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Los comitatenses
El Imperio romano de Oriente contaba hacia la época de confección de la Notitia en 395, con 104.000 comitatenses, en concreto eran 82.500 infantes y 21.500 jinetes. La división de esta cifra entre los cinco ejércitos de campaña con los que contaba Oriente en 395 sería la que sigue: 17.500 hombres para el ejército de Iliria y 24.500 hombres para el de Tracia; los dos ejércitos en “presencia del emperador” contarían cada uno con 21.000 hombres. Por último, el ejército de campaña de Oriente contaría con 20.000 hombres. Procopio nos revela que el ejército de campaña de Oriente contaba, en el año 531, con 20.000 hombres en sus filas, es decir, los mismos con los que contaba en 395.
También añade que en 548, el ejército de Iliria contaba con 15.000 hombres, los mismos que le adjudicó el comes Marcelinus para 499 y solamente 2.500 menos de los que tenía en 395.
Los ejércitos de campaña de tiempos de Justiniano contaban con un número de soldados en sus filas prácticamente similar al que esos mismos ejércitos habían tenido a fines del reinado de Teodosio I el Grande.
Las reformas militares de Zenón I el Isaurico (474-491) estableció el meros de 5.000 hombres, los ejércitos de campaña bizantinos contaban con cifras de integrantes que eran múltiplos de 5.000. Así, el ejército de Iliria que en 395 contaba con 17.500 hombres, pasó a tener 15.000 tras esta reforma de fines del siglo V, mientras que el de Oriente, que contaba en 395 con 20.000 efectivos, quedó con esos mismos integrantes. El ejército de Tracia pasó de 24.500 hombres en 395, a 20.000 a fines del V y durante el VI, y que los dos ejércitos “en presencia del emperador”, pasaron de 21.000 efectivos cada uno, a 20.000 hombres.
Hacia 554, Justiniano y su Imperio disponían de 150.000 efectivos en sus ejércitos comitatenses de campaña.
Los limitanei
Los limitanei sufrieron una disminución sensible tras el reinado de Marciano y que, pese a que se mantuvo el sistema de defensa del limes y de las provincias expuestas mediante el establecimiento de contingentes de limitanei, el número de estos bajó de 195.000 hombres a 175.000.
Justiniano dejó tras de él 27 provincias con contingentes militares limitanei bajo la autoridad de un dux. Creó además nuevas demarcaciones militares que disponían de guarniciones militares bajo la autoridad de mandos que, sin tener el título de dux, tenían en esencia atribuciones militares similares. La suma de estas provincias y de los ducados nos da la cifra de 40 demarcaciones con contingentes militares asentados en ellas para su defensa. Cada una tenía un contingente de cinco tagmas o bandons integrados en una moira de 2.500 hombres, tal y como tenía bajo sus órdenes un dux al mando de tropas comitatenses, da una cifra total hacia 565 de 100.000 limitanei. Es decir, de un ejército de 250.000 hombres.
La infantería
Se dividía inicialmente en infantería pesada e infantería ligera. La primera constituía el grueso del ejército, alrededor del 70 % del total de la infantería, y solía ocupar el centro de la línea de batalla. Formaba en orden cerrado y podía usarse, bien para mantener la propia posición, o bien para, en el momento decisivo, avanzar escudo contra escudo y quebrar las líneas contrarias.
La infantería ligera, por su parte, estaba integrada por arqueros y lanzadores de jabalina, que eran llamados “perentarios”, y formaban en los extremos de la línea y en la retaguardia de la infantería pesada. El autor del Strategikon aconseja que su número ascienda a un tercio del total de la infantería y, a juzgar por los testimonios de los autores que narraron las guerras de Justiniano y sus sucesores, la recomendación del anónimo estratega se acercaba bastante a la realidad de su época. Los infantes ligeros eran preferentemente usados en las guerras de guerrillas que solían acontecer, sobre todo contra los eslavos, en zonas de bosque, pantanos o montañas.
Pero no todos los hombres de las distintas unidades peleaban en el mismo punto de la batalla, desempeñaban en campaña las mismas tareas o tenían como misión pelear. Por ello nos encontramos con:
- Los cursores, que eran los encargados de explorar el territorio y los caminos por donde debía de avanzar el ejército, a fin de que este no fuera sorprendido por los enemigos o se extraviara por terrenos difíciles.
