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Los vándalos en África
Las expediciones a las Baleares y a la Mauritania, indica que era la primera vez que se habla de la armada vándala, elemento de tanta importancia, no ya para el paso al África del pueblo vándalo, sino para el establecimiento y persistencia de su reino africano. Igualmente en el año 426 los vándalos habían conquistado Sevilla y Cartagena, que es tanto como decir que se apoderan de todo el litoral meridional y levantino. En el año 428 murió el rey de los vándalos Gunderico. Ya entonces preparaban los vándalos su gran expedición al África.
Al año siguiente, el nuevo rey, Genserico (428-477), se disponía a abandonar España con su pueblo para trasladarse al África. El rey suevo Hermigario quiso aprovechar tan favorables circunstancias para atacar a los vándalos; pero Genserico detuvo los preparativos de la marcha, se dirigió contra Hermigario y, le derrotó cerca de Mérida. El propio jefe suevo pereció ahogado en el río Guadiana cuando buscaba su salvación dándose a la fuga, los suevos hechos prisioneros acompañaron la expedición como siervos.
En el 429, los vándalos pasaron a África fueron, al parecer eran unos 80.000, es decir, unos 15.000 guerreros aproximadamente. Partiendo de Tarifa e Iulia Traducta, el paso le fue facilitado por el Comes Bonifacio, gobernador de la Diócesis de África, por aquellos años y que estaba enemistado con la regente del imperio, Gala Placidia, la madre del débil emperador Valentiniano III. Parece ser que Bonifacio había caído en desgracia ante la corte de Rávena y la emperatriz incluso llegó a pedir su ejecución.
Desembarcaron en Tánger y Ceuta y posteriormente se desplazaron al este, en muy poco tiempo ocuparon la Mauritania Romana (norte de Marruecos y Argelia) hasta llegar frente a los fuertes muros de Hippo Regius (Hipona, actual Annaba, Argelia), ciudad que resistió catorce meses el asedio vándalo. Durante este cerco murió el obispo de la ciudad, Aurelio Augustino (San Agustín).
Solamente Cartago se salvó de ser tomada por Genserico, y el emperador Valentiniano III se vio obligado a firmar un tratado de paz en el 435, por el que el reino vándalo pasaba a ser foederati de Roma con la concesión de Numidia. A cambio, debería pagar un tributo, desistir de atacar Cartago, y enviar a su hijo Hunerico a Roma como rehén.
No obstante, en 439 Genserico tomó (al parecer sin lucha) la ciudad de Cartago, capturando la flota imperial allí atracada. Los astilleros de Cartago y los navíos de la poderosa flota mercante allí construidos iban a dar una gran ventaja a las ansias expansivas del nuevo reino vándalo de África del norte. Entonces tenía bajo su poder a toda la diócesis de África y, como precaución contra una revuelta, desmanteló las fortificaciones de todas las ciudades, salvo Hippo Regius y Cartago, en las cuales apostó una numerosa guarnición.
Los vándalos se hicieron dueños del Mediterráneo Occidental, apoderándose a continuación de bases marítimas de gran valor estratégico y comercial: las Islas Baleares, Córcega, Sicilia y Cerdeña. Roma quedó privada de una de las mayores zonas de producción cerealista del viejo mundo, tendría que comprar en lo sucesivo el grano del norte de África para su propio aprovisionamiento.
En el verano del año 440, los vándalos atacaban y saqueaban la parte occidental de Sicilia. La ciudad de Lilibeum fue puesta bajo asedio y Panormo (actual Palermo) fue devastada, aunque los defensores opusieron una fuerte resistencia.
La respuesta imperial a la nueva amenaza vándala fue casi instantánea. Cuando el emperador Valentiniano III recibió la noticia de la partida de la flota vándala de Cartago ordenó que la vulnerable costa de Calabria fuera fortificada a toda prisa. El Emperador también ordenó a Segisvulto, su magister militum de origen godo, que se pusiera a la tarea de organizar la defensa y se encargara de la organización de un nuevo ejército para la defensa del sur de Italia, en caso de una invasión vándala.
La respuesta del emperador del Imperio romano de Oriente a la amenaza vándala fue bastante menos defensiva. En verano del año 441 el emperador Teodosio II organizó una fuerza expedicionaria formada por tropas reclutadas entre las tribus y pueblos de los Balcanes. Fueron transportados por una flota de más de 1.000 buques de todas las clases y tamaños. Se hicieron a la mar bajo el mando del magister militum godo Areobindo.
El poderoso ejército bizantino nunca llegó a enfrentarse en un combate a los vándalos en el norte de África, ya que la flota atracó en Sicilia en busca de provisiones, y ya no zarpó de allí. La situación militar y política en la frontera este del Imperio había cambiado a peor, y los recursos de la expedición bizantina al norte de África se trasladaron a otro lugar en donde sus servicios eran más necesarios.
