Edad Antigua Suevos, vándalos y alanos Final de los vándalos

Reinado de Hilderico (523-530)

Como miembro de más edad de la familia real, Hilderico era nieto del rey Genserico y del emperador Valentiniano III, lo que le convertía de facto en aspirante al vacante trono imperial del Imperio romano de Occidente (lo que quedaba de él). Influido grandemente por su madre, Hilderico (que tenía cerca de 60 años cuando ascendió al trono vándalo) adoptó una política de acercamiento político y económico con el Imperio bizantino y con los católicos; permitiendo el regreso de los obispos católicos a su reino y la reapertura de templos que sus predecesores en el trono habían obligado a clausurar.

Hilderico también andaba en buenos términos con el emperador de Oriente y continuaba enviando a Constantinopla el tributo anual de dinero aceptado por Genserico en el tratado que ratificó sus conquistas.

Este acercamiento a romanos y católicos desagradó profundamente a los integrantes de la nobleza vándala, que se pusieron a la tarea de intentar colocar a la princesa ostrogoda Amalafrida (viuda de Trasamundo) como reina vándala. Había traído consigo como dote, una guardia de 6.000 jinetes ostrogodos y la soberanía del Lilibeo (Lilybaeum en latin), que es un promontorio en el occidente de Sicilia a 180 kilómetros de Cartago.

En el año 525, estalló la guerra civil entre Hilderico y los nobles vándalos, aliados con los ostrogodos de Amalafrida, que además contaban con la colaboración de algunas tribus bereberes del sur de los montes Aurés. Ambos ejércitos se encontraron en Capsa (actual Gafsa), a 500 kilómetros al sur de Cartago, y el ejército de Hilderico fue el claro vencedor. El rey ordenó encarcelar a la princesa Amalfrida en Cartago, siendo posteriormente estrangulada y ejecutó a todos los supervivientes del contingente ostrogodo. Esto ofendió muchísimo a Teodorico el Grande, que rompió su alianza con los vándalos, pero no quiso arriesgarse a lanzar contra ellos una expedición militar.

Hilderico no tenía espíritu guerrero o interés imperialista, y prefería dejar los asuntos militares en manos de su sobrino Hoamer. A finales del año 528, los jinetes del rey bereber Antalas comenzaron a atacar granjas y poblaciones de la provincia de Bizacena. La caballería vándala de Hoamer expulso a los bereberes al sur de las montañas, pero no logró derrotarlos por completo. Los bereberes se reagruparon, y cuando Hoamer y sus jinetes estaban aprovisionándose y descansando en Theveste, los jinetes bereberes rodearon al contingente vándalo y lo aniquilaron.

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Vándalo contra morisco en el norte de Libia en el siglo VI. Los moros usaban camellos en sus grupos tácticos. Autor Angus McBride

Cuando la noticia llegó a Cartago, comenzó el descontento. Para un pueblo guerrero como el vándalo, que el propio rey Hilderico hubiera renegado de sus obligaciones militares y hubiera pasado el mando del ejército a su sobrino Hoamer era una absoluta deshonra, y si además Hoamer había sido derrotado; la deshonra era aún mayor, y podría dar una señal de debilidad a otros posibles invasores del reino. A la cabeza de los conspiradores se encontraba el siguiente príncipe vándalo en la línea sucesoria, Gelimer, hijo de Geliaris (hermano del rey Trasamundo), y por lo tanto, bisnieto de Genserico. Gelimer nunca había destacado como soldado, pero era un astuto conspirador y logró convencer a los nobles vándalos de la necesidad de sustituir a Hilderico, que había sido derrotado por unos cuantos jinetes bereberes. Así que Gelimer tomó el poder encarcelando a Hilderico y a Hoamer, y se coronó rey de los vándalos el 15 de junio de 530.

Reinado de Gelimer (530-534)

El depuesto rey Hilderico había intercambiado gran número de misivas con el emperador bizantino Justiniano, y las relaciones políticas y comerciales entre ambos reinos habían aumentado durante el reinado de Hilderico, principalmente debido a su indulgencia con los católicos, pues los anteriores reyes vándalos los habían perseguido salvajemente. Justiniano y Hilderico se conocían personalmente, ya que este había pasado unos años en Constantinopla como rehén y habían trabado amistad.

