Guerras Napoleónicas Guerras Napoleónicas (1815) Los aliados llegan a París y Final de Napoleón

El ejército francés se retira de Bélgica (19 a 21 de junio de 1815)

La noche del 18 de junio, tras la victoria aliada en la batalla de Waterloo, el duque de Wellington y el mariscal Blücher se reunieron en la posada de la Belle Alliance, acordando enviar a la caballería prusiana en persecución del derrotado ejército francés, que se retiraba a su patria con la mayoría de sus unidades muy desorganizadas.

A medianoche, Blücher se instaló en la posada de Genappe y comenzó a escribir su informe al rey Federico Guillermo. Luego escribió órdenes para sus comandantes de cuerpo: el CE-I y el CE-IV marcharían hasta las inmediaciones de Charleroi. El CE-III todavía se enfrentaba a Grouchy en Wavre, cuyo resultado aún se desconocía. El CE-II de Pirch intentaría cortar la retirada de Grouchy hacia Francia y los hombres exhaustos, después de haber luchado toda la tarde por Plancenoit, ahora marcharon durante la noche hacia Mellery. La operación fue encomendada al general Gneisenau, jefe del Estado Mayor prusiano.

Los soldados franceses derrotados ante Mont Saint-Jean se retiraron al sur en desbandada, huyendo de la caballería prusiana. Algunos corrían campo a través y otros buscan una huida más rápida por el camino de Charleroi, pero al llegar a Genappe encontraron sus calles bloqueadas por carruajes de impedimenta. La histeria se apoderó de ellos, matándose unos a otros para poder escapar; los que venían detrás tendrían que rodear el pueblo.

Napoleón escapó en dirección a Genappe acompañado por algunos ayudantes, había dejado detrás de él deja a tres cuadros de sus granaderos de la Vieja Guardia, que cedían terreno en buen orden desde la Belle Alliance, deteniendo todas las cargas de la caballería del CE-IV prusiano de Bülow. Su determinada acción contribuyó a cubrir la desastrosa retirada del resto de unidades francesas.

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Napoleón después de la batalla de Waterloo. Autor François Flamenk.

Bonaparte pasó por Genappe y continuó hacia el sur de madrugada, escapando por muy poco de sus perseguidores, de hecho el mayor prusiano Keller logró incautarse de varias de sus pertenencias personales, como su célebre sombrero, su abrigo y su espada. Otros soldados franceses no tuvieron tanta suerte, y 9.000 fueron capturados durante la noche por la caballería prusiana, otros tantos desertarían.
Gneisenau detuvo a sus tropas cerca de Frasnes para reagruparse, permitiendo que el resto de la masa de fugitivos en que se ha convertido el Ejército del Norte llegase a Francia; tan solo algunos batallones de la Vieja Guardia y el grupo de Grouchy estaban cohesionados.

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Movimientos aliados desde Waterloo a París.

El 19 de junio, a las 09:00 horas, Napoleón llega a Phillipeville, ya en Francia, donde, entre otras disposiciones, ordenó que los cuerpos del Ejército del Norte francés se reagrupasen en Laon; y cuatro horas después abandona la localidad acompañado de su Estado Mayor.

Hacia las 10:30 horas, un mensajero enviado desde Phillipeville por el mariscal Soult, jefe del Estado Mayor francés, llegaba a Wavre comunicando a Grouchy la noticia de la derrota de Napoleón en Waterloo y la orden de repliegue a Francia, cruzando la frontera por el río Sambre; para después reunirse con el resto del Ejército del Norte en Laon.

El mariscal Vandamme propuso a Grouchy marchar hacia Bruselas para liberar a soldados prisioneros, flanqueando al ejército aliado congregado al sur de Waterloo; maniobra que les obligaría a dividir de nuevo sus fuerzas, distrayendo una parte de la retirada del ejército francés; pero este se negó, y decidió retirarse por el camino de Namur.

A las 11:30 horas, Grouchy ordenó al CEC-II de Exelmans dirigirse hacia Namur para asegurar los puentes sobre el Sambre. Después le seguirán el CE-III de Vandamme y el CE-IV de Gérard, y cerraría la columna el CEC-I de Pajol, cubriendo la retaguardia apoyado por una división de infantería.

Los infantes prusianos del CE-II de Pirch que intentaban cortar la retirada francesa llegaron a Mellery a las 11:00 horas, pero estaban demasiado fatigados para continuar y acamparon durante el resto del día, en espera del avance del CE-III de Thielemann, derrotado el día anterior en Wavre.
Hacia las 16:00 horas, dos regimientos de dragones de Exelmans entraron en Namur para proteger los puentes, el resto de su CEC-II entró tres horas después, por entonces el CE-III de Vandamme y el CE-IV de Gérard están a solo unos 10 km al norte, entrando en Gembloux a las 21:00 horas, donde se detuvieron a pernoctar.

El día 20 de junio, la caballería de Pirch encontró a la columna de Grouchy cerca de Namur, asaltándola en varias ocasiones, pero sus acometidas fueron rechazadas. La división de infantería francesa y la caballería de Pajol causaron estragos entre los prusianos, infringiéndoles unas 1.500 bajas. Incendiaron el único puente en km a la redonda sobre el caudaloso río Mosa. Grouchy había escapado de las garras de los prusianos y podía retirarse con seguridad a Francia con una fuerza considerable que sería invaluable para su Emperador.

Blücher se enteró del desastre y ordenó a Pirch y Thielemann dejar de hostigar el flanco derecho francés.

Los soldados franceses fugitivos de Mont Saint-Jean alcanzaron la frontera francesa; en total unos 31.000 soldados, de los cuales unos 4.000 más desertarían o morirían a causa de sus heridas antes de llegar a Laon. El mismo día falleció en la posada del Rey de España el general francés Duhesme, de la Joven Guardia Imperial, que luchó en el sector de Plancenoit, donde fue malherido.

El 21 de junio, el contingente de Grouchy entró en Phillipeville con unos 28.000 soldados, muchos de ellos heridos, sus bagajes, toda la artillería y sin haber sido derrotado durante la campaña; aun así, el mariscal sería acusado de traidor hasta el fin de sus días por no haber acudido a reforzar a Napoleón en la decisiva batalla al sur de Waterloo.

Ese mismo día, Blücher había rodeado Maubeuge y el CE-I de Ziethen había llegado a la fortaleza de Avesnes, que la artillería prusiana comenzó a bombardear de inmediato, pero con pocas posibilidades de una resolución rápida. Sin embargo, durante las primeras horas un proyectil prusiano cayó fortuitamente en el polvorín de la fortaleza, provocando una tremenda explosión y la guarnición capituló de inmediato, proporcionando así enormes cantidades de cañones pesados y municiones a los prusianos y proporcionando también una base segura para sus líneas de suministro.

El mismo día 21 de junio, las fuerzas de Wellington avanzaron hacia Bavay, dejando fuerzas bloqueando Valenciennes y el fuerte de Le Quesnoy.

El 22 de junio, los prusianos bloquearon Landrecies y el CE-III se movió para bloquear Givet y Phillipeville; allí se asignó al CE-II al príncipe Augusto de Prusia, quien continuaría sitiando las fortalezas fronterizas, mientras el ejército principal avanzaba hacia París. Wellington avanzó hasta Cateau Cambresis y Gommegnies, mientras que el cuerpo del príncipe Federico de Orange se hizo cargo de la inversión de Valenciennes y le Quesnoy.

Al día siguiente, las fuerzas prusianas se dirigieron hacia Laon, donde se informó que los restos del ejército francés se estaban reagrupando, al mismo tiempo que enviaban partidas para reconocer Guisa y San Quintín. Mientras tanto, Wellington ordenó a sus tropas que descansaran ese día, a excepción de un destacamento al mando de Colville que trató de inducir a la pequeña guarnición de Cambrai a rendirse.

Segunda abdicación de Napoleón (22 de junio de 1815)

El 20 de junio, Napoleón estaba en Laon planeando el reagrupamiento del Ejército del Norte francés. Los ejércitos aliados avanzan hacia la frontera franco-belga muy debilitados, pues han dejado muchas guarniciones en los flancos de sus columnas por temor a cualquier contraataque de Bonaparte, considerando que le habían vencido una vez, pero no derrotado.

El Ejército francés aún contaba con 120.000 soldados en la Francia septentrional, cerrando los caminos a París; solo en la capital había unos 30.000 hombres al mando directo del mariscal Davout, ministro de la Guerra y uno de los mejores generales de su patria. Además, las clases bajas parisinas eran en su mayoría leales bonapartistas.

Napoleón estaba decidido a continuar la lucha contra la Coalición, pero el desastre del sur de Waterloo había hecho que una parte significativa del pueblo francés le volviese de nuevo la espalda. Esta pérdida de apoyo popular se manifestaba en la Asamblea General, órgano rector de la política francesa liderado por Fouché, ministro de Policía y enemigo acérrimo del Emperador, que conspiraba con monárquicos borbónicos y representantes coaligados.

El 21 de junio, Napoleón entró en París. Davout, Carnot y su hermano Lucien le pidieron que disolviese las cámaras representativas para hacerse con el poder absoluto, contraatacando a los debilitados anglo-prusianos. Los republicanos se encolerizaron, pues el golpe de Estado supondría una involución al Antiguo Régimen, y a instancia de Fouché la Asamblea General emitió un decreto advirtiendo que su disolución sería considerada como un acto de traición.

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Napoleón en París después de Waterloo. Autor Robert Alexander Hillingford.

Napoleón se encontraba abrumado por los acontecimientos: recientemente había tenido que encajar una severa derrota, por cuya causa su autoridad volvía a cuestionarse en Francia, y a muy corto plazo debería enfrentarse con una invasión aliada, por distintos frentes y con una enorme desventaja numérica; una contienda en la cual tendría escasas posibilidades de ganar, a pesar de que su situación militar aún no era desesperada.

Con la guarnición de la capital y la lealtad de buena parte de sus ciudadanos, Bonaparte podría acabar con sus enemigos políticos, pero se negaba a causar un baño de sangre, y decidió abandonar el poder con la esperanza de contentar a los aliados y detener la guerra.

En la tarde del 22 de junio, abdicó en favor de su hijo, Napoleón II, que ostentaba el pomposo título de Rey de Roma, y nombró al taimado Fouché presidente de un gobierno provisional.

Napoleón infravaloraba la determinación de la Coalición, pues Austria continuaba concentrando tropas en el Rin, al mando del mariscal Schwarzenberg, y los gabinetes de Inglaterra y Prusia ordenaron al duque de Wellington y el mariscal Blücher que avanzasen sobre París, detuvieran a Napoleón y reinstaurasen a Luis XVIII; dando entonces por terminada la guerra.

Bonaparte se retiró a su residencia de Malmaison, donde prácticamente sería un rehén del inestable régimen, y lo que era peor, perdería casi toda su influencia política y militar. Con este acto finalizaba el llamado Imperio de los Cien Días.

Wellington, héroe de Europa (25 de julio de 1813)

El 22 de junio, el mayor británico Henry Percy llevó a Londres la noticia de la victoria aliada sobre Napoleón en la batalla de Mont Saint-Jean, exagerando la participación del contingente británico respecto a las demás fuerzas coaligadas y llamándola de Waterloo, tal como deseaba el duque de Wellington, ya que el nombre de esta localidad parecía anglosajón.

Al día siguiente el Parlamento británico votó una resolución de agradecimiento nacional a Arthur Wellesley. El reconocimiento lleva consigo un premio de 61.000 libras, el aumento de su pensión anual a 200.000 libras, y la concesión de una granja en Hampshire valorada en 263.000 libras. Wellington se convirtió en uno de los hombres más ricos de Inglaterra.

El soberano de los Países Bajos nombraría a Wellesley príncipe de Waterloo, siendo uno de los grandes terratenientes de ese país. El rey de Francia le haría caballero de la Orden de Saint-Esprit, entre otras distinciones que recibirá de soberanos europeos. Su fama oscureció a la del mariscal prusiano Blücher, el otro gran artífice del triunfo de la Coalición.

Los soldados ingleses que participaron en la campaña belga recibirán cada uno un premio de 2 libras, 11 chelines y una medalla, para todos los rangos.

Los aliados invaden Francia (23 a 30 de junio de 1815)

A pesar de la desastrosa campaña de Bélgica y la abdicación de Napoleón, la Grande Armée seguía movilizada para defender su nación de las fuerzas coaligadas.

El mariscal Grouchy fue nombrado comandante en jefe del Ejército del Norte francés, tenía unos 55.000 soldados en Laon. El mariscal Davout, ministro de la Guerra, mandaba a los 30.000 soldados de la guarnición de París. El general Rapp, al mando del Ejército del Rin, manda unos 23.000. Otros contingentes al este y al sur del país reunían otros 62.000 hombres.

La Grande Armée contaba en total con unos 225.000 soldados, a los que se añadían los 220.000 milicianos de la Guardia Nacional y unos 170.000 reclutas. Buena parte del conjunto de estos efectivos se acantonaban en plazas fronterizas muy bien fortificadas y artilladas, en su mayoría ubicadas al norte y al noreste del país, en defensa de París.

Sin embargo, tras la derrota de Napoleón, millares de soldados y milicianos desertaron de sus unidades y sus puestos asignados; las deserciones se volvieron masivas tras su abdicación. Para cuando Grouchy llega a Laon el 24 de junio, solamente unos 120.000 hombres defendían las proximidades de París, además de los reclutas que carecían de instrucción.

En Bélgica se agruparon los contingentes británicos, belgas, holandeses y alemanes del duque de Wellington y el ejército prusiano del mariscal Blücher; unos 190.000 soldados, más de la mitad prusianos. El mariscal Schwarzenberg tenía 210.000 austriacos en el Rin, y el general Frimont otros 50.000 cerca de Lyon y unos 25.000 piamonteses en las fronteras de Francia sudoriental. En Suiza, el general Bachmann tiene otros 37.000 suizos.

En total, los ejércitos de la Coalición tenían de momento unos 510.000 soldados, sin contar con las tropas enviadas por el zar de Rusia y los reclutamientos del rey de España; lo cierto era que todos los estados coaligados podían movilizar aún muchos más hombres.

Superados en número en todos los frentes, los franceses resistieron en sus plazas fuertes o retrocedieron. El mariscal Suchet, al mando del Ejército de los Alpes de 23.000 soldados, fue vencido por los austriacos y piamonteses del general Frimont.

Schwarzenberg cruzó el río Rin entre el 23 y el 26 de junio; su vanguardia al mando del general Württemberg fue contenida por los franceses del general Rapp, obligándole a retirarse a Estrasburgo. Las fortalezas fronterizas fueron asediadas, los defensores intentaron resistir organizando con éxito escaramuzas en las fronteras orientales.

La Cámara francesa había recordado a Wellington y Blücher que se había declarado la guerra a Napoleón, por lo que exigieron a los aliados un alto el fuego inmediato y detuvieran su marcha sobre París, Blücher la ignoró, mientras que Wellington les animó a abrir negociaciones con Luis de Borbón. Sin embargo, ambos generales estaban decididos a mantener la presión continuando su marcha sobre París.

Se sospechaba que los franceses impedirían el cruce del río Oise y Blücher envió destacamentos a todos los cruces de ríos en un intento de apoderarse de uno o más intactos. Sin embargo, Wellington no estaba interesado en perseguir a Blücher, su caballería avanzada ahora había llegado a San Quintín, pero su infantería todavía estaba cerca de Cambrai.

El 26 de junio, Blücher ordenó un intento de tomar la fortaleza de La Fère que controlaba el cruce de los ríos Oise y Serre, pero fracasó por una artillería inadecuada. Sin embargo, el fuerte de Ham capituló.

El mariscal Davout, en nombre de las Cámaras, había ordenado que las fuerzas de Soult y Grouchy se unieran en Soissons. Cuando Soult renunció en preparación para su regreso al lado del Rey, Grouchy recibió el mando supremo del ejército de alrededor de 29.000 efectivos, pero con poca artillería. Desde la noticia de la abdicación de Napoleón, la deserción también había aumentado notablemente.

El 27 de junio, Blücher ordenó a su ejército que hiciera una marcha forzada hacia Compiègne, donde capturaron intacto el puente sobre el Oise. Erlon hizo varios intentos poco entusiastas de recuperar Compiègne, mientras todas las unidades francesas disponibles marchaban lo más rápido que podían a través de Villers-Cotterets hasta Senlis y París, para evitar que los prusianos llegaran a su capital antes que ellos.

Esa noche, los prusianos tomaron completamente por sorpresa a una columna francesa, cerca de Viller-Cotterets, capturando 14 cañones y numerosos prisioneros. A la mañana siguiente entraron en la ciudad, dispersando a los defensores que huyeron en desorden, algunos hacia Soissons y solo unos pocos hacia París. Los prusianos hicieron más intentos para evitar que las fuerzas francesas en Soissons llegaran a París, pero finalmente fueron rechazados por las tropas de Vandamme y los franceses marcharon hacia Nanteuil-le-Haudouin. Las escaramuzas continuas persiguieron a la retaguardia de la caballería francesa con más enfrentamientos entre la caballería prusiana y la francesa en Senlis.

Para el 29 de junio, todos los restos dispersos del ejército francés se habían retirado hacia París, pero claramente no estaban en posición de presentar una defensa seria contra los aliados.

Los aliados entran en París (del 30 de junio al 7 de julio de 1815)

Las fuerzas de Blücher llegaron frente a París, el premio final, con Wellington un par de días de marcha atrás, pero Blücher no estaba seguro de a qué se enfrentaba. Ya el 1 de mayo, Napoleón había ordenado a Davout que preparara las defensas de París; se habían enviado a París 300 cañones de barcos y se habían organizado 5.000 trabajadores para preparar una línea de defensa a lo largo de las alturas de Montmartre, incluidos varios reductos fuertes. Los cruces sobre el canal de Ourcq fueron defendidos con movimientos de tierra y al este la fortaleza de Vincennes estaba completamente preparada para la defensa. Los preparativos para la defensa de París en la orilla norte del Sena eran intensos, pero los del sur aún no habían comenzado. Al oeste, varios puentes habían sido destruidos, pero algunos aún permanecían intactos, lo que los convertía en un valioso premio.

París podía contar con unos 80.000 defensores, en su mayoría Guardias Nacionales y 600 cañones, pero la moral estaba muy baja y pocos estaban dispuestos a continuar la lucha. Las Cámaras declararon que París estaba en estado de sitio y que se requería que todos los hombres aptos ayudaran en la construcción de las defensas.

Blücher trasladó su ejército a Saint-Denis y Gonesse el 29 de junio y reconoció las alturas de Montmartre. Inmediatamente, ordenó al CE-IV que intentara cruzar el Sena en Argenteuil, pero los franceses habían retirado todos los barcos disponibles. Pero temprano esa mañana, Blücher recibió información de que Napoleón estaba en Malmaison con solo 400 hombres. Se ordenó al mayor Colomb que lanzara una audaz incursión en Malmaison con una fuerza combinada de caballería e infantería; marcharon durante la noche, pero se vieron frustrados al encontrar el puente incendiado y luego recibieron la noticia de que Napoleón ya se había ido. Sin embargo, Colomb escuchó que el puente en Saint-Germain aún no se había destruido y se apresuró hacia allí, sorprendió y aplastó a una pequeña fuerza francesa mientras lo demolían y pronto capturó otro puente en Maisons.

Al darse cuenta de que el frente de Montmartre solamente podía tomarse con un ataque muy poderoso que inevitablemente sería muy costoso, Blücher miró hacia el oeste para cruzar el Sena y luego atacar el sur de París, que vio como un punto débil importante.

Las órdenes de Blücher eran asaltar Aubervilliers el 30 de junio, para buscar un paso sobre el canal de Ourcq. En el ataque los prusianos fueron rechazados con pérdidas. Sin embargo, con la noticia de que Colomb ocupaba los puentes de Saint-Germain y Maisons, Blücher ordenó a sus tropas que marcharan lo más rápido posible para reforzar esa posición.

Mientras tanto, Wellington se había acercado al puente de Saint-Maxence y el día 30 el Duque se reunió con Blücher en Gonesse para coordinar su respuesta a las continuas súplicas de alto el fuego de los delegados franceses.

Napoleón se sabía objetivo de la Coalición y planeaba escapar de Francia, inquiriendo a un representante del gobierno por una fragata para embarcar en Rochefort y navegar rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica, pero el ministro Fouché no deseaba que huyese, para utilizarlo en posteriores negociaciones con los aliados.

Los prusianos se movieron rápidamente hacia los puentes y cruzaron antes de que los franceses se dieran cuenta de lo que estaba pasando. El 1 de julio, los franceses contraatacaron en Aubervilliers, haciendo retroceder a las fuerzas prusianas hasta que fueron fuertemente reforzadas. Los prusianos luego se recuperaron y mantuvieron la posición hasta que fueron relevados esa noche por las tropas de Wellington, que finalmente habían llegado cerca de París.

Wellington ahora tenía a Gonesse y Aubervilliers y las tropas de Bülow marcharon para unirse a Blücher en Saint-Germain. Sohr fue enviado de nuevo con dos regimientos de húsares y de hecho llegó a Versalles, donde 1.200 guardias nacionales se declararon a favor del rey y abrieron las puertas, luego continuó su marcha hacia Longjumeau. Al enterarse de este avance prusiano, Exelmans lanzó doce regimientos de caballería con un pequeño contingente de infantería, algunos marchando hacia el frente prusiano y otros pasando por cada flanco para cortar su retirada.