- Los flanqueadores, tropas que en la batalla estaban destinadas a envolver las alas de la formación enemiga.
- Los promachos, situados en primera línea de la infantería y dotados de una armadura más sólida y completa.
- Los ballestarii, que montaban y disparaban las máquinas de asedio y tiro pesado, tales como balistas, heliópolis, catapultas, lobos, escorpiones, manteletes y tortugas.
- Los topógrafos, que levantaban mapas de las regiones por donde se adentraba el ejército, marcaban los caminos, medían las distancias y señalaban los mejores lugares para levantar los campamentos o los castella.
Las reformas militares de Zenón I el Isaurico (474-491), de un nuevo tipo de unidad básica del ejército era: el meros, que contaba con unos 5.000 hombres aproximadamente, y que se subdividía en moiras de 2.500, tagmas, bandon o numerus de 500 y centurias de 100 hombres; estas a su vez se dividían en decarquías de 10 y pentarquías de 5.
Las tagmas, bandon o numerus se componía realmente de 520 efectivos, que se estructuraban y dividían del siguiente modo:
- Un tribuno, que mandaba el bandon o tagma.
- Un vicario, quien eventualmente podía ejercer el mando.
- Un primicerius y un adjutor, que desempeñaban tareas administrativas.
- 5 hecatontarcas, cada uno de ellos al mando de cien hombres.
- 50 decarcas que comandaban a 10 hombres cada uno, contándose ellos mismos en la decena.
- 50 pentarcas, cada uno mandando una pequeña unidad de 5 hombres, contándose ellos mismos en estas pentarquías.
- 50 tetrarcas que formando grupos de cuatro hombres componían la retaguardia del tagma.
- 350 soldados comunes en sus filas.
- Un campidoctor, el cual organizaba la disposición del campamento, la vida interna del mismo y las guardias.
- Un optio que se ocupaba del adecuado aprovisionamiento de la unidad y de su ocasional alojamiento, durante una marcha, en las ciudades. Recibía por estos cometidos un sueldo que se estipulaba en la decimoquinta parte del valor de los abastecimientos logrados por él para la unidad.
Además, disponían de un actuarius o aktouarios encargado de los salarios y provisiones, un cirujano y dos heraldos, un tambor, un trompeta, un antesignani (que va delante del estandarte), y dos draconarios, los cuales portaban los estandartes del tagma y desempeñaban funciones de mando eventuales y poco claras.
A pesar de la creación de estas nuevas unidades, las unidades tipo legión, como las vexilliationes y las unidades de limitanei siguieron existiendo, aunque homologándose con las nuevas unidades en cuestiones de número y estructura de mando, al menos hasta la época de los inmediatos sucesores de Heraclio.
La caballería
El ejército bizantino siguió más o menos el mismo modelo del ejército romano hasta la llegada del general Belisario (495-565), oficial de la Guardia Imperial, procedente de la escuela imperial de Cadetes, que acometió en el 520 la tarea de perfeccionar el ejército.
Comenzó creando un cuerpo de caballería pesada armada con arqueros como los hunos y lanceros como los godos que sirviera tanto para escaramuzas como para el choque. A dicho armamento, añadió dardos emplumados para ser lanzados a mano a corta distancia, así como una espada de hoja ancha, exigiendo a sus hombres no solo el manejo de las armas con maestría, sino también el dirigir y dominar el caballo solo con las piernas.
Las monturas eran cómodas y confortables, los jinetes llevaban sus cuerpo revestido de cota de malla hasta el muslo y las piernas protegidas por botas de cuero sin curtir y espuelas. En el brazo izquierdo llevaban un pequeño escudo al que iban sujetos 12 dardos arrojadizos, el arco colgado a la espalda y la lanza en su cuja al costado derecho.
Se realizaban ejercicios diarios sobre muñecos rellenos colgados de horcas, los jinetes al galope debían lanzar tres flechas sobre la oscilante figura y concluir con lanzamiento de dardos o una carga con la lanza. Las pagas, raciones y rangos eran otorgadas en proporción a la eficacia demostrada en ejercicios y maniobras por los 1.500 jinetes de la casa de Belisario, que eran la élite y ejemplo de toda la caballería pesada bizantina.
