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Guerra de los herederos de Constantino
El 22 de mayo del 337 murió Constantino, Constancio lo enterró con una fastuosa ceremonia en la Iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla. Hasta septiembre del mismo año, se dio la curiosa situación de que los cuatro césares más Hanibaliano siguieron gobernando sus provincias y tomando disposiciones conjuntamente en nombre del desaparecido Emperador, sin que ninguno de ellos procediese a proclamarse augusto. Esta situación era indicativa más de las tensiones latentes entre ellos.
Constantino II residía en su capital de Tréveris, Constancio II en Antioquía y tenía Oriente, Dalmacio en Constantinopla y Hanibaliano en Cesarea de Capadocia. La sede de Constante no se conoce con exactitud, aunque se ha aventurado que podría ser Milán.
La tensión estalló en Constantinopla en septiembre. La tradición y Juliano hacen responsable a Constancio II de la matanza que allí se produjo: fueron asesinados los descendientes del segundo matrimonio de su abuelo paterno, Constancio Cloro (Constancio I). La matanza acabó con dos tíos de Constancio y con seis de sus primos, incluyendo Anibaliano y el cesar Dalmacio, gobernantes de Ponto y Mesia respectivamente, Julio Constancio, hermanastro de Constantino y padre de Juliano, y todos los miembros de su familia, además de sus principales partidarios. La masacre solo dejó como parientes masculinos de Constantino el Grande a Constancio, a su hermano mayor Constantino II, a su hermano menor Constante y a tres primos: Constancio Galo, Juliano, y Nepociano que eran unos niños.
Poco después, Constancio se reunió con sus hermanos en la ciudad de Sirmio, en la Panonia, para formalizar el reparto del Imperio. Se proclamaron augustos y procedieron a repartirse el Imperio. Constancio recibió las provincias orientales, incluyendo Constantinopla, Tracia, Asia Menor, Siria, Egipto y la Cirenaica; Constantino II recibió Britania, la Galia, Hispania y Mauritania Tingitana; y Constante con 13 años, al principio bajo la supervisión de Constantino II, recibió Italia, África, Ilírico, Panonia, Macedonia y Acaya.
Los dos años siguientes se caracterizaron por las luchas que los nuevos augustos llevaron a cabo: contra los germanos en Occidente y contra el Imperio sasánida de Sapor II en Oriente.
Pero en el 339 Constante, que había salido tan desfavorecido del reparto, mantuvo oculta su hostilidad por espacio de tres años, con la intención de caer sobre su hermano cuando este se encontrase desprevenido. Despachó soldados aparentemente para luchar al lado de Constancio en la guerra contra los persas, pero con la misión de caer sobre Constantino II, que no se esperaba nada de esto, en el 340 cerca de Aquilea le tendió una emboscada en la que fue muerto.
Como resultado de eso, Constante tomó el control del territorio de su hermano muerto y se convirtió en el único gobernante del Imperio de Occidente, que abarcaba dos tercios del total del Imperio romano.
Durante diez años Constancio II y Constante gobernaron sus respectivas partes del Imperio sin gran armonía. Como demostró el hecho de que Atanasio de Alejandría, expulsado de su sede episcopal por los arrianos (entre los que se encontraba Constancio), decidiese refugiarse en Roma y las querellas suscitadas entre ambos emperadores por tal asunto amenazasen con romper las relaciones. Posteriormente, Constante logró que a Atanasio se le restituyera su sede a cambio de otras contrapartidas.
Durante estos años se produjeron también grandes desórdenes en África, donde los católicos, apoyados por Constancio, llevaron a cabo una dura campaña contra los donatistas. Era una secta cristiana encabezada por Donato en la que, a planteamientos religiosos divergentes de los católicos, se unirían componentes sociales y actitudes contrarias a la secularización de la Iglesia católica.
En los enfrentamientos murió el propio Donato. La hostilidad hacia el donatismo (que incluía clausura de sus iglesias, detenciones, destierros…) tuvo como consecuencia que todos los elementos de oposición a los honestiores, al gobierno y a la Iglesia católica (tan identificada con él) se aglutinaran en torno a la secta donatista. Entre ellos los circumcelliores (trabajadores temporales indígenas y poco romanizados) que sembraron el pánico en las aldeas. Poco a poco el donatismo fue adquiriendo un tinte separatista y antirromano, doblemente preocupante por la enorme implantación del cisma en las provincias africanas.
