Guerras Napoleónicas Guerra de la Independencia (1810) Primer y segundo asedios franceses de Astorga

Antecedentes

El mariscal André Masséna fue nombrado comandante en jefe del ejército de Portugal el 17 de abril de 1810, y no se presentó en Valladolid para tomar posesión de su cargo hasta mayo. La campaña, sin embargo, había comenzado mucho antes bajo las propias instrucciones del Emperador. Había que realizar unas operaciones preliminares que podrían finalizar antes de que llegara el nuevo mariscal o el grueso de los refuerzos de más allá de los Pirineos. Fueron la represión de las bandas insurgentes de Navarra, Vizcaya y Castilla la Vieja, el firme establecimiento de la línea de comunicaciones entre Salamanca y Bayona, y la toma de las fortalezas periféricas españolas, Astorga y Ciudad Rodrigo, que sirvieron como defensas externas para la frontera portuguesa.

Todo lo que podía hacer antes de la primavera era enviar el CE-VI de Junot y los otros refuerzos anteriores a posiciones desde las que estarían listos para atacar, en el momento en que comenzara el buen tiempo. Con la llegada del nuevo año, cuando estos cuerpos habían llegado a sus posiciones destinadas, las órdenes imperiales comienzan a abundar en elaboradas direcciones para el exterminio de las guerrillas del Alto Ebro y el Alto Duero. Las órdenes llevaron a muchas marchas y contramarchas de las tropas recién llegadas, pero con poco efecto práctico en el campo de la represión.

Los líderes guerrilleros hábiles como Mina, el Empecinado, y Julián Sánchez, casi siempre se escapaban de sus perseguidores, y en las pocas ocasiones en que los arrinconaban, simplemente ordenaban a sus hombres que se dispersaran y volvieran a unirse en algún punto encuentro lejano. Estas operaciones, sin embargo, fueron totalmente subsidiarias; el avance real contra Portugal solo comenzó con las órdenes dadas a Junot en febrero de concentrar su CE-VI en Valladolid; para hacerse cargo de Salamanca y Castilla la Vieja con los dragones de Kellermann y las DIs del CE-VI, para luego someter todo el llano leonés, hasta el pie de la sierra asturiana y gallega, incluidas las localidades de Benavente, León y Astorga.

Operaciones en Asturias

El general Jean Pierre François Bonet y su división con base en Santander, ya avanzaban para invadir Asturias y amenazar Galicia desde el este. A Ney con el CE-VI se le ordenó acercarse a la frontera de Portugal por el lado de Ciudad Rodrigo, para inundar todos los accesos a ese reino con su caballería, inquietar a los ingleses y evitar que soñasen con enviar fuerzas al sur. La noticia de la proximidad del propio Emperador con 80.000 hombres fue difundida en todas direcciones.

En el flanco extremo opuesto del frente francés, a orillas del mar Cantábrico, se desarrollaba en ese mismo momento una campaña lateral llevada a cabo con mucho mayor vigor, pero igualmente indecisa al final. Asturias casi había sido despojada de tropas por del Parque, con el fin de reforzar el ejército que combatió en Tamames y Alba de Tormes. Cuando el duque trasladó su fuerza principal hacia el sur después de la última lucha, se llevó con él la división de Ballasteros, que había sido el núcleo del antiguo ejército asturiano. El general Antonio Arce quedó en el principado con unos 4.000 hombres, que mantuvo en Colombres, detrás del río Deva, al mando del general Llano-Ponte, vigilando la fuerza francesa en la provincia de Santander.

En Oviedo se estaban reclutando nuevas levas, de poco más de 2.000 efectivos. A finales de enero el general Bonet, se consideró lo suficientemente fuerte como para avanzar en la línea débil de Arce y lanzarse sobre la capital asturiana. El 25 de enero atacó las líneas de Colombres y las tomó sin dificultad. El 31 de enero capturó Oviedo, que fue evacuado por el capitán-general Arce y la Junta local sin grandes enfrentamientos. Pero Juan Porlier cortó de inmediato su comunicación con Santander, al apoderarse de Infiesto y Gijón.

