¡Ayúdanos a mejorar el blog!
Si ves alguna palabra mal escrita, o frase que no tenga mucho sentido, es muy fácil hacérnoslo saber. Sólo tienes que seleccionar las palabras que te resulten sospechosas y pulsar las teclas CONTROL y ENTER. Se abrirá un formulario con el texto seleccionado, y con pulsar enviar recibiremos tu notificación.
También puedes abrir el formulario pulsando el siguiente botón
Origen de los hicsos
Los hicsos o hiksos eran un grupo indo-europeo a los que se unieron los hurritas y otros pueblos cananeos para conquistar Egipto hacia el 1700 AC. El nombre de hicsos, puede significar pueblos-pastores: “hic” en la lengua sagrada significa rey, mientras que “sos” es pastor o pastores.
La fuerza militar egipcia consistía esencialmente en infantería, ligeramente protegida y armada con arcos simples, hachas, mazas, lanzas y escudos. El pueblo egipcio, hasta esa etapa de su evolución, era una población que se dedicaba esencialmente a la agricultura, se reunían ejércitos de forma temporal para fines determinados durante lapsos de tiempo acotados. No existía hasta ese momento un cuerpo armado en forma permanente. Así es que no fueron rivales para los hicsos montados en sus carros de guerra y con sus arcos compuestos.
Los hicsos introdujeron en Egipto el carro de combate y el caballo. También la armadura de escamas, el hacha de tubo, los cascos de cuero y los alfanjes o espadas curvas, así como nuevas técnicas de fortificación, es decir, que con todo eso, los egipcios pudieron mejorar su ejército.
Los hicsos desarrollaron el arnés, que permitía al caballo moverse con mayor rapidez y arrastrar más peso. Trajeron también el arco compuesto que se hacía con tendones.
Flavio Josefo tomó de Manetón el siguiente texto que explica la invasión de los hicsos:
«Tutimaios. Durante su reinado, por una causa que desconozco, nos azotó una maldición de Dios, y de una manera inesperada marcharon desde las regiones del este invasores de una raza oscura, confiados en la victoria, contra nuestro país. Por la fuerza se apoderaron de él sin descargar un golpe, y después de dominar a los gobernantes del país, incendiaron nuestras ciudades sin piedad, derribaron hasta los cimientos los templos de nuestro país y trataron a todos los egipcios con cruel hostilidad, masacrando a unos y esclavizando a las esposas e hijos de otros. Finalmente nombraron rey de entre ellos, llamado Salitis. Tuvo su sede en Menfis, sometiendo a tributo al Alto y Bajo Egipto, y siempre dejando guarniciones detrás en los lugares más importantes… En el nomo Sethroita fundó una ciudad favorablemente situada… y la llamó Avaris, según una antigua tradición religiosa. Esta plaza la reconstruyó y fortificó con murallas macizas… Después de reinar diecinueve años murió Salitis, y le sucedió un segundo rey, Bnon, quien reinó 44 años. Después de él vino Apachnan, que reinó 36 años y 7 meses; luego Apophis durante 61 años, e Inanas 50 años y un mes; después, finalmente, Asis 49 años y 10 meses. Estos seis reyes, sus primeros gobernantes, se esforzaron cada vez más y más en extirpar al pueblo egipcio.”
Ejemplo de estas fortificaciones es Tell-el-Yehudiheh, un fortín al sur del delta, que tenía un terraplén de 14 a 18 metros de altura y que servía de alojamiento para una guarnición de 10.000 hombres con sus carros y caballos, fuerza suficiente para reprimir cualquier intento de sublevación.
Levantaron en Avaris (actual Tell-el-Daba), a la que eligieron como capital, un reducto amurallado de 16 km cuadrados, donde acampaba un ejército que llegó a tener 24.000 hombres.«
Los faraones hicsos de Egipto
La versión moderna es que los hicsos no llegaron a Egipto de repente y de forma violenta, sino que lo hicieron gradualmente, estableciéndose en la zona del delta del Nilo. Esta inmigración alcanzó su punto máximo durante la dinastía XII (1980-1790 AC). Su principal asentamiento fue Aamu o Avaris (actual Tell-el-Daba), donde había una comunidad con matrimonios mixtos y una existencia pacífica. Varios hicsos fueron incluso funcionarios de los faraones, supervisando el comercio en el Cercano Oriente y las lucrativas expediciones mineras en la península del Sinaí.
