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Negociaciones políticas en 1711
Gaultier, un sacerdote francés en Londres, fue utilizado por Harley para iniciar negociaciones secretas con Francia. Llegó a París el 18 de enero de 1711 y allí se encontró con Torcy. Aquí le sugirió a Torcy que Inglaterra quería la paz, y a Berwick que la reina Ana quería que el pretendiente la sucediera. En abril, los franceses hicieron una propuesta: ¡Inglaterra obtendría derechos comerciales en las Indias de los Mares del Sur!, los holandeses la barrera y los otros aliados acuerdos satisfactorios. Los ingleses luego enviaron la propuesta a Holanda.
En secreto, Matthew Prior llegó a Versalles el 21 de junio de 1711 para transmitir las demandas británicas
- El comercio de esclavos en la América española.
- Gibraltar y Menorca.
- Nueva Escocia y New Foundland y su valor pesquero.
- La demolición de las fortificaciones de Dunkerque.
- Reconocimiento de la reina Ana (no de la sucesión protestante)
Entonces quedó claro que los franceses estarían de acuerdo con estas demandas a condición de que Inglaterra desertara de sus aliados. Por lo tanto, también se estipuló en un acuerdo secreto entre Francia y el gobierno inglés que se realizó en octubre junto con los preliminares oficiales. Estos preliminares oficiales supuestamente ofrecidos por Francia pronto se filtraron y se publicaron en octubre. Esto creó un enfrentamiento en Inglaterra entre las facciones del Parlamento.
El 17 de abril de 1711, murió el emperador José I dejando a su hermano, el archiduque, sucesor del Sacro Imperio Romano Germánico. El archiduque Carlos embarcó en Barcelona el 27 de septiembre y sería coronado en Frankfurt el 22 de diciembre con el nombre de Carlos VI de Habsburgo. Ya no volvería nunca más a España, donde su mujer Isabel Cristina de Brunswick quedó como gobernadora en Barcelona. El acceso de Carlos al solio imperial modificó radicalmente los intereses de las partes en conflicto y facilitó las negociaciones de paz, que se iniciarían en enero de 1712 en la localidad de Utrecht.
Campañas en la península Ibérica en 1711
Asedio de Gerona (1710-11)
A finales de 1710, el duque de Noailles penetró desde el Rosellón con 25.000 hombres destinados a sitiar Gerona. Guarnecida por 5.000 austracistas, la plaza capituló el 2 de febrero de 1711 tras 48 días de resistencia. En pleno invierno, las fuerzas borbónicas intentaron asegurarse los suministros en Gerona y lanzaron partidas hacia la Garrocha y la plana de Vic, donde la actividad de los fusileros de montaña austracistas les impidió consolidar el territorio.
En diciembre de 1710 un ejército de 18.000 hombres comandado por el duque de Noailles, penetró desde el Rosellón y puso sitio a Gerona. En el interior de la ciudad, el conde George Ignaz von Tattenbach organizó la defensa con cerca de 2.000 combatientes, medio millar de los cuales pertenecían a la milicia gremial urbana mandada por Ignasi-Joan de Picalquers. Después de seis semanas de ataques continuados, y en medio de fuertes lluvias que estuvieron a punto de provocar el levantamiento del asedio, las tropas borbónicas lograron abrir una brecha en el sector de Santa Lucía, en el ángulo noreste de la ciudad.
El 29 de diciembre, ya capitulaba el castillo de Montjuich, lo que permitió que Noailles emplazara baterías de artillería en el Puig d’en Roca, desde donde bombardeó la ciudad, ataque solamente parado por las fuertes lluvias y la crecida del Onyar del 9 al 12 de enero, que inmovilizó las tropas francesas.
La ciudad capituló el 14 de enero de 1711 y el día 24 fueron firmadas las capitulaciones, mediante las cuales los ciudadanos que habían sido movilizados no serían castigados.
Batalla del Prats de Rey (1711)
Los austracistas habían abandonado Zaragoza que fue ocupada por las tropas borbónicas. Starhemberg decidió abandonar Balaguer el 24 de febrero renunciando a la ofensiva en el frente aragonés y acortando sus líneas de abastecimiento. Según el general austriaco, el territorio había quedado tan devastado por la continuada presencia de ambos ejércitos que los víveres debían transportarse desde muy lejos y se agotaba en exceso a las tropas en misiones logísticas. Las posiciones aliadas más avanzadas, sin contar algunos enclaves pirenaicos, se situaron en un arco de poco menos de un centenar de kilómetros alrededor de Barcelona, formado por las plazas de Tarragona, Montblanch, Igualada, Cardona y Hostalrich. El parlamento británico, por otro lado, confirió el mando de sus tropas en España al duque de Argyll, que acudió con 5.000 efectivos, si bien su intervención no influyó mucho en las operaciones.
A primeros de septiembre, Luis José de Borbón, duque Vendôme tomó la resolución de avanzar hacia Prats de Rey a pesar de la opinión contraria de los generales españoles. El 17 de septiembre las tropas austracistas del mariscal Guido von Starhemberg tomaron posiciones en la localidad de Prats del Rey intentando impedir el paso al ejército borbónico del duque de Vendôme, las tropas de Starhemberg eran unos 23.000 efectivos encuadrados en 36 batallones, 44 escuadrones y 500 húsares, pero carecía de artillería.
