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Situación política en 1706
Situación política de los aliados
La situación política en Londres era todo para la guerra a principios de 1706 y los ejércitos de campaña podían contar con un apoyo generoso para este año. Marlborough ideó un plan para una marcha por tierra a Italia. Las Provincias Unidas lo aceptaron a condición de que no se llevara a ninguna fuerza holandesa con él. Cuando los acontecimientos superaron este plan, los Estados le ofrecieron a Marlborough enviar 10.000 hombres a Eugenio con la condición de que Marlborough se quedara para defender Flandes. Durante este año, el gobierno holandés les dio instrucciones a sus diputados para que ordenasen que sus tropas controlasen el mayor número de ciudades posible dejando una guarnición y un gobernador holandés.
El Imperio todavía estaba en impotencia debido al levantamiento en Hungría.
Federico I de Prusia había renovado el tratado con las fuerzas marítimas para mantener 8.000 prusianos en Italia. Al surgir problemas con el Emperador, detuvo los refuerzos en Baviera en enero de 1706.
Situación política en las Dos Coronas
Los franceses, por supuesto, intentarían obtener un resultado decisivo en Italia y retomar Barcelona. Comenzarían su campaña tan temprano que se cruzaron los planes de las fuerzas marítimas.
Felipe V quería tomar Valencia, Girona y otros lugares antes de intentar recuperar Barcelona, que podría ser suministrada por mar por los aliados. Sin embargo, Luis XIV decidió tomar Barcelona primero y Felipe, personalmente, dirigió el asedio. Las enormes pérdidas sufridas en este intento abrieron las puertas a una campaña desastrosa en la que incluso los propios aliados tomarían el propio Madrid. Sin embargo, el desastre resultaría ser una bendición disfrazada para Felipe porque la llegada de tropas portuguesas y protestantes llevó a un levantamiento general contra los invasores y le brindó pleno apoyo de personas que poco antes habían levantado un dedo para apoyar a su gobierno. Este apoyo le permitió regresar a Madrid el 4 de octubre.
Luis XIV hace sus primeras propuestas de paz. El marqués de Alègre, que había sido capturado en las líneas de Brabante, fue utilizado como intermediario para comunicar los primeros intentos de paz de Luis. Además de ofrecer un soborno de 300.000 libras a Marlborough, la propuesta era:
- Felipe V se quedaría con España, Milán y las colonias.
- Carlos III obtendría Baviera.
- Maximiliano Emanuel sería nombrado rey de las Dos Sicilias.
- Francia mantendría las fortalezas en el Rin.
- Las Provincias Unidas obtendrían la Barrera y las partes españolas de Gelre y Limburgo.
- El duque de Lorena obtendría el resto del sur de Holanda.
Por supuesto esto no era aceptable para las potencias marinas. El cambio en Baviera se alejaría al imperio de los Habsburgo y aumentaría el poder francés en el Rin.
Felipe V se encontró que al perder casi todo el reino de Aragón, tenía problemas de reclutamiento cuyo peso recayó en el reino de Castilla. A pesar de las dificultades, se crearon nuevos RCs (Órdenes Nuevo, Galindo, Sanguineto, Córdoba, Orense, Sevilla, II de Granada, Jaén, Úbeda y Baeza, Málaga, Lanzarote, y Santiago). Felipe V señalaba las penurias económicas en una carta dirigida a su tío Luis XIV: “aunque haya enviado mis pedererías a Francia para venderlas y la Reina haya hecho lo mismo, yo temo que eso no baste”.
Campaña de Flandes en 1706
Antecedentes
Durante el invierno, los aliados nombraron nuevos oficiales generales:
- El general Salish para mandar el Mosa con los tenientes generales Dorptf y Hompesch.
- El conde de Oxenstein para mandar Brabante con el teniente-general Dompré y el barón Spar.
Mientras que en el lado francés, el elector Maximiliano-Emanuel de Baviera, comandante en jefe del ejército en los Países Bajos, dividió a su ejército:
- Los mariscales de Villeroy y Marcin permanecían en la frontera.
- El conde de Gacé, teniente-general, en Amberes con el mariscal de campo Montegeorge.
- El duque de Villeroy en Bruselas con el mariscal Palavicin.
- El señor de Souternon en Mechelen con el mariscal de campo Puyguion.
- El señor de Courcelles en Luxemburgo.
Los brigadiers Tournefort, Nesle, Viena, Buzenval, Tournain, Villefort, Greder, La Mothe y Ponts estaban dispersos en varios lugares de los Países Bajos.
El duque de Marlborough regresó a las Provincias Unidas el 21 de abril de 1706 para una conferencia con los diputados de los Estados Generales para organizar las medidas que se tomarían para la apertura de la campaña militar del año. Llegó a La Haya 9 de mayo de 1706 con el general Overkerque para visitar a las tropas holandesas en Tongeren y las nuevas obras de la ciudadela de Lieja.
Los diputados de los Estados Generales, van Collen, Renswoude y Goslinga abandonaron La Haya el 11 de mayo para unirse a Maastricht el 17 y Tongeren el 19.
El plan original del duque de Marlborough para 1706, era una marcha desde los Países Bajos hasta Italia con el fin de apoyar al príncipe Eugenio de Saboya y expulsar a los franceses del país; y restaurar los territorios del duque de Saboya. Su idea tuvo que ser cancelada debido a que los reyes de Dinamarca y Prusia mostraban poco entusiasmo por un proyecto que llevaría a sus tropas tan lejos; y el príncipe Luis de Baden era tan reacio como siempre a contribuir con sus fuerzas, una inesperada ofensiva francesa en la margen izquierda del Rin, le había obligado a retirarse, recapturando la fortaleza de Hagenau. Esto permitió a Villars prestar los 25.000 de Marsin a Villeroy en Flandes, para que este último pudiera comenzar su propia campaña agresiva.
Frente a esta amenaza, los Estados Generales de los Países Bajos prometieron a Churchill la lealtad de su ejército si aceptaba mandar personalmente el ejército en la zona, asegurando además aportar 10.000 hombres a las fuerzas de Eugenio en Italia.
El duque de Marlborough aceptó y se desplazó con sus tropas a los alrededores de Lieja y la frontera del ducado de Brabante en un intento de atraer al Duque de Villeroy a la batalla. Luis XIV, deseoso de resarcirse de la derrota sufrida en 1704, apremió al disconforme Villeroy a vengar esas humillaciones. Este, bajo presión del Rey, salió hacia Lovaina a la cabeza de 70 BIs, 132 ECs y aproximadamente 70 piezas de artillería, totalizando una fuerza de unos 60.000 hombres. Villeroy tenía la intención de recapturar la fortaleza de Zoutleeuw (Léau para los franceses), perdida el año anterior.
El 19 de mayo, sin esperar la ayuda de Marsin, cruzó el Dyle en Lovaina y avanzó hacia Tirlemont. Había aprendido de sus agentes que Marlborough estaba lejos de tener toda su fuerza. Los prusianos todavía estaban al este del Rin y era poco probable que marcharan, y los mercenarios daneses estaban retenidos en cuarteles de invierno hasta que los aliados debían liquidar los atrasos salariales. De este modo, Villeroy contaba con tener que enfrentarse solo con las fuerzas inglesas y holandesas, qué combinadas serían considerablemente inferiores en número a sus 60.000 efectivos.
En Maastricht, Marlborough había estado considerando incursión en Namur cuando recibió la noticia del avance de Villeroy. El dinero inglés fluyó con rapidez para ajustar las diferencias financieras con el rey de Dinamarca, y la buena caballería danesa pronto se apresuró a unirse al Duque. En la tarde del 22 de mayo, acamparon a unos 8 km de los ejércitos combinados holandeses y británicos, que se habían desplazado hacia Corswaren, unos 12 km al este del campo de batalla de Landen. La llegada de los daneses elevó la fuerza total de Marlborough a unos 62.000, todos en condiciones de primera clase. Sus espías informaron que los franceses se habían movido a Judoigne, cerca de las cabeceras del río Gran Geete. Decidió avanzar para obligarlos a retirarse, o presentar batalla. Judoigne estaba a dos días de marcha. El día 22 era sábado, y la intención del Duque era acampar al día siguiente, en el pueblo de Ramillies, y desde allí, temprano el lunes, avanzar a la batalla contra Villeroy.
Mientras Villeroy y sus subordinados se preparaban, Marlborough había alentado a su ejército y había estado marchando hacia el oeste desde Corswaren desde las 03:00 horas. Había enviado a su confiable intendente Cadogan para buscar un posible campamento para la noche del 23. Ese oficial, con un destacamento de 600 dragones, había llegado a la meseta de Jandrenouille, al este del Pequeño Geete, un par de horas después de la salida del sol (sobre las 08:00 horas). En la niebla notó algunas figuras difusas a caballo. Estos intercambiaron fuego con sus dragones y galoparon de nuevo en la oscuridad. Cadogan se detuvo y le envió un mensaje a su jefe para que fuera mejor y echara un vistazo.
Sobre las 10:00 horas, cuando la niebla comenzaba a disiparse, Marlborough montó con el mariscal Ouwerkerk y junto con Cadogan reconocieron la posición de Ramillies juntos. Tomando nota de todas las tropas borbónicas desde Autre-Eglise hasta la llanura debajo de Ramillies. El duque se mostró gratamente sorprendido de que Villeroy ocupase ese terreno tan al este. Envió mensajeros para que su ejército llegara rápidamente, especialmente al contingente danés, que aún no se había unido al ejército principal el día anterior.
Durante el resto de la mañana, las tropas británicas, holandesas y aliadas cruzaron la aldea de Jandrenouille y también a lo largo del antiguo camino Romano a lo largo del río Mehaigne, agitándose en la fila y dejándose caer para preparar su almuerzo. Los dragones se adelantaron con miles de fajinas (paquetes de ramas) para arrojarlos al río Pequeño Geete para que los hombres lo cruzaran. Los ingenieros supervisaron el lanzamiento de puentes a través de la corriente en Foulx. El coronel Blood, que dirigía la artillería de todo el ejército, mando asentar sus cañones pesados de asedio, y llevar toda la artillería a la vanguardia.
Batalla de Ramillies (23 de mayo de 1706)
La zona era familiar para ambos contendientes, Villeroy por su ocupación de las Líneas de Brabante, y Marlborough por su estancia en el cercano Meldert el otoño anterior. Era una región plana, el terreno más elevado era una elevación de aproximadamente dos millas de largo que se extendía entre la fuente del río Pequeño Geete y el Mehaine y formaba parte de la cuenca hidrográfica entre los ríos Escalda y el Mosa.
Las aldeas de Ramillies y Taviers marcaban los extremos norte y sur de esta elevación, que se ampliaba en dos mesetas; hacia el oeste el monte Saint André (con un montículo alto llamado la Tumba de Ottomond que forma un punto de referencia en el centro), y al este la llanura de Jandrenouille. En la depresión poco profunda entre ellos, el pequeño Geete se curvaba en una ligera media luna hacia el noreste. En su orilla izquierda había dos aldeas más, Offus y Autre-Eglise, respectivamente, a 1,5 y 3 km al norte de Ramillies. La única otra comunidad urbanizada en las proximidades era la pequeña aldea de Francqnée, que estaba situada junto a Mehaine a unos cientos de metros por debajo de Taviers, y era la posición más oriental que tenían los franceses.
El 19 de mayo, Churchill concentró a sus fuerzas en Corswaren tras enterarse de que su enemigo había cruzado el río Dijle. El ejército aliado consistía en 74 BIs, 123 ECs y 120 piezas artilleras, sumando en total unos 62.000 hombres.
