Llegada de Napoleón a España

Antecedentes

Tras las victoriosas españolas en la batalla de Bailén, la batalla de Valencia, y el levantamiento de los asedios de Zaragoza y Gerona; entraron en Madrid los generales Castaños y González Llamas el 5 de septiembre. Entonces se puso de manifiesto la dificultad entre los diferentes niveles del poder españoles para constituir una autoridad única, tanto política como militar con la que consolidar los progresos realizados hasta entonces; que habían llevado al repliegue francés hacia el norte del valle del Ebro, y prepararse para afrontar el contraataque general napoleónico, una vez dispuesta la llamada Grande Armée.

A las rivalidades entre los altos mandos militares, que emprendían acciones sin coordinación, se sumaba la divergencia política sobre la reforma del sistema del Antiguo Régimen y el surgimiento de reclamaciones particulares en cada territorio, al amparo del clima de federalismo de facto favorecido desde las diferentes juntas provinciales. A pesar de ello, un acuerdo general permitió constituir el 25 de septiembre de 1808 en Aranjuez, la denominada Junta Suprema Gubernativa, presidida por el conde de Floridablanca y con un poder limitado; y la Junta Militar presidida por los generales Castaños, Castelar, Morla, González Llamas, marqués de Palacio y Bueno, cuya acción resultó ineficaz como demostrarían la sucesión de acontecimientos posteriores.

Las fuerzas españolas contaban con unos 140.000 efectivos y fueron divididos, por decreto suyo, en cuatro grandes y diversos ejércitos:

1. Ejército de la Izquierda, que debía constar del de Galicia, Asturias, tropas venidas de Dinamarca, y de la gente que se pudiera allegar de las montañas de Santander y país que recorriese.
2. Ejército de la Derecha o de Cataluña, compuesto de tropas y gente de aquel principado, de las divisiones desembarcadas de Portugal y Mallorca, y de las que enviaron Granada, Aragón y Valencia.
3. Ejército del Centro, que debía comprender las cuatro divisiones de Andalucía y las de Castilla y Extremadura, con las de Valencia y Murcia, que habían entrado en Madrid con el general Llamas. También había esperanzas de que obrasen por aquel lado los ingleses, en caso de que se determinasen avanzar hacia la frontera de Francia.
4. Ejército de Reserva, compuesto de las tropas de Aragón y de las que durante el sitio de Zaragoza se les habían agregado de Valencia y otras partes.

Pocas semanas antes de la entrada de la Grande Armée, las fuerzas españolas lograron tomar el control de Logroño (10 de septiembre); desplegar posiciones en torno a Tudela, a donde llegó Castaños el 17 de octubre; y Burgos, hacia donde se había dirigido desde Madrid el ejército de Extremadura del general Bellvedere el 29 de octubre.

Mientras tanto la situación en el País Vasco iba tensándose. Bilbao, la única capital de provincia que no había sido ocupada por los invasores se sublevó en la noche del 5 al 6 de agosto y proclamó como rey de España a Fernando VII. Los municipios vizcaínos comenzaron a movilizar sus milicias. Los líderes rebeldes lanzaron una proclama al resto de España alardeando de patriotismo español frente a los invasores, pero el 16 de agosto las tropas napoleónicas dirigidas por el general Christophe-Antoine Merlin reconquistó la ciudad tras vencer una obstinada resistencia.

Bilbao fue saqueada y también lo fueron Begoña y Deusto, que entonces no eran barrios de Bilbao, sino municipios aparte. Las fuerzas españolas del Ejército de Galicia o de la Izquierda, mandadas por el TG de origen irlandés Joaquín Blake, expulsaron a los franceses de Bilbao el 19 de septiembre. El mariscal Ney conquistó otra vez Bilbao y volvió a saquearla. Tras diversas ofensivas y contraofensivas, el mariscal Lefebvre derrotó a Joaquín Blake en la batalla de Zornotza y recuperó definitivamente Bilbao el 2 de noviembre. En menos de tres meses Bilbao cambio seis veces de manos y sufrió una revolución, una gran batalla y dos saqueos.

Mientras sus tropas francesas marchaban hacia España, Napoleón salió de París y se dirigió a Bayona, de donde partió el 8 de noviembre hacia Vitoria. Llegó allí por la noche, acompañado por los mariscales Lannes y Soult, y comenzó a desarrollar su plan de campaña basándose en la información disponible.

En ese momento, las fuerzas francesas estaban todavía dispersos: el CE-V aún no había cruzado los Pirineos y CE-VIII había evacuado Portugal después de la Convención de Cintra, estaba siendo desembarcado en la costa francesa por la marina británica. La situación era la siguiente:

• En el norte, el CE-IV de Lefébvre (25.000) y el CE-I de Víctor (28.000) mantenía sus posiciones frente al ejército de la Izquierda o de Galicia mandado por Blake.
• El CE-VI de Ney se situó en Logroño defendiéndolo de los intentos de Castaños por desalojarle con el ejército de Andalucía o del Centro.
• El CE-III de Moncey (21.000), defendía el centro y norte de Navarra del ejército de Aragón y Levante, con el objetivo de converger con Castaños como paso previo a cerrar la frontera.
• El Ejército de Extremadura se dirigía en Burgos.

Además, la unión todavía no se ha hecho en el ala derecha del dispositivo francés entre el CE-I de Víctor (28.000) y el CE-IV de Lefebvre (25.000). El CE-II de Bessières (28.000) estaba en el centro de Briviesca mientras que el del CE-III de Moncey (21.000) ocupaba Tafalla y Estella; por último, más atrás en Vitoria estaban el CE-VI de Ney y la Guardia Imperial (24.000). Junto con los 60.000 se hallaban con su hermano José, que se retiraba de Madrid. Los franceses sumaban así unos 250.000 soldados en España.

Napoleón llegó a Bayona el 2 de noviembre. No le gustaron las operaciones de sus mariscales en torno a Bilbao porque su plan maestro era dejarse envolver por los flancos y a continuación, cuando los españoles creyesen tenerlo atrapado, romper por el centro con fuerzas abrumadoras. Una vez hecho esto, podía caer sobre cada ala española y aplastarlas antes de ir derecho a por Madrid. Se enfadó más cuando supo que sus fuerzas habían sufrido una pequeña derrota táctica en Valmaseda el 5 de noviembre, pero pronto iban a cambiar las tornas. Napoleón, que se encontraba preparando su inminente entrada en la península, mostró su enojo con Lefebvre y confió la persecución al mariscal Víctor para detener el repliegue de Blake.

Batalla de Gamonal o de Burgos (10 de noviembre)

Napoleón en Vitoria decidió la estrategia a emplear: mientras que el CE-III de Moncey permanecía a la defensiva. El CE-I de Víctor y el CE-IV de Lefébvre perseguirían al ejército de Blake impidiendo su fuga. El CE-VI de Ney dejaría las fuerzas necesarias para la defensa de Logroño y avanzaría con su CE-VI a Burgos para abrir el camino hacia la capital.

El ataque principal se pondría en marcha en el centro por el CE-II de Soult había reemplazado Bessières al mando, y debía dirigirse a Burgos, dividiendo así el sistema español en dos partes que posteriormente podrían ser eludidas y aniquiladas por separado. El Emperador, con la Guardia Imperial y las reservas, seguiría de cerca el progreso del CE-II entonces mandado por Soult.

