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Antecedentes
Tras la muerte de Alejandro Severo en el año 235, el Alto Imperio Romano se sumió en una profunda crisis, la denominada Crisis del siglo III que duró 50 años. Durante la misma el Senado había perdido el poder en favor del Ejército cuyos generales pugnaban por hacerse emperadores, comenzó una etapa de anarquía militar. Entre en los años 235 y 285 hubo 26 emperadores y solo uno de ellos murió de muerte natural. Se divide en dos etapas: la Anarquía militar (238-268) y los Emperadores Ilirios (268-285).
La Anarquía militar (235-285)
Máximo el Tracio (235-238)
Máximo el Tracio estaba al mando de la legión IV Italica, compuesta de reclutas de Panonia que estaban molestos por los pagos del emperador Alejandro Severo a los alamanes y por el hecho de que evitara la guerra. Las tropas, entre las que se encontraba la legión XXII Primigenia, eligieron al adusto Maximino el Tracio y asesinaron al joven emperador y a su madre en Moguntiacum (actual Maguncia). La guardia pretoriana lo aclamó Emperador el 20 de marzo de 235. El Senado confirmó la elección de mala gana, pues estaban descontentos por tener a un campesino como Emperador.
Maximino revisa la política complaciente de Alejandro Severo hacia los cristianos y los declara de nuevo enemigos del pueblo. Les perseguía y los obispos de Roma Pontiano además de su sucesor Antero mueren probablemente como mártires durante su mandato.
En 236 nombró a su hijo Máximo, César y sucesor, con la esperanza de fundar así una nueva dinastía y mandó deificar a su esposa muerta Paulina. Se dirigió a Panonia para empezar la guerra contra los dacios y los sármatas. Para financiar el ejército y las guerras, incrementó los impuestos de la nobleza.
El año de los seis emperadores (238)
A principios de 238, en la provincia de África, las extorsiones de un funcionario del tesoro a través de sentencias falsas emitidas por tribunales corruptos contra terratenientes locales desencadenaron una revuelta a gran escala en la provincia. Los terratenientes nombraron al procónsul en África Semproniano Gordiano, como emperador con el nombre de Gordiano I (enero a abril). El Senado ratificó el nombramiento del nuevo emperador rápidamente y declaró a Maximino como enemigo de Roma. En su marcha, sin embargo, encontró una creciente resistencia en la población de Italia que no estaba dispuesta a alimentar al ejército, que estaba hambriento y exhausto.
Al oeste de la provincia de África se encontraba la provincia de Numidia, cuyo gobernador, Capeliano, guardaba rencor desde hacía tiempo hacia Gordiano y controlaba la única legión, la III Augusta. Marchó sobre Cartago, el 12 de abril del año 238, hubo una batalla entre las tropas romanas de Capeliano leales a Maximino el Tracio y las fuerzas del emperador Gordiano I, este fue fácilmente arrollado por las milicias locales que defendían la ciudad. El hijo de Gordiano murió durante la lucha y, al escuchar esto, Gordiano se ahorcó con su propio cinturón.
A pesar de la derrota de Gordiano, la situación de este empeoró rápidamente. El Senado en Roma nombró incluso dos emperadores para frenar su avance, Pupieno (abril a junio) y Balbino. Así Maximino se encontró con sus tropas mal alimentadas y asediando la ciudad de Aquilea, que le había denegado el paso, mientras que Pupieno estaba levantando tropas en su contra en Ravena. En esta situación algunos de sus propios soldados se amotinaron y asesinaron a Maximino y a su hijo, después mandaron las cabezas cortadas a Roma.
Después Pupieno, a quien los historiadores describieron como siempre de mal humor, se dedicó al liderazgo de la lucha contra Maximino mientras que Balbino se dedicaba a la administración del estado. Aún antes de poder conseguir las tropas necesarias para la guerra le llegó la noticia que Maximino había sido asesinado por sus propios soldados. Después se dirigió rápidamente a Ravena, el lugar de los hechos, y terminó la guerra disolviendo simplemente los dos ejércitos.
Entró en marcha triunfal en Roma. Estas ovaciones llevaron a la ruptura entre los dos emperadores.