En la una de la madrugada del 23 de mayo, Marlborough mandó a su oficial William Cadogan a reconocer la zona donde pensaba establecer el campamento la noche siguiente tras la marcha del día, el altozano de Saint André, cerca de la villa de Ramillies. Por pura casualidad, Villeroy había decidido acampar esa noche en esa misma posición. Allí es donde Cadogan descubrió la compacta y masiva concentración de tiendas del campamento franco-bávaro.
Despliegue inicial
La mañana del 23 de mayo, el ejército de Villeroy formaba un arco cóncavo de algo más de 6 kilómetros de longitud. Disponía de 70 BIs, 132 ECs de caballería y 70 cañones (32 pesados y 38 ligeros). Desplegó:
- Ala izquierda entre el poblado de Autre Église y Offus, estaba mandada por el Maximiliano Emanuel, elector de Baviera. Estaba formada por las DIs (divisiones de infantería) de Virquenfeld (8 BIs), Antin (9 BIs), Villeroy (6 BIs) y Grimadi (4 BIs) y la DC (división de caballería) de Egmont (29 ECs). En total 17 BIs y 29 ECs entre los que se encontraban varios españoles y valones.
- Centro, entre los pueblos de Offus y Ramillies, estaba mandado por el mariscal D’Artañán, compuesto por las DIs Surville (12 BIs), Lede (14 BIs), y d’Artañan (12 BIs) y la DC de Horn (21 ECs), en total 38 BIs, entre los que se encontraban los mejores de Francia. Ramillies estaba flanqueado por las baterías de cañones pesados.
- Ala derecha mandada por el marqués de Giscard, se extendía entre Ramillies y Traviers, y allí desplegó al grueso de su caballería en 5 BRCs en 3 líneas con un total de 82 ECs: Desplegó en:
- Primera línea la BRC de Giscard con 17 ECs, y la BRC de Chimay con 19 ECs.
- Segunda línea la BRC de Gassión (15) y la BRC de Roussy (13).
- Reserva la BRC de Rohan-Chabot (12), apoyadas por la DI de Biron (10 BIs). En el pueblo de Traviers estaba defendido por La Motte con 2 BIs y 4 EDs.
La artillería francesa estaba formada por 12 cañones pesados (16-24 libras), 20 medios (8-12 libras), 26 cañones ligeros tritubo de 4 libras, y 12 cañones de 4 libras monotubo. Los cañones ligeros se asignaron uno a cada batallón en primera línea.
El ejército aliado disponía de 74 BIs, 123 ECs y 120 piezas artilleras, sumando en total unos 62.000 hombres. La caballería danesa (4.000) llegaron a las 14:30 horas, poco antes de iniciar la batalla. Desplegaron:
- Ala derecha estaba comandada por George Hamilton, lord Orkney, con 3 BRCs con 54 ECs con 9.143 jinetes. Desplegó en:
- Primera línea la BRC inglesa Lumey (15 ECs con 1.828 jinetes y 664 dragones), y la BRC holandesa Dompré (18 ECs con 3.100 jinetes).
- Segunda línea la BRC hanoveriana-prusiana de Oyen (21 ECs con 2.875 jinetes y 676 dragones).
- Centro mandado George Churchill, estaba compuesto por infantería con 69 BIs con 45.246 infantes y 118 cañones. Desplegó en:
- Primera línea 3 DIs: la DI del conde de Okney (17 BIs con 11.351 infantes); la DI del teniente-general Sparr (12 BIs con 7.228 infantes), la DI holandesa del teniente-general Denem (12 BIs con 8.484 infantes).
- Segunda línea 3 DIs: DI del teniente-general Ingoldsby (9 BIs con 6.235 infantes); la DI holandesa del teniente-general Oxenstierna (12 BIs con 7.387 infantes); la DI del teniente-general príncipe de Holstein-Beck (7 BIs con 2.991 infantes).
- Ala izquierda mandada por el mariscal Hendrik de Nassau-Ouwerkerk. Desplegó en:
- Primera línea la DC holandesa del teniente-general Cirksena (26 ECs con 4.523 jinetes).
- Segunda línea la DC holandesa del teniente-general Hompesch (22 ECs con 3.464 jinetes).
- Tercera línea la DC danesa del príncipe de Württemberg-Neustadt (21 ECs con 3.190 jinetes y 907 dragones).
- Al lado de la fuerza de Hendrik se desplegaron 4 BIs de la fuerza de élite de los Guardias Azules holandeses bajo el mando del general Wertmuller, con la misión de tomar Traviers y Franquenée.
Ataque en el Taviers en el sur
Poco después de las 13:00 horas, la artillería de ambos bandos abrió fuego, y una hora después, los aliados avanzaron hacia el ataque. Ouwerkerk y Marlborough habían acordado que antes de que pudieran lanzar una carga de caballería contra la izquierda borbónica, las aldeas en el río Mehaigne, Taviers y Franquenée, debían ser aseguradas. No estaban seguros de la entidad de los defensores.
En el sur la brigada del coronel Werdmüller avanzó con los 4 batallones de infantería holandesa, los famosos Guardias Azules, apoyados por 2 cañones ligeros. En frente se encontraba el general francés La Motte que disponía de 2 BIs de la Guardia Suiza en Taviers y 4 grupos de dragones, de los cuales 2 los había situado adelantados en la granja de Franquenée.
El puesto de avanzada en la granja Franquenée fue tomada por los batallones de vanguardia tras un breve tiroteo, los dragones huyeron. Los holandeses siguieron avanzando hasta la posición de Taviers. Se encontraron con la defensa avanzada exterior, que era una la sucesión de muros y setos, los suizos se mantuvieron firmes, pero cuando la amenaza de cerco se convirtió en una realidad, se retiraron de los edificios, acelerados por el fuego enemigo, retirándose a sus batallones.
Pero apenas los suizos en retirada se reunieron con sus compañeros en esa aldea cuando los guardias holandeses renovaron su ataque. Los combates entre las callejuelas y casas de campo pronto se deterioró en combates cuerpo a cuerpo, pero la superioridad en potencia de fuego holandesa pronto se impuso, y sobre las 15:00 horas, los suizos habían sido expulsados de la aldea hacia las marismas, refugiándose en una altura que controla los dos cursos de agua, e intentando hacer frente a los holandeses.
El mariscal Guiscard ordenó inmediatamente su tercera línea bajo el mando de Rohan-Chabot que avanzaran lo más rápido posible hacia Taviers y reforzar la defensa del pueblo o, en caso de que hubiese caído, retomar el pueblo. Con 5 RDs de Rohan avanzó, pero llegar al Vissoule los dragones desmontaron para cruzar el terreno pantanoso a pie. Giscard también mandó al general Biron que enviase refuerzos de infantería. Biron mandó, primero la BRI de Nonan (con los batallones Provenza y Bassigny) y luego la BRI alemana de Wolfskehl con sus 3 BIs. Desafortunadamente, mientras todas estas tropas (más de 4.000) podrían haber abrumado a los 2.700 holandeses si todos hubieran llegado juntos, pero tomaron varias rutas al sonido de los disparos y se perdieron, llegando en grupos separados.
Mientras las filas francesas vacilaban, los escuadrones principales de la caballería danesa de Württemberg, ahora sin obstáculos por el fuego enemigo de cualquiera de las aldeas, también fueron enviados al ataque y cayeron sobre el flanco expuesto de la infantería franco-suiza y los dragones, que se encontraron entre dos fuerzas.
Avanzando al alcance de los mosquetes, Werdmüller se detuvo frente a la altura donde se habían hecho fuerte los suizos de La Motte, sus líneas se detuvieron a una distancia de alcance de mosquete, y mando hacer fuego con los dos cañones ligeros. En lo alto de la colina, los suizos respondieron lo mejor que pudieron, pero superados en número y sufriendo la incesante y continua descarga del fuego de las líneas holandesas, a medida que aumentaban las víctimas, comenzaron a ceder terreno. Durante casi un cuarto de hora sufrieron ese castigo, devolviendo el fuego enemigo lo mejor que pudieron. Luego, un corredor llegó a la posición de La Motte: de Rohan había llegado a la ciénaga y, habiendo desmontado sus tropas en el otro extremo, se estaban apresurando en su ayuda, avanzando con la única prioridad de llegar hasta ellos.
Muchos dragones cayeron al precipitarse alcanzados por el fuego enemigo, el señor de Aubigné fue muerto a la cabeza de su regimiento, mientras que tanto Weibenstein, comandante de regimiento de Colonia, como el propio Rohan-Chabot tuvieron que ser arrastrados a la retaguardia por haber sido alcanzados por fuego enemigo.
Lentamente, los suizos y su refuerzo concedieron más terreno, pero luego al norte, los BIs de Provence y de Bassigny bajo el marqués de Nonan comenzaron a llegar, por fortuna, detrás del flanco derecho de Werdmüller, en una posición desde la cual pudieron coger a las tropas holandesas en enfilada.
Durante algunos minutos, parecía que la marea se había detenido al menos y la línea se había estabilizado; pero las filas francesas estaban llenas de muchos para los que se trataba de un bautismo de fuego, y cuando Werdmüller volvió a alinear tranquilamente su batallón de flanco para enfrentar la nueva amenaza, los recién llegados fueron recibidos con fuego efectivo.
Así que después de menos de una hora de este tiroteo, Werdmüller, apoyado por la caballería de Württemberg, tenía el control firme de Taviers y había logrado eliminar a unos 5.000 enemigos (muertos, heridos, capturados o huidos), perdiendo solo un puñado. Fue una apertura auspiciosa para la batalla. Habían dejado de manera crucial al ala derecha borbónica sin apoyo de infantería.
Ataque en Autre-Eglise en el norte
Mientras Werdmüller estaba asegurando el flanco sur, Marlborough estaba subiendo y bajando los casi 6 km de su línea, supervisando el despliegue. Había establecido su cuartel general en una de esas granjas amuralladas inmediatamente al noreste de Ramillies, pero su verdadero cuartel general estaba a lomos de su caballo. Su artillería, particularmente sus cañones pesados de asedio y morteros, ya estaban batiendo Ramillies y Offus, mientras que la artillería francesa respondía de manera inconexa. Las tropas aliadas estaban, en su mayor parte, sentadas en sus líneas, disfrutando de su comida del mediodía, y casi sin ser alcanzados por las balas de los cañones franceses.
Charles Churchill que mandaba la infantería inglesa, había desplegado sus divisiones para atacar las tres poblaciones: Autre-Église, Offus y Ramillies, asignando dos divisiones a cada uno.
- En el norte el ataque a Autre-Église sería mandado por George Hamilton, conde de Orkney, con su DI de Orkney (17.000 efectivos en 17 BIs) en vanguardia, y la DI Ingoldsby (6.500 efectivos en 9 BIs).
- En el centro el ataque a Offus sería mandado por el teniente-general Spaar con la DI Spaar (7.200 efectivos en 12 BIs) en primera línea y la DI holandesa Oxentierna (7.400 hombres en 12 BIs) en segunda línea.
- En la derecha el ataque a Ramillies sería mandado por el teniente-general Dedem con la DI holandesa Dedem (8.500 hombres en 12 BIs) en primera línea y la división Holstein-Beck (3.000 efectivos en 7 BIs).
Sobre las 14:30 horas, George Hamilton, conde de Orkney, recibió la orden de Marlborough para iniciar el ataque a través del Pequeño Geete cerca de Foulx. Sus zapadores habían estado llenando la zanja toda la mañana con fajinas. Sus fuerzas cruzaron el río y comenzaron a subir la baja pendiente hacia las principales posiciones borbónicas en Autre-Eglise. Así que definitivamente el arroyo no fue el obstáculo formidable que Villeroy y su personal asumieron que sería. Una vez establecida que la infantería cruzó el Pequeño Geete y creó una zona segura, se establecieron puentes de pontones para el cruce de la caballería.