Sohr descubrió la columna de caballería francesa y se produjo una acción regular de caballería en Villacoublay con los prusianos inicialmente ganando la partida. Pero con más caballería francesa acercándose, los prusianos se vieron obligados a hacer una retirada de combate hacia Versalles. En ese punto, los prusianos encontraron todas las salidas de Versalles selladas y con la llegada de los soldados de Exelmans, se dieron cuenta de que estaban atrapados y solo unos pocos afortunados escaparon de la muerte o de la captura.

El 2 de julio, Blücher planeó un avance concertado sobre París en un amplio frente desde el suroeste, pero los franceses los estaban esperando. El avance prusiano fue detenido por un intenso fuego de fusilería cuando se acercaba a Sevres, pero se abrieron paso lentamente hasta que finalmente los franceses los detuvieron en el río, mientras arrojaban las tablas ya sueltas al cruzar el puente.

Durante la noche, los zapadores prusianos completaron dos puentes de pontones en Argenteuil y Chatou que aseguraron las comunicaciones entre los ejércitos de Blücher y Wellington.

Los intentos franceses de lograr un alto el fuego hasta entonces habían logrado poco, pero el 28 de junio Grouchy había hecho propuestas directas solamente para su cuerpo, lo que habría sacado a su fuerza de la defensa de París; pero las demandas de Blücher fueron demasiadas y las negociaciones fracasaron. Los negociadores franceses solicitaron entonces y se les concedió permiso para ir a Wellington el 29 de junio.

Wellington informó a los comisionados que la destitución de Napoleón no era suficiente para asegurar un alto el fuego, el hijo de Napoleón era inaceptable como reemplazo como jefe de Estado y tampoco lo era ninguno de los príncipes franceses; efectivamente, el regreso de Luis XVIII era la única alternativa aceptable. Sin embargo, los comisionados franceses continuaron el diálogo con Wellington, mientras que Blücher se negó a discutir más asuntos y simplemente amenazó con saquear París si no se rendía.

Ese mismo día 2 de julio, Wellington escribió a Blücher explicando su posición, creyendo que un ataque a la ciudad sería costoso y dudaba de su éxito. Propuso que el ejército francés tendría que retirarse más allá del Loira y que se debería renunciar al «vano triunfo» de entrar en París para permitir que Luis entrara en París sin una escolta de tropas extranjeras. Blücher no pudo aceptar estos términos, ya que el regreso de Luis no era una prioridad para Prusia, mientras que la captura de París se consideraba un importante punto de honor.

Davout fue informado el 2 de julio de que el Gobierno Provisional había decidido buscar un alto el fuego enviando al ejército fuera de París, pero el mariscal no se iría sin siquiera una resistencia simbólica. Todas las tropas francesas disponibles restantes fueron trasladadas durante la noche a Montrouge ya las 03:00 de la mañana del 3 de julio, comenzó un fuerte bombardeo contra los prusianos en Issy seguido de un fuerte ataque de infantería. Los prusianos lucharon valientemente y finalmente hicieron retroceder a las columnas francesas, ambos bandos perdieron cada uno más de mil hombres entre muertos y heridos; estos fueron los últimos disparos de la campaña de Waterloo disparados con ira.

A las 07:00 de esa mañana, la artillería francesa se calló y los franceses se ofrecieron a firmar una capitulación inmediata. Blücher hizo arreglos para reunirse con Wellington en Saint-Cloud y ese mismo día se firmó la Convención de París.

El ejército francés comenzó la marcha fuera de París el 5 de julio, mientras que el mariscal Masséna con la Guardia Nacional mantenía el orden en París. Wellington había ocupado los suburbios del norte y oeste de París y el 6 de julio los prusianos colocaron tropas cerca de cada una de las 11 puertas de París al sur del Sena y comenzaron a reparar los puentes.

El 7 de julio los aliados ocuparon París y Muffling fue nombrado gobernador de la ciudad, con dos comandantes, uno para cada orilla del Sena, británicos al norte y prusianos al sur.

En cuestión de días, la mayor parte de los ejércitos aliados comenzaron a trasladarse a acantonamientos más cómodos en los pueblos de los alrededores de París; los prusianos alrededor de Fontainbleu y hacia el oeste hasta Evreux y Chartres; mientras que las tropas de Wellington permanecieron más cerca, en el bosque de Boulogne y los pueblos cercanos.

A pesar de la paz, Blücher todavía buscaba humillar a los franceses y trató de volar el puente de Jena, llamado así para conmemorar la famosa victoria sobre Prusia en 1806, pero Wellington se lo impidió al colocar centinelas británicos en él. Luego trató de destruir la columna en la plaza de Vendôme, inspirada en la columna de Trajano en Roma, que estaba decorada con relieves de latón hechos con el latón de los cañones capturados de las guerras para conmemorar la batalla de Austerlitz. El rey de Prusia puso fin a esta barbarie a su llegada a París.

El 30 de junio, los prusianos asaltaron París desde el norte, pero los franceses de Davout, superiores en número, les rechazaron. Blücher ordenó a sus tropas cercar la capital para después atacarla desde el sur, donde las defensas eran más vulnerables. El ministro de la Guerra creía que la derrota era inevitable y cediendo a las intrigas de los monárquicos, decidió permitir que el rey Luis XVIII de Borbón retornase a Francia para evitar una masacre inútil.