El CE-II de Soult, que llegó a Briviesca en la mañana del 9 de noviembre, puso en movimiento sus tropas en dirección a la aldea del Monasterio que dominaba la llanura de Burgos. Los franceses llegaron a su destino durante la noche y establecieron su cuartel general allí, mientras la caballería ligera avanzaba para cortar las comunicaciones enemigas.

Para evitarlo, los españoles tan solo disponían de la DI-1 del ejército de Extremadura, reforzada con el BI de Escolares de Benavente y el BI Provincial de Tuy, y en total se contaba con 9.000 infantes, 1.200 caballos, y un pequeño grupo de artillería con 4 piezas del ejército de Galicia. Estaba al mando del inexperto Ramón Patiño, conde de Belveder, un joven de 32 años, que en pocos años había ascendido, por extraños méritos, de simple Guardia de Corps a general, siendo más experto en amoríos en los salones de la Corte Madrileña que en el mando militar. La infantería estaba mandada por el general José María Alós, y la caballería por Juan de Henestrosa, fuerzas a todas luces insuficientes para enfrentarse a aquel potente enemigo. Belveder recibió órdenes expresas de establecer una defensa periférica de la ciudad de Burgos desde los cerros que la circundan, y esperar la llegada del ejército inglés del general Blake que acudía en su auxilio.

Mientras tanto los franceses avanzaban por la Bureba hacia Burgos, el día 8 de noviembre acampó en el Cubo de Bureba. Tan solo la vanguardia formada por la DI de Mouton y la caballería ligera del general Lasalle reunía a 20.000 infantes y 4.000 caballos y había sido avistada ya en los altos de la Brújula, precedida de los ulanos polacos que se sabe habían pernoctado en Quintanavides. Detrás venía la DI de Bonnet acompañada de los dragones de Milhaud.

El 9 de noviembre, Belveder desobedeciendo la orden de esperar a Blake, y en contra del criterio de los otros generales más expertos y veteranos; decidió presentar batalla al ejército de Napoleón y lo hizo en el lugar menos aconsejable. Desplegó sus tropas en línea delante del actual monte de Gamonal, entre los pueblos de Villaguda y Vellimar, frente a Villafría, situando la vanguardia de exploración y toma de contacto en las alturas de Rubena.

Las unidades regulares del cuerpo de Belveder eran consideradas las mejores del ejército español bien equipadas por los británicos, que incluían el BI-IV de las Guardias Valonas, los RIs de Mallorca, Zafra y Valencia de Alcántara, los húsares de Valencia y los fusileros Reales; el resto eran soldados bisoños. Desplegó a la manera tradicional con la infantería en el centro y la caballería en las alas. Mientras la defensa inmediata de la ciudad se le encomendaba a la mal armada y atemorizada población burgalesa.

Al amanecer del día 10 de noviembre, se produjo el choque entre los españoles y las avanzadas de la caballería de Lasalle que se retiraron hacia Rubena para atraer a los españoles y dar tiempo a que la infantería de Mouton, que venía de Briviesca, entrara en línea. Ante fuerzas tan numerosas, las fuerzas españolas retrocedieron en desorden hacia el bosque de Gamonal y allí se entabló la auténtica batalla. La caballería de Lasalle avanzó desde Villafría contra las posiciones españolas, situadas entre el bosque de Gamonal y el Arlanzón, mientras la infantería de Mouton atacaba en columna cerrada el citado bosque, pese al nutrido fuego de artillería y fusilería con que fueron recibidos.

Ante la firmeza y empuje del enemigo, las tropas españolas que eran bisoñas y mal armadas, se desbandaron, y únicamente el BI-IV de Guardias Valonas, compuesto por 300 veteranos bajo el mando del comandante Vicente Genaro de Quesada, resistió formando en cuadro hasta que solo quedaron 75 supervivientes.

Igualmente quedaron desbaratadas al poco tiempo el ala derecha, donde el general Henestrosa al frente de sus 2 RHs intentó vanamente frenar la carga de los jinetes de Lasalle, y el ala izquierda, amenazada de cerca por los dragones de Milhaud, que desembocaban ya desde Villafría. A partir de ese momento cundió el pánico entre los soldados españoles en su mayoría bisoños, que abandonaron sus posiciones y se retiraron en desorden, seguidos de cerca por los vencedores que entraron en la ciudad mezclados con ellos. Otros cruzaron el río Arlanzón y huyeron.

El brigadier Ordavás intentó contener el pánico de sus tropas a la salida de la ciudad, aprovechando la llegada de 2 BIs de voluntarios que venían marchando desde Lerma; pero estos se contagiaron del terror que imperaba en las unidades que habían tomado parte en la lucha y retrocedieron con ellas, llegaron todos esa noche, en completa confusión, a la Villa Ducal. Según estimaciones francesas las bajas de su ejército se redujeron a 50 muertos y 150 heridos y las españolas ascendieron a 2.500 muertos y 900 prisioneros, cifra evidentemente exagerada, pues fuentes más fiables estiman las pérdidas (incluidos muertos, heridos y prisioneros) en 2.000 hombres.

La ciudad de Burgos, fue entregada al saqueo de los soldados de Napoleón: “Cogieron también como botín 2.000 sacas de lana merina, que vendida en Bayona produjo muchos millones”.

Una vez consolidada la situación, la noche del día 11 el Emperador entró en Burgos sin triunfalismos, reservando los fastos a su hermano José Bonaparte que permanecía aún acantonado en Briviesca. Napoleón establece su cuartel general y domicilio en el Consulado del Mar custodiado día y noche por su Guardia Personal, desde allí dirigió las campañas militares de ocupación del norte de la península.

Es de agradecer la caballerosidad de los generales franceses, que consiguieron que la Catedral no fuese saqueada; y el detalle del general Bessières, quien acudió al hospital a visitar y devolverle la espada al moribundo comandante Quesada, que al frente de sus Guardias Españolas, fueron los únicos que demostraron una actitud heroica.

Soult envió una columna a Lerma en persecución del enemigo, y otros destacamentos marcharon sobre Palencia y Valladolid; mientras Soult al frente de una fuerte columna y el mismo día, comenzó a avanzar hacia el norte hacia Reinosa donde esperaba cortar las líneas de comunicación del ejército del general Blake de acuerdo con el plan de Napoleón.

Soult llegaría a Reinosa el 14 de noviembre después de una marcha forzada de casi 100 km por la montaña, pero Blake se había escapado y logró llegar a León el 23 de noviembre con unos 10.000 hombres.

Batalla de Espinosa de los Monteros (10 y 11 de noviembre de 1808)

Antecedentes

Las fuerzas de Blake habían huido tras ser alcanzados por el CE-IV de Lefevre en Durango. El CE-I de Victor y el CE-IV de mariscal Lefebvre se reunieron en Valmaseda, y de nuevo en la Nava, dirigiéndose el Lefebvre a Villarcayo para envolverle mientras Víctor perseguía a Blake, con esperanza de fijarle.

Después de la acción de Valmaseda el 5 de noviembre, ante la superioridad numérica del enemigo y la falta de subsistencias; Blake decidió aquella misma noche retirarse definitivamente desde sus acantonamientos de Valmaseda, Sopuerta y Orrantia, efectuándolo con bastante orden el 8 de noviembre, pero con un nuevo y rudo combate sostenido por las fuerzas situadas en Valmaseda para proteger el movimiento.