El ataque lo encabezaba la DI inglesa de Orkney, que desplegó a su derecha la BRI Wither con 6 BIs y 5.000 efectivos, donde se encontraban el primer batallón del regimiento Guardias a pie, cuyo coronel era el propio Marlborough, conocidos como los Casacas Rojas, también se encontraba el primer batallón del regimiento de Orkney conocidos como los cameronianos; los escoceses Godfrey y Lalo; y los ingleses Sabine y Webb.
En el centro avanzaba la BRI al mando del irlandés George Macartney con 6 BIs y 4.200 efectivos (Churchill, Mordaunt, Evans, Macartney, Stringer y Howe). A su derecha la BRI danesa Donop con 4 BIs y 2.300 efectivos.
A retaguardia progresaba la DI de Ingolsby con 9 BIs y 6.500 efectivos.
Cuando los batallones ingleses descendieron por la suave pendiente del valle del Pequeño Geete, luchando a través de la corriente pantanosa, fueron recibidos por la disciplinada infantería valona de la BRI de San Pedro de la DI Grimaldi, enviada desde la posición de la Autre-Eglise.
Habiendo pasado el primer obstáculo bajo los mosqueteros enemigos y del fuego de artillería, las tropas aliadas comenzaron a realinear sus formaciones para la primera fase del ataque de Orkney: tomar Autre-Église y luego tomar de flanco la posición en la carretera Offus – Autre-Église que obligaría a Villeroy a desviar más recursos para cubrir su flanco izquierdo abierto y su línea de retirada hacia Lovaina.
Toda la infantería logró cruzar y la BRI de la derecha (Wither) giró lentamente hacia la Autre-Église mientras que la izquierda (Macartney) mantuvo la posición en el arroyo con el fin de presentar un frente en el caso de un contraataque enemigo. Entre las 15:30 y las 16:00 horas, Orkney sintió que sus tropas estaban listas y dio la orden para el ataque.
La posición de Autre-Église estaba defendida por la DI de Wirkenfeld, compuesta por las BRIs de Zúñiga con 4 BIs hispano-valones con 2.100 efectivos y la BRI de Barial (4 BIs).
Los ingleses se tomaron un tiempo para reagrupar sus filas en el suelo seco más allá de la corriente y seguir avanzando cuesta arriba hacia las cabañas y barricadas en la cresta. El vigor del asalto inglés, sin embargo, fue tal que amenazaron con romper la línea de las aldeas y subir a la meseta abierta del monte Saint-André. Esto era potencialmente peligroso para la infantería aliada, que estaría entonces a merced de los escuadrones bávaros y valones del Elector que esperaban pacientemente en la meseta a que llegara la orden de ataque.
Aunque la BRC inglesa de Henry Lumley con 15 ECs, había logrado cruzar el terreno pantanoso alrededor del Pequeño Geete, pronto fue evidente para Marlborough que no sería posible contar con suficiente apoyo de caballería y que la batalla no podía ganarse en el derecho aliado.
El Duque, por lo tanto, suspendió el ataque contra Offus y Autre-Eglise. Comenzó a enviar mensajeros a Orkney para retirarse de su ataque a Autre-Eglise. Orkney, que en realidad estaba progresando en ese sector, ignoró a estos mensajeros a los que consideraba interferir con lo que consideraba el borde de la victoria. Pero a Marlborough le preocupaba que si la infantería de Orkney lograba atravesar Autre-Eglise, estaría completamente a merced de los 45 ECs de caballería francesa y bávara, estacionados en la llanura detrás. Y no quería comprometer su propia caballería en el flanco norte para rescatarlos. Tenía otros planes para ellos.
Cuando los mensajeros siguieron regresando para decirle al duque que Orkney se había negado a retirarse, Marlborough envió a su propio intendente, Cadogan, para impresionar la orden sobre el escocés. Al parecer, discutieron con vehemencia durante varios minutos, con balas volando a su alrededor, pero Cadogan se mostró inflexible e impresionado sobre el Conde al que el plan maestro de Marlborough lo obligaba a retirarse; ya había cumplido con su deber; sujetando el ala izquierda de Villeroy.
Para asegurarse de que Orkney obedecía su orden de retirarse, Marlborough envió a su intendente general Cadogan en persona con la orden. A pesar de las protestas de Orkney, Cadogan insistió en el cumplimiento y, a regañadientes, Orkney dio la palabra para que sus tropas volvieran a sus posiciones originales en el borde de la meseta de Jandrenouille. El ataque había cumplido su propósito. Villeroi había prestado su atención personal a esa ala, y creyendo que era el ataque principal, la había fortalecido con grandes unidades de caballería e infantería que deberían haber participado en la lucha decisiva al sur de Ramillies.
Ataque en Ramillies
Mientras tanto, el asalto holandés contra Ramillies iba ganando ritmo. Charles Churchill ordenó a la DI de Dedem atacar el pueblo. La BRI holandesa de Sautelande (3.660 efectivos en 7 BIs), la BRI escocesa del duque de Argyll (2.500 en 4 BIs); y la pequeña BRI holandesa de Bassenaer (2.200 en 3 BIs) en segunda línea la DI de Holstein-Beck con la BRI de Kepel (2.000 efectivos 5 BIs) y la BRI de Murrays de protestantes suizos (1.000 efectivos en 2 BIs). En frente tenía la DI de D’Artañán con 6.200 hombres en 12 BIs, con la BRI de Seluc (2.200 en 4 BIs entre ellos uno de Gansos Salvajes irlandeses), la BRI de Albergoti con (1.500 en 3 BIs), la BRI del marqués de Maffei (2.500 en 2 BIs de Guardias de Colonia y 3 BIs de Guardias Bávaras). Los franceses presentaron una defensa decidida, inicialmente repeliendo a los atacantes con graves pérdidas.
La BRI escocesa del duque de Argyll consiguió entrar en el pueblo, intentando tomar la iglesia para dividir las fuerzas francesas en dos, pero un contraataque de los Gansos Salvajes irlandeses los hicieron retroceder.
Al ver que las fuerzas estaban vacilando, Marlborough ordenó a las divisiones de segunda línea de Autre-Eglise y Offus, la DI inglesa Ingoldsby y la DI danese de Oxentierna que enviaran parte de sus fuerzas a Ramillies. Protegidos como estaban de la observación por una ligera elevación, su comandante, ordenó que los colores (banderas) de los RIs se dejaran en el borde de la meseta para que sus oponentes vieran que aún estaban en su posición inicial.
Por lo tanto, sin que lo supieran los franceses que permanecían ajenos a la verdadera fuerza e intenciones de los aliados en el lado opuesto, Marlborough estaba lanzando todo su peso contra Ramillies y la llanura abierta hacia el sur. Mientras tanto, Villeroy seguía moviendo más reservas de infantería en dirección opuesta hacia su flanco izquierdo.
Ataque del ala izquierda aliada
Marlborough le dio el visto bueno al duque de Ouwerkerk para iniciar su carga de caballería principal. Al mismo tiempo, ordenó a su hermano menor, Charles Churchill, comenzar el ataque principal de infantería contra Ramillies. Todos los cañones aliados abrieron fuego y empezaron a bombardear el pueblo y las baterías francesas que los rodeaban. Los franceses respondieron al fuego, pero no con la misma potencia.
Ouwerkerk dirigió su primera línea de caballería compuesta por la DC de Cirksena (21 ECs con 4.500 jinetes) hacia delante, rodilla con rodilla, caminando al principio, luego cambiando secuencialmente paso, trote, y galope, hacia la línea de la caballería que se suponía era la mejor de Europa. Guiscard vio que la muralla de caballos se acercaba a él. Sabía que necesitaba volver a iniciar su propia contra-carga o ser arrollado. Así que él dirigió su DC con la Casa del Rey (17 ECs con 3.300 jinetes) hacia delante. Solo habría tomado las dos líneas unos cuatro minutos para cerrar la distancia de 1,5 km entre ellas. Los franceses, esta vez, no se detuvieron para disparar la pistola, como era su doctrina habitual, sino que chocaron contra los holandeses con las espadas desenvainadas, a toda velocidad. La colisión debió haber sido horrible.
El primer choque duró varios minutos. Aunque la caballería de élite francesa echó atrás la caballería holandesa en su frente inmediato, debido a las brechas entre sus escuadrones, los holandeses, en su formación en muralla, lograron filtrarse y girar para golpear a los franceses desde los flancos y la retaguardia. Ambos bandos se mantuvieron por un tiempo en ese tumulto. Pero con el tiempo la caballería francesa comenzó a superar la primera línea holandesa. Esta última se retiró y volvió a galopar detrás de su infantería de apoyo (la Guardia Holandesa), que detuvo a los perseguidores franceses con un devastador fuego de fusil.
La segunda línea de caballería aliada, bajo Hompesch (22 ECs con 3.500 jinetes), que se adelantó y ejecutó su propia carga, que hizo retroceder a la Casa del Rey, y que, a su vez, fue apoyada por la DC de Chimay (19 ECs con 2.700 jinetes). Las cargas fueron de ida y vuelta durante más de una hora, cada lado acabó agotado.
Los escritos del marqués de Feuquières después de la batalla describieron la escena: “Avanzaron en cuatro líneas … Al acercarse avanzaron su segunda y cuarta líneas en los intervalos de su primera y tercera líneas, de modo que cuando avanzaron nosotros, formamos un solo frente, sin espacios intermedios”.
Se empeñó la tercera línea que era la DC danesa de Württemberg-Neustadt (21 ECs con 4.000 jinetes), y los jinetes franceses contraatacaron de nuevo, empujando a los escuadrones aliados en contraataques locales exitosos. En el flanco derecho de Overkirk, cerca de Ramillies, 10 de sus ECs repentinamente rompieron filas y se dispersaron, huyendo hacia retaguardia para reagruparse, dejando el flanco aliado en Ramillies expuesto peligrosamente. A pesar de la falta de apoyo de infantería, Guiscard lanzó su caballería hacia delante en un intento de dividir al ejército aliado en dos.
Mientras esperaba que llegasen los nuevos refuerzos del ala derecha, Marlborough reunió a algunos de los jinetes holandeses que estaban en confusión los reagrupó y les condujo a la batalla. Pero su participación personal casi llevó a su perdición. Varios jinetes franceses, reconociendo al Duque, le atacaron. El caballo de Marlborough se desplomó y el duque fue arrojado a tierra. Fue un momento crítico de la batalla. El mayor-general Murray al verlo caer, avanzó con toda prisa con 2 BIs suizos para salvarlo y detener al enemigo que estaba atacando. Afortunadamente, el recién nombrado ayudante de campo de Marlborough, Richard Molesworth, galopó al rescate, montó al Duque en su caballo y lograron escapar, antes de que las disciplinadas filas de Murray rechazaran a los perseguidores franceses.
Después de una breve pausa, el coronel Bringfield (o Bingfield), condujo a otro de los caballos de repuesto del Duque; pero mientras lo ayudaba a subir a su montura, el desafortunado Bringfield fue alcanzado por una bola de cañón.
El duque reunió la BRC holandesa de Dompre (18 ECs y 3.100 jinetes) y la BRC de Oyen (21 ECs y 3.500 jinetes), y lideró personalmente la carga de caballería con el fin de romper la línea francesa.
Ruptura del frente francés
Sobre las 16:30 horas, y los dos ejércitos estaban en contacto directo en todo el frente de 6 km, desde las escaramuzas en las marismas del sur, a través de la vasta batalla de caballería en la llanura abierta; a la feroz lucha por los Ramillies en el centro, y al norte, donde, alrededor de las casas de campo de Offus y Autre-Eglise, Orkney y de la Guiche se enfrentaban en el Pequeño Geete, listos para renovar las hostilidades.
