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Orígenes
Según Plutarco, Antígono uno de los diádocos que controlaba una parte del imperio de Alejandro tenía por uno de sus asistentes a Mitrídates, el hijo del gobernador de Cíos. Siendo Mitrídates de la misma edad y amigo de Demetrio I de Macedonia. El padre de Demetrio, Antígono, asesinó al padre de Mitrídates en su ciudad de Cíos en el año 302 AC, posiblemente para evitar su unión a la liga de Casandro y sus confederados. Antes de que Antígono pudiese asesinar a Mitrídates con el fin de evitar posibles venganzas, fue advertido por su amigo Demetrio hijo de Antígono.
El joven Mitrídates, huyó esa noche de Capadocia y se refugió con algunos partidarios en la fortaleza de Cimiata, en Paflagonia. Tras la derrota de las fuerzas de Antígono y Demetrio en la batalla de Ipso, Mitrídates expandió su dominio por el Ponto y libró combates continuos contra los seléucidas por espacio de 20 años hasta asumir, en 281 AC el título de rey (basileus).
Reyes pónticos
Mitrídates I Ketistes (fundador) (281 – 266 AC)
Apiano afirma que Mitridates I Ktistes (Fundador) era descendiente en octava generación del primer sátrapa del Ponto bajo Darío el Grande, y antecesor en sexta de Mitrídates VI Eupator. Plutarco, en cambio, afirma que las generaciones entre Mitrídates I y la derrota del Ponto por los romanos fueron ocho.
Durante su reinado, Mitrídates I firmó una alianza con la ciudad bitinia de Heraclea Póntica para concederle protección contra Seleuco I Nicátor. Fue sucedido por su hijo Ariobarzanes y enterrado en un mausoleo real ubicado junto a Amaseia, la capital inicial del reino. Todos los reyes del Ponto tendrían sepultura junto a él hasta la conquista y conversión de Sinope en capital en el año 183 AC.
Ariobarzanes (266-258 AC)
Obtuvo la posesión de la ciudad de Amastris de Paflagonia, que se le rindió. Tanto, él como su padre, solicitaron ayuda a los gálatas, que habían llegado a Asia Menor 12 años de la muerte de Mitrídates I, para expulsar a los egipcios enviados por Ptolomeo II Filadelfo.
Mitrídates II (250 – 220 AC)
Al poco de acceder al trono, su reino se vio invadido por los gálatas, que fueron expulsados con éxito. Consumó la política de acercamiento con los seléucidas casándose con Laodicea, hija de Seleuco II Calinico, recibiendo la provincia de Frigia como dote. En el año 222 AC, entregó en matrimonio a su hija, la princesa póntica Laodicea, a Antíoco III. En 220 AC. inició una guerra contra la rica ciudad griega de Sínope, que contó con ayuda enemiga enviada desde Rodas. La aventura militar terminó en fracaso, y por esa época Capadocia se independizó del Ponto bajo su rey Ariarates IV.
Mitrídates III (220 – 184 AC)
No se conoce nada de estos años, porque en este período, el reino del Ponto desaparece de la historia. Algunos historiadores dudan de la misma existencia de este rey, se casó con una oscura princesa seléucida llamada Laodice. Con ella tuvo tres hijos: Mitrídates IV del Ponto, Farnaces I del Ponto y Laodice.
Farnaces I (184 – 170 AC)
La fecha de sucesión no se puede fijar con certeza, pero en todo caso es anterior a 183 AC, año en que conquistó la importante ciudad de Sinope, que había sido objeto de ambición por sus antecesores en el trono. Los rodios enviaron una embajada a Roma, protestando por la agresión, pero sin resultado.
Se vio envuelto en un conflicto con su vecino Éumenes II de Pérgamo, que llevó a algunos enfrentamientos, y a repetidas embajadas de ambos a Roma. En la primavera de 181 AC, sin esperar la vuelta de su embajador, Farnaces atacó a Éumenes II y a Ariarates IV de Capadocia, e invadió Galacia con una numerosa fuerza. Éumenes también se puso al frente de su ejército, pero las hostilidades se suspendieron pronto con la llegada de los enviados del Senado Romano, dispuestos a investigar las causas de la disputa. Se acordaron negociaciones en Pérgamo, pero sin resultado, y las demandas de Farnaces fueron rechazadas como no razonables.
