Guerras Napoleónicas Guerra de la Independencia (1813). Expulsión de los franceses Asalto de San Sebastián (31 de agosto de 1813)

30 de agosto de 1813. Preparación del asalto

A las 7 de la mañana, Wellington, acompañado de los generales Graham, Dickson, Leith y el coronel Fletcher, inspeccionaron todo el terreno desde la batería Nº 5 del alto de San Bartolomé. Después de ver el estado de las defensas y consultar las mareas, decidieron fijar la hora del asalto para las 11:00 horas del 31 de agosto.

La artillería aliada siguió machacando las murallas de San Sebastián. A pesar de encontrarse estas totalmente destruidas en los puntos elegidos para abrir brechas, se siguió intentando rebajar la altura de esas entradas. El estado de las defensas de la ciudad y la actividad de las baterías era el siguiente:

  • Se siguió bombardeando la brecha por la mañana desde la derecha del río Urumea. Cuando parecieron a los mandos totalmente practicables, todas las piezas se dirigieron contra las defensas en general aunque principalmente contra las baterías del castillo en general y la batería del Mirador en particular.
  • El parapeto montado en el flanco de la brecha por los franceses ha sido totalmente demolido.
  • El flanco del reducto Imperial y el caballero del mismo habían sufrido mucho.
  • Las baterías Nº 6 con 3×24 cañones y la Nº 7 con otros 3×14, siguieron disparando contra la cara exterior del bastión de Santiago y contra la cortina alta del frente de tierra. Todos estos objetivos ya eran practicables a mitad de la jornada. Habían quedado destruidos y sus ruinas unidas al resto de brechas, que formaban en conjunto una brecha gigante, con una longitud de 500 metros.
  • La Bía Nº 6 con 3×18 cañones, se empleó todo el día en mejorar la brecha lograda en el bastión de Santiago.
  • Otros 3 cañones posicionados también en el Alto de San Bartolomé se encargaron de destruir las empalizadas montadas en lo alto de las murallas, intentando cerrar el acceso a las mismas desde las brechas.
  • Fue completada la batería Nº 10 en la isla de Santa Clara, y armada con 1×24 cañón y 1×8 obús.

A consecuencia de los disparos de artillería, a las 9:30 de la mañana apareció un pequeño incendio entre los escombros de las casas destruidas, tras la brecha principal. Era un hecho inquietante que traía malos recuerdos a los soldados. Se acordaban de cómo se retrasó el primer ataque por culpa de un hecho similar. Afortunadamente fue rápidamente controlado.

Un hecho curioso era como se comunicaban las baterías de un lado y del otro del río. No existía puente alguno que uniera las dos riberas. Los correos tenían que cruzar el río a nado, con los mensajes en la boca. El Tcol Fraser dice que él tenía la costumbre de recompensarles con 10 dólares. Este gesto ocasionó que nunca le faltasen voluntarios para realizar esa fatigosa y arriesgada misión.

A primera hora de la mañana el coronel de Lancey se encontraba en Oyarzun a la cabeza de los voluntarios reclutados entre las otras divisiones por orden de Wellington. A raíz del fracasado ataque del 25 de julio, se perdió la confianza en la valentía de los hombres de la DI-5. Por ese motivo ordeno la formación de un grupo de voluntarios entre las otras unidades para enseñarles cómo se atacaba una brecha. Esa acción creó un gran malestar entre los hombres de la DI-5, que eran injustamente acusados de cobardía.

Desde las primeras horas de la noche, se trabajó frenéticamente en la excavación de 3 nuevas minas, que partían desde las trincheras más adelantadas, por delante de la batería Nº 7. Estas se extendían de manera perpendicular a la línea de la pared del muro de mar, que existía frente al hornabeque de San Carlos. La primera llegaba hasta esa pared, la segunda a 7,5 metros de esta y la tercera a 12 metros. Las tres estaban a unos 2,5 metros de profundidad y fueron cargadas con 540 libras de pólvora cada una.

Nuevamente, fue visto Wellington a las 15:00 horas inspeccionando las brechas. Estaba en la batería de cañones más cercana al puente quemado, a la derecha del Urumea, desde la que puede observar las defensas francesas. Finalmente se decidió la hora del ataque definitivo para las 11:00 de la mañana del día siguiente.

Entre los mandos se extendió la noticia de que el Mariscal Soult iba a atacar desde sus posiciones en Francia para liberar las 2 plazas asediadas que aún permanecían en sus manos, San Sebastián y Pamplona. Esa información causó una cierta inquietud entre los oficiales. Todo el frente se iba a ver inmerso en un combate generalizado. Wellington abandonó el asedio para ocuparse personalmente de la defensa de toda la zona fronteriza.

El Tcol Fraser desde su posición en las baterías del Chofre escudriñaba con sus prismáticos el castillo y las baterías del monte Urgull. Vio que la batería del Mirador sufría un incendio. También se fijó en otros restos, antes desafiantes, que ya no eran más que un montón de ruinas. Eran las letras del mensaje que realizó el teniente de ingenieros francés, Albert Goblet, el día del cumpleaños del Emperador. Ya no eran más que unos espectrales restos. A las 016:45 horas, se escucharon 5 fuertes explosiones dentro de la ciudad. Una de ellas cerca de la iglesia de San Vicente, habilitada como hospital.

La noche entre el 30 y el 31 se realizó una nueva gesta, esta vez a cargo del comandante Snodgrass. Este oficial, al mando de una columna de tropas portuguesas, era consciente de la importancia que tenía encontrar un nuevo vado por el que podría abrir un nuevo camino de ataque con sus tropas, desde el otro lado del río. El hecho de que solamente se contara con una vía de ataque era muy peligroso tácticamente. Se sabía que existía esa posibilidad desde que lo cruzara el capitán de artillería MacDonald, pero el lugar por donde había vadeado anteriormente el río, ya no servía. Tenía la convicción de que existía un paso más cercano que le facilitaría el acceso a la brecha más cercana al baluarte de San Telmo.

Se pasó toda la noche metido en el agua hasta la cintura aprovechando la marea baja, hasta comprobar que era vadeable justo enfrente de la brecha menor. Cruzó completamente y no contento con eso, trepó a lo alto de la brecha y estuvo observando el interior de la ciudad desde lo alto de la brecha amparado por la oscuridad de la noche.

Las tropas francesas estaban dispuestas en sus posiciones. Uno de los factores de los éxitos defensivos franceses, radicaba en que las unidades no eran cambiadas de posición. Cada unidad se hacía cargo de la defensa de un punto concreto, y gracias a la experiencia que otorga el tiempo empleado en sus defensas, esta se hacía más efectiva. También se manejan otros factores, de tipo emocional y psicológico, como era el orgullo y honor como unidad colectiva e incluso a nivel personal, en mantener la posición firme ante el resto de tropas.

