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Generalidades
Los cruzados se enfrentaron primeramente con los turcos selyúcidas del Sultanato de Rüm, después contra la dinastía Abasí de Damasco y la dinastía Fatimí de Egipto, a continuación contra la dinastía Ayyubí fundada por Saladino y finalmente contra los mamelucos de Egipto. Los ayyubíes estuvieron, desde 1171 a 1260, una buena parte de las cruzadas.
No hay una cifra exacta para la población de los distintos territorios bajo dominio ayyubí. Colin McEvedy y Richard Jones sugieren que en el siglo XII, Siria tenía una población de 2,7 millones, Palestina y Transjordania tenía 500.000 habitantes, y Egipto tenía una población de menos de 5 millones de habitantes. Josías C. Russel afirma que en este mismo período había 2,4 millones de personas en la región de Levante que vivían en 8.300 aldeas, una población de 230.000-300.000 habitantes en 10 ciudades, ocho de los cuales estaban bajo control ayyubí. Las más grandes eran Edesa (24.000), Damasco (15.000), Alepo (14.000) y Jerusalén (10.000). Otras ciudades más pequeñas eran Homs, Hama, Gaza y Hebrón.
Russel estima la población del pueblo egipcio sería de 3,3 millones distribuidos 2.300 aldeas, era una alta densidad de población rural atribuida a la alta productividad de la tierra de Egipto que permitió un mayor crecimiento agrícola. La población urbana era mucho menor, de unos 233.100, que suponía un 5,7 % de la población total de Egipto. Las ciudades más grandes eran Cairo (60.000), Alejandría (30.000), Qus (25.000), Damietta (18.000), Fayum (13.000), y Bilbeis (10.000). Numerosas ciudades más pequeñas salpicaban el río Nilo, entre los que estaban Damanhur, Asiut, y Tanta. Ciudades en Egipto estaban también densamente pobladas, principalmente debido a una mayor urbanización e industrialización que en otros lugares.
Reclutamiento
El grupo étnico mayor del ejército era el de los turcos selyúcidas, que habían constituido el elemento militar dominante en Siria desde principios del siglo XlI. Algunas tribus habían emigrado al norte de Siria hacia el año 1120, pero la mayoría de las tropas turcas eran aún reclutadas entre las tribus turcomanas de la región de Diyarbakr. El segundo en importancia numérica era el de los kurdos, que combatían como caballería y arqueros, si bien aparentemente no utilizaban las tácticas de los arqueros montados, como sus rivales turcos. Los sultanes ayyubíes los reclutaban bien individualmente, o como unidades completas de diversas tribus; estas unidades luchaban generalmente formando un solo bloque en la batalla. El tercer grupo étnico importante era el de los árabes; eran ricos en caballos, tenían pocos arqueros, preferían combatir con lanzas o espadas.
No obstante, los beduinos continuaron aportando la caballería auxiliar, vital para los gobernantes de la Siria del siglo XII (aunque eran vistos con profunda desconfianza por los campesinos árabes asentados y por los habitantes de las ciudades).
Estos beduinos participaban en el ejército ayyubí como qufh o infiltrados de infantería que se especializaban en hostigar las comunicaciones del enemigo y como lisus, cuyo papel consistía en interrumpir las líneas de suministro enemigas infiltrándose a caballo dentro de su territorio.
Los muttawiyah o voluntarios religiosos a menudo prestaban servicio durante periodos muy cortos de tiempo; sin embargo, podían ser muy efectivos, particularmente en los hostigamientos a enemigos rezagados. A diferencia de los ahdath o milicias urbanas, los verdaderos voluntarios religiosos eran difíciles de controlar. Los ahdath solían ser reclutados entre los sectores más pobres de las poblaciones urbanas.
Los mejores eran los mamelucos de Egipto y los ghulam de Siria que eran esclavos turcos o eslavos y que constituían las guardias personales de los sultanes y emires, los de categoría más baja eran los qaraghulams o ghulams negros por el color de su piel procedentes de Sudán.
