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Antecedentes
Las tribus eslavas occidentales se dirigieron hacia las zonas dejadas libres por los germanos que habían invadido el Imperio Romano: así originaron los pueblos polacos, checos, eslovacos, moravos, polabos, lusacianos, casubios, sorbios, eslovincios.
Pero el avance eslavo pronto quedó detenido por los germanos. Derrotados y sometidos desde un principio, los recién llegados aceptaron la cultura germánica que sus vencedores quisieron imponerles, y desde entonces buscaron relacionarse con Bizancio.
De ellos, los casubios fueron asimilados por los polacos, mientras que los sorbios se integraron en la sociedad germana; el resto ha conservado su propia identidad cultural hasta nuestros días.
Las sociedades eslavas occidentales estuvieron en contacto con las naciones de Europa Occidental, y se vieron influenciadas principalmente por el Sacro Imperio Romano, con el que compartían una afiliación política.
Los eslavos occidentales experimentaron una profunda división cultural con respecto a los otros dos principales pueblos eslavos: mientras que los eslavos orientales y meridionales se convirtieron a la Iglesia Ortodoxa, entrando en el radio de influencia del Imperio Bizantino, los eslavos occidentales se convirtieron a la Iglesia Católica Romana, viéndose influenciados por la Iglesia Latina y las naciones de Europa Occidental.
Los primeros estados eslavos occidentales fueron la Gran Moravia, principado de Bohemia y el estado Polaco.
La Gran Moravia
Durante la época de Carlomagno, las tribus eslavas de la zona fueron reunidas y guiadas en numerosas guerras que finalmente lograron destruir el «Estado Ávaro». El progreso del gobierno carolingio, en cuanto a centralización del poder y creación de estructuras administrativas, influenció a los eslavos, checos y moravos a constituir dos realidades políticas muy diversas:
- Principado de Moravia: Extendido por la actual Moravia y Eslovaquia Occidental, el principado fue regido por Mojmír I, quien introdujo el cristianismo con las misiones de Passau. El primer antecedente histórico que se posee del principado son datos de los tributos otorgados a la Dieta de Francfort. Su capital era Mikulcice .
- Principado de Nitra: Extendido por la actual Eslovaquia Oriental, estaba regido por el príncipe Probina, el cual, aunque siendo pagano, mandó construir la primera iglesia cristiana en el 828. Su capital era Nitra.
En el 833 Mojmír I sometió el Principado de Nitra, reuniendo por primera vez en una sola unidad política a eslavos, checos y moravos. Probina y su familia lograron escapar a territorio franco, donde se les concede el principado de Balaton o Panonia Inferior.
A la muerte de Mojmír I en el 846 asumió el trono su nieto, Ratislav I. A pesar de que inicialmente fue designado por los soberanos francos, el príncipe logró imponer su política independiente. Para ello debió de disminuir la influencia franca en el territorio, lo cual lo obtuvo de dos maneras. Por un lado, logró la derrota del ejército franco en el 855 y por el otro derrocó el monopolio e influencia del clero francés en la zona, haciendo un llamamiento al emperador bizantino, Miguel III, para que enviara misioneros que evangelizaran la región en lengua eslava. La respuesta del monarca bizantino llegó de inmediato enviando a Cirilo y Metodio en el 863. Estos crearon el primitivo alfabeto eslavo (alfabeto glagolítico) y tradujeron a este idioma las escrituras.
El gobierno de Ratislav I también se encargó de la defensa de su territorio construyendo numerosas fortificaciones.
Finalmente, el príncipe otorgó a su sobrino, Svatopluk I, el título de Príncipe de Nitra, este se alió con los francos consiguiendo derrocar a Ratislav. Este último hizo prisionero a su tío y lo entregó al rey franco oriental. A partir del 874, con la Paz de Forchheim, Sviatolpluk apoyado por Borživoi (su mano derecha) asienta al Ducado y aunque pierde la Baja Panonia, no renuncia a una política de expansión que culmina con la conquista de territorios como los Sudetes, Eslovaquia, Bohemia, Hungría occidental y Silesia.
Realizó un acercamiento al Vaticano que culminó con el cambio del antiguo eslavo como lengua litúrgica al latín, a cambio de ciertos privilegios, concedidos directamente por el Papa, entre otros el reconocimiento de su estado internacionalmente y apoyo logístico ante probables ataques y lógicamente cambió la ortodoxia por el catolicismo.
En el año 880, la Gran Moravia reconoce la autoridad de la Santa Sede y de su vicario, Metodio fue nombrado arzobispo de la misma, pero tras su muerte en el 885, comienza una persecución de sus seguidores, que se vieron obligados a emigrar a otras zonas.