Mientras se desarrollaba la batalla de Burgos o Gamonal, los ejércitos españoles del general Blake, unos 12.500 hombres fatigados y 30 cañones que se reunieron con los 10.500 soldados del marqués de la Romana (que procedía de Dinamarca) acantonados en Espinosa de los Monteros. Blake decidió presentar batalla en Espinosa de los Monteros, con el fin de aprovechar el terreno:

• Ala izquierda en la altura de las Peñucas, de difícil acceso, puso la DI asturiana mandada por el general Acevedo con los generales Quirós y Valdés, en total 10 BIs (4 RIs de voluntarios 1 al 4)
• Centro: bajo el propio Blake con la DI-1 bajo Genaro Figueroa con 9 BIs (RI Hibernia, RI Mallorca y varios BIs provinciales), la DI-3 de Riquelme con 9 BIs (RI Marinos Reales, RI Sevilla y varios BIs provinciales), y una vanguardia bajo Gabriel de Mendizábal con 6 cañones.
• Ala derecha bajo el marqués de La Romana la DI del Norte (RI princesa, RI Zamora, RIL reunido) bajo conde de San Román en primera línea con 8 BIs y detrás en segunda línea la DI de Martinengo con 9 BIs.
• Reserva bajo Nicolas Mahy con 5 BIs.

Las tropas del general Lefèvre llegaban cabreadas por un curioso incidente: los asturianos habían asaltado un convoy apoderándose de los efectos personales del propio general; además, los franceses se enteraron de que delante estaba al marqués de la Romana un traidor y querían darle una lección. De la Romana mandaba la mejor DI española, la única que podía presumir de tener amplia experiencia en combate y que, además, conocía a la perfección el modus operandi de los franceses, a cuyo lado habían combatido en las campañas del norte de Europa. Habían desembarcado en Santander ese mismo día 10 de noviembre y se dirigieron a Espinosa de los Monteros, llegando antes que Blake.

Ataque el 10 de noviembre

La vanguardia imperial, compuesta por la DI-3/I de Villatte (RIL-27 y RIs 63, 94 y 95), desembocaron en el pueblo de Quintana sobre las 13:00 horas. Esta atacó inmediatamente, sin esperar la llegada de las DIs le seguían, acometiendo sobre la marcha contra derecha española con la BRI-I/3/I de Puthod (RIL-27 y RI-63), mientras que la BRI-II/3/I (RI-94 y RI-95) fijaba el centro-derecha. Los franceses alcanzaron la DI del Norte; pero cuando, saliendo del arbolado, trataron de conquistar el alto al ataque, todos sus esfuerzos se estrellaron contra la posición defendida por los RIs de la Princesa y Zamora, que contuvieron el ataque de los franceses.

Las otras dos DIs francesas la DI-2/I de Lapisse (RIL-16 y RIs 8, 45 y 54) y DI-1/I de Ruffin (RIL-9 y los RIs 24 y 96) apoyaron a su llegada el ataque emprendido. Pero a pesar de todo, reforzada la DI del Norte por el general Blake, que viendo el peligro que corría, acudió personalmente al lugar del combate con la DI-3 y parte de la reserva, el enemigo fue rechazado en todos sus intentos; terminando la lucha a la caída de la tarde con una carga general de los españoles, que obligó a retroceder a los franceses hasta el bosque.

Esta primera parte de la batalla, tan favorable a los españoles, costó a los franceses más de 2.000 bajas; pero aquellos pagaron su triunfo con la pérdida de dos de sus mejores jefes: el brigadier del RI Princesa Joaquín Miranda y Gayoso, conde de San Román y marqués de Santa María del Villar, herido mortalmente en una ingle al dar una carga a la cabeza de su RI, siendo transportado en un carro de municiones a Cervatos. Al día siguiente tuvo que internarse en la sierra huyendo de los franceses, y falleció tres días después en el pueblo de Suco, en cuya iglesia fue sepultado. Su espada se conserva en el museo de Artillería. El brigadier de la Armada Francisco Riquelme, fue muerto también al dirigir los ataques de la DI-3, de la que formaban parte los BIs de Marina, que se distinguieron notablemente.

Ataque el 11 de noviembre

Por la noche hubo unidades que, amparadas en la oscuridad, abandonaron la contienda. El aprovisionamiento era muy deficiente. Los soldados, mal equipados, pasaban hambre y siguieron sin recurso alguno, ya que los vecinos de los pueblos inmediatos habían huido, espantados de los horrores de la guerra, sin dejar tras de nada, ni los heridos pudieron recibir el más pequeño alimento; por otra parte, los franceses, superiores en número, pues pasaban de 25.000, no era presumible que desistiesen de su propósito con solo el descalabro parcial que habían sufrido, pudiendo además, ser apoyados por las tropas de Lefebvre, no muy distantes. El general español pudo haber levantado por la noche el campo sigilosamente para emprender la retirada a Reinosa. A última hora de la tarde del día 10 de noviembre, se incorporan a las filas francesas nuevas DIs frescas de Lefebvre.

Para la batalla del día siguiente, Blake reforzó derecha, y las tropas restantes mantuvieron los mismos puestos que ocupaban la víspera. Pero de madrugada, sigilosamente, Victor colocó una fuerte DI en una posición elevada, frente al ala izquierda española (la DI de Asturias) que, cuando las primeras luces disiparon la niebla, observaron con estupefacción cómo la nueva y ventajosa posición francesa les había dividido en dos partes imposibilitadas de unirse. Por la derecha, Victor ha colocado una DI al otro lado del río Trueba y empujaba por el centro a unas tropas que, debilitadas por el cansancio y las deserciones nocturnas, fueron cediendo poco a poco.

Víctor encargó el ataque a la BRI-I/2/I de Maison (RIL-16 y RI-8), seguido de la BRI-II/2/I además de la DI-2/1 Lappisse, que embistió con gran arrojo contra la DI asturiana. Trabado el combate, los españoles llevaron la peor parte. Acevedo rechazó al principio la acometida con sus descargas cerradas y atacó las líneas francesas, pero el general Maison había situado una línea de tiradores que hicieron fuego sobre los oficiales con el ánimo de descabezar a los voluntarios de Asturias. Pronto cayó el mariscal de campo Gregorio Quirós, traspasado de dos balazos, muerto a caballo mientras arengaba a los soldados. Acevedo que acudía a todos los debilitados puntos de sus líneas, cayó herido en la cabeza perdiendo la vista. En ese momento, su ayudante Rafael del Riego prosiguió luchando y defendiendo a su jefe mientras organizaba la retirada. Ordenó colocar a Acevedo en una carreta y, a su lado, se alejaron del frente.

Los voluntarios de la Universidad de Oviedo, viendo la retirada del jefe, cedieron y los franceses coronaron las alturas de la izquierda. En la batalla cayeron también el general Cayetano Valdés y otros oficiales como Joaquín Escario y José Peón.

Hacia las 12:00 horas, el colapso del ejército español era total. Entonces Blake ordenó la retirada a Reinosa, dado que el centro y derecha estaban amenazados de ser envueltos. Tuvo que abandonar en el paso del río Trueba las 6 piezas de Roselló, quien había protegido hasta aquel instante el movimiento de la reserva de Mahy. El desorden era ya general y la dispersión completa, dejando atrás pertrechos, muertos y heridos, los españoles se desparramaron por los montes dejando la villa de Espinosa a merced de los franceses. La situación fue tal que no se llegaron a reunir en Reinosa más de 12.000 hombres.

Se distinguió en la confusión de la derrota el sargento del RI de Hibernia Ildefonso Gil, que salvó la bandera coronela de su regimiento, arrebatándola de las manos de los franceses cuando ya se vanagloriaban con dicho trofeo.