Constante dispensaba a sus súbditos un trato extremadamente cruel, y cada vez se volvía más tirano. Persiguió a paganos, judíos y arrianos; hostigó a los homosexuales, cuando él era un reconocido sodomita. El ejército comenzó a sentirse cada vez más insatisfecho con el comportamiento del Emperador, y Magnencio que era el jefe de los jovianos y herculanos se autoproclamó augusto en Autun el 18 de enero de 350. Constante fue abandonado por todos excepto por un puñado de sirvientes, y fue asesinado poco después por tropas de caballería ligera mandadas por un tal Gaeso en Elna, cerca de los Pirineos.
Magnencio era pagano, y se atrajo rápidamente la lealtad de las provincias de Britania, Galia e Hispania, en parte porque demostró ser más tolerante hacia los cristianos y paganos.
El autoproclamado Emperador trató de reforzar su influencia sobre los territorios antiguamente controlados por Constante, moviéndose hacia el Danubio. Vetranio, comandante del ejército de Panonia, había sido también elegido augusto por sus tropas en Mursa el 1 de marzo.
Constancio II, que había partido de Oriente con su ejército para la guerra contra Magnencio, creyó que debía, en primer lugar, entablar lazos de amistad con Vetranio, a fin de entrar en guerra con un usurpador y no con dos, y reconoció a Vetranio, enviándole la diadema imperial. Magnencio también envió embajadores, pero se inclinó por Constancio. Cuando el viejo general alcanzó a Constancio con su ejército y renunció a la corona, y Constancio le hizo entrega de hacienda suficiente para establecerse en Bitinia. Allí vivió unos años, sin intervenir en los asuntos públicos, hasta que murió.
Constancio nombró césar a Galo, hijo de su tío y hermano por parte de padre de Juliano, que sería emperador más tarde, y le entregó como esposa a su hermana Constancia. Con ello pretendía o bien que Galo hiciese frente a los ataques de los persas, o bien hallar un pretexto para acabar con él, ya que eran los únicos que quedaban de la estirpe de Constancio.
Magnencio designó césar a su pariente Magno Decencio para proteger las provincias transalpinas, reunió todas las fuerzas que pudo y marchó contra Constancio.
En enero de 351, Magnencio llegó a Aquileia, durante el verano, entraron en Panonia, y cuando estuvieron uno cerca del otro, en los alrededores de la ciudad de Mursa (actual Osijek, Serbia) situada en la confluencia del río Dravo con el Danubio; Magnencio montó una emboscada en los valles de alrededor de Adrana, enviando seguidamente a los generales de Constancio un mensajero que conminaba al enemigo, a tomar posiciones en Siscia para entablar batalla, ya que era un lugar de amplias planicies.
Al oírlo, Constancio, se llenó de alegría por la noticia, ya que era superior en caballería, y el lugar era muy adecuado para el despliegue de jinetes, así que se puso en movimiento hacia Siscia. Pero cuando marchaban tranquilos y sin guardar formación (pues no esperaban ningún ataque), se encontraron con el camino cortado con piedras que les impedía seguir adelante, mientras cayeron sobre ellos tropas emboscadas en los valles que los atacaron por ambos flancos.
Constancio siguió avanzando para intentar levantar a los germanos del Rin, pero fue derrotado en la ciudad de Atrans (actual Trojane, Eslovenia), tras lo cual se retiró, buscando un paraje adecuado para entablar batalla cerca de la ciudad de Cíbalis (actual Vinkovici, Croacia).
Magnencio, rebosante de orgullo por sus éxitos, tras reunir sus tropas marchó hacia Panonia, pues pensaba trabar combate cerca de Sirmio. Se dice que su madre le prohibió ese camino y le exhortó que pasara por Iliria, pero no la obedeció.
Pero mientras Magnencio reflexionaba sobre si debía cruzar el río Savo por medio de un puente con embarcaciones para hacer pasar su ejército, Constancio envió a Flavio Filipo, su prefecto pretoriano para formalmente negociar la paz, pero en realidad iba para descubrir la fortaleza del enemigo. Cuando le faltaba poco para llegar, se encontró con Marcelino, que ocupaba una alta posición en el bando de Magnencio, y en su compañía fue a visitarlo.