La llegada de los escuadrones transferidos comenzó a inclinar la balanza a favor de los aliados. Cansada, y sufriendo un creciente número de bajas, la inferioridad numérica y el cansancio de los escuadrones de Guiscard que luchaban en la llanura, por fin, comenzó a contar. Después de no haber podido retener ni retomar a Franquenée y Taviers, el flanco derecho de Guiscard se había expuesto peligrosamente y se había abierto una brecha fatal en el lado derecho de su línea.
Aprovechándose de esta brecha, la caballería danesa de Württemberg ahora avanzó, girando para envolver el flanco de la Casa del Rey, cuya atención estaba casi totalmente fijada en contener a los holandeses. Avanzando casi sin oposición, los 21 ECs daneses giraron alrededor del área de la Tumba de Ottomond, dirigiéndose hacia el norte a través de la meseta del monte Saint André hacia el flanco expuesto del ejército de Villeroy.
Los refuerzos aliados finales para el concurso de caballería al sur estaban finalmente en posición. La superioridad de Marlborough en la izquierda ya no se podía negar, y su plan de rápido movimiento se apoderó del campo de batalla. Ahora, demasiado tarde, Villeroy trató de redistribuir sus 29 ECs de la DC de Egmont no utilizados del ala izquierda y las DIs de infantería desplegadas en Offus y Autre-Église, en un intento desesperado de formar una línea orientada hacia el sur, que se extiende desde Offus hasta monte Saint André.
En Autre-Église la caballería del teniente-general Lumley (15 ECs), comenzó a buscar un camino a través del Pequeño Geete y el terreno pantanoso al sur y al este de Autre-Église. Encontrando el pueblo desierto, las DIs de Antin y de Birkenfled se estaban replegando para ocupar la nueva línea, los dragones que iban en cabeza galoparon hacia el oeste en un intento para encontrar y atacar al enemigo antes de que la lucha llegue a su fin.
Lord John Hay a la cabeza de su RD escocés y Charles Ross con el RD irlandés, irrumpieron en medio de 2 BIs del RI de la Casa del Rey que cubrían la retirada. El RI francés fue destrozado por la carga de caballería, sufriendo 800 bajas, su derrota aceleró la desintegración de la nueva línea prevista de Villeroy, transformase en una fuga incontrolada.
En el sur, el comandante aliado ordenó a su caballería que avanzara contra los jinetes bávaros y franceses que eran superados en número. El flanco derecho de De Guiscard, sin el apoyo adecuado de infantería, ya no pudo resistir el ataque y, girando sus caballos hacia el norte, se rompieron y huyeron en completo desorden. Incluso los escuadrones que estaban siendo reunidos por Villeroy detrás de Ramillies no pudieron resistir el ataque.
En Ramillies, la infantería aliada, reforzada por las tropas llegadas del norte, por fin se abrió paso. El regimiento de Picardía se mantuvo firme, pero quedaron atrapados entre el regimiento escocés-holandés del coronel Borthwick y los refuerzos ingleses. Borthwick fue muerto, al igual que Charles O’Brien, el vizconde irlandés Clare al servicio francés, luchando a la cabeza de su regimiento. El marqués de Maffei intentó una última posición con sus guardias de Bavaría y de Colonia, pero resultó en vano. Al darse cuenta de una oleada de jinetes que se acercaban rápidamente desde el sur, se rindió.
Persecución
Hacia las 19:00 horas, el duque de Villeroy y el elector de Baviera fueron arrastrados hacia el oeste junto con los restos de su ejército, evitando a duras penas la captura cuando Hamilton barrió la desmoralizada línea francesa desde el norte, atravesando Autre Église. La persecución duró toda la noche, y miles de soldados franceses resultaron muertos o hechos prisioneros. La Colonie escapó por tercera vez en su vida, retrocediendo junto a sus tropas hacia Namur. Pequeños grupos del ejército francés lograron ejecutar una retirada relativamente ordenada hacia Jodoigne y Wavre.
Bajas de la batalla
El número total de bajas francesas no se puede calcular con precisión, se pueden estimar en 7.000 muertos y heridos y 6.000 capturados, y otros 2.000 eligieron desertar. Perdieron toda su artillería y el tren de bagajes. Los aliados sufrieron 1.066 heridos y 2.560 muertos.
Operaciones en Flandes después de la batalla de Ramillies
Villeroy, con una pequeña fracción de su ejército, se vio obligado a evacuar completamente el país y reagruparse en la línea de fuertes de Vauban que se alineaban en la frontera francesa.
Ciudad tras ciudad fueron sucumbiendo a los aliados. Lovaina cayó el 25 de mayo, tres días después, los aliados entraron en Bruselas, la capital de los Países Bajos Españoles. Marlborough se dio cuenta de la gran oportunidad creada por la temprana victoria de Ramillies: escribió “Ahora tenemos todo el verano ante nosotros y con la bendición de Dios, haré el mejor uso”. Malinas, Lierre, Gante, Alost, Damme, Oudenaarde, Brujas y el 6 de junio en Amberes. Todos posteriormente cayeron ante el ejército victorioso de Marlborough y, como Bruselas, proclamaron al candidato austriaco para el trono español, el archiduque Carlos, como su soberano. Villeroy fue incapaz de detener el proceso de colapso. Cuando Luis XIV se enteró del desastre, llamó al mariscal Vendôme del norte de Italia a tomar el mando en Flandes; pero pasarían semanas antes de que la orden cambiara de manos.
A medida que se difundían las noticias sobre el triunfo de los aliados, los prusianos, los hessianos y los contingentes de Hannover, largamente demorados por sus respectivos gobernantes, se unieron con entusiasmo a la persecución de las fuerzas francesas y bávaras rotas. Mientras tanto, Ouwerkerk tomó el puerto de Ostende el 4 de julio abriendo así una ruta directa al Canal para la comunicación y el suministro, pero los aliados estaban haciendo un progreso escaso contra Dendermonde, cuyo gobernador, el marqués de Valée, se resistía obstinadamente. Solo más tarde, cuando Cadogan y Churchill fueron a hacerse cargo, las defensas de la ciudad comenzaron a fallar.
Vendôme asumió formalmente el mando en Flandes el 4 de agosto; Villeroy nunca más recibiría un mando importante. Escribió a Luis XIV: “No puedo prever un día feliz en mi vida, solo el de mi muerte”. Luis XIV fue más indulgente con su viejo amigo y le contesto: “A nuestra edad, mariscal, ya no se puede esperar buena fortuna”. Mientras tanto, Marlborough invirtió la elaborada fortaleza de Menin que, después de un costoso asedio, capituló el 22 de agosto. Dendermonde finalmente sucumbió el 6 de septiembre, seguido de Ath, la última conquista en 1706, el 2 de octubre. Cuando Marlborough había cerrado la campaña de Ramillies, había negado a los franceses la mayoría de los Países Bajos españoles al oeste del Mosa y al norte de Sambre. Fue un triunfo operativo insuperable para el duque inglés, pero una vez más no fue decisivo, ya que esos avances no derrotaron a Francia.
El primer problema para los aliados era cómo tratar con los Países Bajos Españoles, un tema al que los austriacos y los holandeses se oponían diametralmente. El emperador José I, actuando en nombre de su hermano menor, el rey Carlos III, ausente en España, afirmó que Brabante y Flandes reconquistados debían ser puestos en posesión inmediata de un gobernador nombrado por él mismo. Sin embargo, los holandeses, que habían suministrado la mayor parte de las tropas y el dinero para asegurar la victoria (los austriacos no habían aportado nada), reclamaron al gobierno de la región hasta que la guerra hubo terminado; y que después de la paz deberían continuar guarnicionando la Barrera Fortalezas más fuertes que las que habían caído tan fácilmente ante las fuerzas de Luis XIV en 1701.
Marlborough mediaba entre las dos partes, pero favorecía la posición holandesa. Para influir en la opinión del Duque, el emperador ofreció a Marlborough el gobierno de los Países Bajos Españoles. Era una oferta tentadora, pero en nombre de la unidad aliada, lo rechazó. Al final, Inglaterra y la República holandesa tomaron el control del territorio recién ganado durante la guerra; después de lo cual debía ser entregado a Carlos III, sujeto a la reserva de una barrera holandesa, cuya extensión y naturaleza aún no se habían resuelto.
Mientras tanto, en el Alto Rin, Villars había sido forzado a ponerse a la defensiva, después los refuerzos que había enviado al norte para reforzar las fuerzas francesas en Flandes e impedir su derrumbamiento; ya no había posibilidad de que se emprendiera la recaptura de Landau.
Campaña del norte de Italia en 1706
Batalla de Calcinato (19 de abril de 1706)
En 1706, en Italia había dos disputas abiertas: La lucha por el Piamonte y la lucha entre las tropas francesas de Lombardía y el segundo ejército austriaco que se había unido a Víctor Amadeo y Starhemberg en el Piamonte. Este último ejército, había sido rechazado por Vendôme en la batalla de Cassano, el año anterior, se había retirado a Brescia y el lago Garda. Vendôme le siguió y se estableció cerca de Castiglione y Mantua.
A principios de 1706, el príncipe Eugenio fue a Viena para obtener hombres y financiamiento para la siguiente campaña, dejando al general danés el conde von Reventlow al mando del ejército imperial en Montichiari y Calcinato. Cada posición era individualmente fuerte pero demasiado alejadas para un apoyo mutuo. Había unos 12.000 efectivos en su mayoría alemanes en Calcinato y estaban a 11 kilómetros de sus compañeros en Montichiari.
Los franceses había pasado el invierno en los alrededores de Castiglione y Mantua. En abril, el mariscal La Feuillade llevó a 40.000 hombres a sitiar Turín. Vendôme fingió estar enfermo y sin suministros para dar la impresión de que no estaba listo para la acción; luego, el 18 de abril, tomó 18.000 soldados de infantería y 5.000 de caballería y marchó a Calcinato durante la noche, llegando al canal de Lonato al día siguiente el 19 de abril.
Aunque logró una considerable sorpresa, los franceses tuvieron que cruzar el canal antes de subir para atacar a los imperiales. Ese retraso le dio a von Reventlow tiempo para organizar su defensa, aunque estaba mermado por el hecho de que la mayor parte de la artillería imperial estaba en Gavardo. Vendôme usó sus propios cañones para cubrir el asalto; la derecha francesa cargó a la izquierda imperial usando sus bayonetas y los rechazaron. Von Reventlow y su caballería se unieron a ellos, pero luego otra ala también cedió. Dio la orden de retirarse, pero como sucedía a menudo, lo que comenzó como una retirada ordenada pronto degeneró en una huida hacia las montañas.
Las bajas imperiales fueron unos 3.000 muertos y heridos, otros 3.000 fueron hechos prisioneros; la mayor parte de su equipaje, 6 piezas de artillería y 1.000 caballos. Los franco-españoles apenas tuvieron 500 bajas. Hasta mediados de junio, Vendôme desbarató todos los intentos del príncipe Eugenio de penetrar en el Piamonte.
Asedio de Turín (1706)
Por órdenes reales, los franceses se dividieron en dos ejércitos. Uno bajo el mando de La Feuillade que asedio Turín desde el 14 de mayo y el otro bajo Vendôme cubriría el asedio en la línea del Adige en el noreste de Italia.
La Feuillade se presentó en Turín con 40.000 efectivos, con 110 cañones, 59 morteros y medios de asedio, comenzando el asedio.
La capital del ducado tenía 45.000 habitantes y su guarnición era de 10.500 hombres distribuidos en 14 batallones imperiales y 14 batallones de Piamonte, a los que había que sumar 5.000 milicias y 4.000 jinetes del duque de Saboya. La ciudad había tenido tiempo para abastecerse y fortificar la ciudad hasta las colinas vecinas.