Napoleón Huye a Rochefort (3 de julio de 1815)

Bonaparte sabía que si se queda en Francia le espera un futuro desagradable. Había perdido todo su poder y el gobierno provisional le retenía como rehén para negociar un armisticio con los aliados en condiciones ventajosas, pues se espera que la Coalición impondría severas reparaciones por daños de guerra.

Fouché, el presidente del nuevo gabinete francés, quería entregar a Napoleón a los aliados, que han ocupado buena parte de Francia y están a las puertas de París. Los ingleses pretendían encarcelarle a perpetuidad y los prusianos intentarían ahorcarle.

Bonaparte había demandado en repetidas ocasiones un barco para huir a Norteamérica, pero tras abdicar había perdido todo su poder y era ignorado. Desesperado, ofrecía sus servicios como táctico y estratega para defender París a cambio de una fragata, sin obtener respuesta de Fouché, que, sin embargo, advirtió a los británicos de sus intenciones de fuga.

Napoleón planea huir a Norteamérica. Demandó un barco para embarcar en el puerto de Rochefort sur Mer, pero fue ignorado. Cuando el nuevo gobierno pide el retorno del rey Louis XVIII de Borbón, presintió que su tiempo se agotaba y decidió fugarse de Malmaison. El 28 de junio había estado a punto de ser capturado por el mayor prusiano Colomb.

Napoleón finalmente cedió a lo que él consideraba su destino, y una vez que se completaron los preparativos para el viaje, subió a su carruaje alrededor de las 17:00 horas del 29 de junio, acompañado por los generales Bertrand, Gourgaud y otros amigos devotos, y tomó el camino a Rochefort, donde se habían ordenado dos fragatas francesas para el embarque de él y su séquito para Norteamérica.

El 3 de julio, Bonaparte llega a Rochefort ayudado por una red de personas que aún eran fieles a su causa, y que incluso le han conseguido una fragata para escapar a América.

La huida se retrasó porque los vientos eran contrarios para zarpar, después, los británicos, alertados por el intrigante Fouché, enviaron una escuadra de la Royal Navy al mando del almirante Maitland para bloquear el puerto de Rochefort. Napoleón se encontraba atrapado.

El 8 de julio, el rey de Francia, Luis XVIII, hizo su entrada pública en su capital, en medio de las aclamaciones del pueblo, y volvió a ocupar el trono. También ese día, Napoleón Bonaparte se embarcó, en Rochefort, a bordo de la fragata francesa Saale (44), y se dirigió, acompañado de la fragata Méduse (40), en la que iba su pequeño séquito, a un fondeadero en los Caminos Vascos frente a la Isla de Aix, con la intención de navegar a América.

El 10 de julio, el viento se hizo favorable, pero apareció una flota británica; y Napoleón, viendo la dificultad de eludir la vigilancia de sus buques, resolvió, después de haberse comunicado previamente con el capitán Maitland, ponerse bajo su protección a bordo del buque Bellerophon (74), a cuyo buque llegó el 15 de julio. Al día siguiente, el capitán Maitland zarpó para Inglaterra; y llegó a Torbay, con su ilustre encargado, el 24 de julio. A pesar de sus protestas, a Napoleón no se le permitió desembarcar en Inglaterra (habiendo decidido el gobierno británico enviarlo a la isla de Santa Elena).

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Napoleón a bordo del buque británico Bellerophon (74) en la mañana del 23 de julio de 1815, observa cómo se aleja de le la costa francesa. Autor William Quiller Orchardson.

Destierro de Napoleón a Santa Elena y su muerte

El 26 de julio, el buque Bellerophon (74) recibió órdenes de zarpar hacia Plymouth, y allí permaneció varios días. El 4 de agosto, fue trasladado al buque Northumberland (74), bajo el mando del contralmirante George Cockburn, en cuyo barco navegó hacia su encarcelamiento en la remota isla del Atlántico Sur.

El 17 de octubre de 1815 desembarcó en la isla volcánica de Santa Elena situada a 8.000 km de Francia. En sus palabras, se trataba de una “isla vergonzosa, una cárcel”. Azotada por los vientos, Santa Elena era tan fría como austera y apartada. Su punto más cercano era la costa occidental de África, a más de 1.700 km de distancia, y no contaba con más de 5.000 habitantes, con los que Napoleón prácticamente no pudo relacionarse, sino en contadas ocasiones.

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El buque británico Northumberland (74) frente a Santa Elena. Autor Thomas Luny. Museo Marítimo Nacional, Greenwich.

Durante las primeras semanas se alojó en una pequeña habitación, situada bajo un granero, en una casa de campo llamada Briars, al cuidado de la acogedora familia de William Balcombe, un comerciante local, con cuya hija entabló una amistad. Betsy, de 13 años de edad, era el único miembro de la familia que sabía hablar francés.

Los dos primeros meses se paseó por la ciudad de Jamestown, más tarde las autoridades inglesas exigieron que fuera recluido en Longwood, una casa de campo situada a dos o tres leguas del pueblo y a más de 500 metros de altura. Estaba anclada en una meseta sin protección, sería, durante más de cinco años, su hogar. Una prisión cercada y vigilada constantemente en la que resultaba imposible olvidar su condición de prisionero. El Emperador estaba estrechamente custodiado, a pesar de la aparente inaccesibilidad de Santa Elena; de día, unos 125 centinelas patrullaban la zona. Por la noche, la cifra se reducía a 70. A ese control, por otro lado, había que sumar las duras condiciones de Longwood, que no ofrecía ninguna comodidad.