Bonet evacuó inmediatamente Oviedo y se volvió para despejar su retaguardia. Porlier escapó por la costa hasta Pravia, y mientras tanto el grueso de los asturianos, al mando del general Bárcena, volvió a ocupar la capital. Habiendo expulsado a Porlier, el general francés marchó hacia el oeste, batió a Bárcena en el puente de Colleto el 14 de febrero y volvió a hacerse dueño de Oviedo. Los asturianos se reunieron detrás del Narcea, donde se les unió una brigada de 2.000 hombres enviados en su ayuda por Mahy, el capitán-general de Galicia.

Galicia como Asturias, se habían quedado casi sin guarnición por del Parque, cuando llevó el ejército de Galicia a través de la sierra de Gata y lo trasladó a Extremadura. Mahy se había quedado atrás con los restos de una división, que debía completar, lo mejor que pudiera mediante nuevas levas. Su principal preocupación en este momento era la defensa de la recién fortificada plaza fuerte de Astorga, que ya estaba amenazada por las tropas francesas en los llanos leoneses. Pero al ver su flanco amenazado por el avance de Bonet, prestó los hombres que pudo para ayudar en la defensa de Asturias.

La junta asturiana, después de haber depuesto al general Arce por incapacidad y corrupción y haber designado a Cienfuegos para hacerse cargo de sus tropas, ordenó la reanudación de las operaciones ofensivas contra Bonet en marzo. Juan Díaz Porlier, su gran héroe guerrillero, hizo un circuito a lo largo de la costa y amenazó las comunicaciones francesas con Santander. Al mismo tiempo su principal fuerza avanzaba contra Oviedo por el valle del río Nalón.

La brigada de vanguardia de Bonet fue rechazada, después de una fuerte escaramuza en Grado el 19 de marzo, e inquieto por el ataque simultáneo de Porlier a su retaguardia, evacuó la capital asturiana por tercera vez a tiempo, y regresó hasta Cangas de Onís, en el valle del Ona.

Luego llevó todos los refuerzos que pudo obtener de Santander y marchó ¡por cuarta vez en tres meses!, sobre Oviedo con toda su división; los españoles se retiraron sin ofrecer oposición seria y presentaron resistencia en línea detrás del río Narcea el 29 de marzo.

Esta vez Bonet no les dejó tiempo para reagruparse, y forzó el paso de ese río, los asturianos se vieron forzados a ascender a Tineo en la montaña, mientras los gallegos regresaron con el socorro a Navia, casi al borde de su propio Principado el 25-26 de abril. Después de esto, la fuerza ofensiva de Bonet se agotó; tener que ocupar Oviedo y sus puertos de Gijón y Avilés, así como todo el centro y oriente de Asturias, y, además, defender su comunicación con Santander de nuevos ataques de Porlier. Sus 7.000 efectivos quedaron inmovilizados durante el resto del año: había conquistado dos tercios de Asturias y apenas lograba dominarla.

No pudo prescindir de un solo hombre para ayudar en las operaciones francesas en las llanuras de León, o incluso para hacer un intento serio de amenazar Galicia. Una o dos veces logró comunicarse con las fuerzas que Junot y después de él Kellermann y Serras, que mandaban en las llanuras más allá de la cordillera Cantábrica, mediante expediciones impulsadas por el paso de Pajares hasta León; pero las guerrillas siempre volvían a cerrar el camino y no se podía cooperar.

En resumen, los españoles perdieron la mayor parte de Asturias y los franceses perdieron los servicios adicionales de la división de Bonet. No tenía poder para amenazar a Galicia, porque se vio obligada a mantener guarniciones en Gijón, Avilés, Lastres, Santoña y todos los puertos marítimos, con una brigada completa en Oviedo en el centro, para apoyarlos. Cualquier concentración de tropas, que condujera a la evacuación de las guarniciones más pequeñas, de inmediato hacía que las guerrillas bajaran de sus montañas.