Rey disponía de 2.004 efectivos en las posiciones y las unidades, enumeradas en el despacho de Rey del 25 de agosto, eran las siguientes:

  • El BI-34 protegía el puerto, el camino de ronda, el caballero, y la muralla hasta la puerta de tierra.
  • A la derecha de la gran brecha, y en la cortina de la izquierda, se sitúan las Cías de granaderos del RI-22 y del RI-62.
  • El bastión de Santiago, está defendido por 1 Cía del RI-22; y a la izquierda de la gran brecha, se situaron los voltigeurs del RI-22.
  • A la derecha de la segunda brecha, se situó 1 Cía de cazadores de montaña; 175 hombres del RI-62 protegían la retaguardia de la brecha y del bastión de San Telmo.
  • 100 hombres del RI-1 y 60 del RI-119 estaban apostados detrás de las barricadas de la línea de brechas.
  • 40 hombres del RI-1 estaban encargados de la protección del castillo y de los prisioneros.
  • En el castillo se sitúan 270 hombres del RI-1, además de soldados aislados.
  • Las puertas estaban protegidas por 220 hombres del RI-62, y por otros 60 del RI-119.

La reserva está compuesta por 2 Cías de cazadores de montaña, con unos de 116 efectivos, de 85 zapadores y 85 picadores. Esta reserva deberá proporcionar un puesto para defender la trinchera de la rampa del Mirador, y reforzar también la guarnición del castillo si fuera necesario.

Cada hombre se debía mantener a cubierto hasta el último momento, para evitar más pérdidas de vidas, pero cada uno conocía su puesto y su deber preciso. Los soldados de las compañías de élite, tenían 3 mosquetes cada uno.

En cuanto a la artillería, esta se organiza de manera similar a la utilizada durante el primer ataque, mandada por el comandante Brion, se trataron de mantener ocultas para ser empleadas en el último momento. Las piezas camufladas en el hornabeque, 1×12 y 1×8, estaban a cargo del teniente Gorse. En la parte superior del reducto Imperial 2 piezas que aún permanecían operativas. Se emplazaron otras 2 piezas de campaña para flanquear las cortinas. Una 1×16 en el baluarte de San Telmo, la 1×12 escondida en el baluarte de Santiago. Las únicas piezas con las que no se disponía en comparación al primer ataque, eran las situadas en las torres de Hornos y de Amézqueta, que habían quedado destruidas.

Rey esperaba conseguir mucho más provecho de un sistema de minas que había ideado, y que no había escapado a la atención de los ingenieros británicos. Una mina muy grande fue situada bajo las ruinas de la torre de Hornos, en medio de la gran brecha, que contenía nada menos que 12 quintales de pólvora, y tenía la intención de explotar al paso de la columna asaltante, cuando hubiera alcanzado su objetivo. Dos más pequeñas habían sido colocados bajo el malecón en el lado del hornabeque, y había varias otras bajo la defensa periférica, que los ingenieros de los sitiados pretendían explotar si fueran forzadas.

31 de agosto. Asalto final

Entre las 08:00 y las 10:00 horas

El Tcol Fraser se quejaba desde su batería por la escasa visibilidad que tenían los objetivos asignados en una jornada tan importante. No había viento que se llevase el humo. Para mayor dificultad el amanecer era brumoso. Entre las 08:00 y 09:00 horas de la mañana, los objetivos empezaron a ser más visibles. A partir de ese momento todos los cañones dispararon sin cesar hasta que comenzó al asalto.

La batería más adelantada no paró de disparar con sus 3×24 cañones al mando del capitán Power. Su cuarta pieza había sido desmontada por un impacto francés.

Durante estas primeras horas de la mañana llegaron numerosos curiosos. Los capitanes Collier y Bloye, de la escuadra de bloqueo y saludaron al Tcol Fraser. Se situaron en su batería para presenciar desde primera línea el discurrir de los acontecimientos. La colaboración de su escuadra era muy importante. Esta tenía que simular un desembarco en la parte trasera del monte Urgull para que los defensores dividieran sus efectivos.

Las trincheras ya estaban ocupadas por una masa humana de color rojo por sus uniformes. El recién llegado general James Leith, al mando de la DI-5, era el encargado de llevar el asalto personalmente, apoyado por el general Oswald, que había mandado la DI-5 interinamente. Una de sus primeras medidas adoptadas afectaba a la brigada de voluntarios organizada por Wellington, que fue relegada a permanecer en las trincheras, hostigando con sus fusiles a los defensores, y a labores de apoyo muy a pesar de sus protestas. Leith se encontraba muy dolido por la acusación de cobardía vertida sobre su DI-5.

Las unidades que componen el ataque sumaban unos 3.000 efectivos, y eran:

  • BRI-I/5 de Robinson con 1.000 efectivos (BI-I/4, BI-II/47 y BI-II/59), con un destacamento de zapadores a las órdenes del capitán Rhodes, en 2 columnas:
    • La columna derecha debía asaltar la vieja brecha entre las torres de Hornos y Amézqueta, estaba compuesta por el BI-II/47 y el BI-II/59, en esta columna irían la forlorn hope, los destacamentos de artilleros y zapadores.
    • La columna izquierda iba a asaltar la brecha en el bastión de Santiago. Estaba compuesta del BI-4 y su misión sería conquistar el paso de ronda de la cortina más alta del frente de tierra, para desde allí avanzar hacia la ciudad y atacar por retaguardia a las defensas francesas organizadas tras las brechas.
  • Columna portuguesa al otro lado del río Urumea, al mando del mayor Snodgrass, con 600 efectivos (RI-13 de Peniche y RI-24 de Bragança) de la BRI-II/P de Bradford. Cruzaría el río Urumea y atacaría la brecha secundaria para distraer parte de las fuerzas francesas.
  • Reserva
    • BRI de 750 voluntarios (150 de la DIL bajo el Tcol Hunt del RI-52, 200 de la DI-1 de Guardias bajo el Tcol Cooke, 200 de la KGL bajo el mayor Robertson, y 200 de la DI-4 bajo el mayor Rose).
    • BRI-III/5 portuguesa de Spry (RI-3 de Olivença, RI-15 de Olivença, BIL-VIII de cazadores; y el BIL-V de cazadores de la BRI-II/P de Bradford).
    • BRI-II/5 de Hay con unos 1.000 efectivos (BI-III/1 Royal Scots, BI-I/9 East Norfolk, y BI-I/38 Staffordshire). Estaría en apoyo.
https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-hornabeque-de-san-carlos-el-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-1024x626.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-hornabeque-de-san-carlos-el-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-300x183.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-hornabeque-de-san-carlos-el-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-768x470.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-hornabeque-de-san-carlos-el-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-1536x939.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-hornabeque-de-san-carlos-el-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-100x61.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-hornabeque-de-san-carlos-el-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal.png 1953w
Asalto de San Sebastián (31 de agosto de 1813). Vista del hornabeque de San Carlos, el baluarte de Santiago y la brecha principal.