El hecho de haberse equipado durante su estancia como gobernador en la Germanía de una guardia de germanos tuvo un desenlace fatal para Pupieno y su compañero Balbino. Los pretorianos se sentían relegados por este hecho. Así que irrumpieron en el palacio durante una discusión entre los dos emperadores y mataron a ambos. Como nuevo emperador fue proclamado Gordiano III (238-244) de 13 años de edad, nieto de Gordiano I, que había sido adoptado anteriormente por los dos emperadores.
Aprovechando el desconcierto, los sasánidas atacaron las provincias romanas, los godos se establecieron al norte del mar Negro, y los dacios y carpos atacaron las limes.
Gordiano III (238-244)
Gordiano proclamó casi enseguida a su tutor y mentor Timesteo, prefecto del pretorio y este se ocupó también de una buena parte del gobierno del estado. En 241 Gordiano se casó con Furia Sabina Tranquilina, hija de Timesteo.
En esta época empezaron casi simultáneamente ataques de los germanos sobre las fronteras del Rin y del Danubio y los persas bajo Sapor I invadieron Mesopotamia pasando las fronteras del río Éufrates. Gordiano abrió las puertas del templo de Jano por última vez en la historia y se puso en marcha hacia Oriente Próximo con su ejército.
Consiguió una victoria sobre los sasánidas en la batalla de Resaina (243), los cuales fueron expulsados a la otra orilla del Éufrates. Cuando estaba planificando conjuntamente con Timesteo la campaña militar en territorio enemigo, Gordiano III murió en oscuras circunstancias, posiblemente por una conjura inspirada por el prefecto del pretorio, Filipo el Árabe.
Filipo el Árabe (244-249)
Aunque el nuevo emperador consiguió celebrar el milenario de Roma (248), pronto surgió la rebelión, y los soldados proclamaron emperador a Pacatiano. Envió a un tal Decio para suprimir la rebelión, el motín fue aplastado y Filipo nombró a Decio como nuevo gobernador de la provincia. Decio (249-251) fue proclamado emperador por las tropas del Danubio y se puso en marcha hacia Roma y ambos ejércitos se encontraron cerca de Verona ese mismo verano. Decio ganó la batalla y Filipo perdió la vida, su hijo de Filipo, de 11 años, murió junto con su padre.
Trajano Decio (249-251)
Decio realizó una nueva persecución contra los cristianos y durante su reinado se padeció un segundo brote de la peste Antonina del 251 al 266, que se llevó las vidas de 5000 personas diarias en Roma. Tuvo que hacer frente a los godos de Cniva, muriendo en junto a su hijo en la batalla de Abrito en el 253.
Treboniano Galo (251-253)
Galo fue aclamado emperador por las legiones, tubo constantes conflictos en las fronteras del Imperio. En el este, el rey sasánida Sapor I conquistó la provincia de Siria casi sin encontrar resistencia. En la región del Danubio los godos volvieron a invadir el territorio romano a pesar del tratado suscrito en el 251. Emiliano el gobernador de Mesia y Panonia fue proclamado emperador por las legiones, y el emperador y su hijo fueron asesinados por sus propias tropas.
Emiliano (252-253)
Marco Emilio Emiliano tuvo un corto reinado, Galo había pedido auxilio al comandante de las tropas de la frontera del Rin, Valeriano. Tras conocerse la muerte de Galo, Valeriano fue proclamado emperador por sus tropas y cruzó los Alpes en dirección a Roma en otoño de 253. Cuando llegaron a la capital las noticias de estos hechos y, dada la superioridad de las fuerzas enemigas, las tropas de Emiliano mataron a su emperador, y se entregaron a Valeriano.
Valeriano (253-260)
Valeriano cuando subió al poder nombró coemperador a su hijo Galieno. Al principio de su reinado las cosas en Europa iban de mal en peor, y todo el Occidente entró en un auténtico caos. En Oriente, Antioquía cayó en manos de los persas y Armenia fue ocupada por Sapor I. Valeriano y Galieno encararon los problemas del imperio entre los dos, ocupándose el hijo de Occidente y el padre a se dirigió a Oriente para solucionar el conflicto con los sasánidas.
