Edad Moderna Guerra Anglo-española (1585-1660) Ataque anglo-holandés a Cádiz (1596)

Organización de la armada

En abril de 1596, los tercios españoles tomaron a los hugonotes franceses la ciudad de Calais, desde donde se podría fácilmente acometer la invasión de las islas británicas por su cercanía geográfica. Ante la amenaza de una invasión española inminente, Isabel I ordenó atacar la flota española fondeada en Cádiz.

El 13 de junio de 1596, la armada inglesa mandada por Charles Howard de Effinghamz, zarpó de Plymouth. Estaba formada por 150 naves inglesas, de las que 17 pertenecían a la Royal Navy, 40 estaban bien artilladas, el resto eran urcas, pataches y embarcaciones comerciales de menos de 200 toneladas, y 80 lanchas, propias para reconocimientos y desembarco. Estaban divididas en 4 escuadras, mandadas por el propio Effinghamz, Thomas Howard, Walter Raleigh y Francis Vere. Las fuerzas terrestres estaban bajo el mando de Robert Devereux, II conde de Essex con 6.360 soldados de paga, 1.000 voluntarios ingleses y 6.772 marineros.

A estas fuerzas se unieron otras 20 naves (naos, urcas y charrúas) de las Provincias Unidas con 1.000 marineros y 1.000 soldados veteranos, bajo el mando del almirante John de Duyvenvoorde, señor de Warmond. También iban a bordo Anthony Ashley que era secretario del consejo de guerra, Cristóbal y Manuel de Portugal, hijos del prior de Crato, y supuestamente Antonio Pérez el ex-secretario de Felipe II. En total la fuerza eran 170 naves, 10.000 marineros, 15.000 infantes y provisiones para tres meses.

El 1 de junio recalaron en la boca del río Tajo con propósito de reconocer Lisboa y tentar las defensas de la misma. A tal efecto enviaron dos embarcaciones exploradoras, que fueron apresadas y vieron dentro 18 navíos de guerra en disposición de defenderla, poniendo rumbo a Cádiz.

Llegada a Cádiz

La ciudad de Cádiz tenía en aquella época unos 6.000 habitantes y era uno de los principales puertos españoles. El sábado 29 de junio de 1596, llegaron a Cádiz noticias procedentes de Lagos, en el Algarve portugués, en las que se avisaba de la presencia de una flota inglesa. En aquel momento había en la bahía de Cádiz 3 fragatas con caudales de Puerto Rico de Sancho Pardo; 18 galeras de la flota de España mandada interinamente por Juan Portocarrero; 16 naos y 4 galeones de escolta de la flota de Indias mandada por Diego Sotomayor, que estaban prestas a zarpar a las Indias se encontraban desprovistas de armamento.

Como primera medida, Sancho Pardo entregó las fragatas con el tesoro al adelantado de Castilla, Juan Portocarrero se dirigió con las naos a Puerto Real para refugiarse.

No habiendo un superior jerárquico, decidieron defender la entrada de la bahía con una línea que cerrase el canal; apoyada en el fuerte San Felipe, los 4 galeones San Felipe, Santo Tomás, San Andrés y San Mateo, intercalados con las naos mejor artilladas; detrás las naos menos artilladas en segunda línea, a vanguardia se situaron las galeras entre los bajos de las Puercas y Diamante.

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Planeamiento de la captura de Cádiz en 1596. Thomas Howard y Walter Relaigh discutiendo los detalles. Autor Angus McBride.

El domingo 30 de junio de 1596, la flota anglo-holandesa llegó a la bahía, pero no pudo entrar por causa del mal tiempo. A las cinco de la mañana ambos contendientes comenzaron un intenso fuego de artillería; al cabo de dos horas la flota española, superada en número por la inglesa, mandó retirar las naos hacia el interior de la bahía, quedando solo los galeones. En el enfrentamiento los galeones españoles San Andrés y San Mateo fueron capturados, mientras el San Felipe y el Santo Tomás encallaron, siendo incendiados por sus capitanes ante la posibilidad de ser capturados por los ingleses. Estos penetraron en la bahía a las ocho de la mañana.

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Batalla de la bahía de Cádiz 1596. Lucha entre los galeones españolas y varias galeras españolas contra la flota anglo-holandesa. Autor Aert Anthonisz

A mediodía llegaron a Cádiz refuerzos enviados por el duque de Medina Sidonia Alonso Pérez de Guzmán desde Vejer, Jerez, Arcos, Medina-Sidonia, Puerto Real y Chiclana, en su mayor parte soldados bisoños mal armados, juntando 5.000 hombres que se desplegaron desde Santa Catalina a San Felipe.

A las dos de la tarde el conde de Essex desembarcó 600 hombres de la primera oleada en el Puntal, en frente se encontraron 600 infantes y 300 jinetes llegados de Jerez bajo el mando del corregidor Antonio Girón, que se dieron a la fuga hacia Cádiz. Pronto desembarcaron 2.000 más y a las cinco de la tarde la vanguardia de los atacantes tomó el control de la ciudad con escasa resistencia, mientras otra parte de su ejército avanzaba hacia el puente Zuazo, en San Fernando, que defendido por fuerzas españolas, no llegaron a cruzar; en la escaramuza habida frente a la ciudad hubo aproximadamente 25 bajas de cada bando. El fuerte de San Felipe se rendiría al día siguiente.