Primer asedio francés de Astorga (11 al 26 de febrero de 1810)

Las operaciones de Bonet eran, por supuesto, totalmente secundarias; los movimientos realmente importantes que se hicieron a principios de la primavera de 1810 fueron los de Junot y Ney en los llanos de León. En cumplimiento de las órdenes del Emperador en el sentido de que toda la llanura de León debía ser ocupada, como preliminar a la invasión de Portugal; Loison, que había vuelto a entrar en España a la cabeza de varios batallones que finalmente fueron para incorporarse al CE-VI de Ney, se le ordenó partir desde Valladolid y ocupar el territorio de Benavente y Astorga.

Se le dejó en libertad de seleccionar cualquiera de esos pueblos como su cuartel general, y se le ordenó que se comunicara con Bonet, cuando este último hubiera entrado en Asturias, para que sus operaciones amenazaran simultáneamente Galicia. La expedición de Loison, sin embargo, resultó un completo fracaso; marchó hacia Astorga a principios de febrero con cerca de 10.000 hombres.

El 11 de febrero, se presentó ante ese pueblo y supo que desde el reconocimiento de Carrié en octubre de 1809, se había fortalecido mucho. La Romana había reparado las brechas de sus murallas medievales. Había levantado trincheras en torno al arrabal de La Reteibia, que ocupa la parte del cerro de Astorga, que no estaba cubierto por la propia villa. También había establecido puestos periféricos en los suburbios de San Andrés y Puerta del Rey, que se encuentran al pie del cerro, en sus lados norte y este. En las murallas se habían montado 14 cañones, solo 2 de ellos de 12 libras, el resto eran ligeros.

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Plano de la ciudad de Astorga en 1810.

El lugar, por tanto, era una fortificación improvisada del estilo más anticuado. El general García Velasco, que se había quedado atrás en Galicia con una división del antiguo ejército del Norte cuando del Parque marchó hacia Extremadura, estaba a cargo de esta parte del frente español, bajo la superintendencia de Mahy, el capitán-general. Había colocado la mitad de sus tropas: 5 BIs con 2.700 efectivos, en Astorga, mientras que él mismo con el resto se situó más allá de las montañas, en Villafranca del Bierzo, con aproximadamente la misma fuerza. El total de tropas organizadas en Galicia en este momento no superaba los 8.000 hombres, incluida la pequeña brigada que Mahy envió a Asturias, y un destacamento al mando de Echevarría en Puebla de Sanabria.

Astorga no esperaba un asedio en una fecha tan temprana como el 11 de febrero; solo estaba aprovisionada para 20 días, y los cañones no tenían munición para durar ni siquiera ese breve espacio de tiempo. El gobernador, José-María de Santocildes, era un hombre valiente y con recursos, que supo poner cara audaz ante una situación imposible.

Louis-Henry Loison quedó desconcertado al descubrir que Astorga, su futuro cuartel general, estaba retenido y guarnecido contra él. Sus ingenieros reconocieron sus murallas y le informaron que no se podía tomar sin un tren de asedio regular. Solamente tenía piezas de campaña con él, el clima era abominable y sus tropas, todos batallones de reclutas de Francia, estaban sufriendo terriblemente por la lluvia y el frío continuos. Por tanto, se contentó con invitar a Santocildes a que se rindiera, prometiéndole un ascenso de manos del rey José, si “imploraba la clemencia de un soberano que trata a todos los españoles como a un padre”.

Cuando el gobernador envió una respuesta cortante, insinuando que él y su gente tenían la intención de cumplir con su deber, Loison se retiró a La Bañeza e informó a sus jefes que estaba inoperativo por falta de cañones de asedio. Anunció al mismo tiempo que había intentado comunicarse con Bonet en Oviedo, enviando 2 BIs al pie del puerto de Pajares, pero que los caminos de montaña estaban bloqueados por la nieve y que este destacamento se había visto obligado a regresar a la llanura, sin tener noticias de lo que ocurría en Asturias.

