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Combate de Cargante (13 de junio de 1813)
Mientras Murray estuvo ausente en su expedición a Tarragona del 31 de mayo al 22 de junio de 1812, los generales españoles en el reino de Valencia no habían sido mucho menos culpables a los ojos de Wellington que sus colegas anglo-sicilianos. Suchet se había llevado al Ebro una menor proporción de su ejército de lo que cabría esperar: había marchado con solo 8.600 hombres, dejando 14.000 atrás bajo Harispe para defender su muy querido virreinato (4.000 de su DI, 4.200 de la DI de Habert, 2.000 de la DI de Severoli y 1.000 de caballería) y 2.000 encerrados en las guarniciones de Sagunto, Denia, Peñíscola y Morella.
Las tropas de Del Parque eran, a juicio de Wellington, la mejor fuerza española existente, con la excepción de Copons, el pequeño ejército en Cataluña. Habían sido tres años seguidos de movimientos bajo Ballasteros, durante la ocupación de Soult de Andalucía, y eran adeptos a la guerra de montaña. Pero no había muchos efectivos: 12.000 de infantería con 700 de caballería y 4 baterías de artillería (5.000 de la DI del Príncipe de Anglona, 4.000 de la DI de Las Cuevas y 2.800 de la DI de Cruz Murgeon), según un estadillo matutino del 1 de junio.
Las tropas de Elio eran mucho más numerosas sobre el papel. Pero de los 30.000 hombres en su lista de reclutamiento, 10.000 no estaban realmente bajo su control, o disponibles para una campaña en Valencia. Se trataban de las bandas guerrilleras del Empecinado que actuaban en Castilla la Nueva y la de Duran que actuaba en Sur de Aragón. Siempre estaban en movimiento y ocupados con sus pequeñas acciones, y no se podía contar con ellas.
Quedaban realmente bajo el mando de Elio las 4 DIs de Mijares, Villacampa, Sarsfield y Roche, unos 17.000 efectivos con una BRC de 900 caballos sin artillería, tal vez dos baterías. La DI de Roche (más conocida como de Whittingham) había sido armada y pagada durante los 2 últimos años con dinero británico, y entrenados por oficiales británicos, pasaban por ser buenas tropas.
El resto de la infantería tenía un mal historial, eran los supervivientes de los desastres de Sagunto, Valencia, y de la Primera batalla de Castalla (la derrota de O’Donnell el 29 de julio de 1812). Estas desafortunadas DIs tenían una tradición constante de derrotas y, como sostenía Wellington, no eran de fiar. Entre Del Parque y Elio podían reunir 32.000 hombres, incluidos 1.600 de caballería y 6 baterías.
Los generales españoles tenían considerablemente más del doble de fuerzas que Harispe y la inestimable ventaja de poder elegir su punto de ataque, ya que el general francés estaba atado por sus órdenes a mantenerse defensiva. Wellington, en su instrucción del 14 de abril para las operaciones en la costa Este, había establecido la política que se iba a seguir en términos generales.
Los franceses iban a ser maniobrados fuera de sus líneas en el Júcar por un ataque de flanco, y este ataque iba a ser realizado por Del Parque, ya que tenía un ejército que podía tanto luchar y marchar, mientras Elio iba a manifestarse a lo largo del frente de las líneas de Júcar, y comprometerse lo menos posible; iba a ser apoyado los 3 RCs independientes, para proporcionar una cobertura, y no se aproximaría hasta que Del Parque hubiera conseguido empeñar al enemigo.
Desafortunadamente, a Elio no le gustó ese plan, y convenció a Del Parque de intercambiar los roles, ya que estaría operando en un terreno que él conocía muy bien, y podría ponerse en contacto con sus subordinados, el Empecinado y Durán. Para inducir a Del Parque para hacer el cambio, le ofreció prestarle la DI de Roche. Y así sucedió que exactamente lo contrario del plan de Wellington, la fuerza envolvente sería llevada a cabo por las peores tropas, mientras que las mejores tropas realizaban la acción frontal contra posiciones fuertes.
La campaña empezó tarde porque los dos ejércitos tuvieron que cambiar de lugar, Del Parque bajando a Castalla desde el interior, mientras Elio subía a Almansa desde su frente original cerca de la costa. Por lo tanto, el avance comenzó el 9 de junio, aunque Murray había zarpado el 31 de mayo, y se pretendía que el ataque español debía sincronizarse con su desembarco en Cataluña.