La continua afluencia de trabajadores asiáticos, especialmente bajo Amenemhat III, desniveló el equilibrio demográfico en el norte del país. Estos son los extranjeros hicsos, población de origen asiática establecida en el Delta varias generaciones antes, que llegaran las nuevas oleadas migratorias con origen en el Cercano Oriente para propagar su influencia y afianzarse progresivamente en el norte de Egipto.
En lugar de una invasión parece que la autoridad centralizada de los faraones egipcios declinó a favor de los nomarcas. Las élites de Avaris aumentaron su poder local hasta que finalmente por un golpe de estado o simplemente un proceso pacífico, tomaron el título de Heka Khasut y se convirtieron en reyes de pleno derecho, fundando la XV dinastía.
Con la llegada de los hicsos comenzó el Segundo Periodo Intermedio de Egipto (1650-1550 AC).
Al parecer hubo una gran sequía y como consecuencia hambruna, a la que se unió un periodo de inestabilidad política, con revueltas y desplazamientos internos dentro de Egipto, al mismo tiempo los nubios se sublevaron, y se formaron tres reinos dentro de Egipto:
- El norte con capital en Avaris regidos por hicsos que formaron la XV dinastía.
- El centro con capital en Tebas regidos por la XIV dinastía.
- El sur el reino de Kush (Nubia).
Dinastía XV
El fundador fue Salatis, que ejerció la soberanía sobre el Alto Egipto, manteniendo en vasallaje a los primeros de la dinastía XIV.
Estaba decidido a mantener sus nuevas conquistas. Por esta razón, fortificó las fronteras orientales y se estableció en la ciudad de la ciudad de Aamu o Avaris en la orilla este del brazo del Nilo. Salitis murió después de 19 años de gobierno y su trono pasó a otro asiático llamado Bnon o Beon.
Jacobher ejerció su soberanía sobre el Alto Egipto.
Jyan (posiblemente Juan) debió ser muy poderoso, ya que estableció relaciones con Cnosos (Creta), con Anatolia (Hattusa), y Bagdad. Fue el primer rey hicso al que se conoce el protocolo completo, su poder llegó al Alto Egipto, pero no a Nubia.
Apofis I reinó más de 40 años, manteniendo muy buenas relaciones con el exterior y con sus vasallos de la dinastía XVIII tebana. Al final de su reinado, comenzaron las hostilidades con los tebanos.
Hasta entonces las relaciones entre Avaris y Tebas habían sido buenas, los tebanos tenían libertad para comerciar con el norte, y los hicsos navegaban en sus barcos hasta Nubia para comerciar.
Los hicsos adoptaron las costumbres y vestimentas egipcias. Incorporaron los dioses egipcios a sus propios dioses que eran entre otros Baal y Anat de origen sirio, y mantuvieron a Seth dios de la capital al que identificaron con Baal.
Realizaron varias fortificaciones como la del Tell-el-Yehudiheh, un fortín al sur del delta, que tenía un terraplén de 14 a 18 metros de altura y que servía de alojamiento para una guarnición de 10.000 hombres con sus carros y caballos, fuerza suficiente para reprimir cualquier intento de sublevación.
Levantaron en Avaris (actual Tell-el-Daba), a la que eligieron como capital, un reducto amurallado de 16 km cuadrados, donde acampaba un ejército que llegó a tener 24.000 hombres.
Final de los hicsos
Al comienzo del siglo XVI AC la denominada XVII dinastía gobernaba en Tebas. Los miembros de esta familia, los faraones Taa I, Taa II, Kamosis y Amosis I, llevaron a cabo la guerra que acabó con la expulsión de los hicsos del territorio egipcio. En esta tesitura las reinas (Tetisheri, Ahhotep y Ahmés Nefertari) también tuvieron un papel importante reclutando tropas, consiguiendo recursos, y como consejeras.