En el año 253, sucedió la primera gran invasión de bárbaros en la Galia, región que no pudo ser bien defendida debido a que Valeriano se había llevado los ejércitos apostados ahí a Italia para proteger su recién adquirido trono. Trasladó entonces tropas de los ríos Rin y Danubio, siendo aprovechado por la tribu de los alamanes que atravesaron el primer río, cerca de Mannheim y llegaron hasta el Palatinado y Renania. Los francos por su parte también entraron a territorio romano y alcanzaron Metz, Reims y París. Galieno consiguió expulsar a los bárbaros.
Pero en el 259, se presentó una nueva invasión de los alamanes y los francos. El nieto del emperador, Salonino, que era el comandante que defendía ahora el Rin. Esta vez los bárbaros llegaron hasta Hispania y saquearon Tarragona. Por esas fechas, un general romano de origen galo, Póstumo, sitió al ejército de Salonino derrotándolo y capturando al general, a quien después dio muerte. Póstumo estableció un estado independiente, el Imperio Galo que comprendía las provincias romanas de Galia, Britania e Hispania, y que duró hasta el 274, año en que el emperador Aureliano lo reconquistó.
En la parte Oriental, en 257 Valeriano recuperó Antioquía y la provincia de Siria, pero al año siguiente los godos saquearon Asia Menor. Al final de 259 se trasladó a Edesa, pero una epidemia diezmó sus tropas, debilitando las posiciones romanas. Fue hecho prisionero por los persas, al parecer cuando iba a firmar la paz con Sapor I. Tras la captura de Valeriano Siria, Cilicia y Capadocia fueron ocupadas y devastadas por los sasánidas.
Galieno (260-268)
Galieno asumió el poder en la más completa anarquía, hubo ataques en las fronteras y en las costas por los piratas, terremotos y pestes que diezmaron la población, aprovechando el Senado estas circunstancias para fortalecer su poder.
En Oriente, se levantó un tal Quieto en Edesa, el gobernador de Palmira Odenato, se puso de parte de Galieno y derrotó al insurgente, fue nombrado totius Orientis imperator, es decir líder independiente de todo el Oriente. A su muerte su viuda Zenobia sublevó al reino de Palmira y creó su propio Imperio, que comprendía las provincias romanas de Siria, Palestina y Egipto.
En occidente, una invasión de godos en la provincia de Panonia se aventuraba desastrosa e incluso amenazante para la capital, mientras que al mismo tiempo los alamanes arrasaban el norte de Italia. Galieno detuvo el avance godo derrotándoles en la batalla de abril de 268. Luego se dirigió el norte y obtuvo varias victorias contra los alamanes. Cuando estos fueron vencidos se volvió de nuevo contra los godos y en septiembre de ese año. Galieno debió afrontar la rebelión de Aureolo, un general con tropas acantonadas en Iliria. Aureolo invadió Italia y tomó Milán. Galieno marchó a combatirle y puso sitio a la ciudad, pero en medio de estas acciones militares, murió asesinado.
Los Emperadores ilirios (268-285)
Se conoce por emperadores ilirios a la serie de emperadores que gobernaron el Imperio romano entre 268 y 285. La mayoría los emperadores (7 de 9) provenían de la región de Iliria, que tenía buena reputación por sus excelentes soldados. La ascensión de estos soldados ilirios es una consecuencia de las medidas del emperador Galieno (260-268) que abrió la puerta de los puestos más valiosos a los altos mandos militares, hasta entonces solo reservados a los de rango senatorial.
Los ilirios son quienes ponen fin a la Anarquía militar que, tras la muerte de Alejandro Severo, multiplica el número de emperadores y usurpadores. La segunda característica de estos emperadores es su origen: todos son soldados experimentados. Esto procede de la misma naturaleza del puesto de emperador, evolucionada desde Augusto. El emperador no es ya un magistrado sino más bien un jefe de guerra. Se espera de él que conduzca al ejército a donde los bárbaros amenacen. Como consecuencia de los problemas y las invasiones, el trono solamente sería ocupado por militares de carrera, haciendo así de la púrpura imperial no una magistratura sino el puesto más alto en la carrera de las armas.