Después de la muerte de Svatopluk I en el 894, el Imperio entró en decadencia al repartirse entre sus hijos Mojmír II y Svatopluk II, los cuales asumieron los títulos de rey de Gran Moravia y príncipe de Nitra, respectivamente. Metidos en luchas internas e invadidos por el reino Franco Oriental, la Gran Moravia perdió la mayoría de sus territorios periféricos.
Finalmente, en el año 906, los húngaros ganaron la batalla de Bratislava sobre el ejército bávaro, destruyendo la Gran Moravia.
Entre los siglos IX-X se diferenciaron bastante los pueblos eslavos entre sí, ya que quedaron divididos en varios estados y adoptaron diferentes ramas del Cristianismo; de esta forma los “futuros pueblos” checos, eslovacos, polacos, croatas y eslovenos aceptaron la fe católica por la relación que tenían con sus pueblos vecinos, principalmente con el potente Sacro Imperio Germánico, la adopción del Cristianismo fue la primera decisión política, cultural y religiosa.
Principado de Bohemia
En el año 906, el ducado de la Gran Moravia había quedado devastado por el ataque de los húngaros. Durante el siglo IX y sobre todo tras la muerte de Sviatopluk, la familia de los Premíslidas (Przemysl), afincada en las cercanías de Praga, logró imponer su hegemonía.
El príncipe Boris Przemysl ya se había enfrentado en varias ocasiones a Sviatopluk y al morir este luchó por obtener el control del fragmentado estado. Apoyándose en un fuerte ejército profesional y en grandes castillos, logró imponer su fuerza ante el particularismo de los demás señores feudales.
La figura más importante de esta dinastía fue Vaclav (Wenceslao) I (925-937), nieto de Boris Przemysl, quien fortaleció la fe católica dentro del Principado de Bohemia, además de luchar para fortalecer la cultura, consiguió que bajo su reinado se viviese la primera época de gran esplendor del Principado de Bohemia.
El príncipe Vaclav I hizo una defensa a ultranza del catolicismo y trabajó para la consolidación de este en el centro de Europa, pensaba que la propagación de esta religión en estos territorios le iba a suponer más poder y más tierras. Fue considerado el primer santo de la Iglesia checa y un héroe para sus habitantes. A pesar de todo, bajo su reinado, Vaclav I se reconoció vasallo del Imperio Germánico, aunque mantuvo dinastía propia.
Todos los acontecimientos que tuvieron lugar bajo el reinado de Vaclav I, se pueden ver recogidos en la “Crónica Checa”, que habla desde el origen del pueblo checo, de la instauración de la dinastía de Premíslidas, etc.
A partir del cambio de milenio, hubo constantes luchas entre bohemios y polacos que culminaron en el año 1054 con la cesión de Silesia a Polonia. Moravia siguió unida a Bohemia. A pesar de estas pérdidas territoriales, Bohemia había conseguido convertirse en un estado fuerte en una zona conflictiva, mantenía buenas relaciones con Oriente y Occidente.
A mediados del siglo XI, sube al trono el príncipe Bržetislav (1061-1092), reconocido por el Emperador Enrique IV, durante su reinado, la nobleza adquiere más poder y aumentan las relaciones entre Bohemia y el Imperio germánico.
El reino fue establecido formalmente en 1212 por medio de la Bula de Oro de Sicilia, promulgada por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II, promoviendo al Ducado de Bohemia al rango de reino, aunque ya algunos de sus ex gobernantes habían gozado del título no hereditario de Rey. Su primer rey fue Otakar I de Bohemia, dando origen a la dinastía Přemyslida. Este documento reconoce a Otakar y sus herederos como reyes de Bohemia. Aunque súbdito del Imperio Romano, el rey de Bohemia iba a ser el principal príncipe electoral del imperio, y proveedor de todos los posteriores emperadores de una guardia personal de 300 caballeros, cuando fueran a Roma para su coronación.
En 1241 Wenceslao repelió una incursión en Bohemia por unos 20.000 mongoles. Después de la victoria de los mongoles en la batalla de Legnica, Wenceslao retrocedió para unirse a los refuerzos de Turingia y Sajonia. La caballería de Bohemia consiguió hacer retroceder al destacamento mongol.
En 1251 el rey Otakar II invadió e incorporó al reino de Bohemia el Archiducado de Austria, en 1261 hizo lo propio con el Ducado de Estiria, en 1266 con Eger, en 1269 con el Ducado de Carintia, la Marca de Carniola y la Marca Víndica, 3 años más tarde conquistaría la Marca del Friuli. No obstante, en 1278 Otakar II perdería todos los territorios conquistados, al ser derrotado por Rodolfo I de Habsburgo en la batalla de Marchfeld. La zona de Eger sería cedida a Bohemia en 1322 por Luis IV de Baviera.
