Edad Moderna Guerra de Flandes o de los 80 Años (1568-1648) El Camino Español

Antecedentes

El camino español o camino de los españoles, también camino de los tercios españoles o corredor sardo, fue una ruta terrestre creada en el reinado de Felipe II para conseguir llevar dinero y tropas españolas a la guerra Flandes.

Al principio la forma más rápida de transporte era por mar y, en consecuencia, la ruta lógica era partir desde los puertos del norte de España, atravesar el canal de la Mancha, y llegar a los puertos flamencos del sur. Durante las décadas de 1540-50, los barcos españoles procedentes de las costas cantábricas habían recorrido esos mares con seguridad, pero el inicio de las hostilidades con Inglaterra en 1558 supondría un gran revés. Los piratas ingleses; los mendigos del mar holandeses, que incluso se atrevieron a realizar incursiones en el golfo de Vizcaya con una flota de 70 barcos; los hugonotes franceses desde el puerto de la Rochelle; e incluso la Royal Navy, hicieron prohibitivo uso del canal de la Mancha a los navíos españoles.

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Guerra de Flandes o de los 80 Años. Principales corredores españoles a Flandes

Esta situación obligó a estudiar alternativas, que se materializaron en el llamado Camino Español, ideado en 1563 por el cardenal Granvela cuando Felipe II pensaba visitar los Países Bajos. La ventaja que ofrecía esta opción era que se extendía casi enteramente por territorios propios o aliados de la monarquía Hispánica. El cardenal Granvela no estaba inventando nada nuevo cuando planificaba esta ruta, sino que los tercios se sirvieron a menudo de vías de comunicación preexistentes utilizadas por mercaderes. Los comerciantes que se trasladaban con sus mercancías desde Francia a Italia utilizaban normalmente el paso Cenis y el Maurienne en invierno y el Pequeño San Bernardo y el Tarantaise en verano. Las dos rutas se prestaban para el paso de acémilas y contaban con numerosos lugares perfectamente equipados donde descansar.

La ruta fue utilizada por primera vez en 1567 por el duque de Alba en su viaje para convertirse en el nuevo gobernador de los Países Bajos. Para preparar la primera ruta, el duque de Alba contó con un equipo de unos 300 zapadores con la tarea de ir abriendo ensanches en el empinado valle que sube desde Novalesa por Ferreira hasta el paso de Cenis, que habrían de recorrer las tropas; construyendo y desmontando puentes improvisados a su paso. Incluso se hizo con un pintor que acompañó a la expedición para dibujar mapas y vistas panorámicas de la ruta de los ejércitos. Además, se contrató guías de cada región. El guía del duque de Alba fue Fernando de Lannoy, quien realizó un mapa tan preciso del Franco-Condado que el duque bloqueó su publicación durante diez años para mantener en secreto las rutas establecidas.

Las instrucciones que Alejandro Farnesio dio en 1587 al capitán Leonardo Rótulo Carrillo para preparar los suministros de una expedición que partiría aquel mismo año dan fe del funcionamiento de las etapas y del sistema del asiento, que trasladaba a comerciantes privados la tarea de encontrar y acopiar los alimentos:

Concertaréis los precios de las raciones de personas y caballos, lo más barato que se os permitieren en el tiempo y ocasiones que corren; y para que lo podáis hacer con alguna claridad y satisfacción de que no salgan excesivos, os informaréis, al pasar por las plazas circunvecinas, con mucha disimulación, del valor que tienen, en cuya conformidad haréis el asiento: bien entendido que una parte del pagamento de él ha de ser de contado, y las otras, á los plazos que concertárades puntualmente, en que procuraréis tomar la más larga que pudiéredes, gobernándoos en todo según el dinero que mandaremos proveer de presente.”