El mariscal Sébastien Le Prestre de Vauban, experto en técnicas de asedio, se presentó voluntario para la campaña, pero fue despedido debido a su edad. Vauban insistió en aconsejar al mando francés, proponer un asalto lateral a la ciudad y señalar que la amplia red de galerías de contraminas establecidas por los defensores presentaría un obstáculo tenaz para cualquier otra operación. Pero La Feuillade tenía ideas diferentes y, despidiendo al abogado de Vauban, ordenó a sus 48 ingenieros militares que elaboraran planes para la excavación de una larga serie de trincheras. El viejo Vauban condenó los métodos de La Feuillade desde París, ofreciendo públicamente que le cortaran la garganta si los franceses lograban llevar a Turín al punto de ataque elegido por La Feuillade.
La excavación de las trincheras de aproximación y comenzó el 14 de mayo, aunque las líneas de La Feuillade nunca rodearon completamente a Turín. El asedio comenzó en junio y fue perseguido durante tres meses contra la resistencia obstinada. Los sitiados, apoyados por la participación activa de la población en la batalla, ofrecieron una defensa extenuante, causando grandes pérdidas a los atacantes.
El 8 de junio, el duque de Feuillade envió un mensajero a Víctor Amadeo, en el que se le ofrecía al duque la oportunidad de abandonar Turín libremente para escapar de las bombas. El rey Luis XIV había ordenado que la vida del rey enemigo no se pusiera en peligro; se le ofreció que dijera donde estaban sus alojamientos para que no fueran bombardeados, él les contestó “Mi alojamiento es donde la batalla es más furiosa”.
Sin embargo, el Duque no tenía intención de quedarse mucho tiempo en la ciudad, el 17 de junio dejó a Turín a la cabeza de 4.000 jinetes, dando lugar a una larga serie de acciones de guerrilla en el Piamonte inferior que pretendiendo desviar la mayor cantidad posible de asediadores. De hecho, La Feuillade, que dejó el mando de las operaciones de asedio al mando del general Chamarande, inició su búsqueda con casi 10.000 hombres. Lo consiguen rodear en Carmagnola el 21 de junio. El duque dirigió a Cherasco, perseguido por la caballería enemiga y se detuvo en las orillas del río Stura. Los franceses intentaron cortar el camino.
El 27 junio, los franceses continuaron persiguiendo al duque que marchó a Cuneo y Saluzzo y participa en una lucha victoriosa contra los escuadrones franceses. Finalmente, se dirigió a la entrada del valle de Pellice, donde se le unieron 3.000 valdenses, continuando sus incursiones a Turín. El 17 de julio, teniendo en cuenta los riesgos de enfrentarse al enemigo en un territorio hostil y desconocido, el duque de La Feuillade renunció a perseguirlo y regresó para dirigir el sitio de Turín con la infantería, dejando la caballería en Chieri y Moncalieri, llegando al campamento el 20 de julio.
El 30 de junio. En la ciudad intentó una salida, pero fue rechaza. El fuego continuo de los cañones causa graves daños a los edificios y a la población, pero las murallas exteriores y la ciudadela resisten de manera efectiva.
El 4 de julio, el trabajo de excavación de los mineros franceses ya está en marcha y la primera mina está lista para explotar. A partir de este momento se producen combates subterráneos, donde los franceses tienen las pérdidas más graves. Sin embargo, las operaciones de asedio continuaron llevando a los sitiadores cerca del revellín del Soccorso que protegía uno de los accesos a la ciudadela. Mientras tanto, la ciudad fue sometida a un bombardeo de artillería muy duro y continuo.
El 8 de julio, Felipe de Orléans llegó al campamento francés, Luis XIV tras la batalla de Ramillies el 23 de mayo, había ordenado a Vendôme tomase el mando en Flandes, cumplió lo ordenado y sería reemplazado por el príncipe Felipe de Orleans como comandante en jefe. Discutió el nuevo plan de ataque con La Feuillade y concluyeron juntos continuar la acción contra la ciudadela y desarrollar la acción con las minas.
El 11 de julio, el gobernador Daun advierte a VíctorAmedeo que la escasez de pólvora empeora y restringe las acciones efectivas contra los asediadores. 21 de julio, los franceses conquistan un punto importante de las fortificaciones y son atestiguados con 40 morteros y 60 cañones.
El 22 de julio se produjo un intento de salida al mando del general Della Rocca con el objetivo de recuperar las fortificaciones perdidas, siendo rechazada por los franceses con graves pérdidas en ambos lados. Los asediadores se preparan para conquistar el foso que defiende las fortificaciones, a lo largo de la cual corre el camino ocupado por los defensores.
Entre los principales objetivos de los franceses estaba la de encontrar la entrada de un túnel para poder penetrar en masa. La operación no resultó fácil, entre el 13 y el 14 de agosto se descubrió una entrada y los sitiadores penetraron después de grandes pérdidas. Parecía casi perdido, pero los piamonteses recurrieron a volar el túnel, enterrando a sus enemigos
Del 15 al 21 de agosto, el trabajo de excavación de los asediadores se intensificó, pero avanzaron muy lentamente por las acciones de perturbación de los piamonteses que a su vez cavaban túneles y pozos nuevos, hubo feroces enfrentamientos subterráneos.
Del 21-24 de agosto. Las murallas comienzan a desmoronarse bajo el violento fuego de las baterías francesas.
Del 26 al 27 de agosto, hubo un ataque violento contra el revellín o luneta de Soccorso, una unidad de 38 compañías de granaderos realizó el ataque. Los piamonteses se defendieron utilizando también material inflamable. Al final, la victoria fue de los turineses, quienes obligaron a los enemigos a retirarse nuevamente, tras 12 horas de lucha, pero en el campo dejaron más de 400 muertos por solo de la parte de Saboya.
El ejército de La Feuillade, que sufrió grandes pérdidas, recibió los refuerzos de 18.000 efectivos del duque de Orleans que pe Lombardía. En total, alcanzaron los 41.000 efectivos.
El 29 de agosto, durante la noche las fuerzas francesas entraron en uno de los túneles subterráneos de la ciudadela, matando a los centinelas e intentando romper una de las puertas que conducían al interior. Pietro Micca, conocido por el apodo de Passepartout, estaba en guardia en una de estas puertas con un compañero soldado. La tradición dice que los dos soldados oyeron disparos y se dieron cuenta de que no durarían mucho: decidieron volar un barril de 20 kilos de pólvora colocado en una esquina de la galería, con el propósito para provocar el colapso del túnel y no permitir el paso a las tropas enemigas. Al no poder usar una mecha larga porque tomaría demasiado tiempo volar el barril, Micca decidió usar una mecha corta, consciente del riesgo que correría. Por lo tanto, instintivamente, despidió a su compañero con una frase que se convertiría en histórica: “Levántate, tienes más de un día sin pan”, y sin dudar, prendió fuego a la pólvora, luego intentó salvarse corriendo por la escalera que conducía al túnel de abajo. Murió alcanzado por la explosión y su cuerpo fue arrojado a unos diez metros de distancia.
El 31 de agosto, un nuevo ataque violento de los franceses que fue rechazado, la situación parecía destinada a precipitarse para los piamonteses.
Batalla de Turín (7 de septiembre de 1706)
A fines de agosto el ejército imperial ya estaba en Piamonte, el príncipe Eugenio de Saboya al frente de la vanguardia llegó a Villastellone, cerca de la capital de Saboya. Allí acampó a sus soldados agotados y fue a encontrarse con su primo Víctor Amadeo la noche del 29.
El 1 de septiembre, Eugenio unió a su ejército con la caballería del duque de Saboya, a 35 km al sur de Turín, reuniendo un total de 30.000 efectivos.
El 2 de septiembre, los dos Saboya subieron a la colina de Superga, desde donde domina toda la ciudad; para estudiar las tácticas de contraofensiva y decidieron sortear al enemigo empleando la mayor parte del ejército y una parte de la caballería hacia la zona noroeste de la ciudad, la más vulnerable, incluso si esto planteaba un gran riesgo para la proximidad de las líneas francesas.
El 5 de septiembre, en Pianezza, un convoy fue interceptado por la caballería imperial cuando se dirigía al campamento francés. Gracias a María Bricca, que había trabajado en el castillo, fue posible entrar allí desde un pasaje secreto. Fue un éxito estratégico muy importante por parte del príncipe Eugenio de Saboya. Los franceses pelearían con municiones racionadas.
El 6 de septiembre, la maniobra de desvío llevó a las tropas de Saboya a posicionarse entre los ríos Dora Riparia y Stura di Lanzo.
Despliegue de fuerzas
El día 7 de septiembre el príncipe Eugenio desplegó sus fuerzas que eran 30.000 efectivos: 52 BIs (24.000 infantes), 103 ECs (6.000 jinetes) con la caballería delante y la caballería detrás, frente a fortificaciones bastante improvisadas que iban desde el río Stura hasta el castillo de Lucento y el río Dora:
- Flanco izquierdo mandado por el príncipe Leopoldo de Anhalt-Dessau con los prusianos, desplegó en:
- Primera línea la BRI de Stillen, con los RIs Prinz Philip, Markgraf Albrecht, Markgraf Ludwig, y Anhalt-Dessau.
- Segunda línea la BRI de Hagen, con los RIs Dönhoff, Kanitz, y von Schlabrendorff.
- Centro-izquierda mandado por Württemberg, desplegó en:
- Primera línea la BRI de Zumjungen, con los RIs Raventlau, Wurttemberg, Konigsegg, Gutenstein, y Herberstein.
- Segunda línea la BRI de Bonneval, con los RIs Starhemberg, Aiduchi, Regal, y Kriechbaum.
- Centro-derecha mandado por Rehbinder, desplegó en:
- Primera línea la BRI de Coppe, con los RIs Barbo, Bentheim, Aubach, y Bagni.
- Segunda línea la brigada de Cups, con los RIs Effern y Rehbinder.
- Flanco derecho mandado por Saxe-Gotha, desplegó en:
- Primera línea la BRI de Isselbach, con los RIs Baños, Gotese, Isselbach,y Gschwind.
- Segunda línea la BRI de Harrach, con los RIs Daun, Starhemberg, Wolfenbütten, Saxe-Meinungen, y Zumjungen.
- Caballería situada a retaguardia mandada por el duque Víctor Amadeo. Desplegó en:
- Primera línea estaba mandada por Visconti, con la BRC de Hagen, con los RCs Monasterolo, Gravendorf, y Schellnerdt, y la BRC Martigny, con el RC de Roccavione.
- Segunda línea estaba mandada por Langallerie, con la BRC Sinzedorf, con los RCs Thurmein, Batteé, Palffy, Genevois, Martigny, Savoy, Plefferkorn, Breuner, Hatzfeld; y la BRC de Wiser, con los RCs Stolzenberg, Frankenberg, Falkenstein, Vaubonne, Sinzendorff,
Las tropas francesas estaban divididas en tres sectores, para proteger todo el perímetro alrededor de Turín. Desplegaron la mayor parte en el sector de Dora-Stura, para hacer frente al ataque, había otra porción grande delimitada por el Po y el Dora defendida por las fuerzas De Feuillade y otra en la parte oriental que pertenecía al general Albergotti. Numéricamente superiores en número, los franceses fueron prisioneros de su elección de no renunciar al asedio y se quedaron en sus puestos por la amenaza de una salida de la guarnición de Saboya y la presencia de un gran cuerpo de milicias piamontesas en la colina que dominaba la ciudad.
