Edad Media La Reconquista Campañas de Almanzor

Ascenso al poder de Almanzor

Muhammad ibn Abi Amir conocido como al-Mansur o Almanzor (el Victorioso) era de origen yemení nació en Torrox y de joven marchó a Córdoba.

A finales de febrero del 967, Almanzor se convirtió en intendente del príncipe Abderramán, hijo y heredero del califa Alhakén II y de su favorita, la vascona Subh (Aurora), con la cual estableció una relación privilegiada sumamente beneficiosa para su carrera. A pesar de que su cometido era probablemente secundario, su responsabilidad de gestor de los bienes del heredero al trono califal y los de su madre le otorgaba una gran cercanía a la familia reinante. Rápidamente, comenzó a acumular importantes cargos. Siete meses después de su primer nombramiento y gracias a la intercesión de la favorita real, se convirtió en director de la Ceca (Casa de la Moneda) y, en diciembre del 968, fue nombrado tesorero de las herencias vacantes.

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Corte de Abderramán III. Recibiendo a un embajador. Autor Baixeiras Verdaguer, Universidad de Barcelon

Al año siguiente, fue promovido a cadí (gobernador) de de Sevilla y de Niebla uno de los más importantes del Estado, y en el 970, a la muerte del príncipe Abderramán, pasó a ser el administrador de Hisahn el joven heredero. Por esta época contrajo matrimonio con la hermana del jefe de la guardia califal y cliente del nuevo heredero al trono. Comenzó a enriquecerse, se hizo construir una residencia en al-Rusafa, cerca del antiguo palacio de Abderramán I, y empezó a realizar suntuosos regalos al harén califal y se le acusó de malversación tras ser destituido de su cargo como responsable de la Ceca en marzo del 972. Ayudado financieramente para cubrir el supuesto desfalco, obtuvo el mando de la shurta (policía) y mantuvo el resto de cargos, incluido el de administrador del heredero y de las herencias vacantes.

En el 973, se le encargaron los aspectos logísticos, administrativos y diplomáticos de la campaña califal contra los idrisíes en el Magreb, con el puesto oficial de gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb. La importancia de la flota en la campaña y su dependencia de Sevilla, de donde Almanzor era cadí y por tanto responsable de sus instalaciones, y la confianza del propio califa y de su chambelán le facilitaron obtener esta responsabilidad. El encargo traía consigo autoridad sobre civiles y militares y, en la práctica, la supervisión de la campaña. Entre sus tareas se encontraba la fundamental de obtener el sometimiento de los notables de la región mediante la entrega de regalos formales que indicaban la lealtad de estos al califa y que, junto con las victorias militares, minaron la posición del enemigo.

Conseguida la victoria contra los idrisíes, regresó enfermo a la corte cordobesa en septiembre del 974 con la intención de recuperarse y retomar sus funciones. Nunca volvió al norte de África. Su experiencia como supervisor de las tropas enroladas para la campaña magrebí le brindó la oportunidad de apreciar la posible utilidad política de estas si lograba su control. Le permitió asimismo establecer relaciones con los jefes tribales de la zona y con su futuro y poderoso suegro, el general eslavo Galib ibn Abd-al-Rahman, quien había dirigido los aspectos militares de la operación.

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Guerreros musulmanes siglos X- XI. (1) Infante andalusí; (2) jinete andalusí; (3) jinete ligero andalusí-bereber; (4) infante arquero andalusí Autor Angus McBride

Su habilidad para gestionar los aspectos organizativos y económicos de la campaña, fue ampliamente reconocida y premiada meses antes con su nombramiento nuevamente como jefe de la Ceca califal, supuso el comienzo de su éxito político. En los últimos meses de enfermedad de Alhakén, este le nombró inspector de las tropas profesionales; en las que se habían incluido el grueso de los bereberes traídos del Magreb por el califa para tratar de formar una fuerza leal a su persona que garantizase el acceso al trono de su joven hijo.