Claudio II (268-275)
Fue aclamado emperador a la muerte de Galieno, nada más hacerse cargo, los alamanes cruzaron los Alpes y devastaron el norte de Italia. Claudio respondió rápidamente, derrotándolos en la batalla del lago Benaco (hoy lago de Garda). Por esta victoria se le concedió el título de Germánico Máximo. A principios del 269 Claudio tuvo que hacer frente al enorme ejército de los godos que había invadido Ilírico y Panonia. Claudio dejó a su hermano Quintilo al frente de los ejércitos de la región occidental del Imperio y se dirigió hacia los Balcanes. En la batalla de Naissus, las legiones romanas dirigidas por Claudio, junto con su general de caballería, el futuro emperador Aureliano, obtuvieron una histórica victoria sobre los godos. Para más información de la campaña de Claudio II contra los godos ver el capítulo “los godos – los godos en el Danubio”.
Después se dirigió contra el imperio Galo, que gobernado desde hacía 15 años por el usurpador Póstumo y sus sucesores, Claudio II obtuvo varias victorias, y recuperó el control de Hispania y el valle del Ródano, en Galia. Esto sentó las bases para la destrucción final del imperio Galo durante el reinado de Aureliano.
A principios de 270 Claudio se encontraba en el Bajo Danubio haciendo frente a una nueva invasión de los vándalos, cuando se produjo una invasión de las provincias de Retia y Nórico por los jutingos. Claudio dejó a Aureliano al frente de las operaciones en los Balcanes y se dirigió rápidamente a Sirmium, estableciendo su cuartel general (verano de 270), ya que desde allí podía coordinar mejor la defensa contra los bárbaros. Sin embargo, poco después enfermó durante una epidemia (posiblemente de peste o de viruela) que asoló las provincias del Imperio y murió en julio o agosto de 270.
Aureliano (270-275)
Nada más subir al trono, Aureliano tuvo que continuar con los conflictos bélicos que comenzaron en la época de Claudio II. Terminó en un plazo breve la guerra contra los godos y, a finales del 270, lanzó una campaña en el norte de Italia contra los jutingos, sármatas y vándalos que constantemente intentaban cruzar el Danubio.
En 271, los alamanes se desplazaron en dirección a Italia, entrando en la llanura del Po y saqueando los pueblos de la región. Cruzaron el río Po, ocuparon Plasencia (la actual Piacenza) y marcharon hacia Fano. Los bárbaros fueron derrotados en las batallas de Fano y Pavia. Como consecuencia comenzó la reconstrucción de las murallas de Roma, que serían conocidas como la muralla Aureliana.
En el año 272, el emperador Aureliano dirigió su atención a las provincias orientales del Imperio, gobernadas por el denominado Imperio de Palmira, en aquel tiempo estaba gobernado por la reina Septimia Zenobia, viuda de Odonato. Esta había construido su propio imperio, llegando a controlar desde Egipto hasta Asia Menor, abarcando Siria-Palestina, Egipto y amplios territorios en Asia Menor. En nombre de su hijo Vabalato primero trató de forzar a Roma a concederle a su hijo los mismos poderes que había ostentado su padre y finalmente acabó rompiendo abiertamente con el Emperador.
Zenobia pidió ayuda a los persas gobernados por Bharam I (273-276) pero no parece que recibiera ayuda efectiva más allá de promesas sin concretar. Además, Aureliano incitó a las tribus caucásicas a atacar a los sasánidas y decidió invadir las provincias orientales en cuanto se sintió lo suficientemente fuerte para hacerlo, empezó la campaña palmirana.
A los ojos de Aureliano la toma de Egipto, que todavía se considera una provincia estrictamente personal del Emperador, era nada menos que una declaración de guerra. A pesar de esto Aureliano habían podido responder directamente sus acciones debido a la constante invasión de las tribus germánicas. Finalmente, después de las devastadoras victorias sobre los alamanes, fortaleciendo la región amurallando las ciudades, y el abandono de Dacia, sintió que Roma estaba lo suficientemente segura como para comenzar una campaña en Oriente.
Al darse cuenta de su ejército estaba demasiado lejos y era engorroso para invadir Egipto con eficacia, Aureliano envió al general Probus con una flota para ver si podía expulsar a la guarnición de Palmira estacionada allí. Mientras que Aureliano avanzó con el grueso de su ejército a Asia Menor con el fin de dirigirse a Siria.