10:15 horas

Desde una altura situada a la izquierda de la batería de obuses se situó el teniente-general Graham con su Estado Mayor para seguir el asalto.

En ese momento llegaba una nota traída por un nadador desde el otro lado del río a la batería de Fraser. Por indicación de Richard Fletcher se ordenaba que 7 cañones abrieran fuego contra los restos de la torre de Amézqueta. En su parte superior se había localizado un grupo de franceses trabajando frenéticamente, este grupo no era visible desde las baterías de la derecha del río Urumea.

Una buena noticia era que los franceses aún no habían disparado con sus cañones; pero fue rápidamente empañada cuando llegó la noticia, gracias a dos ayudantes de campo, de que en la frontera con Francia, Soult había iniciado una ofensiva para liberar la ciudad del asedio y había cruzado el río Bidasoa.

La primera posición de las trincheras estaba ocupado por el grupo de asalto compuesto por entre 30 o 40 voluntarios. Era la conocida forlorn hope al mando del joven teniente Francis Maguire, del BI-I/4, que ese día cumplía 21 años. Ese oficial era claramente consciente que se había presentado voluntario para una misión casi suicida.

10:55 horas

La forlorn hope inició el avance en cabeza. Recorrieron el espacio que les separa de la brecha, agitando un gran anticuado sombrero bicornio con penacho, que había elegido en lugar del shako, para hacerse más fácilmente reconocible. Los franceses al verlos, abandonaron sus refugios donde habían estado al acecho durante los últimos 3 horas, y corrieron a ocupar sus puestos designados, abriendo un fuego mortal, el teniente Maguire fue mortalmente herido por disparos franceses, y el resto de atacantes continuaron por la brecha, siendo abatidos la mayoría.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--la-forlorn-hope-mandada-por-el-teniente-francis-maguire-1024x602.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--la-forlorn-hope-mandada-por-el-teniente-francis-maguire-300x176.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--la-forlorn-hope-mandada-por-el-teniente-francis-maguire-768x451.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--la-forlorn-hope-mandada-por-el-teniente-francis-maguire-1536x902.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--la-forlorn-hope-mandada-por-el-teniente-francis-maguire-100x59.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--la-forlorn-hope-mandada-por-el-teniente-francis-maguire.png 1990w
Asalto de San Sebastián (31 de agosto de 1813). La forlorn hope mandada por el teniente Francis Maguire, que fue mortalmente herido al alcanzar la brecha. Al fondo las compañías ligeras. Autor John Douglas. Editado por Stanley Monick.

Nada más iniciarse el ataque, un sargento con 12 hombres salieron corriendo hacia el camino cubierto, justo delante de la pared del hornabeque. Su misión era muy arriesgada. Tenían que sorprender a la guarnición francesa antes de que dieran fuego a la mecha preparada para detonar una mina. Pero los defensores fueron más rápidos y el artefacto explotó antes de ser neutralizado. Las 800 libras de pólvora con que se había armado, destrozaron completamente al grupo del sargento. Todos perdieron la vida. Una parte del muro del mar también salió despedido, aplastando a otros 30 británicos. Afortunadamente los ingleses aún no habían organizado el ataque con una formación cerrada. Si la explosión hubiese sucedido unos minutos más tarde, la mortandad habría sido enorme.

En el castillo ondeaba la bandera francesa, pero justo al comenzar el ataque, como si de un vaticinio se tratase, un proyectil destrozó su mástil cayendo al suelo.

El general Leith, por recomendación de Richard Fletcher, se situó en el arenal de la derecha del Urumea, en su parte más cercana a las trincheras y el hornabeque de San Carlos. Era una buena posición para coordinar el envío de columnas de refuerzo al ataque, pero muy expuesto al fuego del enemigo.

Los defensores franceses del RI-62, parapetados en las fortificaciones más adelantadas, causaron grandes estragos con su eficaz fuego de fusilería. Estaban perfectamente dirigidos por el capitán Blot. En el bastión de Santiago apareció la pieza que estaba camuflada, y que había costado grandes esfuerzos trasladarla a escondidas desde el bastión de San Felipe. Era manejada por una dotación dirigida por el capitán de artillería Gorse. Ese cañón causó gran número de bajas entre las filas inglesas hasta que toda su dotación quedó fuera de combate y su capitán herido grave.

El fuego de las defensas hacía que las columnas atacantes avanzasen pegadas a los muros de las fortificaciones. Ese es el motivo por el cual la mina francesa que explotó causó bajas en la columna británica.

Desde la batería de la derecha del Urumea, el general Graham observaba el sangriento espectáculo.

La brecha era difícil de escalar, no había escombros, pero solo grandes bloques de piedra y hormigón en su cara. Las columnas asaltantes alcanzaron su borde en varios lugares después de trepar con mucho esfuerzo y cuando llegaron a la cima, se encontraban con un desnivel de más de 5 metros, estando sometidos a un fuerte fuego de mosquetería francesa. Las primeras filas se detuvieron y fueron inmediatamente abatidas, oficial tras oficial subía con sus hombres para tener que retroceder por el fuego francés. Un oficial imprudente saltó y se rompió el cuello, aunque no fue alcanzado por ninguna bala. Durante media hora, los incesantes intentos fueron hechos por oleadas sucesivas de asaltos sin efecto. El fuego certero y concentrado de las tropas de élite francesas, causaron una formidable matanza entre las rojas filas inglesas.

Una de las medidas defensivas adoptadas por Rey era la formación de una compañía que acudiría a los puntos que comenzasen a mostrar signos de debilitamiento. De esta unidad, compuesta por 80 hombres de élite, se encargó el teniente de ingenieros Goblet. A lo largo del ataque tendría que acudir a varios puntos desde el inicio de las operaciones, luchando incluso cuerpo a cuerpo.

11:15 horas

Llegó una carta desde las posiciones del istmo a las de la derecha del Urumea, llevada a nado por el soldado O’Neill, del RI-4. En ella se aconsejaba, si era posible, prescindir de la utilización de la BRI-II/P de Bradford. Wellington prefería reservarla ante el cariz de los acontecimientos que se estaban desarrollando en la frontera.

11:30 horas

Fraser indica que los cañones de la batería del Mirador abrieron fuego por primera vez contra las columnas atacantes. Su efecto fue terrible porque enfilaban toda la longitud de la columna inglesa.

11:35 horas

El fuego de fusilería francés se intensificó. Las columnas atacantes vacilaron, llegando incluso a pararse en medio del recorrido. Desde las baterías se escuchaban claramente los toques de corneta ordenando avance.