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Jinete vándalo

Pero con la llegada al poder de Gelimer, a la cabeza de los nobles vándalos más virulentamente anticatólicos, las esperanzas de una paz duradera se evaporaron. Cuando llegó a Constantinopla la nueva de que Hilderico había sido depuesto y encarcelado por su sobrino Gelimer, Justiniano lo tomó como un agravio. El emperador Justiniano comenzó a enviar mensajes diplomáticos a Gelimer, instándole a que enviara a Hilderico y Hoamer a Constantinopla.

Gelimer se encolerizó, y ordenó cegar a Hoamer y mantener a Hilderico en la celda más oscura con el mínimo alimento para su supervivencia. Gelimer replicó que Justiniano no tenía derecho a inmiscuirse en la política interna del reino africano; que Hilderico había sido depuesto por traidor, una acción aprobada por el Real Consejo Vándalo de Cartago; y que antes de lanzarse a la guerra, Justiniano tendría que recordar lo sucedido con la última flota oriental que habían enviado a Cartago.

Justiniano tenía por entonces unos 45 años, llevaba apenas 5 años sentado en el trono bizantino y acababa de terminar una guerra contra los sasánidas. Las fronteras del Imperio bizantino estaban seguras, y no había disturbios internos en Constantinopla. El ejército bizantino estaba mandado por el magister militum Belisario, que había derrotado a los persas y había sofocado la revuelta del año 532 (la rebelión de Nika) de los ciudadanos de Constantinopla contra el Emperador, que resolvió con una eficacia brutal, masacrando a 30.000 rebeldes en el hipódromo de Constantinopla.

Comenzó la reunión de una flota de 500 barcos de transporte tripulados por unos 30.000 marineros, en su mayor parte egipcios y griegos del Asia Menor, al mando de un almirante alejandrino. Además, había una flotilla de 92 galeras ligeras con una sola hilera de remos, con 20 remeros en cada galera, que estaban instruidos como combatientes. Juan de Capadocia fue el responsable de pertrechar esta flota, y se enviaron los oficiales a los campos de pastoreo reales de Tracia para reunir 3.000 caballos y tenerlos preparados en Heraclea, en la costa septentrional del mar de Mármara, cuando la flota hiciera escala allí.

Se reclutó un ejército de 10.000 infantes imperiales, 4.000 jinetes imperiales, 1.100 bucelarios, que formaban su guardia personal de Belisario, 400 jinetes hérulos al mando de Faras el hérulo y 600 jinetes hunos al mando de Althias.

Batalla de Ad Decimun, 13 de septiembre de 533

Aparentemente, la fuerza terrestre parecía un poco pequeña para atacar a los vándalos, que disponían de un ejército estimado en más de 30.000 efectivos. Pero el autor era Procopio de Cesarea, un historiador bizantino y biógrafo oficial de Justiniano, que acompañó a Belisario en la campaña del norte de África.

Justiniano aprovechó, o incluso instigó, rebeliones en las remotas provincias vándalas de Cerdeña y Tripolitania. Para distraer las fuerzas vándalas y debilitar sus fuerzas en África. Gelimer envió a Cerdeña de la mayor parte de la flota vándala y una gran parte de su ejército mandados por su hermano Tzazo.

En la primavera estalló una revuelta contra los vándalos en Trípoli (Libia), el ejército bizantino de la Cirenaica avanzó y conquistó las ciudades de Leptis Magna y Trípoli.

Las fuerzas de Belisario partieron en el equinoccio de primavera 533 desde Constantinopla, embarcaron los caballos tracios en Perinto, y siguieron viaje por el mar de Mármara hasta llegar al Helesponto, anclando una noche frente a Abidos. Allí dos hunos fueron empalados en la colina de Abidos, por haber matado a dos oficiales en una trifulca. Partieron de Abidos con un viento fuerte y constante que les impulsó por el Egeo hasta la isla de Lesbos, allí se redujo a casi una calma chicha y tardamos tres semanas en bordear la costa meridional de Grecia. Las galletas que llevaban como alimento comenzaron a enmohecer, y unos 500 hombres murieron a causa de la ingesta.

Belisario ordenó un desembarco general en Metona, una ciudad en el promontorio sudoeste de Grecia, allírequisaron pan fresco. La siguiente escala fue isla de Zante. Nuestro viaje de Zante a Sicilia por el mar Adriático se prolongó dieciséis días por las calmas repentinas; era mediados de junio y el calor era agobiante, como resultado, al agua que transportaban se echó a perder, además hubo peleas entre los embarcados.