La guerra continuó hasta 179 C, cuando Farnaces, incapaz de hacer frente a las fuerzas combinadas de sus enemigos pidió la paz, viéndose obligado a ceder sus conquistas en Paflagonia y Capadocia, a excepción de Sínope.
Mitridates IV Filopator (170 – 150 AC)
Envió una fuerza en auxilio de Átalo II de Pérgamo, contra Prusias II de Bitinia, importante acontecimiento que señala el comienzo de la política amistosa del Ponto con Roma y sus aliados.
Mitridates V Evergetes (150 -121 AC)
Siguió con su política amistosa con Roma iniciada por su antecesor. Colaboró con barcos y una pequeña fuerza auxiliar en la Tercera Guerra Púnica (150-146 AC), y posteriormente prestó plena asistencia en la guerra contra Aristónico (131-130 AC).
Por sus servicios a Roma fue recompensado por el cónsul Manio Aquilio con la provincia de Frigia. El senado rescindió las actuaciones del cónsul, acusado de soborno, pero Mitrídates mantuvo la posesión de Frigia hasta su muerte. También incrementó el poder de su reino por el matrimonio de su hija Laodicea con Ariarates VI de Capadocia.
Murió asesinado en Sínope en una conspiración de su entorno inmediato, que posiblemente incluía a miembros de su familia.
Mitridates VI Eupator (132 – 63 AC)
Creció en la ciudad póntica de Sinope, siendo el primer hijo de Mitrídates V y Laodice VI. Cuando su padre fue asesinado en 120 AC, envenenado en un banquete, abandonó el reino, dejando el gobierno a su madre, Laodice VI, y a su hermano menor, Mitrídates Chrestus. Ni él ni su hermano estaban en edad de gobernar, y la madre actuó como regente, del 120 al 113 AC.
Mitrídates VI volvió a Ponto entre 116 y 113 AC, depuso a su madre y a su hermano, y los metió en prisión, donde posiblemente murieron. Poco después se casó con su joven hermana de 16 años, Laodice del Ponto.
Había recibido una educación muy amplia y se decía que hablaba veintidós lenguas.
Su reinado personal comienza en 112 AC, cuando tenía unos 20 años de edad. Rodeado de consejeros griegos y contando con un poderoso ejército, retomó de inmediato la política expansionista de su padre, intentando unificar todas las tierras a orillas del mar Negro: Bitinia, Táurica y Capadocia.
Mitrídates comenzó la modernización de su ejército reclutando a 6.000 mercenarios griegos, acostumbrados a combatir en formación cerrada con sus escudos y lanzas. Contrató a gran número de conductores de carros y se esforzó en formar un potente contingente de caballería. También reclutó marineros griegos, para crear una potente armada. Los barcos de Mitrídates comenzaron a dominar el mar Negro, gracias en parte a que los piratas eran sus aliados, y se repartían las ganancias.
Mitrídates inicio también un intensivo programa de construcción de fortalezas. Cada una de ellas contenía cisternas subterráneas, depósitos de armas y provisiones, y una parte del tesoro real, básicamente grandes cantidades de oro y plata, que Mitrídates creyó conveniente repartir por todos los puntos fuertes de su reino.
La enorme fortuna de Mitrídates provenía de distintas fuentes. El reino del Ponto obtenía pingues beneficios gracias a los impuestos y al control que ejercía sobre la navegación y el comercio terrestre en el mar Negro. Grano, pescado en salazón, vino, aceite de oliva, miel, oro, hierro, cuero, pigmentos y colorantes, cera de abeja, lana, lino, etc., salían de cualquier puerto del mar Negro y pasaban al mar Mediterráneo, llegando a los puertos de los reinos más poderosos y ricos de la época.
Las excelentes relaciones de Mitrídates con los piratas del mar Negro también le proporcionaban gran cantidad de riqueza, gracias sobre a todo al comercio de esclavos y el mercado negro de los frutos del saqueo de ciudades a lo largo de todo el mediterráneo oriental. Piratas con bases en Creta, Cilicia, las costas de Siria y el mar Negro constituían un poder político y militar de primer orden por sí mismos. No se limitaban a abordar naves mercantes en mar abierto y secuestrar pasajeros para exigir rescate a sus familias, sino que realizaban frecuentes sangrientas incursiones terrestres donde capturaban cientos de esclavos e incluso ponían sitio a las ciudades amuralladas, abandonándolo solo cuando recibían una gran cantidad de oro o plata.