Hacia 1356 el reino de Bohemia se transforma en elector del Sacro Imperio Romano Germánico, formando parte de él hasta su disolución en 1806, en el marco de las guerras napoleónicas. A partir de entonces, pasó a formar parte del Imperio Austríaco. En 1867, a consecuencia del Compromiso austrohúngaro, el reino de Bohemia, pasó a integrar la parte austríaca del imperio Austrohúngaro.
Creación del Estado Polaco
Cuando las tribus eslavas comenzaron a expandirse, hubo algunas de ellas que apenas se mezclaron con otros pueblos y apenas cambiaron su situación geográfica. En esta época se produjeron dos de los asentamientos más importantes de la historia del país: los polanos, que habitaban en lo que actualmente es Wielkopolska (Gran Polonia), y los wislanos o vistulanos, que se establecieron en Malopolska (Pequeña Polonia), estas tribus eslavas que se unieron y crearon en el siglo X el Estado Polaco.
Las primeras fuentes escritas sobre ellos surgieron entre los siglos XII y XIII, en ellas, se dice que el creador del estado polaco fue Liaj, quien impulsó la unión de tribus y tras él, gobernó la dinastía de los Piast (Piastov).
Actualmente, se duda bastante incluso que existiera la figura de Liaj y algunos historiadores sostienen que el verdadero creador del estado polaco fue Piast. De hecho, el águila bicéfala que aparece en la bandera polaca, es el águila de Piastov. Esta dinastía comenzó a hacerse fuerte a finales del siglo X y sobre ella hacen referencia las crónicas que hablan sobre Polonia.
La figura más representativa de este momento es Mieszko o Miecislao I, que gobernó en la segunda mitad del siglo X, que consiguió unir a todas las tribus eslavas que habitaban en la actual zona sur de Polonia. Este monarca supo entender que para consolidar su figura, debía hacerse fuerte no solamente en sus territorios, sino también fuera de ellos, por eso mantuvo muy buenas relaciones con sus estados vecinos, especialmente con el Principado de Bohemia. De hecho, Mieszko I estuvo casado con la hija del Príncipe de Bohemia, Boleslav. Este matrimonio con la princesa Dubrawka significó la adopción del cristianismo en el año 966, Polonia pasa a ser un estado católico, con obispado propio en la ciudad de Poznam.
Posteriormente, Mieszko I se convirtió en “amigo del Emperador” mediante un juramento de fidelidad personal que ni implicaba obligación de vasallaje. Pero para asegurar la independencia puso a su país bajo la protección del Papa, que garantizó la independencia del territorio polaco, a cambio de una gran cantidad de territorios que el papado consiguió en propiedad, además de ganar a Polonia para la causa evangelizadora del este europeo.
Boleslav o Boleslao I Chrobry (el intrépido) (992-1025), consolidó la posición hegemónica del estado polaco con la conquista de Cracovia y sus alrededores y el sometimiento de la región del Vístula (Vislanos). En el año 1000, se funda el arzobispado de Gniezno, acontecimiento de suma importancia, ya que se convierte en provincia eclesiástica autónoma, con los obispados de Wrosław, Cracovia y Kolberg.
El reino de Polonia tuvo épocas de fragmentación, debido a la costumbre de los reyes y nobles de dividir sus posesiones entre todos sus hijos. A pesar de la llegada del cristianismo, aún existían muchas tribus paganas en Polonia. Por eso, el príncipe Konrad de Mazowia invitó a Polonia a los caballeros Teutónicos en 1226 para que le ayudasen a combatirlas, pero con el paso del tiempo los caballeros Teutónicos se hicieron más poderosos y Polonia se vio amenazada.
A partir del reinado de Kazimierz Wielki (1333-70) cuando el país alcanzó su Edad de Oro. Algunos ejemplos de esta plenitud que vivió la Polonia de la época fueron la restauración del castillo Wawel en Cracovia y la apertura, en el año 1364, de la universidad de la misma ciudad.
A partir de Ladislao II Jagellón (1377–34), casado con Eduvigis, hija del rey de Hungría que heredó Polonia, la alianza con Lituania permitió a Polonia llegar a ser uno de los más ricos, prósperos e influyentes Estados de la Edad Media y de los comienzos de la Edad Moderna, expulsando a los teutones en el año 1410, en la batalla de Grunwald. Ampliando sus dominios