Tres horas más tarde llegó Vendôme con 43.000 efectivos con artillería.
Ambos ejércitos quedaron se situaron en el campo de batalla quedando la villa fortificada justo en medio de ambos.
Al día siguiente 18, el duque de Vendôme ordenó a tres cañones de los borbónicos empezar a disparar contra la acampada de los austracistas. Entonces el conde de Starhemberg ordenó la ocupación de la ciudad de los Prats de Rey, con 500 soldados.
El 19 de septiembre, desde el lugar de la masía-molino de la Alameda, dos batallones franceses atacaron, pero fueron rechazados, con algunas bajas por los atacantes y algunos heridos en los defensores.
El 23, llegó la artillería de los aliados, tras la apertura de un camino que habían hecho desde Igualada, pasando por Sant Genis y por Rubió, hasta la Manresana, ya que el camino que pasaba por Copons estaba controlado por los borbónicos.
El 24, durante toda la jornada, hubo el cañoneo de la artillería del duque de Vendôme, contra las posiciones de los austracistas.
Del 25 al 30 de septiembre, tanto los austracistas como los borbónicos cavaron trincheras en los alrededores de la ciudad de Prats de Rey.
A continuación, durante toda la primera semana de octubre, los borbónicos bombardearon el núcleo urbano de Prats de Rey, con 8 cañones y 2 morteros, que hicieron más de 4.000 disparos y abrieron una brecha en la muralla.
Los atacantes sufrieron daños en tres cañones. Ambos bandos cavaron minas en la ciudad el 10 de octubre los borbónicos estaban dispuestos a asaltarla, pero desistieron al enterarse de la existencia de la mina por un sargento que había desertado. Desistieron de continuar atacando y retiraron la artillería hacia Calaf, salvo un cañón.
El 16 de octubre, llegaron 800 hombres para el duque de Vendôme. Este, el 17 movilizaba 1.000 soldados para ir a abrir un camino carretero desde Calaf hasta Cardona, pasando por Pinoso, con el concurso de otros 600 soldados, para protegerlos y alimentarlos.
El 21 de octubre, los borbónicos obligaron a los austracistas a retirarse del castillo de Boixadors y éstos tuvieron que replegarse hasta Castellar de Segarra.
El 22, llegaban de 12 a 15 desertores diarios desde el campamento borbónico de Calaf al campamento aliado de Prats de Rey. Pero también había desertores en las filas austracistas.
El 28 de octubre, los migueletes cogieron prisionero un mercader de Calaf, de apellido Vallès, que informó que los borbónicos en doce días habían terminado el camino desde Calaf hasta Cardona; pasando por San Pedro del Espino, por la masía de Puigpelat y más allá para Pinós, y que por ese camino transitaban soldados y carros cargados de municiones que se dirigían a Cardona.
El 8 de noviembre, al campamento de Prats llegaron 52 migueletes que los borbónicos hacía ocho meses que retenían prisioneros en Conejo, cuando fueron ocupar ese y otros sitios cercanos.
El 12, llegaron a Prats un grupo de 200 prisioneros borbónicos, acondicionados para migueletes y somatenes, y además continuaban llegando diariamente entre 12 y 15 desertores del enemigo.
El 13 de noviembre, el duque de Vendôme, que continuaba disponiendo de una posición entre los campamentos de Calaf y de Prats, fue a hacer una visita de reconocimiento por la ciudad y las afuera del castillo de Cardona, para dedicarse a preparar sus tropas para atacar y conquistar la población y la fortaleza.
El 14, los borbónicos retiraron cuatro cañones que tenían siempre encarados contra Prats.
Los días 15 y 16 de noviembre, hubo combates entre las infanterías austracistas y y borbónicas y éstas consiguieron ocupar la ciudad de Cardona, con más de 6.000 soldados, caballería y artillería.
El 18, de noviembre, en el campamento de Prats fueron disparadas varias salvas de artillería para celebrar la noticia de la confirmación del archiduque Carlos como Emperador en Viena. Llegaron a Prats unos 200 hombres, entre desertores y prisioneros.
El 22 y 23 de noviembre desde el campamento de Prats partieron 150 granaderos, con 50 barriles de pólvora, 1.200 piedras y 70 quintales de balas de fusil, que consiguieron descargar dentro del castillo de Cardona.
El 30 de noviembre los borbónicos atacaron dos veces el castillo de Cardona con 5 compañías de granaderos y otras fuerzas y su artillería agotó las municiones. Pero fueron rechazados por los contragolpes de los defensores austracistas.
El 4 de diciembre de 1711, salieron del campamento de Prats 1.200 soldados de infantería y desde Súria salieron 300 dragones, 500 migueletes y otros voluntarios y 200 jinetes para dirigirse a Cardona.
Del 3 al 10 de diciembre llegaron al campamento de los Prados, 125 desertores borbónicos, que declararon que algunas veces sus cañones no podían disparar por falta de pólvora. También llegaron un grupo de soldados extranjeros, alemanes, ingleses, holandeses y portugueses, que se reintegraron a las filas aliadas tras huir del campo enemigo que los retenía como prisioneros.
El 13 de diciembre, los desertores del enemigo de ese día y los días anteriores, repitieron que abandonaban las filas borbónicas porque había una gran miseria en su campamento y que marchaban para no morirse de hambre.
