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Batalla del río Imjin (1592)
Algunas zonas de la costa sur del río Imjin fueron incendiadas para evitar que las tropas japonesas tuvieran acceso a materiales que pudiesen utilizar para cruzarlo. Además de esto, el general Kim Myong-won había desplegado 12.000 efectivos en cinco puntos distintos del río.
Tras un descanso de dos semanas en Hanseong (Seúl) y con la capital volviendo a cierta normalidad, tras reabrirse las tiendas, comenzó la segunda fase de la campaña. Nuevamente, la vanguardia iba a estar compuesta por las divisiones 1ª de Konishi, 2ª de Kato y 3ª de Kuroda. Pero esta vez no iba a darse una repetición de la vertiginosa marcha anterior. Cuando llegaron al río Imjin, que hoy en día divide la parte occidental de las dos Coreas, se encontraron con un serio problema: era un río ancho que discurre entre acantilados. Todo lo aprovechable al sur del río Imjin había sido incendiado para evitar que las tropas japonesas tuvieran acceso a materiales que pudiesen ser utilizados para cruzarlo. Además de esto, el general Kim Myong-won había desplegado 12.000 efectivos en cinco puntos distintos del río por donde se podía cruzar. Como reserva incluía a las recién llegadas unidades de caballería de la frontera del Norte.
Lo único que se les ocurrió a los mandos japoneses fue enviar un mensaje intimidatorio conminando a los coreanos a retirarse. La falta de un líder firme y experimentado como Hideyoshi, parecía lastrar la búsqueda de alternativas al plan de campaña; como por ejemplo tratar de remontar el Imjin y flanquear esa línea defensiva, o buscar la manera de organizar una gran operación naval que consiguiera traer a la armada japonesa hasta la desembocadura del Imjin (aunque la armada para entonces ya empezaba a tener sus propios problemas).
La división de Kiyomasa se quedó durante 10 días observando a los coreanos al otro lado del río. El impasse parecía que se iba a prolongar durante largo tiempo, por lo que Kiyomasa decidió retirar sus tropas de la orilla del río, tal y como ya habían hecho sus colegas, y se encaminó a una cercana fortaleza. Con un poco de suerte, los coreanos se animarían a enviar alguna fuerza a la otra orilla y al menos sus hombres tendrían con qué entretenerse.
Ante la supuesta huida japonesa, el joven comandante Sin Kil urgió a sus colegas a lanzarse en su persecución, burlándose de las reticencias del veterano general Yu Geuk-ryang. Este sintiéndose herido en su orgullo al ser tildado de cobarde, afirmó que lideraría el ataque. Kim Myeong-won no pudo impedirlo a pesar de desaprobarlo, dado que su liderazgo en el ejército era bastante frágil; de hecho tuvo que contemplar impotente como al ataque se unían los 3.000 hombres de Han Ung-in, un oficial gubernamental con permiso expreso de la corte para no acatar las órdenes del comandante en jefe.
La batalla del río Imjin comenzó, cuando tras cruzar una parte del ejército coreano el río, chocó con las avanzadillas japonesas en un bosque cercano, sufriendo la caballería coreana a manos de los arcabuceros. Rápidamente, Kiyomasa intervino con más de sus fuerzas, obligando a los coreanos a luchar en una posición incómoda con el río a sus espaldas, unos coreanos desconcertados al ver como eran ellos los atacados y no al contrario. Kil y Geuk-ryang pagaron con sus vidas por su osadía e imprudencia. El pánico se extendió pronto entre los coreanos, que se pelearon entre sí por alcanzar los botes que les permitieran regresar a la otra orilla. Los japoneses les persiguieron de cerca y consiguieron incluso hacerse con unos cuantos botes.
La cosa hubiera quedado en un revés coreano de no ser tan contagioso el pánico. Los japoneses poco podían hacer ante el grueso del ejército coreano que todavía permanecía en la otra orilla. La espoleta del desastre la inició la huida a caballo de un anónimo oficial civil; entre las filas coreanas se corrió la voz de que quién huía era el general en jefe Myeong-won. El ejército se desintegró y el cruce del Imjin quedó despejado.