Los portugueses todos voluntarios estaban formados en dos columnas y avanzaron:

  • La columna derecha con 300 del BI-I/13/P, al mando del mayor Snodgrass, el descubridor del vado, atacaría una pequeña brecha situada a la derecha.
  • La columna izquierda formada por 300 hombres en 6 Cías del RI-24/P al mando del mayor MacBean, atacaría una brecha situada a la derecha de la gran brecha.

Iniciaron su avance, a marcha ligera, por las arenas del Chofre. Tenían unos 900 metros que recorrer, los primeros 700 a través de las rocas y charcos de las planicies de marea, los 200 últimos por las aguas poco profundas de la ría del Urumea con un metro de profundidad. Se dispusieron a cruzar el río, con el agua por encima de sus cinturas, marchaban en perfecto orden, conservándolo en todo momento. Los 600 portugueses, con sus oscuros uniformes, rápidamente se convirtieron en objetivo del fuego francés. Un mortífero fuego cayó sobre ellos desde la batería del Mirador, al que se sumó el de una pieza situada en el baluarte de San Telmo. Solo tuvieron tiempo para realizar dos salvas durante el cruce, sin embargo, fueron suficientemente mortales, alcanzando la columna de Snodgrass e hiriendo a 14 hombres. Unos 50 portugueses regresaron del medio del río transportando a los heridos por metralla.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-1024x529.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-300x155.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-768x397.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-1536x793.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal-100x52.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--vista-del-baluarte-de-santiago-y-la-brecha-principal.png 1917w
Asalto de San Sebastián (31 de agosto de 1813). Vista del baluarte de Santiago y la brecha principal.

11:45 horas

Todos los portugueses estaban cruzando las aguas poco profundas, el RI-13/P fue directamente hacia la brecha menor, la mayor parte del RI-24/P se vio envuelto en el ataque bajo la torre de Amézqueta, incorporándose a la derecha de la BRI-I/5 de Robinson. La gente de Snodgrass no pudieron pasar la brecha menor en su primer intento, pero se establecieron en ella, y como habían previsto, se encontraron con el muro francés de segunda línea, que no podían flanquear. Las columnas lusas intentaron dos veces forzar la entrada en la ciudad, una hacia el flanco izquierdo, la otra al lado derecho, pero en ambas ocasiones fueron rechazadas con fuertes pérdidas. Habían cumplido con su objetivo, consiguieron revelar la situación de los cañones y distraer fuerzas de la brecha principal.

Nadie había podido pasar aún de las brechas. El ataque aliado se encontraba totalmente bloqueado.

Desde las trincheras el general James Leith ordenó que saliera la primera oleada de refuerzos. Ante las dificultades que encontraban estos para salir de las trincheras, el general mandó a uno de sus ayudantes con la misión de despejar esas salidas de cadáveres y moribundos que las entorpecían, y estaban creando un atasco. Los franceses estaban disparando certeramente desde que las tropas aparecían hasta la llegada a las brechas. Todo el suelo estaba lleno de cuerpos tirados, unos inertes, otros retorciéndose de dolor.

El Tcol Richard Fletcher, que estaba cerca del general, fue herido mortalmente cuando una bala de mosquete le atravesó el corazón.

La situación en las brechas era dramática. Los aliados no podían bajar desde la parte superior de las brechas, ya que a menos de 40 metros de distancia los fusileros franceses abatían a cualquiera que lo intentase. Había algunos restos de las casas adosadas a la muralla y que estaban derruidas, que podrían servir como ayuda para descender, pero todos los que lo intentaron sucumbieron.

Estaba claro que un ataque frontal era imposible. Se buscó avanzar de flanco, subiendo hasta la parte superior de la muralla situada en el lado izquierdo de la brecha. Los franceses habían situado en el camino de ronda de la misma, barreras cada pocos metros, que solamente dejaban pasar un soldado al mismo tiempo. Estaban defendidas por la élite francesa, los granaderos, quienes protegidos tras esas barricadas daban buena cuenta de todos los británicos que intentaban abrir ese nuevo paso.

La primera de las traviesas, sobre la gran cortina del frente de tierra de la ciudad, estaba defendida por los granaderos del RI-1 y del RI-22; que a menos de 15 metros de la primera línea aliada, fusilaban sin piedad a todos los que salían de la escasa protección que les proporcionaban los restos de las fortificaciones, destruidas por el fuego artillero, e intentaban ascender a su camino de ronda.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--recreacion-1024x592.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--recreacion-300x174.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--recreacion-768x444.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--recreacion-1536x888.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--recreacion-100x58.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--recreacion.png 1964w
Asalto de San Sebastián del 31 de agosto de 1813. Recreación de Jordi Bru.

12:00 horas

El fuego francés se intensifica en todos los puntos.

Las brechas seguían llenas de hombres que no podían pasar. Entre los mandos que presenciaban todo desde las baterías de la derecha, empezaba a preocupar la posibilidad de que estuvieran minadas. Una explosión en este momento acabaría con la mitad de los efectivos atacantes.

Los supervivientes de la BRI-I/5 de Robinson y los voluntarios habían sido obligados a refugiarse entre las piedras de la pendiente de brecha, donde estaban a salvo del fuego desde adentro, pero no de la de los hombres en las barricas de sus flancos, y en el flanco este del hornabeque, que enfilaba todo el lado izquierdo de la brecha. Se había adjuntado un grupo de zapadores a la columna, con órdenes de levantar un alojamiento bajo la cara de la brecha. Pero encontraron era imposible, ya que no tenían tierra ni piedras pequeñas para construir, sino solo grandes bloques de piedra u hormigón roto.

12:10 horas

La batería del Mirador rara vez realizaba fuego. Esta inactividad también se apreciaba en el baluarte de San Telmo.

12:15 horas

Todos los efectivos atacantes se concentraron en la zona de brechas. El resto de las murallas había quedado vacío de atacantes. Las posiciones en las brechas parecía que ya estaban aseguradas. Seguía el temor, aumentado por la acumulación de hombres, sobre la existencia de una mina preparada para explotar bajo las brechas.

Se habían producido dos fuertes explosiones a lo largo de la cortina. Desde las baterías se creía que pueden ser minas explosionadas por los franceses. La nube de escombros que habían levantado, había superado la parte más alta de la muralla. De todas maneras el humo impedía una buena visión desde el otro lado del río Urumea.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--orlando-birdgeman-ordenando-al-asistente-de-cirujano-bacot-que-ayude-a-sus-companeros-herido-1024x657.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--orlando-birdgeman-ordenando-al-asistente-de-cirujano-bacot-que-ayude-a-sus-companeros-herido-300x192.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--orlando-birdgeman-ordenando-al-asistente-de-cirujano-bacot-que-ayude-a-sus-companeros-herido-768x493.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--orlando-birdgeman-ordenando-al-asistente-de-cirujano-bacot-que-ayude-a-sus-companeros-herido-1536x985.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--orlando-birdgeman-ordenando-al-asistente-de-cirujano-bacot-que-ayude-a-sus-companeros-herido-100x64.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--orlando-birdgeman-ordenando-al-asistente-de-cirujano-bacot-que-ayude-a-sus-companeros-herido.png 1916w
Asalto de San Sebastian (31 de agosto de 1813). Orlando Birdgeman ordenando al asistente de cirujano Bacot que ayude a sus compañeros heridos, los oficiales Thomas Chaplin y el Alférez Burrard. Al fondo se puede ver a los portugueses cruzando el Urumea y los buques británicos haciendo fuego. Autor Mark Churms.

