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César en Egipto
Muerte de Pompeyo
Pompeyo huyó hacia la costa del Egeo, allí cogió un barco hasta Mitilene (en la isla de Lesbos, actualmente de Grecia junto a la costa de Turquía), donde estaba su mujer Cornelia. Tras reunirse con ella, partieron rumbo a Creta y de allí a Egipto con una pequeña flota, con la intención de pedir ayuda a Ptolomeo XIII, el joven faraón de Egipto de tan solo 12 años.
César con la legión VI y otra muy reducida (unos 4.000 legionarios entre las dos) y 800 jinetes inició la persecución de Pompeyo. Marco Antonio regresó a Italia y Domicio Calvino marchó a Siria con 3 legiones.
Un mes después de Farsalia Pompeyo llegó a las costas de Egipto y envió emisarios al Faraón y, tras unos días esperando anclado frente a los bancos de arena, el 28 de septiembre del 48 AC, una pequeña barca se acercó hasta los navíos romanos invitando a subir a bordo a Pompeyo. En la otra orilla aguardaba Ptolomeo XIII, por lo que tras despedirse de su mujer Pompeyo fue conducido hasta la orilla.
Mientras avanzaba trató de entablar conversación con la gente de la barca, pero no obtuvo respuesta y tras tomar tierra un mercenario romano, el ex-centurión Aquila, desenvainó su espada y atravesó a Pompeyo que acto seguido fue apuñalado repetidas veces. Cornelia y el resto de los tripulantes de la pequeña flota observaron, impotentes, los sucesos desde el mar. El cadáver de Pompeyo fue decapitado, y su cuerpo abandonado en la playa, siendo rescatado e incinerado por un veterano de las primeras campañas de Pompeyo.
César llegó a Alejandría el 2 de octubre y fue recibido por Ptolomeo con el sello personal y la cabeza de Pompeyo. Egipto se encontraba en plena guerra civil, y los consejeros del Rey creyeron erróneamente que César estaría agradecido y apoyaría a Ptolomeo contra su hermana Cleopatra. Al saber de su suerte, César estalló en lágrimas, tanto por la muerte de un cónsul romano, su antiguo amigo y yerno, como por haber perdido la oportunidad de ofrecerle su perdón. Le hizo un funeral de acuerdo a su rango.
César exigió un pago de diez millones de denarios por una deuda del padre de Ptolomeo, Ptolomeo XII Auletes.
César juez de la guerra civil en Egipto
Egipto en esos momentos se encontraba en una guerra civil entre Ptolomeo XIII y su hermana Cleopatra VII. Ptolomeo reinaba en solitario porque Cleopatra se había exiliado en Siria para reclutar un ejército con el que reconquistar el trono. El verdadero gobernante de Egipto era eunuco Potino, que había jugado un papel importante en la muerte de Pompeyo. Entonces comenzó a conspirar contra César.
César mandó licenciar ambos ejércitos y llamó a ambos hermanos a Alejandría.
Ptolomeo no licenció su ejército, pero asistió a la reunión. Al recibir la convocatoria, Cleopatra abandonó a sus tropas y partió rápidamente y en secreto hacia Alejandría. Acompañada por un sirviente de confianza, entró escondida en una alfombra, y apareció una noche en las habitaciones privadas de César. A partir de aquí se forjaría uno de los romances más famosos de toda la historia.
César obligó a los dos hermanos a hacer una reconciliación pública.
Batalla de Alejandría
Al descubrir que su hermana había seducido a César, el eunuco Potino convocó al ejército real de Pelusio y colocó a Aquilas al mando. Cuando el ejército real se acercó a la ciudad, César hizo que Ptolomeo enviara emisarios para averiguar qué pretendía Aquilas, pero fueron atacados y uno murió cuando entraron en el campamento.
César tomó posesión de Ptolomeo y decidió defender parte de la ciudad. Achilas tenía alrededor de 20.000 hombres, incluidos varios ex-soldados romanos que habían servido bajo Gabinio y luego ingresaron al servicio de Egipto. César era, por lo tanto, muy superado en número.
El sitio comenzó con un asalto general de Achilas. Parte de su ejército fue enviado para atacar la residencia de César, mientras que una parte más grande fue enviada para intentar apoderarse de la zona del puerto y, en particular, de los 72 barcos de guerra que estaban presentes allí. César se dio cuenta de que no podía esperar proteger toda la zona del puerto con sus pequeñas fuerzas, por lo que dio la orden de quemar los barcos, el fuego se propagó por la ciudad y alcanzó a la famosa biblioteca, que resultó parcialmente destruida.
También pudo repeler el ataque a su residencia y enviar una fuerza para ocupar la isla de Faros, dominada por el famoso faro. La posesión de Faros significaba que César controlaba el acceso al puerto, pero los acontecimientos posteriores muestran que no pudo retenerlo mucho tiempo.
César comenzó a fortificar su parte de la ciudad. Su zona se centró en parte del palacio y un teatro cercano, que convirtió en una ciudadela. Tenía acceso al puerto y se le dio tiempo para fortificar el área. Perdió el control de la hermana de Cleopatra, Arsinoe, quien escapó del palacio y se unió a Aquilas, pero luego intentó tomar el control de su ejército, dividiendo a sus oponentes. César ordenó la muerte de Potino, ejecutado después de que se supiera que enviaba mensajeros a Aquilas.
Ambos bandos se concentraron en fortificar su parte de la ciudad. César ocupaba la parte más pequeña de la ciudad, limitada al sur por un pantano que le proporcionaba agua y forraje. Los alejandrinos construyeron una triple muralla de 40 pies (12 metros) de altura para defender su parte de la ciudad, dotándola de torres de diez pisos y construyendo una serie de torres móviles que podían trasladarse a cualquier zona de peligro.