Batalla de Immae (272)
Aureliano casi no encontró resistencia en Asia Menor; todas las ciudades salvo Bizancio y Tiana se rindieron oponiendo escasa resistencia. La caída de Tiana dio lugar a una leyenda: Aureliano hasta entonces había destruido cada ciudad que se le había resistido, no hizo lo mismo con Tiana después de haber tenido una visión del gran filósofo del siglo I Apolonio de Tiana, a quien respetaba muchísimo, en un sueño. Apolonio le rogó no destruirla. Esta acción dio buenos resultados a su causa, dado que muchas más ciudades se sometieron al ver que el emperador no buscaría ningún tipo de venganza.
Ambos ejércitos que se enfrentaron cerca de Antioquía en Immae en formaciones de batalla tradicionales con la infantería en el centro y la caballería a los flancos. Los romanos disponían entre 30.000 y 50.000 hombres, El ejército de Palmira estaba mandado por Zabdas, que disponía de menos fuerzas, pero era superior en caballería. Tenía dos grandes ventajas a su disposición: primero fue la superioridad de sus catafractos, y segundo era el calor extremo al que los romanos aún no se habían adaptado. Aureliano comprendió la situación, así que planeó usar una táctica implementada por Claudio el Gotico contra los godos, volviendo ambas desventajas en ventajas decisivas.
Después de algunas escaramuzas, Zabdas quiso ganar rápidamente la iniciativa y ordenó una carga de caballería que a su vez obligó a Aureliano a ordenar una carga con su propia caballería para contrarrestar. Cuando las dos fuerzas estaban cerca de empeñarse, la caballería ligera romana de repente rompió filas, y abandonó el campo de batalla. Zabdas, oliendo sangre y una victoria segura, ordenó a sus catafractos mucho más pesados que les dieran caza.
Tras una larga persecución y el caluroso sol empezó a hacer mella en los caballos y jinetes fuertemente armados de Palmira, pero su confianza aparentemente inquebrantable en la superioridad de su caballería les obligó a continuar. En un momento determinado los jinetes romanos dieron la vuelta y de repente atacaron a la caballería exhausta y sorprendida. La trampa fue devastadora, y muy pocos de la caballería palmeriana volvieron con vida.
Después de enterarse de la destrucción de su caballería, Zabdas se dio cuenta de que el día estaba perdido. Su infantería no era rival para los legionarios endurecidos por las guerras con los germánicos, y de inmediato ordenó la retirada completa a Antioquía. Comprendiendo la inevitabilidad de la caída de Antioquía, la reina Zenobia y Zabdas reabastecieron sus fuerzas y se movieron bajo el amparo de la oscuridad a Emesa.
Por la mañana, los habitantes de Antioquía descubrieron que habían sido abandonados y la reputación de Aureliano con sus salvajes represalias, les paralizó de miedo. No tenían más remedio que abrir sus puertas a Aureliano y prepararse para lo peor. Para su sorpresa, Aureliano no mató a nadie ni permitió que sus tropas saqueasen la ciudad, sino que concedió una amnistía general. Esta muestra de misericordia tuvo un efecto dominó en todo la zona, cayendo una ciudad tras otra, ya no temiendo represalias, aceptaron la reincorporación pacífica al imperio romano.
Batalla de Emesa (272)
Aureliano, persiguió a Zenobia hasta la ciudad de Emesa (actual Homs, Siria), allí llegó con su ejército reforzado con fuerzas locales, unos 60.000 de los cuales 5.000 eran jinetes. Zabdas debía tener unas fuerzas similares. Se enfrentaron en una llanura a las afueras de la ciudad, y las formaciones volvieron a ser las mismas, la infantería en el centro y la caballería en las alas.
La caballería pesada de Palmira, los catafractas que eran superiores a los jinetes romanos, iniciaron la batalla con una carga, los romanos los volvieron a poner en fuga, los catafractas regresaron pronto para no repetir el mismo error, pero lo hicieron dispersos y fueron masacrados por la infantería romana. Según Zósimo, las unidades de Judea, con sus garrotes, masacraron a los caballeros acorazados de Palmira.
Zabdas volvió a refugiarse en los muros de la ciudad, más tarde Zenobia huyó a Palmira, pero no pudo llevarse el tesoro consigo. Aureliano puso sitio a la ciudad que se rindió más tarde.