12:25 horas

La tercera oleada de refuerzos salió desde las trincheras.

12:30 horas

Todos los atacantes seguían bloqueados en sus posiciones. Hubo varios intentos de acceder a la parte superior de la cortina, pero ninguno fructificó a consecuencia del fuego francés y de las bayonetas de sus granaderos.

La brecha parecía fácil de subir desde la distancia, se lamentaba Gleig. En su trabajo nos describe como era el montón de escombros y la muralla que los atacantes tenían que subir.

Si esa situación se prolongaba durante más tiempo el asalto estaba irremediablemente condenado al fracaso. Henegan, como ayudante del estado mayor, se encontraba presente en la batería desde la que el general Graham presenciaba la matanza. En ese momento se produjo un hecho que cambiaría el curso del asalto. La idea era disparar por encima de las cabezas de sus hombres, sugerida por el coronel Dickson.

Las baterías comenzaron a lanzar sus proyectiles contra la línea defensiva francesa, situada tras las brechas. 47 cañones comenzaron a bombardear el nuevo objetivo. En un primer momento, el pánico se adueñó de los soldados atacantes, que no podían creer que sus compañeros estuvieran disparando sobre ellos. Un nutrido grupo logró improvisar un refugio ya dentro de las murallas. Se trataba de soldados de la DIL, que pudieron organizarse gracias a las órdenes del coronel Hunt, que se encontraba al mando de esos voluntarios.

Algunos de los franceses que defendían esas posiciones se retiraron momentáneamente. Los proyectiles y bombas que explotaban en esos puestos hacían imposible su defensa. La intensidad de fuego de fusilería de los defensores se vio muy reducida.

Gracias a ese detalle los aliados lograron establecer el primer alojamiento en la brecha. Unos autores dicen que los hombres del coronel Hunt, fueron los primeros, mientras que otros afirman que el primer alojamiento fue logrado por los portugueses del BIL-XV de cazadores, al mando del coronel Luis do Regoa Barreto.

La habilidad que los artilleros habían logrado desarrollar tras tantos días de continuos bombardeos se vio recompensada en ese momento. La efectividad de los disparos fue enorme. Los disparos cogían de enfilada toda la parte superior de la cortina del frente de tierra. La barricada que imposibilitaba el avance de los británicos fue rápidamente desmantelada, perdiendo la vida varios de sus granaderos defensores. A pesar de la peligrosidad muchos franceses optaron por continuar en sus puestos.

Todas las baterías de las dunas del Chofre disparaban. Incluso la batería más adelantada, la Nº 7, abrió fuego con sus 3 piezas útiles. Esa posición artillera se centró sobre todo en la zona en ruinas del bastión de Santiago. Muchos defensores salieron corriendo de sus posiciones, y fueron alcanzados por el fuego de los fusileros apostados en las trincheras más adelantadas.

Desde el caballero del reducto Imperial se abrió fuego por primera vez con sus cañones en este momento. Gracias a esa andanada, lograron limpiar el foso existente delante de la cortina del frente de tierra de británicos que se habían adelantado.

En ese momento se inició el simulacro de desembarco en la cara norte del monte Urgull. Los barcos comenzaron a arriar sus botes.

12:40 horas

Desde las baterías de las dunas, parece que se vio a algunos hombres logrando entrar en la ciudad por la brecha principal. Parecía que lo iban a conseguir. Se vio a soldados británicos agitando sus sombreros desde lo alto de la plataforma de la cortina del frente de tierra.
Salió un cuarto refuerzo desde las trincheras.

12:45 horas

Habían pasado 5 minutos desde la primera impresión que indicaba que estaban entrando los atacantes en la ciudad, pero al parecer no era así. Lo mismo ocurría en la plataforma del hornabeque de San Carlos. Desde las baterías no se divisaba ninguna casaca roja en esa posición.

Los soldados estuvieron manteniendo sus posiciones en las brechas, expuestos al fuego enemigo, durante casi una hora. Las escenas que tenían que ver sus ojos en esas posiciones tan peligrosas debían de ser espantosas.

El ruido de los disparos de la fusilería era intenso, aunque era cortado de vez en cuando, por un breve período de calma.

La torre de Amézqueta, en medio de las brechas, seguía en poder de un pequeño grupo de franceses. Desde esa posición, aún algo más elevada que las demás partes de las brechas, castigaban con fuego de fusilería a los atacantes.

12:55 horas

El baluarte del Mirador disparó una salva contra los atacantes de manera muy efectiva. Lo mismo se hace desde el caballero del baluarte Imperial.
La parte superior de la cortina principal del frente de tierra seguía ocupada por las tropas francesas.

13:00 horas

Salió el quinto refuerzo de tropas desde las trincheras.

La orden del general Graham era la de hacer el máximo esfuerzo con esa nueva oleada de atacantes. La parte alta de la cortina del frente de tierra, hasta entonces defendida con gran vigor por las tropas de élite francesas estaba recibiendo un duro castigo artillero. Había que aprovechar esa ligera ventaja.

En ese quinto refuerzo entraron en acción el BI-III/1 Royal Scotts bajo el Tcol James Stevenson Barnes, apoyados por el BI-I/38 Staffordshire bajo el Tcol Edward Miles, que resultaría herido en el ataque. Todo el contingente estaba mandado por el coronel Greville, del RI-38.

El general James Leith, para aumentar la moral de sus hombres, decidió acudir a la brecha, llegando hasta los hombres que trataban de subirla, explotó una granada cerca de él que lo hirió mortalmente, su ayudante el capitán John Murray Belshes ayudado por dos soldados lo evacuó a retaguardia. El mando de la DI-5 pasó a manos del general Oswald, que lo había ostentado interinamente. Rápidamente este también resultó herido, asumiendo el mando el general Hay.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--el-general-james-leith-jefe-de-la-di-5-es-herido-1024x643.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--el-general-james-leith-jefe-de-la-di-5-es-herido-300x188.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--el-general-james-leith-jefe-de-la-di-5-es-herido-768x482.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--el-general-james-leith-jefe-de-la-di-5-es-herido-1536x965.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--el-general-james-leith-jefe-de-la-di-5-es-herido-100x63.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--el-general-james-leith-jefe-de-la-di-5-es-herido.png 1946w
Asalto de San Sebastián (31 de agosto de 1813). El general James Leith jefe de la DI-5, es herido, siendo evacuado por su ayudante el capitán John Murray Belshes ayudado por dos soldados. A la izquierda la explosión de una mina. Autor William Heath.