Tras el cruce del Imjin, el Estado Mayor japonés en Corea: Ukita Hideie y los tres bogyos o consejeros, completaron la asignación de tareas para las diferentes divisiones: La primera decisión de Hideie fue distribuir las divisiones a lo largo del territorio coreano, buscando abarcar las ocho provincias: La 1ª división perseguiría al rey en la provincia dePyongan; la 2ª atacaría la provincia de Hamgyong en la parte noreste de la península; la 6ª atacaría la provincia de Jeolla al sur, la 4ª aseguraría la provincia de Gangwon, mientras que la 3ª de Kuroda estabilizaría Hwanghae y cubriría la retaguardia de la 1ª sirviéndola de apoyo, la 5ª, 7ª y 8ª estabilizarían las provincias de Chungcheong, Gyeongsang y Gyeonggi respectivamente. Se hizo cruzar a la 9ª, e incluso se le unió una parte de la 10ª, que se establecieron en Nagoya.
Campaña en la provincia de Pyongyang
La 1ª división alcanzó el día 16 de julio la orilla sur del río Taedong. Nuevamente, los japoneses enviaron mensajeros demandando el paso franco hacia China. Al otro lado del río se encontraba la fortaleza de Pyongyang. El rey Seonjo había huido de la ciudad; y lo mismo habían hecho muchos ciudadanos, alarmados por la marcha del rey. Sin embargo, dejaron atrás los 10.000 hombres del general Kim Myeong-won, con órdenes de defender la fortaleza.
Los mandos coreanos, al parecer, habían decidido que era urgente conseguir algún tipo de victoria sobre los japoneses, antes de que el desánimo se apoderara del ejército y de los residentes que todavía permanecían en la ciudad, que eran imprescindibles para colaborar en la defensa de las murallas. El audaz plan coreano era realizar un ataque nocturno al otro lado del río Taedong.
La organización del asalto nocturno llevó más tiempo del esperado, pero, aun así, consiguieron asaltar por sorpresa el campamento de So Yoshitoshi, causando cientos de bajas. Sin embargo, ya amanecía el 22 de julio y el resto de fuerzas japonesas pudo reaccionar. Tropas de la división de Kuroda Nagamasa, acudieron con prontitud, pusieron en fuga a la vanguardia coreana y atacaron a las tropas coreanas que estaban todavía efectuando el cruce. Las tropas coreanas, puestas en fuga, quedaron atrapadas en la orilla sur, sin acceso a botes, y no tuvieron más remedio que retirarse hacia un vado en el río; vado que los japoneses desconocían y que entonces descubrieron con alborozo.
Un descorazonado Kim Myeong-won, consciente de que los japoneses pronto cruzarían en fuerza el Taedong, ordenó hundir los cañones en un estanque y después abandonó la fortaleza, cuando llegó Yukinaga el 24 de julio, Pyongyang se encontraba totalmente desierta; eso sí con los almacenes de arroz intactos debido a un descuido de los coreanos.
Las noticias de la caída de Pyongyang alcanzaron al rey Seonjo en su camino a la búsqueda de un refugio seguro. Bajo el sentimiento de que la nación estaba perdida, se decidió la retirada hacia la ciudad de Uiju en el río Yalu, en la frontera del reino de Corea. Una vez allí sería cuestión de decidir entre el exilio o aceptar ser capturado por los japoneses. Sin embargo, antes de llegar a Uiju recibió buenas noticias: las primeras tropas chinas ya habían cruzado la frontera. China finalmente acudía en ayuda de la desdichada Corea.
Por su parte, Yukinaga se conformaba con la captura de Pyongyang y la desembocadura del Taedong. Sí había que proseguir hasta China, tocaba reorganizar la fuerzas, mandar nuevas tropas a Pyongyang; bien por tierra o preferentemente por mar, ya que sería más rápido y el concurso de la armada japonesa sería importante para superar nuevos obstáculos como el río Yalu en la frontera con China.