Envió por delante a su secretario, Procopio de Cesarea, en una galera ligera para que se dirigiera a Siracusa, la capital, y llevara agua y suministros al puerto de Catania, donde se podía anclar con más seguridad. A su llegada a Sicilia, Belisario envió a varios espías por toda la isla para recoger noticias de la situación de los vándalos. En Siracusa encontraron a un comerciante que acababa de llegar de Cartago, que les contó que la flota vándala se encontraba en Lilibeum para aprovisionar; antes de reanudar la travesía hasta Cerdeña con los 5.000 mejores soldados vándalos, bajo el mando de su hermano Tzazon, para sofocar la rebelión producida en Cerdeña. Que el rey Gelimer se encontraba en la ciudad de Telepte (cerca del paso de Kasserine). Y que los generales vándalos desconocían los movimientos de las tropas Bizantinas.

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Campaña bizantina contra los vándalos 533-534

Belisario, al saber esto, embarcó de inmediato su ejército y zarpó hacia la costa africana, hicieron escala en las pequeñas islas de Gozo y Malta. Al cabo de aproximadamente tres meses de su salida de Constantinopla, llegaron al Caput Vada (Cabo Vada, en Túnez).

El ejército desembarcó lo más rápido posible. Los primeros en desembarcar fueron los infantes, que inmediatamente cavaron una trinchera y colocaron una empalizada protegiendo el lugar de desembarco. Después de la infantería desembarcaron la caballería, los ingenieros, provisiones, etc.

Tras completar el desembarco, Belisario se reunió con sus generales para decidir su siguiente movimiento. Había dos opciones: Una era dirigirse directamente a Cartago atravesando el desierto tunecino en pleno verano, con muy serias dificultades de aprovisionamiento. La otra opción era dirigirse al oeste por la costa, con la flota siempre a la vista para ayudar en caso de necesidad. Se decidieron por esta última opción, pasando por Thapsus (Tapso) e Hadrumetum (Susa).

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Belisario en África. Se le subido a una piedra, detrás dos lanceros con cota de escamas y yelmo tipo spangenhelm, delante un jinete arquero huno, posiblemente el general Althias. Auyor Johnny Shumate

Inició la marcha precedido por una vanguardia mandada por Juan el Armenio con 300 jinetes bucelarios, que marchaba 4 kilómetros por delante del grueso de las tropas. El flanco derecho estaba protegido por el mar y la flota, y el flanco izquierdo estaba protegido por los 600 jinetes-arqueros hunos a caballo.

El primer día de marcha, los bizantinos llegaron a localidad de Silectos, que tomaron sin lucha, y donde obtuvieron gran cantidad de fruta fresca y otras provisiones, que Belisario pagó a los civiles, ya que estaba terminantemente prohibido saquear, con el fin de ganarse a la población civil.

Al día siguiente llegaron a Hadrumetum (actual Susa o Sousse) a menos de 100 kilómetros de Cartago, acampando a las afueras.

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Batalla de Ad Decimun, 13 de septiembre del año 533. Plan de ataque vándalo

Cuando el rey Gelimer (que se encontraba en Telepte, a 4 días de marcha al sur de Cartago) recibió los informes que indicaban que el ejército de Belisario se encontraba a solo 100 km de su capital, no perdió el tiempo. Lo primero que hizo fue enviar un mensajero a toda velocidad hacia Cartago, con la orden de hacer ejecutar inmediatamente al anterior rey vándalo, Hilderico, que se encontraba en prisión. Con Hilderico muerto, los bizantinos no tendrían la excusa de afirmar que estaban ayudando al rey legítimo, ya que Gelimer era en siguiente en la línea sucesoria, y, por tanto, el rey legítimo del reino vándalo.

También mandó regresar a su hermano Tzazon desde Cerdeña con la flota y los 5.000 efectivos que habían mandado para reprimir la rebelión.

Después ordenó a su hermano Ammatas o Amato, que estaba al mando de guarnición vándala en Cartago; que se dirigiera hacia Ad Decimun Miliarium (décimo hito, que era como el décimo punto kilométrico, en este caso milla romana) de la calzada que partiendo de Cartago se dirigía a Adrumentum, hacia el sudeste. Para entablar allí combate. El plan era muy complicado, cuando el enemigo hubiese entrado en el desfiladero, lanzaría un ataque combinado contra él siguiendo tres direcciones de ataque. Mientras Ammantas salía de Cartago y presentaba combate a la vanguardia bizantina, él con el núcleo principal se lanzarían contra el grueso, su sobrino Gibamundo aparecería por las alturas de occidente y atacaría el flanco izquierdo. En aquella época no había relojes para sincronizar semejante ataque.