La razón por la que Belisario creó este tipo de caballería se encuentra en la crítica que el propio Belisario hizo de los jinetes visigodos: “Solo saben emplear lanza y espada. Ineficaces fuera del combate próximo, carecen de defensa ante jinetes que se mantengan fuera de su alcance mientras les diezman con flechas. Por ello la caballería goda es proclive a buscar el choque y fácil de ser inducida a una carga inoportuna”.
Durante el resto de la historia bizantina no hizo más que perfeccionarse: Casco, guanteletes, y escarpes de acero fueron añadidos al equipo de los jinetes, mientras se protegía al caballo con piezas también de acero. En el armamento se suprimieron los dardos y se añadió el hacha.
El Strategikón de Mauricio resulta nuestra fuente más completa y de mayor utilidad para aproximarnos al ejército bizantino inmediatamente posterior al reinado de Justiniano I (527-565). A finales del siglo VI y principios del siglo VII la unidad básica de caballería era el bándon, compuesto por entre 200 y 400 efectivos. Cada bándon quedaba bajo el mando de un tribuno/tríboûnos, y disponía de un estandarte propio, homónimo al tipo de unidad. Internamente, los bándons se subdividían en dos, tres o cuatro hekatóntárchiai de cien efectivos cada una, bajo el mando de un hekatóntarchos. A su vez, cada hekatóntárchia se estructuraba dos allágia de un total de 50 hombres. Finalmente, la unidad más pequeña de la caballería bizantina a finales del siglo VI era la dekarchía, un total de diez jinetes a las órdenes de un dekárchos.
Los equites illyriciani, que en 395 aparecían desplegados por todo el limes oriental divididos en 23 alas de caballería, enonces lo hacen agrupados en bandons, es decir tagmas: 23 tagmata de 500 hombres, a las órdenes de tribunos y que se integraban en moiras de 2.500 hombres bajo la autoridad de un dux.
Los cuerpos de guardias constituían un destacamento de tropas que sumaba alrededor de 5.000 hombres. Los cuerpos principales eran los denominados scholas palatinas, excubitores, domestici, protectores y candidatii:
- Las scholas, la unidad de mayor rango, eran las sucesoras directos de las Scholae Palatina establecidas por Constantino el Grande, estuvieron en servicio hasta el 1.080. Estaban constituidas por siete regimientos, tagmata de caballería pesada con 500 hombres cada uno. Eran en origen tropas escogidas y de asalto reclutadas en su mayoría entre las tribus germanas. Pero para mediados del siglo V se habían transformado en simples tropas de parada, o a lo sumo en tropas de policía.
- Los excubitores o exkoubitoi (Vigilantes), creados por León I en el 460, perduraron hasta el 1.081, empezaron con una fuerza de 300 jinetes, y llegó a alcanzar los 4.000. Fueron creados como respuesta al deterioro de la capacidad de lucha de las scholas palatinas. Estaban constituidos por 300 hombres y mantuvieron un nivel aceptable de efectividad hasta el reinado de Heraclio, durante el cual pasaron a convertirse en otro cuerpo de parada.
- En cuanto a los domestici, los protectores y candidatii, eran en época de Justiniano cuerpos integrados en la complicada estructura de dignidades y empleos administrativos y ceremoniales vinculados al palacio imperial. Sus miembros provenían, en su mayor parte, de la pequeña nobleza provincial de Asia Menor y Tracia, compraban su pertenencia a las unidades de guardias antes citadas por medio de grandes sumas de dinero. No tenían ya función militar práctica, fuera de la de convertirse en eventuales delegados imperiales en misión especial en determinados asuntos diplomáticos o de supervisión militar. Sus sonoros títulos militares, sus ornados uniformes, ampulosas armas y marcial participación en los ceremoniales de la corte, no eran sino un vago espejismo. No obstante, hacia fines del reinado de Justiniano y sobre todo durante los de sus sucesores, estos cuerpos de guardias, en especial el de los candidatii, volvieron a tener cierta función militar y proporcionaron oficiales bien instruidos en asuntos de la guerra. Eran capaces de mandar contingentes en batalla y de gobernar los asuntos militares de regiones expuestas. Prueba de esto último la da la aparición de miembros de los domésticos y de los candidatos al mando de unidades militares o desempeñando puestos en las fronteras, siendo el caso más representativo el ya mencionado del candidato Sergio, el cual, como dux palaestino, moriría dirigiendo a sus tropas en la batalla de Datin el 4 de febrero de 634.