Una vez firmado el contrato de asiento con un proveedor local a cambio de una suma determinada de dinero, el agente de la corona española dejaba en la etapa correspondiente a una persona de confianza para asegurarse del cumplimiento de lo convenido y garantizar que el suministro de las tropas se hiciese de forma correcta:

En cada una de las dichas estaplas pondréis una persona de recaudo y confianza, con el sueldo acostumbrado, que asista al que repartiere las municiones, para que los oficiales y soldados no le molesten ni hagan agravio á tiempo de recibillas, sino que en tomando lo que les toca se contenten; y asimismo solicite que las vituallas estén á punto para el día que la gente hubiere de llegar, y que sean de la bondad, calidad, peso y medida que se concertaren, en cuya distribución y repartimiento os gobernaréis por la memoria que se os da de lo que se ha hecho otras veces, y señaladamente esta última.

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Camino Español. Itinerarios: en verde el seguido por el duque de Alba, en rojo las variantes suizas, y en azul el seguido por el Cardenal-infante.

Lugares de paso

Los Habsburgo españoles insistieron en reclutar vasallos propios en la medida en que fuese posible, de modo que podría decirse que la ruta empezaba en Castilla, desde donde se desplazaban a los puertos de Barcelona y Cartagena, donde la escuadra mediterránea los transportaba Génova. A partir de 1528, la República había ligado sus destinos a los de la monarquía Española convirtiéndose no solo en un gran apoyo financiero y ocasional aliado, sino también en un importante puerto de desembarque para tropas y pertrechos. A cambio, España actuaba como protectora de la República contra sus enemigos al tiempo que garantizaba la posesión genovesa de Córcega frente a los franceses.

Desde Génova, las tropas se dirigían a Milán, capital de la Lombardía, allí también se dirigían por tierra las fuerzas de Nápoles y Sicilia. Más allá de la Lombardía se encontraba el ducado de Saboya, que era un tradicional aliado, reafirmado por el tratado de Groenendal (26 marzo de 1559), cuya amistad con España venía reforzada por su mala geografía, que provocaba que estuviese permanentemente a merced de la vecina Francia; si bien la debilidad de los Valois tras la muerte de Enrique II permitió cierta estabilidad garantizando un corredor de paso entre Milán y el Franco-Condado.

El Franco-Condado, vestigio del antiguo ducado de Borgoña, era un pequeño territorio insertado en la frontera con Francia que se gobernaba desde los Países Bajos. Aunque a diferencia de estos, estaba obligado a mantenerse neutral por un tratado firmado en 1508 que se renovó en repetidas ocasiones, lo que no impidió que el territorio fuera invadido por Enrique IV en 1595. Por otra parte, una cláusula de dicho tratado permitía el libre tránsito por el mismo, de modo que las tropas pudieron cruzarlo sin comprometer su neutralidad.

A continuación se encontraba el ducado de Lorena, que estaba localizado entre el río Mosa y el Rin. Este feudo imperial que unía el Franco-Condado con Luxemburgo, era ambicionado por los monarcas franceses desde que en 1552; cuando una serie de príncipes protestantes alemanes decidieron tomar por su cuenta los tres obispados de Metz, Toul y Verdún para entregárselos a Enrique II a cambio de su apoyo contra Carlos V.

Aunque a partir de 1547 un tratado entre España y Francia aseguraba su neutralidad, los duques loreneses lo ignoraron para intervenir en las guerras de religión francesas al frente de la liga Católica, bien asistidos por Felipe II; mientras que Luis XIII hizo lo propio durante la guerra de los Treinta Años.

Después de Lorena, las tropas pasaban por Luxemburgo, pero aún quedaría un territorio fuera de los dominios de la monarquía: el principado-Obispado de Liège o de Lieja, territorio completamente rodeado por territorios de los Habsburgo de los que era un aliado seguro.

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Camino Español. Se puede ver los vivanderos o comerciantes que acompañaban a las tropas para proporcionarles suministros. Autor Augusto Ferrer-Dalmau

Las etapas

Para asegurar la logística en el camino, apareció la “etapa” que era un concepto empleado desde hacía varios años por comerciantes franceses, pero ahora adaptado al ámbito militar. Era una suerte de parada donde se almacenaban provisiones y se acampaba, siendo algunas de estas fijas y otras se montaban provisionalmente conociendo la ruta por la que se desplazarían las tropas.