Para ver el desarrollo de la batalla visitar https://www.youtube.com/watch?v=lQDz4NQs8nU

Secuelas de la batalla

Blake sufrió la pérdida de 5.333 bajas (252 muertos, 507 heridos, 83 contusionados, 111 prisioneros y 4.400 desaparecidos), perdió su artillería y 30 banderas; los franceses tuvieron unos 1.200 muertos y heridos.

El capitán Rafael del Riego se retiraba escoltando al general Acevedo, integrado en el convoy de heridos, llegando al campo del Mercadillo, a la entrada de Quintaniellas en las proximidades de Aguilar de Campóo. Cuando ya se suponían a salvo, Riego observó la caballería francesa y ordenó que el general Acevedo fuera montado en una mula y así poder internarse en la espesura del monte. A poco fueron interceptados por cazadores franceses al mando del coronel Tascher del CE-II de Soult que venía de Burgos, los soldados españoles huyeron y quedaron los heridos con Riego defendiendo a su jefe.

Desarmado por sus enemigos, Riego pidió a los franceses que lo tratasen como un prisionero gravemente herido. Pero el general Acevedo fue acribillado a sablazos, hasta que le dejaron muerto y su cadáver destrozado. La misma suerte corrieron otros heridos del tren de refugiados. El capitán Riego, fue conducido prisionero a los depósitos franceses. Salvó su vida en este incidente sin daño físico alguno.

Voluntarios asturianos supervivientes regresaron a su tierra y, sin orden ni disciplina, se dedicaron al saqueo, con el pretexto de que no cayeran en manos de los franceses, que ya habían entrado en Unquera.

Los mariscales franceses, después de derrotar a Blake, tomaron diversos rumbos. El mariscal Lefebvre, con el CE-IV, después de descansar algunos días, se encaminó por Carrión de los Condes a Valladolid. El CE-I de Victor, se reunió en Burgos con Napoleón, marchando Soult con CE-II a Santander, de cuyo puerto se hizo dueño, y dejando para guarnecerle la DI de Bonnet, persiguió por la costa a los voluntarios asturianos que se retiraban a su país natal.

El 19 de noviembre, hubo en San Vicente de la Barquera un combate con 4.000 voluntarios asturianos, al mando de Nicolás Llano Ponte, y la DI de Bonet, que los deshizo y dispersó. A continuación Bonnet continuó por Liébana en busca de Blake, franqueando las angosturas de la montaña y despejándolas de soldados españoles, desembocó rápidamente en las llanuras de Tierra de Campos.

Batalla de Tudela (23 de noviembre de 1808)

Movimientos previos

Tras las victorias de Gamonal y Espinosa, Napoleón decide eliminar al otro contingente español que amenaza el flanco de su avance hacia Madrid: el ejército del general Castaños, acantonado en Calahorra, que reúne 42.000 soldados, 3.000 jinetes y 50 cañones.

Bonaparte envió contra él a los mariscales Moncey y Ney, y a otro ejército de 29.000 hombres al mando de su mariscal de confianza, Lannes. Que saltándose el escalafón, el 18 de noviembre dispuso que el CE-III de Moncey, se pusiera a las órdenes de un mariscal de menor antigüedad, pero más resuelto, y junto de la BRC de Digeon, alcanzó los 25.000 efectivos. Los primeros realizarían una maniobra envolvente para dispersar a las fuerzas de Castaños, partirían desde Aranda de Duero, seguirían por Soria y Ágreda para llegar a Tudela y el segundo le partiría Logroño atacaría en a Castaños.

El 19 de noviembre, Lannes llegó a Logroño. Al día siguiente llegó a Lodosa, uniéndose con sus fuerzas durante el día 21. Las fuerzas de Lannes avanzaron sobre Calahorra que alcanzaron a la caída del 22 de noviembre.

Las partidas de caballería de Lannes reconocieron el terreno y descubrieron la retirada de Castaños, con lo que ordenó continuar la marcha hasta Alfaro.

El 22 de noviembre, las fuerzas de Lannes se dispusieron en dos columnas, con la DI de Morlot acampada en Corella junto con la caballería, y el CE-III de Moncey situado en Alfaro, y la DI de Lagrange en retaguardia, en Aldeanueva.

Moncey propuso a Lannes enviar a Lagrange hacia Corella, sugerencia rechazada por Lannes, lo cual motivaría que Lagrange alcanzase el lugar de la batalla más tarde durante la batalla del día siguiente.
El avance de las fuerzas francesas por Soria fue comunicado a Castaños por el obispo de Osma el 19 de noviembre y por el juez de Burgo de Osma el 21 de noviembre. Castaños obtuvo información de que el CE-III de Moncey se estaba moviendo y era consciente del peligro de quedar cercado por la una maniobra envolvente. El ejército de Andalucía levantó sus posiciones en Calahorra durante la noche del 21 de noviembre, retirándose hacia la línea del Queiles.

La línea del Queiles serían las posiciones elegidas por Castaños para hacer frente a la amenaza. Protegiendo su flanco derecho con el río Ebro, pudiendo apoyarse en los montes al norte de dicha ciudad, y siguiendo el río Queiles, en dirección SO se apoyó en varias alturas paralelas al río situadas en las cercanías de Tudela, y en los pueblos que estaban en dicha línea: Cascante, Monteagudo, Novallas y Tarazona. Siguiendo hasta el Moncayo, había una zona montañosa de cierta importancia en la que podía cubrir su flanco izquierdo.

Se trataba de una extensa línea para la que Castaños no tenía fuerzas suficientes. El ejército de Andalucía en ese momento disponía de 4 DIs. La DI-5 ha sido enviada en calidad de refuerzo temporal para el ejército de Aragón, junto con grandes fuerzas de caballería y suministros, para que este pudiera lanzar su ofensiva en dirección a Lodosa.

La nueva situación de las fuerzas francesas, sin embargo, hizo que Castaños solicitase ayuda a O’Neille, comandante del campo del ejército de Aragón y Levante. Aunque Palafox era el capitán-general de Aragón, se había quedado en Zaragoza para defender la ciudad.

El 22 de noviembre por la mañana, las fuerzas de Castaños se desplegaron en sus posiciones. Por la tarde la DI-5 de Roca y las fuerzas de caballería temporalmente bajo mando de O’Neille cruzaron el Ebro en Tudela, mientras que el ejército de Aragón acampaba en Traslapuente, es decir, en las afueras de Tudela, pero en la orilla norte del Ebro.

A pesar de las recomendaciones de Castaños, O’Neille decidió no cruzar el Ebro, indicando que espera las órdenes de Palafox. En la noche del 22 de noviembre, Castaños convocó a Palafox en el palacio del marqués de San Adrián, en Tudela, al que asistieron también representantes de la Junta y observadores extranjeros. Ambos generales discutieron sin llegar a ningún acuerdo, pero entrada la noche, llegaron noticias del avance francés y de la toma de Corella y Alfaro. El consejo de guerra supuso que como muy tarde, el 25 de noviembre se produciría el contacto; por lo que se afirmó la urgencia expresada por Castaños, y finalmente Palafox cedió y ordenó que su ejército, que a la mañana siguiente, cruzase el Ebro para defender, junto con el ejército del Centro, la línea de batalla elegida.

Mientras tanto Ney con los CE-III de Moncey y el CE-VI suyo, avanzó desde Aranda de Duero, reduciendo toda resistencia e instaurando alcaldes fieles a la causa francesa, además de mantener las líneas de comunicación con Aranda. Ney avanzará con unos 30.000 hombres y 4.000 caballos, efectuando numerosos robos y expolios. En Burgo de Osma su ejército se dividió en dos, un cuerpo avanzará por Berlanga hacia Almazán y Soria; mientras que un segundo cuerpo lo haría por Calatañazor, Villaciervos, Golmayo y Soria.

