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Antecedentes
El año 305 marcó el final de la Primera Tetrarquía con la renuncia de los dos augustos Diocleciano y Maximiano. De esta forma los dos césares accedieron a la categoría de augusto y dos oficiales ilirios fueron nombrados nuevos césares. La segunda Tetrarquía quedaba así formada: Constancio Cloro y Severo II, como augusto y césar respectivamente, de la parte occidental del Imperio y Galerio y Maximino Daya en la parte oriental del Imperio.
El augusto Constancio Cloro cayó enfermo y murió en Caledonia el 25 de julio del 306, en una campaña contra la tribu escocesa de los pictos en Britania, actual Escocia. Su hijo Constantino que lo acompañaba fue proclamado emperador augusto en Eburacum (actual York, Inglaterra), por el ejército de su padre.
El resto de la Tetrarquía, Diocleciano, Maximiano y Galerio se reunieron y desposeyeron del título de augusto a Constantino y en su lugar nombraron como augusto a Severo II. Constantino tuvo que aceptar el título de césar y ejercerlo bajo la autoridad de Severo II. Sin embargo, a Constantino se le permitió administrar las provincias asignadas a su padre Constancio: Galia, Britania e Hispania.
Constantino hijo de Constancio, y Majencio hijo de Maximiano, habían sido dejados de lado en la sucesión de Diocleciano, lo que ofendió a los padres y provocó el enojo de los hijos. En el año 307, Constantino repudió a su esposa Minervina y contrajo matrimonio con Fausta hija del nuevamente augusto Maximiano. Su segunda esposa Flavia Máxima Fausta, sería madre de tres futuros emperadores Flavio Claudio Constantino II, Flavio Julio Constancio II y Flavio Julio Constante, y de dos hijas llamadas Constantina y Elena.
De este primer grupo de contendientes el primero en caer fue Severo traicionado por sus tropas, el anciano emperador Maximiano ocupó su lugar, concertando una alianza con Constantino que también fue ascendido, con lo cual al final del 307 había 4 augustos: Constantino, Majencio, Maximiano y Galerio, y un solo césar, Maximino Daya.
A finales del 308, Diocleciano, Maximiano y Galerio se reunieron en la Conferencia de Carnuntum, con la intención de poner en orden el caos político en el que estaba envuelto el Imperio. En ese momento había cinco augustos (los legítimos Galerio y Severo, y los usurpadores Constantino, Majencio y Maximiano) y un solo césar, Maximino Daya. Se acordó que Maximiano y Galerio renunciaban a su título de augusto y se retirasen, y Constantino debía volver a ser césar. Con lo cual quedaban en occidente Licinio como augusto y Constantino como cesar, en oriente Majencio como augusto y Maximino Daya como césar.
El plan de Galerio fracasó. Las noticias de la promoción de Licinio no solo alienaron a Majencio y a Constantino (que nunca dejó de usar el título de augusto); sino que el propio Maximino, que gobernaba las provincias de Egipto y de Siria, rechazó su posición de mero césar y reclamó también el título de augusto, a pesar de los ruegos y argumentos de Galerio.
Galerio intentó derrocar a Majencio en dos ocasiones, pero no tuvo éxito, en la última con un ejército más grande que el de Majencio, pero muchos soldados de Galerio desertaron y se vio forzado a retirarse. Durante su primera campaña contra Majencio, Severo II, augusto de occidente fue capturado, encarcelado y ejecutado.
A finales del 308, Domicio Alejandro fue proclamado emperador en Cartago, y las provincias africanas se segregaron del dominio de Majencio. Esto produjo una situación peligrosa para Majencio, pues África era crítica para el suministro de alimentos de Roma.
En el 310, la situación era aún más confusa con 7 augustos: Constantino, Majencio, Maximiano, Galerio, Maximino, Licinio y Domicio Alejandro.
Majencio envió al prefecto pretoriano, Rufio Volusiano, con un pequeño ejército a África para derrocar al augusto Domicio Alejandro. Llegó allí y le derrotó y ejecutó en el 310/1, Majencio aprovechó la oportunidad de capturar los bienes de los partidarios de Alejandro, y de llevar cantidades grandes de grano a Roma, consolidó su posición en Italia y en África.
En el año 310, Maximiano se rebeló contra Constantino, mientras este se encontraba de campaña contra los francos. En Arles anunció que Constantino estaba muerto y tomó la púrpura imperial, pero, a pesar de prometer sobornos a cualquiera que lo apoyara como emperador, la mayor parte de los soldados se mantuvieron leales a Constantino y Maximiano tuvo que huir. Tras ser advertido de la insurrección, el césar abandonó la campaña y se trasladó inmediatamente a Masilia (Marsella), donde Maximiano y sus hombres se habían refugiado. Aunque la ciudad estaba en condiciones para resistir un asedio, los ciudadanos decidieron abrir las puertas traseras a las tropas de Constantino, que capturaron a Maximiano. El antiguo augusto ese mismo verano se ahorcó, pues el césar le había condenado a muerte.
Galerio falleció en mayo del 311 en la actual Serbia de una enfermedad terminal, posiblemente cáncer. Tras su muerte, Licinio compartió el imperio Oriental con Maximino Daya. Los Dardanelos y el Bósforo formaban la frontera, tomando Licinio la parte europea, y Maximino la asiática.