Durante el periodo helenístico los piratas habían ofrecido sus servicios como mercenarios a los distintos diádocos (sucesores de Alejandro Magno) y epígonos (descendientes), y Mitrídates no dudo en continuar con la exitosa política de su padre con respecto a los piratas.
Mitrídates también alentó el comercio con Atenas y las islas griegas, y ejerció gran influencia sobre Armenia, Siria, Partia, Egipto y Anatolia.
Esposas, amantes e hijos
Mitrídates VI tuvo esposas y amantes, con las que tuvo varios hijos. Los nombres que dio a sus hijos son una representación de su herencia y ascendencia persa y griega.
Su primera esposa fue su hermana Laodice. Estuvieron casados desde el 114 hasta aproximadamente el 90 AC. Tuvieron varios hijos. Sus varones fueron Mitrídates, Arcatio, Machares y Farnaces II. Sus hijas fueron Cleopatra del Ponto y Dripetina (una forma diminuta de Dripetis). Durante una de las ausencias de Mitrídates, Laodice cometió adulterio, y a la vuelta del rey, fue ejecutada.
Su segunda esposa fue una noble macedonia griega, Monime. Estuvieron casados aproximadamente desde el 88 al 72 AC. Tuvieron una hija, Atenea, que se casó con el rey Ariobarzanes II de Capadocia. Sus siguientes dos esposas también fueron griegas: estuvo casado con su tercera esposa Berenice de Chios, desde el 86 al 71 AC. Su cuarta esposa, Stratonice del Ponto desde el 86 al 63 AC, le dio un hijo llamado Xiphares. Se desconoce su quinta esposa. Su sexta esposa se llamaba Hypsicratea, era famosa por su lealtad y destreza en la batalla, era caucásica y se casaron desde una fecha desconocida hasta el 63 AC.
Una de sus amantes era la princesa celta de Galacia Adobogiona la Mayor, Le dio dos hijos: uno llamado Mitrídates I del Bósforo y una hija llamada Adobogiona la Joven.
Sus hijos nacidos de sus concubinas fueron Ciro, Jerjes, Darío, Ariarates IX de Capadocia, Artafernes, Oxatres, Fénix y Exipodras, nombrados en honor a los reyes del Imperio persa, del cual afirmaba su ascendencia. Las hijas nacidas de sus concubinas fueron Nysa, Eupatra, Cleopatra la Joven, Mitridatis y Orsabaris.
Sumisión del Bósforo
Con los recursos necesarios y un ejército capaz, inició un programa de expansión principalmente en la dirección opuesta a los dominios romanos. Rápidamente, se apoderó de la Cólquida (Calcis).
El siguiente objetivo era convertir el Ponto Euxino (mar Negro) en su lago personal, para ello había que someter a los escitas, los pueblos nómadas que habitaban la costa norte y saqueaban periódicamente las ciudades griegas de la zona sin apenas oposición. Los griegos se veían obligados a pagar grandes tributos por la protección que unas tribus escitas les proporcionaban sobre otras. Merodeadores sármatas, tracios, roxolanos, etc., exigían cada vez tributos más altos.
A principios de su reinado, Mitrídates recibió una embajada del reino del Bósforo Cimerio. El rey Parisades pedía ayuda a Mitrídates para proteger el norte de mar Negro de los merodeadores escitas. Acosados bajo los golpes interminables de los escitas, había perdido su territorio uno tras otro, al final, reduciéndose casi al tamaño de la capital.
Su llamada fue escuchada. El rey póntico Mitrídates VI Eupator vio en la situación actual una excelente oportunidad para expandir su influencia y no dudó en aprovecharla. Un ejército dirigido por el comandante Diofanto junto con el almirante Neoptolemo, partieron hacia las costas de la península de Crimea desde el lado del Ponto para ayudar a los griegos.
Diofanto, al llegar al lugar, lideró la lucha contra los escitas y logró obtener varias victorias importantes. Después de eso, partió hacia el reino del Bósforo, con el fin, muy probablemente, de evitar su posible alianza militar con Escitia Menor.
