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Los alanos en la Galia
El 31 de diciembre de 406, los bárbaros cruzaron el río Rin helado, los primeros fueron los vándalos, y detrás el resto de los pueblos. Cuando los alanos cruzaron el río, se enteraron de que los vándalos del rey Godegiselo habían sufrido una derrota a manos de los francos, al servicio de Roma, y que habían tenido 20.000 bajas. Los alanos del rey Respendial atacaron a los francos cerca del Rin, derrotándolos y dejando el camino libre para invadir la Galia.
Los alanos conducidos por Goar prefirieron ponerse al servicio de Roma y situarse no lejos del punto por donde habían atravesado el Rin, entre el Mosa y el Somme, sobre todo cerca de Orleans y Valence. Bajo este rey se aliaron con los burgundios de Gundahario (Gunther), con quienes entronaron al emperador usurpador Jovino. Con el sucesor de Goar, Sangiban, los alanos de Orleans desempeñaron un papel crucial al repeler la invasión de Atila en la batalla de Chalons (451), en el centro de las líneas romanas, frente a los mejores guerreros de Atila. La victoria no devolvió a los alanos su reino, que sería absorbido por los visigodos, auténticos beneficiarios de la derrota de los hunos.
Tras el siglo V, sin embargo, los alanos de la Galia se sumieron en las luchas territoriales de los francos y los visigodos y dejaron de tener la independencia de antes. Flavio Aecio congregó a numerosos alanos en la región de Armorica para reprimir los levantamientos. El nombre bretón de Alan (antes que el francés Alain) y muchas poblaciones con nombres relacionados a «alano«, como Alanville, son considerados popularmente como evidencias de que un contingente de este pueblo se asentó en la Bretaña.
Los alanos de Respendial continuaron su aventura junto a los vándalos. Tras cruzar el río Rin y saquear Maguncia, los burgundios se dirigieron al valle del Rin, en la zona próxima a «Borbetomagus» (Worms) y los suevos a Belgica, mientras que el resto de los bárbaros descendieron al sur; Tréveris y Reims fueron sus siguientes víctimas, para a continuación, giraron al oeste en busca de nuevas presas. Tournai, Arras y Amiens fueron saqueadas incluso obligando a sus habitantes a que les pagaran un fuerte tributo para liberarlos de su molesta presencia. En Reims permanecieron medio año, ya que la región era un jugoso botín que merecía la pena ser exprimido.
Después se dividieron en dos grupos, los guerreros de infantería junto a sus familias y la impedimenta más los cautivos y el producto de los saqueos marcharon a la región del Loira. Las ciudades de Orleans y Tour fueron sus siguientes objetivos, al carecer estas ciudades de unas fortificaciones adecuadas. Siguiendo al sur, entraron en Angulema y más tarde llegaron a las murallas de Burdeos, donde exigieron un pago desmedido so pena de tratar de expugnar la ciudad con la consiguiente ruina para la ciudad.
Los guerreros a caballo marcharon hacia Autun sometiéndola a un despiadado saqueo; Arlés consiguió salvarse, posiblemente con el pago del consiguiente tributo (algo que evitaba dejar a las ciudades convertidas en simples aldeas) pero Béziers fue saqueada a conciencia.
Los dos grupos a pesar de su separación mantenían un contacto permanente, por si alguno de ellos se topaba con dificultades y tenía que acudir para apoyarle; pero no fue necesario, ya que la capacidad de defensa de la Galia no estuvo coordinada y cada cual se defendía como mejor podía, tan solo Toulouse defendida por el obispo Exuperio se enfrentó a los invasores.
La única defensa consistía en encerrarse en sus murallas (las que tenían) y que estas fueran lo suficientemente sólidas para evitar el saqueo bárbaro. No obstante, para evitar que los bárbaros intentaran asaltasen y saqueasen la ciudad, se les pagaba un tributo para que pasaran de largo. Solo las ciudades bien amuralladas y con habitantes acostumbrados al combate podían tener posibilidades; pero estas eran escasas, la mayoría de ellas fueron saqueadas u obligadas a pagar tributo.
Los dos grupos de bárbaros confluyeron en el rico valle del Garona, cerca de los Pirineos; allí entre Bazas y Tolosa establecieron sus campamentos a la espera de pasar a Hispania, que era el siguiente objetivo, posiblemente allí se unieron de nuevo los suevos.