Seqenenra Taa I (1560-54 AC)
Según Manetón, el rey Apepi de los hicsos envió un mensaje al rey tebano Seqenenra Taa sobre el año 1580 AC, en el que decía “Acaba con los hipopótamos del estanque que está al este de la ciudad, porque me impiden dormir día y noche”. El mensaje probablemente tenía que ver con que los hipopótamos eran sagrados para los egipcios. Lo que en sí era una declaración de guerra.
Sequenenra Taa I armó su tropa y marchó hacia Avaris para realizar un ataque sorpresa contra el rey hicso Apopi I, de la poderosa dinastía XV interpretó como un desafío a su autonomía y marchó sobre Avaris. Tuvo algunas victorias con los ejércitos fronterizos, finalmente cerca de Avaris se enfrentó con Apopi I y todo su ejército. En la batalla decisiva en la que los hicsos tenían superioridad en carros de guerra, Seqenenre fue derrotado y murió luchando violentamente. Su momia muestra cinco terribles heridas en la cabeza: un golpe aplastante, probablemente con una maza, tres heridas de hacha y una estocada de lanza o espada.
De algún modo, los derrotados consiguieron hacerse con el cuerpo destrozado del rey, trasladarlo a Tebas, momificarlo y enterrarlo en la necrópolis real de la época, en Dra Abu el-Naga.
Los hicsos ocuparon Tebas siendo gobernada por un nomarca y la familia real tuvo que huir al sur. Mientras los tebanos se prepararon para recuperar Tebas, comenzaron a criar caballos y a fabricar carros en gran escala.
Seqenenra Taa II (1555-54)
Sequenenra apodado “el Bravo”, era muy joven cuando murió su padre, la regencia fue llevada a cabo por su madre Tetisheri hasta su mayoría de edad. Cuando tuvo una fuerza suficiente, avanzó hacia Tebas y al parecer fue derrotado y capturado, siendo ejecutado, y murió de un fuerte golpe en la cabeza. Otras fuentes dicen que fue asesinado mientras dormía. Tenía unos 40 años a su muerte.
Kamosis o Kamose (1554-1549 AC)
Kamosis era apodado “el Fuerte”. Su reino se extendía desde Elefantina, al sur, hasta Hermópolis Magna (Jmun) al norte. Estaba encerrado entre los hicsos en el norte y los kushitas en el sur. Kamosis expresó su determinación personal a sus lugartenientes: “Mi deseo es rescatar Egipto”.
Primero habría que neutralizar la amenaza de Kush. Así que después de meses de preparación, Kamosis dirigió sus fuerzas hacia el sur. Su misión inmediata era retomar Wawat y asegurarlo contra el ataque de kushita, creando así una zona de amortiguamiento en el flanco sur de los tebanos. Moviéndose a través del tramo escasamente poblado del valle al sur de Abu, parecen haber encontrado poca o ninguna resistencia. Cuando llegaron al pie de la Segunda Catarata, su objetivo apareció a la vista: la fortaleza de Buhen. Después de servir como uno de los principales centros neurálgicos de la ocupación militar egipcia en gran parte del Reino Medio, Buhen había caído fácilmente bajo el control kushita en las décadas siguientes.
Los habitantes egipcios del fuerte habían cambiado de bando con demasiada facilidad, sirviendo a sus amos nubios tan diligentemente como lo habían hecho a la dinastía XII. Pero una vez que vieron un nuevo ejército egipcio concentrado en el horizonte, al parecer capitularon sin luchar.
Como buen estratega que era, su visión se extendía más allá de las necesidades defensivas inmediatas. Mirando hacia el futuro y la ocupación a largo plazo de Nubia, también restableció la administración egipcia en la región. Ningún rey podía confiar en las vacilantes lealtades de los comandantes de las fortalezas. Habría que encontrar un mecanismo diferente para asegurar el control real directo de los territorios conquistados. La solución de Kamosis fue una innovación administrativa que caracterizaría el control egipcio de Nubia durante los siglos venideros.
