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Antecedentes
Tras el desastre de la Contraarmada Francis Drake calló en desgracia, y la reina Isabel I encargó las expediciones piratas a otros capitanes como Martin Frobisher y John Hawkins. Los ingleses pretendían debilitar a la corona de España con el apresamiento de los galeones españoles y evitar el resurgimiento naval que se estaba produciendo y al mismo tiempo llenar sus arcas, muy menguadas por la guerra contra los españoles.
Un sistema sofisticado de escolta y de inteligencia frustraron la mayoría de los ataques corsarios a la Flota de Indias a partir de la década de 1590, en que las expediciones bucaneras a principios de la década fueron derrotadas.
Batalla de la isla Flores (1591)
El 9 de septiembre de 1591, una flota pirata de 22 navíos bajo el mando de Thomas Howard, conde de Suffolk, y Walter Raleigh estaban al acecho de un convoy de 55 galeones españoles procedentes de las Indias al mando de Álvaro de Bazán y que se dirigían a España. Venían como siempre sobrecargados y pretendían hacer una parada técnica en las Azores para abastecerse agua, fruta, agua y viandas de primera necesidad antes de poner rumbo a la península. Hasta ese momento, el viaje transcurrió sin contratiempos.
Cuando llegaban a las inmediaciones de las islas Azores, fueron informados de la localización de los buques ingleses, entre las islas de las Flores y la de Corvo. Casi al mismo tiempo, Howard tuvo las primeras noticias de la presencia de la flota española en la zona.
Alonso de Bazán, se aprestó a la batalla dividiendo sus fuerzas para coger a los ingleses en dos frentes, Bazán con la mayoría de las fuerzas envolvería por el oeste de la isla de las Flores y Aramburu con otro grupo más pequeño por el este; sin embargo, un suceso imprevisible dio al traste con las esperanzas del almirante español. El galeón de Sancho Pardo comunicó que había perdido el bauprés (palo horizontal en la proa), y que no podía forzar la vela para conseguir la máxima velocidad; por lo que se convino en reducir la velocidad del resto de la escuadra y así llegar todas al mismo tiempo y no dejar un rezagado que podría ser presa fácil de enemigo.
Walter Raleigh, habituado a moverse en relaciones de superioridad sobre sus presas como corsario que era, se dio de bruces con el grupo de Aramburu, y a las primeras andanadas, se dio a la fuga a todo el trapo en dirección nordeste.
En un primer momento, los barcos de Aramburu persiguieron a los ingleses, e incluso el San Cristóbal llegó a cañonear y disparar varias descargas de artillería al Defence mientras este maniobraba para evitar el abordaje. Maniobra que le dio resultado, ya que con la llegada de la noche, la persecución se hubo de abortar y los ingleses pudieron huir.
Frente a las costas de Corvo, el Revenge se encontraba cercado por los buques españoles y la huida era imposible, su capitán Richard Grenville prefirió luchar hasta el final en vez de rendirse. Cerca de allí, el Golden Noble y el Foresight, que también habían desobedecido las órdenes de huir se aprestaron a la lucha para rescatarlo. Tras una hora de combate el Golden Noble se retiró de la lucha y poco después lo hizo el Foresight con graves pérdidas, por lo que solo el Revenge quedaba enfrentando a la flota española, ya que la huida era imposible.
Alonso de Bazán consciente de que el grueso de la flota enemiga se había escapado, y de la importancia propagandística que podría tener el hundimiento o la captura del antiguo buque de Drake; concentró la mayor parte de su escuadra contra el Revenge, que ya trataba de huir, pero nueve o diez soldados españoles del galeón San Felipe saltaron al buque inglés, pero el buque solo estaba aferrado con un cabo, que se rompió y volvió a escapar. Al comprobar que era inútil la persecución de la flota enemiga, ya que la noche era especialmente oscura, el de Bazán volvió con el grueso de la escuadra a enfrentar a la nave almiranta de los ingleses. Sobre el Revenge, los 10 soldados del San Felipe peleaban en evidente inferioridad, pero tres consiguieron aguantar hasta que el nuevo abordaje por parte del San Bernabé les facilitó un camino de huida.
El Revenge por debajo de su castillo de popa, poniendo a bordo del barco inglés una segunda oleada de abordaje que capturó sus colores. Los soldados españoles avanzaron tan lejos como el mástil principal antes de verse obligados a retirarse debido al intenso fuego de mosquetes hecho desde el castillo de popa. La proa del San Cristóbal había sido destrozada por la embestida y tuvo que pedir refuerzos. La Asunción de Antonio Manrique y la Serena de Luis Coutinho atacaron entonces al mismo tiempo, aumentando a cinco el número de barcos que atacaban al buque inglés. Grenville los detuvo con fuego de cañón y mosquete hasta que, siendo él mismo gravemente herido y el Revenge severamente dañado, completamente desarmado y con 150 hombres muertos o incapaces de luchar, se rindió.