Aprovechando que las fuerzas del Imperio romano de Oriente se dirigían contra Sicilia y el norte de África, el emperador persa Yazdederd II se lanzó al ataque sobre las posesiones imperiales en Mesopotamia. Y más al norte, el nuevo líder de los hunos, Atila, se lanzaba con sus jinetes nómadas sobre Tracia. Se pudo lograr un oneroso acuerdo momentáneo con los persas que garantizaba unos años de paz, pero la situación provocada por los hunos en Tracia hizo necesario que la fuerza expedicionaria bizantina volviera rápidamente al este del Imperio.
Saqueo vándalo de Roma
Sin las tropas del Imperio romano de Oriente, el emperador Valentiniano III, se vio obligado a pactar con el rey Genserico. El tratado se vio ratificado más tarde con el matrimonio entre el príncipe Hunerico, hijo del rey Genserico, con Eudocia, la hija mayor del emperador Valentiniano III.
La unión entre el hijo del rey vándalo y la hija del emperador romano sin duda hubiera proporcionado un vínculo de enorme valor económico y estratégico entre ambos imperios. La boda se celebraría mucho más tarde.
Los años que siguieron fueron de relativa tranquilidad en la zona del Mediterráneo. Aparte de la progresiva desaparición del Imperio romano de Occidente.
Genserico se posicionó de lado imperial contra los suevos, y los vándalos desembarcaron un fuerte contingente en el condado de Tuy, en Galicia, para atacar la localidad de Turonium (posiblemente la actual localidad de La Guardia) en el año 445. Los vándalos de Genserico también formaron parte del ejército imperial que atacó a los suevos y a las bagaudas en el nordeste de Hispania.
Se enviaron varias expediciones a la zona en el 442, 443 y 446, y el magíster militum Flavio Aecio utilizó a la flota vándala de Cartago para transportar sus ejércitos a la costa este de Hispania. Tras desembarcar a las legiones, los buques de la flota vándala aprovecharon la ocasión para saquear toda la costa levantina y andaluza, en su ruta de vuelta a Cartago.
Las tropas imperiales dirigidas por Aecio y el visigodo Teodorico I, vencieron a los hunos en la batalla de los Campos Catalaúnicos en el 451. Valentiniano, celoso de los éxitos de su general, trató de recuperar las riendas del gobierno acusando a Aecio de la mala situación económica y política. Tras una conspiración instigada por el propio Emperador, el senador romano Petronio Máximo y el eunuco real Heraclio organizaron el asesinato de Aecio, y la leyenda afirma que fue el mismo emperador Valentiniano quien asesto el golpe mortal, Aecio fue asesinado el 21 de septiembre del 454.
Unos meses más tarde, el Emperador era asesinado los bárbaros Optila y Tharausila, bucelarios de Aecio durante unas maniobras militares en el Campo de Marte, seguramente incitados por el senador Petronio, que le sucedió en el trono. Para legalizar su reinado, Petronio se casó con Licinia Eudoxia, la viuda de Valentiniano, y casó a su hijo Paladio con la hija menor del anterior emperador, Placidia. Su matrimonio con Eudoxia le colocaba dinásticamente por encima del matrimonio de Hunerico y la princesa Eudocia. Genserico decidió entonces actuar preventivamente.
Considerando roto el tratado de paz firmado con Valentiniano en 442, a mediados del año 455, un ejército combinado de vándalos, alanos y moros, con el rey Genserico a la cabeza, desembarcó en la desembocadura del río Tiber y se dirigió hacia la misma ciudad de Roma.
Cuando el emperador Petronio Maximo, recibió la noticia del desembarco vándalo y su marcha hacia Roma, no perdió tiempo y huyó a toda velocidad, tratando de llegar a Ravena, para desde allí tomar un barco que le transportase a la otra parte del imperio, al este. Fue reconocido en el camino y asesinado por unos campesinos que contaron con la colaboración desinteresada de los esclavos del Emperador. La protección de Roma y sus habitantes quedó entonces en manos de la iglesia católica y su máximo pontífice, el papa León I (el Magno), que tres años antes se había entrevistado con Atila.
Tres días después, el 22 de abril de 455, el rey Genserico y los vándalos llegaron a las murallas de Roma. El papa León Magno recibió a Genserico en las puertas de la ciudad que estaba indefensa. Sin embargo, el gesto del Papa que, inerme y rodeado de su clero, salió al paso del invasor para pedirle que se detuviera; impidió al menos que Roma fuera incendiada y logró que no fueran saqueadas las basílicas de San Pedro, de San Pablo y de San Juan, en las que se refugió parte de la población aterrorizada.
Roma fue saqueada durante dos semanas, los vándalos hicieron honor a su fama y despojaron la ciudad de todas sus riquezas, incluso desmantelaron el techo de bronce del templo de Júpiter Capitolino y lo trasladaron a sus barcos. También se llevaron el Menorá o candelabro de siete brazos, que había sido saqueado anteriormente por el emperador Tito en el templo de Jerusalén en el año 70.