Filipo le ofreció que se retirase de Italia y que, mantuviese las provincias transalpinas, ejerciese el mando sobre todas ellas. Magnenecio retuvo la embajada y no envió respuesta.
Batalla de Mursa Major (351)
Magnencio, por su parte, a la cabeza de su ejército, tomó Siscia al primer asalto y la arrasó, probablemente con un alto costo de infantería; para caer a continuación sobre el todo territorio circundante al Sava y, después de tomar abundantísimo botín, se dirigió contra Sirmio en la creencia de que también a esta la tomaría sin combatir. Pero tras ser rechazado por la población y por los soldados asignados a la defensa de la ciudad, marchó en dirección a Mursa con todos sus efectivos.
Cuando llegó a Mursa, los habitantes de la ciudad cerraron las puertas y subieron a las almenas, quedando Magnencio confuso sobre lo que había de hacerse, ya que no disponía de máquinas, ni podía acercarse de ninguna otra manera a la ciudad. En efecto, los que luchaban desde las almenas batían el terreno con piedras y proyectiles. Cuando le fueron comunicadas a Constancio noticias referentes al asedio, reunió todo su ejército y se personó para llevar ayuda a la ciudad amenazada, dejando a un lado Cíbalis y toda la comarca que atraviesa el río Drave.
Magnencio prendió fuego a las puertas de la ciudad, pero los defensores extinguieron el fuego con abundante agua. Pero al enterarse de que Constancio marchaba hacia Mursa ideó una estratagema: delante de la ciudad y rodeado de árboles por todas partes había un estadio que se destinaba a las competiciones de gladiadores. En su interior ocultó cuatro unidades de galos con la orden de que, una vez llegado Constancio, cuando se trabase combate delante de la ciudad, cayeran inesperadamente sobre el enemigo, de suerte que este, cogido en medio, sufriese un total exterminio. Pero los que estaban apostados en la muralla se percataron de ello, y se lo comunicaron a Constancio. Este envió de inmediato a los comandantes Escodilón y Manados, con infantes y arqueros. Cerraron todas las puertas del estadio, ocuparon las posiciones desde las que se dominaba el edificio, rodearon por todas partes a los encerrados en el estadio y los abatieron a flechazos. Y cuando algunos de ellos se colocaron en testudo para intentar romper las puertas del estadio, fueron atacados por los infantes que acabaron con todos. La emboscada resultó un fracaso.
Antes de la batalla, uno de los comandantes de Magnencio, el franco Claudio Silvano, desertó con sus hombres para unirse a Constancio. Silvano dirigía un fuerte contingente de la caballería de Magnencio.
A continuación, ambos ejércitos desplegaron en una llanura delante de la ciudad, Cosntante desplegó sus 80.000 efectivos a la manera clásica, con la caballería en las alas y la infantería en el centro, delante los arqueros y honderos que se replegarían detrás de la infantería cuando se produjese el choque, continuando disparando desde atrás.
Magnencio desplegó sus 36.000 efectivos con toda su caballería en el ala derecha y su flanco izquierdo lo apoyó en el río para evitar ser envuelto.
La batalla comenzó en la tarde. Al parecer se inició con un ataque de la caballería de Cosntancio por ambas alas, los catafractos del ala derecha cargaron contra la línea de infantería legionaria, pero no consiguieron romper la línea. Los del ala izquierda consiguieron imponerse a la caballería de Magnencio, haciéndoles retroceder y poniéndoles en fuga, a continuación regresaron y atacaron a la infantería de Magnencio por los flancos y retaguardia. Los legionarios galos y britanos, reorganizaron las filas y consiguieron aguantar, hasta bien entrada la noche. La caballería cargó una y otra vez contra, hasta que finalmente las filas fueron deshechas por el empuje de los catafractos y las flechas de los sagittarii. Magnencio corría el riesgo de ser capturado y abandonó el campo de batalla, y se dio a la fuga disfrazado de soldado raso, pero sus soldados galos se negaron a rendirse y siguieron combatiendo a las órdenes de Marcelino, que resultaría finalmente muerto.
Las pérdidas entre los ganadores fueron mayores que entre los vencidos, lo que demuestra la dureza de la lucha, 30.000 frente a 24.000, pero la proporción de la pérdida fue irreparable para Magnencio. Fue un duro golpe para el Imperio, que había perdido 55.000 de sus mejores soldados, afectando a la capacidad militar del Imperio durante varios años.