Campaña en la provincia de Gangwon
Mientras tanto, la 4ª división liderada por Mori Yoshinari (10.000) salió de la ciudad capital de Hanseong con rumbo al este, capturando las fortificaciones de la costa oriental, desde Anbyon hasta Samcheok. De allí prosiguieron su marcha hacia el interior de la península para capturar Jeongseon, Yeongwol y Pyeongchang, con el objetivo final de asentarse en la capital provincial de Wonju. En esta ciudad, Mori Yoshinari estableció una administración civil con un sistema social de castas de acuerdo al modelo japonés. Shimazu Yoshihiro (2.000), uno de los generales de la cuarta división, llegó demorado a Gangwon debido a la rebelión Umekita, y terminó la campaña asegurando Chunchon.
Campaña en las provincias de Jeolla y Chungcheong
La provincia suroccidental de Jeolla, había sido dejada de lado durante el avance inicial japonés, por lo que contaba todavía con un importante contingente de tropas regulares que reforzado por voluntarios podía alcanzar la cifra de 50.000 efectivos.
Cuando las tropas invasoras se dirigían hacia Hanseong (Seúl), Yi Kwang, el gobernador de la provincia de Jeolla, intentó detener el avance del enemigo enviando sus tropas hacia la ciudad capital. Sin embargo, después de recibir las noticias de que esta había sido saqueada, decidió mantenerlas en su posición. El ejército coreano había alcanzado los 5.000 efectivos, debido a que se les habían unido diversos grupos de voluntarios de toda la provincia. Por esta razón, Yi Kwang y los líderes de los irregulares decidieron retomar Hanseong (Seul). Para esto, se dirigieron hacia Suwon, aproximadamente a 42 kilómetros al sur de dicha ciudad. El 4 de junio una avanzada de 1.900 hombres intentó tomar la fortaleza de Yong-in, custodiada por 600 soldados japoneses bajo las órdenes de Wakizaka Yashuharu. Ambos bandos se enfrentaron hasta el 5 de junio, cuando acudieron refuerzos japoneses que les obligaron a levantar el asedio. Las tropas japonesas pudieron contraatacar a la coalición Jeolla, obligando a los coreanos a abandonar el enfrentamiento y huir y dispersarse.
Primera batalla de Geumsan (1592)
La 6ª división de Kobayakawa Takakage con 15.700 efectivos, había recibido la misión de conquistar la provincia. Los planes japoneses para conquistar Jeolla implicaba el avance de varias columnas de la 6ª división en dirección a la capital provincial Jeonju. Al tener noticia de ello se movilizó un ejército de circunstancias compuesto por los cerca de 6.000 guerrilleros del uibyeong reunidos por Go Gyeong-myeong, un erudito de 60 años, y unos 2.000 regulares liderados por el general Gwak Yong.
Go intentó reunir sus elementos con los de otra milicia en la provincia de Chungcheong; pero después de cruzar la frontera de la provincia, tuvo noticias de que Kobayakawa Takakage, de la sexta división, había lanzado un ataque en Jeonju (la capital de la provincia de Jeolla) desde la fortaleza de Geumsan.
Go decidió regresar a su territorio y, después de unir fuerzas con el general Gwak Yong, lideró sus hombres hacia Geumsan, cuyas fuerzas habían partido a Leonsu. El 10 de julio la milicia se enfrentó con las tropas japonesas en retirada después de la derrota en el combate de Ichi, ocurrida dos días antes.
En el primer día de la batalla de Geumsan 16 de agosto, los regulares y voluntarios se lanzaron contra los terraplenes nipones, consiguiendo penetrar brevemente en la villa antes de ser rechazados. Al siguiente día, los defensores japoneses se concentraron en derrotar lo más rápido posible a los regulares; al ver a estos retirarse, los voluntarios perdieron el ánimo y se unieron a la huida. Un consternado Gyeong-myeong prefirió la muerte a la vergüenza de la derrota.