En 976 muere el califa Alhaken II, empezando la habitual lucha de poder entre los posibles sucesores. Uno de los hijos de Alhaken, Hixem II, de solo once años de edad, será el elegido para suceder en el Califato, gracias a la alianza de su madre (de origen vascon) Aurora, con el visir Yafar al-Mushafi y el propio Almanzor, por entonces administrador de los bienes de Hixem. Serán los mercenarios de Almanzor los que ejecuten al rival de Hixem, el hermano del Califa muerto, Al Mugirá. Seis días después de su investidura, el 8 de octubre de 976, Hisham nombró hayib (chambelán o primer ministro) a al-Mushafi y visir y delegado del hayib a Almanzor, que tenía entonces 36 años. El poder había quedado en realidad en manos de un triunvirato formado por el visir al-Mushafi, el visir Almanzor y el general Galib ibn Abd-al-Rahman.

Almanzor buscó nuevos aliados para su asalto al poder, casándose el 977 con la hija del poderoso general Galib, el gobernador de la marca Media y jefe del poderoso ejército califal allí estacionado.

Primeras campañas contra los cristianos

La estrategia musulmana ante el avance cristiano se había basado durante el reinado de Alhakén II en la cesión pactada de tierras a cambio de que disminuyeran los ataques. Almanzor sabía de la superioridad militar de su ejército y no estaba dispuesto a pactar con los emergentes reinos cristianos. Así, emprendió una profunda reestructuración de sus tropas con el propósito de acabar con la organización tribal del califato y las llenó de soldados procedentes del norte de África.

Cuando sus fuerzas estuvieron preparadas, en 977, Almanzor lanzó una campaña, de casi dos meses de duración, le llevó a saquear los arrabales de los salmantinos Baños de Ledesma, donde capturó a 2.000 cristianos que trasladó a Córdoba a modo de botín. En el otoño realizó otra, atacando Salamanca.

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Ejércitos cristianos siglos X-XI: izquierda, caballero y arquero castellanos; derecha, conde catalán y mercenario aragonés. Autor José L. Serrano Silva “Arteaga”

A finales de 977, destituyó y encarceló a al-Mushafi y se proclama hayib o visir, trasladando la administración (y al propio joven Califa) a su residencia personal Madina al-Zahira (Medina Azhara) que significa “Ciudad Resplandeciente”.

En el verano de 978 dirigió una nueva aceifa, esta vez en el noreste, contra Pamplona y Barcelona, de más de dos meses de duración. En el otoño realizó una nueva incursión, esta vez hacia Ledesma, de poco más de un mes de duración.

En el 981, Hixem II delega sus poderes en su hayib o valido, comenzando la época expansiva del Califato Omeya.

Hasta ese momento Almanzor y Galib habían dirigido un total de 10 aceifas por territorio cristiano. El objetivo de las primeras aceifas de Almanazor, aparte de atraerse al ejército, era el de destruir la línea defensiva del Duero, para lo cual arrasó Ledesma, Atienza y Zamora, entre otras poblaciones. La guerra de entonces era cruel, no había prisioneros, solo pasados por las armas o esclavizados, de los cuales solo en Zamora se llevó 10.000 esclavos.

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Ejército andalusí siglos X-XI: izquierda jinete califal y jinete Qa’id; derecha Almanzor y guarda califal. Autor Autor José L. Serrano Silva “Arteaga”

Guerra con Galib

El desmesurado poder alcanzado por Alamanzor le enfrenta a su suegro, el general eslavo Galib.

En el 980 Almanzor llegó con sus fuerzas a Atienza para participar en una aceifa, el general Galib, jefe de la marca, le convidó a una celebración en la fortaleza. Durante la fiesta el general comenzó a criticar duramente a su yerno y acabó por atacarlo y herirlo en la mano y en la sien. Solo la interposición del cadí local le salvó la vida. Algunas fuentes cuentan que Almanzor debió saltar por una ventana de la torre, salvando la vida el que sus ropas se enredaran en el alero del tejado. De todas formas, Almanzor logró huir a duras penas, reunir sus fuerzas y asaltar Medinaceli, donde Galib guardaba sus riquezas, que repartió entre sus hombres. La ruptura entre los dos personajes acortó la campaña prevista contra los castellanos. Galib se vio obligado a pasar a territorio cristiano, no sin antes asesinar al cadí que había estorbado el ataque contra su yerno.