Tras la batalla no hubo represalias contra los soldados derrotados, los que quisieron se incorporaron a sus filas.
Batalla de Mons Seleucus (353)
Magnencio planeó abandonar los territorios vecinos a Panonia con objeto de escapar a Italia y, tras reunir allí un nuevo ejército, volver a presentar batalla. Pero cuando vio que los de Roma, ya por odio hacia él, o porque conocían los resultados de la batalla, tomaron partido por Constancio, decidió atravesar los Alpes para meditar durante algún tiempo cómo, con ayuda de los habitantes de la zona, podría obtener una posición segura. Al enterarse de que Constancio había vuelto en su contra a los bárbaros vecinos al Rin por medio de ingentes sumas, y de que le había cortado, gracias a ciertos generales que le eran adictos, el paso a las provincias de la Galia. Tampoco le era posible cruzar el territorio de Iberia en dirección a Mauritania porque Constancio se había atraído a los aliados con que contaban los romanos en esa zona, se encontró sin salida.
Constancio II finalmente reunió un ejército al oeste de Milán para acabar finalmente con su rival. En el 353 entró en Francia, la batalla tuvo lugar en Mons Seleuco, actual Batie-Montsaléon, en el departamento de los Altos Alpes en el Sur de la Francia. Magnencio sufrió una derrota decisiva, huyó al noroeste de Lugdunum (actual Lyon), en la que se quitó la vida al echarse sobre su propia espada.
Tras la supresión de la rebelión Magnencio, Constancio mandó hacer una investigación para encontrar a sus seguidores. El agente más notorio de esta búsqueda fue el cruel Paulo Catena, en el transcurso de la cual muchas personas fueron torturadas y asesinadas.
Constancio II se vio incapaz de abarcar todo el Imperio, por lo que nombró césar en occidente a su primo Juliano. Mientras Constancio II guerreaba en Mesopotamia, Juliano fue proclamado augusto en Lutecia (actual París) en febrero del 360. Constancio II abandonó el limes precipitadamente para deponer al usurpador, pero no llegaron a enfrentarse, ya que estaba gravemente enfermo y murió durante el camino de vuelta el 3 de noviembre del 361 a su paso por Mopsucrenae (Cilicia).
De Juliano a Teodosio
Juliano era hijo de un hermanastro de Constantino el Grande, fue junto a su hermano Galo el único superviviente de la purga que acabó con su rama de la dinastía en 337.
Juliano fue nombrado emperador y conocido como Juliano el Apóstata, ya que renunció a la religión Católica.
Juliano sucumbió en una escaramuza el 26 de junio de 363, alcanzado en la espalda por la jabalina de un soldado al servicio de los sasánidas, durante una campaña en Oriente.
Fue sucedido por el emperador Joviano, que continuó la campaña contra los sasánidas y murió el 17 de febrero de 364 después de un reinado de solamente ocho meses. Durante su vuelta a Constantinopla, Joviano fue encontrado muerto en la cama en su tienda en Dadastana, a medio camino entre Ancira y Nicea. Posiblemente envenenado por setas o intoxicado por humos del fuego con el que calentaban su tienda.
Para más información sobre las compañas contra los sasánidas, ver el capítulo «los sasánidas – Sapor (309 – 379)”.
Fue elegido emperador Valentiniano I el Grande, cuando tenía 44 años por los oficiales del regimiento de Nicaea, en Bitinia, el 28 de febrero de 364, y poco después nombró a su hermano Valente colega, con él, como co-emperador.
Los dos hermanos acordaron en Naissus (Nissa) la partición del Imperio. Como emperador de Occidente, Valentiniano se quedó con Italia, Iliria, Hispania, Galia, Britania y África, dejando a Valente la mitad oriental de la Península Balcánica, Grecia, Egipto, Siria y Asia Menor hasta Persia.
Batalla de Tiatira (366)
El primer tropiezo de Valente tuvo lugar a finales de verano de 365, cuando un pariente lejano de la dinastía de Constantino llamado Procopio, aprovechando que Valente se había desplazado a Capadocia, se hizo proclamar Emperador con el apoyo de paganos del círculo del difunto Juliano. Sobornó las legiones acuarteladas en Constantinopla y con la ayuda de mercenarios godos.