Al quedar solo 4 pretendientes, Majencio (Italia y África) Maximino Daya (oriente) se aliaron, por lo tanto, Constantino (Hispania, Galia y Britania) tuvo que aliarse con y Licinio (Tracia e Iliria), que se vieron obligados a unir sus fuerzas.
Batalla de Turin (311)
Mientras Majencio se había fortificado en Roma con 100.000 soldados, Constantino había movido una parte de su ejército y cruzó los Alpes con menos de 40.000 veteranos por el paso del Mont Cenis. Constantino encontró una primera resistencia en Segusium (Susa, Italia). Ordenó a sus hombres que prendieran fuego a sus puertas y escalaran sus muros. Constantino tomó la ciudad rápidamente, ordenó a sus tropas no saquear la ciudad, y avanzó con ellos en el norte de Italia.
En su aproximación, desde el oeste, a la importante ciudad de Augusta Taurinorum (actualTurín), Constantino se encontró con un ejército de Majencio que incluía una impresionante fuerza de caballería fuertemente pesada bien clibanarios o catafractos, en la ciudad de Arelate muy cerca de Turin. En la subsiguiente batalla, Constantino extendió el frente de su línea de batalla, permitiendo que la caballería de Majencio cargara contra el centro.
Su ejército superaba los flancos del enemigo, la caballería más ligera y móvil de Constantino pudo cargar contra los flancos expuestos de los catafractos enemigos. La infantería de Constantino estaba equipada con porras con puntas de hierro, las armas ideales para lidiar con enemigos fuertemente blindados. Algunos jinetes fueron desmontados, mientras que muchos otros fueron incapacitados por los golpes de las porras. Constantino entonces ordenó a sus soldados de pie avanzar contra la infantería de Majencio, cortándoles la retirada a los que huían.
La victoria fue fácil. La ciudad de Turín se negó a dar refugio a las fuerzas en retirada de Majencio, y cerró las puertas. Según los informes, los ciudadanos jalearon a las tropas de Constantino mientras mataban a los soldados de Majencio atrapados en las murallas de la ciudad. Después de la batalla Constantino entró en la ciudad bajo las aclamaciones de su población. Otras ciudades de la llanura italiana del norte, reconociendo el genio militar de Constantino y su trato favorable a la población civil, le enviaron embajadas para felicitarlo por su victoria.
La victoria en Turín abrió Italia a Constantino. Se trasladó a Milán, donde fue recibido con las puertas abiertas y regocijo jubiloso. Residió allí hasta mitad del verano de 312 antes ponerse en movimiento.
Batalla de Verona (verano 312)
Tras la deserción de Milán, la ciudad de Verona se convirtió en el punto fuerte militar más importante de Majencio en el norte de Italia. Verona era naturalmente fuerte pues se asentaba en un codo del río Adige, también sus fortificaciones formaban una barrera formidable frente a un ataque. La defensa de la ciudad estaba a cargo del prefecto pretoriano Ruricio Pompeyano, que había reunido un numeroso ejército con fuerzas de la región de Venecia y de Verona.
Constantino se dirigió a Verona, pero en el camino se encontró con una fuerza de caballería enemiga acampada cerca de Brescia, a la que derrotó e hizo huir. Cuando llegó a Verona dispuso sus tropas para iniciar un asedio formal de la ciudad. Sin embargo, Pompeyano sacó su ejército para presentar batalla, Constantino con sus tropas les derrotó y les obligó a volver a la ciudad. Constantino después continuó con el asedio de Verona. Pompeyano logró escapar de la ciudad antes de que fuera finalizado y se dirigió al este para reunir refuerzos.
Pronto regresó con un ejército considerable y puso a Constantino en la difícil posición de luchar en dos frentes. Constantino respondió tomando la ofensiva, dejó parte de su ejército para contener la guarnición de la ciudad, y con el resto atacó los refuerzos de Pompeyano. Constantino encabezó personalmente este ataque y su intrépido ejemplo inspiró a sus soldados. Pompeyano fue muerto en el enfrentamiento resultante y sus fuerzas fueron rápidamente puestas en fuga. Las tropas de la ciudad se desmoralizaron el ver el destino del ejército de socorro y pronto capitularon.
Después de la rendición de Verona toda la oposición en el norte de Italia se derrumbó. Además, las ciudades de Etruria y Umbría se declararon a favor de Constantino permitiéndole marchar directamente sobre la misma Roma.
Batalla del Puente Milvio (28 de octubre de 312)
Constantino llegó a la capital a través de la Vía Flaminia a finales de octubre de ese mismo año. Sus hombres acamparon en la localidad de Malborghetto a unos 15 km de las murallas de Roma, en ese lugar se localizan los restos de un monumento construido durante el reinado de Constantino en honor a su victoria.
Constantino esperaba que su enemigo permaneciera en la capital y se dispusiera a resistir un asedio, una estrategia que ese Emperador había empleado ya en dos ocasiones durante las invasiones de Flavio Valerio Severo (307) y Galerio (308); asimismo, la ciudad contaba con una considerable reserva de alimentos, por lo que rendirla por hambre supondría prolongar el asedio demasiado tiempo, poniendo a Constantino en una difícil situación.
En Roma ese día, Majencio llevó a cabo una carrera de carros en el circo Maximus. Las tensiones a en el Imperio, y la impopularidad de Majencio le llevó a realizar los juegos. Durante los mismos la gente se burló del Emperador y le gritaban que el avance de Constantino no podía ser detenido. Hecho una furia, hizo consultar los libros Sibilinos, que determinaron que al día siguiente, 28 de octubre, «un enemigo de Roma morirá«. Tomando esta profecía como la predicción de la muerte de Constantino, Majencio, que originalmente había planeado permanecer dentro de las murallas de la ciudad y evitar la batalla, decidió unirse a su ejército y marchar para enfrentarse a Constantino fuera de las murallas Aurelianas.
Mientras tanto en el otro bando, Constantino tuvo una visión. Hay dos versiones del relato. En uno se afirma que Constantino tuvo un sueño en el que se le aparecieron las letras griegas Chi (X) y Ro (P) (las dos primeras letras de la palabra Cristo) superpuestas. En la otra versión registrada por el antiguo historiador cristiano Eusebio, se afirma que Constantino vio una cruz aparecer a la luz del sol, con estas palabras: »Εν Τούτῳ Νίκα», cuya traducción al latín es »in hoc signo vinces», »con este signo, vencerás». En cualquier sentido, Constantino, convencido de que había sido elegido como un instrumento de los dioses, ordenó a sus tropas, que marcaran en pintura blanca las letras griegas Chi y Ro en sus escudos redondos del siglo IV.
Majencio ordenó sacar las tropas de la ciudad y levantar su campamento en frente del puente Milvio, un puente de piedra que cruzaba el río Tíber conectando la vía Flaminia con la capital imperial. La defensa de esta zona era imprescindible si Majencio pretendía mantener a su rival alejado de Roma, donde el Senado se apresuraba a votar sobre entregar la ciudad a su adversario. Majencio había mandado destruir parte de la estructura del puente mientras se preparaba para resistir un asedio en la capital, el emperador se vio forzado a reparar el puente y a construir otro de barcazas a fin de trasladar sus tropas al otro lado del Tíber.
Al amanecer del 28 de octubre de 312, que coincidía con el día del nombramiento de Majencio como emperador, lo que se consideraba un buen augurio; Majencio cruzó el río Tíber por el reparado puente Milvio y el puente de barcazas, ambos se encontraban a unos 3 km de las murallas de Roma y desplegó su inmenso ejército de 70.000 a 100.000 efectivos. La mayoría eran novatos y no habían sido probados en combate, en un lugar cerca de la localidad de Saxa Rubra al norte del río, con el río a sus espaldas. El paso del río, que fue una operación lenta y laboriosa, dio tiempo suficiente a que Constantino contaba con unos 45.000 efectivos la mayoría veteranos, pudiese acudir a su encuentro.
Ambos ejércitos desplegaron a la manera tradicional, con la caballería en las alas y la infantería en el centro. El frente era estrecho, ya que había bosques y laderas de montaña a ambos lados. Con lo que la superioridad numérica de Majencio que era casi de 2 a 1, se vio reducida a condiciones de hacinamiento, Majencio no pudo desplegar en frente amplio y el centro tenía mucha profundidad; sin embargo, era inferior en caballería.
La batalla se inició con el choque de las caballerías en las alas, Constantino que luchaba en primera línea con su caballería, consiguió derrotar a la caballería de Majencio que se dio a la fuga y huyó al Tíber, donde muchos intentaron cruzar el río a nado.
Mientras las infanterías en el centro. La batalla estuvo inconclusa hasta que, regresó la caballería de Constantino que los atacó por el flanco y por la retaguardia, en el centro la infantería de Majencio comenzó a retroceder y se originó un éxodo masivo hacia el puente de barcas. Entre los primeros en huir del propio Majencio que estaba abrumado por la multitud y cayó al río, donde el peso de su armadura lo arrastró hasta el fondo, seguido por muchos de sus hombres en la misma condición: el puente de pontones no podía soportar el peso de los fugitivos y se desplomó, mientras que otros fueron empujados hacia el agua por la presión de las tropas de Constantino. La misma suerte corrió la guardia pretoriana, la última en ceder, que fueron masacrados hasta el último hombre. Posteriormente Constantino la disolvió.
Cuando se encontró el cuerpo de Majencio, Constantino ordenó que le precediera en su entrada triunfal a la capital como prueba de que él era el único soberano de Occidente.
Batalla de Tzirallum o Campus Ergenus (abril del 313)
En oriente pronto se desató la lucha por la supremacía entre Licinio y Maximino Daya. Maximino había cruzado el Bósforo en el 313, con un ejército de unos 70.000 efectivos y tomó Bizancio. Después procedió a poner sitio a la ciudad de Heraclea Perinto, que capturó después de 8 días de asedio. Maximino se adelantó a la «primera estación», a 25 km más allá de Heraclea. Al llegar allí, le llegaron noticias de que Licinio, venía de Adrianópolis y había acampado con su fuerza, que eran unos 30.000 efectivos, en la segunda estación, a 25 más adelante. Después de un período de negociaciones infructuosas, en que ambos augustos intentaron ganarse la lealtad de los ejércitos del otro, los emperadores se enfrentaron en una batalla el 30 de abril en Tzirallum, se identifica con la ciudad contemporánea de Tzouroulon (actual ciudad turca de Çorlu), al sur de Adrianópolis.