Entre los mamelucos había diversas categorías de tropas. Altamente disciplinados y orgullosos de su posición, los askar cuidaban también de las máquinas de asedio, arsenales y otras instalaciones vitales. Los halqa eran, según parece, formaciones de gran tamaño, quizás comparables a un regimiento doméstico. Los tawashiya que comprendían tanto mamelucos como jinetes libres reclutados normalmente, cada uno de ellos con su propio caballo, paje o seguidor, unos diez animales para transportar la impedimenta y un salario para comprar el equipo. Estaban organizados en regimientos de primera categoría que permanecían próximos al jefe durante la campaña; cada tawashi estaba obligado a servir en el ejército durante un determinado número de meses.
Los ajnad o ejército territorial tenían un estatus inferior y aunque también estaban equipados adecuadamente como caballería, pocos parecen haber recibido entrenamiento como arqueros a caballo, estaban bajo el mando de los atabeg que era el gobernador de provincia. El más famoso atabeg fue seguramente Zengi, atabeg de Mosul desde 1128, y que pronto se hizo independiente y dominó gran parte del norte de Mesopotamia y de Siria (incluida Alepo).
El ejército fatimí fue una fuerza dominada por la infantería, no por caballería. La columna vertebral de un ejército fatimí era una falange de infantería, armados con sariyah (lanzas largas) y protegidos por januwiyah (escudos corporales). Caballería, incluía caballeros armenios, faris (caballeros árabes), y los mamelucos (soldados esclavos turcos o kurdos) normalmente la caballería se situaba a los flancos de la infantería.
Con la llegada de los ayyubíes, la infantería pasó a tener un estatus inferior, a pesar de su papel esencial en la guerra de sitio. La mayoría eran arqueros y ballesteros o combatían con lanza y escudo. Probablemente, los anib actuaban como una infantería móvil montada, a veces cabalgando sobre mulas; sin embargo, la única elite real entre los soldados de a pie eran los nafatin tropas que empleaban medios incendiarios como la nafta, de ahí su nombre.
Todos los soldados profesionales de infantería recibían un salario, al menos mientras estaban en campaña. Lo mismo ocurría probablemente con los ingenieros de asedio tales como los naqqabun (mineros), los hajjarun (albañiles) y los najjarun (carpinteros).
Sin embargo, eran los servicios de apoyo los que realmente diferenciaban este ejército de sus enemigos latinos. Se ponía gran énfasis en conseguir buenas comunicaciones; el barid (servicio postal) gubernamental usaba palomas mensajeras y correos, mientras que un sistema de balizas podía llevar avisos desde las fronteras a una velocidad extraordinaria. Igualmente importante era la distribución de armas; la mayoría de las ciudades tenía un bazar de armas y muchas, como Alepo, Damasco, El Cairo y Mosul, tenían sus propios distritos de fabricación de armas que eran distribuidas a las tropas desde los arsenales al comienzo de la campaña. Sin embargo, durante la marcha las armaduras y la mayor parte del armamento permanecían en el thuql (tren de bagajes). Esto hacía a las tropas más ligeras y rápidas, pero podía ser desastroso si el servicio de información fallaba y se producía un ataque por sorpresa.
Consecuentemente, el thuql estaba mandado por un oficial experto y fiable, el amif. Los thuql también incorporaban tropas incendiarias, herreros para reparar las armas, equipo de asedio con ingenieros y peritos o agrimensores. Entre los thuql no combatientes se incluían los sirvientes, cuidadores de caballos, conductores de mulas y burros, camelleros, escribas, funcionarios religiosos, médicos y cirujanos. Los servicios médicos eran muy sofisticados, formaban de hecho un hospital móvil.