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Infantería francesa en un pozo bajo un tiempo abominable en 1810. Autor Keith Rocco.

Unos días después, el jefe del cuerpo de Junot entró en la provincia de León, y Loison recibió instrucciones de moverse hacia el sur y unirse a Ney en Salamanca. Su lugar en el Esla y el Orbigo lo ocupó la división de Clausel del CE-VIII. El general recién llegado ejecutó otro reconocimiento al barrio de Astorga, y el 26 de febrero envió a Santocildes una segunda citación, a nombre de Junot. Recibió la misma respuesta que se le había dado a Loison. Estaba claro que Astorga debía ser sitiada, y que un tren de asedio debía ser puesto a disposición de la fuerza encargada de la operación.

Debido al estado de las carreteras en esos momentos, llevaría algún tiempo llevar los cañones pesados a la zona, por lo que hubo que posponer otras operaciones. El CE-VI hay que señalar, había ejecutado al mismo tiempo que Loison se presentaba frente a Astorga, un ataque demostrativo contra Ciudad Rodrigo.

El rey José había escrito desde Andalucía para suplicar a Ney que amenazara el lugar, mientras las noticias de las victorias francesas en el sur aún estaban frescas, asegurándole que los españoles estaban tan acobardados que era probable una pronta rendición.

El mariscal, aunque dudando de la sabiduría de estas opiniones optimistas, concentró su cuerpo, avanzó hacia San Felices y el 13 de febrero convocó a Ciudad Rodrigo a la rendición. Obtuvo del general Herrasti, el gobernador una enérgica respuesta rechazándolo. Su breve e ineficaz excursión a las orillas del Águeda lo había llevado a la vista de los puestos de avanzada británicos en la frontera española y había inducido a Wellington a pensar por un momento que la invasión de Portugal estaba cerca.

Los franceses no tenían nada que hacer en el reino de León, salvo esperar la llegada del gran tren de asedio que Napoleón había otorgado a su ejército de Portugal. Se encontraba muy atrás, el 20 de febrero su cabeza apenas comenzaba a acercarse a Burgos, y su cola no había abandonado Bayona. La razón de esta tardanza fue la falta de animales de tiro en los depósitos del sur de Francia. El equipamiento del tren y la artillería del CE-VIII, y los demás grandes refuerzos que acababan de pasar los Pirineos, habían agotado las reservas de caballos disponibles y cuando las autoridades de Bayona pusieron el “gran parque” en pie de guerra, hubo una demora intolerable.

Incluso cuando habían comenzado los destacamentos del tren, avanzaron lentamente en España, porque los caballos franceses murieron rápidamente en el clima extremo de la meseta de Castilla la Vieja, y era casi imposible reemplazarlos por requisa en la zona. Junot, atrevido al borde de la temeridad y febrilmente ansioso por rehacer la reputación que había perdido en Vimiero, no pudo soportar la demora.

Envió a requisar cañones españoles a los gobernadores de Burgos y Segovia, envió a sus propios equipos a tirarlos, y al enterarse de que se podía conseguir un pequeño tren, ordenó al CE-VIII hacia Astorga el 15 de marzo, dejando que los cañones lo siguieran. La demora del mes en la inversión había permitido a Santocildes llenar el suministro de alimentos y municiones que había sido tan bajo en febrero. Entonces había conseguido su fortaleza en el mejor estado posible, considerando la debilidad intrínseca de sus murallas medievales, y había inducido a 3.000 de los 4.000 habitantes a retirarse a Galicia.