El golpe de Estado tuvo éxito en las provincias de Tracia y Bitinia y el propio Valente estuvo tentado a abdicar, por su inexperiencia y por la falta de apoyo de Valentiniano que estaba inmerso en la lucha contra los galos; pero las mejores legiones estaban en Siria y eran leales a Valente, por lo que decidió ir al encuentro del usurpador Procopio. Después de cruzar Asia Menor, el enfrentamiento se produjo en Tiatira (Frigia, la actual Turquía). En la batalla de Tiatira (abril de 366) donde las tropas de Procopio mandadas por el general Gomoario fueron derrotadas; el fracaso del suplantador se debió a dos causas: la mejor preparación de las tropas de Valente y la deserción masiva de soldados de Gomoario que cambiaron de bando. Procopio fue arrestado y ejecutado por decapitación (28 de mayo de 366), su cabeza, a modo de trofeo, le fue enviada a Valentiniano que se encontraba en Tréveris.
La Gran Conspiración bárbara del 367
La Gran Conspiración es un término que se da a una guerra que duró un año y aconteció en la Britania romana cerca del final de la ocupación romana de la isla. El historiador Amiano Marcelino la describió como una barbarica conspiratio que se cebó en una fuerza militar reducida en la provincia como consecuencia de las pérdidas de Magnencio en la batalla de Mursa Major.
En el verano de 367, la guarnición romana del muro de Adriano se rebeló y permitió que los pictos de Caledonia entraran en Britania. Simultáneamente, los attacotti y escotos de Hibernia, y sajones de Alemania, atacaron en oleadas coordinadas y previamente concertadas, sobre las fronteras occidentales y surorientales, respectivamente. Los francos y los sajones también desembarcaron en el norte de la Galia.
Estos grupos consiguieron superar a casi todos los puestos y asentamientos romanos leales. Todas las defensas de la zona occidental y septentrional de Britania fueron superadas, las ciudades saqueadas y los civiles romano-británicos asesinados, violados o esclavizados.
Nectárido, el conde de la costa sajona fue asesinado, y el dux britanniarum, Fullofaudes fue asediado o capturado, las unidades que quedaban de su ejército permanecieron acantonadas en las guarniciones dentro de las ciudades surorientales.
Los areani que eran espías nativos de Britania, y que los romanos pagaban para que se infiltraran entre la población, los barcos mercantes, o exploradores; proporcionaban información sobre los movimientos de los bárbaros, al parecer traicionaron a quienes les pagaban, haciendo que los ataques fueran totalmente inesperados. Los soldados desertores y esclavos fugitivos vagaron por el campo y se dedicaron al robo para sostenerse. Aunque el caos era amplio e inicialmente concertado, el propósito de los rebeldes era solo el enriquecimiento personal y trabajaron más como pequeñas bandas que como grandes ejércitos.
El emperador Valentiniano I estaba en campaña contra los alamanes en esa época y fue incapaz de responder personalmente. Se eligió a una serie de comandantes para que actuaran en su lugar, pero enseguida eran reemplazados. El primero fue Severo, que era el comes domesticorum del Emperador, pronto reemplazado por Flavio Jovino, el magister equitum; rumores de desastres los acosaban, sin embargo, y les llevó casi 15 meses antes de que se enviara un reemplazo capaz.
En la primavera del año 368, una fuerza de refresco comandada por el conde Teodosio el Joven (no confundir con Teodosio I el Grande) llegó a Britania desde la Galia. Trajo consigo cuatro unidades: bátavos, hérulos, jovianos y víctores, así como a su hijo, el posterior emperador Teodosio I el Grande. Marchó desde Richborough a Londinium (Londres) y empezó a tratar con los bárbaros. Se prometió una amnistía a los desertores, lo que permitió a Teodosio el Joven volver a dotar de guarniciones a los fuertes abandonados. Se nombró a Dulticio como nuevo dux britanniarum, y fue Civilis nombrado vicarius para encabezar la nueva administración civil.