Maximino tenía las provincias asiáticas. Licinio, por otro lado, había reunido un ejército de 30.000 de las provincias de Iliria. A medida que la batalla comenzó, Licinio inicialmente se vio abrumado por la superioridad numérica Maximino. Sin embargo, su habilidad militar y la firmeza de sus tropas pronto cambiaron las tornas a su favor. Al final del día las fuerzas de Maximino fueron derrotadas y puestas en fuga, obteniendo una victoria decisiva.
Maximino no perdió el tiempo tras su derrota. 24 horas después se le vio pálido, temblando, y sin sus ornamentos imperiales en Nicomedia, a 300 km del lugar de su derrota. Licinio se tomó su tiempo y pronto siguió a Maximino por las provincias asiáticas. Licinio se dirigió después a Tarso, donde murió meses después, probablemente por envenenamiento en el mes de agosto. Tras su muerte, Licinio se quedó como único augusto de Oriente. Era cuestión de tiempo su enfrentamiento con Constantino.
Batalla de Cibalae (octubre del 316)
Hostilidad que Licinio adoptó hacia la Iglesia en sus últimos aumentó las diferencias entre los dos augustos, pero las hostilidades fueron motivadas por el nombramiento de Constantino de su cuñado, Basiano, como césar por ambos augustos, y le destinaron los territorios limítrofes entre ambas partes del Imperio. Se descubrió que Basiano había preparado un complot para asesinar a Constantino, tal vez forzado por su propio hermano Senecio, un estrecho colaborador de Licinio. Cuando Constantino exigió que Licinio entregara Senecio, este se negó.
Constatino reunió 20.000 soldados de las provincias del sur y, con extrema rapidez, entró en el territorio de su oponente, en Panonia.
Licinio había situado su cuartel general en la ciudad de Panonia de Cibalae (actual Vinkovci, Croacia) a 350 km de distancia de los territorios de Constantino, acababa de finalizar una campaña contra los godos. El camino de acceso era accidentado y estrecho. La mayor parte de este camino era a través de un pantano profundo, y el resto al borde de una montaña, en la que se encuentra la ciudad. Debajo se extiende una llanura espaciosa, entre los ríos Save y Drave, allí fijó su campamento bajo la colina, para tener sus flancos protegidos, disponía de 35.000 hombres.
Licinio desplegó apoyando un flanco en la montaña para compensar su debilidad en caballería. Constantino llegó y desplegó sus hombres frente al enemigo, cerca de la montaña, colocando ala caballería delante, pensando que era la mejor disposición para hostigar a la infantería enemiga que se movía lentamente y así obstaculizaba su avance.
Una vez desplegado dió la orden de atacar, la batalla duró todo el día. Después de un período de escaramuzas y lanzarse proyectiles a distancia, los cuerpos principales de los ejércitos encontraron en combate cuerpo a cuerpo. Siguió una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Esta batalla de desgaste terminó tarde, cuando casi se hizo de noche, en que Constantine llevó personalmente una carga de caballería del ala derecha de su ejército. La carga fue decisiva, las filas de Licinio se rompieron. Hasta 20.000 de las tropas de Licinio murieron en la dura batalla. La caballería sobreviviente del ejército derrotado acompañó Licinio cuando huyó del campo bajo la cubierta de la oscuridad a Sirmio (actual Sremska Mitrovica, Servia). Al pasar esta ciudad destruyó el puente sobre el río Saba, y marchó a reclutar tropas a toda prisa en Tracia.
Batalla de Mardia (diciembre 316)
Constantino, habiendo tomado las ciudades de Cibalae y Sirmio, y todos los pueblos que Licinio había abandonado, envió 5.000 hombres en su persecución. Pero como estos ignoraban el rumbo que había tomado, no pudieron alcanzarlo. Constantino, sin embargo, habiendo reconstruido el puente sobre el río Saba, que Licinio había destruido, marchó con su ejército casi pisándole los talones.
Licinio más al sur, en Adrianópolis reunió un segundo ejército, bajo el mando de un oficial llamado Valerio Valente, a quien elevó al rango de cesar. Al mismo tiempo, trató de negociar con Constantino, pero este último, molesto por el nombramiento de Valente y confiado en su reciente victoria, rechazó la oferta de paz.
Mientras tanto, Constantino se había movido a través de las montañas de los Balcanes y había estableció su base en Filipópolis. Después condujo a su ejército contra Licinio, que se encontraba en la llanura de Mardia a pocos kilómetros al suroeste de Adrianópolis (actual Edirne), en la cuenca del río Harpessos (actual Ardas), un afluente del río Maritsa.
Constantino llegó de noche e hizo desplegar tropas y ordenó que estuvieran preparados para luchar al amanecer. Cuando Licinio vio que Constantino había desplegado, sacó su ejército del campamento y también desplegó.
Durante el primer ataque ambos ejércitos se mantuvieron a una distancia, hicieron uso primero de los arqueros, a continuación se lanzaron los espiculum y los dardos y finalmente llegaron al cuerpo a cuerpo con lanzas y espadas .