El 19, el duque de Vendôme ordenaba el traslado de su equipaje personal desde de Calaf hacia Lerida, y también se añadieron las pertenencias de los mercaderes franceses, con la protección de una compañía de granaderos. El duque de Vendôme el 5 de diciembre había presumido ante su oficialidad que el 10 de diciembre se produciría la conquista del castillo de Cardona.
El 20 de diciembre, las fuerzas aliadas del conde de Starhemberg pasaron a la ofensiva y los combates se resolvieron a su favor; los cuales duraron desde las siete de la mañana hasta el mediodía, y en estas cinco horas estuvo abierta la comunicación con el castillo de Cardona para poder entrar los carros de abastecimientos, de municiones y de 400 hombres de refuerzo.
El 22 de diciembre, los combates continuaron encarnizadamente, y las fuerzas aliadas del conde de Starhemberg lograron la dominación de la ciudad de Cardona; que fue abandonada precipitadamente por las fuerzas de Vendôme, que huyeron hacia Lérida y dejaron abandonado el campamento de Calaf, que había sido su base logística desde mediados de septiembre pasado.
El mariscal conde de Starhemberg, que no había salido más allá de su campamento de Prats de Rey, desde su alojamiento en la Manresana, desde su llegada el 16 de septiembre; allí esperaba la visita del general Hamilton y del marqués de Daun, que como testigos directos le contaron el desarrollo de la victoria conseguida con la liberación del castillo y de la villa de Cardona, en aquella fecha memorable, tres días antes de la Navidad de 1711.
El campamento de los efectivos de los aliados austracistas Prats de Rey y de la Manresana, fue levantado por el conde de Starhemberg entre el 23 y el 27 de diciembre de 1711, sin haber cedido en ningún momento a las embestidas de los adversarios borbónicos.
Según el diario de guerra del conde de Starhemberg nos damos cuenta de que se practicaba muy a menudo el delito militar de desertar, a pesar de ser castigado con la pena de muerte. Fue mucho mayor el número de desertores desde el bando borbónico hacia el bando austracista, que a la inversa.
Los soldados desertores, y aún más los oficiales, además de los prisioneros, fueron una valiosa y continua fuente informativa de la posición, situación y tácticas de las fuerzas contrarias. Estos conocimientos de última hora y de primera mano.
Asedio de Cardona (1711)
Ante una previsión de batalla de desgaste muy larga, el duque de Vendôme preparó a través de Pinós un camino hasta Cardona para hacer pasar sus hombres y cañones necesarios para el sitio y la rendición de la ciudad y castillo de Cardona. Los borbónicos destinados a esta operación, bajo las órdenes del conde de Muret, que el 16 de noviembre acamparon al Plan de Bergús, a 7 km, donde llegaron más tropas borbónicas procedentes de la Seo de Urgel, encabezadas por el general Arpajou. En total, unos 10.000 efectivos encuadrados en 4 BIs franceses y 2 BIs españoles reforzados, 12 compañías de granaderos y unos 3.000 jinetes y dragones, todos bajo las órdenes de Muret y listo para iniciar un ataque sorpresa.
Paralelamente, Starhemberg, que conocía la expedición y las intenciones de los borbónicos de realizar un ataque por sorpresa, envió refuerzos a Cardona para defender el castillo, bajo las órdenes del general conde de Eck (alemán), unos 800 hombres se añadieron a los soldados catalanes, austriacos, italianos y suizos que ya había desde hacía unos meses se preveía un posible ataque. Con la llegada de Eck, la guarnición del castillo alcanzó los 1.868 efectivos. El conde de Eck se convirtió en la máxima autoridad, relevando al gobernador Manuel Desvalls, en un contexto de cinco idiomas diferentes. Nombró a Pedro Alba y Marqués, encargado de los somatenes.
Mientras los franceses de Muret y los españoles de Feliciano de Bracamonte, iban aproximándose a la plana de Bergús, unos 600 soldados austracistas habían instalado un atrincheramiento delante de la villa, tras dos torres de defensa avanzadas. Después de dos días de bombardeos, el 17 de noviembre las tropas de Muret iniciaron un ataque con 1.600 hombres, y obligaron a una retirada precipitada y desordenada de los aliados hacia el castillo; aunque muchos se vieron acorralados hacia un barranco sobre el que se levanta uno de los baluartes de la fortaleza y fueron precipitados. Entre los defensores del campo atrincherado y los soldados que salieron a prestarles cobertura, los austracistas perdieron unos 600 efectivos (pasaron de 1.868 a menos de 1.300).
Las tropas de Muret consiguieron abrir una brecha en las murallas de la ciudad y ganaron parte de la villa donde se libró un combate casa por casa y cuerpo a cuerpo por las calles; finalmente los defensores se retiraron al castillo. Este éxito hacía pensar en una rendición inminente del castillo.
Starhemberg hubiera querido responder inmediatamente, pero no podía descuidar el frente de los Prados, por donde pretendía avanzar el grueso del ejército de Vendôme. De entrada y por precaución, envió un pequeño contingente de unos 300 hombres a las órdenes del general Bathée, que se asentó en el puente de Malagarriga (el único puente que hay en el Cardener entre Manresa y Cardona). El objetivo inmediato del contingente era de contención en caso de que los franceses superasen Cardona y avanzasen hacia Barcelona, lo que dejaría la retaguardia de los Prados al descubierto. Pero Bathée también tenía la misión de estudiar el terreno, la situación del enemigo y planificar una liberación a medio plazo, que él mismo debería dirigir.