Los españoles trataron a los sobrevivientes honorablemente. Grenville, que había sido llevado a bordo del buque insignia de Bazán, murió dos días después. La Flota del Tesoro español se reunió con Bazán poco después, y la flota combinada navegó a España. Fueron alcanzados por una tormenta de una semana durante la cual perdieron al Revenge junto con 15 buques de guerra y mercantes españoles. El Revenge se hundió con su tripulación mixta de 70 prisioneros españoles e ingleses cerca de la isla de Terceira.
Los barcos ingleses que huyeron de las Azores llegaron en muy mal estado a Inglaterra, con grandes pérdidas humanas y materiales, aunque consiguieron llegar todos a Plymouth.
La batalla, sin embargo, marcó el resurgimiento del poder naval español y demostró que las posibilidades inglesas de atrapar y derrotar a una flota de tesoros bien defendida eran remotas.
Expedición de Drake y Hawkins en América (1595-96)
Drake y Hawkins convencieron a Isabel I de Inglaterra, para establecer una base inglesa permanente en Panamá desde la que se pondría en peligro el dominio español de América. El mando fue compartido con el reputado marino John Hawkins. Además, el mando de las tropas de desembarco se otorgaría al general Thomas Baskerville.
Se organizó una flota cuyo núcleo estaba formado por 6 galeones reales, el Garland, el Defiance, el Bonaventure, el Hope, el Foresight y el Adventure, 22 pinazas, varias embarcaciones de diversos tamaños y un gran número de barcazas, con 1.500 marineros y 3.000 soldados. era la mayor flota enviada contra las posesiones españolas de ultramar hasta ese momento.
Ataque a las islas Canarias (4-6 de octubre de 1595)
El 7 de septiembre de 1595 la escuadra inglesa partía de Plymouth. Al poco de partir, la flota inglesa comenzó a sufrir la carestía de víveres y agua potable. Ante la imposibilidad de llegar a América en esas condiciones, los ingleses decidieron atacar poniendo rumbo a las islas Canarias llegando a Las Palmas el 4 de octubre.
El gobernador de la isla Alonso de Alvarado enterado de la presencia inglesa, apenas pudo reunir a 1.500 hombres para la defensa, la mayor parte de ellos civiles sin experiencia. En la playa se situaron 6 pequeñas piezas de artillería, y el castillo de Nuestra Señora de la Luz y el torreón de Santa Ana se aprestaron a la batalla.
15 buques ingleses comenzaron a batir el castillo de Nuestra Señora de la Luz, concentrándose los restantes en el de Santa Ana, mientras que 47 barcazas con medio millar de soldados a bordo se dirigieron hacia la playa, donde fueron recibidos con un nutrido fuego de cañón y mosquetería. Tras hora y media de combates, los ingleses se retiraron habiendo perdido unos 40 hombres y 4 barcazas, y habiendo sufrido los buques que atacaron fuertes daños de diversa consideración. Por su parte los españoles apenas sufrieron algunas bajas. Tras esto, Baskerville aseguró que si no se podía tomar la isla en 4 horas, lo haría con toda seguridad en 4 días, a lo que Drake y principalmente Hawkins se negaron.
La flota inglesa acuciada por los problemas de aprovisionamiento, continuaron navegando pegados a la costa en busca de una zona propicia para abastecerse. Por su parte, las autoridades españolas enviaron a varias patrullas a caballo para seguir los movimientos de la flota enemiga. Al llegar a la despoblada bahía de Arguineguín, los ingleses enviaron un bote a la costa para conseguir agua potable, pero la dotación del bote fue sorprendida en la playa por una patrulla española que la atacó, matando a 8 y tomando 2 prisioneros. Los prisioneros fueron inmediatamente interrogados, descubriéndose el plan inglés, lo que resultaría decisivo, pues el gobernador Alvarado envió inmediatamente aviso a las Indias y a España. El resto de la flota prosiguió hasta llegar a la isla de La Gomera, donde se acercó a una zona despoblada para abastecerse de agua y leña, hecho lo cual, puso rumbo a América el 6 de octubre.
En España se envió a Téllez de Guzmán que preparó su flotilla de 9 fragatas en un tiempo récord y puso rumbo a América, llegando a la vez que Hawkins y Drake a la altura de la isla Guadalupe.