Los victoriosos japoneses salieron de Geumsan en dirección a Jeonju. Atravesaron las montañas derrotando sucesivamente a tres grupos de fuerzas guerrilleras que se habían apostado en el camino. Cansados tras tres días de combates, se acercaron a su objetivo, pero los exploradores japoneses informaron de una nutrida línea defensiva coreana cerca de la ciudad, por lo que el ejército nipón decidió darse la vuelta. Lo cierto es que los coreanos difícilmente hubieran podido defender la ciudad, ya que casi no quedaban tropas a mano, pero recurrieron a poner numerosas banderas para dar la impresión de un gran ejército, y el ardid funcionó.
En cuanto al resto de las columnas japonesas, estas no consiguieron siquiera acercarse a Jeonju. Una columna se vio detenida por los guerrilleros en la vecina provincia de Gyeongsang; mientras que otra fue derrotada en el combate de Ichi, al ser emboscada por las fuerzas del general coreano Gwon Yul.
Al norte de Jeolla se encontraba la provincia de Chungcheong, la 5ª división de Fukushima Masunari con 25.000 efectivos, había recibido la misión de estabilizar esta provincia. En dicha provincia se encontraba Cheongju, una de las principales bases de suministros japonesas en el interior de Corea que había sido conquistada por la 3ª división de Kuroda Nagamasa en su avance hacía Seúl. Fukushima había puesto Cheongju y Chungju bajo el mando de Hachisuka Iemasa (7.200). Cheongju estaba escasamente guarnecido, y se convirtió en el objetivo del uibyeong local, liderado por Jo Heon. Jo Heon desconfiaba de los regulares y prefirió unirse a los monjes guerreros. Los monjes de la provincia estaban liderados por el monje Yeong-gyu y se habían empezado a movilizar aún antes incluso de que el rey Seonjo desde su exilio en la frontera hiciera un llamamiento a los monjes budistas a luchar por la patria.
La expedición contra Cheongju acabó reuniendo una fuerza de 1.500 monjes, 1.100 voluntarios y una fuerza testimonial de 500 regulares. El ataque tuvo lugar el 6 de septiembre. Monjes y voluntarios asaltaron las murallas, defendidas por tropas pertenecientes a Hachisuka Iemasa (parte de la 5ª división). Los monjes atacaron las puertas del norte y del este, mientras que los voluntarios asaltaron la puerta oeste. Los hombres Hachisuka rápidamente los obligaron a retirarse, por lo que Jo Heon reunió sus fuerzas en una colina al oeste para un segundo intento. Durante la noche, los japoneses empezaron a preocuparse al ver como los coreanos encendían un gran número de fuegos y desplegaban numerosas banderas. Temerosos de que estos hubieran recibido grandes refuerzos, evacuaron Cheongju.
Al día siguiente los coreanos entraron triunfantes en la fortaleza. Desgraciadamente, esta victoria supuso el recelo y las envidias entre los jefes coreanos, cuyas relaciones se deterioraron. Los regulares se retiraron de la expedición, mientras que los voluntarios decidieron actuar por separado de los monjes y no compartir la gloria de la victoria.
Segunda batalla de Geumsan (1592)
El siguiente paso obvio era marchar contra el “saliente” de Geumsan, la base avanzada japonesa que amenazaba tanto a la provincia de Jeolla como a la de Chungcheong. Pero en la zona de Geumsan se encontraban buena parte de los 10.000 efectivos de la división de Kobayakawa Takakage.
Jo Heon atacó Geumsan con 700 voluntarios el 22 de agosto; su fuerza fue totalmente aniquilada, tras ser rodeada completamente durante la noche. El monje Yeong-gyu había seguido a Jo Heon tras recibir más monjes de refuerzo y le había exhortado a no atacar en solitario. A pesar de la derrota de los voluntarios, los monjes se sintieron obligados a dar batalla ellos solos, siendo también prácticamente aniquilados tras tres días de combates.