Designó a un general de confianza, Teti, para que fuera el nomarca de la conquistada Nubia, un virrey que actuaría en nombre del rey y respondería directamente a su faraón de todos los asuntos nubios. Con Teti firmemente instalado en el cuartel general en Faras, Kamosis y sus fuerzas regresaron a Egipto para prepararse para la batalla con los hicsos.
La estrategia de Kamosis para su frente norte era tanto psicológica como militar. Su cálculo era que una política de conmoción y asombro dirigida contra las ciudades del Medio Egipto que apoyaban a los hicsos tendría un efecto profundo en la moral de sus oponentes y los suavizaría para un asalto final. En sus propias palabras “navegué río abajo como un vencedor para expulsar a los asiáticos de acuerdo con las órdenes de Amón … mi valiente ejército frente a mí como una ráfaga de fuego”.
Su primer objetivo fue la ciudad fortificada de Nefrusi, que se encuentra dentro del territorio de los hicsos, justo al norte del centro administrativo regional de Khmun (moderno el-Ashmunein). Nefrusi estaba gobernado por un egipcio llamado Teti, hijo de Pepi. Después de maniobrar para posicionarse al amparo de la oscuridad, el ejército tebano atacó a Nefrusi con las primeras luces: “Estaba sobre él como un halcón … Mi ejército era como leones que se llevaban su presa«. Sin mostrar piedad, Kamosis observó mientras saqueaban la ciudad y luego ordenó que la arrasaran hasta los cimientos. Un destino similar se corrió con los asentamientos de Hardai y Pershak unos días después. Con ciudades de todo el Medio Egipto en ruinas, la hegemonía de los hicsos en la región había sido destruida. Tebas estaba en marcha.
Kamosis enviaba misiones de vigilancia regulares que patrullaban las pistas a través del desierto occidental, vigilaban discretamente las idas y venidas e informaban sobre cualquier movimiento inusual. Por su parte, los hicsos también dependían de las rutas del desierto para comerciar con el reino de Kush. Los oasis del desierto occidental eran una pista muy transitada por caravanas comerciales y mensajeros diplomáticos entre el norte y el sur. Uno de esos enviados tuvo la desgracia de ser interceptado por la patrulla de Kamosis, justo al sur del oasis de Djesdjes (actual Bahariya). Los tebanos descubrieron que el mensajero llevaba una carta del rey hicso al nuevo gobernante de Kush. Y el contenido de la carta era nada menos que explosivo:
“De la mano del gobernante de Hutwaret. Aauserra, el hijo de Ra Apepi, saluda al hijo del gobernante de Kush. ¿Por qué asciendes como gobernante sin avisarme? ¿Has notado lo que Egipto ha hecho contra mí? El gobernante que está ahí, Kamose…, penetra en mi territorio aunque no lo he atacado como él te tiene a ti. Escoge estas dos tierras para afligirlas, la mía y la tuya, y las ha devastado. Ven hacia el norte; no vacile. Mira, él está aquí en mis manos. No hay nadie que se enfrente a ti en Egipto. Mira, no le daré pasaje hasta que llegues. Entonces dividiremos las ciudades de Egipto”.
A pesar de su resentimiento por no haber sido informado sobre la sucesión kushita, Apepi estaba haciendo una oferta extraordinaria a su aliado nubio: a cambio de apoyo militar, estaría dispuesto a repartir Egipto.
La respuesta de Kamosis fue inmediata e intuitiva. En lugar de matar al desafortunado mensajero, lo envió de regreso a Hutwaret (Avaris) con un mensaje propio para Apepi: “No te dejaré solo; No te dejaré caminar por la tierra sin que yo te apoye”. El mensajero también recibió instrucciones de informar a Apepi sobre los recientes ataques de Kamosis a las ciudades del Medio Egipto. Las fuerzas tebanas no solo eran valientes y decididas, sino que también lograban victorias en la retaguardia de los hicsos. Apepi había traicionado fatalmente su propia debilidad al solicitar el apoyo de Kush. De repente, la perspectiva de un ataque tebano contra la propia Avaris parecía más plausible que nunca.