Estas etapas se organizaban con antelación y en un principio se hizo bajo la misma administración militar, pero posteriormente pasó a manos de asentistas, algo así como proveedores militares, intermediarios entre el ejército y los soldados, a los que suministraba los productos acordados de antemano.

Normalmente cada gobierno provincial pedía ofertas de aprovisionamiento para una o más etapas (las ofertas las hacía muy frecuentemente un robin o letrado de uno de los tribunales provinciales de justicia, o bien un oficial del gobierno local). Los asentistas cuya oferta era aceptada, debían firmar una “capitulación” que fijaba la cantidad de alimentos que habían de proporcionar y los precios que podían exigir por ella.

Los asentistas estipulaban también el modo de pago. Algunas veces, sin embargo, las tropas tenían que pagar hasta el último bocado que comían, lo que significaba que los que habían malgastado sus escasos recursos tenían que caminar largas distancias, tal vez bajo la lluvia o entre el hielo, con poco o nada de alimento. Esto podía ser ocasión fácil de desórdenes o deserción. Como escribía en 1573 un experimentado oficial, “venir el soldado mojado y haver de ir a comprar la comida y adereçarla, tengo por cierto que esto, y sacar cada día el dinero de la bolsa, los desgustaria”.

Saltaba también a la vista que el humor de los soldados empeoraba a medida que se prolongaba la marcha. El mismo diligente comisario escribió más tarde que “los soldados que habían viajado trescientas leguas sin una parada” merecían, y de hecho exigían, toda clase de consideraciones. Su afirmación era fácilmente demostrable. En la etapa de Bastogne (en Luxemburgo), en 1577, el proveedor se vio obligado a vender unos 18.000 arenques perdiendo dinero en la venta, porque “los soldados se negaron a pagar más”. El mismo año el proveedor tuvo que vender en La Roche-en-Ardenne una parte del pan a precio inferior al oficial, porque “algunos oficiales de las tropas encontraron que los panes pesaban 23 onzas”, en vez de las 24 que estaban establecidas. Eran este tipo de chanchullos los que podían conducir realmente al desorden.

En aquellos mercados locales por donde se preveía que iban a confluir las tropas en un momento dado, se contrataba el suministro de alimentos con antelación. Así, cuando llegaban los soldados, la comida y el alojamiento ya estaban preparados. Luego todo desaparecía cuando los soldados se iban y el mercado seguía funcionando con total normalidad. Esto no solo evitaba empobrecer la región, sino que la enriquecía, y además mejoraba el mantenimiento de los ejércitos. El contrato se adjudicaba por una especie de concurso al licitador que ofreciera mejor precio o mejores condiciones. La compensación podía consistir, bien en un precio fijado o bien en exenciones fiscales. Alba se sirvió de las etapas que previamente habían organizado los franceses y finalmente las extendió al resto del camino.

Al llegar a la etapa los soldados eran alimentados por una cantidad de proveedores o cantineros, que previamente habían hecho los arreglos en cuanto a la calidad, variedad, precio y forma de pago de los alimentos; que por supuesto salía de la paga o sueldo de los propios soldados y que administraba el asentista. Lo mismo ocurría con el alojamiento, si lo había, porque en general pernoctaban al aire libre o en pequeñas barracas. En cambio, la oficialidad se alojaba en la ciudad o pueblo más próximo.

En estas etapas que no siempre estaban bien organizadas, los soldados podían encontrarse después de una jornada agotadora de marcha forzada, conque no había suficientes alimentos o que sencillamente habían desaparecido, con lo cual generaba un gran malestar dentro de la fuerza.

Así en 1601, un importante grupo de comerciantes y robins, contrataron el abastecimiento de víveres para un ejército de españoles e italianos que se aproximaba en un gran número de etapas en el Franco-Condado. Ocurrió que abarcaron demasiado y no pudieron conseguir a tiempo provisiones para la etapa de Baume-les-Dames. Ni siquiera avisaron a la ciudad de que se acercaban las tropas Como no se había preparado nada para la inesperada multitud, la gente de la ciudad tuvo que proveer a los iracundos soldados, 75 compañías, de alimentos y abrigo a sus expensas. Los magistrados formaron un registro especial para anotar todo lo que gastaron las tropas y, naturalmente, cuando la vida volvió a la normalidad, demandaron a los proveedores por el dinero gastado.