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Napoleón en Santa Helena. Está observando el horizonte con nostalgia.

Sin embargo, Bonaparte no estaba solo. Por suerte, entre su séquito habían decidido compartir exilio con él cuatro amigos, que se convertirían de paso en cronistas y biógrafos. El mariscal Bertrand, fiel a Napoleón durante más de quince años; el barón Gourgaud, un joven oficial de artillería de la Grande Armée; el general De Montholon; y el conde de Las Cases, un hijo de la nobleza, fiel al régimen imperial.

Napoleón solo tenía unas pocas distracciones para ocupar su tiempo. Hizo algo de jardinería, pero lectura y el dictado de sus memorias ocuparon la mayor parte de su tiempo, junto con la equitación. Hizo algunos viajes durante su estadía, incluso a Sandy Bay en enero de 1816 y a Mount Pleasant en octubre de 1820.

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Napoleón en Santa Helena en 1816. Está dictando al conde de Las Cases sus memorias. Autor William Quiller Orchardson.

A principios de 1816, la aparición en escena de un nuevo gobernador de la isla, escogido en virtud de su severo perfil por el primer ministro británico, Hudson Lowe lord Castlereagh, vino a trastornar la rutina por completo. Durante años, Lowe había dirigido a los Reales Rangers Corsos, un cuerpo de exiliados corsos que se oponía al dominio francés.

Lowe se mostraba dispuesto a cumplir órdenes y, llevado por el estado de opinión que imperaba en el continente contra Napoleón, extremó las restricciones con el ánimo de evitar una fuga como la de Elba. Era un requisito del gobernador que cada visitante a Longwood House debería recibir un pase, firmado por él mismo.

El gobernador acabó despidiendo a casi todos los criados de Bonaparte para sustituirlos por otros que en realidad son espías. El conde de las Cases sería expulsado de la isla en diciembre de 1816, el prisionero consiguió hacerle llegar una carta donde le rogaba que se interese por su familia y que se ufanase de su sincera amistad con él.

De los cinco años y medio que Napoleón vivió en Santa Elena, el último fue el más difícil. No solo por el endurecimiento de las restricciones de Lowe, sino por la propia salud del emperador. Además de algunos achaques físicos, Bonaparte parecía haber perdido fuerza moral. La lluvia y el clima árido de la isla habían hecho mella en su estado físico, pero también en su espíritu, y Napoleón prefería pasar los días encerrado en casa a verse rodeado, a cada paso que daba, por uniformes ingleses.

A principios de 1819, su salud sufrió un revés importante causado por un ataque de vértigo que los médicos diagnosticaron como hepatitis. En julio del año siguiente, un intenso dolor en el costado derecho, que describió “como golpes asestados con un cortaplumas”, contribuyó a complicar su estado.

Pero los síntomas no preocuparon ni a su médico personal, un joven corso llamado François Antommarchi, ni al propio Lowe. Este llegó a afirmar sin prejuicios que las fiebres, los vómitos y los dolores no podían ser graves, pues la suya era “una enfermedad de la mente, no del cuerpo, el reflejo de su descortés conducta aquí, y de la conducta que había mostrado frente al gobernador”.

Pese a todo, los síntomas persistieron y complicaron el estado del paciente. Consciente de la gravedad, el propio Napoleón dedujo que podía tratarse de cáncer de estómago, ya que su padre había muerto de esa dolencia.

En abril de 1821, tras haber guardado cama durante casi cuatro semanas, Napoleón se decidió a redactar su testamento. En tres días realizó tres borradores en los que, además de perdonar a casi todos (menos a la oligarquía inglesa, a quien responsabilizaba de su situación), dejó constancia de sus últimos deseos.

También dio testimonio de su amor por su segunda esposa, María Luisa de Austria, que no le correspondía ni llegó nunca a visitarle en el exilio, y por su hijo, a quien no legó dinero para no traicionar la tradición real.

En el reparto de bienes no olvidó a nadie y fue justo con aquellos que le habían mostrado su apoyo, aunque fuera en la niñez. Asimismo, aprovechó para reiterar su derecho a recibir más de doscientos millones de francos: los que había ahorrado de su economía privada y su propiedad en Italia. De estos, dejaba la mitad a oficiales y a soldados que habían servido a sus órdenes entre 1792 y 1815, y la otra mitad a las localidades de Francia que habían sufrido como consecuencia de la invasión.

Redactado el testamento, Napoleón dictó una carta a De Montholon que el general debería remitir al gobernador Lowe cuando llegase la hora. Esta sobrevino definitivamente el 5 de mayo de 1821. Ese día, Napoleón dejó de respirar. Había pasado la jornada postrado en la cama, con la espalda recostada y la mirada fija. Dio su último suspiro, “al parecer sin sufrir”, a las 17:47 horas.

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Muerte de Napoleón el 5 de mayo de 1821 a las 17:47 horas. Autor Charles de Steuben.

La muerte se debió, según la autopsia, a un cáncer de estómago, aunque existe la creencia de que pudo ser víctima de un envenenamiento con arsénico. Las últimas investigaciones corroboran el diagnóstico original, ya que su padre y una de sus hermanas también fallecieron por el mismo motivo.

Napoleón recibió los honores militares correspondientes a un general de división por parte de la guarnición de la isla. Tras rehusarse la posibilidad de trasladar su cuerpo a Europa tanto por razones políticas como por la ejecución de la prosecución de la idea del exilio, fue enterrado en un enclave del valle de los Geranios, posteriormente el lugar sería conocido como el valle de la Tumba.