Ataque a San Juan de Puerto Rico (22-25 de noviembre de 1595)
Tras una travesía sin contratiempos, la escuadra inglesa llegó al mar Caribe en noviembre. Allí Drake fue informado de que un galeón español, el Nuestra Señora de Begoña, que había partido a principios de marzo de La Habana con las flotas de Tierra Firme y de Nueva España, se había visto obligado a separarse de su convoy tras un fuerte temporal en el que había sufrido graves daños su arboladura. El barco, comandado por Sancho Pardo Osorio había conseguido arribar a duras penas a San Juan, transportando un gran tesoro valorado en 3 millones de pesos de plata. Sin demora Drake ordenó poner rumbo a Puerto Rico.
Cuando los ingleses se encontraban a la altura de la isla Guadalupe, se encontraron con Tellez de Guzmán. El capitán español ordenó sin pérdida de tiempo arremeter contra el grupo de 9 buques ingleses que tenían frente a ellos, trabándose un rápido combate en el que resultaron muertos 45 ingleses y 24 fueron hechos prisioneros, capturándose el buque Francis. Tras el interrogatorio del capitán enemigo, Téllez supo de los planes ingleses, y siendo consciente del peligro que corrían San Juan y el Nuestra Señora de Begoña partió inmediatamente hacia Puerto Rico, tomando la delantera al grueso de la escuadra de Drake y arribando a la isla el 13 de noviembre. La escasa guarnición de la ciudad, compuesta por unos 400 hombres, se vio reforzada por los 300 hombres de la dotación del Nuestra Señora de Begoña y por 500 más de la flotilla de Téllez de Guzmán. Tras celebrarse una reunión entre el gobernador, el coronel Pedro Juárez, y los oficiales españoles para preparar la defensa; se hundieron varios buques viejos en la bocana del puerto, incluido el galeón averiado, para dificultar la entrada de los ingleses; se organizaron diversas posiciones artilleras en lugares estratégicos; y se dispusieron las 5 fragatas de modo que cubrían con su artillería la entrada a la bahía, a la espera de la llegada de los ingleses.
Por fin, el 22 de noviembre apareció la flota inglesa. Drake, viendo la disposición de las fuerzas españolas decidió no entrar en el puerto de San Juan por el momento, y ordenó a sus buques echar las anclas para disponerse a pasar la noche frente a la bahía. Desgraciadamente para ellos, no se percataron de que fondeaban al alcance de un grupo de baterías que se habían adelantado desde el fuerte de San Felipe del Morro. Los españoles aguardaron a que los buques ingleses quedasen inmovilizados, y cuando Drake se disponía a cenar junto a sus oficiales, los artilleros españoles abrieron fuego contra la escuadra inglesa. Una bala penetró en la estancia del almirante Hawkins, muriendo en el acto los capitanes Clifford y Brown, aunque Drake salió ileso. Lope de Vega lo cuenta:
Cenando estaba un anglo caballero
que de teniente al general servía,
vió la luz desde el puerto un artillero,
y a la mesa inclinó la puntería:
la vela, el blanco, el Norte y el lucero
de aquella noche a su postrero día
la bala ardiente acierta de tal suerte,
que quince y él cenaron con la muerte.
La mesa, los manjares, los criados,
el dueño y todo junto fue al infierno…
Rápidamente los ingleses, bajo el fuego de los cañones españoles, levaron anclas y se alejaron a una distancia prudencial, habiendo perdido a varios hombres. Drake decidió fijar el ataque definitivo para la noche del día 23.
El plan inglés consistía en, amparándose en la oscuridad, enviar a varios cientos de hombres en barcazas, quienes se acercarían sigilosamente a las fragatas de Téllez de Guzmán y las quemarían utilizando bombas incendiarias. Al mismo tiempo los barcos ingleses se adentrarían en el puerto y atacarían los fuertes, mientras los hombres enviados previamente desembarcarían en la ciudad y la tomarían.
Así pues, de madrugada, se enviaron un mínimo de 30 barcazas con 50 hombres cada una, varias de las cuales se acercaron en total silencio a las fragatas españolas. Al llegar a ellas, los ingleses hicieron uso de sus artefactos incendiarios, prendiendo fuego a 3 de los buques antes de que los españoles pudiesen percatarse de lo que sucedía. Las tripulaciones de dos de las fragatas consiguieron extinguir las llamas, pero la Magdalena se incendió irremediablemente pereciendo abrasados cuarenta de sus tripulantes y salvándose el resto lanzándose al agua. Pero lo que había empezado con un aparente éxito de los ingleses, pronto evidenció el garrafal error táctico que había cometido Drake.