El 22 de noviembre entró en la ciudad de Soria, encontrándola semi-vacía. En su avance dejó pequeñas guarniciones en San Esteban de Gormáz, Burgo de Osma, Calatañazor y Soria. Constituyó un nuevo ayuntamiento e invitó a través de un bando a los sorianos a regresar a la ciudad. Soria era una ciudad estratégica, ya que era paso obligado entre Aranda de Duero, lugar en el que se encontraba el cuartel general francés, y los nuevos frentes de La Rioja, Navarra y Aragón; por otra parte, se trataba de una ciudad escondida, en la que podían descansar las tropas francesas y almacenar provisiones.

Las tropas acamparon en las afueras. Durante el día 23 se reconoció el terreno, y el 24 de noviembre Ney recibió los informes referidos a la batalla de Tudela y además, casi ya de noche, recibió un despacho enviado por el cuartel general el 21 de noviembre en el que se le ordenaba avanzar hacia Ágreda. El día 26 de noviembre, el cuartel general reprocharía a Ney que debería haber ocupado Ágreda el 23 de noviembre, pudiendo haber participado en la batalla, o al menos haber perseguido y copado al ejército español en su huida. El Emperador ordenó que Ney persiguiese al enemigo “con la espada en los riñones” en la dirección que pudiera tomar.

Fuerzas españolas

El ejército español durante la batalla estaría formado por dos ejércitos independientes aunque mandados ambos por el capitán-general Castaños: el ejército de Andalucía o del Centro, y el ejército de Aragón o de Reserva. Palafox, comandante de este último, no estaría presente durante la batalla, lo cual haría que Castaños se enfrentase al reto de dirigir en batalla a un ejército desconocido para él en cuanto a fuerzas, capacidades, etc. Esto produciría problemas de mando, puesto que Castaños intentaría dar iniciativa a los generales aragoneses por su mayor conocimiento sobre sus tropas, mientras que estos, en algunos momentos de la batalla, se quejarían de la ausencia de guía por su parte. También la falta de conocimiento mutuo crearía algún roce entre los generales. En total disponía de unos 41.000 efectivos, de los cuales 3.700 eran de caballería, que estaban desplegadas:

• En Tarazona estaba Grimarets con la DI-1 de Villariezo, la DI-2 de Grimarest y la DI-3 de Carbajal estaba cerca del Moncayo para detener el posible avance de Ney desde Ágreda. Las 3 DIs sumaban entre unos 14.000 soldados. Su vanguardia estaba destacada en el camino de Ágreda, por lo que se suponía que llegaría el enemigo en cualquier momento.
• En Cascante estaba la DI-4 del general Manuel la Peña con 8.000 hombres, en su mayoría andaluces que habían luchado en la batalla de Bailén.
• En Ablitas, Castaños estableció su cuartel general, cubriendo el espacio entre Cascante y el Ebro con su DI-5 de Roca en Tudela y las DIs del mariscal O’Neylle y Felipe Augusto de Saint-Marcq entre Tudela y Cascante.

Ejército de Andalucía o del Centro disponía de unos 24.000 efectivos, de los que 2.000 eran de caballería:

• DI-1/A de Villariezo. En Tarazona, no participó en la batalla.
• • DI-2/A de Grimarest. En Tarazona, avanzó a Cascante durante la batalla disponía de 6.000 infantes en 14 BIs y 1.387 de caballería en 13 Escóns.
• DI-3/A de Carvajal. Vigilando el flanco en el Moncayo, no participó en la batalla.
• DI-4/A de la Peña en Cascante:
  • BRI-I/5: RI Africa (2, 598 hombres), granaderos provinciales de Andalucía (2, 1.414), RI Burgos (1, 400), RI Campo Mayor (1, 750).
  • BRI-II/5: BIL, RI Murcia (2, 1.100), RI Órdenes Militares (3, 708), RI Navas de Tolosa (1, 1.200), RI Zaragoza (1, 600).
  • BRI-III/5: BI Sigüenza (1, 500 hombres), RI Bailén (1, 250 hombres), RI Guardias Españolas (2, 2.262 hombres), RI Irlanda (1, 553).
  • Bía Ulloa 5×6.
• DI-4/A de Roca, desplegada en Tudela:
  • BRI-I/4 de Fulgosio con 2.832 efectivos en 7 BIs: RI América (2, 466), RI Savoya (2, 992), RI Valencia (2, 924), BI tiradores de Cartagena (520)
  • BRI-II/4 de Caro con 2.430 efectivos en 3 BIs: RI de Liria de Ávila (1, 924), RI cazadores Orihuela (1, 901), RI cazadores Valencia (1, 504).
  • 2 Bías a pie.
• BRC-/A con 734 efectivos, desplegada cerca de Tudela: RD Castilla (2, 194 hombres), Guardias de Corps (1, 100 hombres), RD de la Reina (2, 140 hombres), RD Madrid (3, 300 hombres).

Ejército de Aragón y Levante o de la Reserva disponía de 17.000 efectivos, de los cuales 1.700 eran de caballería:

• DI-1/R de O’Neille. Defendió Cabezo Maya:
  • BRI-I/1/R de Fillaber: BIL-I de Aragón (614), BIL-II de Aragón, (1.206), BIL Zaragoza (614), BIL de Barbastro (600) y BIL de Jaca (600), RI cazadores de Aragón (1, 500)
  • BRI-II/1/R de Cerezo: RI Guardias Españolas (1, 600), Tercio-4 de Voluntarios Aragoneses (1, 600 hombres), RI Suizos de Aragón (2, 862 hombres), RI de Castilla (1, 443). RI tiradores de Doyle (1, 680), RI Extremadura (1, 510)
  • BRI-III/1/R de Navarro: RI-1 voluntarios de Murcia (2, 1.030), RI-2 voluntarios de Murcia (2, 1.200), RI-2 de Valencia (1, 450).
  • Caballería: RD del Rey (1 ED, 100 hombres).
  • Artillería: Bía de Mazo 5×8 y 1×5 obús; Bía del Pino 5×6.
• DI-2/R de Saint-March. Defendí Santa Quiteria
  • BRI-I/2R del coronel Antonio: RI voluntarios de Alicante (2, 758), RI Voluntarios de Borbón (1, 397). 2º Tercio de Calatayud (1, 310)
  • BRI-II/2/R del coronel Cervero: RI Voluntarios de Castilla (2, 443), RI Voluntarios de Chelva (1, 641), RI Cazadores de Valencia (o de Fernando VII) (1, 500), RI Segorbe (1, 449).
  • BRI-III/2/R: RI-2 Soria (1, 415), RI Turia (3, 1200), RI-2 Valencia (1, 450).
  • Caballería: RD Numancia (2, 140 hombres).
  • Artillería: Bía de Velasco 6×6 y 2×5 obuses
• DI-3/R de Villalba. Desplegado en Santa Bárbara, junto con la división Roca.
  • BRI-I/3/R del coronel Trujillo: RI-3 voluntarios de Murcia (1, 1.116), RI-5 voluntarios de Murcia (1, 1077), BIL-I tiradores de Murcia (669), BIL-II tiradores de Murcia (450).
  • BRI-II/3/R del coronel Villalva BIL de tiradores de Florida Blanca (200), RI Peñas de San Pedro (1, 641), Tercio-3 de voluntarios de Huesca (1, 938).
  • Caballería: RC cazadores de la Fuensanta (2, 143).
  • Artillería: 4 Bías a pie.