El sacrificio coreano no fue en balde. Takakage reconoció de momento la imposibilidad de conquistar Jeolla y preocupado por la seguridad del saliente de Geumsan decidió retirarse antes de que los coreanos pudieran coordinar nuevos ataques.
Campaña en la provincia de Hamgyong y Manchuria
Kato Kiyomasa, al mando de 20.000 hombres de la 2ª división, su misión era la conquista y el sometimiento de la gran provincia nororiental de Hamgyong; una provincia aún más escabrosa si cabe que el resto de Corea, llena de montañas y amplios bosques y que hacía frontera con los jurchen. Cruzó la península hacia Anbyon, en una marcha de diez días, por un escarpado camino, guiado por prisioneros coreanos. Llegó hasta el mar del Japón y a partir de allí presionó en dirección norte bordeando la costa, atacando los castillos que encontró a su paso por la costa, tomando la capital provincial de Hamhunge. En ese lugar, dejó a Nabeshima Naoshige con parte de la tropa permaneció para establecer una administración civil y de defensa.
El resto de la división, compuesta por 10.000 efectivos, continuó avanzando hacia el norte casi sin oposición. El 23 de agosto, en Songjin (actual Kimchaek), se enfrentó a los ejércitos del norte y sur de Hamgyong mandados por los generales Yi Yong y Han Kuk-ham, contaban con una importante fuerza de caballería. La caballería coreana tomó ventaja de la lucha a campo abierto y obligó a replegarse a las tropas invasoras hasta un almacén de granos. En ese lugar, los japoneses pudieron poner barricadas con pacas de arroz y finalmente pudieron repeler a la caballería con disparos de arcabuz.
Fracasado el primer ataque, los coreanos se retiraron a una colina a pasar la noche, con intención de reanudar el combate al día siguiente. Pero esa misma noche, Kiyomasa organizó un ataque nocturno, sus tropas rodearon la posición coreana con excepción de uno de sus lados que daba a un pantano. El repentino ataque sembró el pánico entre los coreanos, que huyeron por los pantanos teniendo numerosas bajas. Los pocos coreanos que pudieron escapar dieron la señal de alarma a las otras fortificaciones, permitiendo que los japoneses tomaran con facilidad los fuertes costeros de Kilchu y Myongchon.
Después se dirigieron hacia Hoeryong. En dicha fortaleza, dos príncipes coreanos, Sunwa e Imhae, habían buscado refugio, y habían sido encadenados por los propios coreanos. Poco tiempo después, una banda de guerreros coreanos cortó la cabeza de un general coreano desconocido, mientras que el general Han Kuk-ham había sido capturado y atado por el mismo grupo. Esta banda entregó también al gobernador de la provincia, Yu Yoeng-nip, a los soldados japoneses. A comienzos de septiembre, los dos príncipes capturados fueron enviados a Kyoensong, custodiados por 1.000 soldados.
Con la resistencia coreana descabezada, Kato Kiyomasa decidió entonces atacar un castillo de los jurchens, que se encontraba al otro lado del río Tumen, en actual Manchuria. Este ataque fue utilizado con intención de probar el temple de los guerreros esteparios. La expedición se componía de 8.000 japoneses y 3.000 auxiliares coreanos, que sirvieron como guías. El fuerte se asentaba en una colina pero parecía que estaba mal defendido. Se envió a los coreanos a posicionarse por delante y a los japoneses por detrás, por la zona de la colina. Un par de equipos de unos 30-50 hombres se adelantaron y con palancas colapsaron las débiles murallas, a continuación penetraron las tropas y masacraron a todos los habitantes del fuerte.