Si bien los vándalos hicieron acopio de gran cantidad de oro, plata y objetos de valor, el saqueo no dañó la ciudad en gran medida. Genserico llevó consigo a Cartago como rehén a Licinia Eudoxia, viuda de Valentiniano, y a sus dos hijas las princesas Eudoxia y Placidia y, a Gaudencio, hijo del general Aecio de 15 años de edad, prometido de la princesa Placidia. En la ciudad imperial se rumoreaba que en cuanto Gaudencio contrajera matrimonio con Placidia, sería nombrado emperador.
Solamente algunos ciudadanos fueron deportados a África, curiosamente entre ellos se incluían muchos de los mantenedores de los acueductos (bien sabía Genserico que el correcto uso del agua era vital en sus nuevas y áridas tierras).
Genserico ocupó Cerdeña, Sicilia, Córcega y las Islas Baleares entre los años 455 y 460, así como otros importantes puntos de la costa norte de África que anteriormente habían estado en manos del Imperio romano. Según Procopio, historiador del siglo VI, los vándalos tomaron especial interés en saquear el sur de Italia y las costas del mar Adriático, llegando a acercarse a los dominios del Imperio romano de Oriente.
Los vándalos habían extendido fácilmente sus dominios gracias a la escasa oposición de ambos emperadores romanos; el de occidente, el emperador Avito, había conseguido la corona gracias al apoyo de los visigodos y los aristócratas de la Galia, y su posición no era aún lo suficientemente fuerte en Roma para comenzar una política agresiva contra los vándalos.
En Constantinopla, la capital del Imperio romano de Oriente, el emperador Marciano tampoco estaba muy dispuesto a combatir a los vándalos; ya que un par de décadas atrás, había sido capturado por los vándalos en una batalla cerca de Hippo Regius, y para ser liberado del cautiverio había jurado solemnemente no levantar nunca las armas contra los vándalos.
Desde ambas cortes imperiales no dejaban de partir embajadas y enviados a Cartago, para tratar de llegar a algún acuerdo con el rey Genserico y que cesase en sus incursiones y devolviese a las princesas reales y los demás rehenes a sus familias. Pero el rey vándalo se negaba constantemente a conceder ninguna de las peticiones imperiales. Poco a poco el descontento y la ira contra los vándalos comenzó a tomar forma en ambas cortes imperiales; aunque en la corte imperial de Rávena comenzó a extenderse el rumor de que el emperador Marciano, de origen tracio, andaba en buenas relaciones con el rey Genserico, y se negaba a cualquier intento de ataque sobre las posesiones vándalas del norte de África.
Ricimero contra Genserico
El Imperio romano de Occidente el primero en considerar tomar medidas contra los vándalos. Sobre todo gracias a los esfuerzos del comes rei militari Ricimero, un oficial de origen suevo-visigodo (posiblemente originario de Hispania) que había derrotado a los vándalos en una escaramuza en Agrigento, Sicilia en el año 456.
Tras la victoria en Agrigento, el emperador Avito había ascendido a Ricimero a magister militum del Imperio Romano Occidental. Recién ascendido, Ricimero no tuvo ningún cargo de conciencia o lealtad al emperador Avito, y lo derrocó en octubre del año 456. Al ser de origen bárbaro, no podía aspirar al título de emperador, así que a base de amenazas y sobornos se hizo nombrar regente por el senado, y acto seguido colocó en el cargo imperial a un excompañero de armas, Flavio Julio Valerio Mayoriano como Augusto.
Con el emperador Mayoriano como emperador títere, las relaciones entre el Imperio romano de Occidente y los diferentes pueblos godos de la Galia e Hispania mejoraron grandemente, con el resultado que los puertos del Mediterráneo occidental se abrieron de nuevo al comercio con el imperio.
Mayoriano también se reconcilió con Marcelino, un antiguo aliado del general Aecio que se había separado del control imperial y había creado un pequeño pero prospero reino a lo largo de la costa de Dalmacia. Con los flancos del imperio protegidos en Hispania y los Balcanes, el emperador Mayoriano comenzó a planificar una ofensiva contra el reino vándalo del norte de África, en el que el objetivo sería terminar con las incesantes incursiones de la flota vándala por toda la costa mediterránea.
En la estrategia de Ricimero, la ciudad levantina de Cartago Nova (actual Cartagena) iba a tener una gran importancia. Allí se concentraría la flota que debería tomar Sicilia a los vándalos y después mantenerla contra el seguro contraataque desde Cartago. Mientras, las tropas romanas y sus aliados bárbaros desembarcarían en Mauritania y marcharían sobre Cartago.
Pero los preparativos para la operación duraron varios años, y cuando por fin se logró reunir la flota se había llegado al año 460, y lo peor de todo, Genserico ya conocía perfectamente los planes romanos.
Tras conocer los planes imperiales para la invasión del norte de África, el rey vándalo comenzó a mover sus peones. Envió embajadas a todos los aliados del Imperio, para tratar de provocar la desunión entre ellos al mismo tiempo que abogaba por la paz y se preparaba para la guerra. Envió incluso una embajada a parlamentar con el mismo emperador Mayoriano, aunque no tuvo ningún efecto, ya que el Emperador era un mero títere en manos del magister militum Ricimero, que estaba convencido de que la única solución al problema vándalo era la desaparición del reino vándalo del norte de África.
Mientras esperaba que sus esfuerzos diplomáticos tuvieran éxito, Genserico no desatendió los esfuerzos militares. Como primera medida ordenó a sus tropas practicar una política de tierra quemada por toda Mauritania (el lugar de la prevista invasión romana), envenenando los pozos de agua de la región y reconociendo los posibles puntos fuertes para la defensa.
Después, decidió pasar a la ofensiva. La flota vándala, de 30 barcos, se dirigió hacia Cartago Nova (actual Cartagena), para intentar destruir los 40 buques de la flota romana antes de que zarparan.
Lo que pasó en la batalla y la destrucción de la flota romana no está claro. Seguramente, los estrechos lazos que Cartago y el este de Hispania tenían desde hacía siglos tuviera algo que ver. Posiblemente, el rey Genserico se habría aprovechado de esos estrechos lazos, y buena parte de los marinos hispanos de la flota hubiera cambiado de bando en el momento de la batalla. Lo cierto es que los vándalos consiguieron apoderarse de una docena de buques romanos que aún no habían zarpado del puerto de Cartagena, y que el resto de la flota romana fue destruida y solo unos pocos barcos pudieron escapar y dispersarse.
La prevista invasión del norte de África no se llevó a cabo, y el emperador Mayoriano volvió a Italia. Había decidido prescindir de su poderosa escolta de mercenarios bárbaros, y pagó ese error con su vida. Ricimero esperó al emperador en las cercanías de Piazenza, lo arrestó y lo hizo golpear y torturar. Con el apoyo del senado romano y las más influyentes familias del Imperio, Ricimero ordenó decapitar al depuesto emperador Mayoriano en las orillas del río Iria el 7 de agosto del año 461.
La única victoria imperial en la campaña contra el reino vándalo fue la ocupación de Sicilia por parte de las tropas del general Marcelino, magíster militum Dalmatiae. Pero Ricimero celoso de los éxitos del general Marcelino y con la posibilidad que las tropas pasaran de Sicilia a Italia y amenazaran a la nueva marioneta imperial, el emperador Livio Severo; sobornó parte de las tropas de Marcelino, que se volvieron contra él, viéndose obligado a volver a sus dominios en Dalmacia.
Sin ninguna fuerza competente capaz de oponerse, los buques vándalos reanudaron sus ataques por todas las costas del Mediterráneo, y las cortes imperiales de Constantinopla y Ravena se vieron obligadas a volver a la mesa de negociaciones con Genserico.
En el año 462, el nuevo emperador del Imperio Romano Oriental, León I el Tracio, llegó a un acuerdo con Genserico, que devolvió a Ravena a las princesas rehenes Eudoxia y Placidia. Se reconoció la legitimidad del matrimonio entre la princesa imperial Eudocia y Hunerico, hijo de Genserico, y por fin la boda entre ambos pudo celebrarse.
Esta boda permitió a Genserico acceder al intrincado laberinto de relaciones de la alta política del Imperio romano. La cláusula más importante del tratado de paz del año 462 establecía que, cuando el trono del Imperio Romano de Occidente quedara vacante, ambos, vándalos y romanos orientales, podrían proponer un candidato. Por supuesto, esta cláusula entre vándalos y romanos orientales no hizo nada por mejorar las maltrechas relaciones entre vándalos y romanos occidentales.
Basilisco contra Genserico
En el año 464, la situación cambió. Genserico utilizó su influencia y su riqueza para colocar como cónsul del año al aristócrata italiano Olibrio. Temiendo la influencia que los vándalos podrían conseguir en la corte imperial, Ricimero hizo desaparecer al débil emperador títere Livio Severo (seguramente envenenado), y colocó en el trono del Imperio romano Occidental a su suegro, Procopio Antemio, poco dispuesto a los arreglos pacíficos y a la política de cesiones.
Genserico fue informado de la llegada al trono imperial del nuevo emperador Antemio, y la primera embajada enviada por Artemio lo fue a Cartago, a exigir a Genserico que cesara con los ataques a las ciudades italianas del Mediterráneo. Genserico hizo oídos sordos a las exigencias del nuevo emperador, y ordenó una expedición de castigo que arrasó las ciudades del norte de Egipto, llegando incluso hasta Alejandría. Al mismo tiempo, decidió intervenir en los asuntos de Hispania, tratando de sacar partido de las disputas entre visigodos y suevos.
