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Antecedentes
Después de 1261, el ejército central consistía en 6.000 hombres, mientras que el número total de las tropas en tierra nunca excedieron los 10.000 hombres.
Ante esto, Miguel VIII Paleólogo buscó ansiosamente una alianza con los mongoles, los cuales a su vez eran favorables al cristianismo, pues muchos de ellos eran cristianos nestorianos. Firmó un tratado en 1263 con el khan mongol de la Horda de Oro y casó a dos de sus hijas (estas esposas fueron hijas de su concubina Diplobatatzaina) con los reyes mongoles: Eufrósine Paleóloga, que se casó con Nogai Khan de la Horda de Oro, y la segunda fue María Paleóloga, que se casó con Abaqa Khan del Ilkanato de Persia. A cambio de la alianza, Nogai Khan dio a Miguel VIII Paleólogo muchos mercenarios. El número total de tropas bajo Miguel VIII ascendió, pues, a cerca de 20.000 hombres, la fuerza móvil bizantina a 15.000, mientras que la guarnición de la ciudad ascendía a 5.000 hombres.
Su alianza con los mongoles también sería beneficioso para su hijo Andrónico II, pues en 1308, con la ayuda de estos, decidió recuperar muchos pueblos bizantinos en Bitinia, la cual había sido sometida por los turcos. Sin embargo, los turcos finalmente derrotaron al Ilkanato. Después de su derrota, los bizantinos no pudieron contar más con cualquier tipo de ayuda del Ilkanato, que comenzó a adoptar el Islam y veían en peligro su dominio en todo Irán.
Numéricamente débil y no pudiendo proteger eficazmente sus fronteras, el ejército bizantino era para el siglo XIV solo una sombra de lo que fue. El cronista Nicéforo Grégoras observó que se había convertido en el hazmerreír del mundo, integrado en 1329 solamente de comerciantes y artesanos cuyo único objetivo era huir lo más rápido posible.
Lo que aún había del ejército estaba compuesto en gran parte de la nobleza pronoaria (dynatoi) y sus paroikoi o campesinos dependientes, además de un puñado de tropas regulares y un número cada vez mayor de mercenarios. Además, el servicio militar al parecer aún se debía a muchos pueblos y arcontes no pronoarios, aunque más y más estas dos categorías quedaron exentos de estas obligaciones con el paso del tiempo.
La nobleza pronoaria proporcionaba la clase oficial, pero debe tenerse en cuenta, que los cronistas tienden a utilizar las palabras pronoia y economia a veces de manera indiscriminada; tanto para las concesiones de grandes propiedades en manos de la nobleza y los oficiales de la corte, y para la simple existencia militar de la antigua clase thematica que apoyaba solamente con un soldado. Este último tipo, generalmente llamado economia, fue realizado directamente por el gobierno, y había sido el principal medio de mantener el elemento nativo del ejército desde mediados del siglo XIII.
A principios del siglo XIV, bajo Andrónico II, estas subvenciones seguían en uso, pero fueron disminuyendo en importancia, ya que cada vez más fueron abandonados por la creciente presión turca. En un esfuerzo por frenar la caída de estas pequeñas explotaciones fueron hechos hereditarios a mediados del siglo XIV, pero el sistema pronoia continuo colapsando, porque las pérdidas territoriales aumentaban.
Después de la decisiva derrota de los serbios en la batalla de río Maritza en 1365, Juan V Paleólogo en 1367 hizo un último intento para fortalecer la reserva de soldados nativos con la confiscación de la mitad de todas las tierras monásticas entre Constantinopla y Selimbria, para su conversión a pronoia. Sin embargo, el Emperador no fue tan fuerte como la Iglesia, y el plan tuvo que ser abandonado. Después de la derrota de Vukašin Mrnjavčević en Chernomen en 1371, el hijo de Juan Manuel II Paleólogo logró un medio para apropiarse de los bienes monásticos en su propio despotado de Tesalónica para este mismo propósito.
Los restos del ejército regular se encontraban en un estado igual de lamentable decadencia. Alrededor de 1320, Andrónico II tenía previsto utilizar parte de los ingresos de un severo nuevo impuesto para pagar a 3.000 hombres de caballería; de los cuales 1.000 estarían en Bitinia y 2.000 en Macedonia y Tracia. Pero sus intenciones finalmente fueron insatisfechas (en gran parte debido a una guerra civil que estalló entre él y su nieto Andrónico III).