Además de víveres, era frecuente que las etapas tuvieran que proporcionar a las tropas medios para transportar la impedimenta. En los valles alpinos el transporte se hacía con acémilas, que llevaban cada una entre 100 y 125 kilos las mulas pequeñas, y entre 150 y 200 las grandes.

Cada varios días de marcha se daba uno de descanso, los llamados gistes, suponían una pérdida de tiempo, pero eran necesarios para que los soldados no se rezagasen o desfalleciesen por el cansancio.

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Capitán al frente de su compañía en un tercio. El capitán a caballo con espada y pistolas, detrás los tambores y la bandera, y a continuación los piqueros. Autor Augusto Ferrer Dalmau

Rutas alternativas

Una vez Francia pudo resolver sus problemas internos, se convirtió en una amenaza para el delicado equilibrio que garantizaba la seguridad del corredor, cuya fisionomía cambió varias veces a partir de ese momento. El rey francés lanzó varios ataques sobre Borgoña (1595 y 1597) que dañaron el Franco-Condado interrumpiendo brevemente el corredor y obligando a desplazar el camino hacia el este.

Pero el mayor problema surgió con el nuevo siglo como consecuencia de un conflicto territorial entre Francia y Saboya. El duque había tomado la plaza francesa de Saluzzo y se negaba a devolverla, por lo que en 1600 Francia decidió procurarse una compensación ocupando todos los territorios piamonteses hasta el Ródano, poniendo con ello en grave peligro la continuidad del camino Español. Inmediatamente, la diplomacia española se puso en marcha, exigiendo una ruta segura que garantizase el paso de sus ejércitos. Reconociendo la demanda como justa, los delegados franceses propusieron entonces una ruta alterna a través de los cantones suizos, pero se encontraron con la oposición la ciudad de Ginebra. La cuna del calvinismo recelaba de la idea de que las tropas españolas pasaran ante sus propios muros e informó sobre la existencia de un paso de montaña situado en un desfiladero que comunicaba el valle del Ródano con el Franco-Condado: Val de Chézery o Valtelina, cercano a Ginebra, pero separado de esta por una cordillera.

El tratado de Lyon de 1601 redujo el Camino Español a un solo puente sobre el Ródano, el pont de Grésin, peligrosamente cerca de la frontera con Francia, que a partir de entonces pudo controlar a su antojo el paso de todas las tropas de los Habsburgo. Para colmo, el nuevo equilibrio de poderes inclinó al duque Carlos Manuel de Saboya a ponerse bajo la órbita francesa contra los españoles.

La pérdida del camino Español puso a la Monarquía ante la necesidad de buscar un nuevo itinerario que garantizase la asistencia de los Países Bajos. La empresa corrió de a cuenta del cardenal Granvela, que ya había trazado la primera ruta, y del gobernador de Milán, Pedro Enríquez de Acevedo, conde de Fuentes. Tras 30 años de negociaciones con los grisones que controlaban la Engadina y Valtelina, se consiguió un tratado de amistad con los cantones católicos de la confederación suiza que permitiría a las tropas españolas completar el paso entre Lombardía y Alsacia, aunque a condición de que lo hicieran en pequeños grupos y desarmados. Armas y municiones habrían de enviarse por separado en cajas. Además, Fuentes endulzó el trato con promesas de subsidios a los dirigentes suizos y desviando las caravanas comerciales hacia los cantones, que cobrarían así los derechos de peaje.

En la década de 1620 un nuevo sistema de fortificaciones había asegurado con éxito el camino por la Valtelina, pero el estallido de la guerra de los Treinta Años pondría a prueba la estabilidad del corredor militar. El elector del Palatinado Federico V, que en 1619 desafió la autoridad del emperador Fernando II haciéndose coronar rey de Bohemia.