En respuesta al ataque de los vándalos sobre Alejandría, el emperador León I el tracio encargó al general Marcelino el dálmata la conquista de Cerdeña. En el año 466 se producía el ataque bizantino, y Cerdeña pasó a formar parte del Imperio romano Oriental.
La situación inquietó a Ricimero, que seguía teniendo las riendas del Imperio romano de Occidente. Con los vándalos saqueando las ciudades del sur de Italia y los bizantinos ocupando Cerdeña, el imperio occidental se encontraba en una situación muy delicada. Pero el emperador Antemio maniobró diplomáticamente y encontró la solución: invadir el reino vándalo del norte de África con la mayor fuerza militar que se había visto en las costas del Mediterráneo: 1.000 naves y 100.000 soldados.
En el año 468 y tras largos preparativos, una enorme flota de invasión se puso en a las órdenes del magister militum del Imperio Romano de Oriente, Flavio Basilisco, que además era cuñado del emperador León I.
El plan consistía en desembarcar un enorme ejército en las cercanías del Promontorium Mercurii (actual cabo Bon, en Túnez) y desde allí dirigirse directamente sobre Cartago, la capital vándala. En Sicilia se fueron concentrando los contingentes de tropas, dirigidos por Ricimero, al cargo de las tropas del Imperio romano Occidental, el general Marcelino, al mando de las tropas de los Balcanes e Illiria, y las tropas bizantinas mandadas por Basilisco.
Al mismo tiempo, otro contingente formado por bizantinos y egipcios saldría de Egipto al mando del general Heraclio de Edesa y atravesaría Tripolitania hasta llegar a Tripoli, un punto fuerte de los vándalos en la costa del Mediterráneo.
El desembarco en el cabo Bon se produjo sin mayor incidente, pero, inexplicablemente, las tropas de invasión permanecieron allí cinco días, sin hacer ningún movimiento ofensivo contra Cartago, que se encontraba a apenas 60 kilómetros.
Parece ser que Genserico había solicitado cinco días de tregua a Basilisco, para terminar los preparativos para su supuesta rendición. Pero Genserico no tenía intenciones de rendirse, necesitaba esos cinco días para preparar un ataque por sorpresa sobre la flota de invasión.
Basilisco cayó en la trampa, y al final del quinto día de espera, la flota vándala cayó sobre la flota de invasión. Después de un largo combate, un cambio en la dirección y la intensidad del viento permitió a Genserico lanzar sus brulotes cargados de brea y fuego griego sobre la flota imperial.
Los efectos del fuego griego sobre los barcos imperiales fueron devastadores. Buena parte de los barcos ardió y se fue a pique, y el resto huyó y se dispersó.
Mientras, las tropas de Heraclio de Edesa (que no conocía la derrota de la flota imperial) habían tomado Trípoli y se dirigían a Bizacena, con la intención de unir sus fuerzas a las tropas bizantinas de Basilisco. Pero finalmente, Heraclio tuvo noticia de la derrota, y, desmoralizado, decidió permanecer en Tripoli, ciudad que pudo mantener hasta finales del año 470.
La oportunidad de tomar Cartago y terminar con el imperio vándalo del norte de África se había perdido. Los años que siguieron a la catastrófica derrota sufrida por la fuerza expedicionaria imperial en las costas cercanas a Cartago no fueron de excesiva tranquilidad.
Guerras civiles romanas
En Roma, el magister militum Ricimero, llamado el hacedor de emperadores, culpó de la derrota imperial al emperador Antemio. Ricimero reunió un ejército de visigodos y se levantó en armas en Milán en el año 470, dando comienzo una guerra civil que duraría 15 meses.
El emperador del Imperio romano Oriental, León I, envió al cónsul Olibrio para mediar entre ambas partes. Pero Olibrio tenía órdenes secretas muy claras de su emperador, y se puso de parte de Ricimero, que terminó por derrotar a las tropas del emperador Antemio, que fue capturado y ejecutado. Para agradecer el apoyo de Olibrio, Ricimero decidió utilizarle como nuevo títere, y Olibrio ascendió al trono imperial a mediados del año 472.
Su reinado fue breve y poco destacable, como su muerte, de aparentes causas naturales, a finales de octubre de 472. El siguiente emperador fue Glicerio, que llegó al trono gracias al apoyo de los visigodos del rey Eurico, instalados en el sudoeste de la Galia. Glicerio fue depuesto por Flavio Julio Nepote gracias a que contaba con el apoyo de las legiones de Dalmacia y el apoyo del emperador de Oriente, León I, siempre deseoso de intervenir en los asuntos internos del Imperio de Occidente.
Mientras en Occidente se dedicaban a poner y deponer emperadores, el rey vándalo Genserico no perdía el tiempo, y en la década de 470 volvía a reconquistar Cerdeña y Sicilia.