El reparto del botín estaba cuidadosamente reglamentado en los ejércitos musulmanes: un quinto era para el gobierno y el resto se distribuía entre las tropas. La mayor parte era vendido a continuación a los mercaderes del suq al’askar (bazar de los soldados) que formaba parte del tren de bagajes y que suministraba también armamento adicional y otros pertrechos militares cuando era necesario.
El método de promoción se lleva a cabo por las acciones en el campo de batalla, los soldados podían acceder por sus méritos al rango de oficial. A diferencia de Occidente en que el linaje de la nobleza era necesario para hacer frente al coraje y lealtad. Un ejemplo revelador fue el acceso al cargo de gobernador de la ciudadela de Damasco, en 1229, de un converso español al Islam que era hermano de un caballero de la orden del Temple.
Tamaño del ejército
Aun hoy se cree generalmente que los ejércitos islámicos eran inmensos y que los valientes cruzados estaban numéricamente superados. Esto no es lo que se desprende de los hechos; por supuesto, el potencial humano de los estados musulmanes era mucho mayor que el de los estados latinos en Siria y Palestina pero, al igual que en Europa, solo una pequeña proporción tomaba normalmente parte en las campañas. No obstante, podían reunirse un gran número de fuerzas auxiliares (durante un corto periodo de tiempo) alrededor del askar profesional del gobernante.
Egipto podía permitirse contar con grandes ejércitos, aunque incluso bajo el régimen Fatimita, nunca fueron tan grandes como se ha creído a veces, llegando como mucho a unos 25.000 hombres como máximo. En sus primeros días como gobernador de Nur al-Din en Egipto, Saladino heredó algunos regimientos fatimitas y hay documentos que demuestran que en 1.169 contaba con 8.640 tropas regulares, excluyendo las navales, de las que las más fiables eran los 500 pertenecientes a su propia familia más 3.000 turcomanos.
En otra ard (revista) que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1171, Saladino reunió a 174 escuadrones de caballería tulb (aproximadamente 14.000 efectivos) mientras que otros 20 escuadrones prestaban servicio en otros lugares, además de unos 7.000 auxiliares beduinos árabes.
Un intento de golpe de Estado pro fatimita, en 1174, originó el desmantelamiento de la mayoría de las viejas unidades fatimíes y los auxiliares beduinos quedaron reducidos a unos 1.300 hombres.
En otra ard (revista) que tuvo lugar en 1181 las fuerzas de Saladino estaban compuestas 9.000 jinetes, entre ellos 1000 bajo las órdenes directas del sultán Saladino con sede en Egipto, 3.000 jinetes sultanato de Damasco, 3.000 en Alepo, 1.000 en Homs y Hama, 2.000 para las zonas de Mosul y Jazeera.
La confederación de sultanatos ayyubíes tenía unos 22.000 jinetes en su ejército regular en 1.181. Por comparación, los estados Latinos, Jerusalén y los principados cristianos, en el mismo periodo, son bastante equivalentes. Había alrededor de 12.000 caballeros y de 15.000-18.000 turcópolos.
Costumbres
El aspecto físico, vestimenta y una especie de heráldica, aun rudimentaria, distinguía a los individuos y grupos dentro de la organización militar del ejército ayyubí. Mientras que la familia Ayyubí y los turcos llevaban el pelo largo, los árabes, a excepción posiblemente de los beduinos, se afeitaban la cabeza. Casi todos los hombres musulmanes usaban barba o mostacho, aunque algunos marineros tuvieron que afeitárselos para poder hacerse pasar por cruzados para atravesar el bloqueo latino. Un gorro alto de color amarillo llamado kalawta era utilizado por los ayyubíes, mientras que los diferentes modelos de túnicas envolventes de los turcos del Asia Central se hicieron populares entre la clase dirigente. Los hiyasas o cinturones fabricados con placas de metal unidas entre sí distinguía a los soldados de elite.