La división en el ejército de Alejandría pronto llegó a su fin, después de que Arsinoe hiciera matar a Aquilas. Luego puso a su gobernador Ganímedes al mando del ejército. Su primer plan era intentar cortar el suministro de agua dulce a la zona controlada por los romanos, primero cortando los canales que llevaban agua dulce a las cisternas de la ciudad y luego bombeando agua de mar a los canales en la zona de César. El agua potable disponible para los romanos se volvió gradualmente salobre. Esto provocó una breve crisis de moral en las fuerzas de César, pero pudo tranquilizarlas y pronto pudieron cavar pozos que producían suficiente agua dulce.
César resistió los ataques durante cuatro meses esperando la llegada de las tropas de refuerzo que había pedido a su aliado, Mitrídates I, rey de Pérgamo. Muerto Aquilas, el eunuco Ganímedes reforzó con mucha más virulencia los ataques contra César. En una escaramuza en la isla del faro, el mismo César junto con 800 legionarios cayeron en una emboscada, de la cual solo pueden salvarse unos pocos lanzándose al mar y nadando hasta la seguridad de las naves romanas. El mismo César en su desesperada huida, tuvo de abandonar la capa escarlata de Imperator, que Ganímedes exhibió como un trofeo.
Poco después llegaron a la zona los primeros refuerzos romanos. Esta fue la legión XXXVII, formada por César, utilizando algunos de los veteranos de Pompeyo. Un viento del este impidió que la legión entrara en la ciudad, pero pudieron anclarse frente a la costa cerca de la ciudad y enviaron mensajes a la ciudad para que César supiera que habían llegado.
Batalla del Nilo
César decidió llevar su pequeña flota mar adentro para encontrarse con sus refuerzos, pero decidió no embarcar a ningún soldado a bordo, ya que no quería debilitar las defensas de su enclave. La flota de César llegó a Quersoneso y envió a algunos de sus marineros tierra adentro a buscar agua. Algunos de ellos fueron demasiado lejos y fueron capturados por los alejandrinos, quienes así descubrieron que César estaba realmente presente con la flota y no tenía soldados con él. Decidieron intentar interceptar a César en su camino de regreso a la ciudad.
César decidió no arriesgarse a una batalla y, en cambio, se dirigió hacia la costa, pero una de sus galeras rodias quedó aislada en su ala derecha y fue atacada por una serie de cuatro buques de guerra cubiertos. César tuvo que acudir en su ayuda, y estuvo cerca de ganar una importante victoria naval antes de que la noche terminara la lucha. Aun así, sus hombres capturaron una galera de cuatro bancos, hundieron una segunda e inutilizaron una tercera. Luego pudo remolcar los barcos de transporte varados a Alejandría.
Los alejandrinos decidieron entonces equipar una nueva flota. Reunieron todos los barcos estacionados en las desembocaduras del Nilo para cobrar las aduanas y los barcos de guerra más antiguos en los arsenales del rey. Pudieron encontrar 22 cuadrirremes y 5 quinquerremes, junto con una gran cantidad de barcos más pequeños. Luego se prepararon para una segunda batalla naval.
César tenía 9 galeras rodias, 8 del Ponto, 5 de Licia y 12 de Asia, incluidas 10 cuatrirremes y 5 quinquerremes. Por lo tanto, tenía 34 buques de guerra importantes en comparación con los 27 del lado de Alejandría, pero sus barcos eran más pequeños.
Las dos flotas formaron en lados opuestos en una zona de aguas poco profundas hacia el lado occidental de la ciudad (fuera de la parte de la ciudad que se dice que está en la costa africana). César colocó sus galeras rodias, bajo Eufranor, a su derecha y sus galeras pontianas a su izquierda. Dejó un espacio entre las dos alas y colocó el resto de sus barcos en la retaguardia como reserva. Los alejandrinos colocaron sus 22 cuadriremes en la primera fila con el resto de su flota en la retaguardia. Luego, ambos lados esperaron a que el otro hiciera el primer movimiento, sin querer pelear con los bajíos detrás de ellos.
Finalmente, Eufranor se ofreció como voluntario para conducir sus barcos a través de las aguas poco profundas y mantener a raya a los alejandrinos mientras el resto de la flota pasaba. La batalla comenzó después de que pasaran los primeros cuatro barcos rodios. Los alejandrinos no pudieron acercarse a ellos, y el resto de la flota pronto acudió en su ayuda. La batalla luego se convirtió en un cuerpo a cuerpo naval, que terminó como una victoria romana menor. Se capturó un quinquerreme y un birreme y se hundieron tres birremes antes de que el resto de la flota de Alejandría se refugiara bajo el malecón posiblemente el malecón que conduce al faro).
El siguiente plan de César era apoderarse de la isla de Faros y así hacerse con el control del puerto. Eligió diez cohortes, apoyadas por infantería ligera y lo mejor de la caballería gala, y los condujo a través de la isla en pequeños botes, mientras su flota causaba una distracción al atacar la isla en otro lugar. Al principio, los defensores de la isla mantuvieron a los romanos en la orilla, pero pronto se vieron obligados a retirarse a la ciudad de la isla de Faros.
César pudo tomar uno de los dos castillos de la isla, pero su intento de tomar el segundo castillo fracasó después de que los alejandrinos atacaran el muelle y las posiciones romanas en el puente que conectaba la isla con el continente. Finalmente, los hombres de César se vieron abrumados y comenzaron a retirarse. César se vio obligado a regresar a su galera, pero esta fue hundido por el peso de las tropas que huían que intentaron escapar sobre ella. El propio César se vio obligado a nadar hacia un lugar seguro. Luego, los alejandrinos tomaron posesión segura de la isla de Faros y obtuvieron el control del puerto.
Después de este revés, los alejandrinos le pidieron a César que permitiera que Ptolomeo se uniera al ejército egipcio para poder derrocar a Arsínoe y Ganímedes y formar una alianza con César. César no tenía muchas esperanzas de que Ptolomeo mantuviera su palabra, pero decidió arriesgarse a liberarlo de todos modos. Tal como César esperaba, Ptolomeo pronto tomó el control de la guerra contra él.