Para acosar a lo que quedaba del Imperio romano, Genserico entabló relaciones diplomáticas y comerciales con diversos grupos de “barbaros” para tratar de organizar una coalición que terminara definitivamente con el Imperio de Occidente; pactó con los ostrogodos de los Balcanes, y con los visigodos de Eurico en la Galia.
El emperador Nepote se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder (una coalición de pueblo “barbaros” que terminaría con el poder de Roma) y se apresuró a reconocer la autoridad de Genserico sobre buena parte de las costas del Mediterráneo.
En el tratado de paz «perpetuo» del año 476, Genserico hacia jugosas concesiones religiosas y económicas al nuevo emperador del Imperio romano de Oriente. El nuevo emperador Zenón, que había llegado al trono imperial tras la fulminante muerte de su antecesor. Se trataba de su propio hijo, que había reinado con el nombre de León II durante apenas un año y que había muerto a la edad de 7 años seguramente envenenado por su propia madre Ariana, que quería colocar a su marido Zeno en el trono.
Mientras Zenón estaba dirigiendo los ejércitos orientales y obteniendo grandes éxitos, en especial la expulsión de los vándalos de Épiro, que habían invadido en 469 como parte de la venganza del rey Genserico por el ataque sufrido el año anterior.
Zenón envió una misión a Cartago con la intención de llegar a una acuerdo de paz permanente con Genserico, que seguía dirigiendo constantes ataques contra las ciudades de oriente y el comercio marítimo. Al reconocer a Genserico como un rey independiente y aceptar toda la extensión de sus conquistas, Zenón logró imponer una paz que duraría más de 50 años y que acabó con los ataques vándalos a oriente. El tratado fue firmado en el año 476, Genserico se comprometía a permitir la construcción de iglesias católicas en sus territorios del norte de África. Se establecían jugosos tratados comerciales, y por primera vez, el tratado parecía afectar no solo a los individuos que lo firmaban, sino a los reinos que representaban.
En el año 475, el emperador Nepote nombró a Flavio Orestes, un panonio que se había destacado combatiendo a los hunos. A poco de ser nombrado, Orestes marchó a la Galia en donde tuvo que lidiar con una rebelión visigoda, derrotándola con facilidad.
Sorprendido por su propio éxito, Orestes decidió que podía intentar el asalto al trono imperial. Con las tropas de la Galia a sus órdenes, en agosto del año 475 marchaba sobre Ravena, la sede del gobierno imperial. El emperador Nepote no tenía apoyos en Italia, y marchó a Dalmacia, donde las legiones allí acuarteladas aún le eran fieles.
El caos de aquellos meses fue el precursor de lo que se considera el fin del imperio romano occidental, cuando tres emperadores se repartieron lo que quedaba del imperio:
- En Roma, Orestes, que no podía optar al trono imperial por su origen bárbaro (era panonio) colocó en el trono a su hijo de 14 años, Romulo Augustulo.
- En Dalmacia, el emperador Nepote, que seguía considerándose emperador del Imperio romano de Occidente
- En Bizancio, el emperador Zenón, que reconocía la legitimidad del emperador Nepote pero al mismo tiempo no negaba el derecho al trono de Rómulo Augustulo.
Un año después, los hérulos, una tribu germana que en el siglo III se había instalado en Lombardía y el sur de Suiza, exigieron el emperador Augustulo la entrega de mejores tierras en el centro de la península itálica. Ante la negativa del emperador Augustulo, los hérulos invadían el norte de Italia al mando del general Odoacro, que deponía al emperador Augustulo y lo enviaba al exilio a Nápoles. Odoacro fue aclamado entonces rey de Italia por sus propias tropas, aunque su nombramiento no fue aceptado por Zenón, el emperador de Oriente.
Odoacro, el nuevo rey de Italia, tenía menos autoridad (y menos territorio sobre el que ejercerla) que el último emperador, pero tenía la ventaja de que no tenía que rendir cuentas o consultar sus futuras políticas con el otro emperador, el del Imperio romano de Oriente.
Como resultado, el Imperio romano de Occidente había llegado a su fin. Pero había surgido un nuevo poder más independiente, que de una manera u otra contaba con el apoyo de multitud de pueblos “barbaros” de toda Europa occidental, un nuevo rival para los vándalos para tratar de controlar el Mediterráneo occidental.
Reinado de Hunerico (477-484)
En al año 477, el octogenario rey Genserico moría en el palacio real de Cartago. Hunerico, su hijo y sucesor en el trono vándalo, se apresuró a enviar embajadas al rey Odoacro y al emperador bizantino Zenón. Poniendo en práctica el tratado establecido en el año 475 entre su padre y el emperador bizantino Zenón, por el que ambos estados prometían respetar la zona de influencia del otro en el Mediterráneo.