Las inscripciones en los escudos aparecerían durante el siglo XI y haciéndose más comunes posteriormente, otros emblemas y colores indicaban la influencia iraní, probablemente llegada a través del popular Shahnamah (poema épico); sin embargo, no hubo un auténtico sistema heráldico islámico hasta la dinastía mameluca de mediados del siglo XIII en adelante. Los emblemas continuaban siendo personales y no hereditarios y nunca hubo una institución gubernamental que regularizara la heráldica como en Europa.
La bandera personal de Taqi al-Din fue descrita por un testigo cruzado como parecida a un par de pantalones, pero lo que el ignorante europeo probablemente vio; fue más bien un estandarte de doble de manga de viento, tal y como había sido utilizado por los turcos y por los persas durante cientos de años, o una bandera con la espada de Ali de doble hoja, o bien un emblema tribal turco llamado tamga.
Ciertamente, las tropas de Taqi al-Din marchaban bajo un estandarte amarillo, al ser este color el favorito de los ayyubíes. Sin embargo, este color no era uno de los normales del simbolismo islámico (verde, blanco, negro, rojo) al haber perdido el favor en los años anteriores. Mientras que los árabes y los kurdos utilizaban diversos tipos de bandera, los turcos usaban también el tuq o estandarte de cola de caballo.
Organización
El ejército ayyubí estaba subdividido en unidades de varios tamaños, aunque los términos utilizados se solapan a menudo. La más pequeña era la jarida (70 hombres) y el tulabah o tulb (de 70 a 200 hombres) con su propia bandera, tulabah sanjaq y trompeta.
La jamé era probablemente una formación táctica compuesta de tres jaridas. La sariya era una formación ad hoc formada aproximadamente por 20 jinetes, utilizados con frecuencia en emboscadas, mientras que la saqa era una pequeña guardia avanzada o grupo de reconocimiento.
A diferencia de sus enemigos latinos, los musulmanes tenían también graduaciones específicas de amir (oficiales); que iban desde el isfahsalar (jefe del ejército) y del ustadh al dar y del hajib (chambelán), que eran jefes superiores al amir hajib, amir jandar, khazindar (gobernador de una ciudadela importante), amir kabir (gran oficial) llegando hasta el amir ordinario. Un rais mandaba la milicia ahdath, mientras que el shihna era jefe de policía.
Los soldados regulares recibían una paga regular amakiyah (soldada) o bien mantenían iqta (concesiones de tierra), que tenían características comunes con los feudos europeos. La estructura salarial estaba controlada por un diwan al jays (ministro del ejército), que también llevaba una relación con los nombres de los soldados y dónde estaban estacionados, llevando a cabo revistas para comprobar la instrucción y el equipo. Los soldados que estaban registrados recibían armas gratis procedentes de los arsenales gubernamentales, pero si perdían el equipo, su coste era deducido de la paga. Cualquier cambio de graduación, estado o unidad quedaba también quedaba reflejada en los registros.
La iqta o feudo era vital en este sistema militar. Era en realidad un sistema de tributos sobre las cosechas en el que el terrateniente recibía una parte de los ingresos como pago a la garantía de que los impuestos serían recaudados. Una característica importante que distinguía a la iqta del feudo europeo era que la tierra podía ser recuperada en cualquier momento. En pago por la iqta, el terrateniente mantenía también un número determinado de tropas equipadas.
Algunas iqtas eran enormes propiedades concedidas a miembros de la familia gobernante. Otras eran gobiernos de ciudades, castillos y distritos estratégicos otorgados a oficiales superiores. También había ciudades y pequeñas propiedades concedidas a amirs de menor importancia.
También podían ser iqtas los salarios o las pensiones procedentes de las propiedades gubernamentales.