Durante 34 días, los franceses bombardearon la fortaleza, pero la altura complicaba que los proyectiles alcanzasen con efectividad el objetivo (el ángulo de tiro era demasiado elevado y apenas dañaban la cortina principal). El acceso por tierra también era complicado, pero después de dos semanas sin éxito con los bombardeos, los borbónicos intentan acceder al castillo excavando túneles. Todos los intentos fracasaron, lo que provocó numerosas bajas, entre muertos, heridos y prisioneros.
La noche entre 22 y 23 de noviembre desde el campamento de Prats partieron 150 granaderos, con 50 barriles de pólvora, 1.200 piedras y 70 quintales de balas de fusil, que consiguieron descargar dentro del castillo de Cardona. Estaban mandados por el conde de Gehlen (coronel austracista, regimiento de Starhemberg) logró introducir 150 granaderos aliados, de la élite escogida personalmente por Starhemberg, dentro del castillo el segundo día de asedio. La misión de Gehlen era refrescar la tropa y llevarse los 150 hombres más cansados, pero la sorpresa fue que los soldados cansados decidieron no retirarse.
El 30 de noviembre los borbónicos atacaron dos veces el castillo de Cardona con 5 compañías de granaderos y otras fuerzas y su artillería agotó las municiones. Pero fueron rechazados por los contragolpes de los defensores austracistas.
Las fuerzas se agotaban y la comida y la munición escaseaban en ambos bandos, e hizo que Eck pidiera ayuda, que llegó en forma de un gran contingente austracista.
El día 4 de diciembre, salieron del campamento de Prats 1.200 soldados de infantería y desde Súria salieron 300 dragones, 500 migueletes y otros voluntarios y 200 jinetes para dirigirse a Cardona.
Los días 19, 21 y 22 de diciembre las tropas austracistas que intentan romper el cerco del castillo, y finalmente los borbónicos, levantaron el campamento y se retiraron a Prats de Rey con las fuerzas principales. El levantamiento del sitio de Cardona precedió a la retirada de Noailles hacia Gerona el 24 de diciembre, durante la retirada intentó apoderarse de Hostalrich.
El ejército borbónico tuvo unas 2.500 bajas y se dejaron atrás 4 morteros, 14 cañones de batir y 4 de campaña.
Las fuerzas borbónicas padecieron durante este período una extrema escasez de víveres, alargándose sus líneas de abastecimiento hasta Aragón y siendo precisas partidas muy numerosas para hacer acopio de forrajes en un territorio infestado de migueletes.
Campaña en Flandes en 1711
La Reina había sido influenciada por el intrigante Robert Harley, conde de Oxford, quien se convirtió en Canciller de Hacienda. El nuevo gobierno habría despedido a Marlborough, excepto por el efecto dañino que tal acción hubiera tenido en el esfuerzo de la guerra aliada. Aunque los conservadores estaban ansiosos por terminar la guerra, vieron la necesidad de mantener la presión militar sobre Francia para asegurar los términos que deseaban. Marlborough, por lo tanto, debe mantenerse por un tiempo, se dice que solo las peticiones hechas por el príncipe Eugenio impidieron que el Duque renunciara. La nueva Cámara votó 6 millones de libras para continuar la guerra, y en marzo Marlborough regresó a La Haya para poner en marcha su última campaña.
El único teatro de importancia era Flandes y la frontera francesa, ya que los combates en España terminaron de manera desastrosa para los aliados en 1710.
El trabajo iniciado por Villars en posiciones de defensa durante el verano de 1710 se había sido completado durante el invierno. Cuando Marlborough salió al campo en la primavera, se enfrentó a un formidable sistema de fortificaciones de campaña que se extendía a través del norte de Francia desde el canal de la Mancha hasta el río Mosa. Esta barrera de unos 250 km se basaba en una sucesión de ríos (Canche, Gy, Scarpe, Sensée, Scheldt, Sambre y Mosa), algunos de los cuales habían sido represados para inundar las orillas. Una serie de movimientos de tierra elaborados protegieron la única parte (aproximadamente 25 km) que no estaba cubierta por el agua o las marismas, y el conjunto se fortaleció considerablemente con la presencia de varias fortalezas en las líneas o cerca de ellas. Estas incluían Montreuil, Arras, Bouchain, Valenciennes, Maubeuge, Charleroi y Namur, el último formaba el bastión oriental del sistema; en el extremo occidental la de Calais. El grupo de fortalezas de Omer proyectadas para amenazar las comunicaciones de cualquier esfuerzo hostil contra el centro. Para Villars, parecía imposible que un ejército invasor, incluso el de Marlborough, pudiera avanzar más allá de esta posición.
Desde principios de marzo, Marlborough estaba ocupada en La Haya preparándose para la campaña. Los preparativos administrativos recibieron su atención cuidadosa habitual. Numerosas cartas en su correspondencia particularmente voluminosa en este momento reflejan su preocupación de que los almacenes de forraje deberían estar listas a tiempo. El 6 de marzo, escribió: “Estamos haciendo todo lo posible para evitar que el enemigo esté de campaña antes que nosotros, ya que amenazan con sus preparativos iniciales”; y una semana más tarde envió al conde de Cadogan “para reunir un cuerpo de tropas en las llanuras de Lille, para observar los movimientos del enemigo y cubrir los barcos y convoyes que subían los ríos con forraje, y otras provisiones para formar nuestros almacenes”.