Elio envió la DI de Villacampa a envolver el extremo norte del flanco de la línea que sostenía Severoli, mientras que él mismo con las otras 2 DIs (Mijares y Sarsfield) expulsaría a la pequeña guarnición francesa de Requena, y se apoderaría del desfiladero de las Cabrillas. Luego atacaría débilmente las posiciones de los italianos alrededor de Liria, y obtendrían alguna ventaja, que no sería difícil, ya que tenía una superioridad numérica de al menos tres a uno. Pero esto importaba poco, ya que el ataque frontal de Del Parque al Júcar fracasaría por completo.
El duque marchó en persona con dos de sus divisiones y la mayor parte de su caballería, por Villena y Fuente Higuera, contra Mogente (81 km de Valencia), la derecha que Suchet había atrincherado varios meses antes. Su DI-3 y Roche pasaron por Alcoy y el paso de Albaida (a 85 km de Valencia) para atacar la cabeza de puente de Alcira, que era la más central e importante de las obras francesas.
Habiendo evacuado Mogente y Jativa, y llevado todos los hombres disponibles de su derecha a su izquierda, Harispe salió y atacó a las columnas españolas, cuando se acercaban comenzó a manifestarse contra sus cabezas de puente. Los sorprendió avanzando en un frente bastante amplio, por dos caminos lo que dificultaba la comunicación lateral entre las unidades.
Un vigoroso asalto de la DI de Habert y la caballería de Delort rompió en Carcagente frente a Alcira el 13 de junio, 3 BRIs españolas (4 BIs de Roche, 4 BIs de Cruz Murgeon y 3 BIs de Las Cuevas) que fueron derrotadas con la pérdida de 1.000 muertos y heridos y 500 prisioneros. Del Parque, con la otra mitad de su ejército y el grueso de la caballería, estaba completamente fuera del juego ese día. De hecho, solo 8.000 de sus tropas estaban bajo fuego, de modo que Harispe luchó con casi igualdad de numérica. Pero los resultados del combate de Carcagente fueron decisivos; viendo su centro tan maltrecho. Del Parque retrocedió y abandonó la ofensiva, esperando ver si el movimiento de envolvente de Elio tendría algún efecto sobre los franceses frente a él.
Ese general, después de una lucha inconclusa con Severoli, movió la DI de Villacampa alrededor del flanco de su enemigo; subió 19 de junio por la carretera de Valencia, en la retaguardia de los italianos de Severoli, y podría haber amenazado a la misma ciudad. Pero en ese momento Suchet, que había comenzado su retirada del Ebro el 17 de junio, entró en juego.
DI de Musnier, descendiendo de Amposta por la carretera de la costa, se desvió contra Villacampa y lo persiguió hasta el interior. Habiendo despejado su flanco, y llegando Pannetier con sus tropas desde el norte también, Suchet concentró sus principales fuerzas sobre el Júcar, y, dejando a Severoli para encargarse de Elio, estaba listo para ir contra Del Parque, que había tomado la antigua posición defensiva de Murray en Castalla.
Mientras tanto los anglo-sicilianos, muy retrasados por los resultados de la tormenta en el mar, se estaban reorganizando en Alicante y preparándose para seguir adelante en ayuda del duque. William Bentinck, en sus despachos a Wellington, se quejó amargamente del obstáculo a la movilización de su ejército, causado por una inexcusable acción por parte de su predecesor. Murray, navegando para Tarragona, había dictado órdenes de despedir casi todos los transportes terrestres que había dejado atrás, 600 mulas y 200 carros de campo, reunidos con gran dificultad durante la primavera, habían regresado a sus aldeas y no podían ser reemplazados. Aunque el ejército se había embarcado en el col de Balaguer el 18 de junio, y aunque sus últimas unidades rezagadas había llegado a Alicante el 28 de junio, no había perspectivas de poder avanzar hasta avanzado julio.
Al mismo tiempo, Suchet, que había abandonado el Ebro el 17 de junio, estaba de vuelta en el Júcar en una posición amenazante el 25 de junio, con todo su ejército reunido. Había superado por completo a su enemigo.
Bentinck habiendo visitado Del Parque en Castalla el 29 de junio, y vistas sus tropas, envió un informe muy descorazonado a Wellington sobre el estado del Tercer ejército español que se había visto muy afectado por último revés.