El valor de las concesiones de tierra variaba considerablemente incluso dentro de una misma región. Solo una generación después de la muerte de Saladino, una inspección mostró que las iqtas iban desde una que mantenía a 250 jinetes, a otra que comprendía las ciudades de Nablus y Janin y que mantenía a 120 hombres, llegando hasta una pequeña iqta que mantenía 70 jinetes. Las tierras de inferior calidad eran concedidas como iqtas a la ajnad (milicia) o a los beduinos auxiliares; los muqtas sólo vivían en estas propiedades en caso de haber perdido el favor político.
Armamento
Saladino ascendió al poder en las regiones centrales del mundo musulmán que eran muy escasas en hierro y combustible para trabajar los metales. La fuente importante más próxima de mineral de hierro era Anatolia Oriental; pero en todo lo demás, el Imperio ayyubí tenía que confiar en los lingotes importados, aparte de unas pequeñas minas de las montañas próximas a Beirut y los alrededores de Ajlun, ambas virtualmente a caballo sobre la frontera con los estados latinos. No es sorprendente, por tanto, que el comercio a larga distancia en lingotes de hierro y acero refinado, en gran parte procedentes de la India, fuera vital para los ejércitos ayyubíes. A pesar de tales dificultades, Egipto tenía tres arsenales estatales bajo el régimen fatimí, uno de los cuales empleaba 3.000 artesanos, y que Saladino heredaría posteriormente. Además de la fabricación de espadas en Damasco, Mosul contaba con un mercado de armas al igual que la cercana Bagdad.
Din a la muerte de este, aunque era evidentemente importante para un jefe ambicioso, apoderarse de tanto material militar escaso como fuera posible.
El gran valor de ese equipo hacía que la captura de los almacenes del enemigo mereciera ser incluidos en los relatos de la época, y cuando una guarnición latina se rendía, invariablemente tenía que abandonar sus armas. Los musulmanes podían también exigir el pago de los tributos en armas, que incluían incluso armaduras para los caballos procedentes de los estados latinos. En enero del año 1188 una embajada bizantina regaló a Saladino 400 cotas de malla, 4.000 lanzas y 5.000 espadas capturadas a un ejército italo-normando como señal de amistad. Las espadas se importaban comercialmente tanto de Bizancio como de Europa, si bien esto último en contravención directa de una prohibición papal.
Pero una larga campaña podía representar grandes problemas de abastecimiento. Las armas utilizadas por los ejércitos de Saladino eran muy diversas.
El arco compuesto había sido durante mucho tiempo el arma arrojadiza principal en el Oriente Medio, sin embargo, se produjo un cambio importante durante las cruzadas, pasando del arco angulado llamado huno, al ligeramente curvado tipo turco. El primero de ellos se tensaba suavemente al principio, aumentando suavemente la tensión, aunque adolecía de un desperdicio de energía al soltar las enormes orejas no flexibles. Estas largas orejas podían constituir también un problema para el arquero montado, mientras que el nuevo arco suavemente curvado era más corto y, por tanto, con menos probabilidades de golpear el caballo del propio arquero, y con una mayor eficacia en la transferencia de energía a la flecha.
Por otra parte, el tipo turco llamado tenía un tensado más duro y podía ser menos preciso en las manos de alguien que no fuera un arquero experto. Había otro tipo llamado nawak, que era un híbrido de arco y ballesta, de los que no se han conservado ningún ejemplar. Las fuentes que señalan la ineficacia de los arqueros islámicos contra las armaduras de los cruzados han sido generalmente malinterpretadas, al referirse, como hacen, a los hostigamientos a larga distancia cuyo objetivo era herir a los caballos desprotegidos más que matar a los soldados. De hecho, pruebas efectuadas han demostrado que la malla ofrecía poca resistencia a las flechas, incluso a las disparadas con el arco largo, inferior al utilizado en la Europa occidental.
Las lanzas eran las dariyah o sariyah tenían una longitud de 3 o 4 metros y eran usadas por la infantería como pica y por la caballería. Las sabarbahah eran lanzas más cortas de 2,5 m a veces llevaban y gancho cerca de la punta para derribar jinetes, las khisht eran jabalinas ligeras, las furayjiyah que eran jabalinas pequeñas utilizadas por los fatimíes.