A finales del año, los bárbaros habían sido rechazados hasta sus tierras de origen; los amotinados habían sido ejecutados; el Muro de Adriano se tomó de nuevo; y el orden regresó a la provincia. Se llevó a cabo en Britania una considerable reorganización, incluyendo la creación de una nueva provincia llamada Valentia, probablemente para mejorar el tratamiento del estado del lejano norte. Claudiano sugiere que hubo actividad naval en el norte de Britania. Es posible que Teodosio montara expediciones punitivas contra los bárbaros. La Notitia Dignitatum más tarde documenta cuatro unidades de attacotti sirviendo a Roma en el continente. Los areani fueron descargados de sus obligaciones y las fronteras se fortificaron de nuevo con la colaboración de tribus fronterizas como los votadini, marcando la carrera de hombres como Paternus.
Teodosio regresó a Roma como héroe, y se le hizo principal consejero militar de Valentiniano I, aunque posteriormente cayó en desgracia y fue ejecutado. Una década más tarde, su hijo se convertiría en emperador. Los romanos acabaron con la mayor parte del caos, aunque siguieron produciéndose razias de los pueblos anteriormente mencionados.
Valentiniano moriría de un ictus cerebral el 17 de noviembre de 374, siendo sustituido por dos de sus hijos Graciano y Valentiniano II, que fueron proclamados augustos de Occidente por las tropas imperiales en Panonia.
Valente murió en la batalla de Adrianópolis en el 378 luchando con los godos, siendo sustituido en el imperio de Oriente por Teodosio I el Viejo o el Mayor conocido como el Grande.
Para más información sobre las invasiones bárbaras ver el capítulo «invasiones germánicas – invasiones bárbaras en el siglo IV«.
Conspiración de Máximo
Entre los mandos que Teodosio I llevó a Britania se hallaba muy probablemente un hispano llamado Máximo, quien lo seguiría luego en las campañas que el emperador llevó a cabo en Galia, Recia y África. Cuando Teodosio cayó en desgracia en el año 376, parece que Máximo regresó a Britania, donde ostentó el cargo de duque o conde de la isla. En 383, cuando se produjo una nueva oleada de ataques combinados de escotos, pictos y sajones, Máximo se distinguió en el combate y logró repeler a los invasores. Fueron precisamente sus méritos en batalla los que motivaron que fuera aclamado como augusto por parte de sus soldados.
Para hacer valer su pretensión, Máximo trasladó sus mejores tropas a la Galia, en las proximidades de París, Graciano fue traicionado por sus propios hombres y tuvo que huir para salvar la vida. Las tropas de Máximo lograron darle alcance el 25 de agosto del año 383, en las cercanías de Lugdunum (actual Lyón), donde fue asesinado a manos de Andragatio, magister equitum de Máximo. Graciano y se erigió en emperador de Britania, Galia e Hispania, con la connivencia forzosa de Teodosio el Joven, el hijo de su antiguo patrono. Envalentonado por sus éxitos, Máximo nombró césar a su hijo Víctor. En el año 387, aprovechando una invasión de los alamanes en Retia, y respondiendo a una petición de ayuda por parte de la corte de Milán; Máximo ocupó los territorios pertenecientes a Valentiniano II, logrando forzar al emperador Valentiniano II fuera de Milán, que tuvo que huir a Oriente, refugiándose en la corte de Teodosio I.
En el año 388, Valentiniano II desembarcó en Ostia tras eludir a la flota de Máximo mandada por Andragatio, mientras tanto el ejército de Teodosio I dirigidos por Ricomero y otros generales se dirigieron a Occidente.
Andragathius, magister equitum de Máximo y asesino del emperador Graciano, fue derrotado en la batalla de Siscia (Sisak) o del río Sava en Croacia, mientras que el hermano de Máximo, Marcelino, cayó en combate en la batalla de Poetovio (Ptuj) en Eslovenia. Máximo se rindió en Aquileia, pero murió a manos de sus propias tropas en julio o agosto de 388, que entregaron su cabeza al emperador de Oriente y poco después ajusticiaron a Víctor. La peripecia de Máximo tuvo graves consecuencias para Britania, que quedó privada de todos sus soldados y ejércitos y de la flor de su juventud, que se fue con Máximo, y que nunca regresó. De hecho, data de esta época el establecimiento masivo de britanos en Armórica, en el norte de Francia, región que recibiría posteriormente el nombre de Bretaña.
El día 15 de mayo de 392, Valentiniano fue encontrado ahorcado en su residencia de Vienne. Según unas fuentes fue un suicidio, según otras fue asesinado. En cualquier caso, Teodosio no tomó ningún tipo de represalia contra Arbogastes, magister militum que era el tutor del joven, ni pareció especialmente interesado en saber las causas de la muerte pese a las veladas acusaciones que Ambrosio, obispo de Milán, hizo durante el sepelio.