Fuerzas francesaS

Mandadas por el mariscal Lannes, se trataba de fuerzas muy veteranas, los polacos eran aliados entusiastas de Napoleón con la moral alta.

• CE-III de Moncey
  • DI-1/III de Mathieu con 6.880 efectivos:
    • BRI-I/1/III de Buget con RI-14 (4, 2.258) y RI-44 (3, 1.687).
    • BRI-II/1/III de Habert con RI-2 del Vístula (2, 1.189), RI-3 del Vístula (2, 1.296), RI-70 (1, 450).
  • • DI-2/III de Musnier con 4.800 efectivos:
    • BRI-I/2/III de Brun RI-114 (4, 2.364).
    • BRI-II/2/III de Razout RI- 115 (4, 2.350 hombres)
  • • DI-3/III de Morlot con 3.600 efectivos:
    • BRI-I/3/III de Augerau con el RI-116 (2, 947), RI Irlandés (1, 543).
    • BRI-II/3/III de Aubre con el RI-117 (4, 2.059).
  • • DI-4/III de Grandjean con 3.200 efectivos:
    • BRI-I/4/III de Leval con el RI-1 del Vístula (2, 1.155), Legión-2 franco-wesfaliana (3, 1.911)
  • • Artillería CE-III: 8 Bías (unas 50 piezas).
• Elementos del CE-VI
  • DI-1/VI de Lagrange con 7.500 efectivos
    • BRI-I/1/VI de Bardet con RI-27 (3, 1.920), RIL-25 (3, 1.499).
    • BRI-II/1/VI de Labasse con el RI-50 (4, 1520), RI-59 (3, 2.361)
  • • Artillería del CE-VI 3 Bías (unas 20 piezas).
• Caballería bajo Lefebvre-Desnouëttes
  • BRC-I/III de Wathier con RCP de coraceros (1, 210 hombres), RH-5 (2, 340), Legión-1 del Vístula (3, 666).
  • BRCL-I/VI de Colbert con 1.225 efectivos en 6 Escóns: RH-3 (3, 574), RC-15 de cazadores (3, 651), 1 Bía a caballo (6×6).
  • BRCP-II/VI de Digeon con 1.726 efectivos en 9 Escóns: RD-20 (3, 600), RD-26 (3, 713), RCC-13 (3, 413 hombres).

Establecimiento del contacto

La línea de defensa del río Queiles iba desde Tudela hasta Tarazona, con unos 30 kilómetros de largo, con las fuerzas de la DI-3 de Carvajal desplegadas hacia el Moncayo protegiendo el flanco expuesto. Sin embargo, la batalla se centrará solo entre Tudela y Cascante, directamente en frente del avance de las fuerzas de Lannes, debido a la incapacidad de Ney de alcanzar Ágreda a tiempo. Precisamente la presencia de Ney en el flanco era la razón por la que se eligió una línea de tan extensa.

Sobre las 08:00 horas, en el Prado de la ciudad, por el lado del Aspra, apareció una patrulla de caballería francesa, pero, reconocida por los dragones de Pavía, se retiró. Poco después los piquetes que prestaban cobertura, avisaron a Castaños de la presencia de columnas en movimiento desde Alfaro. Se trataba de destacamentos de caballería e infantería caballería, en misión de reconocimiento, irrumpieron en la ciudad y tomaron posiciones en Santa Bárbara.

En cualquier caso, la entrada de fuerzas francesas en la ciudad coincidió con la presencia de soldados de las DIs de Aragón marchando a ocupar sus posiciones. Los primeros enfrentamientos se sucedieron y el ruido de la fusilería alertó de la inminencia del ataque.

Los jinetes franceses, probablemente algún destacamento de reconocimiento, enfrentados a fuerzas superiores en las callejuelas de la ciudad cedieron y volviendo sus grupas. Algún destacamento de reconocimiento de infantería francesa llegó a ocupar Santa Bárbara, pero pronto se organizó un asalto que los desalojó.

Parece que en ese momento Castaños fue alertado del ataque, y que Palafox marchaba en dirección a Zaragoza por el canal Imperial.

Desde la víspera de la batalla la DI-5/A de Roca se encontraba acampada en Tudela, y serían fuerzas de la DI-5/A, junto con los también levantinos de la DI-3/R de Villalba, los que lucharían en Santa Bárbara.
La DI-2/R de Saint-March avanzaba por el camino de Tarazona cerca del monte de Santa Quiteria, y la DI-1/R de O’Neille estaba cruzando el puente y avanzando por las callejuelas medievales del casco viejo de la ciudad.

La irrupción de destacamentos de reconocimiento franceses indicaban un fallo de previsión en el bando español. En el consejo de guerra se llegó a la conclusión de que el contacto con las fuerzas francesas localizadas en Corella y Alfaro ocurriría sobre el 25 de noviembre, una previsión optimista dada la cercanía de Corella y Alfaro con Tudela.

Se produjo así una sorpresa total. Al descubrir Lannes la retirada de Castaños de sus posiciones en Calahorra el día anterior, no se detuvo en Calahorra, sino que forzó a sus columnas a seguir avanzando hasta Alfaro y Corella, tratando forzar el combate y buscar la sorpresa.

Mientras los primeros combates rechazaban a los franceses de la ciudad, la vanguardia del ejército de Lannes alcanzaba posiciones frente a la línea de batalla.

Desde Corella, Lannes avanza con la BRC-I/III de Wathier, y desde el Canraso observó Tudela, y cómo las tropas españolas marchaban para ocupar sus posiciones.

Sin esperar la llegada del grueso de sus fuerzas ordenó a las tropas de vanguardia que iniciasen el ataque, aprovechando la ventaja de la sorpresa e intentando tomar las posiciones estratégicas antes de que fueran ocupadas por los defensores que todavía no habían completado su despliegue.

Se quedaría con los ulanos polacos la Legión-1 del Vístula ordenando a Wathier que con el resto de su BRI se dirigiese en dirección a Tarazona para observar la reacción del flanco izquierdo del ejército de Castaños.

Ordenó a la DI-3/III de Morlot (3.600), junto con la BRCL-I/VI de Colbert (1.225) que cubría su flanco; que avanzasen en dirección al olivar del Cardete y ocupasen las alturas en su frente.

Envió a la BRCP-II/VI de Digeon (1.726) para que tomase la dirección de Cascante, y observase las posiciones allí ocupadas por los españoles, para detener un posible movimiento en socorro desde Tudela.

Por el camino de Alfaro, en el Canraso, llegaba también la DI-1/III de Mathieu (6.880), a la que se ordenó ocupar las alturas de Tudela.

Primeros ataques y contraataques

Iniciada la batalla, siguiendo las órdenes de Castaños, Roca expulsó a las vanguardias francesas de Santa Bárbara. Expulsados los franceses avanzará con varios BIs levantinos hacia el Canraso ofreciendo resistencia al avance de la DI de Mathieu. En vanguardia la BRI de Habert con el RI-14 y el RI-2 del Vístula, dirigiendo el ataque en dirección a Santa Bárbara, la altura que domina Tudela.

Saint-March desplegó su DI-2/R en defensa de Santa Quiteria, y la DI-1/R de O’Neille, completó el paso del puente concentrando sus fuerzas en Capuchinos, al sur de Tudela.