- También hubo tagmatas auxiliares, como los Noumeroi, una unidad de guarnición de Constantinopla, que probablemente incluía el regimiento «de las murallas«, la dotación de las murallas de Constantinopla, los Optimatoi, una unidad de apoyo responsable de las mulas de equipaje de los trenes de suministro del ejército.
En lo relativo a los contingentes de federados (foederatii), estos constituían regimientos de tropas especiales reclutadas entre las tribus bárbaras de fuera y de dentro del Imperio. Eran tropas alistadas, a menudo, bajo la autoridad de sus propios jefes nativos y servían por un tiempo y un precio previamente estipulado, pero estaban sometidas al juramento al emperador y a las ordenanzas militares regulares. En general, se les tenía en gran aprecio y se consideraba que tenían un valor militar algo superior a la media. Las tropas de federados eran originalmente tropas germanas y estaban dispersos por varios regimientos; pero en época de Justiniano comenzaron a agruparse en unidades propias y a ser reclutados entre pueblos poco romanizados del Imperio, como los mardaítas del Líbano y de la cordillera Amánica, los isaurios del Tauro, los armenios o los mauris africanos. Su evolución continuó tras la muerte de Justiniano y los federados perdieron protagonismo paulatinamente, equiparándose cada vez más con otros cuerpos de tropas y terminando por transformarse, hacia el reinado de Mauricio, en unidades escogidas de caballería reclutadas ya, casi en su inmensa mayoría, entre hombres de las provincias. No obstante, en la época de Justiniano los principales contingentes de federados eran extranjeros y sus hombres procedían principalmente de las tierras de los hérulos del bajo Danubio (instalados por Anastasio I alrededor de Singidunum, Belgrado); así como las de los lombardos, dailamitas del Zagros, abasgianos, yácigos y alanos del Cáucaso, y hunos (bajo esta denominación se agrupaban pueblos muy diversos como kutriguros, utriguros, heftalitas y onoguros).
Los aliados constituían grupos de tropas proporcionados por jefes aliados o vasallos del Imperio y a menudo constituían, como en el caso de los árabes gasánidas, una barrera de protección puesta sobre el antiguo limes frente a otros pueblos.
En cuanto a los bucelarios, eran tropas reclutadas de forma privada por los jefes militares y también por los terratenientes, para constituir cuerpos de guardia personal. No obstante, los bucelarios se comprometían también, bajo juramento, a ser fieles al emperador. Su nombre, “comedores de galletas”, les venía dado por el principal alimento del soldado: el bucellum, las galletas de trigo. Los bucelarios trataron de ser controlados por el gobierno central quien, en época de Justiniano, comenzó a hacerse cargo de su paga, como en el caso de los bucelarios de los magister militum y de los duques, en sustitución del general a quien servían; se pretendía con ello atarlos más firmemente al emperador. En el caso de los bucelarios de los terratenientes, Justiniano ensayó diversas disposiciones legales que intentaban restringir su cometido. Los bucelarios eran a menudo muy numerosos, pues Belisario tenía más de 1.000 y Narsés 400, y su nivel de eficacia militar era muy elevado.
Al cabo, la política de Justiniano de controlar a los bucelarios dio sus frutos y para la época de Mauricio (582-602), los bucelarios no eran ya sino unidades escogidas de caballería pesada y altamente eficaz, completamente integrados en las listas regulares del ejército imperial. Andando el tiempo y tras la debacle militar del 634-654, los contingentes de bucelarios terminarían por ser asentados en una circunscripción militar de nuevo cuño: el thema, en este caso el de los bucelarios.
Por último, los optimates eran cuerpos de tropas escogidas de caballería pesada, que constituían la flor del ejército bizantino. Sus bandons o tagmatas incluían en sus formaciones de batalla un número mayor de hombres que los de las otras unidades y formaban siempre en la línea principal de un combate. Mantuvieron su carácter de grupo especial de soldados en la primera mitad del siglo VII y, al igual que los bucelarios, terminaron por ser asentados, durante la segunda mitad de ese mismo siglo, en su propio thema, el de los optimates.
Armamento y equipo
El grueso de la caballería estaba formado por unidades de caballería pesada que combinaba las cualidades de lanceros y arqueros montados.
Estos hombres estaban armados con una espada larga (la espata de origen germánico de 85 a 115 cm de longitud), dos jabalinas que portaban a la espalda, dos arcos (uno de repuesto) que llevaban guardados en un amplio carcaj que colgaba del lado izquierdo de la silla de montar y que contenía de treinta a cuarenta flechas. Se trataba de arcos compuestos, que los hunos en el siglo IV, desarrollaron arco compuesto asimétrico por encima de los 110 cm de longitud, con lo que el viejo arco compuesto fue dotado potencia muy superior y que fue muy probable que lo adoptaran los bizantinos.
La caballería, por su parte, iba vestida también con túnicas de lana o lino, con frecuencia de color blanco, a las que añadía unos pantalones de cuero al estilo persa que facilitaban montar a caballo. No obstante, su prenda más representativa era el manto ávaro, una excelente prenda de vestir, esta vez muy recomendada por el Strategikon. Estaba hecha de piel o fieltro, con una capucha y amplias mangas, así como correas que permitían abrocharla por encima del pecho y alrededor de la cintura, formándose entonces un amplio y cómodo abrigo. Esta capa otorgaba múltiples beneficios: su amplitud permitía usar, sin trabas y en cualquier momento, el arco y el resto de las armas; además, al ser impermeable, mantenía a salvo de la lluvia y del rocío matutino las armas, impidiendo que se oxidaran el yelmo y la cota de mallas. El manto ávaro ofrecía también una protección extra contra las flechas y, por si fuera poco, al cubrir por completo al jinete durante la marcha, impedía que el enemigo lo localizara al ver el reflejo del sol sobre el pulido metal de la cota de mallas, el peto o el yelmo.
Por último, los cuerpos de guardia imperiales, amén de las coloridas gorras antes citadas, gustaban de vistosos uniformes adornados con complicados motivos bordados sobre telas de colores diferentes para cada uno de los cuerpos de guardia. Todos los guardias imperiales, fueran del cuerpo que fueran y tuvieran el uniforme que tuvieran, usaban capas de color blanco, tal y como venía siendo tradicional desde la instauración de la guardia pretoriana por Augusto.
En cuanto a su aspecto personal, los soldados portaban con frecuencia largas cabelleras, aunque a fines del reinado de Justiniano y sobre todo con Mauricio y Heraclio, se volvió a imponer obligatoriamente y como muestra de disciplina, el pelo corto y el rostro afeitado o con una barba corta y cuidada. La barba larga quedaba para los oficiales y mandos, quienes las llevaban como signo de distinción y autoridad. En cuanto al equipo, tenemos también noticia detallada del mismo. Por ejemplo, cada decarquía de caballería disponía de un carro ligero de dos ruedas tirado por una mula, que transportaba la tienda de campaña en la que se albergaba. Esta tienda era de estilo ávaro, una yurta de fieltro, redonda y de techo en forma de cúpula. Eran impermeables, rápidas de montar y mayores que las romanas, pues alojaban a dos hombres más que el antiguo contubernio. Junto con la tienda, el carro transportaba el resto del equipo de la decarquía, a saber: un molino de mano, una sierra, un hacha, martillos, un cesto de esparto, mimbre o piel; un saco, una guadaña pequeña, dos palas, un pico, una azuela, un rollo de cuerda, flechas suplementarias dispuestas en haces de cuarenta dardos y jabalinas de repuesto que eran transportadas en una especie de armero que permitía guardarlas y sacarlas con suma rapidez.
El tagma disponía además de carros más pesados, de cuatro ruedas, donde se transportaba la harina con la que se hacía el popular bucellum, el vino, el aceite y la carne salada, así como el pienso y el forraje de los caballos. Otras carretas del tagma se ocupaban de llevar armas de repuesto, balistas y demás máquinas de guerra, materiales para construir puentes portátiles y las herramientas, fraguas portátiles y bancos de los carpinteros y herreros del ejército.