En la feroz batalla que siguió, ambos ejércitos sufrieron fuertes perdidas y la lucha fue indecisa hasta el anochecer. Constatino había enviado un cuerpo de 5.000 efectivos para que envolviese las fuerzas adversarias y ocupase una colina a retaguardia de Licinio. En el momento apropiado, estos hombres atacaron por retaguardia a Licinio, que se encontró luchando en dos frentes. Las tropas de Licinio, conscientes del peligro, resistieron valientemente contra todos, de modo que muchos miles fueron muertos de ambos lados. Finalmente ya de noche, dio la señal para que se retiraran al campamento. Constatino también dio la orden de retirada.
Al día siguiente acordaron una tregua, y entraron en una alianza con el otro, a condición de que Constantino obtuviese Illyricum (Iliria) y los territorios al oeste, mientras que Licinio conservaba Tracia y los territorios al este. Pero Valente, a quien Licinio había nombrado césar, tenía que ser ejecutado, ya que se decía que era el autor de todos los males que habían sucedido. Habiendo hecho esto, y ambas partes juraron observar las condiciones, Constantino confirió el título de césar a su hijo Crispo, que había tenido con una concubina llamada Minervina, que era aún joven. Al mismo tiempo Licinio, hijo de Licinio, que tenía veinte meses de edad, fue declarado César. Así terminó la guerra. La paz duraría siete años hasta el 324.
Batalla de Adrianópolis (3 de julio del 324)
En el 323, los godos de que una invasión de godos y sármatas conducidos por el rey godo Rausimodo, cruzaron el río Istro (Danubio) en botes, e invadieron Moesia y Tracia, que estaban en la esfera de influencia de Licinio, Constantino reunió su ejército y marchó contra ellos.
Rausimodo estaba asediando una ciudad que albergaba suficiente guarnición y cuyas murallas estaban hechas de piedra en la parte inferior y de madera en la parte superior. Creyeron que tomarían muy fácilmente la ciudad si hacían arder la parte del muro construido en madera, y a tal efecto se dedicaron a aplicar fuego y a lanzar flechas contra los situados sobre la muralla. Los defensores arrojaron dardos y piedras sobre los bárbaros, y mataron a muchos de ellos. Constantino llegó y les atacó por retaguardia, cogiéndoles por sorpresa. Mató a muchos de ellos y a la mayoría los hizo prisioneros, de suerte que el resto se dio a la fuga. Rausimodo, perdidas la mayor parte de sus fuerzas, subió a los barcos para cruzar de nuevo el Danubio, pensando en volver más adelante para saquear el territorio romano.
Constanino cruzó también el Danubio y persiguió a los bárbaros, los alcanzó en colina cubierta de espesa arboleda; mató a muchos, entre ellos al propio Rausimodo y apresó a otros muchos, tras lo cual regresó con muchos prisioneros, que fueron distribuidos entre las ciudades y, a continuación, se dirigió a Tesalónica con su ejército.
En Tesalónica mandó construir un puerto (esta ciudad no tenía uno antes), y empezó nuevos preparativos para la guerra contra Licinio. Para este propósito, equipó 200 galeras de guerra; cada una con 30 remos, además de 2.000 buques de transporte, y reunió una fuerza de 120.000 infantes y 10.000 jinetes y marineros.
Licinio, al enterarse de que Constantino hacía preparativos, envió mensajeros por sus provincias para ordenar que pusiesen a su disposición barcos de guerra y contingentes de infantería y de caballería. A toda prisa enviaron 80 trirremes los egipcios, el mismo número los fenicios, 60 los jonios y dorios de Asia, 30 los chipriotas y 20 los canos, 30 los bitinios y 50 los libios. Reunió 150 infantes y 15.000 jinetes principalmente de Frigia y Capadocia. Las naves de Constantino estaban ancladas en el Pireo, y las de Licinio en el Helesponto.
Licinio reunió sus tropas en Adrianópolis en Tracia, mientras que Constantino hizo llamar a sus barcos, mayoritariamente griegos, después avanzó con sus fuerzas terrestres desde Tesalónica hasta la orilla del río Hebro, que corre a la izquierda de Adrianópolis, y acampó.
Al día siguiente 3 de julio, Licinio, por su parte, desplegó sus fuerzas a partir de la montaña que domina la ciudad, en una línea de doscientos estadios (unos 3,5 km) que llegaba a donde el río Tonzo desemboca en el Hebro; durante muchos días, las fuerzas permanecieron acampadas frente a frente, hasta que Constantino, tras haber observado el lugar en donde el río alcanza su mayor angostura, ideó lo siguiente: mandó a las tropas que bajaran troncos de madera de la montaña, y los unió a modo de balsas como si tuviera la intención cruzar el río con ellas y pasar de esta manera con su ejército. Dejando a las fuerzas contrarias pendientes de ello, subió a una colina cubierta de tupida arboleda, capaz de ocultar a quienes se metiesen en ella, y allí apostó allí 5.000 arqueros a pie y 800 jinetes.
Tomó después a sus jinetes con los que cruzó el río Hebro por la parte más estrecha, donde el río era franqueable con mayor facilidad; para caer inopinadamente sobre el enemigo, de suerte que algunos sucumbieron, muchos huyeron en desbandada y los demás, llenos de estupefacción por lo súbito de su aparición, permanecieron boquiabiertos ante tan inesperado cruce. Ya en seguridad, hizo atravesar también al resto del el ejército, produciéndose gran mortandad, pues las bajas fueron unos 34.000. Al caer la tarde Constantino capturó el campamento enemigo, mientras que Licinio, tomando cuantos pudo de los suyos, emprendió el camino a través de Tracia para unirse a su flota.