Los franceses desplegaron detrás de la línea de circunvalación, detrás de las trincheras con una sola línea con la mitad de sus fuerzas: 17.850 efectivos en 25 BIs (11.250 infantes), 66 ECs (6.600 jinetes y dragones), y 39 cañones, el despliegue estaba mandado por Felipe de Orleans:
- Flanco izquierdo mandado por Ravend con los RIs de Normandie, Royal de Vaisseuax, Piemont, Bretagne, Bourgogne, Dillon, Anjou. Detrás se encontraba la BRC de Coulanges, con los RCs St. Micaud, Kerkado, y Rouvray.
- Flanco derecho mandado por Estaing con los RIs de Why, Durfort, Royal de Vaisseuax, La Marine, y Auvergne. A retaguardia la BRC a de Bouzouls, con los RCs de Bonelle, y Bonneval.
- Refuerzos mandados por el mariscal Marsin con los RDs de Languedoc y Hautefort.
Desarrollo de la batalla
A las 11:00 horas, el flanco izquierdo imperial de Anhalt-Dessau con los prusianos, comenzó el ataque a las defensas enemigas en todo el frente, la izquierda tenía la misión de fijar al enemigo firmemente en sus posiciones, para que en momento oportuno lanzar el ataque definitivo por el otro flanco. Los prusianos del príncipe Anhault-Dessau, intentaron dos veces romper la línea enemiga, siempre rechazados por los tenaces defensores franceses de Estaing. Sin embargo, en el tercer intento, las defensas francesas sucumbieron al choque, los soldados del regimiento La Marine, se habían quedado sin municiones, abandonan la trinchera huyendo a Madonna di Campagna.
Estaing envió la caballería para taponar la brecha. Las tropas imperiales se apresuraron a través de las fortificaciones, inclinándose hacia la derecha para amenazar al ala izquierda del enemigo; pero la vehemencia del ataque había expuesto peligrosamente los flancos de la infantería alemana, y la reserva de caballería borbónica no perdió la oportunidad al cargar en los costados del avanzando enemigo. El propio príncipe Eugenio se colocó a la cabeza de una BRI de segunda línea que, al avanzar, abrió fuego contra los jinetes de Orléans, diezmándolos y fortaleciendo sus frentes.
El mariscal Marsin llegó con refuerzos de dragones, en el enfrentamiento Marsin perdió la vida al ser alcanzado por un disparo y el duque de Orleans fue herido y obligado a abandonar el campamento. Sin órdenes, los franceses intentaron defender las posiciones mediante la organización de una nueva línea de defensa que iba de Madonna di Campagna a la granja Balbiano y, inclinándose en ángulos rectos, se unió al ala izquierda que aún ocupaba las posiciones. Pero los imperiales ahora tenían más espacio para maniobrar y la caballería imperial fue reorganizada por el príncipe Eugenio y Víctor Amadeo para destruir definitivamente al adversario. Numéricamente inferiores, los franceses se vieron obligados a huir a los puentes del río Po, abandonando su ala izquierda a su suerte.
Lucento, poderosamente fortificado y defendido por dos de los mejores regimientos franceses, Piamonte y Normandía, nunca fue ocupado por asalto, sino que fue abandonado por los defensores, después de haber cubierto la retirada de los destacamentos que cubrían el centro y la izquierda francesa.
A las 12:00 horas, la guarnición realizó una salida de Turín con 1.500 infantes y 500 jinetes, atacando por retaguardia el dispositivo borbónico, la desconfianza que ya se extendía entre las filas francesas, que se convirtió en un pánico que abrumó incluso a las tropas del duque de la Feuillade, no comprometidas en la batalla, huyendo del campo de batalla.
Los franceses habían perdido unos 6.000 hombres, en comparación con los 3.000 austro-piamonteses, dejaron en el tren de bagajes y el tren de artillería con 146 cañones de asedio, 40 cañones de campaña y 50 morteros. En los días siguientes, casi 7.700 franceses volvieron a caer en los choques con los perseguidores o por lesiones graves.
Víctor Amadeo II y el príncipe Eugenio de Saboya entraron en la ciudad que había sido liberada por la Porta Palazzo y fueron a la catedral para asistir a un Te Deum de acción de gracias.
A pesar de los deseos del duque de Orleáns, algunos de los comandantes a su cargo acordaron que el ejército francés se retirara a Francia en lugar de a Lombardía. Esto hizo que el éxito aliado se completara. Los franceses aún tenían posiciones fuertes en Lombardía, pero podían tomarse fácilmente por asedio. En pocos días, abrumados por la última resistencia, todo el norte de Italia cayó en manos de Eugenio de Saboya.
Campaña en la península Ibérica en 1706
Tercer asedio de Barcelona (1706)
El 22 de octubre de 1705, el archiduque Carlos el archiduque Carlos entró en Barcelona, siendo nombrado rey bajo el nombre de Carlos III. Lord Peterborough avanzó hacia Valencia y a finales del año, el archiduque ya controlaba la mayor parte de principado de Cataluña y el reino de Valencia. John Leake recibió el encargo de patrullar el Mediterráneo y se dirigió a Lisboa a reparar y reposar la flota.
Felipe de Anjou se negó a darse por vencido y consciente del peligro que suponía Barcelona en manos del enemigo decidió atacar. Se decidió que a la campaña de Cataluña no fuera el gobierno en pleno acompañando al Rey, como era costumbre. Amelot y el Consejo de Estado entero permanecerían en Madrid, mientras al Rey le acompañaría solamente el conde de Frigiliana, mayordomo mayor del rey. También recomendó que cada persona del Consejo de Estado se ocupara de un asunto concreto de Gobierno, a fin de multiplicar la eficacia.
El 14 de marzo, Felipe V se marchó a la campaña de Cataluña y puso su cuartel general en Caspe, mandando trasladar allí a cuantas fuerzas de la frontera portuguesa se pudiera. Pidió la ayuda del francés Adrien Maurice, duque de Noailles, que estaba en el Rosellón, y a Luis Alejandro de Borbón, conde de Tolosa, que estaba al frente de una escuadra. También llamó a René de Froulay, conde se Tessé, para reunirse en Caspe.
El mariscal Tessé se encontraba en Caspe al mando de 12.000 hombres cuando llegó el monarca con 300 guardias de corps a mediados de marzo. Al conde de la Torres se le dio la misión de retener fuerzas austracistas en el reino de Valencia mientras el ejército borbónico se internaba en Cataluña.
Cuando todos estuvieron reunidos, el 17 de marzo, salieron hacia Barcelona, y a principios de abril llegaron, donde se le reunieron las tropas francesas del duque de Noailles que habían entrado por el Ampurdán, y la escuadra de bloqueo del conde de Tolosa, que llegó con cañones y munición. Las tropas llegaron el 2 de abril y el duque de Nailles al día siguiente, e iniciaron el asedio. El archiduque Carlos, atendiendo los ruegos de las instituciones catalanas, decidió permanecer en Barcelona a pesar del inminente peligro. Por primera vez se encontraron frente a frente los dos pretendientes al trono español.
Los borbónicos se establecieron en Sarriá, contaban con 18.000 hombres y la escuadra de bloqueo del conde de Tolosa.
Para defender Barcelona el archiduque Carlos contaba con 8.500 hombres: 4.500 miembros de la Coronela o milicia de Barcelona, 2.000 de infantería entre ingleses, alemanes y holandeses, unos 1.000 catalanes regulares encuadrados en el regimiento de Reales Guardias Catalanas y el regimiento de Barcelona y un millar más de voluntarios catalanes. Además, unos 400 dragones, de los cuales 250 eran catalanes y el resto ingleses.
Llegada de la flota aliada
El 3 de abril de 1706, los 21 barcos de línea de John Leake se reunieron en Gibraltar con los 6 de John Price, y con los 7 barcos de línea y 6 fragatas de Jacob van Wassenaer Obdam el Joven, flota en la que estaba embarcado James Stanhope. El día 5, Leake recibió una carta del archiduque Carlos informándole de que los borbónicos pretendían asediar Barcelona, y le pedía ayuda. Llegaron a Altea el 18 de abril, donde al día siguiente se unió George Byng con 14 barcos de línea, y tres días después la flota de Hovenden Walker, con 5 más.
La flota aliada se dirigió a Mallorca y de allí a Tortosa, donde el 26 de abril embarcaron 2.000 hombres de lord Peterborough. Creyendo que las fuerzas de tierra de los franceses podrían realizar un asalto desesperado sobre la ciudad, Leake ordenó a Byng y a Wassenaar adelantarse.
Final El asedio
El 6 de abril iniciaron el asalto a Montjuich y el cerco de Barcelona. Lérida socorrió a los sitiados, y el conde de Cifuentes salió de Barcelona para hacer guerra de guerrillas contra los borbónicos.
El 19 de abril, el castillo de Montjuich, el cual el mariscal Tessé creía que era la llave para tomar la ciudad, fue atacado con la artillería y la mayor parte de la infantería, donde Arthur Chichester (lord Donegal) resistió con 700 casacas rojas.
El archiduque Carlos, aunque podía huir fácilmente por mar, decidió esperar la flota de auxilio, y morir si se daba el caso. Lord Donegal, resistió hasta el día 26, cuando cayó en manos borbónicas. La muralla de la ciudad fue atacada con artillería en la zona de San Antonio, donde se produjo una importante fisura.
El 26 de abril, llegó a Barcelona la escuadra del almirante John Leake, con 56 barcos, 10.000 hombres y dinero, de los que desembarcaron 8.000 soldados, su llegada obligó a retirarse a la francesa del conde de Tolosa.
El 27 de abril las tropas aliadas consiguieron introducir refuerzos en la ciudad desembarcando en barcas de pescadores. En estas condiciones, sin flota de apoyo y superado en número, Felipe V decidió levantar el sitio y retirarse hacia la frontera francesa. Durante la retirada fueron acosados y perseguidos por los migueletes, al final se transformó en una huida, abandonando la artillería y las municiones, hasta el punto que Felipe de Anjou tuvo que huir hacia Francia, llegando a Perpiñán el 23 de mayo, entrando por Roncesvalles el 25 de mayo y desde allí a Madrid llegando el 6 de junio. La causa era que las tierras de Aragón no eran seguras, y el camino que quedaba como más seguro era el francés.
La captura de material de guerra fue muy importante: 106 cañones de bronce, 27 morteros, 5.000 barriles de pólvora, 40.000 cartuchos, 500 barriles de balas de mosquetes, 2.000 bombas, 2.000 granadas y 12.300 granadas de mano.
Cataluña estuvo a partir de entonces definitivamente en manos aliadas. Las tropas que no estaban destinadas en Cataluña embarcaron, y Charles Mordaunt (lord Peterborough) desembarcó en Valencia el 13 de mayo. Estando en Altea, se celebró un consejo de guerra que determinó dirigirse al asedio de Cartagena, donde los habitantes locales querían tomar parte a favor del archiduque Carlos.
Primera entrada austracista en Madrid (1706)
Marcha austracista a Madrid (1706)
Tras el fracaso del asedio de Barcelona, Felipe pidió que James Fitz-James Stuart, duque de Berwick que retomara el mando en España.
Los aliados entonces planearon marchar sobre Madrid: Carlos III marcharía desde Cataluña, Peterborough desde Valencia y Henry de Massue, conde de Galway, desde Portugal.
Galway decidió avanzar hacia Madrid para facilitar la inmediata contraofensiva austracista desde Cataluña. Las únicas fuerzas que se interponían entre el Archiduque y Madrid eran las tropas de Berwick y las del conde de las Torres, quien tuvo que abandonar sus recientes conquistas de Alcira y Cullera para reunirse con el primero.
Galway cruzó la frontera en abril con un ejército de 19.000 hombres (14.000 portugueses y 4.200 angloholandeses), las tropas portuguesas estaban mandadas por Antonio Luis de Sousa, marqués de las Minas.