Hunerico aprovechó la debilidad del nuevo rey de Italia, el godo Odoacro, para firmar un nuevo tratado en relación con Sicilia, que pasaría a control romano a cambio de un oneroso tributo anual y la ciudad de Lilibeum, que permanecería bajo control vándalo.
Hunerico empezó por eliminar de la línea sucesoria a cualquiera que pudiera representar un problema. Mandó o asesinar a dos de sus hermanos aún vivos, Teuderico y Teoderico, así como a sus esposas e hijos. Cientos de seguidores de Teodorico, un par de obispos y docenas de antiguos consejeros del difunto rey Genserico fueron ejecutados públicamente. Sin embargo, dos de sus sobrinos, Guntamundo (484-496) y Trasamundo (496-523), hijos de su hermano Genzo, lograron escapar de la matanza decretada y sucederle en el trono.
Al tener solucionados los problemas en política exterior, el nuevo rey prefirió ocuparse en repelar las incursiones de las tribus nómadas del norte de África, sobre todo de los bereberes del rey Cabaon de Tripolitania.
Hunerico tenía graves problemas en la frontera sur del reino vándalo, debiendo detener con grandes pérdidas las cada vez más frecuentes incursiones de tribus nómadas africanas, consecuencia de la progresiva retirada de la autoridad imperial a principios del siglo VI.
Las élites locales, los señores de la guerra del norte de África que habían prestado servicio al Imperio romano de Occidente; aprovecharon la circunstancia de la ausencia imperial para levantar pequeños reinos (garamantes en el desierto de Libia, arzuges en el desierto mauritano, etc.) que escapaban totalmente de la vigilancia de los vándalos, mucho más interesados en la costa norte del Mediterráneo que en su propia retaguardia africana.
Pero en el sur de las provincias de Bizacena y Numidia y en las montañas del macizo del Aurés, nuevos grupos de nómadas africanos se disponían a amenazar directamente a la autoridad vándala en la zona.
Los problemas para los vándalos comenzaron en las montañas Aurés, al final del reinado de Hunerico. La zona había pasado a control vándalo tras la firma del tratado vándalo-romano del 442. Pero en el año 483, un señor de la guerra llamado Masties asumió el título de imperator y declaro su gobierno sobre toda la zona norte de los montes Aurés, un reino bereber que declaró su fidelidad a Roma.
Arriano fanático, incluso más que su padre, y presionado por el clero arriano; Hunerico comenzó una campaña de represión sangrienta y tenaz como antes no se había producido en el reino contra la Iglesia Católica. Decretó medidas tan taxativas y duras como la prohibición de ejercer cualquier función pública a los no arrianos; la imposición de un impuesto de 500 sueldos de oro gravando a los nuevos obispos católicos elegidos para dirigir alguna diócesis perteneciente al reino; y la deportación en masa de unos 5.000 clérigos y 484 laicos católicos.
Parece ser que Hunerico deseaba cambiar el sistema sucesorio de la monarquía vándala, en el que la corona pasaba, a la muerte del rey, al miembro de la familia de mayor edad. Hunerico quería ceder la corona a su propio hijo Hilderico en vez de al miembro de mayor edad de la familia, su propio sobrino Guntamundo, al que correspondía la corona según la ley sucesoria vándala. Hunerico convocó en el templo de la Memoria de Cartago a todos los clérigos católicos del reino y les prometió que restauraría la libertad de culto para los católicos si apoyaban la llegada de su hijo Hilderico al trono vándalo. Pero los clérigos católicos se negaron a apoyar a Hunerico en sus pretensiones y proclamaron su respeto a la ley sucesoria vándala. El rey vándalo se vengó mandando a cortar madera o a realizar labores agrícolas a casi todos los obispos católicos del norte de África y derribando decenas de iglesias y templos católicos.
El 1 de febrero de 484 permitió un encuentro entre obispos arrianos y católicos, el 24 de febrero del mismo año promulgó un edicto por el que se declara a estos últimos herejes en caso de no abrazar la doctrina arriana. Numerosos clérigos partieron al exilio, mientras que otros son confinados en el sur de su reino, torturados o muertos en la hoguera.
Ese mismo año el rey Hunerico fue alcanzado por la peste (un castigo divino, según los católicos), murió el 23 de diciembre del 484, siendo sucedido por su sobrino Guntamundo.
Reinado de Guntamundo (484-496)
Guntamundo se benefició durante todo su reinado del hecho de que sus más poderosos rivales, visigodos, ostrogodos y el Imperio bizantino, estuvieran enzarzados en guerras que les impidieron actuar contra un reino vándalo que había declinado grandemente tras su apogeo en la época de Genserico. Hubo de hacer frente, en cambio, a las incursiones bereberes que incrementaron cada vez más la presión sobre su reino.
Aunque, como sus predecesores, profesaba la fe arriana, cesó en la persecución a los católicos, lo que ayudó a estabilizar la economía del reino que, bajo el reinado de Hunerico, había llegado al borde del colapso.