Si hay que creer en el vívido relato personal de Kamosis sobre la guerra, de hecho aprovechó su ventaja y atacó el centro del gobierno de los hicsos. Se jactó de llegar a las afueras de Avaris, beber vino de los viñedos de Apepi, talar sus árboles, violar a sus mujeres y saquear sus almacenes llenos de productos del Cercano Oriente: “oro, lapislázuli, plata, turquesas, hachas de bronce sin número …,aceite de moringa, incienso, grasa, miel, sauce, boj ”. Afirmó haber visto la ciudadela real en sí, un edificio al que se refirió desdeñosamente como “la casa de las palabras valientes”, donde las mujeres hicsas “asomaban desde las almenas … como ratoncitos dentro de sus agujeros”. Alineando sus fuerzas navales en formación de ataque, Kamose lanzó un asalto total contra la fortaleza de los hicsos, pero sin éxito aparente.
Dio cara valiente ante este intento fallido y regresó triunfalmente a Tebas al frente de su ejército. De manera tradicional, ordenó que sus heroicas hazañas se registraran para la posteridad en una serie de grandes estelas, instaladas en el templo de Amón en Ipetsut. Pero las celebraciones tebanas duraron poco, bruscamente restringidas por la muerte prematura de Kamose unos meses más tarde en el año 1539 AC. Se desconoce la causa de su prematura desaparición, algunas fuentes dicen que fue gravemente herido durante el asedio. A pesar de toda su valentía y fanfarronería, no tuvo el entierro de un vencedor. Fue enterrado en un sarcófago modesto, sin dorar, con dos dagas a su lado.
Amosis I o Ahmose I (1550-1525 AC)
Amosis I hermano de Kamosis, se convirtió en el nuevo faraón. Fue más cauteloso que su padre y su hermano y esperó antes de reanudar la guerra, mejoró las armas como es el caso de los carros o el arco compuesto. Una vez preparado puso sitio a Avaris, bloqueando la ciudad para evitar la llegada de ayuda y suministros que pudiera venir de sus aliados de Siria y Palestina. Realizó 3 asaltos que fueron fallidos. Se vio obligado a regresar al sur a sofocar una rebelión interna, a la que ni siquiera la reina Ahhotep pudo hacer frente, una vez pacificada regresó y realizo el cuarto y definitivo asalto, tras el cual la ciudad se rindió y se les permitió abandonar la ciudad.
Los hicsos se replegaron a Sahuren (a unos 10 km al suroeste de Gaza) cuyo asedio duró 5 años, persiguiéndoles a continuación hasta Palestina. Por eso mereció que se le considerara el iniciador de una nueva dinastía, la dinastía XVIII, la más brillante de la historia egipcia, aunque no hubo ruptura de linaje con la dinastía XVII.
Los hicsos se replegaron a Sahuren (a unos 10 km al suroeste de Gaza) cuyo asedio duró 5 años, persiguiéndoles a continuación hasta Palestina. Por eso mereció que se le considerara el iniciador de una nueva dinastía, la dinastía XVIII, la más brillante de la historia egipcia, aunque no hubo ruptura de linaje con la dinastía XVII.
Tras la expulsión de los hicsos, y por primera vez en más de 100 años, todo Egipto volvía a estar dirigido desde un único centro. Amosis, gobernante de todo Egipto, ubicó la capital en la ciudad de Tebas, la artífice de la rebelión. El faraón tuvo ante sí la difícil tarea de restaurar el debilitado sistema económico y financiero del país, así como restablecer vínculos comerciales con otros países y reconstruir los templos y edificios oficiales que los hicsos y la propia guerra habían destruido. Amosis tampoco se olvidó de quienes habían prestado apoyo a su causa: aparte de los premios y honores concedidos a la reina Ahhotep, los diversos príncipes locales que habían secundado la rebelión de Tebas fueron generosamente recompensados.
Tras derrotar a los hicsos, Amosis comenzó campañas en Siria y en Nubia. En una de las campañas, llegó hasta la ciudad de Djahy, en el levante mediterráneo. Los detalles de esta campaña son escasos, puesto que la fuente de la mayor parte de la información de que disponemos procede de la tumba de un soldado Amosis, que sirvió en la armada egipcia durante aquella época, por lo que no tomó parte en esta expedición terrestre.