
Estos pueblos asolaron el norte de la península hasta el año 411, en que los suevos y los vándalos asdingos se asentaron en la provincia de Gallaecia. Firmaron un foedus (pacto) con el emperador Honorio por el que el territorio se convertía en federado de Roma como regnum (reino) y estableciendo su centro político en Bracara Augusta (actual Braga, en Portugal).
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Debido a su escaso número, los suevos vivieron siempre agrupados. La zona territorial del reino de los suevos, así como su centro de gravedad, fueron variando con el tiempo. En un principio, el grueso de la población sueva se cree que se asentó entre la desembocadura del Duero y la ría de Vigo.
La ocupación de Hispania por los bárbaros era una amenaza para Roma; con la pérdida de la Bética y con los bárbaros al borde de la rica África del Norte, mientras que los visigodos se encontraban bloqueados y sin víveres, con un grave conflicto político y sucesorio abierto tras el asesinato de Ataulfo.
Valia el nuevo rey de los visigodos, decidió ponerse entonces al servicio de Roma, que necesitaba liberar la Bética. De ese modo, en el año 416, dejó a los no combatientes en Barcino (Barcelona) y sus alrededores, y se dirigió primero contra los vándalos silingos de la bética, a los que derrotó en una sangrienta batalla, haciendo prisionero a su rey Fredbal que fue enviado a Roma. Después se dirigieron contra los alanos, a los que destrozaron matando a su rey Ataces, no nombrando otro rey, sino que se sometieron a Gunderico, rey de los vándalos de Gallaecia. Dejando así bloqueados a vándalos asdingos y suevos en la Gallaecia. Valia habiendo cumplido lo pactado, se retiró con los visigodos al sur de Francia.
Tras la marcha de los visigodos de la Península en 418, en alianza con los romanos, el rey suevo Hermerico se dejó llevar por los deseos expansionistas y entró en conflicto con sus vecinos vándalos asdingos, los más cercanos.
Durante la invasión del territorio enemigo, Hermerico se enfrentó a las tropas de Gunderico rey vándalo, que consiguió rodearle en los montes Nerbasos (su localización es incierta, posiblemente situados en la comarca leonesa del Bierzo), y solamente la oportuna intervención romana salvó a los suevos de una grave derrota. Fue el comes Hispanorum Asterio quien al frente de un poderoso ejército romano levantó el asedio de las posiciones suevas y obligó al ejército vándalo a retirarse. No acabará aquí la campaña romana, pues Asterio acosará a los vándalos hasta obligarles a replegarse al sur, hacia Bracara Augusta donde esperaba su vicarius Maurocelo, que mandaba otro ejército para la ocasión, para interceptar a los asdingos y derrotarlos.
Durante veinte años los suevos convivieron, tal vez en tensa paz, con los vándalos asdingos.
En el año 429 se tiene noticias de la primera expedición militar de los suevos, al mando de Hermigario, quien aprovechando que los vándalos se estaban preparando la invasión de África, saqueó la provincia Lusitania. Los vándalos reaccionaron atacando y destruyendo la expedición. Hermigario murió en su huida, en el río Guadiana, no lejos de Mérida
En el año 430, después de que los vándalos hubiesen abandonado la península, es el propio rey Hermerico el que pasa a la acción, saqueando las partes medias de Gallaecia. La población hispano-romana no solo causaron bajas a los suevos, y resistieron sus embates desde los castros, sino que toman a su vez prisioneros de entre ellos, tal y como dice Hidacio: «El rey Hermerico, mientras saqueaba con sus hombres la zona central de Gallaecia, acosado por aquella población que había conservado los emplazamientos más fuertes y viendo que una parte de los suyos eran muertos y otros capturados, se vio obligado a restablecer el tratado de paz que había roto y devolver las familias que retenía«
Pero en el año 431, la paz fue rota por segunda vez. Sería el propio Hidacio, a la sazón obispo de Chaves, a quien causaron los saqueos. Enviaron una embajada ante el dux utriusque militiae Aecio, que se hallaba combatiendo a los francos. El Imperio envía varios negociadores, pero la paz no sería restaurada hasta el año 433, bajo intervención episcopal.
Tras tres años de enfrentamientos vuelve la paz a Gallaecia una paz que durará al menos otros cuatro, mientras Aecio combate en las Galias contra borgoñones y visigodos, que habiendo roto su foedo, buscan expandirse hacia el Mediterráneo. Entre el año 437 y el 438 debe haber nuevos enfrentamientos, puesto que Roma envió embajadores, ese mismo año, Hermerico, vencido por la enfermedad que padecía desde unos meses antes, nombró heredero al trono a su hijo Requila o Rekhila (438-448). Mientras que Hermerico era una especie de rey prudente y diplomático, su hijo Requila era mucho más beligerante y ambicioso.
Requila (438-448)
Requila cuando fue nombrado heredero debía rondar los 40, y no parece que nadie protestara la decisión de su padre, ya que entre los germanos la monarquía era electiva y no hereditaria.
Su primera acción fue posiblemente un golpe de fortuna. Entabló combate junto al río Genil, en Andalucía, y derrotó a las tropas del general romano Andevoto, apoderándose además de su tesoro de oro y plata.
Tras esta victoria, inició una campaña militar adentrándose hasta tierras de la Bética oriental. En el año 440 sitió y consiguió la capitulación de Augusta Emerita (actual Mérida), capital de la Lusitania a donde acudió el enviado del Imperio, el conde Censorio con el objetivo de lograr un acuerdo. Pero fue cercado y hecho prisionero en Mértola, ciudad lusitana a orillas del Guadiana. La ciudad de Mérida fue incorporada al Reino suevo. Posteriormente tomó Sevilla. Esta vez los suevos no se conformaban con la obtención de botín, sino que perseguían además el reconocimiento de su autoridad por parte de las poblaciones locales.