Mientras tanto, aprovechando el debilitamiento de Roma, en Britania las guarniciones romanas en esa provincia apoyaron a distintos usurpadores, entre ellos Marco (406-407), Graciano (407) y Constantino III, quien invadió la Galia en el 407. Tras reclutar algunos auxiliares francos, marchó al este con el propósito de alcanzar Ravena y si era posible destituir al emperador Honorio. Estilicón como medida de defensa, despachó a un hombre de su confianza llamado Sarus; este resuelto general derrotó a las fuerzas de vanguardia de Constantino III mandadas por los generales Justiniano y Nebiogastes. Este último se vio acorralado en la ciudad de Valence, donde aunque Sarus prometió si se rendía respetar su vida, acabó ejecutado.
Constantino envió fuerzas a interceptar a Sarus al mando de Edobico y Geroncio, los cuales le obligaron a cruzar Italia. Constantino III conquistó Arlés, estableciendo allí su capital, tomando diversas medidas defensivas, como proteger con diversas guarniciones los pasos de la Galia y los Alpes; también dentro de sus posibilidades, guarneció el río Rin y prometió a la población civil que una era de seguridad se establecía bajo su reinado. Envió una delegación a Hispania para obtener su reconocimiento una familia aristocrática emparentada con el emperador Teodosio formada por los hermanos Dídimo, Veriniano, Teodosio y Lagodio, rechazaron su proposición, manteniéndose leales a Honorio. Didimo y Veriniano fueron inmediatamente enviados a fortificar y defender los pasos de los Pirineos.
Los bárbaros intentaron pasar a Hispania, pero los hermanos Dídimo y Veriniano les cerraron el paso, rechazándolos. Durante los años 407 y 408, estuvieron en efecto, vagando en la Galia por sus provincias.
Mientras tanto Constantino III a finales del 408, envió a su hijo Constante a Hispania con un ejército al mando del general Geroncio, en el que había auxiliares bárbaros. Derrotó a Teodosio y sus hermanos y los hizo prisioneros, reemplazando las guarniciones de los pasos pirenaicos.
A finales de septiembre del 409, posiblemente por Roncesvalles, los bárbaros cruzaron los Pirineos. Las escasas fuerzas dejadas por Geroncio, lejos de oponerse a los invasores se unieron a ellos.
Los alanos en Hispania
La entrada de los germanos empujó a masas de población hacia el Norte y el Oeste desde las comarcas que ocupaban. Entre ellos a los vascones que hasta entonces habían vivido al Sur del Ebro. Esta masa de gente se volcó sobre unas tierras ya de por sí pobres y azotadas además por revueltas desde finales del siglo III. Con lo cual se creó una situación explosiva. Los habitantes de estas tierras no tenían muchas más alternativas que dedicarse al pillaje y al saqueo. Se formaron bandas de “bagaudas”, gente pobre que no tenía nada que perder y que solamente subsistía de lo que saqueaba. Por contagio se alzaron bandas de cántabros y astures que estaban poco romanizados y que se unieron a la revuelta “bagauda”. Los bagaudas pronto fueron un problema serio para el orden público en las mitades Norte de las provincias Tarraconense y Cartaginense. Sin fuerzas militares para contrarrestar la amenaza, el Imperio vio como en las comarcas indicadas la autoridad imperial o simplemente provincial se esfumaba.
El Imperio ofreció a los bárbaros en 411 el pacto por el que los alanos se quedaron con la Lusitania y Cartaginense en calidad de foedus. Llegaron a ser conocidos más tarde por sus cacerías masivas y sus perros de pelea, que introdujeron en Europa. Una raza de esos canes, aún lleva el nombre de «alana». Al parecer también empleaban estos perros para la guerra.
Los alanos que llegaron a Hispania no eran un grupo muy numeroso, se estima solo en 30.000, pero a pesar de su escaso número, ejercían la supremacía entre vándalos y suevos, quizás debido a la superioridad en caballería.
En 412, el rey alano Atax o Attaces conquistó la ciudad de Emérita Augusta (Mérida) y estableció en ella su corte durante seis años.
En el 417 tras un acuerdo entre el Imperio romano de Occidente y el rey visigodo Valia, se decidió la expulsión de los bárbaros de Hispania que habían cortado el suministro de grano procedente del norte de África y de la Bética. Valia con su pueblo se dirigió a Hispania y dejó a los no combatientes en Barcelona. Primero se dirigió contra los vándalos silingos que ocupaban la Bética a los que derrotó en una sangrienta batalla, su rey Fredbal fue hecho prisionero y enviado Roma.
Después se dirigieron contra los alanos a los que derrotó en una batalla en el 418, en la que pereció el propio rey Ataces. Los supervivientes no eligieron otro rey, sino que se acogieron al rey vándalo asdingo Gunderico para que aceptara la corona alana. Aunque algunos de estos alanos permanecieron en Hispania, la mayoría se dirigió al norte de África con los vándalos en 429. Los posteriores reyes vándalos de esta zona se hacían llamar Rex Wandalorum et Alanorum (Rey de los vándalos y de los alanos).