Batalla naval del Helesponto (julio 324)
Cuando se hizo de día, las fuerzas de Licinio que se encontraban dispersadas por los montes y valles buscando refugio, se entregaron junto con las fuerzas que Licinio había dejado atrás al huir de Constantino. Licinio había huido a Bizancio, y Constantino marchó tras él y asedió de Bizancio.
La flota del Pireo, que estaba anclada en Macedonia, Constantino dio órdenes a sus almirantes de llevar los barcos a la entrada del Helesponto. Cuando, conforme a lo ordenado, los generales de Constantino decidieron presentar batalla solo con 80 triacónteras que eran pequeñas y manejables y dada la estrechez del paso no cabían más barcos. En cambio, Abanto, el almirante de Licinio, que navegaba hacia ellos con 200 barcos, despreció el escaso número de naves contrarias y pensó que las derrotaría fácilmente.
Ambas partes dieron las señales de ataque, y ambas flotas se dirigieron una contra la otra. Las naves de Constantino lo hicieron en orden, mientras que las de Abanto lo hicieron en desorden, empezando a chocar entre sí. Muchas naves se hundieron y otras quedaron dañadas, después de todo el día de lucha, al llegar la noche ambas flotas se retiraron, unos lo hicieron a Eleúnte en Tracia, y Abanto puso rumbo a Eantio.
Al día siguiente, en medio de un fuerte viento del norte, Abanto salió del puerto de Eantio y se dispuso para el combate. Esperaba encontrarse con las triacónteras, pero cuando vio los barcos de 50 remos que salían de Eléunte, había sido reforzado con la flota del mar Egeo, y se llenó de pavor ante las numerosas naves y comenzó a dudar sobre si acometer o no al adversario.
La lucha tuvo lugar frente a la península de Galipoli. A mediodía decayó el viento del norte, y se levantó un fuerte viento del sur que empujó la flota de Licinio contra la costa de Asia, e hizo que muchos barcos encallaran, mientras que otros se estrellaron contra los acantilados. Con el viento a favor, la flota de Constantino atacó, hundiendo 130 barcos con utilizados por Licinio para pasar parte de su ejército de Tracia a Asia, que debido a la estrechez de la ciudad y al gran número de tropas cercadas con Licinio en Bizancio, muriendo los 5.000 soldados que transportaban. El barco del propio Abanto se hundió y tuvo que nadar hasta la orilla.
Abanto huyó a Asia con solo cuatro barcos. Cuando llegaron al Helesponto, encontraron los barcos de transporte con toda clase de mercancías, los generales de Constantino se vieron abastecidos en abundancia. Mientras que la flota bloqueaba la ciudad de Bizancio también. Las fuerzas de Licinio alarmados por la vista de los contingentes navales, se embarcaron en lo que pudieron y partieron a Eleunte.
Batalla de Crisópolis (septiembre del 324)
Constantino se dedicó al asedio de Bizancio, para ello construyó un terraplén de igual altura que la muralla, y sobre el terraplén erigió unas torres de madera, más altas que la muralla. Desde allí dominaban a los defensores de la muralla y los arqueros disparaban, acercando sin temor los arietes y otros ingenios de guerra, con los que pensaba tomar la ciudad. No sabiendo cómo salir del trance, Licinio decidió abandonar Bizancio y, al mismo tiempo que dejaba allí a los menos capaces de su ejército, con los más leales y adictos se dirigió a Calcedonia en Bitinia. Pues tenían confianza en que podría reclutar en esas tierras un nuevo ejército con el que volver de nuevo al combate.
Cuando llegó a Calcedonia, nombró cesar a Martiniano, que era intendente de los servicios de palacio (magister officciorum). Le envió con un ejército a Lámpsaco para impedir que el enemigo pasase de Tracia al Helesponto. Él, por su parte, dispuso sus fuerzas en las colinas y desfiladeros que estaban en los alrededores de Calcedonia.
Mientras tanto Constantino, que contaba con gran número de barcos tanto de transporte como de guerra, decidió ocupar la costa de enfrente con ellos; pero temiendo que la costa de Bitinia resultase, poco accesible para los barcos de transporte, mandó construir navíos ligeros y rápidos con los que remontar el llamado Promontorio Sagrado, situado en la boca del Ponto y distante 200 estadios (3,5 km) al norte de Calcedonia.
Tras desembarcar allí a las tropas subió a unas colinas donde desplegó su ejército. Licinio, viendo Bitinia ocupada por el enemigo y sintiéndose acosado; mandó llamar a Martiniano que estaba en Lámpsaco y, después de infundir valor a sus soldados prometiéndoles que él en persona marcharía a la cabeza, sacó el ejército de la ciudad y se dirigió al encuentro de los enemigos, que ya estaban desplegados, ambas fuerzas contaban con unos 130.000 efectivos.