En octubre, Almanzor partió en una nueva campaña, probablemente contra alguna fortaleza partidaria de su rival. Otras dos campañas, realizadas a comienzos del 981, precedieron a la batalla definitiva, una en febrero y otra en marzo. La primera duró casi un mes y la segunda, doce días; en ambas las fuerzas de Almanzor resultaron vencidas. A estas derrotas, Almanzor respondió con una nueva campaña fronteriza, que asoló estos territorios durante dos meses en la primavera del 981 antes de acampar cerca de la fortaleza de San Vicente (actual Torrevicente).

Batalla de Torrevicente o de San Vicente (981)

Los dos bandos se enfrentaron en las cercanías de Torrevicente el 9 y 10 de julio de 981. Almanzor había acudido con su ejército de la capital, tropas bereberes y con algunas fuerzas fronterizas. Con sus tropas avanzó sobre Medinaceli, moviéndose impunemente por la región; tratando de provocar a Galib para que lo atacase, sin embargo, este se movió a la fortaleza de Atienza para reunir a sus seguidores. El ejército de Galib los componían las tropas fronterizas y los eslavos, y sus aliados eran las tropas castellanas del conde García Fernández y las pamplonesas de Ramiro Sánchez, hijo de Sancho II Abarca. Almanzor se dirigió al encuentro del general Galib, llegando a las proximidades de Atienza el 7 de julio, tomando posiciones en un llano junto al castillo de San Vicente (Torrevicente).

Galib decidió desplegar sus fuerzas, lo que motivó a Almanzor a hacer lo mismo. Se situó él mismo en el centro, el visir Abu Yafar ibn Ali con los bereberes en el ala derecha, y Abu-l-Ahwas Man Ibn Abd al-Aziz al-Tuybi y Hasan ibn Ahmad ibn Abd al-Wadud con las tropas de la frontera en la izquierda. Antes de la batalla pasaron dos jornadas en que ambas fuerzas hicieron alardes sin iniciar el combate.

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Infantería musulmana siglos X-XI: izquierda voluntario y líder bereberer; derecha arquero e infante andalusies. Autor Autor José L. Serrano Silva “Arteaga”

El choque fue al comienzo favorable a las fuerzas de Galib, que desbarató los flancos de la hueste de su enemigo. Vestido con cota de malla, a lomos de su caballo y con un alto casco dorado decorado por dos bandas rojas que lo hacían perfectamente distinguible, dirigió una feroz carga que destrozó a los bereberes del flanco derecho enemigo. Sin perder tiempo, encabezó otra carga contra los soldados fronterizos del otro flanco a los que consideraba traidores, poniéndolos en fuga y dejando solamente al centro en pie.

Entonces, cuando parecía que la victoria estaba al alcance de la mano, Galib se apartó de sus tropas y se internó en una hondonada, al parecer para defecar, a donde más tarde acudieron a buscarle, encontrándole muerto junto a su caballo, tenía cerca de 80 años. Como Almanzor no creyó al principio la noticia, le llevaron la mano con el anillo y luego la cabeza de su suegro. La muerte de Galib desbarató sus fuerzas; muchas de las musulmanas se pasaron a Almanzor y los aliados cristianos de Galib tuvieron que huir del campo de batalla para intentar salvarse. Como consecuencia de la muerte del general, sus partidarios cesaron su oposición a Almanzor y entregaron las plazas que, como Atienza o Calatayud, que habían controlado hasta entonces.

A su vuelta a Cordoba arrojó la cabeza de Galib a los pies de su hija (y esposa de Almanzor) que dijo “Hágase la voluntad de Alá”.

Almanzor recibió el laqab (apodo) por el que se conoce, al-Mansur (Almanzor), “el Victorioso”. El vencedor presentó a su difunto suegro como enemigo del califato por su alianza con castellanos y navarros, motivo probable de la crucifixión de su cadáver, que era castigo habitual de traidores y rebeldes, y se presentó a sí mismo como campeón del califato y del Islam.