Arbogastes, incapaz de asumir el papel de emperador, eligió a Flavio Eugenio, anteriormente maestro de retórica. Eugenio comenzó un programa de restauración de la fe pagana, y buscó, en vano, el reconocimiento de Teodosio.
Después de su elevación a emperador, Eugenio situó a varios senadores paganos importantes en los puestos clave del gobierno Occidental. También apoyó un movimiento pagano, concediéndole reconocimiento oficial y restaurando importantes templos paganos.
Cuando una embajada occidental llegó a Constantinopla para solicitar que Eugenio fuese reconocido como el Augusto occidental, Teodosio I se mantuvo neutral, aunque los recibió con presentes y promesas vagas.
Batalla del río Frígido (394)
Durante el año y medio siguiente, Teodosio I formó sus fuerzas para la invasión. Los ejércitos orientales se encontraban muy debilitados desde la muerte del emperador Valente y la mayor parte de sus hombres en la batalla de Adrianópolis en 378. Correspondió a los generales Estilicón y Timasio devolver la disciplina al resto de las legiones romanas y reunir fuerzas entre las reservas y reclutamientos.
En enero de 393, Teodosio dio a su hijo Honorio el rango pleno de augusto de Occidente, aludiendo a la falta de legitimidad de Eugenio.
El ejército oriental se encontraba acampado al oeste de Constantinopla en mayo del 394. Las legiones y fuerzas adicionales de España y Siria contaban de 20.000 a 30.000 efectivos y fueron reforzadas por numerosos auxiliares bárbaros que incluían alrededor de 20.000 visigodos federados. El propio
Teodosio en persona condujo al ejército, y entre sus comandantes estaban sus generales Estilicón, Timasio y Bacurio, y el rey de los visigodos Alarico.
Su avance sobre Panonia y los Alpes Julianos fue sin oposición, y Teodosio y sus oficiales tuvieron sospechas de la gran facilidad para avanzar cuando a continuación descubrieron que estaban en los extremos orientales de los pasos de montaña. Arbogastes consideró, basándose en sus experiencias de cuando luchó contra el usurpador Magno Máximo en Galia, que la mejor estrategia era mantener sus fuerzas unidas para defender Italia, y a tal efecto dejó los pasos alpinos sin vigilar. Las fuerzas de Arbogastes consistían principalmente en fuerzas francas y galo-romanas, más sus propios auxiliares godos se estiman de 40.000 a 50.000 efectivos.
A principios de septiembre de 394, el ejército de Teodosio llegó cerca de la Claustra Alpium Juliarum. Continuó por Castrum ad Pirum (actual Hrusica) y cuando se dirigían a la Castra ad Frigidum (Aidussina) siguiendo el valle de río Frígidum o Frígido (actual Vipava en esloveno o Vippaco en italiano) afluente del Isonzo; se encontró con que la Castra ad Frigidum estaba ocupada por las fuerzas de Arbogastes que le cortaban el paso. Teodosio, en ese momento, estaba embotellado en la Castrum ad Pirum, en una situación crítica. Orosio dice que estaba «bloqueado en los picos de los Alpes, no podía recibir suministros o permanecer mucho tiempo en sus posiciones.» La alternativa era regresar, pero Arbogastes había enviado fuerzas para cortar la retirada, ocupando la carretera detrás de Teodosio.
Finalmente, Teodosio decidió jugar el todo por el todo. En los albores de 5 de septiembre el ejército reanudó la marcha, avanzando unos 15 kilómetros, por el valle del río Frigudum hasta llegar a la Castra ad Frigudum, desencadenando un ataque frontal desencadenaron en un ataque directo a Castra Frigidum.
Teodosio atacó casi inmediatamente, sin haber emprendido ningún reconocimiento previo del campo de batalla. Confió a sus aliados godos la primera acción, quizás esperando diezmar sus filas y disminuir su amenaza potencial sobre el Imperio. El terrible ataque del ejército oriental dio lugar a un gran número de bajas en ambos ejércitos. Se estima que los godos de Alarico perdieron el 50% de sus efectivos. Hacia la noche Teodosio ordenó suspender las operaciones.