Segundo asedio francés de Astorga (21 de marzo – 22 de abril de 1810)

El 21 de marzo la DI de Clausel invirtió Astorga; mientras que la DI de Solignac subió a León y Benavente en apoyo; y la DD de Saint Croix tomó su puesto por delante de La Bañeza, para observar las fuerzas españolas en el sur de Galicia y los portugueses del Tras-os-Montes. Hasta que llegaran los cañones, no había nada que hacer salvo elegir el punto de ataque, preparar fascines y gaviones y abrir la primera paralela, fuera del alcance de la pequeña artillería de la guarnición, que no contaba más que 2×2 cañones.

Valazé, el ingeniero-jefe de Junot, opinaba que los suburbios bajos al pie de la colina de Astorga podrían descuidarse, y el recién atrincherado Reteibia en lo alto enmascarado ser atacado con un falso ataque; mientras que la esquina noroeste saliente y sin flancos de las antiguas murallas de la ciudad misma podía ser golpeada desde las laderas de abajo: allí, como en todo su circuito, el lugar no tenía foso ni glacis, simplemente estaba la robusta muralla medieval, reforzada cada 30 metros por una pequeña torre cuadrada.

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Vista de la ciudad de Astorga en 1810.

Las primeras tres semanas del asedio tuvieron un carácter inusual, pues los franceses se dedicaron a construir las obras de asedio, ya que no podían usar los 16 cañones de pequeño calibre pertenecientes a la división que tenían delante de los muros. El oficial al mando temporal de la artillería, coronel Noël, se contentó con abrir fuego con varios falsos ataques, moviendo repetidamente los cañones, para distraer la atención del enemigo del frente elegido en el noroeste, donde se completaron las aproximaciones y se construyó una gran batería, lista para cuando los cañones de asedio cuando llegaran.

Mientras tanto, hubo una gran cantidad de escaramuzas de infantería en y alrededor de los suburbios inferiores, en cuyas afueras los franceses finalmente se establecieron. La guarnición se defendió bien, realizó varias incursiones y no perdió ningún puesto de importancia, aunque la línea de resistencia en los suburbios fue retrocediendo gradualmente. Santocildes recibió varios mensajes de aliento de su comandante Mahy, quien le anunció que subía al puerto de Foncebadón, en el límite del llano de Astorga, a todo hombre que Galicia pudiera proporcionar. Pero incluso cuando el capitán-general había llevado sus reservas de Lugo para unirse a la DI de García, solo tenían 5.000 efectivos.

Para contenerlos, Junot envió la DI de Clausel a los puestos avanzados y la reemplazó en las trincheras por la DI de Solignac y la BRI de Lagrange. Mahy, frente a tal acumulación de hombres, estaba absolutamente indefenso. Echevarría, con su débil BRI de Puebla de Sanabria, había avanzado un poco hacia delante, para dar apoyo moral a Mahy.

La noche del 13 de abril, entró en la ciudad un labrador con un mensaje que indicaba que pronto llegaría la ayuda de Mahy y durante los días siguientes las lluvias inundaron y entorpecieron nuevamente los trabajos de atrincheramiento.

El 15 de abril, llegó el tren de asedio procedente de Valladolid; era pequeño, pero suficiente contra un enemigo tan escasamente provisto de cañones como Santocildes.

El 17 de abril, Junot llegó a Astorga, instalándose en Castrillo de los Polvazares, y el general Foucher, jefe de artillería, con las piezas destinadas al asedio. Una vez colocada la artillería en las obras preparadas para ella, iniciaron el bombardeo, las viejas murallas de Astorga comenzaron a desmoronarse. Los cañones ligeros españoles fueron dominados, a pesar de los esfuerzos de los artilleros.

Asimismo ese mismo día 17, los franceses atacaron a las tropas de Mahy en Foncebadón y el Manzanal, provocando su retirada a Orense y evitando así que la ciudad recibiera ayuda.

Al mediodía del 21 de abril, el ángulo noroeste de las murallas de Astorga había sido derribado y las piedras caídas, al no haber foso, se habían acumulado al pie de la amplia brecha, para facilitar la entrada. Afortunadamente para la defensa, había una iglesia justo dentro del ángulo, su techo y su torre habían sido destruidos, la guarnición se había fortalecido en las partes inferiores del edificio y había levantado trincheras al lado de la brecha. Esto les daba una segunda línea de defensa.