Hacia la derecha de las brechas empezaba a producirse alguna pequeña incursión de los atacantes. Desde las baterías se vio a un soldado del RI-1 de Guardias correr hacia el parapeto francés. Algo más tarde se divisó a un sargento portugués y varios soldados de la misma nacionalidad, que parecía que estaban entrando por la brecha más cercana al monte.

13:10 horas

El parapeto que montaron los franceses encima de la cortina del frente de tierra, originariamente de unos 3 metros de altura, había aguantado hasta ese momento todos los ataques. A esa hora, sufrió dos impactos directos de la artillería aliada. Sus defensores comenzaron a retirarse, a excepción de un oficial y dos soldados, que, finalmente, también optaron por retroceder.

13:15 horas

Los franceses aún mantenían el control sobre el paseo superior de la cortina, entre el baluarte de Santiago y el baluarte Imperial. A lo largo de toda la línea defensiva francesa, los franceses habían situado a intervalos regulares tras las barricadas, pequeños depósitos de municiones, con los que se buscaba un suministro inmediato a las posiciones más adelantadas. En ellos había granadas, pólvora, cartuchería de fusiles, etc.

Justo en ese momento, seguramente como consecuencia del impacto de un proyectil, estalló uno de esos depósitos, situado en lo alto de la cortina del frente de tierra, y por simpatía los más cercanos. Aunque también hay teorías, bastante menos fiables, a favor de que la causa de la detonación fuera un sabotaje, o una simple explosión accidental.

La explosión se produjo casi al mismo tiempo en que la quinta oleada de ataque estaba coronando la cima de la brecha. A excepción del Tcol Fraser, que no menciona este acontecimiento tan decisivo en sus memorias, el resto de autores sí lo hacen, la mayoría de las veces, con gran profusión de detalles.

Lo cierto es que unos 300 granaderos franceses, casi todos del RI-1 y RI-22, quedaron fuera de combate en un instante, 70 fueron muertos, y el resto heridos, o conmocionados, lo mismo que el resto de sus compañeros también aturdidos por la explosión y sus consecuencias. Tras la enorme detonación, siguió un sepulcral silencio, todo él envuelto en una espesa nube de polvo y humo que lo cubría todo. El comandante Cremaille junto a otros 5 oficiales, perecieron abrasados o resultaron gravemente heridos.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--momento-en-que-explosiona-un-almacen-de-explosivos-frances-detras-de-la-gran-brecha-1024x693.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--momento-en-que-explosiona-un-almacen-de-explosivos-frances-detras-de-la-gran-brecha-300x203.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--momento-en-que-explosiona-un-almacen-de-explosivos-frances-detras-de-la-gran-brecha-768x520.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--momento-en-que-explosiona-un-almacen-de-explosivos-frances-detras-de-la-gran-brecha-1536x1040.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--momento-en-que-explosiona-un-almacen-de-explosivos-frances-detras-de-la-gran-brecha-100x68.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-31-de-agosto-de-1813--momento-en-que-explosiona-un-almacen-de-explosivos-frances-detras-de-la-gran-brecha.png 1950w
Asalto de San Sebastián (31 de agosto de 1813). Momento en que explosiona un almacén de explosivos francés detrás de la gran brecha. Litografía de J.C. Stadler sobre el dibujo de W. Heath de 1818.

El silencio fue rápidamente roto por los gritos de los soldados aliados, que viendo la primera oportunidad real de forzar la entrada, y tras más de dos horas de infructuosos combate, locos de ira y rabia se lanzaron contra las posiciones francesas.

Los aliados lograron apoderarse gracias a la confusión, de las barricadas que estaban en lo alto de la gran cortina. Estaban hechas a base barriles rellenados con tierra, y un pequeño cañón de bronce reforzaba su defensa. Solamente había una pequeña apertura que dejaba pasar únicamente a un hombre al mismo tiempo.

Los voluntarios de la DIL habían encontrado, contiguo a la torre Amézqueta, una casa en ruinas construida contra la parte trasera de las murallas, que no había sido demolida con tanto cuidado como el resto. Mediante saltos arriesgados y deslizándose por sus escaleras rotas empezaron a entrar en la calle de abajo, a progresar hacia el interior de la plaza.

El baluarte de San Telmo abrió fuego nuevamente intentando frenar el avance aliado.

13:20 horas

Desde las baterías de las dunas vieron cómo el baluarte de San Telmo volvía a abrir fuego con sus cañones. Su fuego de flanco era muy letal entre las filas aliadas. Y se dio orden de silenciarlo.

Los atacantes se habían internado dentro de la ciudad. Se escuchaban muchos disparos de fusilería procedentes de las calles de San Sebastián. Los franceses realizaron un contraataque a la bayoneta para intentar recuperar sus posiciones, perdidas tras la explosión. Esta lucha, cuerpo a cuerpo, se dio principalmente hasta llegar a las escaleras que conducían hasta el bastión Imperial.

El baluarte de Santiago ya estaba totalmente en manos británicas.

Se podía ver a la guarnición francesa retirarse a la carrera desde sus posiciones más adelantadas de la plaza. Estaban abandonando definitivamente el hornabeque de San Carlos. Con ellos marchaba el capitán Blot, al mando de los hombres del RI-62 francés, que tanto daño habían hecho a las columnas atacantes. Rey, que se ha mantenido en primera línea de fuego, ordenó la retirada general al llegarle noticias de que los atacantes estaban penetrando por la brecha más cercana al castillo. Este avance enemigo era muy peligroso, al estar todos los defensores expuestos a un intento de envolvimiento.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--vista-del-asalto-1024x542.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--vista-del-asalto-300x159.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--vista-del-asalto-768x407.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--vista-del-asalto-1536x813.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--vista-del-asalto-100x53.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--vista-del-asalto.png 1985w
Asalto de San Sebastián del 31 de agosto de 1813. Vista del asalto. Se aprecian casacas rojas en lo alto de la muralla. Óleo de Denis Dighton, 1814. Colección National Trust for Scotland.