A esas alturas, los alejandrinos se estaban desmoralizando. Su joven rey no era un líder inspirador, y les había llegado la noticia de que los refuerzos romanos estaban en camino desde Siria. Los alejandrinos decidieron intentar interceptar los convoyes de suministros que aún llegaban a César y enviaron su flota para proteger la desembocadura de la rama canópica del Nilo. César envió su propia flota, al mando de Tiberio Nerón, para tratar de evitar esto. Se desarrolló una pequeña batalla en Canopo, en la que murió Eufranor, el exitoso almirante rodio de César.
Para entonces, el ejército de socorro se estaba acercando. Esta fuerza estaba dirigida por Mitrídates de Pérgamo, un aliado leal de César, y estaba compuesta por tropas de Siria y de también incorporaba 3.000 judíos aportados por el Sumo Sacerdote Hircano II y dirigido por Antipater, el padre de Herodes el Grande. Aquilas había intentado bloquearlos en Pelusio antes de su caída, pero Mitrídates se apoderó de esa fortaleza en un solo día y atravesó Egipto. Ptolomeo intentó interceptarlo antes de que pudiera alcanzar a César, pero sus primeros ataques fallaron. Luego dejó Alejandría para tomar el mando del próximo ataque en persona, mientras César se apresuraba a ayudar a su aliado.
Una vez que César se hubo unido a Mitrídates, avanzó hacia el campamento de Ptolomeo. Estaba al otro lado del brazo Canopo del Nilo, y Ptolomeo envió su caballería y parte de su infantería ligera para defender la línea de ese brazo. Durante algún tiempo pudieron detener a César, pero finalmente parte de su caballería germana logró cruzar a nado el río, mientras que los legionarios construyeron un puente simple utilizando algunos árboles altos. Los alejandrinos intentaron escapar al campamento de Ptolomeo, pero la mayoría murió durante la persecución.
César lo persiguió de cerca, con la esperanza de que su llegada convenciera a los alejandrinos de rendirse o huir. En cambio, los encontró en una posición segura en un campamento fuertemente fortificado y decidió no arriesgarse a un ataque inmediato.
El principal campamento egipcio se había construido en una colina cerca del Nilo. Estaba conectado a un pueblo fortificado cercano por una línea de comunicaciones. Los alejandrinos también tenían una flota en el Nilo. Al día siguiente, César decidió atacar ese pueblo con todo su ejército, con la esperanza de poder seguir a su guarnición en retirada hasta el campamento principal.
El pueblo cayó como estaba previsto, pero la segunda parte del plan fracasó y los hombres de César se detuvieron a cierta distancia del campamento de Ptolomeo. Luego intentó atacar por dos lados: desde las llanuras y a lo largo de la brecha entre el campamento y el Nilo, pero ambos ataques fallaron. Sin embargo, durante esta lucha, la mayoría de los alejandrinos se trasladaron a las partes del campamento que estaban siendo atacadas, dejando la parte más alta de la colina sin defensa.
César envió una pequeña fuerza al mando de Carfuleno para atacar esa parte del campamento, y pronto pudieron abrumar a los pocos defensores que habían quedado allí. Una vez que los romanos irrumpieron en el campamento en ese lugar, sus defensores se desmoralizaron, lo que permitió que los romanos irrumpieran por varios otros lugares.
Los alejandrinos intentaron huir, pero muchos fueron aplastados en la zanja que rodeaba el campamento, mientras que otros se ahogaron en el Nilo. Entre los muertos estaban Ptolomeo, que había llegado a la aparente seguridad de uno de sus barcos, pero se ahogó cuando ese barco fue inundado por una multitud de refugiados.
En la batalla se hicieron unos 12.000 prisioneros y habiendo matado más de 20.000, entre los muertos estaba el propio Ganímedes.
La muerte Ptolomeo dejó a César con el control indiscutible de Egipto. Colocó a Cleopatra en el trono, junto a su hermano menor, Ptolomeo XIV. Luego, César pasó algún tiempo en Egipto, disfrutando de la compañía de Cleopatra y posiblemente participando en un crucero por el Nilo. Poco después de la partida de César, Cleopatra dio a luz a un hijo, al que llamó Cesarión, dejando en claro quién era su padre.
El interludio egipcio de César fue casi desastroso para su causa. Mientras estaba atrapado en Egipto, sus oponentes republicanos pudieron levantar otro gran ejército en África, mientras que el gobierno de Marco Antonio alienó a muchos en Italia.
En otra parte, Farnaces II, hijo de Mitrídates del Ponto, rey del Bósforo Cimerio, ocupó la Cólquida (Calcis). Aprovechó la ausencia de Deiotaro, el rey de Galacia y Armenia Menor, para apoderarse de Armenia Menor, parte de Capadocia, y algunas ciudades en la provincia romana de Bitinia y Ponto que anteriormente habían sido parte del reino del Ponto. El gobernador romano Cneo Domicio Calvino, reunió un ejército junto con las fuerzas de Deitorato y del rey Ariobarzenes de Capadocia, y fueron contra Farnaces, siendo derrotados en la batalla de Nicópolis en el 48 AC. Tras la batalla conquistó en resto del Ponto. Pero se detuvo porque se enteró de que Asander, a quien había dejado a cargo en su reino en el Bósforo cimerio, se había rebelado.
Cesar reunió unos 10.000 efectivos y se dirigió contra Farnaces con unos 10.000 efectivos en una marcha rápida, se encontró con el enemigo en la ciudad de Zela (actual Zile provincia de Tokat, Turquía). Farnaces tenía unos 20.000 efectivos. En la batalla de Zela del año 47 AC, fue completamente derrotado. Cesar pronunció la famosa frase “veni, vidi, vici”.
Campaña en el Norte de África (47 – 46 AC)
César volvió a Roma, pero se encontró con un panorama poco agradable. El trigo no llegaba de Hispania donde el hijo de Pompeyo estaba reclutando un ejército, ni tampoco del Norte de África, donde Catón y Lavieno junto con el rey Juba I de Numidia, que era un importante aliado local, eran dueños del terreno y habían reclutado un impresionante ejército.
Las cosas en Italia no iban mucho mejor, Marco Antonio que había gobernado con manus militaris para mantener el orden, algunas legiones se habían sublevado por no haber recibido su soldada.
César puso orden en Roma y se presentó ante las legiones sublevadas solo y desarmado, les dijo que consideraba legítimas sus reivindicaciones, y que serían satisfechas a su regreso de África, donde iba a combatir con otros soldados. Los soldados le dijeron que ellos eran los únicos soldados de César, y que querían seguir siéndolo.
Batalla de Ruspina (4 de enero del 46 AC)
César transportó sus legiones a Sicilia y llegó a Lilbeo en Sicilia el 17 de diciembre del 47 AC. Allí reunió una fuerza de invasión para aplastar a los optimates en África. No pudo reunir suficientes barcos de transporte para llevar a su ejército de 6 legiones y 2.000 jinetes, unos 25.000 efectivos en una sola flota y una gran cantidad de animales de transporte, comida y forraje quedaron atrás en Sicilia.
Zarpó el 25 de diciembre, pero su mala planificación basada en información limitada sobre un buen lugar de desembarco y fuertes vientos dispersó su convoy. Desembarcó en Hadrumetum (actual Susa, en Túnez) el 28 de diciembre, con solamente 3.000 legionarios y 150 de caballería.
Por fortuna para él, las fuerzas optimates no llegaron a combatirlo cuando solamente tenía unas fuerzas mínimas.
Habiendo fracasado en concentrar su fuerza, César carecía de la fuerza para sitiar u obligar a la rendición de Hadrumentum y estableció un campamento cerca de Ruspina (actual Monastir, Túnez).
El puerto de Ruspina estaba a 3,5 km de la ciudad. César dejó parte de su ejército en la ciudad y condujo a 7 de sus cohortes veteranas al puerto, lo que provocó cierta preocupación entre las tropas menos experimentadas que quedaban en la ciudad. El plan de César era usar sus tropas de élite para tripular parte de su flota, a la que iba a conducir para encontrar la parte extraviada de su flota. Sin embargo, después de pasar una noche a bordo del barco, apareció la flota desaparecida. César pudo así abandonar su expedición naval planeada.
El 1 de enero, capturó la ciudad de Leptis, donde fue reforzado por algunas de sus tropas dispersas (elementos de las legiones VI y X). Al día siguiente llegaron a Ruspina varios refuerzos más. Dejó 6 cohortes para guarnecer Leptis y regresó a Ruspina, tenía ya una fuerza de unos 13.500 hombres.
Necesitaba urgentemente alimentos para sus fuerzas, por lo que el 4 de enero, César partió en una misión de búsqueda de trigo, inicialmente con 9.000 legionarios en 30 cohortes armadas a la ligera, 400 de caballería y 150 arqueros. César envió su caballería (400) y arqueros (150) como fuerzas de cobertura para dar la alarma.
Súbitamente, a unos cinco kilómetros del campamento, los exploradores de César (situados en puntos elegidos) le avisaron de que se aproximaba una gran fuerza de infantería hacia ellos: eran las tropas pompeyanas al mando de Labieno, 20.000 infantes y 12.000 jinetes (8.000 númidas y 1.600 galos y germánicos). Consciente de su inferioridad, César ordenó a su exigua caballería y a los arqueros que salieran del campamento y le siguieran a corta distancia, para apoyar a su infantería, un segundo contingente de caballería quedó en el campamento.
César formó a sus unidades, la infantería en simplex acies y la caballería en alas. Labieno desplegó sus fuerzas, de igual forma en el centro la infantería pero con caballería intercalada y en las alas la caballería.
Empezó el ataque por las alas, pero las pocas tropas de caballería cesariana luchaban en vano para no ser superadas. El centro de la formación de César se vio golpeado por la masa de la infantería pompeyana y la caballería númida, que atacaban lanzando jabalinas y flechas y se retiraban sucesivamente. La infantería cesariana respondió como pudo, pero empezó a disgregarse, haciendo conatos de perseguir al enemigo (por desesperación) o desorganizarse.
Al ver la situación, César trató de reorganizar sus fuerzas, ordenando que ningún soldado se alejara más de cuatro pasos de su unidad. Pero la superioridad numérica del enemigo, la escasez de la caballería cesariana, la inexperiencia de buena parte de sus soldados, más los heridos y los caballos perdidos, hicieron que la formación de César empezara a colapsarse. En ese momento, César ordenó a sus tropas que adoptaran una formación defensiva, denominada orbis, básicamente una formación en círculo que tenía como misión la de no ofrecer ningún flanco al enemigo.
Pero pronto se encontró rodeado por todos lados por las tropas, mucho más numerosas y móviles, de Labieno, y algunos de sus más recientes reclutas comenzaron a fallar; ante ello César ordenó extender la línea de batalla en orden cerrado tan lejos como fuera posible. Las tropas veteranas fueron las que realizaron la ruptura por los extremos, y una vez que se hallaron desplegadas en una sola línea, César dio otra orden: que cada cohorte par diera un paso atrás y se enfrentaran de cara a su enemigo, con lo que consiguió transformar la simplex acies en una duplex acies.
En ese momento, la caballería cesariana situada en reserva con infantes ligeros entre los caballos, rompió definitivamente el círculo, forzando a los pompeyanos a formar dos líneas de batalla separadas por las tropas cesarianas. Entonces, los sorprendidos pompeyanos se vieron sometidos a una lluvia de pila por parte ambos lados de la formación contraria, lo que provocó que vacilaran y se echaran atrás una distancia. No lo suficientemente grande como para disgregarse, pero sí lo suficiente como para que César emprendiera la vuelta al campamento en orden de batalla. Hubo contacto en diversos puntos. También hubo algunas cargas de Labieno sin éxito.
