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Antecedentes
Hideyoshi planeó la invasión a China para cumplir la misión de Nobunaga, así como para disminuir el riesgo de una posible rebelión interna debido al exceso de guerreros samurái y soldados en el país, por lo que resucitó el viejo sueño de Oda Nobunaga de la conquista japonesa de China. La invasión japonesa de Corea es conocida también como la invasión de Hideyoshi a Corea, invasión Samurái de Corea, o guerra de los Siete Años, o la guerra Imjin.
Como preparativos para la guerra, desde comienzos de 1586 se había comenzado la construcción de 2.000 barcos. Para hacerse una idea de la fuerza militar coreana, Hideyoshi envió una fuerza de ataque de 26 barcos a la costa del sur de Corea en 1587. De este ataque concluyó que la armada coreana era incompetente.
En ese mismo año, durante el reinado del rey Seonjo, Hideyoshi envió al Tachibana Yasuhiro a Corea con el objetivo de restablecer las relaciones diplomáticas rotas desde 1555 debido a un gran ataque pirata japonés. Este era un samurái que despreciaba a los coreanos y no tuvo éxito en recibir la promesa de futuras misiones diplomáticas de parte de Corea.
Corea mantenía una mínima relación comercial con Japón a través del clan So de Tsushima. Hideyoshi tenía un gran desconocimiento sobre los asuntos de Corea y al parecer pensaba que los So tenían una gran influencia y poder en Corea. En 1589, Hideyoshi envió una segunda embajada encabezada por So Yoshitoshi (o Yoshitomo) de Tsushima llegó a Corea y obtuvo garantías para ser recibidos a cambio de los rebeldes coreanos que se habían refugiado en Japón. Hideyoshi pretendía que Corea le rindiese vasallaje y colaborase en el ataque a China, aunque los emisarios, que conocían la relación entre Corea y China mejor que Hideyoshi, suavizaron el mensaje antes de entregarlo, resultando en solamente una petición de paso a través de la península coreana.
En abril de 1590, los embajadores coreanos Hwang Yun-gil y Kim Saung-il, entre otros, salieron rumbo a Kyoto, donde tuvieron que esperar por cerca de dos meses a que Hideyoshi concluyera la campaña de Odawara en contra de los Hojo. A su regreso intercambiaron regalos ceremoniales y le entregaron una carta del rey Seonjo. Hideyoshi había supuesto que los embajadores habían llegado para pagar vasallaje, por lo que no les brindaron el tratamiento oficial requerido en asuntos diplomáticos. Los So se dedicaron a alterar los mensajes, consiguiendo hacer creer a las partes que las intenciones de ambas partes eran un tanto diferentes.
Finalmente, en 1591, los So se vieron obligados a transmitir una amenaza clara a Corea, pero aun así, se las arreglaron para alterarla de nuevo: descaradamente afirmaron que Japón había aceptado rendir vasallaje a China, pero que al negarse esta a escucharlos, debían cruzar Corea con un ejército para acudir a Pekín a rendir personalmente pleitesía y demandar que sus tributos fueron aceptados en la corte Ming; bastaba con que los coreanos le franquearan pacíficamente el paso, ya que no había »malas intenciones». La respuesta negativa convenció por fin a Hideyoshi de que tendría que atravesar Corea por la fuerza.
A comienzos de marzo de 1591, el daimio de Kyushu construyó el castillo Nagoya (actualmente un museo con muchos objetos de la invasión), el cual estaba planeado para ser el centro de movilización de las tropas invasoras. Allí se asentó el cuartel general para la guerra, y empezó la movilización de las tropas. A los daimios más alejados se les reclamó un aporte menor de tropas. Además, no todas las tropas movilizadas tenían por destino Corea, sino que parte se tenían que quedar para proteger las zonas de retaguardia que quedaran más vulnerables por la marcha de tropas a la guerra, por ejemplo la capital, Kioto.