Entre las espadas islámicas había las denominadas sayf rectas, aunque los jinetes turcos empleaban un sable ligeramente curvado llamado kilij, también empleaban las khanjar o daga larga, sobre todo en caballería.
Como armamento secundario empleaban la latt o maza, durbash o hacha ligera, tabarzin o hacha de caballería que era a la vez hacha y maza y ocasionalmente lazos.
Como escudos empleaban los januwiyah que eran escudos grandes usados por la infantería, los tariqah o escudos cometas similares a los cruzados, los tur o escudo redondo usado por la caballería, y las adargas o escudos de cuero.
Los yelmos utilizados eran de diversos tipos: uno era el khud que estaba fabricado parcialmente con cuero endurecido, había uno que era segmentado al que denominaban tark. En tanto que los pueblos turcos usaban el sharbush, gorro tieso adornado con pieles y con la parte frontal levantada. Entre los árabes se empleaba un casco semiesférico llamado beydah (huevo) rodeado por un turbante. Los persas empleaban un casco cónico con una cubierta encima. Los cascos a veces llevaban sujeto una cota de malla llamada mighfar y también un protector nasal movible o tiraz ricamente bordada con una inscripción que era concedida por los dirigentes a sus seguidores como señal de fidelidad.
Los musulmanes preferían la protección lamelar sobre la de malla, ya que esta proporcionaba mejor protección contra armas arrojadizas, pero menor protección frente al cuerpo a cuerpo, normalmente iban menos protegidos que los cruzados para tener mayor velocidad y movilidad. Empleaban petos laminados llamados jawshan, mientras que los turcos de Anatolia y el Cáucaso empleaban otro tipo llamado djavshan, también emplearon la jubbah que una protección acolchada en forma de túnica, encima de la cual se podía poner una cota de malla. Otro tipo era el kazaghand similar a la brigandina occidental, era una camisa de cota de malla cubierta de un buen tejido, a veces seda sobre un acolchado. Los caballos iban protegidos por un acolchado llamado tifat.
Tácticas de los musulmanes
Saladino continuó utilizando las viejas razzias, aunque se habían producido cambios en la forma de llevarlas a cabo. Los viejos ejércitos, mezcla de infantería y caballería, dieron paso a elites más pequeñas de mamelucos consistentes en arqueros montados, apoyados por caballería auxiliar que empleaban las tácticas turcas de maniobra rápida, dispersión y hostigamiento; aunque es posible que los manuales militares de la Edad Media islámica reflejen la teoría más que la realidad.
Sin embargo, la organización de la disposición de una batalla, un campamento, orden de marcha, asedio o contra-asedio, eran muy similares a las de las obras procedentes de los fatimitas, ayyubíes o incluso de los periodos de los mamelucos. Las tácticas de asedio de Saladino eran casi exactamente las mismas que las de sus predecesores fatimíes, mientras las de su caballería eran mucho más flexibles que las de los cruzados. Los jinetes de Saladino podían aguantar si las condiciones eran adecuadas y de hecho se exigía una considerable destreza a los jinetes a finales del siglo XII. Las fuentes literarias dan primacía a la lanza que podía usarse con una o dos manos, ser lanzada a los brazos o piernas del enemigo, o a su cuerpo, y en caso de que las lanzas se partieran, los jinetes desenvainaban sus espadas. Solamente en fuentes turcas muy específicas se concede a los arcos una gran importancia.