Castaños, conociendo el hueco existente entre Cascante y las posiciones de Tudela, envió órdenes a sus fuerzas en Cascante y Tarazona. A la DI-4/A de Peña se le ordenó avanzar en dirección a Tudela para sostener su flanco izquierdo, mientras que a las fuerzas en Tarazona, se les ordenó avanzar hacia Cascante cubriendo a su vez a la DI-4/A de Peña.

Cuando Peña recibió la orden, la irrupción de fuertes contingentes de caballería francesa en los montes de Aspra (la BRCP-I/VI de Digeon), le hicieron temer un ataque si intentaba cumplir la orden. La Peña creía que tenía en frente 8.000 infantes y 2.000 caballos y así justificaría su inacción en su respuesta a Castaños, al que indicó que tan pronto como pudiera desembarazarse de ellos ejecutaría la orden recibida.

Parece que en varios momentos Castaños envió órdenes a Peña para que avanzase, pero sin obtener resultados, y este puede ser considerado uno de los momentos claves de la batalla. Por un lado, Peña mostraba excesiva prudencia, y sobrestimaba la fuerza francesa y si avanzaba, expondría su flanco a la caballería pesada.

Mientras tanto, el RI-117 (BRI-II/3/III de Aubre) ocupaba las alturas de Cabezo Maya, que se encontraba indefenso, mientras el RI-116 se mantenía en reserva, a cubierto, en el olivar del Cardete.

Castaños, que vio cómo tomaban una posición clave en su flanco, ordenó a la DI-2/R de Saint-March, que atacase su flanco mientras que ordenaba a la DI-1/R de O’Neille, concentrada al sur de Tudela, recuperar el monte de Cabezo Maya. El propio Castaños relata que tuvo que “repetirle la orden tres veces”.

O’Neille conduciría su DI-1/R hacia Cabezo Maya, y finalmente dirigió un ataque en escalón por batallones, siendo el que formaba la vanguardia el BI de Guardias Españolas. Estos fueron apoyados por los de RI de Castilla y RI Campo Segorbino de Saint-March. El ataque conseguiría romper la defensa francesa tras un tiroteo, retirándose los franceses hacia el olivar del Cardete. O’Neille ocupó el Cabezo Maya, desde donde pudo observar la batalla, manteniendo el fuego con los franceses en retirada. El contraataque español continuó desde Cabezo Maya y Santa Quiteria, hostigando a la DI-3/III de Morlot en el olivar.

La batalla se estanca

La batalla se desarrollaba en el olivar de Cardete, y a las puertas de Tudela. Los BIs avanzados en el Canraso, presionados por la DI-1/III de Mathieu, y la DI-4/III de Grandjean, consiguieron retirarse en orden al resguardo de la defensa de Santa Bárbara y el RI-14 y la Legión-2 del Vístula comenzaron el asalto a la torre, siendo detenidos por el fuego español, apoyado con varias piezas en las alturas.

Mathieu continuó presionando en Santa Bárbara, donde las fuerzas españolas resistieron, mientras que la DI-4/III de Grandjean, en reserva, fijaba las fuerzas de la DI-2/R de Saint-March.

La DI-3/III de Morlot por su parte seguía frenada por la DI-1/R de O’Neille en Cabezo Maya, con la DI-2/III de Musnier en reserva y la BRCL-I/VI de Colbert en su flanco.

La BRCP-I/VI de Digeon continuó su misión en los montes de Aspra frente a Cascante en observación de la DI-4/A de la Peña que permanecería en sus posiciones defensivas.

Finalmente la DI-4/A de la Peña iniciaría un tímido intento de apoyo a las fuerzas ya empeñadas en la batalla. Aunque mantuvo al grueso de su DI desplegada en posiciones defensivas en la zona de Cascante, envió 2 BIs del RI África, junto con un destacamento de granaderos provinciales por Urzante en dirección al molino de Cartán, amenazando el centro francés. La presencia de la DI-2/III de Musnier y la BRCL-I/VI de Colbert, sin embargo, impidieron su avance más allá de Urzante, evitando la unión de las fuerzas españolas.

Punto culminante y derrota

Entre las 14:00 y las 15:00 horas, la batalla estaba estabilizada y Castaños creía que podía resistir en las posiciones de Tudela. Pero a pesar de las repetidas órdenes de ayuda enviadas a sus fuerzas en Cascante y Tarazona no había rastro de ellas, por lo que decidió dirigirse personalmente a Cascante para que enviase refuerzos.

Fue precisamente en este momento cuando la batalla se precipitó. El BI-I/2 del Vístula de la BRI-II/1/III de Habert en la DI de Mathieu descubrió un camino que flanqueaba Santa Bárbara en desenfilada y alcanzó la cima provocando la huida de sus defensores que se vieron repentinamente copados por el enemigo. La huida de Santa Bárbara provocó el descalabro en Tudela donde sus defensores huyeron para ponerse a salvo. El BI-II del RI provincial de Murcia se retiró en formación recuperando 2 cañones, y otros como el RI de Orihuela, el RI Saboya, o el BIL de Valencia sufrieron numerosas bajas.

En el mismo momento los franceses ocupaban un desguarnecido San Juan de Colchetas en el flanco izquierdo del Cabezo Maya, lanzaron destacamentos de la caballería de Colbert flanqueando las posiciones españolas. Es posible que fuese este ataque el que provocase que Castaños, en su camino a Cascante, se encontrase repentinamente a la vista de fuerzas de caballería enemiga que le hicieron desistir de sus intenciones y refugiarse en un olivar.

O’Neille y Saint-March, observando la huida de las fuerzas de Tudela, y el flanqueo por San Juan de Colchetas, y ante la ausencia de órdenes de Castaños decidieron retirarse de sus posiciones que se encuentran amenazadas.

Viendo esta situación, Lannes ordenó a Lefebvre-Desnouëttes que al frente de los lanceros polacos de la Legión-1 y la BRCL de Colbert, cargase entre Santa Quiteria y Cabezo Maya en persecución de los huidos. El terreno detrás de Cabezo Maya y Santa Quiteria, conocido como la Huerta Mayor, estaba cubierto entonces por olivares y atravesado por acequias, lo que impidió una masacre y favoreció la huida, aunque la caballería francesa sableó a las tropas desorganizadas que encontró.

Las fuerzas españolas abandonaron precipitadamente sus posiciones, el RI de Borbón y el BI-II del RI provincial de Soria perdieron su bandera, el RI Castilla que perdió 2 banderas; varios BIs mantuvieron la disciplina disponiendo una línea de defensa que oponer al avance francés, en la DI-2/R de Saint-March destacaron el BI-II del RI Valencia, los 2 EDs del RD Numancia que no se dispersaron a pesar de la pérdida de su Tcol y de un sargento-mayor, y el BIL de Segorbe. También el RI Turia que salvó su bandera y sus cañones. Los voluntarios de Alicante destacarán entre ellos, ya que mantuvieron la disciplina hasta la noche.

En la DI-1/R de O’Neille el BI-III del RI de Guardias Españolas sufriría fuertes bajas (de aproximadamente el 50 % de sus 600 hombres) sin romperse. También resistió el Tercio-1 de Huesca. Los EDs del RD Rey cubrieron la retirada, con Saint-March integrado como un soldado más. En su última carga fueron derrotados retirándose hacia Zaragoza.

Sobre las 16:00 horas, la DI-1/VI de Lagrange recibió órdenes de Lannes para que avanzase hacia Urzante para detener y rechazar la amenaza de la DI-4/A de la Peña.

Las fuerzas que defendían Urzante aguantaron el asalto del RIL-25, dirigido personalmente por Lagrange que resultó herido, hasta que sobre las 17:30 horas, iniciaron la retirada hacia Cascante.