Bentinck sostenía que Del Parque y los anglo-sicilianos debían moverse juntos, y como sería imprudente atacar frontalmente las fuertes líneas de Suchet en el Júcar, defendidas por todo su ejército, el movimiento envolvente era la única posibilidad. Pero eso sería un asunto difícil, las únicas carreteras por las que el flanco interior francés podía ser envuelto eran: la carretera principal de Madrid por Utiel y Requena, en la que había estado operando Elio; y la aún más tortuosa ruta por Cuenca y Teruel, que pasa por los peores desfiladeros de la sierra de Albarracín.
Bentinck, ignorante por su total falta de experiencia peninsular, de lo que significaba una marcha por caminos secundarios entre montañas deshabitadas, propuso a Wellington que se tomara ese terrible desvío, aunque sometió su resolución a la aprobación del comandante en jefe. Reconoció que se necesitarían unos 15 días antes de que pudiera obtener una respuesta; pero como la cosecha en la montañosa provincia de Cuenca no se recogería hasta mediados de julio, y los ejércitos no podían moverse hasta que estuviera disponible, el retraso no sería de crucial importancia. Ese era un pésimo plan, afortunadamente nunca se puso en funcionamiento, porque el ejército anglo-siciliano no tenía transportes adecuados o comisariado, y se habría muerto de hambre si hubiera entrado en la región más árida del centro de España, con la vana esperanza de vivir de la cosecha.
Wellington escribió su respuesta, con la noticia de la batalla de Vitoria y el plan para hacer marchar al ejército anglo-siciliano a través de las sierras centrales se había vuelto obviamente innecesario.
Bentinck comprendió de inmediato la nueva situación y supuso que Suchet debía evacuar Valencia, y volver a cruzar el Ebro, bajo pena de quedar aislado del resto de los ejércitos franceses en España. Por lo que tenía la intención de marchar sobre Valencia por el camino directo, y presionar Del Parque para hacer un movimiento paralelo tierra adentro, mientras que Elio, que se había retirado mucho tiempo atrás la carretera de Madrid, debía adelantarse de nuevo, y cerrar Valencia desde atrás.
Suchet abandona Valencia
Suchet en el momento que las desastrosas noticias del ejército del rey José empezaron a llegar, estaba pensando en la evacuación. Su información era muy escasa, porque de todos los despachos que José y Jourdan le habían enviado durante su larga retirada solo uno, escrito desde Torquemada (Palencia) el 6 de junio lo alcanzó el 2 de julio, los guerrilleros habían hecho bien su trabajo de bloqueo de las comunicaciones. El mariscal se había puesto ansioso por tener noticias, y envió oficiales propios para buscar al Rey, pero tuvieron que dar rodeos tan largos, y llegaron tan tarde que la noticia de la batalla de Vitoria había llegado por otras fuentes desde hacía mucho tiempo.
Enterado por el mensaje desde Torquemada, de que el Rey había perdido la línea del Duero, y se retiraba a Burgos o tal vez incluso más lejos; Suchet había se dio cuenta de que su posición en Valencia era peligrosa, e hizo preparativos para una retirada al bajo Ebro, donde su frente, como suponía, sería paralelo al del ejército del Rey, defendiendo el curso superior de ese río, con Zaragoza como su punto de conexión.
El 3 de julio, un despacho del general París desde Zaragoza, con la noticia de que el cuerpo de Clauzel había acabado de caer sobre él en retirada apresurada el 30 de junio, llevando la noticia de que el Rey y Jourdan habían perdido una batalla decisiva en Vitoria, y se retiraban a Pamplona, o incluso más lejos, y habían abandonado todos sus cañones y transportes. Clauzel pensaba que estaba siendo perseguido por el propio Wellington, o al menos por una gran fracción de su ejército. Pero como todavía estaba fuera de contacto con el Rey, no conocía los detalles exactos de la batalla perdida, o las intenciones del cuartel general del ejército de España.