Su primer movimiento “diplomático” fue denunciar el tratado vándalo-romano sobre Sicilia, y usando Lilibeum como base de partida, comenzó a atacar las ciudades romanas de la isla. Hasta que se firmó un nuevo tratado de paz en el año 491, que dividía la isla en dos partes casi iguales.
En el este, el rey ostrogodo Teodorico, que había sido nombrado magister militum del Imperio Bizantino por el emperador Zenón, fue enviado a apoderarse de Italia. Teodorico no tuvo apenas problemas para derrotar a los hérulos del rey Odoacro, y en el 492 ponía sitio a la capital del reino de Italia, Ravena. A principios del año 493, Teodorico y Odoacro llegaron a un acuerdo para repartirse Italia entre ambos, y para celebrarlo, Teodorico invitó a Odoacro a un suntuoso banquete, en donde lo asesinó personalmente tras brindar por la paz y la amistad. A continuación, todos los integrantes del ejército de Odoacro que se habían rendido y no habían podido huir fueron asesinados, al igual que la familia del rey.
Guntamundo murió en 496 en el transcurso de una cacería de ciervos, le sucedió su hermano Trasamundo.
Teodorico se había convertido entonces en rey de Italia, y en pocos años derrotaba a los visigodos del sur de la Galia y de Hispania, territorios que unía a sus dominios de Italia y los Balcanes. Para formalizar las relaciones diplomáticas con los vándalos, Teodorico entregó en matrimonio a su hermana Amalafrida al rey vándalo Trasemundo. La boda, que se celebró en el año 500, causó gran sensación en la corte real de Ravena, que consideró tal matrimonio como una victoria política del rey Teodorico, y una muestra de la sumisión vándala al nuevo poder ostrogodo en Italia.
Reinado de Trasemundo (496-523)
En los siguientes años se sucedieron una serie de cambios en las relaciones entre los tres reinos más importantes del mediterráneo (el reino ostrogodo de Italia, el reino vándalo de África y el imperio Bizantino). La supuesta alianza que se había producido entre el rey Teodorico y el rey Trasemundo se demostró inexistente cuando, en el año 507, una potente flota bizantina atacó las costas italianas. Teodorico esperaba la ayuda de los vándalos, pero Trasemundo ignoró la petición de ayuda de Teodorico y la flota vándala permaneció anclada en Cartago. La flota bizantina continuó saqueando las poblaciones costeras del este de Italia, empeorando aún más las dañadas relaciones entre Italia y Bizancio.
Quizás en venganza por su falta de apoyo, Teodorico invadió en el año 511 el reino visigodo de Tolosa para apoyar las aspiraciones al trono de su nieto Amalarico contra Gesaleico, hijo del rey Alarico II.
Ibbas, magister miliutm de Teodorico, derrotó a la alianza de francos y visigodos en las cercanías de Arles en el año 508, y Gesaleico huyó a África, donde Trasemundo le ofreció asilo (desafiando claramente a Teodorico). Tras unas largas y delicadas negociaciones diplomáticas (que estuvieron a punto de acabar en guerra abierta entre italianos y vándalos) Trasemundo cedió y expulsó de África a Gesaleico, que volvió a Hispania a primeros del año 511 para tratar de volver a ocupar el trono visigodo.
Pero de nuevo fue derrotado por las tropas del magister militum Ibbas en una batalla a pocos kilómetros de Barcino (actual Barcelona). Gesaleico huyó, traspasó los Pirineos y llegó a Borgoña, siendo capturado por los soldados de Teodorico, que lo asesinaron a finales del año 511.
Teodorico se volvió entonces hacia Sicilia, acosada por las incursiones vándalas que tenían su origen en Lilibeum. Las tropas de Teodorico pusieron cerco a la ciudad, que se rindió tras unas pocas semanas de asedio. Y a principios del año 525, Teodorico anunció su intención de acometer su proyecto más ambicioso; construir una potente flota que desafiara directamente el poderío naval de los vándalos, a los bizantinos, y un aviso claro a quien tuviera intención de atacar las costas italianas.
En junio de 526, la flota estaba terminada y lista para zarpar de Ravena. No se sabe si la construcción de la flota de Teodorico era el primer paso para una operación militar de mayor importancia (como el ataque a Cartago o la invasión de los Balcanes, zona de donde provenían los ostrogodos y que se encontraba en poder bizantino. Pero el rey Teodorico el Grande, moría en Ravena el 30 de agosto del mismo año.
EL rey vándalo Trasamundo murió (de muerte natural, algo sorprendente en aquellos tiempos) el 6 de mayo del año 523, tras un prolongado reinado de más de 26 años. Le sucedió en trono del reino vándalo de África su primo Hilderico, hijo del rey Hunerico y Eudoxia, la princesa imperial.