De la Magdalena brotaron unas inmensas llamas que iluminaron la zona. Los ingleses, conforme al plan, aprovecharon esos momentos para avanzar con todo hasta la playa, pero fueron descubiertos. Los artilleros de las cuatro fragatas restantes pudieron apuntar cuidadosamente antes de abrir fuego. Con unas pocas salvas la flota de barcazas enemiga quedó destrozada, mientras las dotaciones acribillaban incesantemente con sus mosquetes a los náufragos. Los ingleses perdieron unos 400 hombres y el ataque quedó desbaratado.
Todas las poblaciones principales de la costa de la América Española fueron informadas de la presencia de los ingleses.
Tras esta nueva derrota, Drake, resistiéndose a darse por vencido intentó nuevos desembarcos pero las fuerzas inglesas ya fueron rechazadas sin grandes dificultades. Finalmente, el corsario inglés ordenó la retirada y el 25 de noviembre partió de Puerto Rico. Por su parte, Téllez de Guzmán, tras una prudencial espera para asegurarse de que los ingleses no volvían, embarcó el tesoro y levó anclas el 20 de diciembre llegando a España sin incidentes dignos de mención y dando parte a las autoridades españolas de la situación en el Caribe, tras poner a salvo el tesoro. Tras llegar a España los avisos enviados desde las islas Canarias y América, se organizó una flota al mando de don Bernardino de Avellaneda y don Juan Gutiérrez de Garibay, compuesta por 8 galeones y 15 embarcaciones con un total de 3.000 hombres a bordo. La escuadra zarpó de Lisboa el 2 de enero de 1596 con la misión de localizar lo antes posible a los ingleses y expulsarlos de los dominios españoles.
Ataque a Panamá (6-15 de enero de 1596). Muerte de Francis Drake
Los ingleses pusieron rumbo a Panamá con el objetivo de establecer una colonia permanente desde la que amenazar las posesiones españolas en América. Desesperados por la falta de víveres, desembarcaban en cada población española que veían, pero la noticia de su presencia ya se había difundido por todo el Caribe; por lo que los colonos españoles habían abandonado las villas indefensas, llevándose con ellos todas las provisiones, y formando partidas guerrilleras en el interior de las inhóspitas selvas centroamericanas. Drake, impotente, ordenaba quemar todos los asentamientos abandonados con los que se iba encontrando, obteniendo como único resultado nuevas bajas debidas a la acción de las guerrillas. Además de tener que sufrir las carencias logísticas, la aparición de brotes epidémicos empezó a hacer mella entre las tropas inglesas.
Continuaron navegando hasta Cartagena de Indias, pero el gobernador de la ciudad, Pedro de Acuña, había recibido aviso de la presencia inglesa y había preparado cuidadosamente las defensas ante el inminente ataque de Drake. El almirante inglés, tras reconocer la disposición defensiva de la ciudad, renunció al ataque y continuó navegando hacia Panamá.
El 6 de enero de 1596 los ingleses llegaron a Nombre de Dios, pero el asentamiento había sido también abandonado por sus pobladores. El capitán general de la región, Alonso de Sotomayor había supuesto que Drake trataría de atacar remontando el río Chagres, pues sabía que los ingleses contaban con un gran número de barcazas. Sotomayor destinó la mayor parte de sus escasas fuerzas en construir un pequeño fortín de madera, llamado San Pablo, situado en la loma de Capirilla, a mitad de camino entre Nombre de Dios y la Ciudad de Panamá, destinándole 70 hombres bajo mando del capitán Juan Enríquez. Como había supuesto el capitán general español, Drake ordenó el desembarco de unos 1.000 hombres al mando de Baskerville que avanzaron por tierra, tras lo que se dispuso a remontar con una flota de barcazas el río Chagres. La intención era formar una tenaza y tomar Panamá. Así pues, tras dos días de marcha, las tropas de Baskerville llegaron al fuerte de San Pablo, defendido por los 70 hombres del capitán Enríquez. Los españoles habían detectado el avance de los ingleses horas antes de que llegaran cerca de la loma.
Francis Drake dirigiendo el ataque al emplazamiento español de Puerto Rico en 1595.
Al amanecer del día 8 de enero los ingleses se lanzaron al asalto del fuerte español, pero los hombres de Enríquez, bien parapetados y manteniendo una estricta disciplina de fuego, el primer combate duró dos horas, siendo rechazados, realizaron un segundo ataque siendo también rechazados. A mediodía llegó el capitán Hernando de Liermo Agüero llegó con un minúsculo refuerzo de 50 hombres. Agüero, tras estudiar la situación y comprobar la abrumadora superioridad enemiga; ordenó el avance a través de la maleza haciendo el mayor ruido posible, y tocando los tambores y pífanos de modo que diese la impresión de que el refuerzo español era mucho más numeroso de lo que en realidad era. Los ingleses oyeron los sonidos y Baskerville ordenó la retirada inmediata.