Asedio de Palmira (272 – 273)
El asedio de Palmira parece haber sido una prueba difícil para los romanos debido a las defensas vigorosas y a las murallas de Palmira. Zenobia intentó en vano obtener la alianza del monarca persa, así como sus aliados armenios pero fue en vano, y Aureliano pidió a Zenobia que rindiese y salvar a su ciudad. Ella se negó y el asedio continuó, a pesar del acoso de las incursiones de la caballería árabe y las fuertes defensas. Aureliano fue reforzado con la llegada de Probus en el 273. Con el tiempo se hizo evidente para Zenobia que la causa estaba perdida y decidió huir de la ciudad, se las arregló para salir de la ciudad a lomos de un camello, pero fue capturada por la caballería romana y llevada a presencia de Aureliano.
Poco después de esto la ciudad se rindió y se salvó. Aureliano procedió a regresar. Zenobia y su hijo fueron obligados a caminar en las calles de Roma durante su triunfo.
En los meses posteriores hubo varios levantamientos en los territorios ocupados que fueron sofocados por Aureliano sin piedad. Después de un breve choque con los persas y otro en Egipto contra el usurpador Firmo, se vio obligado a regresar a Palmira en 273 cuando la ciudad se rebeló de nuevo. Esta vez, Aureliano permitió a sus soldados saquear la ciudad y Palmira nunca llegaría a recuperarse del desastre.
La leyenda dice que Aureliano quedó tan prendado del porte y la belleza de la reina depuesta que le concedió un exilio digno, liberándola y asignándole una lujosa villa en Tibur (Tívoli, Italia).
En 274, se preparó para recuperar el Imperio Galo-Romano, que ya había perdido varios territorios a manos de Claudio II. El enfrentamiento decisivo en la batalla Châlons-sur-Marne, en la que el ejército de Tétrico fue aplastado por el de Aureliano en marzo de 274, tanto Tétrico como su hijo se habían rendido a Aureliano, el Imperio Romano estaba reunificado del todo, y las tropas fronterizas volvieron a sus puestos. Más de un siglo transcurriría antes de que Roma perdiera otra vez el control sobre las amenazas externas.
En 275, Aureliano marchó hacia Asia Menor, preparando otra campaña contra el Imperio sasánida, la muerte en rápida sucesión de los reyes Sapor I (272) y Ormuz I (273), y la subida al poder de un rey débil (Bahram I), suscitó la posibilidad de atacar al imperio Sasánida. Sin embargo, Aureliano nunca llegaría a Persia, pues fue apuñalado mientras esperaba en Tracia para pasar a Asia Menor, por un secretario corrupto.
Crisis económica
Se produjo una crisis económica porque al no llegar esclavos a Roma (no había expansión) el precio de estos se multiplicó, eran el motor de la economía, se produjo así una subida espectacular de los precios. De la misma forma, la inseguridad política y social produjo un colapso comercial; las rutas no eran seguras, ya no llegan productos a Roma, ni a las ciudades; y la economía se transformó en autárquica (economía de autoabastecimiento). Al no llegar metales preciosos a Roma se modifica la moneda (o se cambia el valor nominal o se incorpora menos oro y más cobre), produciendo una hiperinflación causada por años de devaluación de la moneda, lo que contribuyó también a la espectacular subida de los precios.
Por otro lado, los habitantes de las ciudades al perder capacidad adquisitiva, dejan de comprar y las fábricas tuvieron que cerrar.
Crisis política
En lo político era una etapa de gran inestabilidad, los emperadores duraban poco en el cargo, casi todos murieron de forma violenta. La guardia pretoriana nombraba emperadores, a veces también las legiones proclaman su candidato al trono, enfrentándose a otras que hacen lo mismo, es el periodo conocido como de anarquía militar. La manifestación más importante de todo esto es el desarrollo de sucesivas guerras civiles que arrasaron el Imperio y un ejército romano ineficaz y corrupto.