Campaña contra Simancas (983)

Almanzor fue famoso por sus aceifas o razias, de las que realizó unas 52 entre 983 y 1.001, sin que nunca fuese vencido. Una aceifa era una campaña de unos 40 días, generalmente en primavera o verano, con el fin de tomar botín, esclavos y destruir las fortificaciones cristianas.

En el 983 derrota otra coalición cristiana en Simancas, persiguiendo a los vencidos que intentan protegerse en el castillo de la ciudad. Los hábiles bereberes consiguen entrar junto a los huidos, manteniendo la puerta abierta para que pase la caballería. Los defensores se rindieron y fueron pasados a cuchillo.

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Campañas de Almanzor. Fuente: Atlas de historia de España de Fernando García de Cortázar

Campaña contra Barcelona (985)

La campaña comenzó el 5 de mayo del 885 y siguió un itinerario que pasaba por Elvira, Baza, Lorca y Murcia, lugar donde Almanzor se detuvo 23 días. Allí fue acogido por Aḥmad ben Duhaym ben Jattab, gobernador de la cora de Tudmir, quien agasajó sin límites a Almanzor al juzgar por las fuentes árabes.

Continuó hacia Barcelona. Poco antes de comenzar su asedió derrotó a las tropas del conde Borrell II en las cercanías del castillo de Montcada y, a continuación, el 1 de julio comenzó el asedio de Barcelona. Fue conquistada el 6 de julio del 985, aunque el conde logró escapar por mar y se refugió en las montañas de Manresa. Fueron hechos prisioneros importantes nobles como el vizconde Udalardo I de Barcelona y el arcediano Arnulfo, futuro obispo de Osona.

La guarnición fue arrasada y sus habitantes pasados a cuchillo o esclavizados (excepto los capaces de pagar un fuerte rescate). Al Mansur permanecerá durante meses en la ciudad que fue destruida, así como otros enclaves cercanos, entre ellos los monasterios de San Cugat del Vallés y San Pedro de las Puellas. Finalmente Almanzor abandonó la ciudad y dejó una guarnición en ella.

Sin embargo, entre dos y seis años después, Borrell logró rehacerse y se deshizo de la guarnición musulmana que Almanzor había dejado en la capital del condado.

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Almanzor saqueando Barcelona en el 985. Autor Radu Oltean

Campaña contra Santiago de Compostela (997)

Almanzor partió de Córdoba el 3 de julio del año 997 con su caballería, que hizo el camino por Coria, Visco y Oporto, donde recibió a las tropas de infantería que habían viajado por mar y que estaban ya en Galicia, donde recibió el apoyo de varios nobles locales opuestos a Bermudo. Continuaron la marcha hasta el río Miño, destruyendo Tuy, el día 10 de agosto llegó a la ciudad de Santiago, que había sido abandonada por sus habitantes. La ciudad fue saqueada inmediatamente por los invasores, que destruyeron sus monumentos, murallas e iglesias, excepto la tumba del Apóstol, en la que Almanzor puso guardias para protegerla.

Después, se acercó hasta las costas del océano más al Norte, para dirigirse después de vuelta pasando por tierras del Bierzo y saqueando todo cuanto encontraba a su paso. El botín fue cuantioso y su entrada en la capital del Califato triunfal, incluso -según algún cronista cristiano- obligando a los cautivos a portar a hombros hasta allí las campanas de la iglesia de Santiago. 

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Destrucción de Santiago de Compostela (997). Se ve al fondo la ciudad ardiendo y en primer plano cristianos trasportando las campanas de Santiago a Córdoba. Autor Autor José L. Serrano Silva “Arteaga”

Campañas contra la ciudad de León (983, 986 y 994)

En el 983 Almanzor tomó Simancas yse dedicó a arrasar las tierras del río Duero alrededor de la villa fortificada de Roa. En esos momentos llegaron las huestes del rey navarro Sancho Garcés II y el conde García Fernández, a las que se sumaron las  del rey leonés, el joven Ramiro III, y decidieron no encerrarse en la plaza sino que presentar batalla campal. Las crónicas dicen  muy poco sobre el combate, pero se sabe que el ejército musulmán era muy superior en número y al parecer simplemente desbordó a los cristianos, que se dieron a la fuga.

