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Orígenes
En la península Ibérica no había caballos, como se ha descrito en el capítulo 2 “Domesticación del caballo”. Hacia el 1600 AC, llegaron a los centros metalúrgicos mineros de la provincia de Almería unos nuevos colonizadores que procedían de Anatolia. Buscaban plata y estaño, y mantuvieron una relación con su población aborigen hasta la llegada de los Pueblos del Mar hacia el 1200 AC, dada su procedencia estos pueblos sí conocían el caballo, pero es muy probable que no trajeran caballos a la Península. De los objetos encontrados las armas que son hachas, puñales, espadas, flechas y lanzas. Se muestra la creciente presencia de adornos de plata y oro en los ajuares funerarios de mayor prestigio, pero no hay el menor rastro relacionado con los caballos.
Hacia el 1200 AC y huyendo de los Pueblos del Mar, llegaron a la península los teresh o tartesios que procedían de Tyrsa o Tursa en Lidia, Asia Menor, afines a los etruscos o tursenos que emigraron a la península Itálica y que tanto la lengua como la cultura era común. Su zona de procedencia era una zona de excelentes criadores de caballos, también de origen oriental, pero en el caso de que estos pueblos trajesen caballos, estos habrían sido escasos, dada las condiciones en que tuvieron que emigrar.
Se asentaron supuestamente en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica. Tuvo por eje el río Tartessos, que los romanos llamaron luego Betis (antes Oleum flumen = río de aceite) y los árabes Guadalquivir (que significa río grande).
El historiador griego Éforo de Cime dice que Tartessos se encontraba a dos días de viaje (1.000 estadios) de las Columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar).
El historiador romano Marco Veleyo Patérculo la sitúa en el año 1104 AC, (dice textualmente 80 años después de la Guerra de Troya).
Costumbres
Lo que caracterizó a esta cultura, fue la explotación minera, industrial y comercial de los metales; especialmente bronce, plata y oro y el tráfico del estaño (la ruta de las Cassitérides) les llevó a un activo intercambio comercial. Esto fue el motor de su génesis y motivo de atracción e intercambio con otras culturas de su época. Los tartesios practicaban una agricultura evolucionada, eran buenos navegantes y pescadores, trabajaban los metales y conocían la escritura (teniendo un alfabeto similar al ibérico).
Su organización política, que era superior a las del resto de los pueblos ibéricos: el estado territorial. Este tenía el centro en una ciudad que constituía la capital y a cuya cabeza figuraba un monarca. En cuanto a la sociedad de los tartesios, se hallaba dividida en clases o castas: una clase mercantil enriquecida y terratenientes estaban en la clase alta, varias clases intermedias como comerciantes y trabajadores y en la parte baja estaban los esclavos.
La fundición del cobre, junto con el estaño en grandes hornos que han sido encontrados en Huelva, un sitio arqueológico recientemente explorado, da cuenta de las pericias de los tartesios para sacar un material tan fuerte que podía fácilmente partir las armas babilónicas. La extracción y el trabajo con el oro fueron más misteriosos aún, debido a que su fundición, daba objetos con 24 quilates. Se cree que posiblemente utilizaban azogue para perfeccionar la calidad del oro.
En el siglo X AC, los fenicios de Tiro fundaron Gadir para comerciar con los tartesios especialmente atraídos por su riqueza en metales, a esta fundación se añaden otras diversas situadas en la costa de Málaga y el bajo Guadalquivir (Sexi, Malaca, Abdera, Puerto Menestheo, Spal). Se desconoce si la relación de los colonizadores con los tartesios fue siempre pacífica. El elemento colonial fenicio a partir del 800 AC parece determinante en el esplendor de esta cultura, sin que se conozca de momento su interrelación con el reino de Tartessos.
En el siglo VII AC, el rey Argantonio ayudó a los griegos de Focea, con los que también llegó a comerciar por un breve periodo, en su lucha contra los persas. Finalmente invadida Focea por los persas, los foceos centraron su poder en el mar Tirreno donde la antigua metrópoli contaba con un centro colonial muy activo en Massalia (Marsella). Los griegos foceos fueron derrotados en Córcega en la batalla naval de Alalia (535 AC) por una alianza ocasional de etruscos y cartagineses. Los cartagineses eran fenicios coloniales que habían tomado el relevo a los fenicios de la metrópoli en el comercio del Mediterráneo Occidental, tras el sometimiento de los fenicios de Tiro a los asirios en el 573 AC.
Tras la derrota de los griegos foceos en la batalla de Alalia (537 AC) y con el terreno despejado respecto a su competencia con ellos por el comercio con las costas ibéricas; Cartago pudo adueñarse de la zona y establecer sus propias colonias en la parte noroccidental de África y la zona sudeste peninsular. Cartago pronto cerró el estrecho de Gibraltar y se adueñó del monopolio comercial con la rica Tartessos. Hacia el 500 AC, el reino de Tartessos y su capital portuaria al parecer fueron aniquilados por una intervención de Cartago, por circunstancias aún no bien aclaradas.
Después de esa última fecha parece que se produjeron a algunos levantamientos de los tartesios, como por ejemplo los ataques a Gadir, en los que esta se vio obligada a pedir ayuda a Cartago, que dominó fácilmente las rebeliones. Gadir pasaría a desempeñar ahora un doble papel: núcleo centralizador del comercio y además el mayor centro de poder en la región, por ello llegó a confundirse posteriormente con la desaparecida Tartessos.