Habiendo cubierto la retaguardia de un posible golpe, Diofanto repuso sus reservas en Quersoneso y se adentró en Escitia, donde durante las batallas logró conquistar las fortalezas de Nápoles, Khabei, Kerkinitida y comenzar el asedio del Puerto Hermoso (Kalos Limen).
El rey escita Palak, que se opuso a Diofanto, se unió a los sármatas roxolanos (en el texto se les llama «revxinals»), trató de vengarse, pero el comandante póntico nuevamente logró obtener una gran victoria sobre los bárbaros.
Habiendo finalmente enfrentado la amenaza de una invasión militar de Quersoneso, volvió a dirigirse al reino del Bósforo, donde “organizó perfectamente los negocios allí y fue útil para Mitrídates Eupator”. Al parecer, el último rey Perisades V era muy consciente de los éxitos de Diofanto y, al no tener hijos, al no poder resistir a la constante amenaza de una invasión bárbara, accedió voluntariamente a entregar las riendas del gobierno a Mitrídates VI Eupator en el año 112 AC. El reino del Ponto se anexionaba Crimea y la península de Taman, y las ricas ciudades de Fanagoria y Pantikapaion se convirtieron en residencias reales del reino. Además de conseguir gran cantidad de guerreros nómadas, Mitrídates se aseguraba el suministro de grandes cantidades de grano de las estepas.
La aparición en Crimea de una fuerza tan impresionante, así como la derrota de los escitas, parecían haber puesto fin a una serie de conflictos y traído la paz a la región. Pero historia captura eventos ligeramente diferentes. Los escitas derrotados, pero no rendidos, no querían soportar la pérdida de influencia en el reino del Bósforo. Liderados por un tal Savmak, lograron llevar a cabo un golpe militar, matando a Perisades V y obligando a Diofanto a huir de Panticapaeum en un barco quersoneso.
El reinado de Savmak en el Bósforo duró aproximadamente un año y terminó con Diofanto, quien reunió nuevas fuerzas, lanzó una operación punitiva, durante la cual capturó las ciudades que apoyaron el golpe, castigó a los instigadores y expulsó a Savmak del reino pontino.
Sea como fuere, el reinado de Savmak no duró mucho, y como resultado de estos crueles eventos, alrededor del 107 AC, Mitrídates VI Eupator fortaleció su poder sobre el reino del Bósforo Cimerio y, de hecho, toda la región del norte del mar Negro.
Poco tiempo después, las tropas del Ponto conquistaban la Cólquida (Colcis), un territorio estratégicamente situado en el este del mar negro, al norte de la Iberia Caucásica. Por el oeste, Mitrídates se alió con tracios, bastarnos y roxolanos.
El plan de Mitrídates consistía en crear una zona de intenso comercio por toda la costa del mar Negro. El plan beneficiaría a todos los pueblos de la zona, incluso a los escitas, que estaban comenzando a asentarse en ciudades. El plan del rey póntico era totalmente contrario a la rapacidad y la avaricia de Roma, que imponían unos enormes impuestos a sus «aliados», situación que solía terminar en serios problemas.
Mitrídates esperaba extender una prosperidad mutua, con unos impuestos asequibles a todos, en un ambiente pacífico. Rápidamente, los pueblos que habían estado bajo la esfera comercial de Roma vieron los beneficios de unirse a la esfera comercial de Mitrídates.
Golpe de Estado de su esposa
El problema para Mitrídates eran las zonas que pertenecían a la esfera política romana, como Capadocia, Bitinia, Galatia, Frigia, etc. El centro de la provincia romana de Asia estaba repleta de tropas romanas, colonos romanos, administradores y recaudadores de impuestos romanos, etc. Mitrídates necesitaba información de lo que ocurría en esas zonas.
En el año 110 AC, Mitrídates salió de Sinope con un grupo reducido de amigos. Por razones de seguridad, marchó sin avisar a nadie, ni siquiera a su esposa, la reina Laodice.
Viajando de incógnito, el grupo viajó por Capadocia, Bitinia y Galatia, recabando información para futuras campañas. El viaje duró más de un año, y a su vuelta a Sinope, Mitrídates se encontró con una desagradable sorpresa.
Tras esperar la vuelta de Mitrídates durante algunos meses, la reina Laodice, los eunucos de la corte real y los amigos de Mitrídates que no habían marchado con él, pensaron que había muerto. La misma reina y la propia hermana del rey, anunciaron públicamente su muerte. Y después, la joven viuda trato de consolarse con algunos de los amigos del rey.
A su regreso a Sinope, Mitrídates fue recibido jubilosamente por los ciudadanos de la ciudad, que ignoraban cuando había partido. Alguno de ellos incluso le felicitó por su reciente paternidad, ya que su esposa, la reina Laodice, acababa de dar a luz hacía pocas semanas.
A Mitrídates, que llevaba más de un año sin ver a su esposa, no le salían las cuentas. Evidentemente, el niño no era suyo. Ocultando su rabia, abrazó a su esposa cariñosamente, y después se dirigió al cuarto en donde se encontraban reunidos sus hijos, para contarlos uno a uno. Efectivamente, había uno de más.
Mitrídates se llevó aparte a dos de las cuidadoras de los niños, confidentes suyas encargadas de espiar a la reina. Ambas confirmaron las sospechas de Mitrídates: la reina había quedado embarazada por uno de los amigos del rey. Además, le advirtieron que la reina planeaba envenenar su comida esa misma noche, en el festín en el que se iba a celebrar la llegada del rey.
Mitrídates no perdió el tiempo, e inmediatamente hizo ejecutar a su esposa. Y para estar seguro de que había castigado al responsable del embarazo de la reina, ordenó también ejecutar a todos sus amigos que habían quedado en Sinope.
Al bastardo, llamado Artafernes, se le permitió vivir, quizás en un futuro fuera útil a las maquinaciones de Mitrídateso.
Enfrentamiento con Roma
Mitrídates pudo hacer todo esto sin la intervención romana, pues la atención de Roma estaba puesta en Yugurta, en el norte de África. No tenía tiempo para preocuparse por un reyezuelo oriental que combatía en montañas y costas remotas.
Roma era uno de los principales receptores del grano escita, y cuando las noticias de la exitosa campaña de Mitrídates llegaron al senado romano cundió la sospecha y la preocupación. Pero Mitrídates fue muy inteligente, y rápidamente garantizo a los romanos que el grano no dejaría de llegar a Roma.
En el año 91 AC, expulsó de su trono al rey Nicomedes IV de Bitinia. Pese a la que estaba involucrada en la Guerra Social Romana, Roma reaccionó inmediatamente. Bitinia era su leal aliada y Roma debía prestarle ayuda. Ordenó firmemente a Mitrídates que se retirase de Bitinia, y el monarca del Ponto, sorprendido de la cólera romana, lo hizo. Al no estar preparado entonces para una guerra contra Roma, Mitrídates se sometió y prometió tropas auxiliares para la Guerra Social que en esos momentos se estaba librando en Italia.
La leyenda más conocida de Mitrídates VI, es la pasión con los venenos, se dice que experimentaba con prisioneros, y que él mismo se inmunizó en un intento por protegerse de posibles envenenamientos. Acostumbraba a experimentar los efectos de los tóxicos con delincuentes convictos y consigo mismo, buscando un antídoto que lo mantuviera a salvo de posibles intentos de asesinato, lo cual encontró en el mitridato, una mezcla de sustancias vegetales y animales atribuida a su invención, que le permitió inmunizarse.
Según cuenta Apiano en Historia romana, cuando fue derrotado por Pompeyo, Mitrídates VI intentó suicidarse ingiriendo veneno para evitar su captura por los romanos, pero al estar inmunizado debió recurrir a uno de sus oficiales para que le provocase la muerte a espada. Dión Casio y Juniano Justino, también hacen referencia a su resistencia al veneno. Aulio Cornelio Celso, enciclopedista romano del siglo I AC, recogió en su obra »De Medicina» la composición del Mitridato o Mithridatium.
Las guerras Mitridáticas fueron llevadas a cabo entre el rey Mitrídates VI y la República romana fueron 3 y se extendieron a lo largo de 30 años.
El Ponto limitaba al noroeste con el reino de Bitinia, que un siglo antes había sido el último refugio de Aníbal Barca, y que ahora era aliado de los romanos. Al sur estaban Galacia y Capadocia, cuya historia era semejante a la del Ponto. Galacia era llamada así porque tribus galas que habían invadido Asia Menor dos siglos antes se habían establecido allí. Al este desde el mar Negro hasta el Caspio, al sur de las elevadas montañas del Cáucaso, estaba Armenia.