La información recibida por Suchet era vaga e incompleta, pero no se podía dudar que había ocurrido una catástrofe, y que ya no se podía mantener la línea del Ebro. Debía retirarse detrás de ese río, y rápidamente, si fuera cierto que los británicos marchaban sobre Zaragoza. El principal problema era descubrir si Clauzel y sus 15.000 hombres se podían contar para la defensa de Aragón, o si ese general pensaba que su deber era reunirse con el Rey, cruzando los Pirineos. En el primer caso, el ejército de Valencia se movería hacia Zaragoza y emprendería una campaña contra Wellington. Pero si Clauzel marchaba hacia las montañas y se retiraba de España, Aragón debía ser abandonado, y solo se podía defender Cataluña. Se enviaron órdenes al general París, diciéndole que estuviera listo para retirarse a Mequinenza si estaba abandonado a sus propios recursos, y dejar una guarnición en el palacio-castillo de la Aljafería.
Cualquiera que fuera la decisión de Clauzel, lo primero sería salir de Valencia lo antes posible. Su decisión fue rápida, y el 2 de julio, Habert, Harispe, y la caballería estaban en Játiva y Mogente, en el lado sur del Júcar, Musnier en Requena, desde donde había rechazo recientemente a Elio. Para el 4 de julio, habían retrocedido a los alrededores de Valencia, dejando nada más que una pantalla de caballería detrás de ellos. El 5 de julio, marcharon por la ciudad, donde todos los administradores civiles, residentes franceses y afrancesados habían empaquetado sus pertenencias, y formado una columna de más de 150 carromatos junto a otros vehículos. La ciudadela fue volada antes de que el mariscal partiera, las defensas exteriores no habían sido restauradas desde la capitulación de enero de 1812.
Esa noche el ejército durmió en Sagunto (Murviedro) y los pueblos vecinos, bajo los muros de la fortaleza de Sagunto. Desde ese punto el cuerpo principal siguió la carretera de la costa, y llegó al Ebro frente a Tortosa el 9 de julio en cuatro jornadas de marcha. Pero la DI de Musnier se volvió hacia el interior para recoger Italianos de Severoli, que habían estado formando la guardia de flanco del ejército contra cualquier posible regreso de Elio y Villacampa al escenario de sus operaciones anteriores. No se sufrió ningún problema desde ese lado, y habiendo incluso reunido en las guarniciones periféricas de Teruel y Alcañiz, Severoli y Musnier llegaron a Caspe en el Ebro el 12 de julio.
La evacuación del reino de Valencia, por tanto, se había llevado a cabo con orden y rapidez, y el 12 de julio, el ejército ocupaba una posición desde la que podía recurrir a Cataluña o marchar sobre Zaragoza. Sin haber sufrido acoso por los españoles, que solo entraron en Valencia el 9 de julio, 4 días después de que Suchet la hubiera abandonado.
Había dejado deliberadamente fuertes guarniciones en todas las fortalezas en las zonas en las que se había visto obligado a renunciar, con la intención de volver después. En el reino de Valencia dejó 1 Cía en Denia, un BI en Peñíscola, 2 BIs en Sagunto, 1 Cía en Morella. Todos ellos eran puntos estratégicos, y el total de hombres que quedaron atrás fue de solo 2.000. Pero esto fue solo el comienzo de una política ruinosa, en poco tiempo iba a dejar 4.800 hombres encerrados en la gran fortaleza de Tortosa, 2.000 en Lérida, un número aún mayor en Barcelona. Suchet pensaba que sus guarniciones detendrían delante de ellas un número mucho mayor de tropas españolas, empleadas en un asedio o un bloqueo, que podrían aguantar durante mucho tiempo. Además, bloqueaban las líneas de comunicación valiosas para los aliados, y que tenía una esperanza razonable de salvarlos cuando llegue el cambio de tornas.
Mientras tanto, todavía tenía un ejército de campaña el 12 de julio, que aunque solo tenía 18.000 hombres en sus 4 DIs y 1 BRC. Podía contar con alguna ayuda de Cataluña, cuyo ejército estaría bajo su mando, ya que Decaen era su subordinado. Pero el momento no era particularmente favorable para esperar ayuda de Cataluña, ya que tras la marcha de Murray, Decaen se las había ingeniado para enredarse en operaciones infructuosas, aunque no tenía ningún ejército enemigo contra el que luchar, salvo el primer ejército de Copons que era muy pequeño.
Tras la partida de los anglo-sicilianos, Decaen por fin había reunido una BRI completa, y había marchado de Gerona a Barcelona el 17 de junio con poco más de 2.000 hombres, a la noche siguiente llegó su destino, y escuchó que Maurice Mathieu estaba en Vilarrodona (Tarragona) sobre el río Gayá. Partió reunirse con él, con su columna y un gran convoy de pólvora para Tarragona, cuyas provisiones estaban bajas después del asedio. Se reunieron en Vilafranca, y tras dejar el convoy en Tarragona, partió en busca de Copons con sus fuerzas unidas, unos 8.000 hombres.