Mientras volvían a su base, los pompeyanos se vieron reforzados por la inesperada llegada de una fuerza de 1.600 jinetes y un gran número de infantes, al mando de Marco Petreyo y Gneo Pisón; que atacaron de nuevo con renovadas fuerzas, rodeando otra vez a los cesarianos por un semicírculo, pero entonces desde más lejos a fin de que César no volviera a repetir la maniobra, y lanzando sobre sus tropas una lluvia de armas arrojadizas, los que aún tenían jabalinas. Al ver la resistencia cesariana atacaron esporádicamente en algunos puntos: el mismo Labieno y su lugarteniente fueron heridos. Las tropas de César se pararon y, ante la avalancha, quizá formaron la «testudo» o tortuga, una formación en la que los legionarios se cubrían con los escudos.
A medida que las tropas pompeyanas se iban quedando sin jabalinas y que su energía combativa disminuía frente a la cerrada formación de César, se dio cuenta de que había llegado el momento de contraatacar súbitamente. Por lo que cursó órdenes de que a una señal suya, se levantara el muro de escudos para dejar pasar a unas cohortes selectas, que adoptando la formación en cuña golpearon a las tropas pompeyanas.
En el relato de la Guerra de África no queda claro si este ataque se produjo en varios puntos determinados o fue un ataque masivo sobre un solo punto. Lo cierto es que tuvo el efecto deseado y las tropas pompeyanas se abrieron y retiraron, dejando expedito el paso a los cesarianos, que se retiraron ellos también en formación hacia su campamento, donde se fortificaron. La caballería de Labieno se retiró rápidamente, en cuanto a la infantería pudo sufrir bajas importantes.
César, pese a perder más hombres y estar entre la espada y la pared, logró mediante una serie de acertadas decisiones tácticas y variadas formaciones de combate, evitar lo que podría haber sido una masacre. Llevó a cabo una retirada organizada en la que conservó el mayor número posible de efectivos. Todo el plan de César consistiría en reunir a todas sus tropas bajo su mando. Tras Ruspina conseguiría reunir a sus 25.000 soldados, pese a realizar una retirada estratégica, y poco a poco mejoraría su posición hasta reunir efectivos importantes (unos 45.000).
Batalla de Uzita (46 AC)
César comenzó a fortalecer seriamente su posición. Mejoró las fortificaciones de su campamento y unió tanto su campamento como la ciudad de Ruspina al mar con líneas de fortificaciones, creando una zona defendida. Desembarcó muchas de las armas pesadas que llevaban sus barcos de guerra, junto con muchos de los marineros y arqueros de la flota, y las utilizó para reforzar su caballería. También instaló talleres para fabricar más jabalinas, flechas, balas de honda y empalizadas, y envió pedidos de madera y alimentos desde Sicilia.
Los pompeyanos reunieron sus fuerzas a una rapidez impresionante. Su ejército incluía 8 legiones, unos 50.000 hombres, una poderosa caballería dirigida por Tito Labieno. El rey Juba se dirigía con una fuerza compuesta por una caballería regular de más de 2.000 jinetes (cuyos caballos estaban provistos de frenos y bocado); una caballería ligera; cuatro legiones equipadas a la romana; una infantería ligera, además de contingentes reclutados entre las distintas tribus y dirigidos por sus propios jefes y la presencia de unos 120 elefantes y camellos.
Los dos ejércitos se enzarzaron en pequeñas batallas para medir sus fuerzas, y durante ese tiempo dos legiones optimates desertaron para unirse a César.
César tuvo un golpe de suerte en este momento. Juba había acudido en ayuda de Metelo Escipión y dejó Numidia con su gran ejército. Una vez que salió Numidia, el rey Boco de Mauretania y Publio Sitio un aventurero romano, invadieron Numidia, sitiaron y capturaron Cirta, la capital de Numidia, matando a todos los ciudadanos. La noticia llegó a Juba justo antes de que se uniera a Escipión, lo que lo obligó a retirarse con la mayoría de sus tropas. Solo dejó 30 elefantes para ayudar a Escipión. Produciendo que el tamaño de las tropas optimates pasasen de 100.000 a 60.000 hombres.
Hubo enfrentamientos cerca de Ruspina. Labieno intentó capturar a Leptis, pero sin éxito. Hubo constantes escaramuzas de caballería entre las líneas, pero ninguna batalla importante. Escipión formó repetidamente a su ejército en orden de batalla, pero César se negó a morder el anzuelo y permaneció dentro de su campamento. Durante esos enfrentamientos, varios númidas desertaron y se pusieron del lado de César, aparentemente porque estaba emparentado con el gran general romano Mario, que había hecho campaña con éxito en el norte de África durante la guerra de Yugurtina.
Durante el mismo período llegó una delegación de la ciudad libre de Acilla (posiblemente Acholla, al sur de Ruspina en la costa), ofreciendo someterse a César. Estuvo de acuerdo con su oferta y envió una pequeña fuerza al mando de Cayo Messio para tomar posesión. Una fuerza optimate bajo el mando de Considio Longo intentó llegar primero, pero fracasó. Labieno luego envió refuerzos y Considio comenzó un asedio de la ciudad.
Los refuerzos ahora comenzaron a llegar a César. Las legiones XIII y XIV, junto con 800 jinetes galos y 1.000 arqueros y honderos llegaron a Ruspina tras un sencillo viaje de cuatro días desde Sicilia.
César se sintió alentado por la llegada de estos refuerzos. Reunió a todas sus legiones y avanzó fuera de su zona fortificada, a lo largo de la costa hacia una llanura cercana bordeada por una cresta. Construyó fortificaciones en esta cresta, cerca del campamento de Escipión.