Al final del día, Kiyomasa ordenó retirarse a la frontera, y se estableció en una colina para pasar la noche. La noticia del asalto se extendió rápidamente entre los jurchens que supuestamente habrían reunido 10.000 guerreros para vengarse de Kiyomasa; a la mañana siguiente este se dispuso para la batalla, la lucha fue muy reñida, según las crónicas por cada japonés caído, cayeron 20 o 30 orangais. Los japoneses resultaron triunfantes, gracias a que al final se desató un temporal de viento y lluvia que soplaba en dirección a los atacantes jurchens. De la crónica parece desprenderse que Kiyomasa estuvo cerca de ser derrotado, salvándole los elementos, aunque contabilizaron 8.000 cabezas enemigas.
La segunda división continuó hacia el oeste, capturando las fortificaciones de Jongseong, Onsong, Kyongwon y Kyonghung, arribando finalmente a Sosupo, en el estuario del río Tumen. En este lugar las tropas pudieron descansar antes de regresar a Hamhung para reunirse con Naoshige el 12 de octubre. Naoshige había estado ocupado estableciendo la administración japonesa en el sur de la provincia, mientras que por su parte Kiyomasa optó por dejar en manos coreanas parte de la administración y defensa del norte de la provincia, llegando a cederles la defensa de dos importantes fortalezas.
En cualquier caso, la situación en el resto de la península estaba peor y el Estado Mayor japonés en Seúl envió a Kiyomasa una orden para traer sus tropas de vuelta. De hecho, para cuando llegó la orden al cuartel general de Kiyomasa, su regreso era mucho más apremiante debido a los sucesos que habían tenido lugar en Pyongyang.
Campaña en la provincia de Gyeongsang
La primera resistencia en territorio ocupado nació, como era de esperar, en la primera zona por donde pasaron las fuerzas japonesas: la provincia suroriental de Gyeongsang; una zona vital en la línea logística japonesa Busan-Seúl. La conquista de esta provincia había sido asignada a la 7ª división de Mori Terumoto que disponía de 30.000 efectivos.
A los nueve días del desembarco japonés surgió la primera guerrilla coreana, al reunir el pequeño terrateniente Gwak Jae-u a unos 50 de sus conciudadanos de Uiryeong para defender su villa de los japoneses. Los japoneses pasaron de largo, mientras que Gwak Jae-u veía como era tildado de rebelde por las autoridades provinciales coreanas, que no veían con buenos ojos el surgimiento de movimientos fuera de control. Jae-u estuvo a punto de acabar en prisión o ser ejecutado, pero por fortuna hizo que conociera a un oficial de reclutamiento recién llegado de Seúl, que le concedió credenciales para reclutar tropas. A mitad del verano había reunido cerca de 1.000 voluntarios, a los que dirigió con una encomiable prudencia, centrándose en las partidas de forrajes japonesas y en los botes de suministros japoneses que usaban el río Nakdong como vía de transporte.
En alguna fecha, entre la caída de Seúl y el cruce del río Imjin, Gwak Jae-u obtuvo la que tal vez sería la primera victoria coreana en tierra, la batalla de Uiryeong. Una fuerza japonesa comandada por el monje Ankokuji Ekei marchaba camino de Jeolla como parte del ya mencionado proyecto de invasión de dicha provincia. De camino los japoneses tenían que cruzar el río Nam cerca de Uiryeong, por lo que los exploradores nipones se adelantaron a investigar el río y marcaron los vados con estacas. Tras retirarse los exploradores aparecieron los hombres de Jae-u para cambiar las estacas y ponerlas en una zona más profunda. Cuando las tropas japonesas empezaron a cruzar el río se encontraron con problemas para avanzar, siendo en dicho momento atacado por los hombres de Gwak Jae-u. Tras sufrir fuertes bajas, los japoneses tuvieron que retirarse y dar un rodeo en su marcha.