Ammatas salió de Cartago el 13 de septiembre y llegó antes que las otras dos columnas. Inmediatamente, se puso a la cabeza de un grupo de su caballería y cargó contra la vanguardia bizantina de Juan el Armenio y sus 300 bucelarios, que detuvieron la carga vándala con facilidad, obligándoles a retirarse. En la refriega murió Ammatas y otros muchos.

Gibamundo con sus 2.000 efectivos intervino a continuación, siendo recibidos por los jinetes-arqueros hunos, que los asaetaron en la distancia sin llegar al choque.

Belisario, que no sabía lo que había ocurrido unos kilómetros por delante del grueso, marchaba con su caballería en vanguardia, compuesta de los feodorati, y detrás los 800 bucelarios al mando del general Uliaris y la infantería a retaguardia. Cuando llegaron a Ad Decimuin vieron multitud de cadáveres, mientras dilucidaban qué hacer, vieron una gran nube de polvo que anunciaba la llegada del grueso de las tropas vándalas de Gelimer, desde el sur.

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Soldados de Belisario en África: A bucelario; B infante imperial; C Belisario; D jinete imperial. Autor Peter Garriock

Gelimer también desconocía lo sucedido y proseguía su avance, encontrándose con la caballería de los foederati, mandó cargar de inmediato para tomar posesión de la más alta colina que dominaba la llanura. Los vándalos pusieron en fuga a los feodorati, que en su huida arrastraron a los bucelarios del general Ularis, y todos se dirigieron al galope hacia la infantería de Belisario.

De haber iniciado la persecución su victoria hubiese sido total. Pero al encontrar el cuerpo de su hermano, Gelimer retrocedió para proporcionar las pompas fúnebres a su hermano.

Belisario reagrupó sus fuerzas y contraatacó poco antes de la caída de la noche, los vándalos creyendo que la batalla había terminado, habían desmontado y estaban inspeccionando el campo de batalla y los cadáveres que allí se encontraban; mientras Gelimer estaba ocupado en organizar los ritos funerarios para su hermano. Belisario cargó sobre ellos, los vándalos desorganizados, apenas pudieron oponer resistencia, y la caballería de Belisario terminó con la vida de más de 2.000, mientras el resto, con Gelimer entre ellos, huían hacia la llanura de Boulla, en dirección a Numidia.

Al anochecer, los bucelarios de Juan el Armenio y los hunos se unieron al contingente principal de Belisario en Ad Decimun, donde acamparon esa noche.

Batalla de Tricamerón, 15 diciembre de 533

Al día siguiente, los bizantinos llegaron a las puertas de Cartago, las tropas vándalas se habían retirado de la ciudad y sus habitantes el 15 de noviembre abrieron sus puertas y fueron recibidos con júbilo. La primera disposición de Belisario fue reparar las murallas que llevaban un siglo en ruinas.

Entretanto, Gelimer se había retirado a Bulla Regia, donde recibió el refuerzo de las tropas de su hermano Tzazón procedente de Cerdeña, con lo que formó un ejército unas cinco veces mayor que el de Belisario. Trató de conseguir que los hunos se pasaran a sus filas, pero no lo consiguió, con esta fuerza avanzó sobre Cartago. En su avance destruyó el acueducto que suministraba el agua a la ciudad. Se detuvo en la localidad de Tricamarum (Tricamerón) situada a 27 kilómetros de Cartago, levantando su campamento fortificado.

Belisario envió de avanzada a Juan el Armenio con 500 jinetes y él con otros 500 jinetes y la infantería partió al día siguiente hacia Tricamerón. Detrás marchó el resto del ejército.

Gelimer sacó a sus jinetes (unos 5.000) y los formó en tres divisiones, la central mandada por su hermano Tzazón, la derecha mandada por él mismo y la izquierda mandada por Gara, los vándalos tenían orden de emplear solo la espada.

La batalla tardó mucho en iniciarse, Gelimer dejó la iniciativa a Belisario. Juan fue el primero que se lanzó al ataque contra el centro mandado por Tzazón, siendo obligado a replegarse. Lo intentó de nuevo, pero fue rechazado. Lo intento por tercera vez, esta vez reforzado con los soldados de la guardia y arqueros, que hicieron retroceder el centro, Uliaris mató a Tzazon de una lanzada, lo que significó que el centro vándalo se partiera.

Eso fue suficiente para que Gelimer, cobardemente, abandonara a su ejército y se retirara al galope al campamento. Toda la caballería bizantina se lanzó al ataque, poniendo en fuga a sus adversarios, que se replegaron al campamento fortificado.

El encuentro de las caballerías no había durado ni una hora, y la batalla campal estaba aún por decidir. Las bajas habían sido 50 jinetes bizantinos frente a 800 vándalos.

A última hora de la tarde llegó la infantería bizantina, Belisario la hizo avanzar hacia el campamento fortificado vándalo. Gelimer, al ver a todo el ejército bizantino montó en su caballo y huyó del campamento, este acto de cobardía provocó el desconcierto y después el pánico entre sus soldados, muchos huyeron en todas direcciones.

Cuando los soldados de Belisario asaltaron al campamento vándalo, encontraron que este estaba plagado de riquezas; desobedeciendo a sus jefes, se dedicaron al saqueo sin respetar ni al mismo Belisario. Solamente al día siguiente, restablecido el orden, Juan el Armenio con su caballería pudo emprender la persecución de los enemigos, produciéndolos 3.000 bajas entre muertos y prisioneros. Durante la persecución resultó alcanzado Juan de Armenia, una flecha le había traspasado el cuello muriendo poco después. La persecución del rey Gelimer terminó por un tiempo.

Trató de huir a Hispania, donde tenía un aliado, el rey de los visigodos. Pero un viento contrario le obligó a regresar a Hippo Regius, y pidió refugio a una tribu de moros amigos en una escabrosa montaña llamada Pappua, no lejos de Hippo y frente al mar. La embarcación con los tesoros cayó en manos de Belisario, que encargó a Faras el hérulo la misión de capturarle. Mientras Faras y sus hérulos acampaban al pie de la montaña e impedían la fuga de Gelimer, Belisario continuó la tarea de capturar y desarmar a los vándalos fugitivos en toda la diócesis.

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El general huno Althias del ejército de Belisario, atrapando una lanza que ha sido lanzada por el jefe morisco Yaudas al que derrotó en un combate singular en Tigisis. Autor Angus McBride

Reunió a los prisioneros en Cartago y los usó como obreros en, las fortificaciones. También despachó expediciones a los diversos confines del Reino Vándalo, para obtener nuevamente su lealtad, y engrosó su ejército con levas de africanos romanos. Despachó una expedición a Córcega y Cerdeña, que llevaba la cabeza de Tzazo como prueba de que no mentía al declarar que había conquistado Cartago; otra expedición a Marruecos con la cabeza de Ammatas, quien había gobernado esa comarca; otra a Trípoli; y otra más a las fértiles Islas Baleares. Todas estas islas o regiones se sometieron inmediatamente a su autoridad, excepto en Lilibeum, donde los godos se negaron a entregar el lugar, y ayudaron a la pequeña guarnición vándala a echar a los hombres de Belisario.

Luego, Belisario escribió una enérgica carta al gobernador de Sicilia, reafirmando el derecho inalienable de Justiniano a ese lugar, y amenazando con la guerra si rehusaban entregárselo; pues comprendía que una base en Sicilia sería una garantía contra una posible invasión de África por los godos.

Mientras Galimer al principio rechazó rendirse, pero después de un invierno particularmente crudo, se rindió a Faras. El emperador Justiniano le perdonó la vida y le asignó una pensión de la que vivió decorosa y tranquilamente hasta su muerte, en Constantinopla.

Todas las riquezas de los vándalos, acumuladas durante siglos de saqueo de Roma y sus provincias, fueron llevadas ante Justiniano junto con Gelimer, constituían un fabuloso botín que jamás había desfilado en un triunfo: miles de lingotes de plata y oro, cofres de monedas de plata y oro, y millares de objetos de oro y plata tanto religiosos como de lujo.

El Reino vándalo de África se terminó y sus provincias en Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares cayeron bajo el control de Justiniano, que consiguió el dominio del Mediterráneo occidental.

Los soldados sobrevivientes fueron enrolados en el ejército imperial y enviados a servir en la frontera persa; sus mujeres, tomadas como esposas por los combatientes romanos o rebajadas a la condición de esclavas.

El norte de África pasó a denominarse el Exarcado de África con su capital en Cartago, siendo una región en paz y próspera hasta su conquista por los árabes.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2017-01-11. Última modificacion 2022-08-16.
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Comentarios:

  1. Pedro Laturce dijo el 2024/02/23 a las 2:31 am

    Me parece un trabajo serio y didáctico. Valoro que no sea un mera exposición de datos.sino que se viertan juicios de valor.

  2. Pedro Laturce dijo el 2024/02/23 a las 2:33 am

    Ayuda a la comprensión de lo reseñado las ilustraciones tanto artisticas como las geográficas

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