Durante los tres días que llevó a Baskerville regresar a sus buques, los ingleses fueron sufriendo un goteo interminable de bajas debidas a los ataques de las guerrillas españolas, las enfermedades, e incluso los ataques de indios hostiles. Al llegar de nuevo a Nombre de Dios, las tropas inglesas habían sufrido 400 bajas entre muertos, heridos, desaparecidos y enfermos graves. Tras tener noticia Drake del descalabro de Baskerville y regresar al lugar donde la flota inglesa estaba anclada, comprobando la magnitud de la nueva derrota ordenó zarpar, tras incendiar Nombre de Dios, el 15 de enero, enfermo y desmoralizado.
Poco después, mientras trataban de recoger agua potable, una partida formada por vecinos de la pequeña villa de Santiago del Príncipe sorprendió a los ingleses, matando a 37 de ellos. Tras nuevos intentos de aprovisionarse y nuevas bajas debidas a las guerrillas españolas y a las enfermedades, el legendario corsario y pirata inglés, fallecía el 28 de enero de 1596, víctima de la disentería, contraída por el consumo del agua en mal estado que los ingleses se vieron forzados a beber. El cadáver de Drake, fue arrojado al mar en un ataúd lastrado, en las proximidades de la costa panameña. El mando de la escuadra inglesa recayó entonces en Thomas Baskerville.
El general inglés era plenamente consciente de que la misión había fracasado. Además de los dos almirantes, Drake y Hawkins, habían perdido la vida 15 comandantes y capitanes y otros 22 oficiales. Los buques estaban escasos de dotaciones, y las enfermedades tropicales diezmaban día a día a los poco aclimatados expedicionarios ingleses. Por ello, Baskerville decidió poner rumbo a la isla de Pinos en Antillas Mayores para acometer reparaciones y prepararse para el regreso a Inglaterra.
Batalla de la Isla de Pinos (11 de marzo de 1596)
Tras arribar a la isla de Pinos los ingleses se dedicaron a reparar sus buques, limpiar sus fondos y proveerse de víveres y agua para su regreso a Inglaterra. Por su parte, la flota española al mando de Bernardino González de Avellaneda y Juan Gutiérrez de Garibay, que había partido de Lisboa el 2 de enero tras el informe de Pedro Téllez de Guzmán, tuvo que hacer frente a un feroz temporal en el océano Atlántico quedando los buques dañados y dispersos. Los españoles se reunieron en las proximidades de Puerto Rico a lo largo de febrero de 1596, pero dado el mal estado de los barcos decidieron poner rumbo a Cartagena de Indias (Colombia) para acometer reparaciones.
El 2 de marzo, mientras los españoles se encontraban en Cartagena, recibieron noticias de la presencia de la flota inglesa en la isla de Pinos, próxima a Cuba; por lo que el almirante Garibay decidió partir inmediatamente al mando de 3 buques en busca de la flota enemiga, pese a no haber tenido tiempo de limpiar la quilla de los barcos. Así, el día 11 de marzo, Garibay sorprendía a la flota inglesa anclada frente a la costa de Pinos y con varios botes aún en tierra que ultimaban la recogida de víveres antes de regresar a Inglaterra. Inmediatamente y a pesar de contar con tan solo 3 galeones, pero contando con la ventaja del factor sorpresa, Garibay ordenó acometer a los 18 buques ingleses, trabándose un combate en el que fue apresado un galeón inglés con 300 hombres a bordo, y una pinaza con 25. Además, las dotaciones de los botes que se encontraban en tierra fueron también hechas prisioneras. Por su parte los españoles vieron como uno de sus galeones se incendiaba sufriendo 80 bajas entre muertos y heridos.
El resto de la flota inglesa, cortó las amarras de las anclas y se dio a la fuga. Poco después llegaba el almirante Avellaneda que se lanzó a la persecución de la flota inglesa, perdiéndola a la altura del canal de Bahamas, donde los ingleses decidieron jugarse el todo por el todo arrojando su artillería por la borda y mojando las velas para ganar velocidad.
Finalmente, tras una penosa travesía en la que los brotes epidémicos diezmaron a las tropas inglesas, solo 8 de los 28 buques que habían partido en 1595 de Plymouth consiguieron regresar a Inglaterra. Al poco tiempo, llegaba al puerto español de Sanlúcar de Barrameda la flota de Indias, llevando un cargamento de veinte millones de pesos.