Tras la victoria Almanzor avanzó contra León, capital del reino, pero Ramiro III salió a su encuentro. El rey cristiano rechazó el primer ataque de los soldados musulmanes, pero cambiaron las tornas y al final huyeron de vuelta a la capital del reino. Los musulmanes llegaron a las puertas de la ciudad, sin embargo, una tormenta invernal los obligó a volver a Córdoba, despues de saquear los arrabales de la ciudad

En  el 986 el  atacó a las ciudades de Zamora, Salamanca y León, denominándose la campaña de las tres ciudades. Muchos nobles enemigos de Bermudo y ex-partidarios de Ramiro III se pasaron al bando de Almanzor, lo que le facilitó las cosas. Realizó un rápido ataque sobre Zamora, que tuvo que capitular. Al entrar en la población y descubrir que los nobles que la defendían habían huido, Almanzor se enfureció y ordenó saquear y destruir la ciudad. En pocos días cayeron Zamora, Salamanca, Alba de Tormes y León.

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Tropas musulmanas partiendo para una aceifa, normalmente desfilaban delante del califa antes de iniciarla. a la izquierda están en parada, a la derecha inician la marcha.Ilustraciones del de las Cantigas de Alfonso X.

En el 994, el caudillo cordobés volvió a centrar sus miras en las ciudades de Astorga y León. Antes de iniciarse las hostilidades, Bermudo II expulsó del reino a los condes traidores a su causa, quienes se pasaron al bando musulmán sin dudarlo un momento. Bermudo II y sus súbditos, sabiendo que no podían ofrecer una buena resistencia, abandonaron la capital, llevándose a Oviedo las principales reliquias de santos, y los cuerpos de los reyes anteriores.

Dejaron para su defensa a los nobles hermanos gallegos Rodrigo y Guillén González, que ofrecieron una gran resistencia, consiguiendo repelerlos en varias ocasiones, pero finalmente la ciudad cayó y Almanzor arrasó la ciudad, y posteriormente hizo lo propio con Astorga, Coyanza (Valencia de Don Juan), y Sahagún. Intentó pasar al Bierzo y a Asturias, pero le detuvieron los castillos de las montañas (Luna, Gordón…). Según las crónicas, en León solamente dejó una torre en pie para que las generaciones venideras pudieran contemplar la anterior grandiosidad de la capital. Después de este desastre, Bermudo II ya nunca regresó a León.

Campaña contra la ciudad de Burgos  (1000)

En el año 1000, se dirigió contra la ciudad de Burgos. Sancho García reunió sus fuerzas y recibió contingentes de otros nobles cristianos, como el rey de Pamplona, el de León o el conde de Saldaña, reuniéndose una nutrida tropa de leoneses, castellanos, navarros y vascos.

Las fuerzas cristianas salieron a su encuentro y le esperaron acampados en una sólida posición defensiva en lo alto  de un peñón que controlaba el paso de numerosos caminos. Era un lugar llamado Yarbayra  o Peña Cervera, al sur de Silos, entre estos altos y la localidad de Espinosa de Cervera.

El 29 de julio ambos ejércitos establecieron contacto y se prepararon para combatir al amanecer del día siguiente. A la mañana del día 30, mientras aún los cordobeses no habían decidido un plan de acción, el conde castellano lanzó un ataque inesperado descendiendo por las laderas de la peña contra los flancos del ejército cordobés.

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Batalla de Cervera (1000). Las fuerzas cristianas de Castilla, León y Navarra estuvieron cerca de vencer a Almanzor. Autor Johnny Shumate

Los cristianos presionaron con su caballería ambos flancos de los musulmanes que apenas se sostenían, sorprendidos por el embate enemigo. Justo en el momento en que su flanco derecho estaba a punto de desbaratarse por completo, Almanzor envió a su hijo favorito, Abd al-Malik al-Muzaffar, para sostenerlo, mientras que su otro hijo, Abderramán Sanchuelo, acudía a auxiliar otro punto de la línea de batalla. Estos refuerzos equilibraron el combate, que se intensificó. Uno de los jefes bereberes que acompañaban a al-Muzaffar dio muerte a uno de los condes, Banu Gómez. Entonces, Almanzor realizó la martingala que le valió la victoria en el reñido enfrentamiento: ordenó trasladar campamento desde la hondonada donde se hallaba a un cerro cercano. El conde castellano creyó que las fuerzas que aparecían en el alto eran nuevos refuerzos que acudían a la batalla y ordenó la retirada, que se convirtió en una desbandada. La caballería islámica se encargó de perseguir al enemigo. Almanzor logró capturar el campamento enemigo.