Avanzaron a Reus, antiguo cuartel general del español, y cuando llegaron el 23 de junio, encontraron que se había retirado a las montañas después de la partida de Murray. Después de visitar el fuerte de Balaguer, y viendo su completa destrucción, Decaen y su subordinado regresaron a Barcelona el 1 de julio. La noticia del desastre de Vitoria, aún no había llegado, y Decaen pensó que el tiempo estaba a su favor, tenía una fuerza de campo reunida, para caer sobre Vich, el punto central de concentración del ejército español de Cataluña, y la única gran ciudad en posesión de Copons.
Combate de La Salud (8 de julio de 1813)
Eroles había estado operando allí durante la ausencia del resto de la fuerza catalana en el sur, y había estado haciendo todo lo posible con sus 2 BIs causaron problemas a las guarniciones francesas en Ampurdán, se había enfrentado a Maximilien Lamarque en Bañolas el 23 de junio, y fue derrotado, pero los franceses perdieron casi 200 hombres. Pero su jefe estaba atrás, con los 6.000 hombres que habían estado cooperando con Murray, y el primer ejército concentró unos 8.000 efectivos en su cuartel general.
El plan de Decaen era atacar al propio Vich desde el sur con su fuerza de campaña de 10 BIs, rompiendo desde la desenfilada del Congost, mientras que Lamarque iba a atacar desde el este, con una columna de 2.000 hombres de Gerona, a lo largo del curso del río Ter, y caer sobre la retaguardia de los catalanes. La operación estaba programada para comenzar el 6 de julio. Pero cuando ambas fuerzas habían comenzado el movimiento, Decaen recibió las noticias de la batalla de Vitoria. Vio que ese no era el momento de una operación ofensiva, y que debía reformular inmediatamente todos sus planes, ponerse en contacto con Suchet, y pensar en la defensa del camino a Francia.
Se detuvo cerca de Hostalrich y envió por triplicado órdenes a Lamarque de abandonar la empresa y regresar a Gerona, a la que él mismo dirigía. Pero Lamarque había comenzado puntualmente y se había abierto camino por el Ter hasta Roda, a solo 5 km de Vich, después de muchas escaramuzas con 3 BIs de Eroles, que trataba de detenerlo, el 8 de julio no había recibido ninguno de los despachos. Entonces Copons estaba vigilando a Decaen con el grueso de su fuerza; pero viendo el segundo girar fuera de los pasos, envió otra brigada para ayudar a Eroles.
Esta concentración triplicaba la columna de Gerona, que fue rechazada e interceptada durante su retirada, en las alturas de La Salud, y rodeada por tres lados. Habría sido destruida si Decaen, que estaba cada vez más ansioso por la no aparición en la carretera de Gerona, envió a la BRI de Beurmann hacia delante, por el valle del Ter, en busca del destacamento desaparecido. Beurmann llegó justo a tiempo para salvar a Lamarque, cuyos cañones habían sido silenciados y cuyas municiones estaban casi exhaustas. La columna de Gerona había perdido más de 400 hombres, y el asombroso número de 31 oficiales, antes de que fueran rescatados, y los catalanes contemplaron el combate de La Salud como un éxito. Porque Vich se había salvado y la operación del enemigo había fallado completamente.
Después de la operación abortada de Vich, Decaen devolvió una BRI de su columna de marcha a Lamarque, y otra BRI a la guarnición de Barcelona. Suchet, más tarde en el mes, le ordenó que reuniera una fuerza de combate una vez más, sus elementos debían reunirse como antes, y todas las actividades normales para mantener las carreteras abiertas y los convoyes seguros tuvieron que ser abandonadas, con el fin de concentrar 10.000 hombres.
Retirada de París de Zaragoza
Suchet se acercaba al Ebro después de 5 días su salida de Valencia, y esperaba tener noticias de Zaragoza. Esperaba oír que Clauzel, después de unirse a la DI de París en la capital aragonesa, se detendría allí, y concertara con él los planes para amenazar a Wellington de flanco. Las primeras cartas que recibió de ese general era que estaba asumiendo una posición sobre el río Gallego, desde donde podría unirse al mariscal si Wellington bajaba por el Ebro con fuerza, o podría moverse hacia arriba para encontrarse con el Rey en los Pirineos. Acto seguido, Suchet envió un despacho al ministro de guerra, expresando su intención de enviar su impedimenta a Lérida, y marchar con todas las unidades disponibles a Zaragoza.