Comenzaba a anochecer sobre las 18:00 horas, la DI-2/A de Grimarest alcanzó Cascante desde Tarazona. Los ECs del RC Borbón lanzaron una carga para salvar al RI África que se vio forzado a formar en cuadro, cuando era ampliamente superado en número para evitar la destrucción en su retirada desde Urzante.

La DI-2/III de Musnier fue enviada, junto con la DI-1/VI de Lagrange y la BRC-I/VI de Digeon a tomar Cascante, donde se produjeron combates nocturnos.

Finalmente, hacia las 19:00 horas, al amparo de la oscuridad, la DI-4/A de la Peña y la DI-2/A de Grimarest se retiraron de Cascante en dirección a Tarazona.

Secuelas de la batalla

No hay muchos datos acerca de las bajas. Los propios franceses estimaron sus bajas en 544 muertos y 513 heridos, con solo la baja de 23 oficiales.

Las bajas españolas se estiman en unos 6.000 en total (3.000 prisioneros, 3.000 muertos), entre los prisioneros había 12 coroneles y 300 oficiales. El grueso de las bajas españolas se produjeron durante la huida y persecución de los franceses.

El ejército de Aragón fue el que sufrió la mayor parte de las bajas, ya que fueron las fuerzas españolas que defendieron las posiciones más importantes (Santa Bárbara y Cabezo Maya).

En cuanto al botín de la batalla, se perdieron unas 30 piezas de artillería (26 capturadas por los franceses, 6 destruidas por los propios españoles, la mayor parte, si no todas, del ejército de Aragón). Los franceses reclamaron además la captura de 7 banderas, aunque es muy posible que fueran menos.

Las fuerzas españolas en desbandada, o en retirada ordenada, tomaron dos caminos. El ejército de Aragón (y algunas fuerzas del Centro) se retiraron a Zaragoza, al resguardo de sus muros, para ser reorganizadas a la espera de un nuevo sitio. El ejército del Centro tomó la dirección de Borja, retirándose hacia Calatayud, que alcanzaría el 27 de noviembre, en el camino hacia Madrid.

El día 27 de noviembre, Castaños recibió la orden de la Junta de poner bajo su mando directo a las fuerzas de Palafox, una orden ya tardía que podría haber tenido efecto de haber sido emitida y recibida unos días antes.

Poco después, sin embargo, y también por orden de la Junta, el mando del ejército del Centro le sería retirado. Dicha orden la cumplió una vez puesto a salvo al ejército.

El 23 de noviembre, Ney estando en Soria recibió noticias de la batalla los días siguientes, dirigiendo finalmente a sus fuerzas en dirección a Agreda y Tarazona. Alcanzaría esta última el 26 de noviembre. Después de la reunión, por fin, con Lannes, siguió al CE-III en dirección a Zaragoza, donde de nuevo se puso sitio a la ciudad. Sin embargo, Ney recibió el 30 de noviembre la orden que Napoleón para perseguir a Castaños, dejando solo a Moncey a las puertas de Zaragoza, para seguir a Castaños en el camino hacia Calatayud.

Combate de Bubierca (29 de noviembre de 1808)

El general Mathieu perseguía a las fuerzas españolas sin darles descanso, por lo que Castaños encomendó a Venegas proteger la retirada. Esta hacia Sigüenza fue lenta y laboriosa, pese a la insistencia de Venegas en acelerarla, y llevó a un combate dilatorio en el puerto de El Frasno el 27 de noviembre. Castaños apremió a Venegas a hacer un sacrificio ocupando una posición de apoyo, a cuyo amparo permitiera la retirada del cuerpo principal del ejército del Centro y el 29 de noviembre Venegas trató de organizar una posición defensiva en Bubierca, en el tramo del Jalón el límite entre Aragón y Castilla.

Venegas contaba entre otras fuerzas, con el BI de voluntarios de Salamanca, el RI de Burgos, El RI Órdenes Militares, el BIL de Campo Mayor, BIL Navas de Tolosa y el RI de Irlanda en total 2.430 infantes. Sin embargo, decidió prescindir de la artillería al no ser el terreno propicio y ralentizar la posible retirada de sus fuerzas. La artillería se retiró con la escolta de 2 ECs del RC España, quedando solo con 637 jinetes principalmente del RC Borbón (433), 1 Cía de lanceros de Utrera (54) 1 EC de Farnesio (150). En total Venegas contaba con poco más de 3.100 soldados.

Venegas se organizó en una altura rodeada por el río Jalón, disponiendo a la mayoría de sus efectivos a lo largo de la Muela. Esta fuerza desplegó con su ala izquierda fuerte, donde era esperable el principal ataque francés. El pueblo de Bubierca, en el centro, y el río en la derecha, fueron más ligeramente protegidos.

Frente a él, la DI-1/III de Mathieu con casi 8.000 efectivos:

• BRI-I/1/III de Buget con RI-14 (4, 2.258) y RI-44 (3, 1.687).
• BRI-II/1/III de Habert con RI-2 del Vístula (2, 1.189), RI-3 del Vístula (2, 1.296), RI-70 (1, 450).
• RC de ulanos (600) de la Legión-1 del Vístula.

Como había previsto Venegas, el asalto comenzó por el flanco izquierdo donde la superioridad numérica francesa hizo retroceder poco a poco a los españoles. El avance se extendió hasta que el retroceso del ala izquierda dejó expuestas a las tropas que guarnecían el pueblo de Bubierca, teniendo que intervenir personalmente Venegas para levantar los ánimos. Pese a ello, el ejército francés no desencadenó una ofensiva definitiva, probablemente receloso de que el ejército del Centro de Castaños pudiera llegar al auxilio de su retaguardia.

Con el fin del día, la posibilidad de refuerzos españoles quedó descartada y Mathieu ordenó un asalto final. El ala derecha española sucumbió ante el asalto frontal de un enemigo superior y viéndose rodeados, el centro español inició la retirada. Las órdenes de retirada llegaron tarde a algunas unidades del centro, que fueron hechas prisioneras, pero la mayoría del ejército español logró retirarse gracias a la cobertura de la caballería, que amagó varias cargas de caballería y paró el avance francés.

Al día siguiente, 30 de noviembre, las fuerzas de Venegas se reunieron en Alhama de Aragón con la artillería de que habían dejado el día anterior. Mathieu, sin embargo, no les persiguió más allá de Cetina, pues las órdenes de su superior Moncey priorizaban agrupar fuerzas para intentar la toma de Zaragoza.

La batalla fue una victoria táctica francesa, con 90 bajas frente a 200 muertos (estimación francesa) y 346 prisioneros españoles. Los registros españoles se perdieron en la posterior derrota en la batalla de Uclés, aunque Venegas posteriormente señalaba como indicativos de las bajas que el regimiento de Irlanda había perdido 73 miembros de 250 plazas de la unidad.

Sin embargo, a nivel estratégico la acción permitió a Castaños alcanzar Sigüenza. Allí pasó a otras comisiones mientras sus fuerzas seguían a Guadalajara. Madrid había quedado abierta al ejército napoleónico con la paralela batalla de Somosierra el 30 de noviembre, alterando los planes de Castaños, y el ejército del Centro se dirigió a las serranías de Toledo y Cuenca para buscar un terreno más propicio. Venegas alcanzó Guadalajara el 4 de diciembre cubriendo la retirada del resto de unidades, donde pudo recibir refuerzos de Castaños antes de tener que volver a cubrir al cuerpo principal del ejército frente al mariscal Bessières.