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Ataque de la flota anglo-holandesa a Cádiz en 1596. Plano de Jan Jansz Orlers de 1625

Mientras otra parte de su ejército se encaminaba hacia el puente Zuazo y el castillo de San Romualdo en la isla de León, que estaba defendido por fuerzas españolas más organizadas y fuertes por lo que desistieron el intento de conquista retornando a Cádiz.

La falta de organización y coordinación entre las autoridades españolas, motivaron la escasa resistencia opuesta a las fuerzas atacantes; la dirección de la defensa se sucedió improvisadamente entre el capitán Pedro de Guía y el corregidor Antonio Girón en Cádiz, y el duque de Medina Sidonia en Jerez.

Saqueo de Cádiz (2 al 16 de julio de 1596)

Ya en posesión de la ciudad, las tropas inglesas se dedicaron al saqueo. Templos, casas y personas fueron objeto del pillaje, aunque se respetó la integridad de los gaditanos; “Que hicieron muy buen tratamiento a la gente y en particular a las mujeres, sin que se hiciera ofensa alguna” (Lope de Valenzuela).

Las tropas anglo-holandesas se dedicaron al saqueo de la ciudad, y así templos, especialmente Santiago y San Francisco al igual que su convento, fueron objetivo prioritario, también sufrieron el vandalismo las casas, los almacenes del puerto siempre a rebosar de la mercancía americana llegada en la flota de Indias.

Ante la posibilidad de que las fuerzas inglesas capturasen la flota española refugiada en Puerto Real, Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, el duque de Medina Sidonia, ordenó su destrucción. Se incendiaron 32 naves, incluyendo las galeras de la armada y las naos de la flota de Indias.

Al día siguiente, 3 de julio de 1596, las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad pactaron con las tropas inglesas la salida de los habitantes de Cádiz, a cambio de un rescate de 120.000 ducados y la liberación de 51 prisioneros ingleses capturados en pasadas campañas; los gaditanos salieron de la ciudad hacia el puente Zuazo sin poder llevar más que lo puesto; en garantía por el pago del rescate pactado, varios ciudadanos principales de la ciudad, entre los que se encontraban el presidente de la Casa de Contratación, el corregidor, los regidores y religiosos, quedaron como rehenes.

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Saqueo anglo-holandés de la ciudad de Cádiz en 1596. Fusilamiento del cuadro de la Virgen del Pueblo

El conde de Essex, Francis Vere y los mandos holandeses se mostraron partidarios de mantener la ciudad en poder anglo-holandés, aprovisionándola y guarnicionándola para su utilización como base de operaciones. El mismo Essex se ofreció para quedarse con 500 soldados; el parecer contrario del almirante Howard y del resto de los oficiales ingleses, que consideraban la empresa azarosa y contraria a las órdenes de la reina inglesa, frustró los planes de ocupación permanente de la ciudad. El 14 de julio los ingleses incendiaron Cádiz, y al día siguiente salieron de la bahía llevando consigo a los 70 rehenes, al no haber podido satisfacer las autoridades españolas el pago por su rescate.

Regreso

Las galeras siguieron a distancia la retaguardia capturando un navío de 120 toneladas por el orden y cuidado con que navegaban. En cambio, Pedro de Zabiaur batió a 6 buques que habían partido de Inglaterra con municiones para la armada apresando a 4 y echando a pique otras dos.

Desembarcaron e incendiaron el pueblo de Faro (Portugal). A la altura de Lisboa recibieron noticias de la próxima llegada de la flota de Indias a las islas Azores; el conde de Essex propuso acometer la tarea de capturarla, pero el almirante Howard se opuso, alegando ser contrario a sus órdenes, con lo cual la flota siguió su camino hacia Plymouth.

Se aproximaron a la Coruña para dejar uno de los rehenes que se había puesto enfermo, al ser avistados, los coruñeses se apresuraron a defender la ciudad, pero los ingleses continuaron a Plymouth adonde llegaron pocos días después.

Luis Fajardo, con 36 urcas armadas que había en Sevilla, se dirigió a las Azores para asegurar la flota de Indias.

Secuelas

La ciudad de Cádiz quedó devastada y sumida en la miseria: además de las iglesias y hospitales se quemaron 290 casas de un total de 1.303. Tras la partida de los ingleses, las autoridades españolas consideraron la posibilidad de fortificarla o desmantelarla, finalmente decidieron fortificarla, iniciando la construcción de las fortificaciones en 1598,entre ellos el castillo de Santa Catalina. Felipe II concedió a la ciudad un plazo de diez años de exención en el pago de los impuestos.

Las pérdidas económicas producidas por la expedición del conde de Essex contra la ciudad y la flota amarrada en el puerto, estimadas en 5 millones de ducados, contribuyeron a la quiebra de la Real Hacienda española ese mismo año. Sin embargo, la capacidad de recuperación de la armada española quedó patente en la organización de una flota en octubre de 1596 para atacar Irlanda y en septiembre de 1597 para atacar Inglaterra.

Los rehenes no serían liberados hasta julio de 1603, tras la muerte de Isabel I y su sucesión por Jacobo I. Al año siguiente, España e Inglaterra acordarían el final de la guerra mediante la firma del tratado de Londres. El relato de las penurias que sufrieron los rehenes en las mazmorras de la Torre de Londres, la cuentan ellos mismos un par de años más tarde en una dramática carta que enviaron al cabildo de la ciudad de Cádiz a comienzos de 1598, solicitando ayuda para su liberación y representado el abandono en que habían caído. Esta carta la firmaron solamente 21 de los cerca de 70 rehenes originales.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-03-12. Última modificacion 2022-07-31.
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