Hubo los problemas habituales sobre la mano de obra. Un «cuerpo de neutralidad» formado para mantener la paz en el Báltico había tomado una serie de batallones que de otro modo hubieran estado disponibles para Marlborough; el rey de Prusia retuvo su contribución esperada en espera de satisfacción por la promesa de Guelderland a los holandeses; sin previo aviso, el gobierno inglés retiró 5 batallones para acompañar a brigadier Hill en su infructuosa expedición a Canadá; y las cuatro ciudades francesas capturadas en 1710 tenían que ser guarnecidas. Para coronarlo todo, el 17 de abril, el emperador José, un firme partidario de Marlborough, murió de viruela. Su sucesor fue su hermano el archiduque (Carlos III de España), quien se convertiría en el emperador Carlos VI; pero a la espera de la elección, Eugenio fue convocado para comandar un ejército imperialista reunido en el Rin para bloquear cualquier intervención francesa. Esto fue para dejar Marlborough a mediados de junio con un ejército reducido a 94BIs y 145 ECs, contra 131 BIs y 187 ECs de Villars.
Asalto a la línea del “Non Plus Ultra” en 1711
El 1 de mayo, Marlborough desplegó su ejército al sudeste de Douai, frente a Villars, y durante seis semanas las dos fuerzas estuvieron frente a frente sin acción, el Duque informó que los franceses estaban “muy ocupados en fortificar y asegurar todos los pasos de los ríos”. El 14 de junio, Eugenio se dirigió al Rin con todas las tropas imperiales, y para desviar la atención de su partida, Marlborough cambió sus fuerzas restantes un día de marcha hacia el oeste hacia la llanura de Lens. Si Villars interpretó esto como una invitación a la batalla, no la aceptó, ya que estaba bajo instrucciones definitivas de permanecer detrás de sus defensas.
Pasaron tres semanas sin que ninguno de los bandos realizara movimiento alguno. Pero Marlborough estaba diseñando el esquema por el cual forzaría las líneas, y el 6 de julio dio el primer paso para implementarlo. Había señalado que la zona de Bouchain ofrecía las mayores posibilidades, ya que la captura de Bouchain o Cambrai haría la penetración más profunda hacia París. Pero las marismas de Sensée inundadas detrás de las cuales se encontraban estos lugares formaban un punto muy fuerte en el sistema de defensa de Villars. Para Marsh, eran el obstáculo más efectivo para un ejército que la naturaleza podía proporcionar. Dos calzadas, sin embargo, según se informó, realizadas en beneficio del campesinado local, cruzaban estos pantanos. La más grande, 15 km al oeste de Bouchain, llevaba la carretera principal Douai-París entre los pequeños pueblos de Aubigny-au-Bac en la orilla norte, y Aubencheul-au-Bac en el sur. La otra estaba a unos cinco kilómetros de la Sensée y estaba vigilado en la orilla norte por la ciudad de Arleux, que Villars había guarnecido y fortificado.
Mientras los franceses sostuvieran que Arleux Marlborough no podía usar ninguna de las dos calzadas; sin embargo, se dio cuenta de que tomar el lugar, incluso si más tarde lo destruía, advertiría a Villars de un cruce previsto y le permitiría concentrar una fuerte fuerza de bloqueo en los puntos amenazados.
El Duque, por lo tanto, resolvió inducir a Villars a demoler el lugar que él mismo había guarnecido y fortificado. La posición aislada de Arleux fuera de las defensas francesas lo hacía extremadamente vulnerable, y en la noche del 6 de julio, un destacamento aliado bajo el general Rantzau lo capturó sin dificultad. Marlborough puso una guarnición y fortaleció las defensas, colocando una fuerza de cobertura bajo el general Hompesch entre Arleux y Douai.
Villars reaccionó rápidamente. Atacó el fuerte el día 9, y aunque rechazó a Hompesch por sorpresa, le infligió casi 1.000 bajas. En general, se ha aceptado que el hecho de que Hompesch no tomara precauciones elementales (se dice que no tenía centinelas o bien era parte de un complot deliberado inducir a Villars). Marlborough, sin intentar ocultar su enojo hacia su subordinado, lo reforzó y fortaleció la guarnición en Arleux, como si enfatizara su determinación de mantenerla. Cuando el 20 de julio, el duque marchó 1,5 km hacia el noroeste y acampó al sur de Lillers, cerca de las fuentes del Lys, el enemigo parecía justificado en creer que su principal interés era retener Arleux para realizar una incursión francesa hacia Douai.
Villars había hecho un movimiento paralelo al de los aliados hacia el oeste con su propio ejército, pero había dejado un destacamento lo suficientemente grande como para atacar Arleux. El 22 de julio, esta fuerza atacó el lugar, cuyo comandante envió a Marlborough una frenética petición de ayuda. El Duque inmediatamente despachó a Cadogan con 30 escuadrones y todos los granaderos, pero Arleux cayó.
La noticia de que Villars había arrasado las fortificaciones de Arleux provocó otro estallido de mal humor, y declaró en público «que estaría a la altura de Villars«, todo lo cual fue sin duda fielmente transmitido a los franceses por sus espías. Mostró todas las intenciones de lanzar un asalto a gran escala en las líneas francesas al oeste de Arras, haciendo elaborados reconocimientos de las defensas en ese sector. Pero mientras tanto, no descuidó su verdadero objetivo. Aunque los franceses creían que todo el ejército aliado estaba en el área de Lillers, Marlborough tenía fuerzas fuertes mucho más cerca de Arleux. En el momento de su cambio hacia el oeste, había aumentado discretamente sus guarniciones en Douai, Lille y Tournai. Luego, la noticia de que Villars se estaba preparando para enviar una gran fuerza para hacer una maniobra envolvente en Brabante, le dio al Duque una excusa para enviar a lord Albemarle en un contraataque hacia el este a Béthune con 10.000 hombres; al mismo tiempo que brindan la oportunidad de enviar todos los bagajes del ejército y su artillería pesada a Douai.
Marlborough hizo preparativos ostentosos para un ataque frontal. Los sucesivos avances del 1 y 2 de agosto llevaron a su ejército a la carretera de Saint Pol-Arras, a solo 10 km de la línea de elaborados movimientos de tierra que unía las cabeceras del Canche y del Gy. Villars ya no dudaba de que iba a ser atacado, pero estaba sumamente convencido de que su posición era invulnerable. Desde que comenzaron las maniobras de Marlborough, él había estado fortaleciendo sus ya formidables defensas, y había llamado a la zona amenazada a la mayoría de sus lejanas guarniciones, incluidas las tropas que se encontraban cerca de Arleux. En su garantía, le escribió al Rey que “al fin había llevado a Marlborough a su non plus ultra”.
El 4 de agosto la acción se acercaba a su clímax. La noche anterior, otro destacamento fuerte se había deslizado fuera del campamento aliado, llevándose consigo la mayor parte de la artillería de campaña y todos los vehículos restantes. Poco después del amanecer, Marlborough con sus oficiales generales, escoltados por granaderos del ejército y 80 ECs, reconocieron todo el frente a plena vista del enemigo, el Duque señaló con su bastón los objetivos asignados a cada comandante. Un testigo ocular relata “Todos los que estaban con él, se sorprendieron ante la temeraria y peligrosa empresa, y creyeron que procedía de la afrenta que Villars le había puesto, y los malos tratos que había recibido últimamente de la Reina y el ministerio, que ahora lo desesperaba”.
La confianza de las tropas aliadas en su comandante en jefe se tensó al máximo cuando enfrentaron la terrible perspectiva de un ataque frontal sin artillería y un número de fuerzas inferiores contra un enemigo bien preparado que tenía defensas considerablemente más fuertes que las que habían encontrado en Malplaquet. A medida que pasaba el día, la penumbra en el campo aliado estaba en marcado contraste con el optimismo que dominaba las líneas francesas. Finalmente, la atención de los franceses fue atraída por un cuerpo de caballería ligera que se movía en el flanco derecho aliado y trotaba hacia el oeste en una dirección que más tarde recorrería un amplio recorrido de regreso a sus propias líneas.
Esta era la señal para que todo el campamento aliado entrara en acción. En la oscuridad, las carpas fueron desmontadas rápidamente y para las nueve en punto el ejército se formó en cuatro columnas, listas para moverse desde la izquierda.
Con Marlborough liderando la vanguardia, comenzó la larga marcha hacia el este. Anteriormente el día, Cadogan había galopado fuera del campamento con 40 húsares para alertar a la guarnición de Douai. Allí, Hompesch esperaba con una fuerza compuesta de destacamentos procedentes de Lille, Tournai y Saint Amand aumentando su fuerza en 23 BIs y 17 ECs. Antes de la medianoche, unos 14.000 soldados estaban listos en Douai, a menos de 13 km de la calzada de Aubigny.
Mientras tanto, el ejército principal de Marlborough se apresuraba hacia el este. La oscuridad que había cubierto los importantes movimientos iniciales había dado paso a la brillante luz de la luna. Marcharon toda la noche, pasando entre Vimy Ridge y Arras. En menos de 8 horas recorrieron 30 km, llegando al río Scarpe en Vitry poco después del amanecer. Allí ya estaban colocados los puentes de pontones, y al cruzar encontraron su artillería esperando en la orilla oriental.
Un mensajero llegó a Marlborough con la noticia de que Cadogan y Hompesch con 2.000 jinetes y 20 batallones habían cruzado la calzada de Arleux sin oposición a las 03:00 horas y estaban apostados para bloquear cualquier movimiento francés hacia el este. Pero el objetivo del ejército en marcha, la calzada oriental de Aubigny, todavía estaba a 17 km de distancia. A lo largo de las columnas, los oficiales del personal de Marlborough llevaron su mensaje personal a las cansadas tropas: “Mi lord Duke desea que la infantería salga”. El mismo Marlborough avanzó con sus 50 escuadrones de caballería; a las 08:00 horas estaban en Aubencheul y estaban desplegando a lo largo de la orilla sur de la Sensée. La infantería partió, aunque con la carga de 25 kg de equipo de cada hombre.