Pero la esperanza de que una campaña en el Ebro central solo duraría un día desapareció. El 9 de julio, Suchet recibió un segundo despacho de Clauzel, para decirle que había escuchado que las columnas de Wellington se habían vuelto hacia Pamplona; y que no había una fuerza hostil en la zona de Zaragoza, y él estaba marchando por los Pirineos, por los valles del Roncal y del valle de Salazar. No había esperanzas de una concentración en Zaragoza, y todas las posibilidades de preservar Aragón se habían desvanecido. El mariscal envió órdenes a París, que debía abandonar Zaragoza de inmediato y marchar hacia abajo por el Ebro a Mequinenza para unirse al cuerpo principal, que llegar a esa fortaleza el 12 o el 13 de julio.
Pero París nunca recibió este despacho, porque fue interceptado antes de llegar a Zaragoza. París tenía en total unos 6.000 efectivos (2 BIs del RI-10, 2 BIs del RI-81, 1 BI napolitano, algunas Cías de gendarmes y miqueletes, 3 EHs del RH-12, y varias unidades más), se estaban acercando a él la llamada DI-5 de Duran del Segundo ejército español, que en realidad era una vasta banda guerrillera de más de 5.000 hombres, y Mina con sus 9 BIs navarros y aragoneses y su propia caballería, reforzados por los lanceros de Julián Sánchez. Su cuerpo tenía al menos 9.000 hombres.
Entonces 6.000 soldados franceses no debían temer a 14.000 guerrilleros. Pero Mina no era el tipo de líder que cometiera los fallos habituales de sus menos experimentados compañeros, de dejarse sorprender o ser llevados a la acción cuando no lo deseaban. La larga experiencia lo había convertido en un enemigo formidable. Él mismo se mantuvo al sur del Ebro y consiguió contactar con Durán, mientras destacó a su lugarteniente Chaplangara, con 3 BIs, para amenazar Zaragoza desde la orilla norte. París salió con el grueso de sus fuerzas y presentó batalla a la propia columna de Mina en las alturas de Torrero al suroeste de la ciudad el 9 de julio. Atacó a los navarros después algunos duros combates, recibió la noticia de que en su ausencia el frente sur de Zaragoza estaba siendo atacado por los hombres de Duran, y su suburbio norte por los 3 BIs de Chaplangara.
Eso le obligó a regresar, a reforzar la guarnición inadecuada que había dejado en la ciudad. Era evidente que el enemigo había llegado con una gran fuerza, y que corría cierto riesgo de ser cortado y aislado de su fortaleza.
Habría hecho bien en obedecer las órdenes originales de Suchet del 3 de julio, y haber evacuado Zaragoza en el momento en que los recibió el día 7. Porque Clauzel lo había abandonado marchando hacia el norte desde el Gallego, y le había dicho que partiera sin demora, y cortar el Ebro, si esto sucediera. Obedeciendo sus órdenes con 3 días de retraso, París se marchó a las 21:00 horas del 10 de julio, después de volar el puente de la ciudad para detener a Mina, y dejar una guarnición de 500 hombres en la Aljafería, el antiguo palacio-castillo extramuros. Esto era un sacrificio inútil, ya que era regalar guarniciones aisladas al enemigo.
Las tropas marcharon por Alcubierre y la carretera de Lérida, que París prefería a la carretera de Mequinenza, porque esta última discurría muchos kilómetros a través de la abierta llanada de Santa Lucía, donde la numerosa caballería de Mina tendría ventaja. La columna escoltaba un inmenso tren, y los vehículos de varios miles de afrancesados, muchos de ellos refugiados de Madrid, que se habían acumulado en Zaragoza. Por tanto, su longitud hacía que su progresión fuera lenta.
Al iniciar la marcha de noche y ser perseguido al principio solo por los hombres de Chaplangara, París hizo buen ritmo de marcha durante las primeras 12 horas; pero antes de que terminara el día 11 de julio, lo había alcanzado la caballería de Mina, y se vio obligado a luchar por cada km que ganaba. El convoy cayó en desorden, hubo que clavar 6 cañones y abandonarlos en un paso, y la pérdida de hombres se estaba convirtiendo en un asunto grave.