Dominadas Gallaecia y Lusitania, se añadió la Bética y parte de la Cartaginense. Roma intentó recuperar estos territorios y para ello envió una expedición de tropas romanas y auxiliares godos en el año 446, dirigida por Vito, para enfrentarse a los suevos, que finalizó con fracaso. De este modo Requila logró afianzar sus dominios por gran parte de la Hispania, ya que solamente la Tarraconense permaneció bajo el control directo de Roma. Por otra parte, tuvo que luchar contra las incursiones vándalas que llegaban desde África, sobre todo la que se produjo en el año 445, cuando por sorpresa, una flota vándala se presentó en la costa de Galicia, en Turonio (Tourón, cerca de Pontecaldelas). Trasladó su capital de Braga a la capital lusitana Emerita Augusta (Mérida). Requila murió en Mérida en el 448.
Requiario (448-456)
En el 448 subió al trono suevo Requiario. Su primera acción fue la invasión de las regiones ulteriores, probablemente los campos palentinos, territorios por los que luego tendrá libre tránsito, y que le abrirían las comunicaciones hacia las Galias y la Tarraconense. Esta acción fue para buscar reconocimiento entre los suyos.
La siguiente acción fue buscar el reconocimiento exterior a través de su casamiento con una hija de Teodorico I y a través de su conversión al cristianismo.
La siguiente expedición fue contra la Vasconia, sin duda grata a Roma y a los godos, debido al problema de los bagaudas que operaban desde allí.
Requiario saqueó, en alianza con las bagaudas vasconas, la zona del valle del Ebro, saqueando la región de Zaragoza y penetrando, con engaño, en Lleida, donde toma cautivos. En el período entre 449 y 452, parte de la provincia Tarraconense.
En el año 453, el Imperio decidió intervenir en Hispania y, gracias a la embajada del «conde de las Hispanias» Mansueto y el conde Fronto, se firmó un tratado entre Requiario y el Imperio se saldó en la recuperación por parte de Roma de la provincia Cartaginense. De esta manera, el reino suevo se extendía a la Gallaecia y la Lusitania.
Batalla del río Órbigo (5 de octubre de del 456)
Petronio Máximo, sucesor de Valentiniano III, canceló el matrimonio entre una hija de Valentiniano y un hijo de Genserico rey de los vándalos. Eso lógicamente enfureció a los vándalos, que usaron todo su poder naval para atacar y saquear la Roma en el 455, de una forma más brutal que la de Alarico en el 410. Entonces el galo-romano Avito tomó el poder con el apoyo de los visigodos. Requiario en el 456, se aprovechó de la debilidad del Imperio para romper los acuerdos que había hecho con Valentiniano III.
Pretendió extender su dominio por toda la Península, invadiendo la Cartaginense. Cuando el conde Fronto, representante del emperador Avito y de Teodorico II, federado del Imperio, le instaron a que respetase el tratado, Requiario no solamente no se retiró sino que invadió la Tarraconense.
El emperador Avito ordenó a Teodorico II que entrara en Hispania y derrotara a los suevos y de paso también a las bagaudas. Los visigodos entraron en Hispania nominalmente con autorización romana, pero en realidad actuaron por su cuenta. El propio Teodorico II comandó un ejército de visigodos, francos y burgundios en el 456 para aplastar a los suevos. Los suevos con sus pocos efectivos no podían hacer nada contra una fuerza tan abrumadora.
El viernes 5 de octubre, ambos ejércitos se enfrentaron en la batalla del río Órbigo, a orillas del Órbigo cerca de Astorga, que se saldó con la victoria de los visigodos.
Los visigodos persiguieron a los fugitivos hasta Braga, que saquearon, y ejecutaron a Requiario, que había sido capturado. Muchos suevos perecieron en la batalla, otros fueron capturados y otros huyeron. El rey Requiario fue herido, pero pudo escapar a Lusitania, aunque fue capturado allí y ejecutado en diciembre. La capital de los suevos, Braga, fue saqueada y sus iglesias quemadas.
A su muerte, los visigodos invadieron la Gallaecia y la Lusitania. En ese momento, se produjo la muerte del emperador romano Avito, candidato de Teodorico II, por lo que tuvo que partir hacia las Galias con parte de sus fuerzas, saqueando y masacrando a su paso a la población de Palencia y Astorga. Dejó el mando del territorio conquistado a Agiulfo, en Mérida.
Con Requiario se extinguía su dinastía, lo que sería fuente de no pocos problemas cuando empezó el baile de candidatos al reino suevo. Los más importantes eran Maldras, que controlaba la región bracarense y Framtán, que hacía lo mismo con la lucense, pero llegaron a un acuerdo en nombrar como rey a Agiulfo, que cometió tal cantidad de desmanes que provocaron la sublevación de la población hispanorromana y de los suevos, siendo asesinado. Entonces, entre los suevos se formaron dos bandos principales a favor de Framtán y Maldras por la sucesión de Requiario y se inició una confusa y cruenta guerra civil.
Desde Sevilla, Teodorico II intentó mediante la diplomacia llegar a algún acuerdo con vándalos y suevos, pero en semejante panorama eso era imposible, así que envió a uno de sus generales a que pusiera orden a punta de espada. Este general, Sunyerico, conquistó Santarem y limpió Lusitania de suevos de uno u otro bando (finales de 460)