Sus restos fueron repatriados en 1840 y depositados en Los Inválidos, donde permanecen en la actualidad.

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Llegada de los restos de Napoléon Bonaparte a Courbevoie el 14 de diciembre de 1840. Autor Henri-Félix-Emmanuel Philippoteaux.

Secuelas de las Guerras Napoleónicas

Así concluyen las Guerras Napoleónicas, una serie de 400 batallas y combates librados entre 1792 y 1815, en los que se implicaron todas las potencias occidentales y que había costado a Europa unos 4.000.000 de muertos; entre ellos un millón de soldados franceses y dos millones de otras naciones; muchos consideran a Napoleón un asesino de masas.

La gran mayoría de las muertes se debieron a causas derivadas de los enfrentamientos, como represalias o enfermedades, sin contar a los lisiados o las familias destrozadas.

Las pérdidas estructurales no pueden mesurarse. Muchos puentes fueron demolidos, cientos de pueblos quedaron arrasados, varias ciudades sufrieron graves daños; algunas grandes capitales, como Leipzig o Moscú quedaron en ruinas.

Napoleón saqueó media Europa. La mayoría de las ocasiones que sometía a un estado, le obligaba a pagar tributos en dinero y obras de arte que enriquecieron el Tesoro de Francia. Sus tropas, al prescindir de logística para aumentar su velocidad de maniobra, vivían sobre el territorio en campaña, saqueando las propiedades ajenas sin piedad.

Segundo Tratado de París (20 de septiembre de 1815)

Fue firmado el 20 de septiembre de 1815 y rehizo el mapa de Europa. Francia quedaba virtualmente como había sido en 1792, aunque con fuerza suficiente para jugar su papel en el mantenimiento del equilibrio europeo, esencial para la seguridad británica. Se empujó a Prusia a occidente, como contrapeso a Francia; El poderío moscovita quedó como una cuña entre Prusia y Austria, bastiones orientales de Europa frente a los Bárbaros del Norte. Para llenar el vacío originado por la desaparición del Sacro Imperio Romano, se estableció una confederación Germánica de 38 estados soberanos. Gran Bretaña se convirtió en dueña absoluta de los océanos.

  • Rusia se anexionó la mayor parte de Polonia, que bajo el nombre de Polonia del Congreso forma un reino cuyo soberano es el zar ruso, también se anexa el ducado de Finlandia y la región de Besarabia.
  • Austria recupera sus posesiones en los Balcanes, así como el Tirol. Del mismo modo, adquiere Lombardía, el Véneto, y Dalmacia, además impone a príncipes de la Casa de Habsburgo en el Gran Ducado de Toscana, en los ducados de Parma, de Módena y de Massa, y con ello se torna en el árbitro político de Italia.
  • Se admitía la independencia de los Estados Pontificios con sus fronteras de 1776 restablecidas.
  • El reino de Nápoles se anexó Sicilia y se restauró a la Casa de Borbón en el trono napolitano.
  • El reino de Piamonte-Cerdeña subsistió bajo gobierno de la Casa de Saboya, como único estado italiano bajo una monarquía «nacional», y se anexiona Liguria, el territorio de lo que había sido desde 1005 a 1797 la República de Génova y Noli.
  • Francia perdió todas sus conquistas de la época napoleónica y volvió a sus fronteras de 1792.
  • El Reino Unido se quedó con la estratégica isla de Malta, Ceilán (la actual Sri Lanka), la Colonia del Cabo, la isla de Mauricio y Heligoland; lo que le garantizaba el control de las rutas marítimas en el Atlántico, el Mediterráneo y el Índico, aunque el Congreso no tuvo efecto en su política y economía constitucional.
  • El Imperio otomano mantuvo el control de los pueblos cristianos de los Balcanes, pese a no ser invitado al Congreso.
  • El reino de Dinamarca perdió Noruega en castigo por su apoyo a la Francia napoleónica, y el territorio noruego fue anexionado a Suecia, formando la unión sueco-noruega que existiría hasta 1905. En compensación obtuvo el ducado de Sajonia-Lauenburgo.
  • Prusia se queda con partes de Sajonia, Westfalia, Renania, Polonia y con la mayor parte de los territorios de la antigua Confederación del Rin creada por Napoleón I.
  • Austria perdió los Países Bajos Austríacos (la actual Bélgica y Luxemburgo) que quedó unida a los Países Bajos, formando el Reino Unido de los Países Bajos.
  • Los principados alemanes forman la Confederación Alemana de 39 estados; Prusia y Austria participan en esta Confederación tras disolverse el Sacro Imperio Romano-Germánico en 1806.
  • España y Portugal no fueron recompensados con ganancias territoriales, pero fueron restauradas sus antiguas dinastías.

El Tratado obligaba a Francia a pagar setecientos millones de francos en concepto de indemnizaciones y para mantener a unos ejércitos aliados de ocupación de 150.000 soldados en sus fronteras durante tres años al menos. Aunque inicialmente algunos de los aliados, especialmente Prusia, reclamaron una mayor cesión de territorios en el este, la rivalidad entre las mismas potencias aliadas y el deseo general de la restauración borbónica hicieron que la paz resultara menos onerosa de lo que podía haber sido. Esta vez, Francia no firmaba el Tratado: fue firmado por Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Austria, Rusia y Prusia. La devolución de tesoros artísticos también es destacable.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2023-11-24. Última modificacion 2023-12-29.
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