Hubo una recia batalla en los campos entre Calcedonia y el Promontorio Sagrado, y en ella las veteranas fuerzas de Constantino se lanzaron con ímpetu sobre el enemigo causando una gran mortandad. Constantino no hizo uso de maniobras especiales en la batalla, sino un asalto frontal masivo. Del ejército de Licinio apenas 30.000 consiguieron escapar. Tan pronto como tuvieron noticias de la derrota, los habitantes de Bizancio abrieron sus puertas para acoger a Constantino, y también los calcedonios procedieron de la misma manera. Licinio, tras su derrota, marchó a Nicomedia con lo que le quedaba de caballería y con unos pocos miles de infantes.
Licinio en Nicomedia, pronto se vio acosado por las fuerzas de Constantino. Perdidas las esperanzas y en la certeza de que no contaba con fuerzas suficientes para el combate, salió de la ciudad y se presentó ante Constantino en actitud de suplicante, haciéndole entrega de la púrpura, llamándole emperador y soberano y pidiéndole perdón por lo cometido. Pues confiaba en que viviría, ya que su mujer había obtenido promesas en este sentido de Constantino. Constantino entregó a Martiniano a su guardia para ser ejecutado, y en cuanto a Licinio, lo envió a Tesalónica con objeto de que viviese allí como un ciudadano normal. Poco tiempo después, cuando trató de reclutar a algunos bárbaros para formar un ejército, Constantino ordenó la ejecución de Licinio, que fue ahorcado en el año 325.
Reinado de Constantino
Al año siguiente se inició la construcción, sobre la antigua Bizancio, de la ciudad de Constantinopla, que pasaría a ocupar un lugar de privilegio en el Imperio. Un año después, el Emperador concedió el título de augusta a Elena, su madre. En el 326 se desarrolló un drama familiar que al parecer estuvo en el origen del viaje de Elena a Tierra Santa, donde se le atribuye el descubrimiento del Santo Sepulcro y la invención de la Vera Cruz. Fausta, la esposa de Constantino, consiguió que su marido mandara ejecutar a Crispo, primogénito del Emperador habido de su anterior matrimonio con Minervina; poco después, Fausta fue acusada de adulterio y Constantino la hizo ejecutar. Tales condenas fueron acompañadas del asesinato de varios miembros de la corte, lo produjo una profunda ola de indignación entre la población de Roma.
El 11 de mayo del año 330 inauguró la nueva capital del Imperio, Constantinopla. La ciudad, que fue engalanada con monumentales edificios y obras públicas, ofrecía la ventaja de su situación excepcional, en la unión entre Asia y Europa. La mayor parte de las ciudades griegas fueron privadas de sus principales obras de arte para ser llevadas a la nueva capital; su Senado pronto sustituiría al de Roma. Entre el 332 y el 334 sostuvo una exitosa campaña contra los godos, a los que consiguió expulsar más allá del Danubio. En el 333 nombró césar a su hijo Constante, y, en el 335, a Dalmacio, uno sus sobrinos.
Pese a su defensa pública del cristianismo y a su intervención en los debates teológicos (probablemente su interés era fundamentalmente político), Constantino nunca había recibido el bautismo. En su lecho de muerte cambió sus ropajes imperiales por la vestidura blanca y fue bautizado por Eusebio, obispo de Constantinopla. Murió el 22 de mayo de 337, y fue enterrado en su iglesia de los Apóstoles en Constantinopla.
Dejó el Imperio repartido entre sus tres hijos, Constantino II el Joven, Constante I y Constancio II, y sus dos sobrinos, Dalmacio y Anibaliano, pero los conflictos entre ellos obligaron a que, después de su muerte, Constantino siguiera reinando nominalmente durante varios meses. Dalmacio se hizo con el control del área de Constantinopla y los Balcanes; Constantino II, el mayor de los hermanos, controlaba la parte occidental del Imperio, hasta Treveris; Constancio II era el dueño de la parte oriental hasta Antioquía, mientras que Constante se encargaba del gobierno de Iliria, Italia y África y finalmente otro sobrino, Anibaliano, gobernaba con el título de rey la parte oriental de Asia Menor.
Reformas militares de Constantino (306 – 337)
Constantino reorganizó el territorio romano de una manera más sistemática, se basó en la división de Diocleciano, pero fue mucho más completa. Todo el Imperio se dividió primero en cuatro grandes partes, llamadas «prefeturas» que estaban mandadas por un prefecto pretoriano, estas se dividían en diócesis (13 en total) y estas a su vez en provincias (117 en total):
- La prefatura del Este comprendía 5 diócesis (la del Este con 15 provincias, Egipto 6 provincias, Asia 11 provincias, Ponto 11 provincias, y Tracia 6 provincias) en total 49 provincias.
- La prefatura de Iliaria con 2 diócesis (Dacia con 5 provincias y Macedonia con 6 provincias) en total 11 provincias.
- La prefatura de Italia con 3 diócesis (Italia con 17 provincias, Iliria con 7, y África con 6), total 30 provincias.
- La prefatura de Galia con 3 diócesis (Hispania 7 provincias, Galia con 17 y Britania con 5), en total 29 provincias.
Cada diócesis estaba mandada por un vicario sujeto al prefecto pretoriano. Cada provincia estaba mandada por un gobernador provincial, y estaba formada por ciudades y pueblos, bajo sus propios gobiernos municipales. Las ciudades estaban gobernadas generalmente por un consejo de la ciudad (curia) presidido por dos o cuatro magistrados (duumviri, quattuorviri). También hubo un defensor del pueblo (defensor populi), que, como el antiguo tribuno republicano, protegía al pueblo en sus derechos.