Escipión y Labieno enviaron su caballería a una posición a 1,5 km de su campamento, apoyados por una línea de infantería media 0,8 km más atrás. Al principio, César ignoró esa fuerza, pero cuando la caballería se acercó a sus obras defensivas, envió a su caballería hispana y algo de infantería ligera para ahuyentar a la caballería númida más cercana. Labieno tomó el ala derecha de la fuerza principal de caballería para apoyar a los númidas y casi fue atrapado por el contraataque de César. Labieno escapó, aunque posiblemente después de sufrir grandes pérdidas.
Al día siguiente, César reunió a su ejército en orden de batalla y avanzó tierra adentro hacia Uzita (actualHenchir Makrceba, cerca de Sidi Al-Hani, 40 km tierra adentro desde Ruspina), donde Escipión tenía su base de suministros. Escipión formó su ejército en cuatro líneas, listo para defender la ciudad. Luego se desarrolló un enfrentamiento, sin que ninguno de los comandantes estuviera dispuesto a arriesgarse a un ataque.
En ese período Juba llegó con tres legiones, 800 de caballería regular, una gran cantidad de caballería númida y tropas ligeras y 30 elefantes. Acampó cerca de Escipión y lo animó a actuar de manera más agresiva. Se produjeron una serie de enfrentamientos entre las líneas cuando César movió lentamente sus fortificaciones más cerca de Uzita, planeando sitiar la ciudad. También recibió más refuerzos, ya que las legiones IX y X llegaron desde Sicilia. El enfrentamiento parece haber continuado durante algún tiempo.
Mientras el ala izquierda de la infantería de Escipión se extendía hasta el borde de la ciudad de Uzita, donde situó elefantes a ambos flancos de la infantería, protegidos por infantería ligera, y toda su caballería se concentraba a la derecha.
César situó toda su caballería en el ala izquierda apoyada por la legión V en dúplex acies, con el fin de hacer frente a la caballería optimate, mientras que el ala derecha de su ejército estaba asegurada por trincheras. Las líneas de infantería de César eran en parte tríplex y en parte dúplex acies. Sus legiones veteranas estaban en la izquierda y el centro de la línea estaban en triplex acies porque su flanco izquierdo estaba expuesto y soportarían todo el peso del asalto de la caballería pompeyana en masa; las nuevas legiones de la derecha estaban en dúplex porque su flanco estaba asegurado por trincheras.
Sin embargo, la derecha cesariana todavía tenía que enfrentarse a un cuerpo de elefantes de guerra, por lo que César reforzó las nuevas legiones con algunas cohortes desprendidas de la segunda línea de las legiones veteranas. Sin embargo, no se puso a prueba ni el triplex ni el duplex acies. Siguió una batalla de caballería, que perdieron las demasiado ansiosas tropas de César, pero no hubo enfrentamiento general.
Finalmente, César se vio obligado a abandonar su intento de capturar a Uzita por la escasez de suministros. Colocó guarniciones en Leptis, Ruspina y Acilla, quemó su campamento en las afueras de Uzita y dirigió a su ejército principal en una exitosa expedición de forrajeo, antes de regresar a su campamento.
Batalla de Tapso (6 de abril del 46 AC)
Movimientos previos
La siguiente actividad tuvo lugar alrededor del pueblo de Zeta, a unos 16 km del campamento de Scipio y a unos 30 km del de César. Escipión envió dos legiones a buscar comida en la zona. César intentó tender una emboscada a esta fuerza y capturó la ciudad. Escipión respondió enviando a todo su ejército, lo que obligó a César a retirarse. Labieno intentó tenderle una emboscada a César cuando pasaba cerca del campamento de Escipión, y durante algún tiempo César estuvo en problemas, incapaz de avanzar mucho, pero finalmente llegó a la seguridad de su propio campamento.
El 21 de marzo, César avanzó hacia el campamento de Escipión y ofreció batalla una vez más. Una vez más, Escipión se negó a aceptar batalla. Al día siguiente, César condujo su ejército hacia Sarsura, donde Escipión tenía una guarnición. Labieno intentó hostigar la retaguardia del ejército de César, pero fue perseguido por destacamentos de las legiones. César capturó Sarsura, luego se trasladó a Agar a unos 25 km al norte de Tapso (Thapsus, actual Rass Dimas), donde había encontrado suministros anteriormente.
Una vez más César recibió refuerzos, esta vez 4.000 legionarios, 400 de caballería y 1.000 arqueros y honderos, muchos de ellos rezagados que no habían podido navegar con flotas anteriores. Una vez más, esto animó a César a ofrecer batalla, esta vez alrededor de la ciudad de Tegea, en algún lugar cercano al campamento de Escipión. Esta vez hubo una batalla a pequeña escala, pero Escipión se negó a comprometer sus legiones.
Se acercaba el clímax de la campaña. César entonces se dio cuenta de que Escipión no aceptaría la batalla en los términos de César, y tendría que obligarlo a luchar. Decidió llevar a su ejército a sitiar Tapso (Thapsus), una ciudad costera a unos 25 km de su campamento en Agar. Tapso tenía una guarnición republicana al mando de Virgilio y había sido leal a los republicanos durante todo el conflicto, aunque estaba a solo 24 km de la base principal de César en Ruspina.
César llegó a Tapso el 4 de abril y puso cerco a la ciudad, bloqueando la entrada sur con tres filas de fortificaciones. Los pompeyanos, bajo el mando de Metelo Escipión, no podían permitirse perder esa posición, por lo que se vieron obligados a entablar batalla.
Escipión avanzó desde el norte rodeó Tapso que estaba siendo sitiada, y estableció 2 campamentos, el de Afranio y el de Juba, después de fortificarlos, dejó una guarnición y partió a un lugar donde empezó a preparar su nuevo fuerte: la idea era usar ese fuerte como base de operaciones en caso de batalla.