El ejército Arbogastes, contemplando la matanza de los godos, pensaba que había ganado la batalla. Eugenio alimentó el entusiasmo con una distribución de honores.
Mientras tanto, Teodosio había anotado otro punto a su favor, el conseguir la defección de Arbetio, el oficial a cargo de bloquearle la retirada y con el que contaba Arbogastes para atacar por retaguardia.
Al amanecer del 7 de septiembre, Teodosio desencadenó el segundo ataque. Bacurio el general ibérico (del reino de Iberia caucásica, la futura Georgia) encabezó el ataque con fuerzas romanas, cubierto por la oscuridad y atacando líneas de sus oponentes sorpresa.
Al mismo tiempo hubo una fuerte tempestad, las fuerzas de Teodosio se vieron ayudadas por un fenómeno natural conocido como el Bora, que produce vientos ciclónicos a lo largo del valle. El Bora sopló directamente contra las fuerzas de Eugenio, llevaron nubes de polvo de cara a las tropas occidentales. Cegados por los vientos, las líneas de Arbogastes se rompieron y Teodosio obtuvo la victoria decisiva.
Después de la batalla, Eugenio fue capturado y llevado ante el Emperador. Sus súplicas de misericordia fueron rechazadas y lo decapitaron. Arbogastes escapó de la derrota y huyó a las montañas, pero después de algunos días, concluyó su huida con el suicidio.
Fue una victoria costosa pero total para Teodosio, y una derrota total para los paganos. Las provincias occidentales se sometieron rápidamente a Teodosio que se convirtió en el último Emperador de un imperio unido.
Las bajas fueron muy cuantiosas: casi totales para los occidentales y las orientales perdieron la mitad de sus efectivos incluyendo al general Bacurio. A pesar de sacrificar a aproximadamente 10.000 de sus hombres, Alarico recibió poco reconocimiento del Emperador.
La reunificación de las dos partes del Imperio Romano, Oriente y Occidente, fue de corta duración, porque Teodosio murió apenas cuatro meses más tarde, en Milán el 17 de enero de 395. El imperio se dividió de nuevo, como había sido arreglado, incluyendo sus dos hijos Arcadio y Honorio.
Reformas de Teodosio I el Grande (378 – 395)
El ejército en tiempos de Teodosio con el Imperio reunido estaba constituido por las siguientes fuerzas:
- 12 scholae palatinae. (500 por unidad).
- 25 legiones palatinae (1.500 por unidad, tenían 3 cohortes).
- 97 auxilia palatinae. (500 por unidad).
- 146 legiones comitatenses. (1.000 por unidad).
- 85 vexillationes comitatenses. (500 por unidad).
- 42 legiones limitanei. (3.000 por unidad).
- 196 auxilia limitanei (500 por unidad).
- 253 vexilationes limitanei (350 por unidad)
En total debía de disponer de unos 500.000 hombres. Teodosio se sabe que empleó bárbaros aliados o foederati, por ejemplo en la batalla del río Frigidus (394) 20.000 godos sirvieron bajo sus propios mandos y con sus propias tácticas.
Se constata además la adopción por parte del ejército del siglo IV (especialmente en el Limes germano) el uso de ropas y costumbres bárbaras. Por ejemplo, algunas unidades adoptaron sobrenombres como cornuti, una referencia a la costumbre germana de fijar cuernos a sus cascos, y el barritus, un grito de guerra de origen germano.
También se emplearon los bucelarios (bucellarii, plural latino de bucellarius); literalmente comedores de galletas) es un término para una unidad de jinetes de la época romana tardía y el imperio Bizantino, que no estaban al servicio del estado, sino al servicio de particulares como generales, gobernadores o incluso señores de la guerra.
Estas unidades fueron en general bastante pequeñas en tamaño, pero numerosas, sobre todo durante las guerras civiles, algunas podrían alcanzar hasta varios miles de hombres. En efecto, los bucelarios (bucellarii) eran ejércitos privados pequeños, equipados y pagados por personas influyentes y ricos. Estaban bastante mejor entrenados y equipados, por no hablar de motivados, que los soldados regulares de la época. En el siglo VI, Belisario, empleó hasta 7.000 bucelarios. En ese momento, los bucelarios estaban bien integrados en el ejército principal romano, y pronto el término se aplicó indiscriminadamente a las tropas de caballería bien equipada.