Sociedad póntica
La información disponible, salvo de los últimos reyes pónticos, es muy escasa y fragmentaria. Existen importantes epígrafes y la coincidencia de que el antiguo historiador Estrabón fuera natural de Amasia, la antigua capital del Ponto.
Las costas de Anatolia llevaban siglos recibiendo la influencia griega a través de las numerosas colonias que allí se establecieron. Son destacables las dos ciudades que fueron capitales del Reino del Ponto: Amasia y Sinope.
El reino del Ponto se caracterizó por una marcada distinción entre la clase rural y la urbana. La distancia social entre las clases altas y las bajas fue acentuada por las diferencias culturales prevalentes entre ellas. Las ciudades costeras estaban plenamente helenizadas; en cambio, solo se puede especular que en algunas zonas rurales penetró la civilización griega. Los territorios montañosos lejanos a la costa siguieron aferrándose tenazmente a sus antiguos lenguajes, costumbres y formas de vida.
Sin lugar a dudas, el Ponto es un ejemplo más de la propagación de la cultura helénica después de las conquistas de Alejandro en otras regiones bárbaras. Esto también afectó a la concepción e idea de la realeza, que se vio envuelta en círculos griegos cada vez más influyentes y poderosos, terminando por adoptar las pautas de educación y los criterios sucesorios que predominaban en las grandes dinastías macedonias. Sin obviar la permanencia de ciertos rasgos ancestrales, que permanecieron posiblemente con vistas a legitimar al heredero respecto a la nobleza irania y al conjunto de población indígena; en particular la población rural, a la que gustaba ver en el rey la encarnación tradicional de la soberanía, al margen de unos cambios que afectaban ante todo a algunas élites de la sociedad póntica.
La cultura del Reino del Ponto fue una síntesis entre la civilización irania y la helénistica, conservando elementos de la época persa e introduciendo otros nuevos procedentes del helenismo. Hubo una evolución gradual hacia este último. Se especula con que, al no tener una lengua propia, se hablaba una amplia variedad de lenguas procedentes de algunas regiones de Anatolia, armenio, cario, frigio, griego, gálata, lidio, licio, pisidio, sidético o tracio. Sin embargo, a partir del siglo III AC, la región se considera muy helenizada, por lo que es probable que el griego fuese entonces el idioma predominante. Es posible que los descendientes de la aristocracia persa utilizasen el persa antiguo, un dialecto iranio de la rama suroccidental, emparentada con el medo, perteneciente a la noroccidental.
A lo largo del Ponto, se practicaban distintas religiones correspondientes a las tradiciones de los pueblos iranios y los nuevos ritos introducidos durante la helenización. Los dioses más venerados fueron Zeus, Afrodita y Heracles. Entre los otros dioses indo-iranios reverenciados en el Ponto se incluye Mitra, deidad solar asociada a la nobleza y los guerreros. El Ponto, junto con Partia, fue uno de los refugios principales del mazdeísmo, la vieja religión persa. El propio nombre Mitrídates, nombre de la mayoría de los reyes del Ponto significa don de Mitra.
Según algunos indicios, en el Ponto el derecho de sucesión recaía en el varón primogénito escogido por el soberano, siendo en ocasiones su propio hermano. El criterio parece basarse únicamente en la opinión real, sin tener en cuenta a la nobleza ni al ejército. Existe constancia de que la corte póntica con sede en Sínope se hallaba organizada según el modelo helenístico, con una serie de dignatarios (phíloi), que forman parte del consejo real (synédrion).
La admiración de los reyes por la continuación de las costumbres orientales que establecían cierta providencia divina, junto con la costumbre griega de rendir culto a los héroes, dio la base y la forma externa al culto de la dinastía real. Es destacable la imagen mítica de la infancia de Mitrídates VI, llena de tópicos comunes a los reyes fundadores de grandes imperios, debiendo superar numerosas pruebas. Debió pasar un periodo de ascenso, demostrar su capacidad y su control sobre los elementos naturales, combatir con fieras, todo ello con el fin de crear una imagen de ser divino elegido y predestinado a la gloria.
Ejército póntico
Es evidente que el ejército póntico, cuyos gobernantes eran de origen persa, pero fuertemente helenizados, estaría compuesto por guerreros de estilo griego y guerreros estilo persa.
El ejército antiguo, en los inicios del año 300 AC, era probablemente todavía en gran medida del estilo persa. Podría haber contado con lanceros, arqueros a pie protegidos por sparabaras, mercenarios montañeros como las tropas ligeras de asalto y mercenarios griegos tipo hoplita o falangita. Las unidades de élite serían probablemente del estilo de los takabara reales y los kardaces. La caballería póntica caballería estaría compuesta por arqueros a caballo, reclutados entre los escitas e incluso sármatas de las estepas pónticas. También contaría con jinetes locales de Capadocia.
En los últimos tiempos, a partir del 150 AC, el ejército póntico estaba muy influenciado por el ejército seleúcida, alcanzando su mayor poder en el reinado de Mitrídates VI.
Los ejércitos de Mitrídates VI del Ponto eran muy diversos y habían evolucionado con el tiempo. Durante sus primeras campañas tropas de Mitrídates eran bastante similares a los de cualquiera de los reinos asiáticos de la época helenística. El núcleo de sus primeros ejércitos eran los escudos de bronce, muy probablemente contratado de entre las poblaciones griegas del Ponto o mar Negro. Estaban armados como falangitas macedonios tradicionales, ya que la población griega de Ponto era relativamente pequeña, es probable que fuera suplementada con contingentes de Asia, principalmente los leucosyri una de las tribus más pobladas del Ponto.
Mitrídates también habría utilizado falanges hoplitas tradicionales de sus propias ciudades griegas. Además, Mitrídates habría tenido acceso a los lanceros de Anatolia, desde áreas como Caria, Licia, Capadocia y Galacia que tradicionalmente tenían métodos de guerra similares a los griegos y romanos. También los esclavos liberados componían una gran parte de sus unidades de falange tradicionales, muchos de estos en su mayoría armados ligeramente como thureóforos o peltastas.
También es muy probable que hubiera tenido como unidades agema o guardia personal como los reyes persas y los sucesores o epígonos. Mitrídates estaba muy orgulloso de mostrar su herencia asiática no parece improbable que también hubiera tenido una unidad de guardia específica siguiendo el modelo de los persas. Los eunucos eran comunes también en el Ponto, y aunque es posible que no formaran sus propias unidades, pero definitivamente actuaron como agentes de Mitrídates y para vigilar el harén y la mujer real, que podría ser una unidad históricamente como “guardia eunuca”. Por último, unidades de catafractos sármatas actuaron como la caballería de élite de Mitrídates.
La mayoría de los ejércitos pónticos se hicieron con hombres de todas partes de Asia Menor con sus propias fortalezas y debilidades. Los paflagonios era común ser empleados como caballería e infantería ligeras. Los mosynoeci, eran diestros en emboscadas, pero iban poco protegidos y se utilizaban con infantería ligera. Los chalybes eran expertos en el trabajo del metal y tenían buen armamento y corazas, se usaban como infantería pesada. Los estados del templo de Ponto y el resto de Asia Menor podrían haber proporcionado a sus propias tropas para ayudar a los reyes del Ponto. Y las tribus caucásicas de las montañas orientales habrían proporcionado algunas excelentes tropas de montaña, pero con poca disciplina.
La caballería era considera lo mejor de los ejércitos del Ponto, tenían unidades específicas de caballería griega (posiblemente caballería de ciudadanos) y especificas asiáticas de arqueros a caballo, pero no contaba con catafractos, estos eran mercenarios contratados.
Las fuerzas armadas se componía del ejército terrestre con la caballería e infantería, y la armada que contaba principalmente con penteconteras, birremes y trirremes.
Infantería ligera
Contaba con tropas ligeras o peltastas eran reclutados principalmente en Paflagonia y Frigia y en las montañas del Cáucaso como íberos, albanos, georgianos.
Infantería pesada
Falange falangita
En cuanto a la infantería pesada contaba con falanges tipo falangita armados con sarisas, Plutarco los describe «Los bárbaros (pónticos) extendieron hacia delante sus largas astas, y trataron de apretarse entre sí, para mantener su primera línea unida y compacta, mientras que los romanos les arrojaban sus pila«. Les había de dos tipos la mercenaria que era muy superior y los katoikoi o locales, que eran muy inferiores.
Falange hoplita
Los había también locales y mercenarios, iban armados del escudo u hoplón y lanza de acometida.