Despliegue de fuerzas
César formó su ejército a la manera clásica: En cada ala 2.000 jinetes, 1.000 arqueros y honderos, y 5 cohortes de la legión V para aguantar la carga de los elefantes. En el centro las legiones: la X y IX en la derecha, en el centro las tres más inexpertas y la XIII y XIV a la izquierda (30.000 legionarios). Dejando una legión para asegurar el asedio.
Metelo Escipión desplegó de manera similar: en ambas alas la caballería (unos 1.500 jinetes), 30 elefantes, e infantería ligera para proteger a los elefantes. En el centro 10 legiones (unos 40.000 legionarios).
Desarrollo de la batalla
Se dice que un trompetista de César dio la orden de atacar. Presos del entusiasmo, sus compañeros se lanzan al ataque. Para horror de César, las demás trompetas copian la orden y todo el ejército se lanzó al ataque por completo. Inútilmente trató de frenarlos, los oficiales y centuriones hicieron lo imposible por frenar la masa humana. Ya resignado ante la inminencia del ataque, da la orden él mismo y… ¡que sea lo que los dioses quieran!
Escipión dio la orden de que los elefantes embistieran, los arqueros y honderos de César atacaron a los elefantes y sus conductores sin piedad, provocando que algunos se volviesen contra sus propias tropas. Los que consiguieron pasar fueron aguantados por la legión V, primero clavaron sus pila en los ojos y puntos débiles, y luego con la gladius cortaron sus patas y vientres. Lo hicieron con tal valentía que posteriormente se les concedió un elefante como emblema de la legión.
Tras la pérdida de los elefantes, Metelo Escipión empezó a perder terreno.
La caballería de César era superior en número, derrotó y forzó a la enemiga a huir. Las tropas aliadas del rey Juba abandonaron el lugar, y la batalla quedó decidida.
Secuelas
Murieron unos 20.000 optimates frente a unos 1.000 de César. Aproximadamente unos 10.000 soldados enemigos quisieron rendirse a César, pero fueron masacrados. Esta acción era algo poco usual en el comportamiento de César, que era conocido por ser bastante respetuoso con los vencidos e incluso ofrecerles el perdón. Algunas fuentes afirman que César tuvo un ataque epiléptico durante esta batalla y que no era del todo consciente cuando esta terminó.
Después de la victoria se dirigió al campamento de Afranio y, sin que él pudiera prepararse, lo tomó por asalto, y a continuación tomó el campamento de Juba. A continuación, César retomó el asedio de Tapso, que finalmente acabaría cayendo.
Metelo Escipión, junto con varios otros aristócratas de alto nivel, lograron llegar a su flota, pero se encontraron con una de las flotas de César en Hippo Regius (Argelia) y murieron en la batalla naval resultante, Escipión se suicidó.
César prosiguió su marcha a Útica, en Túnez, en donde Catón se encontraba guarnecido. Tras las noticias de la derrota, Catón se suicidó. De los políticos enemigos que se encontraban allí (pretores y cónsules) muchos se quitaron la vida. Labieno y algunos hijos de Pompeyo huyeron a Hispania.
Una vez pacificado en norte de África, César regresó a Roma el 25 de julio del mismo año.
Segunda campaña en Hispania y el final de la guerra (46 – 45 AC)
Llegada de Julio César a Hispania
Estamos en el año 46 AC y al regresar de Tapso, el Senado decretó cuarenta días de acción de gracias a los dioses. Además concedió a César cargo de Dictador por diez años. La guerra civil estaba casi terminada, pero aún tendría que hacer frente a la última sublevación pompeyana, protagonizada por los hijos de Pompeyo.
En Hispania, Casio, el gobernador que César había dejado hizo lo que todos pretores en aquella época, esquilmar la provincia para el enriquecimiento personal, pero sus acciones, provocaron el levantamiento de la Hispania Ulterior. En esa coyuntura llegó Cneo Pompeyo hijo, y consiguió que los nativos se le unieran en la rebelión contra Casio.
La mitad del ejército pompeyano se concentraba en la Ulterior y Cartago Nova e incluía un pequeño contingente de númidas al mando del príncipe Arabión, hijo de Masinisa II. Los lugartenientes de César en la península, Quinto Fabio Máximo y Quinto Pedio, se vieron rápidamente sobrepasados, pidiéndole ayuda a su comandante mientras ellos se atrincheraban en Obvulco u Obulco (Porcuna).
César no tuvo más remedio que abandonar Roma y hacer frente a una nueva campaña militar contra los pompeyanos.
Julio partió de Roma para Hispania el 5 de noviembre del año 46 AC, con 8 legiones (las veteranas de las Galias la V Alaudæ, la VI Ferrata y la X Equestris, y otras más modernas como la III Gallica y la XIII) y 8.000 jinetes, llegando a Corduba (Córdoba) en 27 días. Cneo Pompeyo hijo le hostigó, pero evitó el enfrentamiento directo.
Los pompeyanos disponían de 13 legiones, pero solamente 4 tenían verdadero valor militar, las otras 9 eran formadas por tropas de segunda categoría formadas por auxiliares locales, destacando los celtíberos y libertos. La mayoría de los reclutas procedían de la Bética y la Citerior. También había gran número de celtíberos, tribus muy ligadas a Pompeyo. Disponía de 6.000 auxiliares celtíberos, íberos y lusitanos con armamento ligero. Contaba con 6.000 jinetes, la mitad era un contingente de númidas al mando del príncipe Arabión, hijo de Masinisa II, y el resto eran íberos y lusitanos.
Cuando César llegó a Corduba, se encontró con que Cneo Pompeyo la había ocupado, por lo que se movió para bloquearla. Cneo debió pedir a su hermano Sexto que llevase sus tropas, empezaron las escaramuzas y César rápidamente aseguró sus suministros tomando Ategua el 19 de febrero.
Cneo se retiró hacia el sur y César lo persiguió al oppidum de Munda, montando cada uno sus campamentos, separados por un arroyo. Cneo había cometido el mismo error que todos los que habían enfrentado a César. Ninguno intentó atacar la logística de la que dependía César, nunca recurrieron a la tierra quemada, ni a hostigar a sus forrajeadores o cortar sus rutas de comunicación, todos le dieron la batalla campal decisiva que él buscaba.