En Alcubierre, a 50 km de Zaragoza, París se dio cuenta de que continuar su marcha por la carretera de Lérida era un error, porque los destacamentos del enemigo habían conseguido adelantarle y estaban delante de él. Sacrificando toda esperanza de unirse a Suchet, esperó hasta que oscureciese y desvió la columna hacia el norte por la carretera de Huesca y Jaca, que estaba despejada. Marchó toda la noche y llegó a Huesca al mediodía del día siguiente, no muy acosado por los españoles que lo perseguían, pero sembrando el camino con carromatos, coches, refugiados agotados y soldados con dolor de pies.
El 13 de julio, llegó a Jaca y los pasos de los Pirineos mediante otra marcha forzada, habiendo perdido solo 300 hombres, pero todos sus transportes de ruedas y cientos de desafortunados afrancesados. Las tropas saquearon sistemáticamente los vehículos de los fugitivos civiles, e incluso sus personas, toda disciplina se había perdido en la apresurada y desordenada huida. Pero París consiguió poner 4.400 de infantería y 680 caballos a salvo, que era más de que se podía esperar.
En Jaca se enteró de que Clauzel había pasado por allí el día anterior (12 de julio), y había dejado un BI en la fortaleza para reforzar su guarnición, se detuvo para proteger los pasos.
Las tropas de París nunca se reincorporaron a Suchet, una grave pérdida para el mariscal, que mal podría prescindir de 5.000 hombres. Porque después de una larga pausa en Jaca, donde se enfrentaron y contuvieron a los BIs perseguidores de Mina, finalmente se les ordenó descender a Francia. Se unieron al ejército principal y sirvieron el resto de la guerra como una BRI del ala izquierda de Soult.
Mientras Mina vigilaba a París en Jaca, Durán emprendió el asedio del palacio de la Aljafería de Zaragoza, que llevó a cabo de una manera pausada. Porque aunque estaba rodeado el 10 de julio, no comenzó a bombardearlo hasta el 1 de agosto. Las murallas construidas con ladrillos, pronto comenzaron a derrumbarse, y el comandante, el capitán Bouquet, viendo que su guarnición se estaba desmoralizando, tomó la desesperada resolución de hacer explotar el polvorín en lugar de que izar la bandera blanca. La explosión destruyó un bastión, y mató a algunos hombres, con lo cual los supervivientes, a pesar de los esfuerzos de su jefe, se rindieron de forma desordenada e individual el 5 de agosto. El sacrificio de los 500 hombres fue inútil, debido al error de Suchet de guarnecer los puntos estratégicos.
Retirada de Suchet del reino de Valencia
El 12 de julio, el cuerpo principal de Suchet se encontraba cerca de Tortosa, su columna menor (Musnier y Severoli) estaba en Caspe. Estaba esperando impacientemente la llegada de París, pero no pudo recibir noticias de él hasta el 14 de julio, cuando se enteró de la evacuación de Zaragoza, y la retirada de su guarnición, no hacia Mequinenza, según su orden, sino hacia Huesca y los Pirineos.
Al recibir esta decepcionante información, resolvió que debía retirarse a Cataluña, y después de reunir a todas las más pequeñas guarniciones del bajo Ebro, dirigió su marcha sobre Tarragona.
Su propia columna pasó por Tortosa y el col de Balaguer, donde estuvo muy incómodo por el fuego de los buques de guerra británicos cerca de la orilla, mientras que Musnier marchaba por Mequinenza, Lérida y Montblanch. El general Robert fue dejado en Tortosa con 4.800 hombres, Isidore Lamarque en Lérida con 2.000, 1 BI fue dejado en Mequinenza, y 1 Cía en Monzón, y las 2 fortalezas menores frente a Lérida. Hay que tener en cuenta, que había guarniciones en todos esos lugares, y que las tropas que se quedaron atrás fueron en gran parte las que se habían recogido de los puestos más pequeños evacuados en Aragón y Valencia; pero todavía había una deducción importante de unos 3.000 efectivos de la fuerza del ejército de campaña, y nunca más se los volvería a ver.