Se dirigieron rápidamente hacia el norte dejando Badajoz a su derecha, ocupó por sorpresa los lugares de San Vicente y de Membrio, y trabó un reñido combate con los borbónicos en Brozas. Alcanzando allí una importante victoria que obligó a los borbónicos a retirarse a Cáceres; prosiguieron la marcha a Alcántara, que estaba defendida por 10 batallones, que se rindió en abril al cabo de solo cinco días de heroica resistencia tuvieron que rendirse. El Marqués envió a Portugal como resultado de esta capitulación 4.200 prisioneros, entre los que se encontraban 6 generales y 128 oficiales, y capturando de 47 piezas de artillería, 2.961 armas de fuego, 3.900 kilos de pólvora, 1.800 balas artillería, 360 cajas de balas de plomo, 6 morteros, y 105 caballos, etc.
Sin detenerse en Alcántara más que el tiempo necesario para reunir abastecimientos y municiones, los aliados siguieron en dirección a Madrid por la carretera de Plasencia. Se preparaba el duque de Berwick para pasar el Tajo, a fin de socorrer Alcántara, cuando tuvo noticia de que la plaza se había rendido. Se retiró entonces a Plasencia con el intento de cubrir la capital del reino sin aventurarse a una batalla, dado que estaba en inferioridad de medios; comenzando una serie de marchas y contramarchas estratégicas en las que el duque de Berwick y el marqués de las Minas se mostraron igualmente hábiles.
El día 28 de abril, aparecieron delante de Plasencia, llegando al cruce de Navalmoral de la Mata, Talavera de la Reina y Toledo; adonde se había retirado el duque de Berwick para hacer solamente una apariencia de resistencia. La idea de atraer a los aliados a las estériles llanuras de la Castilla-La mancha. Al llegar a Almaraz los aliados se dirigieron a Coria dando un gran rodeo.
El 22 de mayo, cuando el duque de Berwick estaba cortando el acceso a Madrid, los aliados se dirigieron a marchas forzadas hacia Ciudad Rodrigo, a la que se ofreció buenas condiciones de la capitulación para no retardar la marcha. Se dirigieron a continuación hacia Salamanca, que fue tomada sin ofrecer apenas resistencia, prosiguiendo la marcha a Madrid. El 24 de junio llegaron cerca de Madrid, al sitio de Nuestra Señora del Retamar (Las Rozas), y esperando allí noticias de la capital de España. Al enterarse de que la ciudad había sido abandonada, el 26 de junio enviaron una columna de caballería, compuesta por 2.000 jinetes holandeses, portugueses e ingleses, bajo el mando del marqués de Villaverde, que entraban en Madrid sin resistencia.
Dos días más tarde, el 28 de junio, lord Galway y el marqués de las Minas, hicieron su entrada, pero fueron acogidos con frialdad y malas caras por sus habitantes; tomando posesión de Madrid en nombre del pretendiente austriaco. Previamente, Felipe V había ordenado evacuar la capital para evitar exponer la ciudad a los horrores de la guerra y aconsejó evitar toda resistencia a la entrada de los aliados. El gobierno de Felipe se retiró a Burgos.
Aunque algunos miembros de la nobleza acataron el poder del Archiduque y le reconocieron como rey, el pueblo llano se mostró abiertamente hostil al proclamado como Carlos III; cuyos posteriores decretos, así como sus acciones, entre ellas el robo de las banderas del santuario de Atocha, terminaron por ganarse el odio de los madrileños. Mientras el archiduque ocupó Madrid, los correos generales estuvieron inmovilizados, lo que aisló la capital del resto de España.
La reacción del pueblo no se hizo esperar y, a la caída de la noche, empezaban a producirse peleas y altercados en las tabernas madrileñas que, en realidad, no eran más que emboscadas contra los soldados del archiduque, holandeses, ingleses y portugueses en su mayor parte. Si alguno se alejaba de sus compañeros era inmediatamente acuchillado. Uno de los objetivos de estos altercados fue el conde de las Amayuelas, gobernador de la villa en representación del Archiduque. Incluso las prostitutas de la villa combatieron a su modo contra los aliados: cerca de 6.000 soldados enfermaron repentinamente, falleciendo muchos de ellos al poco tiempo, contagiados por todo tipo de enfermedades venéreas. Una vez finalizada la guerra, algunas de ellas solicitaron una recompensa por los “servicios prestados”, pero nunca les fue concedida.
Mientras el general Galway entraba en Salamanca, el ejército del archiduque Carlos entraba en Zaragoza el 29 de junio, donde fue aclamado. Prácticamente todo el reino de Aragón pasó entonces al bando austracista salvo localidades fronterizas con Francia o Castilla como Jaca, Borja, Tarazona, y otras como Caspe o Fraga. Todos los ciudadanos franceses fueron expulsados de España. Los austracistas, y gran parte de Europa también, tenían la sensación de que la guerra se estaba terminando y de que habían vencido. Pero al llegar a Castilla, el archiduque se dio cuenta de que la sensación de apoyo de la gente cambiaba radicalmente, y la colaboración aragonesa se tornaba en hostilidad.
El Archiduque llegó a Madrid el 30 de junio, y el 6 de julio fue proclamado rey de España con el título de Carlos III y en Toledo el cardenal Portocarrero celebró un Te Deum en su honor en la catedral. Solo nueve nobles titulados le prestaron obediencia (los condes de Oropesa, de Haro, de Erill, de Foncalada, de Tendilla, de Elda, y de Gálvez; el duque de Nájera; y el marqués de Miraflores) y 15 miembros del alto clero, el acto se realizó desde un balcón de la casa de la Panadería en la plaza Mayor de Madrid.
Carlos III envió tropas al Alcázar de Toledo a liberar a la reina María Ana de Neoburg, viuda de Carlos II que estaba retenida allí. Los soldados austracistas llegaron a Toledo y, para celebrarlo, el arzobispo Portocarrero echó las campanas al vuelo y cantó el Te Deum. La Reina-viuda dio su apoyo al archiduque, por lo que ambos cayeron en desgracia ante Felipe V.
Retirada austracista de Madrid 1706
La posición de los austracistas en Madrid era insostenible, la hostilidad de la población que se estaba amotinando, sumados al aislamiento y a los problemas de abastecimiento de víveres para el ejército aliado, hizo que los ingleses y portugueses decidieron que había que evacuar la ciudad. El marqués de las Minas creyó que era imposible volver a Portugal, y organizó la retirada austracista hacia Valencia. Carlos abandonó Madrid dejando solamente dos escuadrones y el “Cuerpo de Guardia” catalán. El 4 de agosto, hubo un motín contra los “catalanes”, y la revuelta alcanzó a los castellanos que se habían declarado austracistas en los últimos días. Los partidarios de Carlos de Habsburgo se refugiaron en el Alcázar, y este fue atacado por los 400 jinetes de Antonio del Valle, hasta que se rindieron 24 horas más tarde. Se pactaron unas condiciones de respeto a vidas y haciendas, pero en realidad fueron llevados presos a Alcalá, trasladados a Marchamalo, donde fueron apaleados y robados hasta dejarles desnudos.
El 5 de agosto Madrid volvía a estar en manos de los borbónicos, que se dedicaron durante tres días al saqueo y al robo de las casas de los acusados, con razón o sin ella, de ser austracistas. El 6 de agosto Felipe V entraba de nuevo en Madrid, entre aclamaciones, y a la violencia indiscriminada contra los austracistas le siguió la represión oficial. El 7 de agosto en la plaza Mayor de Madrid fue quemado el pendón utilizado en la proclamación del Archiduque como Carlos III, un retrato suyo, y el papel sellado con el membrete del pretendiente. Felipe V decretó la persecución, destierro y confiscación de los bienes de los partidarios del Archiduque.
El fracaso de la entrada del Archiduque en Madrid puso en evidencia a la causa austracista, como destacó el marqués de San Felipe, “la fidelidad de los castellanos… desarmados y sin ejército que los sostuviese”; y también la inutilidad de ocupar Madrid sin dominar Castilla, porque de allí procedían los abastecimientos que el ejército aliado necesitaba para permanecer en la capital. Archiduque, contaba con el impacto que tendría la conquista de la capital en el conjunto de la corona de Castilla, pero eso falló completamente, pues al enterarse de que la capital había sido invadida por portugueses, prácticamente ninguna ciudad castellana se proclamó a favor del Archiduque.
Punto de inflexión de la guerra en 1706
Las cosas cambiaron en pocos días de forma increíble en el verano de 1706: 15.000 voluntarios se presentaron en Jadraque y Sopetrán (Guadalajara) para servir a Felipe V. El duque del Infantado y el marqués de Mudéjar, que acompañaban al archiduque en su avance hacia Madrid, se pasaron al lado de Felipe V.
Toledo también se sublevó contra el Archiduque que había abandonado Madrid, no podía hacerse fuerte en la ciudad. En septiembre los austracistas decidieron retirarse hacia Valencia, siendo perseguidos hasta Uclés. Entonces un ejército francés entró desde Castilla-La Mancha hacia Albacete y Murcia, se llegó hasta Cartagena y cortó la expansión de la zona “austracista” por el sur.
En las sublevaciones de Madrid y Toledo, tal vez tuviera trascendencia importante el que los ingleses fueran protestantes y no respetasen los ritos e imágenes católicas. Ello significó todo un escándalo entre los españoles, y una falta de tacto increíble entre los británicos. El clero católico, que parecía hasta entonces partidario cerrado de Carlos, vio aparecer en sus filas a partidarios de Felipe V.
La baza del clero, enemistado con los británicos, no pudo ser aprovechada, porque el francés Orry se empeñó en hacer incautaciones a los clérigos y estos dudaban en qué bando ponerse. Finalmente el papa Clemente se pondría del lado de Carlos de Austria en 1708, y Felipe V tomó represalias en 1709 cerrando el Tribunal de la Nunciatura y expulsando al nuncio.
En 26 de septiembre de 1706, el archiduque Carlos estuvo a punto de perecer en la retirada. Al menos, pasó mucho miedo. En esa ocasión hubo una descoordinación cuando Carlos III ordenó al marqués de las Minas salir el 27, y el Marqués inició la retirada desde Iniesta en la noche del 26, medio día antes de lo convenido. El archiduque Carlos se encontró solo, acompañado por el conde Althann y dos pajes, y además se extravió. Tuvo que dormir una noche a la intemperie, perdido y sin defensas. Al día siguiente encontró a los suyos y retomó su vida ordinaria. Pero el miedo que había pasado le marcó para el resto de su vida.
En octubre de 1706, tras la pérdida de Madrid, James Stewart conde de Gallway se replegó hacia Levante, tal vez para invernar. Pero Berwick no dejó pasar la oportunidad y atacó a Gallway desde Castilla-La Mancha, mientras el obispo Luis Belluga lo hacía desde Murcia.
Berwick había situado su cuartel general en Jumilla (Murcia), y encontró la grata sorpresa de que todos los días le llegaban caballos, armas y hombres nuevos procedentes de todas partes de España. Cuando supo que tenía delante demasiados enemigos, se replegó a Chinchilla (Murcia) pues su intención era esperar al duque de Orleans que llegaba de Francia con un ejército francés.
A finales del año 1706, y teniendo en cuenta que Valencia se había declarado austracista, el 16 de diciembre de 1.706, todo el reino de Aragón estaba con Carlos III de Habsburgo.