Tras la victoria, las tropas de Almanzor persiguieron a los huidos en un radio de 15 km. Posteriormente, no siguieron a Burgos como estaba planeado, sino que se dirigieron hacia Zaragoza, pasando seguramente por La Rioja y, a continuación, saquearon el reino de Pamplona.

Campaña contra La Rioja (1002)

Almanzor ordenó que se sumara a su hueste un considerable contingente de tropas norteafricanas con las que se encontró, según lo acordado, en Toledo. Desde allí partieron hacia la ribera del Duero, en cuyas proximidades causó estragos y cuyas tierras devastó.

Solamente se sabe que el ejército musulmán llegó hasta Canales, unos 50 km al sudoeste de Nájera, y que alcanzó el monasterio de San Millán de la Cogolla, que fue saqueado. Al regreso de esta campaña, se sintió enfermo y tuvo que ser transportado en una litera, replegando rápidamente su ejército, es posible que durante su retirada su retaguardia fuese acosada por fuerzas cristianas, dando lugar a la supuesta batalla de Calatañazor (Soria). En muy mal estado llegó a Medinaceli. Allí los médicos no pudieron hacer nada por su vida, muriendo el 11 de agosto de 1002.

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Muerte de Almanzor. Almanzor Enfermo es transportao por sus tropas

Reinos taifas

A su muerte, las distintas facciones o taifas (ta’i-fah, significa tribu) se hicieronn con el poder progresivamente en sus gobiernos locales, al tiempo que apoyan a los efímeros pretendientes a califa, manejándoles según sus intereses y como aval de prestigio del poder al que aspiran. En este periodo se consolidan unos treinta poderes locales, al frente de los cuales, los caudillos regionales usan títulos honoríficos de laqb usados por los califas y el chambelán Almanzor, pero sin proclamarse estos reyezuelos  califas personalmente. Las intrigas por la cabeza del califato en el que se enfrentaron los bereberes y árabes, se desarrollaban fundamentalmente en Córdoba; pero desde la capital se perdió todo control sobre el resto de del territorio que aprovecharon los incipientes reyezuelos taifas para gobernar con independencia, acuñando moneda y creando una administración independiente. Hasta el 1031 que desapareció el último califa.

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Dos jinetes de la Guardia Califal escoltan a un miembro de la corte a la mezquita de Córdoba. Llevan un casco oriental, cota de malla corta o salil, escudo metálico y hacha ceremonial o tarbazín. Autor Edwin Lord Weeks

Con la desaparición formal de la figura del califa, los reyes taifas procuran imitar los modos califales a escala local. Se dedicaron a construir palacios regios, nombrar visires, rodearse de una corte monárquica y procurar atraer intelectuales y poetas que cantasen sus glorias, valiéndose del cultivo del género literario del panegírico, tan importante para la cultura islámica.

La lucha por la supervivencia de los pequeños reinos y por la expansión de los más pujantes, generaron importantes gastos en recursos militares, que consistían fundamentalmente en tropas mercenarias. Esto, unido a las parias o impuestos pagados a los reinos cristianos, bien para aliarse con ellos contra otro enemigo, bien para comprar la paz, fue debilitando la pujanza del Al-Ándalus. Las taifas mayores fueron dominando y absorbiendo a las pequeñas, al final se consolidaron  las taifas de Badajoz, Toledo, Zaragoza, Castilla, Sevilla y Granada.  En el Mediterráneo destacaron la taifa de Denia y la taifa de Baleares, que armó una importante flota bélica.

Las guerras entre los reinos taifas hizo que buscasen protección y ayuda en los reinos cristianos, pagando una cantidad de dinero anual o  parias por su protección.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2015-03-31. Última modificacion 2022-04-18.
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