Si el terreno era difícil y era necesario apresurarse, se cargaba lo imprescindible en las mulas y se dejaba los carros atrás. Éstos, dotados de una pequeña escolta, continuaban dando un rodeo y con su paso lento, uniéndose más adelante al ejército.
El Strategickon o Strategicon
El Strategikon o Strategicon es un manual de guerra tradicional considerado que fue escrito en el 578 por el general Mauricio, que luego sería emperador. Es un manual práctico en el que se proclama la supremacía de la caballería al tiempo que se marcan directrices tendentes a disminuir el número de mercenarios y crear una tropa nacional sujeta a las antiguas ordenanzas. Lo que demuestra que después de Belisario se había relajado el espíritu de las tropas. El libro consta de 12 capítulos:
I. Introducción.
II. Las formaciones de combate de caballería.
III. Formaciones de la Caballería Thagma.
IV. Las emboscadas.
V. Sobre trenes y bagajes.
VI. Varias tácticas y adiestramiento.
VII. Estrategia. Los puntos que el general debe considerar.
VIII. Instrucciones generales y máximas.
IX. Ataques por sorpresa
X. Asedios.
XI. Características y tácticas de varios pueblos (avaros, francos, lombardos, turcos, bereberes, persas y eslavos)
XII. Formaciones mixtas, infantería, campamentos y caza.
Las murallas de Constantinopla
La muralla terrestre de Constantinopla o de Teodosio entre los años 412 y 447, y estaban a unos 2 km al oeste de la muralla original de Constantino.
En 447, apenas veinte años después de que fuera levantado el primer cinturón de fortificaciones, fue devastada por un terremoto, que Atila aprovechó para intentar saquear la capital del Imperio, el decidido esfuerzo de los ciudadanos reparó los daños a tiempo de resistir la llegada del temido huno. Y no solamente arreglaron los daños ocasionados por el temblor, sino que a la muralla erigida por Antemio añadieron una segunda precedida por un foso, hasta alcanzar la famosa configuración de triple muralla que resistió durante un milenio los ataques de los enemigos del imperio. La muralla tenía 6 km de largo, todo el conjunto se había realizado con piedra caliza reforzada por hileras de ladrillo rojo ofreciendo una triple defensa:
- El primer obstáculo para el enemigo lo componía un foso de unos 18 metros de ancho, y más de 5 m de profundidad parcialmente inundable.
- El segundo obstáculo era el parapeto o primera muralla, que estaba a 7 m del fondo del foso o a 2 del nivel de agua, cubría parateichión, una zona libre a modo de camino para las tropas de unos 15 metros de ancho.
- El tercer obstáculo era la muralla exterior, de 8 m de altura y 5 de grosor con 96 torres cuadrangulares o semicirculares de unos 12 m de altura, estaban situadas a 55 m, intercalándose con las torres de la muralla interior. Entre las murallas había un espacio de 20 m de ancho llamado o períbolos.
- El cuarto obstáculo era la la muralla interior de 12 m de altura y 7 de grosor con 96 torres de 20 m de altura situadas cada 55 m.
Había 10 puertas públicas que eran las entradas a la ciudad por medio de puentes por encima del foso, y estaban protegidas por dos torres. También había numerosas entradas militares que eran mucho más pequeñas.
A la línea principal de murallas había que añadir murallas marítimas que defendían los dos lados expuestos al mar, eran de una sola muralla y la del sur protegía también los cinco puertos. Las fuertes corrientes hacían poco factible un asalto desde el mar de Mármara, fue construida antes del asedio ávaro del 626. La del norte fue construida inmediatamente después del asedio, tenía una gran cadena protegía la entrada del Cuerno de Oro de cualquier flota, desde una torre hasta un fuerte al otro lado en Pera (Gálata).
La muralla terrestre fue renovada en su parte norte, probablemente ya en tiempos de Heraclio, para incluir el distrito de Blaquernas y la iglesia de María Theotokos, por lo que su configuración es distinta a la del entramado principal. Este tramo de las murallas recibió posteriormente un nuevo diseño, en tiempos de León el Armenio, hacia 813. Alejo Comenos estableció allí su palacio imperial.