Analizando las poblaciones catalanas que se alzaron a favor del archiduque Carlos y las que se decantan por Felipe V, parece adivinarse una ancestral rivalidad entre villas. Cervera era filipista, y las poblaciones tradicionalmente rivales, Anglesola, Guisona Agramunt, eran austracistas; Pinell de Brai se declaró felipista contra la eterna rival Mora del Ebro. Berga, asimismo, se proclamó felipista y Cardona austracista. Fraga era felipista contra Lérida y Monzón, que eligen al otro pretendiente. Gentes de Vic y Torelló asaltaron la vecina Manlleu. Así también ocurrió en buena parte de España: Jaca era felipista mientras Huesca era austracista. En las memorias del vizconde del Puerto se refieren casos semejantes como la Tudela felipista y su vecina Egea, austracista. Así pues, en todas partes de España hubo posicionamientos a favor de uno u otro pretendiente en función de antiguas rivalidades.
Campañas navales en 1706
Conquista austracista de Alicante (1706)
Tras algunas campañas en otros puntos de la Península, las fuerzas aliadas decidieron incorporar Alicante para la causa del Archiduque Carlos. Amparados en el dominio de la flota británica en el Mediterráneo, el almirante John Leake, tras conquistar Cartagena se presentó en Alicante con una poderosa escuadra de la flota inglesa, a la vez que 2.000 migueletes comandados por Seorcia bloqueaban la ciudad por tierra. El 7 de junio de 1706 la ciudad quedó aislada. Al mando de guarnición se encontraba el mayor-general Daniel Mahoni, un exiliado irlandés.
El 6 de enero de 1706, se había establecido en Alicante el cuartel general de las tropas leales a Felipe, pues parecía un objetivo claro de las tropas aliadas. Las tropas se habían sido reforzadas el mes de marzo con el objeto de ofrecer una debida resistencia. Mahoni, que contaba a la llegada de Leake con 500 soldados regulares y una milicia local de 1.500 hombres, no aceptó la invitación de este a capitular; sino que decidió optar por la resistencia de la manera más eficaz posible, con el fin de retrasar los trabajos de los austracistas y esperar un posible socorro. Su actitud contrastó con el derrotismo manifestado por los 200 soldados napolitanos que estaban bajo sus órdenes.
Según escribieron los cronistas López y Maltés, el 15 de junio llegó la flota inglesa, compuesta de “70 buques de guerra y fragatas, 30 transportes, y 9 barcazas”, que hizo desembarcar 800 marines y otros 500 para reforzar el cuerpo de migueletes. Tras la operación de la toma de Cartagena, que se entregó a la causa del bando aliado el 27 de junio, la armada inglesa regresó al puerto de Alicante el día 2 de julio. Sin embargo, los efectivos no eran suficientes para establecer un sitio en condiciones. Los partidarios del rey Felipe estaban tratando de reunir un importante contingente de fuerzas, que entre los dragones de Mahoni, algunas compañías de Granada y la compañía de Pedro Corbí harían unos 4.000 hombres.
Se presentaron desde el campo de Elche 1.300 soldados ingleses de infantería y 300 soldados de caballería españoles el día 1 de agosto. A continuación las tropas aliadas procedieron a sitiar Alicante.
Dirigían las operaciones el almirante Leake y el mayor-general Richard Gorges. Situaron una batería de seis cañones y comenzaron a aproximarse mediante trincheras en zigzag por el suroeste. Al mismo tiempo 7 buques ingleses y 3 holandesas abrieron fuego desde la bahía, bombardeando ininterrumpidamente el recinto antiguo de la ciudad, a todas luces obsoleto e incapaz de resistir un ataque de esas características. Según López y Maltés se «dispararon 135 balas, y 4.000 bombas y granadas durante seis días». El 8 de agosto Gorges se vio en posesión de varios puestos avanzados y de los suburbios de la ciudad.
El bombardeo naval había originado dos grandes brechas en las defensas hacia el mar. Ese mismo día se lanzó un ataque por la brecha próxima al ángulo oeste de las murallas. Leake y Gorges habían decidido lanzar las tropas por mar y tierra, y tras una severa lucha, Mahoni se vio obligado a retirarse al castillo, donde podría plantear una resistencia en condiciones. Esta ofensiva causó 115 bajas en los aliados (35 muertos y 80 heridos), que entraron en la ciudad el 8 de agosto, mientras las autoridades locales les entregaban las llaves. Según los cronistas López y Maltés fueron hechos prisioneros, al igual que otros ciudadanos alicantinos.
Tomar el castillo no era tarea sencilla. Tenía graves deficiencias, principalmente la ausencia de edificios con bóvedas a prueba de bomba y la estructura todavía medieval del Macho, pero su elevación y situación natural hacían muy difícil el asalto una vez abierta la brecha. Había que confiar en la limitación de recursos de los sitiados, especialmente en el aprovisionamiento de agua, y en los daños humanos que se podrían causar con un bombardeo intenso. Tras unos primeros infructuosos tanteos para barrer con las bombas la parte superior del castillo, se colocaron frente al castillo algunos barcos que sometieron durante un mes a los defensores, junto con las baterías de tierra, a un efectivo fuego artillero. Causaron numerosas bajas entre los defensores, que estaban compuestos por tres regimientos de Caracholi, Dentizi y Mariconda, más 700 hombres provenientes de la Hoya de Castalla, y de 900 franceses e irlandeses. Un elevado número de contingentes si tenemos en cuenta la escasez de víveres y agua, habitualmente pensados para una guarnición habitual de 600 hombres.
Según relatan los cronistas López y Maltés, el mismo día en que entraron los ingleses en la ciudad, dos desertores ingleses subieron al castillo para informar a Mahoni que las tropas inglesas estaban tendidas por el efecto del vino, por lo que sería muy sencillo sorprenderles realizando una salida desde el castillo y pasarles a cuchillo. No ha quedado constancia documental de esta posible salida, ni de los efectos que hubiera ocasionado. Lo que decidió Mahoni fue aprovechar para aligerar la excesiva guarnición enviando fuera de la ciudad 800 hombres, mientras que en el castillo quedaron otros 800, una cifra bastante más ajustada a las posibilidades de subsistencia durante un prolongado sitio.
Más confusas se muestran las razones por las que Mahoni se vio obligado a capitular solamente un mes después de la entrada de los ingleses en la ciudad. Según López y Maltés los soldados napolitanos hicieron todo lo posible para forzar la rendición.
Primero repartieron raciones triplicadas a los soldados para reducir las existencias de víveres, posteriormente facilitaron la deserción de 80 soldados, y por último dejaron salir una noche a todos los artilleros del castillo descolgándoles por cuerdas. Finalmente tramaron dejar entrar a los ingleses, ya que ellos eran quienes custodiaban las puertas. Mahoni se vio forzado a capitular mucho antes de lo previsto. Bajó a tratar de la capitulación con el comandante Winchs, enviado de los ingleses. Era el 4 de septiembre de 1706. Cuatro días después, tras firmar la capitulación, Mahoni y sus tropas abandonaron el castillo con todos los honores de guerra, y fueron conducidos a Cádiz. Alicante y su castillo pasaron a manos de los austracistas. El almirante Leake encargó al mayor-general Gorges el gobierno de la plaza, quien inmediatamente se puso reformar las fortificaciones.
Conquista austracista de Baleares (1706)
La conquista de Mallorca por parte del archiduque Carlos se fraguó en el verano de 1706. El príncipe Antonio de Liechtenstein, ministro imperial, propuso una primera expedición aliada al reino de Mallorca y la decisión fue compartida por los generales ingleses Peterborough y Stanhope, pero tenía que estar sujeta al afianzamiento de la toma de Madrid. Finalmente, el 9 de agosto de 1706, se decidió la toma de Mallorca en Guadalajara. Varias voces castrenses se alzaron contra esta resolución por parecerles más provechosa la conquista de Menorca debido a las condiciones favorables del puerto de Mahón para convertirse en base invernal de la flota anglo-holandesa.
En las tres Islas Baleares existía un partido austracista que mantenía contactos con los austracistas catalanes a través de Joan Antoni de Boixadors, conde de Savellà, cuya esposa estaba emparentada con destacados nobles mallorquines. Por eso el archiduque Carlos le puso al frente de la expedición y en cuanto fuera ocupado el reino de Mallorca desempeñaría el cargo de plenipotenciario en su nombre.
Inglaterra y Holanda aportaron 25 barcos comandados por los almirantes Leake, almirante jefe y con pleno derecho de decisión sobre la cuestión naval inglesa, y Wassenaer, que había conquistado Alicante en agosto de ese mismo año.
La escuadra aliada primero se dirigió a Ibiza que capituló el 19 de septiembre de 1706 nada más avistar la flota. Inmediatamente el consejo de Ibiza proclamó a Carlos III y juró obediencia al conde de Savellà.
Tras la rápida conquista de Ibiza, la flota se dirigió hacia Mallorca, presentándose en la bahía el 26 de octubre. Estalló en la ciudad un motín popular austracista durante el cual algunas casas y tiendas de franceses y de algunos señalados como felipistas fueron saqueadas; lo que dificultó la resistencia del virrey de Mallorca, Baltasar Escrivá de Híjar, conde de la Alcudia, que contaba con solo unos 300 efectivos para la defensa de la isla. Así el día 27 de septiembre el consejo decidió capitular. El domingo 29 de septiembre, el conde de Savellá desembarcó y se alojó en casa de su suegro, Francisco Sureda de Sant Martí i Desbrull. Dos días después tomó posesión de la isla en nombre de Carlos III. Aprobó las capitulaciones, entre las que figuraba la confirmación de «todos los privilegios, pragmáticas, y franquicias» concedidos a la ciudad y al reino en tiempo de Carlos II.
El 3 de octubre, la flota aliada zarpó rumbo a Portugal. A partir de entonces los puertos mallorquines se abrieron de nuevo al tráfico de embarcaciones inglesas y holandesas.
Debido al inseguro sistema defensivo de la isla se decidió que un contingente de caballería inglesa llegado en las embarcaciones anglo-holandesas permaneciera en Mallorca como refuerzo defensivo. Este destacamento estaba formado por una compañía de caballos corazas ingleses mandada por el capitán Enrique Tease; siendo alojados en la fortaleza y presidio de San Carlos de Portopí por espacio de dos años, entre el 6 de octubre de 1706 y el 1 de noviembre de 1708, fecha en la que embarcaron con dirección a Barcelona.
El dominio austracista en Menorca duró solamente tres meses, porque en cuanto la flota aliada abandonó las islas Baleares, se presentó una flota francesa en Mahón y recuperó Menorca para los borbónicos el 1 de enero de 1707. La represión contra los austracistas fue muy dura y se convirtió en una ola de terror cuando en febrero fue descubierta una nueva conspiración en favor del Archiduque, 33 personas fueron ejecutadas.
Ataque aliado a Santa Cruz de Tenerife (6 de noviembre de 1706)
Al mando de 13 navíos con 800 cañones, el contraalmirante de la armada inglesa John Jennings, tras un primer intento de desembarco que fue rechazado por la guarnición española, que contaban con 4.000 efectivos y 70 cañones; conminó a las autoridades de la isla a sumarse al bando austracista del archiduque Carlos bajo amenaza de tomar militarmente la ciudad. El corregidor José de Ayala y Rojas, encargado de la defensa española durante la ausencia del gobernador Agustín de Robles, se negó, confirmando la fidelidad de las islas al rey Felipe V. Se redujo a un intenso cañoneo y desembarco simultáneos de parte de las tropas inglesas. Si bien estas no llegaron nunca a poner pie en tierra en la ciudad, al ser rechazadas y hundidas algunas barcas por los certeros disparos de los cañones de la plaza tras lo cual la flota inglesa se retiró de su posición frente al puerto al día siguiente. El almirante inglés bordo de su buque insignia el Binchier (70), puso rumbo de regreso al Mediterráneo, sin intentar asolar ninguna otra isla del archipiélago.