En su rodeo por el norte, Ankokuji Ekei no tardó en encontrarse con nuevos guerrilleros. Esta vez se trataba de las fuerzas de Son In-gap, unos 3.000 hombres, según Ekei que intentaron frenarle sin éxito. Previamente dicho grupo ya había atacado una fortaleza japonesa en la zona de Chogye y aunque derrotados habían conseguido matar a su comandante. A continuación le tocó encontrarse con un tercer ejército guerrillero: el de Kim Myeon en la zona de Hapcheon; esta vez los guerrilleros hicieron un buen uso de las montañas y la espesura para emboscar a las tropas japonesas y lanzarles una lluvia de proyectiles sin que estos pudieran responder con eficacia. Ekei se dio por vencido en su marcha hacia Jeolla y se retiró hacia la cobertura de los fuertes japoneses.
Las cosas se complicaban y Ukita Hideie tuvo que mandar a la provincia a tropas de la 9ª división de reserva (Toyotomi Hidekatsu y Hosokawa Tadaoki) en apoyo de la 7ª división de Mori Terumoto. La fuerza japonesa logró recuperar algunas posiciones perdidas, pero a pesar de todo, importantes fuerzas guerrilleras coreanas campaban por toda la línea del Nakdong, y los japoneses se limitaban a reaccionar respondiendo a una amenaza tras otra. No solo eso, sino que la insurrección se extendió por toda la provincia y los coreanos lograron retomar Gyeongju en un golpe de mano, gracias en buena parte al uso de las pigyok chinchollae o granadas explosivas que causaron una gran impresión en la guarnición japonesa.
Primer asedio de Jinju (1592)
Los japoneses no estaban por la labor de ver como se acumulaba revés tras revés. Las tropas de japonesas, marcharon contra Jinju en el río Nam: el punto fuerte de la resistencia coreana en la línea del Nakdong, era un castillo coreano construido con la finalidad de proteger la provincia de Jeolla. Por ello reunieron una fuerza de unos 20.000 efectivos mandada por los comandantes japoneses Ukita Hideie y Hosokawa. Jinju estaba defendida por 3.700 regulares bajo el mando del general Kim Si-min. El general coreano era un hombre diligente que se había tomado en serio su misión y había preparado bien la defensa, asegurándose de tener no solo piezas de artillería, sino además 170 arcabuces modernos recién manufacturados y copiados de los japoneses.
Las tropas japonesas se lanzaron al asalto el 8 de noviembre, arrollando a grupos de coreanos rezagados que se encontraron las puertas de Jinju cerradas. Al acercarse a las murallas dispararon su habitual descarga de arcabucería, pero a diferencia de otras ocasiones los coreanos no quedaron impresionados. En los tres días siguientes se iba a desarrollar una lucha brutal. Los japoneses prepararon una torre de asedio de tres plantas que llenaron de arcabuceros; además de las habituales protecciones para tiradores en forma de empalizadas. Por su parte, los coreanos habían distribuido por las murallas no solo arqueros, arcabuceros y piezas de artillería, sino cualquier elemento que pudiera ser de algún uso como piedras, calderos de agua hirviendo, elementos incendiarios, tableros con púas, etc.
Después de tres días de intensos combates en los que las tropas invasoras luchaban por entrar en el castillo, siendo rechazados los japoneses de manera sangrienta en el intento de escalar las murallas; un pequeño grupo guerrillero liderado por Gwak Jae-u llegó al lugar con unos 2.500 guerrilleros, muy pocos para levantar el asedio. Sus escaramuzas fueron una fuente de preocupación para los japoneses y una carga de moral para los defensores. Jae-u intentó engañar al ejército enemigo mediante el uso de antorchas encendidas y haciendo sonar instrumentos de guerra. Con esta acción buscaba aparentar un ejército mucho más numeroso. Los japoneses, concentrados en el asedio, no prestaron atención e intensificaron los ataques.