A pesar del cansancio llegaron cientos, y luego a los miles. Muchos murieron donde cayeron de puro agotamiento. No más de la mitad alcanzó el objetivo. Pero en los cuidadosos cálculos de Marlborough, estos eran suficientes para la tarea asignada, y llegaron con la fuerza suficiente para realizarla. La vanguardia cruzó la Sensée en algún momento de la mañana, y los últimos de la retaguardia todavía en formación terminaron a las 16:00 horas (las del ala derecha aliada habían cubierto cerca de 65 km en menos de 19 horas). Se extendieron hacia el este hasta el Escalda y hacia el oeste hasta el cruce de Arleux, las tropas más frescas de Douai se asentaron en el flanco más cerca del enemigo.
El mariscal Villars se había enterado de los movimientos de Marlborough alrededor de las 23:00 horas, antes de que estuviera seguro de la dirección de la marcha aliada. Inmediatamente puso en marcha su propio ejército hacia el este, y se apresuró a seguir con la Casa del Rey. Pero sobre las 05:00 horas, no pudo adelantarlo. Antes de llegar a la Sensée, se había enterado del cruce de los aliados, y cuando, con unos cientos de jinetes, llegó a la zona al sur de Arleux a las 11:00 horas, se enfrentó en fuerza a las fuerzas de Marlborough y escapó por poco de ser capturado.
Así se perforaron las líneas del “Non Plus Ultra” sin disparar un tiro. La gran proeza de la marcha de las tropas fue ciertamente digna de los más altos elogios y dio un sorprendente testimonio de la excelencia de su moral; pero detrás de todo estaba el genio militar que pudo idear y poner en ejecución un plan que se ha denominado “el ejemplo más perfecto de una sorpresa estratégica completa y exitosa lograda a través de un cálculo exacto que las antiguas guerras podían mostrar”.
Asedio de Bouchain (7 de agosto al 14 de septiembre de 1711)
Durante tres días, Marlborough descansó, mientras los rezagados se reincorporaban a sus regimientos. Entonces se encontraba a corta distancia de Arras, Cambrai y Bouchain. Con la esperanza de recuperar algo de su prestigio perdido, Villars presentó batalla frente a Cambrai, pero el Duque se dio cuenta de que aceptar el desafío con sus números inferiores sería desastroso, y aunque los diputados holandeses, inesperadamente belicosos, instaron a la acción, rechazó el desafío. El asedio de Bouchain había sido su intención desde el principio.
Hasta que Marlborough no declarase sus intenciones, Villars no podía moverse, ya que moverse hacia el este para proteger a Bouchain dejaría a Arras abierto para el ataque. Así, el Duque mantenía la iniciativa, y en la noche del 6 al 7 de agosto pasó todo su ejército a través del Escalda a 5 km al sur de Bouchain, sin ninguna interferencia de los franceses.
Reducir Bouchain presentaba más dificultades que los asedios anteriores. Construida en el cruce de los ríos Sensée y Scheldt, la fortaleza tenía la protección natural de las inundaciones desde el Scheldt hacia el este, y una zona pantanosa casi intransitable alrededor de la Sensée al suroeste. Marlborough estableció su campamento principal al noreste de Bouchain, pero inmediatamente pasó su ala derecha a través del Escalda más abajo de la ciudad, construyendo suficientes puentes para permitir la transferencia rápida de toda su fuerza a la orilla izquierda si era necesario. El gobernador de la ciudad, de Ravignau, disponía de unos 5.000 efectivos.
Villars movió a su ejército de 100.000 hombres en el ángulo entre el Escalda y el Sensée, enviando una fuerte fuerza bajo el mando de Albergotti a través del último río para ocupar el pueblo de Wavrechin, a unos 3 km al suroeste de la fortaleza. Allí Albergotti construyó un campamento atrincherado y estableció comunicaciones con la guarnición de Bouchain por medio del camino de la Vaca, una pista estrecha que seguía un dique a través de las marismas de Sensée. Lo protegió laboriosamente con una doble pantalla de fajinas.
La posición francesa en Wavrechin no solo impedía a Marlborough rodear por completo a Bouchain, sino que representaba una seria amenaza para sus comunicaciones con Douai. Los aliados dependían de estas para que el tres de asedio llegara por el río desde Tournai, ya que la posición francesa de Valenciennes bloqueaba el Escalda por debajo de Bouchain.
Al tratar de leer la mente del enemigo, Marlborough apreció que cualquier esfuerzo importante de Villars para levantar el sitio era más probable que se hiciera al oeste de Bouchain que al este del Escalda, ya que este último movimiento habría dejado a los aliados libres para marchar sobre Arras. Aunque superado en número, el Duque estaba dispuesto a aceptar una batalla si los franceses presentaban una. Por lo tanto, movió la mayor parte de su ejército a la orilla izquierda de Scheldt, y llevó 6.000 trabajadores holandeses para que se cavaran una doble línea de atrincheramientos en una zona 11 km de largo y 3 km de ancho que llevara desde Scarpe a sus líneas de inversión sobre Bouchain. Quedaba la ruptura del último vínculo del enemigo con los sitiados. Copiando el ejemplo francés, los asediadores introdujeron líneas dobles de fajinas en el pantano desde el norte y el sur, y el 17 de agosto Marlborough lanzó una fuerza de 600 británicos y holandeses en un ataque a cuatro compañías francesas que defendían el camino de la Vaca. En algunos lugares, el agua llegaba hasta el cuello de los granaderos que avanzaban (algunos de ellos con estatura baja y tuvieron que ser llevados hombros por sus compañeros). Encontraron muy resistencia enemiga, y con la toma del camino de Vaca, Bouchain quedó completamente aislado.