Una vez abierta la brecha, Junot envió a Santocildes un mensaje pidiendo la rendición de la plaza, bajo amenaza de pasar a cuchillo a todos sin distinción de sexo ni edad, pero la respuesta de la guarnición fue negativa.

A las 14:30 horas de ese día 21, dos columnas francesas de 1.000 hombres cada una atacaron el arrabal de Rectivía, encontrando una dura resistencia por parte de sus defensores.

A las 17:00 horas, el general francés ordenó a 700 hombres que asaltaran la brecha; la vanguardia o forlorn hope estaba compuesta por las compañías de voltigeurs y granaderos de la Legión Irlandesa y del RI-47. La columna penetró hasta el pie de la brecha sin mucha dificultad, aunque expuesta al fuego de fusilería desde las murallas y al fuego de flanco del arrabal de la Reteibia. Entraron por la brecha, pero los asaltantes no pudieron avanzar más, debido al fuego mortal que los españoles mantenían detrás de la iglesia en ruinas y las travesías.

Después de una hora de desesperados intentos de irrumpir en la brecha; se refugiaron, algunos en la casa que habían capturado, pero la mayoría detrás del borde de la brecha, donde se cubrieron lo mejor que pudieron, entre los montones de escombros, construyendo protecciones con sus manos, con las mochilas, e incluso con los cadáveres de los caídos. En ese pobre refugio permanecieron hasta el anochecer, sufriendo mucho.

Durante la noche, las tropas en las trincheras llevaron una línea de gaviones desde las obras del frente hasta el pie de las murallas, y al amanecer habían abierto una buena comunicación con los hombres en la brecha, aunque tuvieron que trabajar bajo fuego desde arriba.

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Segundo asedio de Astorga (21 de marzo a 22 de abril de 1810). Plano del asedio. Autor Charles Oman.

En la madrugada del 22 de abril, Santocildes se rindió. Podría haber resistido algunas horas más detrás de sus defensas internas, si no hubiera agotado casi todas sus municiones de mosquete para resistir el asalto. Quedaban menos de 30 cartuchos por cabeza para la infantería de la guarnición y solo 500 libras de pólvora para la artillería.

La defensa había sido admirable, hecho comprobado por las bajas cifras de muertos y heridos, que no llegaban a los 200 hombres. Los franceses, solo en el asalto, perdieron 5 oficiales y 107 hombres muertos, y 8 oficiales y 286 hombres heridos.

El asedio le costó al CE-VII en total 160 muertos y unos 400 heridos. Se tomaron 2.500 prisioneros, como lo muestran las listas de Santocildes, pero Junot afirmó haber capturado 3.500, todos con buenos mosquetes ingleses y bien vestidos con grandes abrigos ingleses, así como 500 enfermos y heridos, cifras imposibles.

En la mañana de la rendición, Mahy hizo una débil manifestación contra las tropas de cobertura, tanto en los pasos del Manzanal como en Foncebadón, mientras Echevarría atacaba en fuerza Penilla que estaba frente a él. Los tres ataques se frenaron con facilidad, no pudiendo el ejército gallego poner más de 6.000 hombres en el campo en los tres frentes a la vez. Sus pérdidas fueron grandes, especialmente en Penilla.

Después de destacar al RI-22 para comunicarse con Bonet en Asturias, y guarnecer Astorga con 2 BIs, retiró la mayor parte de su cuerpo a Valladolid y Toro. Se le había ordenado que se ubicara cerca de Ney, para ayudar y cubrir al CE-VI en el siguiente asedio de Ciudad Rodrigo. Al mismo tiempo recibió la desagradable noticia de que Masséna había sido nombrado comandante en jefe del ejército de Portugal y de que el CE-VIII estaba bajo sus órdenes.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-08-09. Última modificacion 2023-08-09.
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