Los manuales de caballería, que fueron escritos aproximadamente una generación más tarde, tratan del inicio y continuación de un ataque, el fingimiento de una retirada, la media vuelta en la batalla, la evasión ante el enemigo y la renovación del ataque. Los arqueros montados son instruidos sobre cómo controlar sus monturas y como disparar; también se tratan en ellos las ventajas de las diversas formas de los arcos y flechas, así como la utilización de protectores para el pulgar en los disparos a larga distancia y el uso de la jabalina a lomos del caballo. El entrenamiento de los soldados de a pie recibía menor atención, aunque los manuales daban consejos a los arqueros de infantería describiendo las habilidades que necesitaban para combatir en campo abierto. Poco después, expertos militares sugerirían que la infantería debía ser capaz de marchar largas distancias, reconocer las formaciones peligrosas del enemigo indicadoras de un ataque inminente, de saber cómo ponerse a cubierto, de detectar y perseguir a la caballería y de cómo dispersar o espantar a los caballos del enemigo.
Una vez en territorio enemigo, cualquier fuerza debía mantener siempre abierta una ruta de escape. Esto era particularmente cierto en el caso de los grupos de asalto ligeramente equipados, cuya función insistía en sembrar la confusión y miedo entre el enemigo. Los beduinos árabes auxiliares eran excelentes tendiendo emboscadas, especialmente si eran nativos de la zona. Si la incursión tenía que hacerse por la noche, el tiempo lluvioso, ventoso o nublado era el mejor; si el enemigo era fuerte, era aconsejable atacarle justo antes del amanecer mientras aún estaban confusos y adormilados. Las batallas campales eran generalmente evitadas, sin embargo, cuando se producían es difícil estimar hasta qué punto las tácticas de Saladino se ajustaban a la teoría.
La guardia o jandariyah permanecía junto al jefe, y aunque Saladino normalmente situaba a sus mejores regimientos halqa en el centro, las tropas halqa también actuaban como formaciones independientes. La caballería pesada se utilizaba por supuesto para la carga, operando de forma parecida a los caballeros latinos y, al igual que estos, estaban divididos en pequeños escuadrones o tulb. No obstante, los arqueros montados seguían siendo la táctica más efectiva de la caballería.
El terreno era aprovechado al máximo. Shirkuh engañó a la caballería latina atrayéndola a una carga imposible de realizar en una pendiente cuesta arriba en un terreno de arena blanda, en 1167; y Saladino utilizó un tal (montículo artificial de escombros y desperdicios debido a la larga estancia, típico del Oriente Medio) para esconder sus reservas.
Pero estas sofisticadas tácticas de batalla requerían unas comunicaciones fiables, y en este aspecto los musulmanes estaban bien servidos utilizando instrumentos musicales, banderas y pregonaros jawush o munadi.
La guerra de asedio era frecuentemente el objetivo principal de las grandes expediciones. Tropas ligeramente armadas serían las primeras en llegar y cercar la fortaleza enemiga, los atacantes protegían a continuación su posición con empalizadas antes de cavar los atrincheramientos.
A veces se construían torres de asedio y los minadores comenzarían a socavar las murallas del enemigo. Las operaciones de socavación, que requerían personal especializado y una cuidadosa dirección, eran utilizadas por los musulmanes más que por los cruzados. Además de arietes, los musulmanes contaban con una gran variedad de máquinas lanzadoras de piedras, algunas de las cuales eran lo suficientemente grandes como para dañar una muralla, o al menos las almenas que proporcionaban cobertura a los defensores.
Un gran número de máquinas más pequeñas esencialmente se emplearon contra el personal y estaban diseñadas para desalojar a los defensores de sus posiciones antes de realizar un as alto general.
Una de las tareas más importantes de los atacantes consistía en proteger sus máquinas de asedio de madera y sus mineros de los defensores en caso de que estos realizaran una salida. Una vez se había conseguido hacer una brecha o socavar una muralla, la guarnición recibía la oportunidad de rendirse, si esta era rechazada, se organizarían grupos de asalto al mando de los mejores oficiales disponibles. Cuando estos conseguían tomar la brecha solían detenerse de nuevo para ofrecer al enemigo una última oportunidad de rendición. Los asedios podían durar meses y en tales casos el campamento de los sitiadores solía convertirse en una ciudad temporal. En las afueras de Acre en 1190, la posición de Saladino tenía 7.000 tiendas que incluían 140 herreros, todos controlados por una fuerza de policía. Existían diversos mercados que comprendían ropa y armamento usado o nuevo, además de unas 1.000 pequeñas casas de baño, la mayor parte de ellas regentadas por norteafricanos. El contraste con los campamentos cruzados, azotados por las enfermedades, no podía ser más chocante.
