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Paleolítico Pacífico
Las guerras entre chimpancés, que organizan batidas contra otros grupos, hace pensar que la violencia organizada de los homínidos es similar a la de los primates, de quienes evolucionaron. Tampoco hay que olvidar que los chimpancés y los humanos son los únicos que también tienen solidaridad entre grupos. Los intercambios y la cooperación han sido mucho más importantes en la evolución humana que la guerra.
Se ha supuesto que la densidad de población de los grupos cazadores-recolectores del homo ergaster era tan baja, como para evitar cualquier conflicto armado. El descubrimiento de las armas arrojadizas (lanzas, piedras, etc.) junto con la técnica de la emboscada, hicieron que cualquier posible conflicto armado entre grupos fuera un acto muy costoso en personal. Lo que obligaba a eludir cualquier enfrentamiento y que cada grupo rehuyera como fuera posible a los restantes grupos para evitar cualquier competición por los recursos. Este comportamiento, consecuencia natural de la prevención de conflictos, podría haber facilitado la migración humana fuera de África hace 1,8 millones de años.
No existen evidencias arqueológicas de luchas, y el periodo del Paleolítico Pacífico podría haber persistido hasta mucho después de la llegada del homo sapiens hace 0,2 millones de años.
En las pinturas rupestres del Paleolítico Superior no hay representaciones de personas atacando a personas, ni tampoco vestigios de muertes violentas causadas por humanos.
Las causas de la no existencia de violencia durante el Paleolítico se puede deber a dos factores: uno es la escasa demografía, en Europa durante el Paleolítico superior había varios miles de personas, y las comunidades estaban dispersas en vastos territorios. Normalmente permanecían en las zonas hasta que agotaban los recursos y luego emigraban a otras zonas.
Pinturas rupestres con imágenes de guerra
Las primeras pinturas rupestres con imágenes de humanos atacando a humanos aparecen en el 12000 AC, coincidiendo con los primeros enterramientos con signos de muerte violenta.
Las armas y tácticas empleadas serían las mismas que las empleadas durante la caza. Las primeras manifestaciones se encuentran en las pinturas rupestres, que aparte de escenas de caza, se encuentran también escenas de grupos de humanos luchando entre sí.
En la pintura rupestre de la cueva del Civil (Castellón), se aprecia la lucha entre dos grupos disparándose con arco. También aparece en las pinturas rupestres de la cueva del Roure de Morella la Vella (Castellón).
En la cueva del Molino de las Fuentes se observan dos grupos de arqueros, unos en la parte inferior de la escena y otros en la más alta. Estos últimos parecen estar a la espera en posición estática y con el cuerpo reclinado hacia delante a punto de disparar. El de abajo tiene una colocación algo dispersa de sus combatientes, parece ocupar una posición defensiva, que patentiza el hecho de que 4 arqueros se encuentren detrás de una línea roja, posiblemente una muralla o empalizada. El bando de arriba avanza en formación frontal de 6 arqueros, precedidos por otros tres, con sus flancos protegidos por grupos de 4 arqueros. Se puede interpretar que se trata de una emboscada.
En Minateda (Albacete) hay un conjunto de más de 400 figuras que componen una escena de un enfrentamiento entre dos grupos armados con arcos. Otros enfrentamientos se pueden ver en el abrigo de les Dogues o en la cueva Remigia de Castellón.
En la cueva de la Vieja (Albacete) y en el abrigo de la Val (Tarragona) se han interpretado como acciones de matanzas de grupos armados contra personas desarmadas.
En África las pinturas rupestres de Tassili n’Ajjer (rupestre de Argelia) que datan del 12000 AC al 9000 AC, se encuentran unos 15.000 dibujos en ese parque, entre los cuales hay un enfrentamiento entre humanos, que portan arcos y lanzas, y se protegen con un pequeño escudo circular.
Restos arqueológicos con evidencia de violencia
También hay enterramientos en los que aparecen signos de violencia. El más famoso es el enterramiento de Jebel Sahaba en Sudán realizado en el 12000 AC, en el que la mitad de los 61 esqueletos encontrados, muestran signos de violencia. 21 de ellos tenían heridas puntiagudas en los huesos.
Otro caso es la matanza ocurrida en el yacimiento de Nataruk hace unos 10.000 años cerca del lago Tarkana en Kenia, posiblemente por cazadores nómadas. Allí se encontraron parcialmente enterrados en grava cráneos y esqueletos sobresaliendo de la tierra. Se han identificado restos de 27 personas, 12 de los cadáveres están muy completos y solo 2 no muestran signos de violencia. Varios murieron en el acto por heridas letales en el cráneo con flechas y otras armas. Hay cadáveres que aún conservan las puntas de piedra incrustadas en la cabeza, el tórax y la cadera. A algunos les partieron las rodillas o las manos. No se hicieron distinciones entre hombres, mujeres y niños.
Las puntas de las flechas estaban hechas de obsidiana, un mineral que no abunda en Turkana, lo que puede indicar que los atacantes procedían de otra zona.
Otro enterramiento de una matanza es el pozo de la muerte de Talheim (Alemania), hace 7.500 años. La novedad es que todos los huesos son de varones, lo que puede hacer suponer que los grupos luchaban por las mujeres. El vencedor se las llevaba, no las mataban.
Armas y tácticas
Durante el Paleolítico, las primeras armas posiblemente fueron los garrotes, que eran simples palos para cazar y defenderse a corta distancia de los muchos animales que los amenazaban. Como armas arrojadizas en esa época utilizaron las piedras, que eran arrojadas con la mano.
Posiblemente para aumentar la contundencia de los garrotes ataron una piedra al extremo de un palo, con lo cual los golpes fueron más eficaces. Pudiendo romper los huesos de los animales para comer la médula, también para cascar frutos con cáscara como nueces y otros productos.
Posteriormente al descubrir la piedra sílex, la maza se convirtió en un hacha si la piedra tenía corte o en un martillo puntiagudo si se le ataba una piedra en forma de pico. También en esta época se descubrió la lanza, atando a un asta (palo largo una punta de piedra o de hueso), también se descubrió el arpón con una punta de hueso dentada, que le permitió pescar en los ríos.
La lanza podía utilizarse como arma arrojadiza, es decir como una jabalina, aumentando la distancia a la que podía cazar.
Durante el periodo Mesolítico (10000-5000 AC) se produjo una revolución tecnológica en el desarrollo de las armas que tiene paralelo con los mejores avances en los tiempos modernos como la invención de la pólvora, y otros avances. Se trata del arco y las flechas.
La composición de este tipo de arma era una madera flexible, en cuyos extremos se ataba una cuerda extremadamente tirante que tenía como misión principal transferir un impulso lo suficientemente grande a una flecha con el fin de que saliese impelida. En cuanto a la flecha, cabe señalar que se trataba de una vara de unos 50 centímetros de longitud con una punta afilada, a la que se le añadían unas plumas de ave en el extremo contrario para otorgarle precisión y estabilidad.
Era un arma económica que cualquiera podía construir y cazar desde una posición oculta y alejada, y un solo hombre podía llevar muchas más flechas que lanzas.
En cuanto a la formación para la guerra y la caza, el despliegue era en línea y en columna tal y como se ve en algunas pinturas.