A partir del siglo V AC deja de tenerse constancia histórica de Tartessos. A partir de esee momento se vuelve al fraccionamiento de esa zona en estados de menor entidad y regidos por reyezuelos de las tribus de llamados turdetanos o túrdulos, sucesores culturales de los tartesios.
El ejército
De su organización militar se conoce muy poco y solo a través de las numerosas estelas del periodo arcaico (geométrico) de Tartessos. En ellas se reflejan de una forma sumamente simplificada a guerreros portadores de espadas, carros, cascos y escudos, que serían los símbolos de su poder.
El poder de los monarcas tartesios probablemente se apoyaba en el empleo de mercenarios, principalmente íberos y celtas, cuya presencia son buena prueba de las estelas. Los escudos son de origen oriental, posiblemente asirio traído por los fenicios, es un escudo circular con varios círculos concéntricos con remaches y se sujeta por el centro. Los arcos son dobles, también de procedencia asiria. Emplearon máquinas de asalto de origen también asirio y traídas por los fenicios, el monarca Terón empleó arietes contra Cádiz.
En las estelas aparecen carros de guerra de cuatro ruedas como en la estela de Solana de Cañas en el 900 AC y de dos ruedas como en la esta del Viso del 900 AC. Es muy posible que los caballos empleados fuesen de origen íbero, pasados a través del estrecho de Gibraltar.
Descripciones de Tartessos
Según Avieno:
»Desde aquí hasta dicho río hay un viaje de un día y aquí se halla el límite del pueblo de los Cinetes. El territorio de los tartesios es inmediato a ellos y riega la tierra el río Tartesos.Después se extiende el monte consagrado al Céfiro y finalmente la cumbre de la altura llamada Cefírida, irguiendo excelsos picos sobre lo alto del monte… Y toda la tierra que está situada en la parte occidental de dicho río (el Ibero) es llamada Iberia, en cambio la parte oriental contiene a los tartesios… Aquí se extienden las costas del golfo Tartesio. Y del referido Anas a estos lugares tienen las embarcaciones un día de camino. Aquí está la ciudad de Gadir, pues en lengua fenicia se llama Gadir a todo lugar cerrado. Ella fue llamada antes Tartesos, grande y opulenta ciudad en épocas antiguas, ahora pobre, ahora pequeña, ahora abandonada, ahora un campo de ruinas…. El río Tartesos, que fluye del Lago Ligustino por abiertos campos, ciñe por todas partes con su corriente la isla, pero no corre por un solo cauce ni surca de una sola vez el suelo subyacente, ya que por la parte oriental trae tres bocas a los campos, mientras que por dos veces con boca baña la parte meridional de la ciudad. Luego, por encima de la marisma (Ligustina), está recostado el monte Argentario, así llamado por los antiguos a causa de su hermosura, pues el estaño brilla espléndidamente en sus laderas y aún mayor esplendor despide en los aires de lejos, cuando el sol toca con sus rayos sus cumbres elevadas».
Plinio es su historia natural dice:
‘‘Vayamos a casos seguros: es verdad, poco más o menos, que el gaditano Argantonio reinó durante ochenta años, y persiste la creencia de que comenzó a reinar hacia el cuadragésimo de su existencia».
Justiniano dice de Tartessos:
»Los primeros habitantes del bosque de los tartesios, tras la lucha mítica de los titanes son los dioses, fueron los curetes, de ellos el rey más antiguo fue Gárgoris. Se considera a Gárgoris como el descubridor del arte de recoger y aprovechar la miel. Una hija suya tuvo de soltera, y acaso por obra de amores incestuosos, un niño, cosa que produjo vergüenza al rey, que determinó deshacerse de él. Así ordenó que se le dejara abandonado en el monte, pero animales silvestres lo amamantaron, encontrándoselo vivo a los varios días. Hízolo colocar en un sendero por donde pasaban los rebaños para que lo aplastaran, pero también salió a salvo. Lo echaron luego a las perras y cerdas hambrientas que, en vez de devorarlo, le ofrecieron sus ubres. Entonces Gárgoris pensó en arrojarlo al mar. Pero, protegido por los dioses, fue conducido, como si fuera una barquilla, a las orillas, donde salió una sierva que lo crió. Creció el niño entre su familia animal, ligero y veloz como ella, hasta que, en cierta ocasión, fue cogido en un lazo o trampa, fue llevado a Gárgoris que le reconoció y que, admirado del destino, le nombro su heredero, llamándole Habis. Habis fue un héroe civilizador. A un pueblo bárbaro, como el que heredó para gobernarlo, le dictó las primeras leyes civilizadas y les enseñó a cultivar la tierra con los bueyes y los arados, cosa que, hasta entonces, había desconocido; de esta suerte los tartesios aprendieron a nutrirse con los alimentos más finos y regalados que los que hasta entonces habían usado. Aún hizo algo más trascendental: prohibió el trabajo a una parte de sus súbditos, a los nobles, y repartió a los otros, a la masa, en siete ciudades o acaso siete clases. Una vez muerto, sus sucesores y herederos rigieron los destinos de Tartesos durante muchos siglos».
Primer libro de Reyes sobre las riquezas del reinado de Salomón:
«No había nada de plata, no se hacía caso alguno de esta en tiempos de Salomón, porque el rey tenía en el mar naves de Tarsis con las de Hiram, y cada tres años llegaban las naves de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales»