¡Ayúdanos a mejorar el blog!
Si ves alguna palabra mal escrita, o frase que no tenga mucho sentido, es muy fácil hacérnoslo saber. Sólo tienes que seleccionar las palabras que te resulten sospechosas y pulsar las teclas CONTROL y ENTER. Se abrirá un formulario con el texto seleccionado, y con pulsar enviar recibiremos tu notificación.
También puedes abrir el formulario pulsando el siguiente botón
Antecedentes
Tras la guerra de Sucesión Polaca (1733-38) la guerra en Italia era solo cuestión de tiempo y en 1739 España entró en guerra con Inglaterra; en lo que se llamó la guerra de Asiento o de la Oreja de Jenkins, por lo que la necesidad de rearme de los ejércitos borbónicos seguía siendo una realidad.
Como el rey de Prusia estaba ocupando Silesia con 20.000 efectivos, María Teresa, se vio en la necesidad de retirar tropas del Milanesado; lo cual favorecía las intenciones de la Corte de España que se mantenían no obstante en secreto, tratando de ganar a CarIos Manuel, rey de Cerdeña, a quien se instaba que se aliara con Francia, Prusia, España y el elector de Baviera contra María Teresa.
En julio de 1741 comenzaron los preparativos para trasladar un ejército desde la Península hasta Italia y enfrentarse a los sardos y los austriacos.
Las fuerzas napolitanas eran:
- En Orbatello (noviembre 1741): RI Reales Guardias Españolas (6), RI Reales Guardias Valonas (6) Real RI de la Reina (2), RI Lombardia (2), RI irlandés Irlanda (2), y RI suizo Bessler (2); RC de Carabineros Reales (3), RD de Sagunto (3), en total 20 BIs y 6 Escóns.
- En Spezia (enero 1742): RI Castilla (2), RI la Corona (2), RI Guadalajara (2), RI irlandés Ibernia (2), RI Parma (2), RI Flandes (2), RI suizo Bessler (1), RI suizo Wirth (1), RI fusileros de Montaña (1), en total 15 BIs.
Campaña italiana de 1742
El ejército expedicionario español había movilizado unos 60.000 efectivos se dividió en dos cuerpos:
- Uno de unos 20.000 efectivos al mando del infante don Felipe, enviado al norte de Italia pasando por Francia para operar en la frontera franco-piamontesa y tratar de penetrar en Saboya. Las tropas estaban dirigidas realmente por el conde de Glimes, que sería sustituido por el marqués de La Mina en 1743.
- Otro de unos 40.000 efectivos para operar en la Toscana, al mando del conde de Montemar, y apoyar al primero mediante la atracción de fuerzas enemigas sardas y austríacas.
El ejército de Montemar se organizó en dos expediciones que partieron de Barcelona en diciembre de 1741 y enero de 1742. El conde desembarcó en Orbitello en diciembre de 1741 y en pocas semanas recibió un refuerzo de tropas napolitanas enviadas por el rey Carlos, el Infante de España.
El duque de Montemar había avanzado hacia Módena, el duque de Módena se había aliado con España, pero el vigilante gobernador austríaco de Milán, el conde Otto Ferdinand von Traun capturó Módena y obligó al Duque a hacer una paz por separado. Montemar consiguió capturar Rimini y Foligno para la defensa de Nápoles.
Sin embargo, los británicos, en guerra con España desde 1739; habían estado observando los movimientos de los españoles y 9 de agosto de 1742 enviaron su flota hasta Nápoles, presentando un ultimátum al rey Carlos (futuro Carlos III) de las Dos Sicilias Carlos por el cual le conminaban a declararse neutral y retirar sus tropas del ejército del conde de Montemar, o bombardeaban la ciudad; le dieron dos horas para contestar. Carlos se sometió a la humillación, mando retirar los 10.000 efectivos que estaban con el conde de Montemar. Esta acción no lo olvidaría en toda su vida, como demostró durante su periodo como rey de España.
La agresividad de los españoles en Italia obligó a la emperatriz María Teresa de Austria y al rey Carlos Emmanuel de Cerdeña a entablar negociaciones a principios de 1742. Estas negociaciones se celebraron en Turín. María Teresa envió al conde Schulenburg, y el rey Carlos Emmanuel envió al marqués de Ormea. El 1 de febrero de 1742, Schulenburg y Ormea firmaron la Convención de Turín que resolvió las diferencias y formó una alianza entre los dos países.
El infante Felipe fue atacado por el rey de Cerdeña que disponía de 30 BIs y 2.600 de caballería, que junto con las fuerzas austriacas que eran 18 BIs y 2.500 de caballería, sin contar las tropas ligeras croatas, alcanzaron los 30.000 efectivos. El ejército del infante don Felipe con solo 20.000 efectivos incluyendo 1.500 de caballería, fue presionado constantemente por los húsares y croatas; en combates y escaramuzas en el valle del Isère entre las tropas de Cerdeña y de España, en el que los franceses no tomaron parte, hizo que finalmente el Infante tuviera que abandonar Saboya y refugiarse en Francia para pasar el invierno.
La campaña de ese año supuso un revés para los objetivos españoles. A finales de 1742 la Corte de Madrid se mostraba bastante impaciente por la inactividad del ejército de Montemar y decidió su destitución, siendo sustituido por el conde de Gages.
Campaña italiana de 1743
Batalla de Camposanto (8 de febrero de 1743)
Antecedentes
Los austro-sardos de que no podían destruir por entonces al ejército español decidieron, antes de acabar el verano, retirarse a los cuarteles de invierno, establecidos en la zona Módena, Parma, Plasencia, Mantua y Miràndola, al noroeste del río Panaro.
En diciembre, el conde de Gages avanzó hasta dicho río, situando su cuartel general en Bolonia. Trató de aprovechar el descanso invernal para completar sus efectivos. Pidió a Campillo 6.000 soldados y, además, 2.500 fusiles, 3.800 bayonetas y 461 sables. También precisaba adquirir ganado para trasladar desde Toscana un tren de artillería de 10×24 y 4×10 cañones, que debían de haber seguido al ejército, pero no lo hicieron por falta de animales de transporte.
En enero Gages fue obligado a combatir de inmediato, por una carta recibida de Campillo en la que se le exigía atacar en el plazo de 3 días o dimitir.
El ejército español se encontraba operando en el norte de Italia, en la Lombardía, separado del enemigo por el río Pánaro. Siguiendo las instrucciones emanadas de Madrid tomó la iniciativa para ir a su encuentro, de modo que el 2 de febrero inició la marcha desde Bolonia, “aligerado de equipajes, con 4 días de pan y cebada y otros 4 de repuesto”, para acampar en Crevalcore.
El día 3 de febrero por la mañana, después de recorrer 7 kilómetros, llegaron las tropas al río Panaro, frente a Camposanto. En ese lugar el enemigo tenía destacadas algunas unidades de caballería desde San Felice.
Tan pronto las compañías de granaderos de los 12 batallones de guardias iniciaron el paso del río en unas barcas, los austriacos se replegaron sobre San Felice, sin que pudieran ser perseguidos por la caballería española, detenida en el lodo del único vado existente. Al amparo de los granaderos se construyeron dos puentes de barcas y carros por los que pasó el ejército, para quedar acampado en Camposanto.
En cuanto fue posible, el duque de Atrisco, al mando de los Carabineros Reales y de todas las compañías de granaderos, marchó hacia San Felice en busca de los austriacos, los cuales, sin esperarle, se marcharon a Mirandola.
Al mismo tiempo un pequeño destacamento español ocupó Finale y sus almacenes de cereales.
Al día siguiente, el duque de Atrisco siguió hasta Bondeno, plaza de la que se apoderó tras un breve combate contra 100 antiguos desertores; continuando después avanzando aguas abajo del río Panaro hasta llegar al río Po. Se adueñaron de varios almacenes de víveres y vestuario y de barcas cargadas de trigo y otros granos. Destruyendo la mayor parte de lo encontrado, se volvió a Finale con el vestuario nuevo de un regimiento de infantería, que suponía era el de Traun, 2.000 sacos de harina y 13 soldados prisioneros. El mismo día 4 de febrero, el ejército se reunió en Solara.
Durante la marcha de San Felice a Solara el regimiento de caballería de la Reina cayó en una emboscada, tendida por tropas croatas y húsares, que le costó 13 bajas y la pérdida de 20 caballos, a cambio de unos 20 muertos y 11 prisioneros.
Entre tanto, Traun y sus tropas se habían reunido en Bomporto, al amparo de sus fortificaciones, a 7 kilómetros de Solara. El ejército español formó en batalla el día 5, y un destacamento de 3.000 hombres compuesto de granaderos y caballería, al mando del teniente-general conde de Beaufort, acompañado de varios ingenieros, efectuó un reconocimiento de Bomporto.
El destacamento se mantuvo formado tres horas a la vista de los enemigos, encerrados en la plaza, para provocarlos a batalla, sin conseguirlo, por lo que regresaron a Solara.
Como consecuencia del reconocimiento, Gages llegó a la conclusión de que en Bomporto, se encontraban todas las unidades que había podido reunir Traun, y que el atacarle allí era arriesgado por encontrarse protegido por el obstáculo que suponía el canal de Modena, de orillas muy altas e imposible de pasar.
El día 6 de febrero retrocedió el ejército español a Camposanto, con intención de buscar la batalla en otra parte, pues Gages esperaba hacer salir a Traun de Bomporto amenazando Mirandola. Pero no tuvo que hacer nada, pues el enemigo salió detrás, acampando en Solara. Aquella noche, desde la torre de la iglesia de Camposanto se veían los fuegos de las vanguardias austro-sardas.
Durante el día 7 siguió Traun acercándose a los españoles, efectuando marchas y contramarchas que le hicieron pensar que solo trataba de cubrir los ríos Revere y Po, por lo que tomó la decisión de marchar al día siguiente en su busca para atacarle. No obstante, el ejército español estuvo todo el día sobre las armas, y a primeras horas de la tarde la infantería austro-sarda llegó a aparecer a su vista por la izquierda; retirándose a las 14:00 horas, pasaron la noche en las Praderías, a una distancia aproximada de 1,5 km de las tropas de Gages.
Despliegue de fuerzas
El día 8 por la mañana el ejército español se encontraba desplegado, cubriendo Camposanto con sus dos puentes y el tren de bagajes, que quedaba muy próximo a la retaguardia del centro, ambas alas apoyadas en el río Panaro en un lugar que describía una curva, con unos 3 km de frente.
Las fuerzas de Juan Bonaventura Thierry du Mont, conde de Gages totalizaban 14.000 hombres encuadrados en 14 RIs, de los cuales 7 eran españoles (Guardias Españolas, Reina, Castilla, Lombardía, La Corona, Guadalajara y Fusileros de Montaña), 2 valones (Guardias Valonas y Flandes), 2 irlandeses (Irlanda e Ibernia), 1 italiano (Parma) y 2 suizos (Wirtz y Westler); 2 RCs (Carabineros Reales y Reina), 2 RDs (Reina y Sagunto), 1 Cía de húsares y 1 BA (un tren de campaña de 12 cañones y 400 artilleros encuadrados en 10 Cías). El conde de Mariani era el jefe de artillería.
Cada RI tenía 2 BIs, menos los de guardias compuestos por 6 BIs, y el de Wirtz, formado por uno solo; sus efectivos no estaban al completo, la mayoría de los batallones disponían de 400 hombres, mientras 9 de ellos solamente contaban con 250. Los RCs y RDs eran todos de 3 Escóns, con un máximo de 140 hombres por Escón en los de carabineros y un mínimo de 110 en el RC de la Reina.
De acuerdo con las costumbres de la época, estas cantidades no incluían a los oficiales. En total, Gages disponía de 14.022 hombres de tropa, 11.850 infantes, 1.772 jinetes y 400 artilleros, formando 36 BIs y 12 Escóns. En la batalla tomaron parte 12.000, los 2.000 restantes quedarían con los bagajes en Bolonia e Imola, de ellos unos 600 enfermos en el hospital. Los españoles desplegaron:
- Ala izquierda mandada por el teniente-general Beaufort, con el RI de fusileros de Montaña (3), para evitar que el enemigo pudiese ocupar unas casas allí existentes.
- Centro mandado por el teniente-general Ramírez:
- Primera línea mandada por el teniente-general Mariani con 18 BIs, a la derecha la BRI de Guardias Españolas (6), centro la BRI Castilla con 6 BIs (RIs Lombardía, Castilla y Flandes) a la izquierda la BRI de Guardias Valonas (6 BIs).
- Segunda línea mandada por el teniente-general Sayve con 15 BIs: a la derecha la BRI Reina con 6 BIs (RIs Guadalajara, Reina, y Corona); centro BRI suiza 5 BIs (RIs Wirtz, Westler y Parma) a la izquierda la BRI irlandesa con 4 BIs (RIs de Irlanda e Ibernia) y y entre las unidades del centro el batallón de artillería, en tres baterías de 4 cañones cada una, asentadas para disparar de flanqueo al adversario.
- Ala derecha toda la caballería al mando del conde de Atrisco.
- Primera línea 9 Escóns de RD Sagunto y los carabineros Reales (3), y RC de la Reina (3).
- Segunda línea 3 EDs del RD de la Reina (3).
- Reserva una Cía de húsares a pie, una Cía italiana y una Cía albanesa.
El ejército austriaco estaba mandado por el conde Otto Ferdinand von Traun, y disponía 18.000 hombres de la reina de Hungría y del rey de Cerdeña. En la batalla intervinieron 8 BIs de 5 RIs de Cerdeña (Saboya, Piamonte, Dies Breg, Scholemburg y Rhevender); 14 BIs de 6 RIs austro-húngaros (Theismester, Traun, Rott, Picolomini, Alta-Walis y Diespach), más 1.200 soldados croatas y 300 jinetes ligeros; 7 EDs: RD sardo Saboya (4) y el RD de la Reina (3); la caballería austro-húngara con 12 ECCs: RCC Berlinger (6)y RCC Emillier (6); y 400 húsares y 600 ilirios formando 5 Escóns. En total 22 BIs y 19 Escóns de tropas regulares y 5 Escóns de ilirios y húsares.
A las 10:00 horas llegó el ejército austro-sardo en varias columnas, dirigiéndose el grueso hacia la derecha española, persuadidos de que era la más débil, desplegando su ejército:
- Ala izquierda con 19 Escóns de tropas regulares mandadas por Payersberg, en
- Primera línea 12 Escóns de los RCCs austriacos Berlinger (6)y Emillier (6).
- Segunda línea 7 Escóns: RDs de la Reina (3) y RC sardo Saboya (4).
- Centro-izquierda mandado por el conde de Aspremont con la infantería de Cerdeña.
- Primera línea la BRI Saboya con 4 BIs de los RIs sardos Schulenburg (1), Saboya (2) y Diesbach (1); 9 cañones en 3 Bías entre los BIs
- Segunda línea la BRI Piamonte 2 BIs de los RIs Piamonte (1) y Rhevender (1).
- Centro-derecha mandado por Graf Schulenburg con la infantería austriaca
- Primera línea la BRI de Alta-Wallis con 4 BIs RIs Alta-Wallis (2) y Rott (2); 9 cañones en 3 Bías entre los BIs.
- Segunda línea la BRI de Deutschmeister 2 BIs de los RIs Theutschmeister y Traun; BRI de Diesbach con 2 BIs de los RIs de Diesbach (1) y Piccolomini (1).
- Ala derecha 5 Escóns (400 húsares y 600 ilirios).
Desarrollo de la batalla
Hacia las 11:30 horas la batería española del centro de 2×8 cañones, efectuó dos disparos contra la caballería enemiga, que se encontraba a más de 1.000 metros de distancia, siendo suspendido el fuego por estar demasiado lejos y no ser eficaz el fuego. Media hora más tarde fue una Bía de Traun de 4×12 y 1×6 cañones, iniciaron fuego de contrabatería, entablándose un duelo artillero. Los hombres de Von Traun estaban en posición alrededor de la 13:30 horas, la infantería tenía 8 filas de fondo. Anteriormente, los croatas de Traun habían comenzado a hostigar a la izquierda española, entreteniendo con éxito a las BRIs Suiza y Valona durante la mayor parte del día.
A las 14:00 horas comenzó el avance austro-sardo, pero debido a la presencia de muchas zanjas, tardó dos horas avanzar unos 1.000 metros.
A esa misma hora, inició el ataque los dragones sardos de la Reina; el duque de Atrisco, comandante de la caballería española, envió contra ellos con 2 Escóns, uno de carabineros Reales y otro de dragones de la Reina, rompiéndolos enteramente. El coronel del RD de Saboya, mando echar pie a tierra a su compañía de carabineros para detener a los españoles por el fuego, siendo también arroyados, perdiendo un timbal en la acción. La caballería austro-sarda volvió a formar, a tiro de carabina, y Atrisco envió otros 7 Escóns (2 de carabineros Reales y 2 de dragones de la Reina, y 3 de dragones Sagunto), junto con los 2 Escóns cargaron contra los regimientos que se acababan de organizar, desarticulándoles y persiguiéndoles.
Pyersberg que mandaba la caballería austriaca envió 12 ECCs de los RCCs austriacos Berlinger (6) y Emillier (6), que intentaron flanquear a la caballería española, pero recibieron fuertes disparos del BI español de cazadores de montaña, colocado a la derecha del estanque, que había estado oculto. El RC de la Reina con sus 3 ECs llegaron, cargaron y derrotaron a los coraceros. La caballería austro-sarda fue perseguida durante 3 km. Dos tenientes-generales, un brigadier, el mariscal de logis y 22 oficiales austro-sardos fueron hechos prisioneros, en tan singular combate, se capturaron también 8 estandartes (2 por los carabineros Reales, 5 por Sagunto y 1 por los dragones de la Reina) y 3 timbales (2 de Berlinger y 1 de Saboya).
Afortunadamente para los austriacos, después de ver a su caballería expulsada del campo de batalla, la caballería española perdió el control y se dedicó a perseguirla dejando sola la infantería. Cuando finalmente regresaron, se limitaron a formar en su antigua posición y no tomaron parte en la acción.
A las 16:30 horas, al ataque inicial de la caballería siguió el de la BRI de Guardias Españolas (6) que avanzó contra la infantería enemiga, ya que la artillería le estaba causando muchas bajas. Realizaron un ataque a la bayoneta calada, tomando la batería y clavando sus 5 piezas, luego, reforzados con la BRI de Irlanda (4) y el RI de Flandes (2), hicieron retroceder a la primera línea enemiga, sembrando en sus filas la confusión y el desorden. La BRI de Irlanda se apoderó de dos banderas.
Entonces se adelantó la segunda línea austro-sarda y con sus tropas de refresco cargó contra las unidades españolas, muy castigadas ya por el fuego recibido, haciéndolas retroceder, movimiento que efectuaron dando siempre cara al enemigo. Al recibir el refuerzo del RI de la Reina (2), que contuvo al adversario con una descarga de fusilería, cesó el repliegue, y comenzó el avance, haciendo retroceder de nuevo a la infantería de Traun, que rompió el contacto, cediendo el combate por esta parte del frente.
Aunque antes de terminar la lucha, el duque de Atrisco, con la caballería, estaba de regreso y no pudo intervenir por impedir su actuación un canal infranqueable que los separaba de los austriacos.
A las 18:00 horas anocheciendo, ambas partes se habían tomado un respiro. El general piamontés, el barón Leutrum, más tarde famoso por su defensa de Cuneo, dirigió un ataque de 4 BIs de la segunda línea, apoyados por 3 BIs austríacos; atacaron a un BI del RI de Guadalajara que había ocupado una casa, de una manera que no está clara, fue atacado vigorosamente por los alemanes, quienes, con la ayuda de unos cañones, se apoderaron de la casa sin dificultad, haciendo prisionero al BI, que se rindió con 286 hombres.
La izquierda española, mandada por el conde de Mariani, no intervino en la batalla prácticamente; no fue atacada, ni se movió de su primera formación al no tener en su frente tropas regulares, limitándose a observar los millares de croatas, ilirios, miqueletes y húsares con los que Traun amenazaba aquel flanco, sufriendo su fuego y el de la artillería. Cuando la lucha tocaba a su fin, Gages se presentó en su izquierda para retirar de allí 3 BIs de Guardias Valonas con intención de atacar con ellos el flanco de las tropas que se oponían a las Guardias Españolas. Ordenó que 2 de los BIs de Castilla los ayudaran. En la oscuridad, los castellanos confundieron a los valones con los austriacos y 200 hombres fueron muertos antes de que se restableciera el orden. Perocuando empezaba el movimiento, hacia las 21:00 horas, los tambores de Traun tocaban retirada.
Al oír que los austro-sardos abandonaban el campo de batalla, Gages mandó tocar marcha pensando salir en su persecución. Tal vez fue un acto reflejo del que pronto desistió. Teniendo en cuenta la hora, que no se conocía el camino, y se ignoraba los efectivos enemigos, ordenó en seguida hacer alto, continuando las unidades en el lugar donde se encontraban. Aún se cruzaron los últimos disparos con las partidas dejadas por Traun para cubrir la retirada, situadas en varias casas, rápidamente puestas en fuga con la ayuda de la artillería.
A las 22:00 horas, estando el ejército en orden de batalla todavía, se repartió a la tropa aguardiente y dos días de pan.
Retirada española
A media noche reunió Gages el consejo de guerra. Hubo generales partidarios de marchar al día siguiente tras el enemigo para obligarle a combatir de nuevo. Pero el general en jefe no pensaba de igual manera.
Considerando que Traun no se había retirado para volver a combatir; que no se le podía forzar a hacerlo, pues siempre tenía el recurso de acogerse a las plazas de Bomporto y Mirandola; y que la tropa se encontraba muy fatigada, decidió volver a cruzar el Panaro y regresar a sus cuarteles de invierno, deteniéndose, previamente una noche en San Juan.
Una vez recogidos los heridos que aún se encontraban en el campo, entre los cuales estaba el entonces muy joven conde de Aranda (23 años), coronel del RI Castilla, cruzaron el río primero el hospital, la impedimenta y la artillería; terminando de hacerlo a las 05:00 horas del 9 de febrero. A las 06:00 horas, les tocó su turno a la infantería y a la caballería que, en perfecto orden, cruzaron el Panaro, protegidos por las Cías de granaderos de todos los BIs; las cuales lo atravesaron los últimos sobre las 10:00 horas, sin haber vuelto a ver un soldado enemigo desde la noche anterior. Los campesinos contaron que Traun había tomado el camino de Solara y que ellos habían recogido aquella mañana 17 banderas, que habían sido abandonadas en la oscuridad de la noche. De ser cierto los campesinos prefirieron devolvérselas a Traun en lugar de entregárselas a los españoles, que no recibieron ninguna. El día 10 de febrero, el ejército español llegó a Bolonia sin el menor contratiempo concluida la breve y absurda campana invernal.
Bajas de la batalla
Las bajas españolas fueron 3.523 casi el 23 % del total, de las cuales 1.754 fueron muertos (65 oficiales), 1.396 heridos (58 oficiales) y 373 prisioneros (287 del RI Guadalajara).
Murieron 2 mariscales de campo Nicolás de Mayorga, jefe de las Guardias Españolas, y el conde de Jouche, jefe de las Guardias Valonas. Las bajas más altas las sufrieron las Guardias Españolas (498 muertos y 602 heridos), y el RI irlandés Ibernia (221 muertos y 114 heridos).
Los austro-sardos perdieron unos 1.799 un (14 %) de total, de los cuales 397 fueron muertos, 1.191 heridos y 211 prisioneros (26 oficiales y 185 de tropa).
La batalla fue una de las más sangrientas de la guerra hasta la fecha y parecía aún más por el pequeño número de efectivos involucrados. Ambas partes reclamaron la victoria. Los austriacos, con el mejor caso, porque habían rechazado al enemigo y le habían producido más bajas, los españoles porque habían retenido el campo al final del día.
Primera Batalla de Casteldelfino (7-10 de octubre de 1743)
Antecedentes
En la primavera de 1743 el ejército español de Lombardía se vio reforzado con la llegada de 2 Cías más de artillería, precedentes del BA-II del RA y de la compañía de Orán. Simultáneamente llegaron al puerto de Génova 30×24 cañones, 8×12 y 4×9 morteros, y 16×16 pedreros, procedentes de Palma de Mallorca.
En una fecha no determinada de 1743 se tuvo lugar la acción de Cipriano, en la provincia de Campaña, motivada por el intento de los imperiales de apoderarse de la munición allí almacenada.
Georg Christian, Fürst von Lobkowitz se unió a Traun con refuerzos de Alemania, Traun condujo a los españoles de regreso a Rímini. Observando desde Venecia, Rousseau elogió la retirada española como “la mejor maniobra militar de todo el siglo”.
El 13 de septiembre de 1743 Gran Bretaña, Austria y Cerdeña firmaron el Tratado de Worms. Carlos Emanuel III de Saboya se comprometió a formar un ejército de 45.000 hombres, los austriacos se comprometen a enviar 30.000 efectivos a Italia y los ingleses se comprometen a darle 200.000 libras al año para mantener el ejército de Saboya.
El infante don Felipe, auxiliado por el marqués de las Minas, con un ejército de unos 32.000 efectivos, entró en Saboya desde Francia y ocupó casi todo el territorio. Mientras tanto, Carlos Emmanuel III de Saboya, comprometido en el valle del Po contra el ejército español del conde Gages, se dirigió a Piamonte para defender sus estados del infante don Felipe.
Los españoles estaban en Saboya tenían dos pasos para acceder a Piamonte allí: el Pequeño San Bernardo y el Monte Cenis, ambos estaban bien protegidos y eran impracticables para la artillería, que era esencial para tomar fortificaciones en el lado enemigo de la frontera. Entonces el ejército marchó hacia el sur, por el camino de Dauphine a Briancon. Allí los pasos eran más altos y las nieves tardaban más tiempo en derretirse, pero las distancias a Turín eran más cortas.
Allí tenían dos opciones entrar por el valle de Varaita por el norte o por el valle del Stura al sur. De La Mina y Bourcet se decidieron por el sur. Los borbones debían avanzar en dos columnas, una de 33 BIs españoles bajo La Mina y el infante don Felipe, desde Briancon a Molines, y 29 BIs (15 españoles y 14 franceses) desde La Bessée a Guillestre, y luego al Chalp, más allá de Molines. En total, 30.000 efectivos. La caballería y la artillería pesada se dejaron atrás.
El primer objetivo era entrar en la cuenca de Chianale, y luego forzar un paso a través del desfiladero de Varaita al curso inferior del Varaita. Desde allí el valle los llevaría, a través de Casteldelfino y Sampeyre, a un punto entre Cont (Cuneo) y Saluzzo, al sur de Turín.
La ofensiva comenzó el 24 de septiembre. Las marchas iniciales se completaron el 28 de septiembre. El 2 de octubre, ambas columnas marcharon seis horas hacia el lado francés de los cols (pasos) del Agnel y de Saint Veran (ambos de más de 3.000 metros). Caía una ligera nevada sobre los cols, y hacía un frío intenso. Los habitantes de Vaudois al frente de bandas del campesinado local, los acosaban.
El 3 de octubre salieron de Vaudois. El 4, el avance continuó hasta Chianale.
Mientras el ejército se reunía el 5 de octubre, de La Mina realizó un reconocimiento. Chianale se encuentra en una cuenca bastante ancha, en los tramos superiores de Varaita. La mayoría de las crestas que lo rodean tienen entre 2.400 y 3.000 metros de altura. Unos 9 km río abajo, en el cruce de Varaita y, al sur, el valle de Bellino, se encuentra la ciudad de Casteldelfino. La cuña entre los valles es la gran cresta de Pietralunga, con cerca de 5 km de largo que alcanza los 2.700 metros, con el monte Cavallo cerniéndose sobre la ciudad en su extremo oriental. Un poco más arriba en la Varaita, otro afluente, el Vallante, desciende desde monte Viso (3.600 metros) hacia el noreste. Este valle, que corre perpendicular al Varaita, hace una excelente posición defensiva. En la «V» al norte de la confluencia se alza una larga cresta, paralela al Vallante, llamada Tre Chiosi (2.900 metros). Las laderas de esta elevación son razonablemente suaves desde Chianale, pero son abruptas desde el Vallante. En la actualidad, un embalse en Varaita llena el hueco entre Pietralunga y Tre Chiosi, pero en la década de 1.700 había un desfiladero, que también era el único camino que salía de la cuenca de Chianale.
Carlos Emmanuel había llegado desde Emilia con su ejército de unos 15.000 efectivos, había tenido tiempo de sobra para atrincherarse, cubría los valles de Bellino y Varaita. En el Bellino, las tropas mantuvieron la aldea de Ribierra, con trincheras en el monte Cavallo y en la ladera sur del valle en el Col Biacocca. Pero la posición principal estaba en el Vallante. La ladera oriental, desde Varaita hasta monte Viso, estaba atrincherada. Los trabajos de campo adicionales cubrían el desfiladero de Varaita, arriba y a lo largo de Pietralunga hasta monte Cavallo, donde había un reducto. Un puesto avanzado, con algunos cañones, estaba ubicado en las ruinas de castillo di Ponte, en la orilla este del Vallante, justo al norte de la confluencia. Se dieron órdenes estrictas para que las tropas permanecieran ocultas, pero cuando se les ordenase, disparasen de forma independiente y apuntasen bajo.
El reconocimiento de La Mina fue obstaculizado por la niebla, pero eventualmente salió el sol y pudo ver el castillo y determinar el ataque. Aunque los lugareños le dijeron que los piamonteses estaban cavando en las laderas de detrás.
Desarrollo de la batalla
Después de acercar a su ejército y hacer más observaciones, de La Mina comenzó su asalto el 7 de octubre, con su ejército en 5 columnas independientes. La primera para despejar Pietralunga, y la segunda el monte Cavallo detrás de la primera, para atacar de flanco a los defensores en la garganta. Las columnas tercera y cuarta se deben barrer Tre Chiosi por las laderas más suaves, con una columna descendiendo para atacar el castillo. La última columna pasaría por el collado de Tre Chiosi, y bajaría al Vallante.
Los Borbones mantuvieron el ataque todo el día, principalmente con mosquetería, que no tuvieron ningún efecto. Una docena de piezas de artillería bombardearon el castillo, también sin resultado. Al anochecer, cuando la tercera columna está en su ataque, encontraron el lugar vacío. La columna al norte envió un mensaje que estaba encontrando dificultades para avanzar por el terreno helado, pero que podrían atacar por la mañana.
Creyendo que el enemigo se había retirado, de La Mina envió un despachado reclamando la victoria, y una orden escrita a la quinta columna para que cancelara su movimiento previsto y se uniera al cuerpo principal.
Al día siguiente, 8 de octubre, el mariscal descubrió su error. Una vez más ordenó un ataque, pero las tropas no pudieron avanzar. En su mayor parte estaban sufriendo bajas sin siquiera ver al enemigo. Luego, a última hora de la tarde, se observó la quinta columna descendiendo del Vallante.
Alrededor de las 16:00 horas, el oficial al mando recibió la orden de La Mina de regresar. En ese momento, sus hombres se encontraban en el extremo superior de los atrincheramientos piamonteses. Ningún movimiento era visible, y este hecho, junto con sus instrucciones, llevó al oficial a creer que las trincheras estaban vacías. Él y sus hombres pusieron sus armas al hombro y procedieron a tocar los tambores.
Los piamonteses, escondidos en la línea de trinchera en la ladera opuesta, por encima de los Borbones, quedaron asombrados por un instante. Luego se pusieron de pie y dispararon. Los españoles echaron a correr, no podían hacer nada más. Los informes iniciales indicaron que se habían perdido 500 hombres, pero la mayoría de ellos fue en la huida de Tre chiosi para escapar.
Esa noche, de La Mina se celebró un consejo de guerra. Se decidió, que quedar registrado, que la posición del enemigo era inexpugnable, y que si no tenían cuidado, las tropas enemigas en Pietralonga podían avanzar por las alturas y cortar la retirada. El tiempo también estaba empeorando. El mariscal mandó realizar un ataque simulado contra Pietralunga para proteger la retirada, pero después de un día de preparación, justo a tiempo, llegaron nuevas órdenes de Madrid. El ejército debía regresar a Saboya.
La retirada comenzó el 10 de octubre. Los piamonteses bombardearon las columnas a gran distancia, la niebla descendió y reinó el caos. Los defensores no los persiguieron; aun así, muchos encontraron el medio para desertar.
La artillería y los trenes de bagajes fueron abandonados. El ejército tardó una semana en llegar al primero de sus acantonamientos. Los españoles, que habían contribuido con la mayor parte del ejército de 30.000 hombres, se redujeron a 14.412, incluidos los enfermos, lo que significa que una campaña de 2-3 semanas había costado unas 10.000 bajas. Carlos Emanuel exactamente perdió 30 hombres muertos y 174 heridos.
El 25 de octubre España y Francia hicieron lo propio con el Segundo Pacto de Familia, por lo que a partir de entonces el ejército y marina de guerra francesa se implicaron en la guerra en Italia. El reino de don Carlos, Dos Sicilias, tenían garantizada su existencia, aunque debería permanecer neutral (más o menos). El rey de Cerdeña sería requerido para entregar (derrotado, o mediante negociación) las fortalezas clave de Fenestrelle y Exilles al control francés.
En términos prácticos, Francia comprometería 35 BIs, 30 Escóns más artillería. Por su parte, Felipe V acordó mantener 48 BIs y 38 Escóns en el frente Riviera.
Isabel de Farnesio envió cartas al marqués de La Mina exigiendo una ofensiva del oeste contra Lombardía, con o sin consentimiento piamontés.
El ejército podría ir a través de Suiza, pero los suizos estaban preparados para enfrentarse a cualquier violación de su territorio en fuerza. La actitud de La Mina tampoco fue útil: su ejército no estaba apto para operaciones sin un refuerzo masivo, pidiendo refuerzos a la Corte.