Los ejércitos musulmanes eran también muy sofisticados en la defensa de las fortificaciones, la mayoría de las cuales estaban basadas en diseños establecidos desde tiempo atrás y que se remontaban al periodo preislámico. La burj o torre era una pieza básica en la arquitectura militar islámica. Galerías cubiertas que se extendían a lo largo de la parte superior de las murallas eran también de uso corriente y las murallas de la ciudad tendían a ser más altas que anchas. Los cambios arquitectónicos más importantes aparecieron a principios del siglo XIII como resultado de la invención del mangonel de contrapeso, pero que no habían aparecido todavía en la época de Saladino. Las guarniciones contaban con albañiles, zapadores, ballesteros, lanzadores de jabalinas, tropas contraincendios y operarios para las máquinas lanzadoras de piedras. Si un ataque era inminente, las tropas debían contaminar todas las fuentes de agua de las inmediaciones e incluso intentar extender la enfermedad con el viento mediante cadáveres de animales. Si era posible, los asaltantes debían a su vez ser atacados por la guarnición antes de que pudieran establecer el campamento. Una vez comenzado el asedio, los defensores debían realizar salidas nocturnas para incendiar las máquinas enemigas, pero si se intentaba una salida a la luz del día, esta tenía que efectuarse por una formación cuadrada y muy disciplinada.
Muchas de estas ideas fueron utilizadas en la guerra naval. Sin embargo, el papel principal de la flota de Saladino consistió en transportar tropas rápidamente desde Egipto a Siria y dificultar el tráfico entre los estados latinos y Europa. Los infantes de marina iban a bordo de grandes buques mercantes, así como en galeras de combate e incluían arqueros, tropas contraincendios, y operarios de máquinas lanzadoras de piedras, así como especialistas en abordajes.
Cuando se enfrentaban con una flota enemiga, las galeras musulmanas utilizaban formaciones del tipo de media luna o compactas, simulaban la retirada y utilizaban las peculiaridades de la costa para ponerse a cubierto. Aunque el poder naval musulmán había ido declinando desde hacía más de un siglo, en un manual naval del siglo XIII aún se podía proclamar que los musulmanes eran superiores a los bizantinos en guerra naval, aunque no hacía comparaciones con las entonces dominantes flotas italianas. Los buques de Saladino eran esencialmente los mismos que los de sus enemigos. La shini era la galera de combate estándar, aunque muchos buques de carga eran también impulsados por remos. Otros, por supuesto, empleaban velas y hoy se sabe que los carpinteros mediterráneos musulmanes construyeron buques de tres mástiles más de un siglo antes de que aparecieran en las flotas cristianas. Ya en el año 955 se construyó un gran barco que medía 95 metros de largo y casi 40 de ancho. Sin embargo, los buques de guerra construidos por secciones en Egipto y transportados a continuación a través del Sinaí, a lomos de camello, hasta el golfo de Acaba en 1170 tenían forzosamente que ser de pequeño tamaño. Otros tipos de buques empleados en el océano Índico podían ser, por el contrario, sorprendentemente grandes. Aquí se utilizaron menos los remos, en parte debido a los fuertes vientos monzónicos, pero sobre todo a causa de que al ser escasas las fuentes de agua, las pequeñas tripulaciones constituían una ventaja. El timón de dirección de popa con goznes, una invención china, fue también conocido por los marinos de la Arabia oriental al menos en el siglo XII.