Constantino separó la autoridad militar de la autoridad civil, mantuvo los dos ejércitos anteriores, los comitatenses y los limitanei; pero creó los palatini tras licenciar y disolver a la Guardia Pretoriana en el 312. Los palatini originalmente estuvieron compuestos por los antiguos pretorianos, estaba mandada por el magister officiorum y dependía directamente del Emperador, entre sus misiones estaba controlar los servicios de información, la guardia imperial (y la fabricación de las armas para dichas unidades) y el servicio postal romano. Se encargaba igualmente de organizar las recepciones y audiencias del emperador, del conjunto del personal de palacio adscrito directamente a atender a este y gestionaba todas las cuestiones internas.
A los regimientos de caballería palatini (de unos 500 hombres) se les dio el nombre de escuelas palatinas o scholae palatinae, eran cuerpos de élite principalmente de origen germánico, en un principio había solo tres: schola scutariorum prima, schola scutariorum secunda y schola scutariorum clibanariorum, a esta última estaba compuesta de catafractas a los que se denominaron clibanierii (que viene del griego horno, debido al calor que debían pasar). Cobraban una paga elevada (annonae civicae) y tenían muchas posibilidades de promocionar en su carrera militar, también tuvieron el privilegio estar exentos del pago de impuestos (privilegiis scholarum). Solían ser físicamente corpulentos, guapos y de talla alta, y sus armaduras y armas era de la mejor calidad y muy finamente decoradas, ya que en las paradas militares no debían desentonar con el Emperador.
Los regimientos de infantería de élite pasaron a llamarse legiones o auxilia palatina. Las legiones palatinas eran cinco en un principio y tenían 1.500 efectivos cada una. Las auxilia palatina o eran 10 y contaban con 500 efectivos. En total las unidades palatinas tenían 1.500 jinetes, 7.500 legionarios y 5.000 auxiliares.
Por otra parte, el tamaño de la legión limitanei era de 2.000 a 4.000 efectivos y las legiones comitatenses se redujeron a 1.000 soldados.
Se crearon dos legiones de ballestarii los seniores y los juniores que debían tener unos 1.000 efectivos y 50 piezas, aunque también había unidades ballestarii en los fuertes de las legiones limitanei.
Creó el magister militum que manda todas las fuerzas, magister equitum para el mando de caballería y magister peditum para el mando de la infantería.
Las legiones comitatenses estaban mandadas por un prefecto, se componían de dos cohortes cada una mandada por un tribuno. La cohorte constaba de 6 centurias mandadas por un centurión y un optio, cada una con 80 hombres en total 480 combatientes; a los que hay que sumar un vicario que era el segundo jefe, un primicerio o jefe de personal, un adjutor o ayudante, un intendente, heraldos, portaestandartes y músicos hacían un total de 501 efectivos, mientras que la legión alcanzaba los 1.023 en total.
Las legiones limitanei no tenían composición fija, tenían entre 2.000 y 4.000 hombres dependiendo de la misión, y entre 3 y 5 cohortes.
Las fuerzas auxiliares tenían como mandos el circitor que era como el inspector de centinelas y en caballería era un hijo de jinete con dos caballos y un esclavo. El biarco que era el equivalente al decano mandaba un contubernio de 10 hombres. El ordinario que debía mandar 50. El centenario que mandaba 100 y ducenario que mandaba 200.
Constantino modificó el antiguo sistema de frontera fortificada en un sistema de defensa elástica en profundidad con la formación de una gran reserva central en desventaja de las tropas de frontera y el fortalecimiento de la caballería. Constituyó una segunda línea defensiva más allá del Danubio en Hungría/Rumanía, en dónde emplazó una guarnición mixta de romanos y tropas nativas con idea de proteger las tribus dacias y sármatas de las incursiones godas.
En cuanto a las tácticas, los arqueros a caballo y los honderos que se ubicaban en frente de las líneas lanzarían sus proyectiles al enemigo antes del enfrentamiento entre las infanterías, retirándose rápidamente a la retaguardia de su propia línea de infantería. Desde allí la totalidad de los hostigadores lanzarían una lluvia de proyectiles continua sobre los enemigos, disparando por encima de las cabezas de su propia infantería. La labor de la caballería de cada ala era poner en fuga a la caballería enemiga y luego, si era posible, rodear a la infantería enemiga para atacarles desde los flancos y la retaguardia.
Mientras que el rol de los arqueros y la caballería permanecía similar, las tácticas de infantería se hicieron menos agresivas, utilizando menos la carga y a menudo esperando la carga enemiga en su lugar. Durante la batalla, la línea romana ejercía una presión constante en formación cerrada. Por otro lado, el pilum había sido sustituido por la lancea, una lanza de mano empleada para ensartar, de unos 2,5 metros de largo. El alcance más largo de la lanza y la adopción de escudos redondos permitían un despliegue de batalla en la que los escudos se unían para formar un muro de escudos, y las lanzas sobresalían por los huecos en ‘V’ que formaban los escudos entrelazados. El ejército tardío también daba más importancia a los proyectiles, reemplazando la antigua pila de un solo uso por una descarga prolongada de jabalinas y dardos.