100.000 se distribuyeron a lo largo del país y de los 235.000 concentrados en Nagoya, una parte tenía que quedarse para protegerla: cerca de 75.000 hombres fueron proporcionados por los daimios orientales como Tokugawa Ieyasu, Uesegi Kagekatsu y Date Masamune. Por lo tanto, la mayoría de la fuerza de invasión que eran 158.500 efectivos era proporcionada por los clanes occidentales. Los propios clanes de Kyushu junto a islas asociadas como la de Tsushima, que en su mayoría eran cristianos, contribuyeron con el 52 % de la fuerza expedicionaria, sobre la base de que eran los más cercanos a Corea; no solo eso, sino que constituían la fuerza de vanguardia por lo que el grueso del combate iba a recaer sobre ellos.
Además de los combatientes propiamente dichos que eran un 35 %, los contingentes japoneses se componían de un gran número de personal auxiliar, básicamente wakatos y marineros, que alcanzaban el 65 % eran no combatientes. Así, por ejemplo, de los mencionados 705 hombres del clan Goto, solamente 220 eran samuráis y ashigarus; el resto eran 280 wakatos (porteadores/sirvientes/trabajadores) y 200 hombres que aparecen con la denominación de “barqueros”, 5 entre médicos y sacerdotes, y disponía además de 27 caballos de los cuales solo 11 eran para jinetes samuráis. Otro registro indica, que de los 10.000 efectivos de Shimazu Yoshihiro, 600 eran samuráis y 3.600 ashigarus, de los cuales 1.500 eran arcabuceros, 1.500 arqueros, 300 lanceros, 300 (de los cuales 200 se especifican como nagae-yaris, las largas lanzas similares a las picas europeas) y 300 portadores de bandera. Es decir, solamente el 36 % eran combatientes.
El pequeño contingente de caballería en cada división era de solo el 5 % de la fuerza combatiente, dado que la dificultad del transporte, el terreno montañoso y la escasa amenaza de la caballería coreana, no favoreció su número.
La armada japonesa
La armada de Hideyoshi contaba con varios de estos daimios con tradición marinera, que ejercían de almirantes y contaban con sus propios hombres: Kuki Yoshitaka (1.500 hombres), Todo Takatora (2.000), Wakizaka Yasuharu (1.500), Kato Yoshiaki (1.000), Kuwayama Ichiharu y Kuwayama Masaharu (2.000), Kurushima Michiyuki y Kurushima Michifusa (700), etc. En total, la división puramente naval ascendía a 9.450 hombres. A esto habría que añadir que cada señor con dominios costeros debía proporcionar naves y un determinado número de marineros. El conjunto de la flota nipona podría haber ascendido a cerca de 1.000 naves; pero siendo la mayoría pequeños juncos de transporte, no aptos para el combate.
Hideyoshi contaba, por tanto, con un grupo de hombres con experiencia naval, cuyas tácticas eran el abordaje y captura del navío rival. Los marinos japoneses encontraron en el arcabuz un arma ideal para barrer las cubiertas enemigas como paso previo al abordaje y terminar en la lucha cuerpo a cuerpo.
En el año de 1586 Hideyoshi negoció con un jesuita la compra de dos naves de guerra portuguesas (carracas o galeones), con intención de usarlas en la invasión de China; sin embargo, sus expectativas se vieron frustradas cuando los portugueses se negaron a consumar el trato. Por tanto, la armada japonesa iba a tener que servirse de los modelos desarrollados por los »señores del mar». Bajo la supervisión de Kuki Yoshitaka, se construyeron nuevos buques hasta reunir una armada de varios cientos de naves de guerra. Se trataba de naves impulsadas a remos y que contaban normalmente con una vela, cuyo mástil era plegable, de las cuales había tres modelos principales:
- Kohaya o kobaya. Eran las naves más pequeñas. Se trataba de buques ágiles y rápidos. El típico kohaya contaba con una tripulación de 30 hombres; de ellos 20 remeros y 8 arcabuceros; aunque también los había más grandes con hasta casi 40 remos. Para el combate se confiaba en la acción rápida y coordinada de un gran número de kohayas, ya que carecían en principio de superestructuras defensivas para proteger a la tripulación de los proyectiles enemigos; aunque llegado el caso se podían improvisar defensas contra flechas a base de cortinillas de tela o bambú o bien hacer uso de los típicos escudos rectangulares japoneses.
- Sekibune. Eran naves de tamaño medio que constituían la columna vertebral de las fuerzas navales de Hideyoshi. Largos y estrechos eran relativamente veloces a la vez que aptos para el combate de abordaje. Un típico sekibune tenía en torno a 40 remeros y 30 combatientes (20 arcabuceros), aunque en teoría podían llegar hasta tener 80 remeros. Los sekibunes contaban con una superestructura en forma de caja, que servía de protección a los arcabuceros. También podían llegar a contar con un cañón.
- Atakebune. Naves de gran tamaño que constituían el orgullo de los »señores del mar». Estaban sólidamente construidas y con la tripulación bien protegida tras gruesas planchas de madera con agujeros para el uso de los arcabuces. La gran caja que era la superestructura estaba a veces coronada por una cabina de mando parecida a la torre de un castillo, con la propia nave asemejándose a una fortaleza flotante de varias plantas. Un atakebune normal contaba con al menos 80 remeros y 60 combatientes (al menos la mitad de ellos arcabuceros). Podían llegar a contar con hasta 3 cañones. Su gran tamaño y el peso de toda su superestructura los hacía bastante lentos; aun así, se esperaba de ellos que trataran de usar tácticas de abordaje. Algunos de los atakebunes podían ser bastante grandes, con hasta casi 200 remeros y llegando a las 250 toneladas y teniendo sus estructuras reforzadas con elementos metálicos, además de contar con planchas de madera lacadas. Los atakebunes más grandes eran denominados como O-akatebunes. La presencia de hierro en estas naves ha llevado a especular bastante con que algunos fueran naves “acorazadas”; no parece que este fuera el caso, al menos entre las naves japonesas presentes en Corea. Destacaba un o-akatebune: el Nippon (Nihon) Maru; construido por Kuki Yoshitaka con la intención de que fuera el buque insignia personal para Hideyoshi. Por ello se trataba de una impresionante mezcla de fortaleza y palacio flotante.
Organización de las fuerzas terrestres
Las fuerzas terrestres se organizaron en nueve divisiones, más la fuerza de reserva de 75.000 efectivos estacionados en Nagoya.
- La primera división contaba con 18.700 efectivos, en su mayoría cristianos, pero también había expiratas y loyalistas; estaba mandada Konishi Yukinaga (Dom Agostinho Konishi) un cristiano converso (7.000), y tenía como subordinados So Yoshitoshi (5.000), Matsuura Shigenobu (3.000), Arima Harunobu (2.000), Omura Yoshiaki (1.000) y Goto Sumiharu (700).
- La segunda división contaba con 22.800 efectivos, en su mayoría budistas, estaba mandada por Kato Kiyomasa (10.000) y tenía como subordinados a Nabeshima Naoshige (12.000), Sagara Nagatsune (800).
- La tercera división contaba con 11.000 efectivos, estaba mandada por Kuroda Nagamasa (dom Damiao Kuroda) (5.000) era también cristiano y tenía como subordinado a Otomo Yoshimune (6.000).
- La cuarta división contaba con 17.000 efectivos, estaba mandada por Shimazu Yoshihiro (10.000) y tenía como subordinados a Mori Yoshinari (2.000), Marashi Mototane (2.000), Akizuki Tanenaga (1.000), Ito Yubei (1.000), Shimazu Tadatsune (1.000).
- La quinta división contaba con 25.000 efectivos, estaba mandada por Fukushima Masanori (4.800); tenía como subordinados a Toda Katsutaka (3.900), Chosokabe Motochika (3.000), Ikoma Chikamasa (5.500), Ikushima (700) y Hachisuka Iemasa (7.200).
- La sexta división contaba con 15.700 efectivos; estaba mandada por Kobayakawa Takakage (10.000); y tenía como subordinados a Mori Hidekane (1.500), Tachibana Muneshige (2.500), Takahashi Munemasu (800), Chikushi Hirokado (900).
- La séptima división contaba con 30.000 efectivos y estaba mandada por Mori Terumoto, tenía como subordinados a Kikkawa Hiroie y Mori Motoyasu.
- La octava división contaba con 19.000 efectivos, estaba mandada por Ukita Hideie (10.000), tenía como subordinados a Masuda Nagamori (3.000), Ishida Mitsunari (2.000), Otani Yoshitaka (1.000), Maeno (??) (2.000), Kato Mitsuyasa (3.000), y estaba como reserva en la isla Tsushima.
- La novena división contaba con 11.000 efectivos, estaba mandada por Asano Nagamasa (3.000), tenía como subordinados a Niyabe Tsugimasu (1.000), Nanjo Hoki (?) (1.500), Kinoshita Katsutoshi (1.000), Nakagawa Hidemasa (3.000), Inaba Masanari (1.500), y estaba como reserva en la isla Iki.
- La décima división contaba con 22.000 efectivos, bajo el mando de Hashiba Hidekatsu (8.000), tenía como subordinados a Hashiba Tadaoki (3.500), Hashiba Katsumotoro (5.000), Kimura Shigekore (3.500), Onogi (??) (1.000), Kamei Korenori (1.000), estaba como reserva en la isla de Honshu.
Desembarco japonés en Corea
El 7 de mayo se concentraron las tropas en las islas de Tsushima e Iki, había una gran rivalidad entre Yukinaga comandante cristiano de la primera division y Kiyomasa comandante budista de la segunda. En la mañana del 23 de mayo de 1592, el impulsivo Konishi Yukinaga (dom Agustinho), violando las instrucciones de Hideyoshi, decidió zarpar hacia Corea sin esperar la llegada de las naves de guerra de escolta. Se trataba de un verdadero suicido, ya que los transportes (en su mayoría pesqueros) estaban prácticamente indefensos ante las naves de guerra coreanas. El escenario se preparaba para una masacre, pues los coreanos podían concentrar con facilidad 200 naves de guerra contra la armada invasora.
Los 5.000 soldados de la primera división, partieron de Tsushima, llegando al puerto de la ciudad de Busan (Pusan) por la tarde. Los coreanos presentes en Busan pudieron observar como barcos japoneses se iban acercando al puerto en cada vez mayor número: primero 90 y según iba pasando el día, el número iba aumentando; por la tarde las cuentas ya iban por 150 velas y al día siguiente rondarían los 400. La flota coreana había detectado con anterioridad la flota japonesa, pero Won Gyun, comandante de Gyeongsang, desestimó actuar, ya que consideró la flota como navíos mercantes en una misión. Un informe posterior, en el que se notificaban 100 barcos más, levantó sospechas del mismo modo, pero nuevamente el general no actuó ante la amenaza.
Ante la pasividad de la armada coreana, los japoneses desembarcaron. Los primeros en hacerlo fueron los cerca de 5.000 hombres de So Yoshitoshi (dom Dario). Le siguió su suegro, el propio Konishi Yukinaga, a la cabeza de su contingente personal de 7.000 hombres. A continuación el resto de los contingentes japoneses: los 3.000 de Matsuura Shigenobu, que era el único comandante no cristiano de la división, los 2.000 de Arima Harunobu (dom Protasio), los 1.000 de Omura Yoshiaki (dom Sancho) y los 700 de Goto Sumiharu.
Una vez desembarcada, la primera división se dividió en dos. Yukinaga marchó contra el cercano fuerte de Tadaejin, situado en la desembocadura del río Nakdong y que protegía el puerto; los defensores estaban mandados por Yun Hung-sin, que consiguieron repeler un primer asalto, al parecer realizaron un contraataque, pero fueron arrollados en un segundo asalto.
Mientras tanto, So Yoshitoshi se dirigió contra las murallas de Busan, y pidió nuevamente a los habitantes un pasaje seguro hacia China y, ante la negativa de respuesta, decidió esperar a la mañana siguiente para asediar la ciudad, mientras Konishi Yukinaga atacaba el fuerte de Dadaejin.
Conquista de Busan y Dongnae
El comandante coreano, Jeong Bal, rechazó un segundo ultimátum japones y se aprestó a defender la ciudad. Los atacantes emplearon rocas y fajinas para rellenar los fosos y situaron las escaleras de bambú en las murallas, bajo la cobertura de disparos de arcabuz, que causó estragos entre los defensores. La presión japonesa les obligó a retirarse a una segunda y después una tercera línea defensiva. Sobre las nueve de la mañana del día 25, los coreanos habían utilizado todas sus flechas y perdido a su comandante. La resistencia cesó y el caos se abatió sobre los habitantes de Busan (Pusan).