De ese modo, la pérdida de Alsacia por los Habsburgo en 1621 obligó a España a actuar en el corazón del Imperio. La situación no podía ser más crítica, porque ese mismo año concluía la tregua de los Doce Años con los rebeldes holandeses sin que ninguna de las dos partes hiciese nada para prorrogarla. El control de esta región había sido durante un tiempo una ambición de Felipe III desde que la pérdida de los aliados saboyanos obligara a desplazar el itinerario de las tropas procedentes de Italia. En 1.617 tanto él como el archiduque Alberto habían cedido sus derechos sobre a la sucesión imperial apoyando la candidatura de Fernando de Estiria a cambio de la posesión de Alsacia, pero el estallido del conflicto en Bohemia impidió que España se beneficiara del acuerdo.

Mientras tanto, Francia se había dedicado a envenenar las relaciones entre España y los cantones suizos logrando interrumpir el flujo de soldados en repetidas ocasiones. Se daba en esta zona un inoportuno choque de intereses, ya no era solo que amenazar el camino Español fuese una estrategia más para debilitar el poder de los Habsburgo; es que Francia misma tenía su propio “camino Francés” que atravesaba el sur de Alemania desde Juliers, bordeando el norte del Milanesado por la Valtelina, hasta la república de Venecia, su único aliado de confianza en Italia al margen de la advenediza Saboya. La Valtelina era entonces un valle poblado por católicos pero bajo dominio de las ligas Grises. España aprovecharía las tensiones religiosas animando varias insurrecciones contra los dirigentes calvinistas apoyados Francia. Sin embargo, la guerra de la Valtelina (1621-39) se decantó del lado de los grisones cuando Francia intervino a su favor ocupando el valle en 1624.

Los éxitos de Luis XIII se sucederían uno tras otro a partir de entonces. La ocupación de Saboya en 1630-31 y de Lorena en 1632-33 supuso la pérdida definitiva de los corredores militares utilizados hasta entonces por España. La anexión de estos territorios se justificaría bajo el pretexto de que ambos habían intentado destronar a los monarcas franceses en varias ocasiones, pero para Richelieu respondía a motivos puramente estratégicos.

Por su parte, España trató de poner remedio al aislamiento de Flandes aumentando los reclutamientos en las regiones de Tirol y el Rin. En 1634 un ejército hispano-imperial al frente de Fernando de Austria, el cardenal-infante, vence a las fuerzas suecas y protestantes en la batalla de Nördlingen abriendo brevemente el paso desde los Alpes hasta Bruselas. Sin embargo, esto no evitaría que el Franco-Condado se llevase la peor parte, muriendo dos tercios de la población, lo que acabó con la posibilidad de seguir reclutando en sus tierras.

Los tercios de españoles e italianos encontraron otra forma de llegar hasta Flandes, nada menos que a través del canal de la Mancha. Así es, la nueva paz con Inglaterra sellada en el tratado de Madrid (1630) garantizaba la seguridad de los navíos españoles que circulasen por el canal de la Mancha.

El total de soldados que España envió a Flandes por mar entre 1631 y 1639 es de unos 27.000. En 1639 tiene lugar la batalla de las Dunas, en la que una flota comercial inglesa que transportaba tropas españolas se encontró de lleno con los buques de guerra del almirante holandés Tromp. Los marinos ingleses se negaron a combatir contra quienes en definitiva eran aliados suyos, dando como resultado la captura de un millar de españoles. La ficticia seguridad que el canal de la Mancha ofrecía quedaba ahora en evidencia y España hubo de limitarse a reclutar a su soldadesca en tierra hasta el colapso final en 1648.

El camino en cifras

La distancia entre Milán y Bruselas era más de mil cien kilómetros, al duque de Alba le duró 56 días y fue seguida por otras muchas. La velocidad media para un viaje de 1.100 km por el Camino Español era, pues, de 48 días. La marca de velocidad fue establecida por los veteranos de don Lope de Figueroa en 1578, quienes no solamente hicieron el viaje en 32 días, sino que consiguieron hacerlo en pleno invierno.

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Camino Español. Tropas enviadas a Flandes con tiempos, fechas y efectivos
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-03-11. Última modificacion 2022-07-30.
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