13:25 horas
La batería de San Temo seguía siendo problemática.
Encima de las brechas apenas se veían hombres. Están entrando todos como un torrente a la ciudad, principalmente por la brecha abierta entre la cortina del Frente de Tierra y la torre de Hornos. Se veían uniformes colorados correr a lo largo de toda la muralla del Frente de Tierra. Todos quieren descender lo más rápidamente posible a la ciudad. A la cabeza de estos avanza el teniente Gethin, quien tuvo el honor de ser quien se apoderó de la bandera francesa que ondeaba en la plataforma del caballero del baluarte Imperial.
Desde las baterías se escuchaba que la intensidad de los disparos de fusilería dentro de la ciudad aumentaba considerablemente.

https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-izquierdo-1024x821.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-izquierdo-300x241.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-izquierdo-768x616.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-izquierdo-1536x1232.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-izquierdo-100x80.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-izquierdo.png 1944w
Asalto de San Sebastián del 31 de agosto de 1813. Detalle izquierdo. Óleo de Denis Dighton, 1814. Colección National Trust for Scotland.
https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-derecho-1024x665.png 1024w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-derecho-300x195.png 300w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-derecho-768x499.png 768w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-derecho-1536x998.png 1536w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-derecho-100x65.png 100w, https://archivos.arrecaballo.es/wp-content/uploads/2023/10/asalto-de-san-sebastian-del-31-de-agosto-de-1813--detalle-derecho.png 1971w
Asalto de San Sebastián del 31 de agosto de 1813. Detalle derecho. Óleo de Denis Dighton, 1814. Colección National Trust for Scotland.

13:35 horas

Salió un sexto refuerzo desde las trincheras.

Todo el ruido de fusilería procedía del interior de la ciudad, de sus calles. Los soldados que aún se veían en lo alto de las brechas ya no disparan. Un hecho indicativo de que las tornas habían cambiado, desde las baterías veían cómo iban saliendo soldados con uniforme francés por encima de las brechas, y se dirigían escoltados hasta las trincheras. Eran prisioneros.

Pero la resistencia francesa aún no había cesado. Nuevamente, la batería de San Telmo abrió fuego.

Más o menos fue en ese momento cuando se produjeron dos fenómenos meteorológicos. El primero sería la lógica subida de la marea, que tanta preocupación ocasionaba entre los mandos británicos. De no haberse apoderado los aliados de las murallas, significaría que el tiempo para continuar con el ataque estaría terminándose. El segundo fenómeno natural fue la aparición de un fuerte viento. Se levantaron auténticas nubes de arena que dificultaban la visión desde los arenales del Chofre. Era el preludio de una nueva tempestad, esta de carácter meteorológico, que iba a azotar a todos los combatientes y civiles.

13:45 horas

El ruido de disparos de fusil se intensificó dentro de la ciudad. Desde fuera de sus muros se oía continuamente el sonar de las cornetas ordenando avance.

Los ingleses y portugueses avanzaban por las calles de San Sebastián, persiguiendo a un ejército en retirada. Pero este avance no era todo lo fácil y sencillo que se podría suponer a priori. Los franceses habían llenado la ciudad de formidables barricadas, realizadas con los materiales procedentes de las muchas casas destruidas por los bombardeos. Leith Hay incluso menciona que algunas se encontraban reforzadas con piezas de artillería. Eran muros muy altos, aspillados, que tuvieron que ser tomados al asalto una tras otro, pero la mortandad en las calles continuaba siendo enorme.

Esa resistencia francesa era vital. Si se permitía a los atacantes tomar rápidamente la ciudad, todas las unidades que defendían las fortificaciones más adelantadas, verían cortada su retirada. La vía de escape de todos los defensores del hornabeque de San Carlos y del revellín de San Nicolás era retirarse atravesando la puerta de tierra y las calles más cercanas al puerto. El camino de ronda de la muralla, que cierra el puerto, también era utilizada.

El propio general Rey estaba presente en las barricadas de primera línea. El general y la tropa francesa se dirigieron al castillo por la calle de San Jerónimo. En el atrio de Santa María, los franceses resistieron aproximadamente durante una hora, con el objetivo de dar tiempo a todos sus compañeros que se retiraban, a través de la muralla del puerto y calles paralelas, desde las fortificaciones más adelantadas del frente de tierra.

Rey escapó al Castillo con tal vez 1.000 hombres para unirse a la pequeña guarnición que había dejado allí, y guarnicionaron las viejas murallas que la separaban de la ciudad; también se aferraron al convento de Santa Teresa y algunas casas en su barrio, en las laderas más bajas del extremo occidental del monte Urgull. El convento de Santa Teresa, sería el último punto de la plaza en ser cedido a los aliados tras una tenaz y enconada resistencia que duraría varios días.

Desde el exterior se seguía viendo cómo eran conducidos más prisioneros fuera de la ciudad a través de las brechas, hasta las trincheras luso-británicas.

13:50 horas

La visión desde el otro lado del Urumea era alentadora. Las casacas rojas se extienden a lo largo de todo el perímetro amurallado. La plaza iba a caer en manos de los aliados. Los franceses se retiraban, siendo reforzada la batería del Mirador con los efectivos procedentes de la ciudad.

Desde las brechas aumentaba el número de prisioneros que eran trasladados a las trincheras aliadas.

Los defensores franceses habían sufrido mucho. En el informe del general Rey, realizado esa misma tarde, ya desde el castillo, indicaba los oficiales de alta graduación que han sido heridos (el coronel Songeon, los Tcols Cramaille y Lupe y el comandante de ingenieros Gillet). El general omitió en su informe que el comisario de guerra Robert figuraba entre los prisioneros caídos en manos aliadas.

13:55 horas

Los disparos que se oían dentro de los muros de la ciudad comenzaban a debilitarse.

14:00 horas

El mariscal Beresford apareció en las baterías y junto al general Graham observando la acción.

Los disparos se intensificaron en las zonas más cercanas al monte Urgull, donde los franceses habían organizado su nueva línea defensiva.

14:05 horas

El mando de los ingenieros recayó en manos de Burgoyne, ante la muerte de Richard Fletcher. Las bajas de ese cuerpo habían sido aplastantes. Habían resultado muertos o heridos otros cinco de sus oficiales, entre los que destacaron Collyer y Rhodes, caídos en lo alto de las brechas. El mismo Burgoyne estaba herido. Una bala de mosquete le había entrado por la boca y salido por el cuello, pero a pesar de esta complicada herida, aceptó el mando.

14:15 horas

Se ordenó a la artillería el alto el fuego contra la ciudad. El nuevo objetivo era el castillo y sus defensas superiores, principalmente la batería del Mirador, desde el cual se efectuaba, incluso, fuego de fusilería contra la ciudad.

En la ciudad los disparos comenzaban a disminuir considerablemente. Entonces solo se escuchaban algunos aislados. Estaban entrando en un período de calma relativa.

Se desmontaron elementos de algunas baterías exteriores, como los gaviones, que fueron trasladados al interior de la ciudad. Era un claro síntoma de que las primeras líneas se habían estancado.

El castillo disparó contra la flota de bloqueo, pero la andanada fue ineficaz.

14:30 horas

La batería del Mirador disparó sus cañones nuevamente.

14:48 horas

Empezaba a verse una densa columna de humo elevarse desde el centro de la ciudad. También se escucharon dos fuertes explosiones. Se desconoce cuál era su origen.