Cuatro días después, el tren de asedio comenzó a llegar, y las baterías asentadas a finales de mes. Los defensores infligieron grandes pérdidas a los aliados, que también fueron bombardeados por los cañones de Villars. Marlboroguh escribió “Todo el ejército francés estaba acampado y son vistos por la guarnición de Bouchain, y esto hace que la defensa sea más obstinada”.
Las frecuentes incursiones de Villars contra los convoyes de suministros en el Scarpe y hacia Douai no pudieron interrumpir el asedio.
Finalmente, el 14 de septiembre, la plaza capituló, los sitiadores sufrieron 4.000 bajas. La insistencia de Marlborough en la rendición incondicional fue un fuerte reproche para Villars por su incapacidad de interferir eficazmente con el asedio.
Para gran alivio del francés, Marlborough no siguió con la captura de Bouchain, aunque solo dos pequeñas fortalezas, Quesnoy y Landrecies, se encontraban entre él y el camino por el valle del Oise a París. Pero no había provisión para nuevos asedios en Londres. Sin saberlo Marlborough, las negociaciones de paz habían llegado a un punto en el que Inglaterra estaba dispuesta a abandonar la Gran Alianza. El asedio de Bouchain fue así la última operación militar del Duque.
Despido de Marlborough
Marlborough llegó a su casa en noviembre, a tiempo para participar en el debate en el que el ministerio tory trató de obtener la aceptación del Parlamento de las propuestas de paz preliminares hechas a Francia. Se defendió contra la acusación de que él era “uno de los que se deleitan en la guerra y, por lo tanto, buscaba deliberadamente prolongar la lucha”; pero declaró que “la seguridad y las libertades de Europa estarían en peligro inminente si España y las Indias Occidentales quedaran en manos de la casa de Borbón”. Estimulado por su liderazgo, la mayoría Whig en la cámara de los lores rechazó los preliminares y derrotó al gobierno, que, sin embargo, todavía tenía un tory en los comunes bastante sólido.
El conde de Oxford y sus ministros recurrieron a medidas drásticas para obtener sus fines. Necesitaban una mayoría en los lores, y para evitar una renovación seria de los combates en 1712, querían un comandante en jefe que fuera menos amigable con los aliados y más receptivo a las instrucciones de los torys. Por lo tanto, indujeron a la Reina a crear una docena de nuevos compañeros torys para llevar a la Cámara Alta, y se propusieron sin escrúpulos para ennegrecer la reputación de Marlborough para que su reemplazo pudiera despertar el mínimo de desagrado público.
Los medios para hacer esto estaban a la mano. Desde mayo, una comisión parlamentaria había estado investigando supuestos abusos en el gasto público. Sus hallazgos condujeron a que se presentara un cargo en la cámara de los Comunes que entre 1702 y 1711 el Duque había recibido de contratistas más de 63.000 libras para el suministro de carros de pan a las fuerzas británicas. Esto, como Marlborough señaló a sus acusadores, era un requisito que permitía al comandante en jefe de Flandes ser utilizado para la compra de inteligencia. Había escrito ante la comisión «Le aseguro que las sumas que he recibido en esa cuenta han sido empleadas constantemente al servicio del público, guardando correspondencia secreta y obteniendo inteligencia de los efectivos e intenciones del enemigo”. Fue acusado además de apropiarse del 2,5 por ciento de la paga de los auxiliares extranjeros contratados por los británicos, una suma que asciende a 280.000 libras.
Pudo demostrar que Guillermo III había acordado estas deducciones con los príncipes extranjeros interesados para formar un fondo de servicio secreto, y que la reina Ana lo había autorizado a recibir el dinero y usarlo de la manera prescrita. Que se había gastado bien se demostró por la excelencia del servicio de inteligencia de duque; de hecho, hay pocas dudas de que pagó mucho más que estas dos sumas para ese propósito.
Pero sus argumentos fueron en vano. El 31 de diciembre, la reina Ana despidió a Marlborough de todos sus cargos, y la gaceta del día de Año Nuevo anunció el nombramiento del duque de Ormonde como comandante en jefe. La noticia fue recibida en las capitales de los países aliados como un ejemplo escandaloso de ingratitud nacional; pero en Versalles, Luis XIV exclamó triunfalmente: “El asunto de desplazar al duque de Marlborough hará por nosotros todo lo que deseemos”.
En noviembre de 1712, Marlborough abandonó Inglaterra en un destierro autoimpuesto, para permanecer en los Países Bajos hasta la muerte de la reina Ana en julio de 1714. En el momento de la adhesión de Jorge I, regresó a su hogar y le fueron devueltos sus cargos anteriores de capitán general (cargo meramente honorífico) y maestro general de la Artillería. La edad avanzada y la mala salud le impidieron tomar parte activa en la vida pública. Murió el 16 de junio de 1722 a la edad de 72 años, y fue enterrado con gran pompa y ceremonia en la abadía de Westminster.