Batalla de Munda (46 AC)
Despliegue de fuerzas
El ejército pompeyano estaba acampado en una colina suave, una posición desfavorable para el ataque de César, ambos ejércitos permanecieron a la vista durante varios días hasta el 17 de marzo, día en el que César desplegó sus ejércitos y Tito Lavieno que mandaba las fuerzas pompeyanas respondió desplegando el ejército. No se conoce el lugar exacto de la batalla; algunos autores la sitúan en los llanos de Vanda en Montilla, Córdoba; otros la sitúan en los llanos del Águila, Osuna, Sevilla.
César dispuso a sus 8 legiones (35.000 hombres) en el centro. 4.000 jinetes númidas y 2.500 auxiliares hispanos en el ala izquierda, mientras que en el ala derecha situó 4.000 jinetes galos y germanos en el ala derecha con otros 2.500 auxiliares. En total desplegó 48.000 efectivos.
Lavieno desplegó de forma muy similar a César, situó las 13 legiones (60.000 hombres) en el centro. En el ala derecha frente a los númidas cesarianos situó los 3.000 númidas de Arabión apoyados por 3.000 auxiliares hispanos, en el ala izquierda frente a los jinetes galos y germanos situó 3.000 jinetes hispanos apoyados por 3.000 auxiliares. En total unos 72.000 efectivos.
Primera fase
César inició la batalla mandando cruzar el arroyo a sus tropas, ambas caballerías se enfrascaron en la batalla apoyadas por auxiliares e infantería ligera. Mientras las legiones de César, cruzaron el arroyo y avanzaron cuesta arriba, chocando con las de Labieno. Las legiones V y III de César que estaban situadas en el flanco derecho aguantaban desesperadamente.
En el momento decisivo de la batalla, la caballería gala y germánica hicieron retroceder el ala izquierda adversaria que eran hispanos. El propio César aprovechó para lanzarse con su gladius en la mano al combate gritando a sus legionarios de la Legión X e infundiéndoles valor: “Este mocoso no me arrebatará la gloria. Antes moriré luchando”. Esta legión consiguió hacer retroceder a su oponente y abrir una brecha en las legiones de Lavieno. Este ordenó entonces a los auxiliares de su ala derecha tapar la brecha, dejando sola a la caballería númida.
Segunda fase
Este hecho fue aprovechado por la caballería númida de César para avanzar y atacar a la pompeyana, poniéndola en desbandada, un grupo de númidas al mando del rey Bogud se dirigieron al campamento pompeyano. Con ambas alas rotas, la batalla estaba decidida, se produjo un doble movimiento envolvente, que unido al abandono de Labieno había reunido fuerzas para oponerse a Bogud y defender el campamento, causó la sensación de huida por parte del general pompeyano. La línea de los pompeyanos se había roto y la batalla estaba ya decidida.
Secuelas
Los legionarios de César masacraron al enemigo, atrapado entre sus espadas y las lanzas de la caballería. César hubo de lamentar cerca de 1.000 muertos y 500 heridos. Los pompeyanos casi 33.000 entre los que se encontraban Atio Varo y Tito Labieno muertos en combate, pero Sexto y Gneo Pompeyo alcanzaron la ciudad de Corduba, donde se refugiaron.
Las cabezas de Publio Accio Varo y Tito Atio Labieno, junto con todas las águilas de las legiones pompeyanas y las armas abandonadas fueron presentadas a César.
Nueve de las trece legiones, con todos los auxiliares sobrevivientes, huyeron hacia Córduba.
César se presentó ante Corduba el 18 de marzo, lugar donde se había refugiado Sexto; los defensores, al ver la afluencia de recién llegados y temerosos que estos habitantes se unieran a César, prendieron fuego a la urbe. Se sabe que también hubo combates entre distintas facciones por el control de la misma.
Cuando entró en la ciudad era un montón de ruinas y fue incapaz de contener asus soldados, que furiosos por no encontrar nada masacraron a 22.000 ciudadanos de todas clases y las edades. Los vencedores exigieron que los sobrevivientes fueran subastados como esclavos, César no pudo contener a sus tropas en ningún momento, ni en la masacre ni la subasta. Otros lograron escapar, dispersándose por los alrededores. Las ciudades de Híspalis, Hasta, Carteya y Gades fueron sometidas por la fuerza, exigiendo duros rescates a todos aquellos que estuvieron involucrados en la sublevación, en esa última ciudad se le presentó la cabeza de Cneo Pompeyo.
Era el año 45 AC, y César volvía nuevamente a Roma como vencedor de una guerra civil que había durado tres años. Regresó a Roma y celebró 4 triunfos a cual más espectacular.
Por su parte, Sexto acababa de escapar de Córduba para refugiarse entre los lacetanos o Lacetani, que dieron su protección por respeto a su difunto padre. Gracias a su apoyo, recluto un poderoso contingente de indígenas, aprovechando que César acababa de llevarse al grueso de su ejército con él. Los lusitanos serían otros de los muchos que se sumaron a los pompeyanos, y a inicios del 44 AC, Sexto tenía siete legiones y derrotó al gobernador cesariano.
Lépido salió de Roma en abril o mayo del 44 AC, llegaría a Hispania en junio para ofrecer una amnistía a Sexto para que pudiera volver a Roma y reclamar la herencia de su padre. Finalmente, aceptó y de esa manera salió de Hispania, no por las armas sino por negociación, lo que prueba la fortaleza de su posición, en especial, en la Bética. El rebelde aceptó y en agosto o septiembre salió con rumbo de Massalia acompañado de una poderosa flota y un numeroso ejército, quizás de 6.000 hombres, que le servirían para comenzar la revuelta siciliana. Sexto fue finalmente capturado y ejecutado en el año 35 AC en Mileto.