El gobierno de Andrónico II ni siquiera podía permitirse el mantenimiento de los soldados que ya estaban empleados; y se dice que estaban alojados en las ciudades fronterizas, obligando a los jefes locales a proporcionarles comida, vino y forraje para sus caballos a precios fijados por una comisión, por la que recibieron recompensa a intervalos cada vez más irregulares, cuando a los soldados finalmente se les pagaba. Juan VI Cantacuceno, anteriormente megas domestikos, intentó algunas reformas a la muerte de Andrónico III en 1341. Él fortaleció las guarniciones fronterizas e insistió en que el tesoro les pagara puntualmente, y además logró durante un tiempo hacer cumplir el servicio obligatorio a todos los nobles pronoarios, muchos de los cuales habían estado durante algún tiempo recibiendo exenciones injustificadas. La mayoría de sus reformas, sin embargo, quedaron sin redundancia por la Guerra Civil de 1341-1347.
La serie de guerras civiles que asolaron el Imperio en la década de 1370 a 1380 dejó el campo libre para la expansión otomana en los Balcanes, donde los turcos fueron capaces de reducir gradualmente todas las líneas de comunicación por vía terrestre entre Constantinopla y la Europa Occidental. Bajo una considerable presión y con la disminución de sus fuerzas armadas, hasta el punto donde la mayoría de los ejércitos y armadas involucradas en sus disputas domésticas estaban proporcionadas por turcos, venecianos y genoveses. Era solo cuestión de tiempo hasta que el Imperio tuvo que hacer su sumisión formal ante los otomanos.
Laonicus Chalcondyles hace referencia a un tratado que se hizo entre Juan V Paleólogo y los turcos a comienzos de 1362. Probablemente, fue un tratado formal elaborado con Murad I en 1372/3, en la que Bizancio se convirtió en un estado tributario del Imperio otomano; Juan V y su ejército acompañaron a una expedición otomana en Anatolia en la primavera de 1373. En 1379 Juan accedió a pagar un gran tributo y proporcionar un contingente de tropas bizantinas al sultán cada primavera.
En 1390 Manuel incluso tuvo que llevar un contingente bizantino en el asedio otomano de Filadelfia, la última ciudad bizantina libre en Anatolia. Los bizantinos hicieron repetidos llamamientos a Europa para recibir ayuda financiera y militar; incluso cuando se hacía en persona en todas las cortes de Europa como lo hizo Manuel II en 1399-1403. Los gobernantes occidentales tendían a hacer en oídos sordos por la discordia religiosa (Europa era católica, mientras que el Imperio era ortodoxo). Aun cuando este problema en particular fue nominalmente superado por la impopular unión de 1439, poca ayuda fue enviada de Occidente. Pedro Tafur en 1437 señaló que para la defensa de la ciudad no tenía más que unos pocos hombres y, que en el momento del sitio otomano de Mehmed II en 1453 su ejército regular probablemente estaría compuesto por no más de 1.000 a 1.500 hombres.
Para la defensa final de la ciudad se reunió una guarnición de unos 7 a 9 mil hombres, de los cuales 4.773 eran bizantinos según Jorge Frantzes, quien hizo un censo de la población por orden del Emperador a principios del asedio. El resto eran principalmente genoveses y venecianos, pero incluían también otros extranjeros. El cónsul anconitano Benvenuto escribió que los defensores numeraban 7.000 en total. Jacopo Tetaldi calcula la guarnición de 6 a 7 mil combatientes y no más, y Ducas calcula no más de 8.000.
Estructura
Se siguieron utilizando el ejército central o tagmata, los ejércitos provinciales o themáticos y los mercenarios.
Ejércitos themáticos o provinciales
Los ejércitos themáticos o provinciales, estaban mandadas por un dux con independencia del tamaño del ejército que pudiese reunir. Por debajo de él cada ciudad fortificada estaba al mando de un oficial llamado kastrophilax o jefe de la fortaleza. A partir del siglo XIV, las thematas fueron sustituidas por una más pequeña llamada kathepanikon, que tenían funciones más administrativas, y sus guarniciones no eran soldados, sino vigilantes civiles denominados tzakones o lakones encargados de vigilar las ciudades, fuertes y carreteras. En los distritos de las fronteras, fueron reforzados por colonias militares denominados pronoiai, que eran grupos étnicos específicos, mercenarios y prisioneros de guerra, eran soldados a tiempo parcial o akritais, estaban exentos de tasas y mantenían sus tierras a cambio de su servicio militar.
Ejército central o tagmata
Después de 1261, el ejército central consistió en 6.000 hombres, organizados en 12 allagia (plural de allegion), cada allegion constaría de unos 500 efectivos. Las unidades de la guardia imperial, incluían la Guardia Varega, la oscura Paramonai y los Vardariotai.
La Guardia Varega siguió hasta el final, los ingleses y los escoceses fueron los principales componentes de la Guardia durante los siglos XIII y XIV. La palabra Englinovarangoi se puede fechar con certeza en 1272 a partir de un documento de Miguel VIII, y en otras fuentes se refieren al término abreviado a Inglinoi, en 1351 los varegos saludaban emperador en su propio idioma, el inglés. La falta de llegada de efectivos y el posterior declive de su estatus desde el siglo XIV hasta el XV, hace que la época legendaria de tal unidad militar pasara al olvido y que a partir de entonces fuera una unidad palaciega, solo apta para desfiles y labores de guarnición. A mediados del siglo XIV los varegos habían declinado en importancia a un punto en que parece haberse convertido necesario contratar a otra unidad extranjera de guardia para heredar por lo menos algunas de sus funciones de guardia. Esta unidad estaba compuesta por catalanes y aragoneses, a quienes los bizantinos generalmente llamaban Katelanoi.
Los Paramonai, su nombre significa «estar cerca de algo». A diferencia de otras grandes unidades de guardia en el ejército paleólogo, el regimiento del Paramonai estaba formado por nativos bizantinos, aunque poco se sabe al respecto. Su existencia es atestiguada en las fuentes literarias solamente para el período comprendido entre 1272 hasta 1315. Todavía se menciona a mediados del siglo XIV por el escritor Pseudo-Kodinos, sin embargo, los registros mencionan que el regimiento tenía dos allagia, uno a pie y el otro a caballo, cada uno al mando de un allagator, y que todos los soldados estaban armados con espadas.
Los Vardariotai o Vardariotas eran jinetes magiares cristianos del valle de Vardar siguieron al servicio de los bizantinos estuvieron hasta el 1272. Sus funciones, sin embargo, al menos en el período Paleólogo, parecen haber sido solo una fuerza policial más que una unidad militar, sus funciones decayeron hasta convertirse en personal de palacio, sin armas, y su misión era » mantener a la gente ordenada» durante las ceremonias; estaban equipados solamente con un látigo (manglabion) y un bastón (dekanikion); llevaban distintivos uniformes rojos y un gorro «persa» llamado angouroton (con forma de pepino), y que el látigo, colgado en el cinturón, era su símbolo. Acompañaban al emperador a su campamento militar, mientras estaba en campaña.
Había una unidad denominada los Mourtatoi que significa renegado, estaba compuesta por personal de hijos de bizantinos con turcos, y no turcos contratados como los tourkopouloi o turcópolos, servían como arqueros a pie.
Otra unidad era conocida como la Guardia Cretense apareció en el siglo XV, ante la dificultad de contratar guardias en países lejanos, estos eran proporcionados por la república de Venecia, que suministró tropas principalmente de Creta.
Mercenarios y aliados
Los emperadores bizantinos acudieron a aliados cuando necesitaban ayuda, Miguel VIII acudió a los mongoles, quienes a cambio de su alianza le proporcionaron un contingente de 4.000 soldados.
Bajo el reinado de su hijo, Andrónico II, el ejército fue reducido a niveles mínimos, las tropas mercenarias se disolvieron para ahorrar dinero y para reducir los impuestos a la población descontenta. Las compañías mercenarias y las disciplinadas tropas regulares fueron sustituidas por milicias civiles pobremente equipadas. Los resultados fueron obvios, las pérdidas bizantinas en Asia Menor ocurrieron principalmente bajo su reinado.
La disminución constante del número de soldados nativos a finales del siglo XIII y principios del XIV fue compensado por un incremento paralelo en el tamaño de los contingentes extranjeros que siempre habían sido encontrados en los ejércitos bizantinos. Jorge Paquimeres cronista contemporáneo dice que Andrónico II prefería tropas extranjeras. De estos los alanos fueron considerados los mejores jinetes que había en el Oriente, aproximadamente 16.000 de ellos (incluyendo sus esposas y familias) fueron empleados en 1301; siendo posteriormente establecidos en Tracia como colonos militares, pero encontrando a sus oficiales bizantinos afeminados pronto se dispersaron en tres cuerpos separados y comenzaron a saquear amigos y enemigos por igual.
En 1302 el centro del gasto militar pasó de nuevo a los mercenarios, destacándose la Compañía Catalana o Almógavares. Pero después que su líder Roger de Flor fuera asesinado la Compañía regresó a Tracia y Grecia, causaron la caída del ducado de Atenas y minaron seriamente el dominio bizantino en ambos lados del Bósforo.
Tropas turcas fueron empleadas por Bizancio, sin embargo, progresivamente incrementaron en número a mediados del siglo XIV. Andrónico III y Juan Cantacuceno tenían 2.000 hombres suministrados por Umur Bey de Aydin para su campaña de Albania en 1337, y fue de nuevo Umur quien lideró 6.000 turcos para apoyar a Cantacuceno en 1343, y aparentemente otros 5.000 en 1345.
Después de la muerte de Umur en 1348, Cantacuceno se dirigió otra vez a los otomanos: el sultán Orhan I proporcinó 5.500 hombres en 1346; 10.000 en 1348; supuestamente 20.000 en 1349 (para retomar Tesalónica de los serbios), y de 10 a 12 mil bajo Süleyman Pachá en 1352. Este último grupo derrotó a su rival Juan V Paleólogo y a sus aliados serbios y búlgaros en Didimóteicho, por lo cual en 1352 Solimán recibió como recompensa la fortaleza de Tzympe, que había capturado cerca de Galípoli, la primera posesión otomana permanente en Europa. La propia Galípoli fue capturada por ellos al año siguiente después de un terremoto. Durante las mismas guerras civiles la emperatriz Ana de Saboya, recibió 6.000 turcos de Saruhan de Magnesia en 1346.
También estaban los mercenarios contratados en diferentes periodos de forma temporal como los alanos, albanos, armenios, búlgaros, burgundios, catalanes, cretenses, cumanos, ingleses, georgianos, latinos, mongoles, rusos, pechenegos, serbios, turcos, etc.
La armada bizantina
Aunque el Imperio de Nicea dispuso de una pequeña flota, la última escuadra bizantina digna de tal nombre fue la creada por Miguel VIII Paleólogo (1258-1282). A costa de un gran esfuerzo económico, Constantinopla pudo disponer durante su reinado de una flota de 80 navíos con la que realizó algunas operaciones navales exitosas, recuperando en buena parte el control del mar Egeo.
Los esfuerzos de Miguel dieron sus pequeños frutos, sin embargo, como lo testimonia el hecho de que 32 barcos venecianos derrotaron a una flota bizantino-genovesa de 48 barcos. Peor aún fue el hecho de que Miguel VIII se convirtió cada vez más dependiente del apoyo naval genovés, después de haber contratado 50-60 galeras en 1261.
La marina aún colapsó más con Andrónico II, como parte de su desmilitarización del imperio, disolviendo la marina. Las consecuencias no solamente significa el fin de una defensa naval bizantina; sino que también significó una mayor dependencia de los poco fiables genoveses y los venecianos (que constantemente quemaban entre sí sus propiedades en la capital, dañando de este modo la ciudad). Estos enfrentamientos dejaron a miles de marineros calificados para que fueran contratados por los otomanos, que los contrataban para construir su propia flota.
En 1291, Andrónico II había contratado 50-60 buques de la república de Génova. Después, en 1320, se dio cuenta de la necesidad de disponer de una flota naval propia, impulsando la construcción de 20 galeras, pero este intento fracasó.
La destrucción de la flota por Andrónico II fue remediada en parte por Andrónico III, su nieto, que revivió la flota y para 1332 tenía una flota de 10 barcos. En 1329, la isla de Quíos fue tomada por los bizantinos después que los isleños se rebelaran contra los genoveses.
Tras las guerras civiles de mediados del siglo XIV, la marina bizantina quedó reducida a un mero papel testimonial. La última flota del Imperio bizantino, en el asedio final de 1453, incluía 10 galeras imperiales bizantinas, 10 galeras grandes (5 genovesas, 3 cretenses, 1 anconitana y 1 romana) desplegadas entre la Porta Horaea y Galata; 17 buques equipados; 3 galeras mercantes armadas de la colonia veneciana de Tana; 2 galeras venecianas ligeras y 5 galeras bizantinas desarmadas, desplegadas en el cuerno de oro; 1 galera catalana y 1 provenzal.