Crisis social
La población libre de las ciudades, mientras tanto, empezó a desplazarse a zonas rurales en búsqueda de comida y protección debido a que el aumento de precios hacía cada vez más difícil obtener alimentos en las urbes para quienes no fuesen comerciantes, burócratas o soldados. Desesperados por la necesidad de sobrevivir, muchos de estos plebeyos de las ciudades, así como muchos pequeños agricultores, se vieron forzados a renunciar a derechos básicos de ciudadanía para recibir protección de los grandes aristócratas convertidos en terratenientes. Roma y las grandes ciudades perdieron habitantes, también numerosos aristócratas romanos abandonaban las ciudades de provincias para refugiarse en sus grandes propiedades rurales donde se hicieron económicamente autosuficientes y podían mantener una autoridad efectiva sobre masas de campesinos, creando el embrión de los señores feudales de siglos posteriores.
Por otro lado, los ataques de los bárbaros hizo que los territorios de los limes fueran abandonados, empezando a ser ocupados por los bárbaros.
En los aspectos religioso y cultural se desconfía de los dioses y la religión tradicionales que ya no dan respuestas a un mundo convulso y encuentran consuelo en otras religiones como el cristianismo que promete un mundo mejor en el más allá. También la prolongada crisis tiene su reflejo en las artes que supone una decadencia con respecto a la etapa anterior.
Reforma militar de Galieno (253 -268)
Galieno se dio cuenta de la ineficacia de los limes frente a las invasiones bárbaras. Por un lado, buscó dar más movilidad a las legiones, por medio de las vexilationes (viene de vexilum, estandarte en latín) destacamentos de las legiones o de caballería autónomos al mando de un dux (en plural, duces), origen del título medieval de duque.
Galieno creó cuerpos especializados de caballería en el interior, que estacionados en campamentos fortificados podían moverse con rapidez de un sitio a otro en caso de invasión.
Creó tres fuerzas centralizadas de caballería llamada los comitatus en Mediolanum (actual Milán) al norte de Italia, en Grecia y en los Balcanes al mando de un magister equitum. Estas fuerzas incluía los equites promoti (contingentes de caballería procedentes de las legiones), más la caballería ligera de Iliria (equites dalmatarum), caballería ligera del norte de África (equites mauri) y caballería bárbara aliada (equites foederati).
Desaparecieron los equites singulares y en su lugar se nombraron los protectores domestici, que eran jinetes que escoltaban a las autoridades, desde un legado de la legión hasta el propio Emperador.
La artillería desembarazó a las legiones de artillería para hacerlas más móviles y se formó en unidades autónomas llamadas los ballestarii.
La infantería seguía siendo la unidad más numera y estaba compuesta de legiones y auxiliares. Para dar mayor movilidad a las legiones aumentó de 120 jinetes a 726, que junto con una vexilatión creó una unidad que situó a retaguardia para luchar contra las incursiones enemigas.
En cuanto al mando, separó la carrera militar de la civil, los senadores ya no podían tener mandos militares.
Los cambios en el armamento del ejército romano tienen su máxima representación en el abandono, desde el siglo III, de gladius y pilum en favor de spatha y lancea, así como el gradual abandono de la lorica segmentata. Estos cambios se reflejan en una importante transformación de las tácticas de combate de la legión, que se desarrollaron hacia formaciones más compactas tipo falange, si bien se conservó la flexibilidad táctica.
Se constata el abandono en las legiones de los modelos de scutum de épocas precedentes, principalmente del scutum semicilindrico, en favor de los modelos de forma oval, más o menos amplios y cada vez más planos. Es posible que esto se deba al auge en el siglo III de las tácticas de escudos entrelazados (synaspismós), a las que los escudos ovales planos se adaptarían mejor. Los escudos romanos, no obstante, estaban provistos de un umbo circular de metal en el centro; por lo que estaban pensados para la lucha individual cuerpo a cuerpo, y no eran aptos para acometer una táctica de falange de estilo griego, es decir, no servían para empujar unas filas sobre otras.
A partir del reinado de Galieno el aumento de los problemas en las fronteras y la fuerte inestabilidad interna del Imperio dieron lugar a la obstaculización de las vías de distribución del equipo militar desde las fabricae imperiales hasta los lugares donde se encontraban las tropas. Lo que se refleja en una falta de uniformidad en equipamiento. De estas fabricae, tres se encontraban en Oriente (Nicomedia, Cesarea y Antioquía) y solamente una en Occidente (Augustodonum). Conforme pasó el tiempo los talleres de Augustodonum fueron a menos, como el Imperio de Occidente en su conjunto, y en el siglo V apenas quedaban rastros de producción.