De los 8.500 defensores, solo se respetó la vida a 200 que fueron tomados prisioneros para interrogarlos, después se ensañaron con la población civil matando a todo ser vivo, sacrificando incluso a perros y gatos, cortando 30.000 cabezas.
Al día siguiente a la toma de Busan, Yukinaga ordenó una rápida marcha hacia la cercana (unos 10 km) fortaleza de Dongnae (Tongnae), que era un sansŏng o fortaleza de montaña, que dominaba el camino a Seúl. Existía la posibilidad de que los coreanos al ver lo sucedido en Busan se avinieran a razones. De nuevo se lanzó un ultimátum: rendirse y dejarse pasar a los japoneses o perecer. El comandante de Dongnae era el prefecto Song Sang-hyeon y su respuesta es famosa entre los coreanos aun hoy en día; más o menos decía: »me resulta fácil morir, pero difícil dejaros pasar».
La guarnición, apoyada por la población civil, luchó con determinación en las murallas y el combate se prolongó entre 4 horas (fuentes japonesas) y 12 horas (fuentes coreanas). De nuevo la arcabucería japonesa se acabó imponiendo a los coreanos despejando las murallas, y permitiendo a los atacantes situar sus escaleras de bambú para el asalto, con Yukinaga al frente.
Sang-hyeon se pasó buena parte de la lucha tocando el gran tambor situado encima del pabellón del castillo, tratando de animar a las tropas defensoras. Resultó capturado pero se negó a inclinarse ante los vencedores, por lo que un colérico samurái lo ejecutó.
Las tropas japonesas, según sus fuentes, sufrieron 500 bajas (100 muertos y 400 heridos). Las coreanas ascendieron a cerca de 5.000 entre soldados y civiles, probablemente muchos de ellos muertos tras la toma de la ciudad.
Actuación de la armada coreana
Y mientras tanto, a no mucha distancia de Busan, en Kijang, se encontraba Pak Hong, comandante de la “Armada Occidental” de la provincia de Gyeongsang. Pak Hong había sido testigo de la llegada de la flota japonesa y posterior desembarco. Según transcurrían los acontecimientos, había pasado de un estado de incredulidad a uno de creciente nerviosismo al contemplar tanta vela enemiga. Tras la caída de Busan, su espíritu se quebró por completo y ordenó hundir su flota de 100 naves, incluidos cerca de 50 navíos de guerra del tipo panokseon, que probablemente por si solos hubieran sido suficientes para sembrar la destrucción en la flota de transporte japonesa. Otra opción hubiera sido la de retirarse a aguas más alejadas y esperar órdenes de Seúl, pero no se sabe que pasó por la mente de Pak Hong para tomar esta decisión. Tras su disparatada iniciativa, abandonó simplemente a sus hombres y se dirigió a toda prisa hacia la corte de Seúl por tierra.
La otra flota que habría podido socorrer Busan era la “Armada Oriental” de la provincia de Gyeongsang, con base en la isla Geoge. En un primer momento, su comandante, Won Gyun, se había hecho la ilusión de que la flota japonesa fuera realidad una flota comercial. Tras tener noticias de la caída de Busan y de Dongnae, así como de la autodestrucción de su armada hermana; Won Gyun optó por replegar su flota hacia una zona más segura al oeste. Sin embargo, resultó que Won Gyun no estaba tan alejado de las ideas “estratégicas” de su colega. En su repliegue, la armada coreana avistó unas velas, al parecer de unos pesqueros, y el almirante entró en pánico y dio la orden de hundir las naves para que no fuesen capturadas. Mientras se preparaba para tomar el camino por tierra hacia Seúl, varios subordinados con algo de sentido común le convencieron de que su huida no sería muy bien vista en la corte. Won Gyun recobró el ánimo, pero para entonces de su flota de cerca 100 naves solamente quedaban 4 naves de guerra todavía a flote.
Tras estos dos disparates, los coreanos habían perdido dos tercios de sus efectivos en el mar.