Dentro de los muros de la ciudad, el único edificio que conservaban los defensores franceses era el convento de Santa Teresa, que era defendido con unos 200 hombres. El BI-I/9 británico intentó tomarlo al asalto, con el coronel Cameron a la cabeza, pero fue rechazado con grandes pérdidas. Su conquista habría cortado la comunicación de las últimas tropas en retirada hacia el castillo.

Empezaron a caer algunas gotas de lluvia. La temperatura bajó de golpe. Los hombres decían incluso que hacía mucho frío. El viento se intensificó y la luz desapareció, parecía que la noche había caído en un instante. Era una fortísima galerna del Cantábrico, que quería unirse a ese escenario de muerte y destrucción.

Muchos de los franceses fueron aislados y capturados en rincones que intentaron defender durante demasiado tiempo. Wellington informó de 750 prisioneros, de los cuales unos 350 estaban heridos.

15:00 horas

Se comenzó a transportar municiones hacia el interior de la ciudad gracias a mulos de carga. Se acondicionó una vía de comunicación desde la izquierda de la paralela del istmo, entrando por el ángulo saliente del revellín. Desde allí, a través de la contraescarpa, hasta la entrada principal de la ciudad, por la puerta de Tierra.

En ese momento había tres incendios claramente reconocibles desde el exterior por sus densas columnas de humo.

La tormenta estalló. Empezaba a caer una auténtica tromba de agua en medio de una oscuridad inquietante.

Fue justo a las tres de la tarde, cuando llegó al cuartel general de Lesaca el correo con la noticia de que San Sebastián había caído.

Muchos se fundieron en calurosos abrazos, pero casi de inmediato, se transformó, tal y como nos lo indican, en tristeza. Se iban conociendo los nombres de los oficiales y amigos que habían resultado muertos o gravemente heridos, y la lista era enorme.

15:15 horas

Apenas había entrado en la plaza de la Constitución la primera columna inglesa, quienes estaban en el Ayuntamiento bajaron para ofrecer ayuda y abrazar al comandante inglés.

15:30 horas

El incendio era muy grande, aunque no se puede ver bien desde las baterías como consecuencia de la enorme nube de humo que envolvía San Sebastián. Parecía de noche a pesar de ser las 15:30 horas.

Viendo los vecinos como corrían los franceses hacia el Castillo, se asomaban a los balcones dando gritos de ánimo y agitando pañuelos para saludar a los aliados.

16:00 horas

Llegaban las primeras noticias del saqueo de los ingleses. Algunos comerciantes aseguraron estar siendo visitados violentamente por los soldados ingleses que buscaban básicamente aguardiente. Las tropas estaban empezando a derribar las puertas de las casas, tirando a un tiempo seis, ocho o más tiros a las cerraduras, subiendo a las habitaciones y mortificando a todo aquel que sorprendieron para que les entregase dinero. Cada vez eran más las denuncias de vecinos que decían ser maltratados por las tropas aliadas y se cree que había varios heridos y muertos.

17:00 horas

Según el Tcol Fraser, fue la hora exacta en que se puede considerar que la ciudad había sido definitivamente tomada, aunque otros autores la sitúan en otros momentos, como Leith Hay, que apunta las 15:00 horas como el momento más probable para considerar conquistada la plaza.

El atrio de San Vicente estaba siendo utilizado para la atención de los heridos de ambos bandos, lo que originó el enfado de los ingleses.

18:00 horas

La guarnición francesa ya se había reorganizado completamente sus nuevas líneas defensivas, dotándolas con los efectivos que se habían retirado de la ciudad. A pesar de mantener una posición alta respecto a los atacantes, estaban muy preocupados por la falta de abrigos y protecciones ante el inminente bombardeo a que iban a ser sometidos. Eran conscientes de que iban a sufrir mucho.

A pesar de haber perdido la ciudad, y de la poca protección contra las bombas, el general Rey estaba firmemente decidido defender el castillo.

20:00 horas

La ciudad entera era víctima de las llamas.

La noche era terrible. La tormenta castigaba implacable a todos los participantes en esa acción. San Sebastián, o mejor dicho, lo que queda de la ciudad, se encontraba bajo un aguacero.

Desde el mismo momento en que las tropas aliadas pisaron las calles donostiarras, comenzó un nuevo capítulo de esa historia. Fue un acontecimiento que empañaría la gloria conseguida por los ejércitos anglo-portugueses, y acabaría completamente con una ciudad aliada, y gran parte de sus habitantes.

La soldadesca, buscaba y encontraba licores en los sótanos de las casas. Su locura se vio incrementada por los efectos del alcohol. En alguna de las memorias estudiadas, los oficiales británicos llegaban a afirmar que si en ese momento los franceses hubiesen realizado un contraataque, habrían recobrado el dominio completo de la ciudad. Los oficiales, si no participaban del saqueo, se veían impotentes para contener a sus hombres. Alguno lo intentó, como el ayudante del RI-15/P portugués Antonio José de Sousa Ferraz, pero murió asesinado a manos de los soldados ingleses, hecho testificado por el propio Wellington.

Los soldados borrachos que yacían incapaces entre cadáveres, saqueadores irrumpieron en iglesias y en casas particulares, las esposas de los soldados sentadas en círculos se dividía los relojes y la plata que les llevaban sus hombres. Soldados portugueses que robaban a los ingleses e irlandeses borrachos su botín. Se produjeron violaciones e incluso asesinatos entre la población civil.

La ciudad posteriormente preparó un manifiesto, con los testimonios de los vecinos. En este documento se narraban las atrocidades cometidas, los robos, los asesinatos y violaciones cometidas por las tropas, que sirvió de base para una protesta formal del gobierno español.

Bajas del asalto

Las bajas aliadas fueron en total 2.501 (760 muertos, 1.697 heridos, 44 desaparecidos).

La BRI-I/5 de Robinson con unos de 1.500 efectivos perdió 20 oficiales y 312 hombres muertos y 28 oficiales y 502 hombres heridos, una pérdida del 57 por ciento.

La BRI-II/5 con unos 1.400 efectivos, perdió 9 oficiales y 125 hombres muertos, y 22 oficiales y 330 hombres heridos, una pérdida del 35 por ciento.

La BRI-III/5 portuguesa de Spry, perdió casi 400 de los 1.600 hombres presentes.

Entre la BRI de voluntarios y la BRI-II/P portuguesa de Bradford las bajas fueron 520 bajas de los 1.700 efectivos.

Las bajas entre los franceses fueron de unos 400 muertos y 750 capturados de los cuales 350 estaban heridos.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-10-05. Última modificacion 2023-10-05.
Valora esta entrada
[Reduce texto]
[Aumenta texto]
[Ir arriba]
[Modo dia]
[Modo noche]

Deja tu comentario

Tu comentario será visible en cuanto sea aprobado.

Tu email no se hará público.