Argiraspidos
Eran los sucesores de los hipaspistas, más ligeros y maniobrables que los falangitas y hoplitas, solían actuar como la guardia real de infantería, estaban acuartelados en Sinope y su número sería 3.000 como en los ejércitos seleúcidas.
Tureóforos
Se distinguían usualmente de los peltastas y de la formación hoplita, y parece que operaban en un lugar intermedio entre ambos, llevaban el thureos o escudo ovalado varias jabalinas, lanza y espada recta. A menudo apoyaban a las tropas ligeras y parecían ser capaces de actuar de una manera similar a la de los peltastas. Estaban bien adaptados a las necesidades tácticas de los Estados más pequeños, sobre todo a la defensa fronteriza. Eran móviles y podían avanzar rápidamente en terrenos variados. Según Plutarco, podían luchar como escaramuzadores y luego replegarse, coger las lanzas y apretar las filas, formando en falange.
Machiraphoroi
Eran unidades locales equipadas y entrenadas como las legiones romanas. Fueron utilizadados por primera vez durante la Segunda Guerra Mitridiatica. Algunos de ellos eran esclavos libres, justo en el mismo concepto que las legiones de Mario, pero la mayoría eran reclutas armenios, como ha dicho Apiano. Sus equipos eran similares a los romanos, pero llevaban xyphos como arma principal, junto con dos pilum, y como escudo ovalado o thureos, también llevaban cota de malla. Su instrucción no era equiparable a la de los romanos, su instrucción mejoró mucho con la llegada del general sertoriano Marco Valerio. Su acción fue decisiva en la batalla de Ennium (61 AC) en el que flanqueaban la falange bajo el mando Farnaces.
Caballería ligera
En su mayor parte, estaba compuesta por arqueros a caballo principalmente escitas de las estepas pónticas, principalmente de la región de Mardia. Llevaban una túnica y un pantalón sencillo, similar a las tropas partas, su arma principal era el arco compuesto, disparaban en movimiento y eran capaces de realizar el tiro parto. Nunca chocaban con el enemigo, retirándose antes del choque, Dión Casio nos lo cuenta: «Los bárbaros mardos atacaban y se retiraban no sufriendo ninguna pérdida, por el contrario, lanzaban flechas contra los atacantes, mataron a muchos e hirieron a muchos. Las heridas eran de cicatrización dolorosa y difícil. Utilizaban doble punta en las flechas, de tal manera que se proporcione una muerte inmediata, es que quedaban atrapadas en la carne, cuando se extraía, la segunda punta se mantenía clavada».
También emplearon unidades de hippeis o jabalineros a caballo, principalmente frigios, portaban un escudo y varias jabalinas que lanzaban al enemigo.
Caballería pesada
La agema o guardia real
Estaba formada de forma similar a los reyes seleúcidas, serían unos 3.000 y compondrían la élite de la caballería, eran arqueros-lanceros, y no irían tan protegidos como los catafractas, llevando sólo protección petral. Se puede considerar mas bien una caballería media.
Lanceros
El ejército póntico contaba con lanceros de la zona principalmente carios, licios, capadocios, gálatas, etc. se puede considerar como caballería media.
Catafractos
Estos famosos jinetes pesados eran probablemente los mercenarios más costosos, pero eran realmente impresionantes, eran bien sármatas o bien armenios que eran muy similares a los partos e iban montados en caballos niseos. Los caballos pesar del peso que tenían que soportar, seguían siendo rápidos y ágiles, utilizaban su temible kontos como arma principal, e incluso una espada o maza en el cuerpo a cuerpo. El jinete y caballo estaban completamente revestidos con una armadura de escamas, que era ligera y flexible, pero impenetrable para cualquier arma arrojadiza, llevaban el típico yelmo compuesto sármata de forma cónica.
Carros de guerra
Mitridates contaba con una unidad de élite de 150 carros de guerra falcados parecidos a los que se habían usado en el ejército seleúcida. Aunque ya estaban totalmente obsoletos al comienzo de las guerras Mitridáticas, eran una antigua tradición del este, preservada, por tanto, por el reino del Ponto como por los seléucidas, probados con éxito muchas veces contra ejércitos poco disciplinados o desprotegidos, necesitaban de terreno llano y despejado para su utilización. El puesto del conductor estaba revestido con placas de hierro y paneles de madera, y el propio piloto estaba fuertemente protegido.