Tras analizar la situación, los japoneses decidieron lanzar un último asalto el día 13. Antes del ataque se procedió a levantar el campamento simulando el abandono del asedio para acto seguido lanzarse a la carrera en un último intento. El ataque estuvo a punto de tener éxito, a los defensores les quedaban pocos proyectiles y estaban al límite de sus fuerzas. Sin embargo, los defensores se aferraron obstinadamente a las murallas y aguantaron, aunque el propio Kim Si-min resultó herido de muerte al recibir un disparo en la frente.
Los japoneses aceptaron la derrota y se retiraron aprovechando una tromba de agua para ocultar su retirada. El fracaso ante Jinju implicaba la imposibilidad de proseguir y liquidar los núcleos de resistencia del valle del Nakdong.
Campaña en las provincias de Hwanghae, Gyeonggi y Gangwon
La provincia oriental de Gangwon había sido ocupada inicialmente por la 4ª división de Mori Yoshinari. La campaña de conquista había progresado bien, con los japoneses tomando fácilmente posición tras posición. Aquí la insurrección se empezó a mostrar a partir de agosto, cuando Yoshinari ya había empezado la labor administrativa de poner a punto la provincia y recaudar impuestos. Los ataques a posiciones japonesas se sucedieron por parte de una variedad de grupos guerrilleros. En general, los japoneses defendieron bien sus fuertes derrotando a las guerrillas coreanas cuando estas atacaban, pero al poco estas volvían a aparecer. Un ejemplo típico fue el caso de Chuncheon defendida por Shimazu Tadatsune, en noviembre resultó asediada y en su apoyo acudió su padre Shimazu Yoshihiro. Tras retirarse Yoshihiro, las guerrillas reaparecieron y esta vez Tadatsune optó por solucionarlo a las bravas, liderando una salida y aplastando a la fuerza enemiga. A pesar de este tipo de éxitos, lo cierto es que la provincia se escapaba de las manos de los japoneses.
La insurrección coreana se extendió a finales de septiembre por la provincia de Hwanghae, a la que se suponía en principio bajo la mano firme de la 3ª división de Kuroda Nagamasa. El uibyeong de Hwanghae se concentró en el fuerte de Yeonan; disponían de 500 soldados entre voluntarios y soldados dispersos, además de 2.000 civiles que lo habitaban. Contra él marchó Nagamasa con 3.000 hombres. Las tropas niponas construyeron rampas y torres de asedio, pero los defensores consiguieron incendiar los medios de asalto japoneses con antorchas y flechas incendiarias. El asedio duró del 3 al 6 de octubre, repeliendo los coreanos todo intento de asalto. Kuroda Nagamasa no solamente abandono el asedio, sino que preocupado por la posibilidad de quedar aislado, se retiró de la capital provincial hacia una posición mejor situada para servir de enlace entre Seúl y Pyongyang.
En principio, la provincia en la que situaba la capital de Seúl parecía fuertemente controlada. Sin embargo, no lo estaba la vecina isla de Ganghwa, que servía de refugio desde el que las fuerzas coreanas podían realizar incursiones a su antojo. En una de ellas localizaron y mataron al daimio Nakagawa Hidemasa, que había salido de caza.
Hasta Gyeonggi, se acercó el general coreano Gwon Yul procedente de Jeolla. Gwon Yul se instaló en el fuerte de Doksan, abandonado por los japoneses. Gwon Yul tenía intención de usar esta base avanzada como punto de concentración para soldados, guerrilleros y monjes y organizar un intento de recuperar Seúl, a solamente dos días de marcha. Ukita Hideie reaccionó enviando una fuerza a tomar el fuerte. Según la tradición coreana, la guarnición estaba escasa de agua y pronta a rendirse cuando ideó una treta: puso bien a la vista del enemigo varios caballos y ordeno rociarlos con arroz, de forma que a distancia parecía que estaban siendo lavados con agua. Los japoneses habrían cedido en sus intenciones al creer que la guarnición contaba todavía con un amplio suministro de agua.
El caso es que Doksan permaneció en manos coreanas, suponiendo una grave amenaza tanto para la propia Seúl como para las rutas de provisiones japonesas.