Suchet había asumido el mando en Cataluña, y la primera orden a Decaen fue que debía reconstituir su ejército de operaciones, y tener de 8.000 a 10.000 hombres dispuestos a unirse a la campaña que sin duda comenzaría cuando Bentinck, Del Parque y Elio hicieron su inevitable aparición en el bajo Ebro. Decaen no veía cómo podría hacerse eso, sin reducir las guarniciones del norte a unos números que los haría peligrosamente débiles, frente a las incursiones de Copons y Eroles, o reduciendo la gran fuerza que se requería para contener la turbulenta ciudad de Barcelona.
Aunque protestando todo el tiempo, sin embargo, consiguió unos 8.000 hombres. Mientras tanto, Suchet inspeccionó primero Tarragona, a la que condenó por estar demasiado ruinosa si se llevaba a cabo un ataque grave. Ordenó que los preparativos fueran hechos para desmantelar y eliminar o destruir todos los cañones sobrantes. Pero se mantendría mientras tanto, hasta que el enemigo comenzara a presionar, ya que se trataba de un medio útil a mitad de camino a Tortosa, que iba a ser sostenido en la fuerza. Luego hizo una visita rápida a Lérida y Monzón, también con fines de inspección del 18 al 23 de julio, mientras su fatigado ejército descansaba en Tarragona. Pero estaba de vuelta en 5 días para estar cuando se produjera la esperada invasión del sur. Que tardaría en llegar.
Bentinck, como se quejó a Wellington, no había reunido ni una cuarta parte del transporte terrestre para que un ejército de 16.000 hombres pudiera emprender una larga campaña.
La retaguardia de Suchet había desaparecido del Júcar el 3 de julio; Bentinck tenía la mejor voluntad del mundo para avanzar, pero no fue hasta el 9 de julio cuando su vanguardia entró en Valencia, 4 días después de la partida de Suchet. La DI de Villacampa del Segundo ejército, llegó el mismo día desde el interior, pero Elio y sus otras DIs aún estaban lejos, y Del Parque apenas se había movido.
Sin embargo, el 13 de julio, cuando Suchet ya estaba más allá del Ebro, Bentinck consiguió que los 2 generales españoles acudieran a su cuartel general, y elaboraron un plan de campaña. A Elio se le iba a encomendar la tarea de sitiar las fortalezas valencianas, con las DIs de Roche, Mijares y Sarsfield. Por lo tanto, no tendría que alejarse mucho de su actual posición, pero su DI-4 de Villacampa, tenía que seguir a los anglo-sicilianos hasta Cataluña.
Del Parque, quien confesó su total incapacidad para avanzar a menos que le dieran comida, le enviaron 100.000 raciones de harina para inducirle a seguir adelante. Los anglo-sicilianos partieron desde Valencia el 16 de julio, justo cuando Suchet entraba en Tarragona. Avanzaron muy despacio por la carretera de la costa hasta Vinaroz, donde llegaron el 20 de julio, estaban a 25 km al sur del Ebro. Allí Bentinck los detuvo, en parte porque Del Parque y Villacampa seguían algunas jornadas de marcha detrás de él, en parte porque estaba ansioso por obtener información más precisa relativa a Suchet, en parte porque no se había mentalizado para realizar un ataque frontal en el Ebro, seguido por el asedio de Tortosa.
El plan más audaz era enviar su ejército a las playas donde Murray había desembarcado en junio, y lanzarse en medio de los franceses realizando un golpe súbito. Había fuertes rumores, aunque eran falsos, de que Suchet estaba a punto de evacuar Cataluña por completo, y que grandes cuerpos de tropas se habían estado moviendo hacia los Pirineos.
Bentinck, creyendo erróneamente que Suchet estaba dispuesto a abandonar Cataluña, y cedería ante la presión, optó por el más ambicioso plan se embarcaría y atacaría Tarragona.
Como se le informó erróneamente, esa fortaleza ya estaba evacuada, atacaría también Barcelona. Mientras tanto Del Parque debería subir y asediar Tortosa, y Copons debería descender de sus montañas y unirse al desembarco de fuerzas en el campo de Tarragona. Lo que no sabía Bentinck era que Suchet tenía 15.000 de sus propios hombres cerca de Tarragona, bastante dispuesto a luchar y debía unirse Decaen con 10.000 más. Era imprudente enfrentarse al mariscal solo con los 16.000 anglo-sicilianos de cinco nacionalidades, incluyendo solo 5.000 soldados británicos.